AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En el silencio de la muerte (Privado)
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En el silencio de la muerte (Privado)
Pocas personas en el mundo considerarían el lugar en el que ella se encontraba tranquilo y relajante; la gente temía a aquel sitio de día, con mucha más razón por las noches era una zona que debía ser esquivada por completo pero no era algo que a ella le importara.
No teme a la muerte pues son viejas conocidas, se han visto las caras más de una vez pero no importa cuantas veces le vea, ella jamás ha llegado a tocarla mucho tiempo solo ligeros rozones cuando el ultimo aliento salía de los labios de todos aquellos que en determinado momento le había tocado matar. Tampoco era irrespetuosa con aquella que se la llevaría algún día, no le ofendía ni se sentía intocable por ella, la admiraba con respeto y jamás dejaba a una persona sola al momento de que esta moría, incluso aunque muerte fuera a causa de ella.
Un suspiro floto en el aire frío y un tanto sofocante del lugar, el silencio era absoluto en el centro del cementerio. ¿Cómo si pudiera haber algún sonido? todo lo que la rodeaba estaba muerto y los árboles, que eran lo único vivo aparte de ella y algunos insectos eran silenciosos.
El silencio y los lugares solitarios formaban los mejores lugares para pensar en otras cosas que no fueran los trabajos que debía efectuar y como llevar a cabo dichos encargos. En lugares como ese podía pensar en cosas más vanas como ropas, libros, instrumentos, en donde practicar todos los idiomas que conocía; asuntos menos de vida o muerte como los otros.
Eso era otra de las cosas que había aprendido de su familia, que había momentos en los que se necesitaba despegarse de todo aquello a lo que se dedicaban para ser personas un poco más…normales; el detalle radicaba en que no importaba cuanto tiempo pasara e intentaran por todo los medios ser normales por lo menos unos momentos, aquello era una mera ilusión de algo que en realidad no eran y que casi tan pronto como llegaba se esfumaba.
El tiempo resultaba productivo pues no había caído en sus pensamientos normales aún hasta que un sonido fuera de lo ordinario para un lugar como aquel la distrajo, trayendo de regreso su mente a lo que ella era. De un golpe se levanto de la tumba en la que se encontraba sentada escrutando la oscuridad en busca de lo que fuera aquello que perturbaba su paz.
Adiós tranquilidad… hola a lo que fuera que viniera hasta ella.
No teme a la muerte pues son viejas conocidas, se han visto las caras más de una vez pero no importa cuantas veces le vea, ella jamás ha llegado a tocarla mucho tiempo solo ligeros rozones cuando el ultimo aliento salía de los labios de todos aquellos que en determinado momento le había tocado matar. Tampoco era irrespetuosa con aquella que se la llevaría algún día, no le ofendía ni se sentía intocable por ella, la admiraba con respeto y jamás dejaba a una persona sola al momento de que esta moría, incluso aunque muerte fuera a causa de ella.
Un suspiro floto en el aire frío y un tanto sofocante del lugar, el silencio era absoluto en el centro del cementerio. ¿Cómo si pudiera haber algún sonido? todo lo que la rodeaba estaba muerto y los árboles, que eran lo único vivo aparte de ella y algunos insectos eran silenciosos.
El silencio y los lugares solitarios formaban los mejores lugares para pensar en otras cosas que no fueran los trabajos que debía efectuar y como llevar a cabo dichos encargos. En lugares como ese podía pensar en cosas más vanas como ropas, libros, instrumentos, en donde practicar todos los idiomas que conocía; asuntos menos de vida o muerte como los otros.
Eso era otra de las cosas que había aprendido de su familia, que había momentos en los que se necesitaba despegarse de todo aquello a lo que se dedicaban para ser personas un poco más…normales; el detalle radicaba en que no importaba cuanto tiempo pasara e intentaran por todo los medios ser normales por lo menos unos momentos, aquello era una mera ilusión de algo que en realidad no eran y que casi tan pronto como llegaba se esfumaba.
El tiempo resultaba productivo pues no había caído en sus pensamientos normales aún hasta que un sonido fuera de lo ordinario para un lugar como aquel la distrajo, trayendo de regreso su mente a lo que ella era. De un golpe se levanto de la tumba en la que se encontraba sentada escrutando la oscuridad en busca de lo que fuera aquello que perturbaba su paz.
Adiós tranquilidad… hola a lo que fuera que viniera hasta ella.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: En el silencio de la muerte (Privado)
" Con el paso del tiempo, los vicios se mantienen, las ideas se fortalecen, y los límites de lo correcto e incorrecto, desaparecen"
Con pasos firmes y decididos, se había alzado, abandonó su hogar para ir a buscar su alimento, y había tenido suerte. No tuvo que esperar mucho tiempo para encontrar a un inquisidor. El bastardo estaba cerca de un cementerio, atormentando a un fantasma, gritando las palabras sagradas, que enviarían al espíritu al otro mundo. Cualquiera que fuera ése lugar, sabía que le estaba vetado. Al menos según los estúpidos cristianos. En unos segundos, esuvo detras del inquisidor, lo golpeó con fuerza y le guiñó un ojo al fantasma. Era una mujer con el cabello de oro, tan grande que le llegaba a la cintura. Su cuerpo se había mantenido joven, inmutable en el tiempo, encerrado en la edad en la que había muerto. Le ordenó marcharse, y se ocupó del inquisidor.
Una y otra vez, el inquisidor disparó contra él. Intentando acabar su vida con unas balas de plata. En medio del flagor de la lucha, se adentraron en el cementerio. Y él, con una sonrisa, se había ocultado detrás de un mausoleo. Podía oler el miedo del inquisidor, paseando sólo por el cementerio, buscando a la bestia sin corazón que era. O al menos, a la bestia cuyo corazón había dejado de atir hacía 1000 años. Cerró los ojos y respiró el aroma agridulce y único que tenían los cementerios. El olor de las flores era más intenso en la noche. Con la luna llena brillando sobre su cabeza y las tumbas antiguas iluminadas por la ténue luz de la esfera pálida, parecía estar dentro de un cuento. Una historia macabra sin principio ni final, que se repetía, constante en el tiempo. Su presencia en un cementerio, era un mal chiste, una broma del destino. Era un muerto viviente en el territorio de los muertos.
El ruido de una respiración a su derecha, le hizo sonreír. Estaba a escasos centímetros del inquisidor, sólo necesitaba dos pasos más. Sólo dos pequeños movimientos y sería suyo. Su garganta, llena del líquido que le alargaba la vida, entraría dentro de la esfera de su alcance, y él sólo tendría que darle el beso mortal. Lo acogería entre sus brazos, y como un celoso de la muerte, lo acompañaría en sus últimos instantes, arrancándole la vida de su cuerpo. Y cuando la última gota de su sangre estuviese dentro de él, abandonaría su cuerpo, dejando la vacía masa de carne y huesos en una tumba. Un muerto más entre sus víctimas, un alma más para vagar en el cementerio, pues de algo estaba seguro. Su Dios no acogería a un asesino en el terreno sagrado que llamaban cielo.
Aguardó, como el asesino que era, a que el inquisidor diera los pasos. El primer movimiento lo dejó a su lado. La víctima iluminada por la luz de la luna, y el vampiro, oculto bajo las sombras que le proporcionaba la alta pared del mausoleo. El segundo, lo situó en el lugar perfecto. LLevaba una enorme cruz alzada al frente, su cabello castaño brillaba con la perfecta iluminación. Sus mejillas estaban sonrojadas por el frío, y su aliento se convertía en humo en la oscura noche. Pobre niño estúpido. Joven intrépido, aquí termina tu aventura, pensó mientras daba un paso, saliendo de las sombras que lo habían acogido hasta momentos antes, y abrazó al hombre en un poderoso gesto de hierro. Su cabeza bajó hasta su garganta, besando la suave piel de su cuello con los labios congelados. Los colmillos desgarraron la piel, todo en un segundo, demasiado rápido para que el hombre pudiera tener tiempo siquiera de gritar.
Bebió su sangre con regocijo, llenándose con su vida, y cuando su corazón se detuvo, separó sus dientes del pequeño. Dejó que su cuerpo cayese inherte en el suelo, y se limpió la boca con un pañuelo que tenía en el bolsillo. Sólo después de limpiarse, se giró hacia la tumba en la que estaba una mujer mirándolo. Le dedicó una sonrisa perfecta e inocente, como si su acción anterior, hubiera sido algo tan banal como una reverencia hecha ante la sociedad. - ¿Ha disfrutado del espectáculo madame?.- Se rió con suavidad, mientras escuchaba un susurro a su lado. El fantasma de la mujer había vuelto, no sabía si sería visible también para la mujer que había visto el asesinato, pero para él era tan real, como el muerto que yacía a sus pies. El fantasma le hizo una reverencia y después desapareció. Cerró los ojos y frunció los labios. ¿Cuánto tiempo y vidas continuaría malgastando la Iglesia?. ¿Cuántos inocentes tendrían que pagar por sus actos egoístas?.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/01/2013
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Camino entre las tumbas con sigilo y manteniendo en silencio lo más que pudo de esa manera era capaz de detectar los sonidos que perturbaban la paz del cementerio y que probablemente molestaban a los muertos tanto como a ella misma. Había terminado siendo aquella asesina que era en realidad con expresión fría y pensamientos calculadores, llenos de intenciones oscuras o maneras de deshacerse de todo lo que la molestara.
Que pronto era capaz de dejar las mascaras sociales de calma y perfección en las que buscaba sumirse en lugares como aquel, donde estaba oculta de la vista de todos.
Sus sentidos la llevaron a donde se encontraba un hombre y se detuvo, buscando un lugar en el cual pasara desapercibida por este.
El hombre era bastante joven por lo que podía notar con la luz que la luna brindaba al cementerio; examino al intrépido de arriba a abajo y sonrío burlona ante lo que presenciaba, aquel joven era uno de esos asesinos de criaturas peculiares que mandaba la iglesia. Conocía bastante de eso, como parte de su trabajo en algunas ocasiones fue contratada por sobrenaturales para eliminar humanos fastidiosos que no valían la pena para ellos, al igual que otros sobrenaturales pero al final de cuentas mataba todo lo que se indicaba mientras recibiera el pago adecuado por eso.
De un momento a otro, apenas en un parpadeo fue atrapado el joven de cabellos castaños por otro hombre.
Conociendo lo que estaba sucediendo se acerco hasta una tumba y se sentó en ella a esperar que aquella alma abandonara el cuerpo del joven, no podía dejar que alguien muriera sin estar presente una vez que el proceso comenzaba.
Levanto la vista al oscuro cielo mientras todo aquello terminaba.
Al escuchar el sonido en seco del cuerpo caer inerte al suelo volvió su mirada al hombre, que era aquello que la gente que los conocía y los que no denominaban vampiros.
Sonrió al vampiro que aparentemente lucía de su edad, tal vez un poco mayor pero que en realidad poseía una edad desconocida, se mantuvo en calma, la visión del cadáver del joven no le afectaba en lo más mínimo, podría decirse que no poseía sentimientos humanos; la verdad es que estaban suprimidos, nadie en su sano juicio podría hacer esa clase de cosas y no volverse psicótico.
- Pues pudo haber sido mejor pero uno debe siempre conformarse con lo que las oportunidades nos brinda la vida, en este caso a sido la muerte de ese chico no muy espectacular pero algo es algo.
Una mujer humana aparentemente normal y frágil, un vampiro evidentemente más fuerte que ella; aún así se atrevía a insinuar que esperaba más de aquella muerte.
La forma de matar y razones de ambos era diferentes; él bebía la sangre de sus presas hasta matarlos para mantenerse con vida, era un asunto meramente de supervivencia; ella terminaba con vidas también para supervivencia pero sus asesinatos incluían más sangre y cuando necesitaba información torturas.
Analizaba cada movimiento y palabras de su inesperado compañero en el cementerio. Una escalofrío le recorrió la espalda y una brisa repentina hizo que las hojas de los árboles danzaran unos segundos, en esos pocos instantes la expresión del hombre cambio.
- ¿Qué esta pasando? - preguntó sin más, aquellas actitudes repentinas le resultaron extrañas y quería conocer que era lo que él estaba percibiendo que ella desde su humanidad muchas veces era incapaz de percibir con total claridad.
Que pronto era capaz de dejar las mascaras sociales de calma y perfección en las que buscaba sumirse en lugares como aquel, donde estaba oculta de la vista de todos.
Sus sentidos la llevaron a donde se encontraba un hombre y se detuvo, buscando un lugar en el cual pasara desapercibida por este.
El hombre era bastante joven por lo que podía notar con la luz que la luna brindaba al cementerio; examino al intrépido de arriba a abajo y sonrío burlona ante lo que presenciaba, aquel joven era uno de esos asesinos de criaturas peculiares que mandaba la iglesia. Conocía bastante de eso, como parte de su trabajo en algunas ocasiones fue contratada por sobrenaturales para eliminar humanos fastidiosos que no valían la pena para ellos, al igual que otros sobrenaturales pero al final de cuentas mataba todo lo que se indicaba mientras recibiera el pago adecuado por eso.
De un momento a otro, apenas en un parpadeo fue atrapado el joven de cabellos castaños por otro hombre.
Conociendo lo que estaba sucediendo se acerco hasta una tumba y se sentó en ella a esperar que aquella alma abandonara el cuerpo del joven, no podía dejar que alguien muriera sin estar presente una vez que el proceso comenzaba.
Levanto la vista al oscuro cielo mientras todo aquello terminaba.
Al escuchar el sonido en seco del cuerpo caer inerte al suelo volvió su mirada al hombre, que era aquello que la gente que los conocía y los que no denominaban vampiros.
Sonrió al vampiro que aparentemente lucía de su edad, tal vez un poco mayor pero que en realidad poseía una edad desconocida, se mantuvo en calma, la visión del cadáver del joven no le afectaba en lo más mínimo, podría decirse que no poseía sentimientos humanos; la verdad es que estaban suprimidos, nadie en su sano juicio podría hacer esa clase de cosas y no volverse psicótico.
- Pues pudo haber sido mejor pero uno debe siempre conformarse con lo que las oportunidades nos brinda la vida, en este caso a sido la muerte de ese chico no muy espectacular pero algo es algo.
Una mujer humana aparentemente normal y frágil, un vampiro evidentemente más fuerte que ella; aún así se atrevía a insinuar que esperaba más de aquella muerte.
La forma de matar y razones de ambos era diferentes; él bebía la sangre de sus presas hasta matarlos para mantenerse con vida, era un asunto meramente de supervivencia; ella terminaba con vidas también para supervivencia pero sus asesinatos incluían más sangre y cuando necesitaba información torturas.
Analizaba cada movimiento y palabras de su inesperado compañero en el cementerio. Una escalofrío le recorrió la espalda y una brisa repentina hizo que las hojas de los árboles danzaran unos segundos, en esos pocos instantes la expresión del hombre cambio.
- ¿Qué esta pasando? - preguntó sin más, aquellas actitudes repentinas le resultaron extrañas y quería conocer que era lo que él estaba percibiendo que ella desde su humanidad muchas veces era incapaz de percibir con total claridad.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: En el silencio de la muerte (Privado)
" Ven a mí- dijo la serpiente- Te enseñaré cosas maravillosas.-"
Sintió la presencia del fantasma a su alrededor, aunque no estuviera materializado para que él pudiera verlo, seguía a su espalda, observando lo que ocurría a su alrededor. No sabía si deseaba vigilar lo que hacía con el cadáver del inquisidor, o si intentaba evitar que la mujer le hiciera daño. Fuera lo que fuera, se giró con una sonrisa, sonriéndole al vacío. Una pequeña muestra de fraternidad hacia el espíritu. Admiraba a la gente de valor. El que estuviera muerta y sin un cuerpo, no era suficiente para no tratarla como lo que era, una mujer.
Recogió el cuerpo del hombre y se dirigió al panteón en el que se había ocultado antes para evitar que el estúpido lo viera. Sus manos aferraban el cuerpo sin vida con cuidado, no quería fracturar ningún hueso, cuando alguien descubriese el cadáver, ya sería tarde para dar con el motivo de la muerte, pero no quería tentar al destino. Un hueso fracturado llamaría la atención de la policía, y si era descubierto antes de que comenzara a descomponerse, quizás algún inquisidor podría identificarlo. No estaba seguro de que muchos murieran de causas naturales o por asesinatos que no tuvieran que ver con algún ente sobrenatural. Si el espíritu de la mujer habitaba en el cementerio, sólo haría que la furia de la inquisición cayese sobre ella. Podía vivir con la muerte de todos, exceptuando a tres personas y una de ellas no era ése espíritu. Aún así, Leónidas no le había inculcado los valores de un rey, para que él comenzara ahora, después de muchos años de vida, a quebrantarlo. No se aprovechaba de mujeres si podía evitarlo. Sólo cuando la venganza, ira o supervivencia mediaba de por medio, él dejaba salir el instinto animal, matando a todo el que se interpusiera en su camino.
Miró a la mujer que lo miraba con naturalidad, una humana que actuaba indiferente ante la visión de un vampiro cargando el cuerpo de un muerto para enterrarlo dentro de una de las tumbas.- Siento decepcionarla, no contaba con tener una … damisela como público esta noche.- Le dirigió una sonrisa encantadora y espeluznante. La tranquilidad con la que se tomaba todo el asunto le gustaba, no estaba de humor para escuchar a una mujer aullando y corriendo por el cementerio. Una mujer asustada por algo maléfico, profería unos gritos tan agudos, que serían capaces de dejarse escuchar por alguien tan sordo, como el mismísimo Beethoven.
Con una de sus manos, destrozó el candado que cerraba las puertas elegantes del mausoleo. Se adentró en él, y con la rapidez vampírica, se dedicó a profanar una tumba. Eligió una tumba masculina. Sobre el mármol gris, una pequeña placa de oro rezaba el nombre de un tal, Edmund Di Maria. Durante los próximos años, si todo salía bien serían decenios, los huesos del inquisidor acompañarían al italiano en la muerte. Unidos por el azar, por el capricho de un ser que no debería existir, un vampiro. Quitó la pesada loza de mármol gris, metiendo el cuerpo el inquisidor dentro, y dejando de respirar para no tener que oler la podredumbre que comenzaba a llenar la habitación fría. El cadáver descompuesto, se hundió bajo el peso del otro, haciendo que un sonio asqueroso resonara en la estancia. Se movió con rapidez, sellando de nuevo la tumba y saliendo del mausoleo con rapidez. Estuvo dentro unos cinco minutos, haciendo que pareciese que sólo había entrado para volver a salir. Cuando podías moverte con la rapidez de su especie, la relación espacio tiempo, era una barrera estúpida y variable.
Se acercó a la mujer que seguía sentada en una tumba, y se paró a dos metros de ella. La miró fijamente a los ojos, dejando que la luz de la luna iluminase su rostro y que pudiera verlo perfectamente en la oscuridad que se cernía sobre el cementerio. Con elegancia, extendió una de sus manos, dejándola inmóvil en el aire, con una invitación silenciosa, al menos hasta que le habló.- Ven a mí, muchacha. Te mostraré aquello que tus ojos humanos no pueden ver.- Su voz era una tentación, una mera petición, sin el característico tono apremiante y atronador que surgía de sus labios cuando profería una orden. Era un susurro, llevado a sus oídos por el viento que acariciaba el rostro femenino. Quizás, poseía el mismo tono seductor que había usado la serpiente para tentar a Eva, sólo que en este caso, él no le ofrecía un pecado, sino una aventura.
Sintió la presencia del fantasma a su alrededor, aunque no estuviera materializado para que él pudiera verlo, seguía a su espalda, observando lo que ocurría a su alrededor. No sabía si deseaba vigilar lo que hacía con el cadáver del inquisidor, o si intentaba evitar que la mujer le hiciera daño. Fuera lo que fuera, se giró con una sonrisa, sonriéndole al vacío. Una pequeña muestra de fraternidad hacia el espíritu. Admiraba a la gente de valor. El que estuviera muerta y sin un cuerpo, no era suficiente para no tratarla como lo que era, una mujer.
Recogió el cuerpo del hombre y se dirigió al panteón en el que se había ocultado antes para evitar que el estúpido lo viera. Sus manos aferraban el cuerpo sin vida con cuidado, no quería fracturar ningún hueso, cuando alguien descubriese el cadáver, ya sería tarde para dar con el motivo de la muerte, pero no quería tentar al destino. Un hueso fracturado llamaría la atención de la policía, y si era descubierto antes de que comenzara a descomponerse, quizás algún inquisidor podría identificarlo. No estaba seguro de que muchos murieran de causas naturales o por asesinatos que no tuvieran que ver con algún ente sobrenatural. Si el espíritu de la mujer habitaba en el cementerio, sólo haría que la furia de la inquisición cayese sobre ella. Podía vivir con la muerte de todos, exceptuando a tres personas y una de ellas no era ése espíritu. Aún así, Leónidas no le había inculcado los valores de un rey, para que él comenzara ahora, después de muchos años de vida, a quebrantarlo. No se aprovechaba de mujeres si podía evitarlo. Sólo cuando la venganza, ira o supervivencia mediaba de por medio, él dejaba salir el instinto animal, matando a todo el que se interpusiera en su camino.
Miró a la mujer que lo miraba con naturalidad, una humana que actuaba indiferente ante la visión de un vampiro cargando el cuerpo de un muerto para enterrarlo dentro de una de las tumbas.- Siento decepcionarla, no contaba con tener una … damisela como público esta noche.- Le dirigió una sonrisa encantadora y espeluznante. La tranquilidad con la que se tomaba todo el asunto le gustaba, no estaba de humor para escuchar a una mujer aullando y corriendo por el cementerio. Una mujer asustada por algo maléfico, profería unos gritos tan agudos, que serían capaces de dejarse escuchar por alguien tan sordo, como el mismísimo Beethoven.
Con una de sus manos, destrozó el candado que cerraba las puertas elegantes del mausoleo. Se adentró en él, y con la rapidez vampírica, se dedicó a profanar una tumba. Eligió una tumba masculina. Sobre el mármol gris, una pequeña placa de oro rezaba el nombre de un tal, Edmund Di Maria. Durante los próximos años, si todo salía bien serían decenios, los huesos del inquisidor acompañarían al italiano en la muerte. Unidos por el azar, por el capricho de un ser que no debería existir, un vampiro. Quitó la pesada loza de mármol gris, metiendo el cuerpo el inquisidor dentro, y dejando de respirar para no tener que oler la podredumbre que comenzaba a llenar la habitación fría. El cadáver descompuesto, se hundió bajo el peso del otro, haciendo que un sonio asqueroso resonara en la estancia. Se movió con rapidez, sellando de nuevo la tumba y saliendo del mausoleo con rapidez. Estuvo dentro unos cinco minutos, haciendo que pareciese que sólo había entrado para volver a salir. Cuando podías moverte con la rapidez de su especie, la relación espacio tiempo, era una barrera estúpida y variable.
Se acercó a la mujer que seguía sentada en una tumba, y se paró a dos metros de ella. La miró fijamente a los ojos, dejando que la luz de la luna iluminase su rostro y que pudiera verlo perfectamente en la oscuridad que se cernía sobre el cementerio. Con elegancia, extendió una de sus manos, dejándola inmóvil en el aire, con una invitación silenciosa, al menos hasta que le habló.- Ven a mí, muchacha. Te mostraré aquello que tus ojos humanos no pueden ver.- Su voz era una tentación, una mera petición, sin el característico tono apremiante y atronador que surgía de sus labios cuando profería una orden. Era un susurro, llevado a sus oídos por el viento que acariciaba el rostro femenino. Quizás, poseía el mismo tono seductor que había usado la serpiente para tentar a Eva, sólo que en este caso, él no le ofrecía un pecado, sino una aventura.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Su pregunta inicialmente no recibió respuesta alguna, el vampiro estaba sumido en algo que ella no podía ver pero que al parecer para él era algo importante, al menos eso era lo que creía poder captar, de hecho lo único que era capaz de captar.
Lo miro tomar el cuerpo del inquisidor con sumo cuidado y sonrió desde su puesto; era de esperarse esa clase de actitudes de vampiros, era como ella, debían de tener cuidado y no dejar nada que pudiera guiar a quienes no les convenía detrás de ellos. La atención a los detalles insignificantes significaba un día más de vida en aquel mundo, un ligero error y confianza extrema en sus formas de actuar era igual a una muerte segura en muchos casos.
Le sonrió encantada por sus palabras y el aspecto que daba el hombre cargando el cadáver, era una perfecta obra de arte ante sus ojos, por tanto no podía despegar su mirada tranquila de él.
- Descuide que fui yo la que apareció de improviso en este lugar, es solo que no pude resistir ver quien perturbaba la paz de este hermoso lugar - suspiro - quizás en otra ocasión pueda mostrarme un espectáculo más satisfactorio pero para ese momento prometo no llegar repentinamente - para cualquier otro humano, es especial las mujeres la idea de estar en un cementerio con un desconocido que frente a sus propios ojos asesinaba a alguien más no era lo más prudente, ni lo más sano según la perspectiva de otros; para ella todo aquello era simplemente la vida misma.
Con su mirada siguió los movimientos perfectos del vampiro hasta que este desapareció en un mausoleo.
- Inteligente vampiro… - menciono para si misma y los muertos. Deshacerse del cadáver de una manera tan tradicional eran cosas que en pocas ocasiones se esperaban los llamados inquisidores, pero eso era porque existían una gran cantidad de vampiros que sintiendo invencibles hacían gala de sus asesinatos, realizando malos movimientos que finalmente terminaban por encerrarlos en una esquina sin otra opción posible más que la destrucción misma. La mayoría de esos eran vampiros o sobrenaturales jóvenes así que inmediatamente comenzó a guardar en ella las cosas de las que podía darse cuenta de aquel que momentos antes había descendido al mausoleo. Una de esas cosas era que no formaba parte de los vampiros jóvenes o de en dado caso serlo, no era de aquellos que se sentían invencibles.
Espero mirando al cielo nocturno a que aquel terminara su cometido y saliera al exterior, afortunadamente al ser un vampiro no debió esperar tanto como lo haría si en su defecto compartieran la misma naturaleza humana.
Bajó su mirada cuando la sombra de alguien interrumpía a su campo visual y le miro de manera más clara que antes, gracias a la cercanía que ahora tenía y a la luz de luna que iluminaba de manera perfecta los rasgos masculinos.
Tomo aire mientras sus ojos se enfocaban en la mano frente a ella y levantando su cuerpo finalmente de la tumba en la que se encontraba tomo sin temor y con firmeza la mano masculina, poseedora del característico frío que acompañaba a la muerte.
- Pues en ese caso veamoslo… me intriga saber parte de las cosas que no puedo ver - guardo silencio unos segundos - y mi nombre no es muchacha - se rió bajo, sin querer perturbar el descanso de los muertos - es Alessa y espero conocer el suyo - menciono sin dejar de mirarle de manera fija y con una media sonrisa en los labios.
Lo miro tomar el cuerpo del inquisidor con sumo cuidado y sonrió desde su puesto; era de esperarse esa clase de actitudes de vampiros, era como ella, debían de tener cuidado y no dejar nada que pudiera guiar a quienes no les convenía detrás de ellos. La atención a los detalles insignificantes significaba un día más de vida en aquel mundo, un ligero error y confianza extrema en sus formas de actuar era igual a una muerte segura en muchos casos.
Le sonrió encantada por sus palabras y el aspecto que daba el hombre cargando el cadáver, era una perfecta obra de arte ante sus ojos, por tanto no podía despegar su mirada tranquila de él.
- Descuide que fui yo la que apareció de improviso en este lugar, es solo que no pude resistir ver quien perturbaba la paz de este hermoso lugar - suspiro - quizás en otra ocasión pueda mostrarme un espectáculo más satisfactorio pero para ese momento prometo no llegar repentinamente - para cualquier otro humano, es especial las mujeres la idea de estar en un cementerio con un desconocido que frente a sus propios ojos asesinaba a alguien más no era lo más prudente, ni lo más sano según la perspectiva de otros; para ella todo aquello era simplemente la vida misma.
Con su mirada siguió los movimientos perfectos del vampiro hasta que este desapareció en un mausoleo.
- Inteligente vampiro… - menciono para si misma y los muertos. Deshacerse del cadáver de una manera tan tradicional eran cosas que en pocas ocasiones se esperaban los llamados inquisidores, pero eso era porque existían una gran cantidad de vampiros que sintiendo invencibles hacían gala de sus asesinatos, realizando malos movimientos que finalmente terminaban por encerrarlos en una esquina sin otra opción posible más que la destrucción misma. La mayoría de esos eran vampiros o sobrenaturales jóvenes así que inmediatamente comenzó a guardar en ella las cosas de las que podía darse cuenta de aquel que momentos antes había descendido al mausoleo. Una de esas cosas era que no formaba parte de los vampiros jóvenes o de en dado caso serlo, no era de aquellos que se sentían invencibles.
Espero mirando al cielo nocturno a que aquel terminara su cometido y saliera al exterior, afortunadamente al ser un vampiro no debió esperar tanto como lo haría si en su defecto compartieran la misma naturaleza humana.
Bajó su mirada cuando la sombra de alguien interrumpía a su campo visual y le miro de manera más clara que antes, gracias a la cercanía que ahora tenía y a la luz de luna que iluminaba de manera perfecta los rasgos masculinos.
Tomo aire mientras sus ojos se enfocaban en la mano frente a ella y levantando su cuerpo finalmente de la tumba en la que se encontraba tomo sin temor y con firmeza la mano masculina, poseedora del característico frío que acompañaba a la muerte.
- Pues en ese caso veamoslo… me intriga saber parte de las cosas que no puedo ver - guardo silencio unos segundos - y mi nombre no es muchacha - se rió bajo, sin querer perturbar el descanso de los muertos - es Alessa y espero conocer el suyo - menciono sin dejar de mirarle de manera fija y con una media sonrisa en los labios.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
La risa tranquila de la mujer, le hizo corresponderle con una suave carcajada. Sabía que a veces su voz causaba el efecto de una caricia en el cuerpo ajeno, así que intentó minimizar sus efectos sobre ella, con una sola risa silenciosa. Cuanto más tiempo la miraba, más le gustaba. Tenía la elegancia de un tigre, siempre alerta, preparada para cualquier eventualidad. Pero nunca perdía esa suave ingenuidad, como si el saber que era un asesino, la hiciera sentir en paz, en casa.- Mis disculpas, Frau Alessa- Saboreó su nombre, alargándolo al llegar a la s, haciéndolo más exótico de lo que era. Realizó una reverencia elegante, mientras le daba la vuelta a su mano y le besaba la muñeca. Captó la suave esencia de su cuerpo, un ligero aroma a perfume y el resto, era su aroma particular. Todos los humanos tenían uno, y cuando le agradaban, solía captar su esencia para nunca más olvidarla. - Löwe Von Meer, a vuestra humilde merced.- Se levantó y la miró con una sonrisa traviesa. Porque ambos sabían, que él no estaba a merced de nadie.
Con un movimiento lento y suave, tomó a la joven Alessa por la cintura, acercándola a él. La suave tela de su escote, rozó la camisa blanca que llevaba, pero a pesar de la cercanía, no había nada sexual en sus actos. La miró a los ojos, llenos de un brillo especial.- Cierra los ojos, compañera de la muerte. Dejaré que conozcas los misterios que te son vedados.- Su voz era un mero susurro, creando una ola de suspense sobre la mujer. No lo hacía por parecer más misterioso, ni más apuesto. Sólo tenía respeto a aquellos que sufrían la condena de la eternidad, sin un cuerpo que mantener. Hasta que sus actos fueran perdonados o encontrasen aquello que los podría liberar de su confinamiento.
Con la tristeza de sus pensamientos, su voz comenzó a acariciar el rostro de la muchacha.- Escucha con tu instinto, deja que tu cuerpo vibre con la energía que nos rodea. - Él mismo cerró los ojos, para facilitar su explicación a Alessa.- ¿Sientes el sonido que realiza el viento contra las lápidas?. ¿El suave goteo, del agua atrapada en los floreros, al caer al suelo?...- Suspiró con suavidad, y se quedó completamente inmóvil.- Separa esos sonidos, ¿qué escuchas ahora?.- Sabía lo que ocurriría. Si ella llegaba a separar todos esos sonidos tranquilos del silencio, y profundizaba con el instinto humano, tan sobrevalorado por muchos. Lograría hacer lo que ningún inquisidor antes, escuchar el suave lamento de las almas atrapadas. Aunque, agradecía que no fuera tan hábil con el oído como sus congéneres, a veces, podrías volverte loco con ese sonido inhumano. Tantos gritos, aullidos y lamentos. Hasta que después, no había nada.
Sintió como su cuerpo se estremecía ante la caricia fría de un fantasma. Sabía que si abría los ojos, podría verlo a su lado. Probablemente con una mano sobre su cuerpo, porque podía sentir la energía perderse de su cuerpo al espacio vacío. Ésa era la verdadera razón de que pudiera escucharlos. Si querían, podían materializarse, o mostrarse ante quién quisieran. - Deja que ella te vea, no hará daño.- Le susurró al fantasma con los ojos cerrados.
La risa de una mujer rompió el silencio. - Que abra los ojos, entonces.- Dijo la mujer fantasma, mientras una de sus manos comenzaba a deslizarse por su espalda. Sin quererlo, se estremeció ante su toque, pero abrió los ojos y la miró. El cabello rubio era tan claro, que podía parecer blanco. Sus ojos eran dos zafiros pálidos, como el cielo parisino en primavera. Su rostro tenía una agradable forma redondeada, siempre detenida en una adolescencia perdida. Sin poderlo evitar, le dedicó una sonrisa triste, mientras esperaba que Alessa abriera sus ojos y viese lo que no pudo ver antes. Ambos se habían ganado el favor de la fantasma. No sabía cuánto duraría, pero la tristeza del destino de la mujer, lo embargaban.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Lo que hay después de la muerte, vida es, no muerte.
Séneca
¿Podía alguien sentirse más cómoda en una situación similar? muy probablemente pocas se sentirían de la manera en que ella lo hacía en presencia de todo aquello que le rodeaba.
Su nombre en labios de aquel vampiro era como una melodía únicamente interpretada para ella. El frío que despedía el cuerpo ajeno no le causaba la mayor molestia en parte debía ser porque no sentía tanto frío como esperaba, la esencia de Alessa a pesar de ser humana no era cálida, solo cuando ocultaba su verdadera forma de ser por algún motivo aparentaba ser una persona normal pero el resto del tiempo era justo como se presentaba ante aquel vampiro por lo que en parte se naturaleza fría, debía evitar en parte la temperatura inhumana del hombre.
Sonrió ante los actos de Löwe; ese nombre le agradaba era poco usual e interesante.
- Es todo un placer monsieur Löwe - realizó una leve reverencia.
Aquel hombre más que inspirarle desconfianza, le llevaba a confiar; tanto que sin oponer la menor resistencia permitió que le acercara a él y contemplando aquella mirada capaz de captar cosas que a su persona le resultaban imposibles cerro los ojos obedeciendo a la indicación que se le daba.
En varias ocasiones se había preguntado ¿Qué se sentiría ser capaz de ver fantasmas?, ¿De poder verlos… se toparía con algunos de quienes asesino? ningún asesinato había resultado algo personal, eran meros encargos pero eso no eliminaba el hecho de que quien provoco la muerte de muchos y muchas era ella misma. ¿Cargaría con fantasmas a sus espaldas? de eso no tenía la menor duda, pero poder descubrir a quienes cargaba era fascinante. No temía encontrarse con ellos; cargar con esos fantasmas y saber que tenía algunos de manera segura le haría sentir más tranquila.
No podía haber mayor dicha que ser esperada en otro lado por fantasmas de una vida mortal, ellos, conocedores quizás de todo lo que era ella en los momentos finales deseaba que no le juzgaran, pero tampoco se sentía con el derecho de esperar algo como eso. Lo que pasara al final de sus días, no tenía mucho sentido ahora, mucho menos cuando estaba por intentar abrirse paso a lo desconocido.
Respiraba casi de manera imperceptible, comenzaba a dejarse llevar por las palabras de Löwe y los sonidos que había a su alrededor. Lentamente los sonidos abandonaban la melodía ya conocida, dando paso de poco a poco a sonidos parecidos a un lamento; después más que se intercalaban con la melodía ya conocida hasta dejar después sonidos de sufrimiento.
Sonrió al poder escuchar aquello, que poseía también gritos y palabras que no podía comprender; era un mar inexplorado e indescifrable, al menos así era por ahora.
Escucho la petición de Löwe y supo que no estaba dirigida a ella. Deseaba abrir los ojos pero se tomo su tiempo, no sabía que era lo que encontraría al abrir sus ojos, así que inhalando de manera profunda comenzó a abrir sus ojos para ver la figura de una mujer frente a ellos.
Sus ojos quedaron maravillados ante la visión de aquella mujer, que más que una mujer se notaba más joven que ella. Sus ojos se posaron sobre los de la fantasma y aunque eran hermosos, transmitían una tristeza y un pesar indescriptibles. Alessa no solía llevarse con personas vivas, pero al parecer los fantasmas generaban en ella un sentimiento completamente diferente a los de los vivos; hasta sentía la necesidad de hablar con la joven de manera sincera y sin usar ninguna mascara.
- Que hermosa eres - se dirigió antes a la fantasma sin saber si sus palabras eran capaces de llegar hasta ella; ambas pertenecían a planos diferentes después de todo; luego dirigió su mirada a Löwe - Poder contemplar de esta manera el mundo… que afortunado y a la vez tan… maldito - lo ultimo fluyó de sus labios sin que ella hubiera querido decirlo y sin saber el por qué - lo siento, no he querido decir eso - desvió su mirada hasta la chica que aún les observaba, los tres ahí estaban tan cerca… pero a la vez, tan lejos.
Séneca
¿Podía alguien sentirse más cómoda en una situación similar? muy probablemente pocas se sentirían de la manera en que ella lo hacía en presencia de todo aquello que le rodeaba.
Su nombre en labios de aquel vampiro era como una melodía únicamente interpretada para ella. El frío que despedía el cuerpo ajeno no le causaba la mayor molestia en parte debía ser porque no sentía tanto frío como esperaba, la esencia de Alessa a pesar de ser humana no era cálida, solo cuando ocultaba su verdadera forma de ser por algún motivo aparentaba ser una persona normal pero el resto del tiempo era justo como se presentaba ante aquel vampiro por lo que en parte se naturaleza fría, debía evitar en parte la temperatura inhumana del hombre.
Sonrió ante los actos de Löwe; ese nombre le agradaba era poco usual e interesante.
- Es todo un placer monsieur Löwe - realizó una leve reverencia.
Aquel hombre más que inspirarle desconfianza, le llevaba a confiar; tanto que sin oponer la menor resistencia permitió que le acercara a él y contemplando aquella mirada capaz de captar cosas que a su persona le resultaban imposibles cerro los ojos obedeciendo a la indicación que se le daba.
En varias ocasiones se había preguntado ¿Qué se sentiría ser capaz de ver fantasmas?, ¿De poder verlos… se toparía con algunos de quienes asesino? ningún asesinato había resultado algo personal, eran meros encargos pero eso no eliminaba el hecho de que quien provoco la muerte de muchos y muchas era ella misma. ¿Cargaría con fantasmas a sus espaldas? de eso no tenía la menor duda, pero poder descubrir a quienes cargaba era fascinante. No temía encontrarse con ellos; cargar con esos fantasmas y saber que tenía algunos de manera segura le haría sentir más tranquila.
No podía haber mayor dicha que ser esperada en otro lado por fantasmas de una vida mortal, ellos, conocedores quizás de todo lo que era ella en los momentos finales deseaba que no le juzgaran, pero tampoco se sentía con el derecho de esperar algo como eso. Lo que pasara al final de sus días, no tenía mucho sentido ahora, mucho menos cuando estaba por intentar abrirse paso a lo desconocido.
Respiraba casi de manera imperceptible, comenzaba a dejarse llevar por las palabras de Löwe y los sonidos que había a su alrededor. Lentamente los sonidos abandonaban la melodía ya conocida, dando paso de poco a poco a sonidos parecidos a un lamento; después más que se intercalaban con la melodía ya conocida hasta dejar después sonidos de sufrimiento.
Sonrió al poder escuchar aquello, que poseía también gritos y palabras que no podía comprender; era un mar inexplorado e indescifrable, al menos así era por ahora.
Escucho la petición de Löwe y supo que no estaba dirigida a ella. Deseaba abrir los ojos pero se tomo su tiempo, no sabía que era lo que encontraría al abrir sus ojos, así que inhalando de manera profunda comenzó a abrir sus ojos para ver la figura de una mujer frente a ellos.
Sus ojos quedaron maravillados ante la visión de aquella mujer, que más que una mujer se notaba más joven que ella. Sus ojos se posaron sobre los de la fantasma y aunque eran hermosos, transmitían una tristeza y un pesar indescriptibles. Alessa no solía llevarse con personas vivas, pero al parecer los fantasmas generaban en ella un sentimiento completamente diferente a los de los vivos; hasta sentía la necesidad de hablar con la joven de manera sincera y sin usar ninguna mascara.
- Que hermosa eres - se dirigió antes a la fantasma sin saber si sus palabras eran capaces de llegar hasta ella; ambas pertenecían a planos diferentes después de todo; luego dirigió su mirada a Löwe - Poder contemplar de esta manera el mundo… que afortunado y a la vez tan… maldito - lo ultimo fluyó de sus labios sin que ella hubiera querido decirlo y sin saber el por qué - lo siento, no he querido decir eso - desvió su mirada hasta la chica que aún les observaba, los tres ahí estaban tan cerca… pero a la vez, tan lejos.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Sonrió a la mujer con cierto cariño. Sorprendente. Tres minutos junto a una mujer que no huía de él y que se relajaba entre sus brazos como si fuera alguien digno de confianza, y todo su interior se ablandaba, arrodillándose ante ella. Adoraba las mujeres con carácter, dueñas de su destino. Todo lo que esta maldita época deploraba en ellas, él lo deseaba. Quería una valkiria, una guerrera que se bañase en la sangre de sus enemigos, pero que tuviera una sonrisa tierna para los que se hubieran ganado un puesto en su corazón. Era difícil, pero no desistiría en su búsqueda. Levantaría cada piedra de este maldito país, hipnotizaría a cada mujer heredera, las consentiría y las llevaría por un camino tan oscuro, que aunque quisieran volver no podrían hacerlo.
Cuando los ojos de Alessa se juntaron con los suyos, con el sentimiento sobrecogedor de la experiencia que estaba viviendo en éste momento brillando en ellos, supo que había encontrado algo insólito. Sólo tenía que levantar las capas tras la que se ocultaba, para descubrir lo que ya sabía. Bajo toda esa tranquilidad y seguridad en sí misma, había cierta fragilidad encantadora. Femenina y dura. Dulce y guerrera. - No temas, Alessa. No me desagrada el término "maldito". - Acarició la última palabra, alargándola y dándole un toque pícaro, casi tentador, mientras la miraba con intensidad y le sonreía con felicidad. - He recibido palabras más .... duras. Algunas fueron creativas, otras meras repeticiones. Monstruo, demonio, asesino, chupa-sangre, devora-almas, ser del averno...- Suspiró mirando a la mujer fantasma con cierta frustración. - No me incomodan. Soy un asesino. Viví en una época en la que un hombre libraba sus propias batallas, defendía su honor con sangre y destrucción. Sin arrepentimientos ni debilidad.- Sonrió y la miró de nuevo con intensidad. Buscó en sus ojos miedo, duda, o algo que lo hiciera parar. Pero ella sólo lo miraba, quizás esperando el final de sus palabras. Quizás no. Aún así continuó.
- Mi maldición es ser el más fuerte, en un mundo de débiles de mente y corazón. No importa cuánto dure mi existencia, jamás me arrepentiré de mi destino como un monstruo. Lo soy y seguiré siendo. Mientras tu vida continua y cambias, acercándote a la muerte, yo cabalgo en la noche, acecho a mis víctimas y les arrebato su vida para alargar la mía.- Se encogió de hombros con indiferencia. Tomó una de sus manos y la acercó a sus labios, depositando un suave beso en sus nudillos.- A cambio, gozo de mayor fuerza y agilidad. Tengo poderes propios, la posibilidad de alcanzar el conocimiento infinito. ¿Por qué debo molestarme por ello?. - Rió mientras la abrazaba y la arrastraba con él, comenzando a bailar con una agilidad propia de un bailarín.
Rió feliz, deslizándose entre tumbas, arrastrando a la mujer consigo con demasiada facilidad. - La noche está viva, Alessa. No tengas lástima por mi maldición, no te preocupes por tus sinceras palabras. Veo más de lo que debería, y cargo una maldición eterna por ello. Nadie se acerca al sol sin quemarse.- La miró mientras su risa aún hacía eco en la oscuridad, y la mujer fantasma sonreía y agitaba las manos tras ellos. - ¿No tienes miedo, Alessa?. ¿O mis palabras te embrujan, y ahora deseas quemar tu alma, como la mía, en el infierno?- La miró con un brillo travieso en sus ojos, disfrutando de su broma para aligerar sus palabras anteriores.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
De haber sido capaz de regresar el tiempo lo hubiera hecho, no para impedir que se encontrara con alguno de esos maravillosos seres, si no que esperaba poder borrar las palabras que antes había dirigido al vampiro. De sobra sabía que era imposible pero de haber podido hacerlo no lo pensaría dos veces. Aquel espectáculo único provoco en ella aquel impulso de decir las palabras tan estúpidas que habían fluido de sus labios pero su intención no era mala, solo que no podía imaginarse como era encontrarse con fantasmas que parecían que sufrían pero al mismo tiempo se notaban con algo de tranquilidad.
- Lo lamento de verdad, mi intención no fue usar la palabra en un sentido ofensivo como otros lo han hecho - escucho con atención cada palabra de Löwe. Se sentía al lado de un antiguo compañero aunque fuera la primera vez que lo veía y al escuchar lo que le decía creyó entender el por qué. Ambos eran en cierta manera iguales, diferentes a todo lo que vivía en esos momentos; dos asesinos por naturaleza humana aunque a él esa naturaleza le hubiera abandonado mucho tiempo atrás, igual continuaba poseyendo la esencia asesina - Tu época debió haber sido gloriosa… tu debiste haber sido glorioso en ese entonces, aunque ahora no parece que hayas dejado de serlo.
Sonreía ante las palabras de Löwe tan adecuadas para ella también, él podría ser un monstruo que de alguna manera fue creado y obligado a ser el vampiro que era en esos momentos; en cambio ella sería siempre el monstruo humano de siempre pero eso le tenía sin cuidado porque ser un monstruo era maravilloso, le brindaba un poder tan adictivo que estaba segura jamás podría dejarle.
Le abrazo siguiendo su ritmo entre las tumbas, bailaban en aquel lugar cual si estuvieran en una fiesta de elegantes personas y como si cada tumba fuera una nueva pareja de bailarines les esquivaban. Aquel hombre más que ser un monstruo era un ser magnificente que con su mera presencia le encantaba.
- El tiempo ejercerá sus estragos en mi provocando cambios inevitables pero la esencia que poseo será siempre la misma hasta el momento en que mi corazón detenga sus latidos. Tienes razón, no hay motivos para que te molestes, después de todo tu existencia superara la de cualquier humano y con la prudencia adecuada la de cualquier vampiro.
Alessa miro por un instante a la fantasma que alegre les seguía, ella era la invitada principal en aquella fiesta de cadáveres, pero luego miro fijamente a su acompañante de aquel baile mortal y se río ante sus palabras - No tengo lastima de tu maldición, es intrigante pero a la vez debe ser pesada por momentos - sus pies continuaban moviendo siguiendo la dirección dictada por el hombre - ¿Miedo? porque he de temer, el miedo es solo una invención de los hombres ante lo desconocido; yo en lugar de quedarme encerrada en eso que denominan miedo, prefiero ir a buscar lo desconocido porque no sabemos que hay oculto ahí - le sonrió un tanto coqueta - Por supuesto que tus palabras me embrujan y estoy segura que nuestras almas se encontraran en el infierno, porque la mía esperara la tuya en ese lugar - estaba segura de sus palabras porque se conocía muy bien y desde un principio, cuando comenzó con el trabajo de matar gente supo que, la flor más bella que podría llegar a ser debía florecer justamente entre las llamas del infierno y que ningún otro sitio le haría sentir como ese - aunque debo admitir que la inmortalidad suena tan tentadora que sería complicado rechazarla… - la fantasma les miraba a ambos y sintió tristeza por ella, pues al contrario de ellos que sabían exactamente donde terminarían sus almas; la de la fantasma estaría vagando hasta descubrir que le faltaba para entrar a la gloria o a las llamas y para algo como eso podía pasar mucho tiempo - ¿Qué hay de ella? - pregunto sin dejar de danzar - ¿Le gusta estar aquí?...
- Lo lamento de verdad, mi intención no fue usar la palabra en un sentido ofensivo como otros lo han hecho - escucho con atención cada palabra de Löwe. Se sentía al lado de un antiguo compañero aunque fuera la primera vez que lo veía y al escuchar lo que le decía creyó entender el por qué. Ambos eran en cierta manera iguales, diferentes a todo lo que vivía en esos momentos; dos asesinos por naturaleza humana aunque a él esa naturaleza le hubiera abandonado mucho tiempo atrás, igual continuaba poseyendo la esencia asesina - Tu época debió haber sido gloriosa… tu debiste haber sido glorioso en ese entonces, aunque ahora no parece que hayas dejado de serlo.
Sonreía ante las palabras de Löwe tan adecuadas para ella también, él podría ser un monstruo que de alguna manera fue creado y obligado a ser el vampiro que era en esos momentos; en cambio ella sería siempre el monstruo humano de siempre pero eso le tenía sin cuidado porque ser un monstruo era maravilloso, le brindaba un poder tan adictivo que estaba segura jamás podría dejarle.
Le abrazo siguiendo su ritmo entre las tumbas, bailaban en aquel lugar cual si estuvieran en una fiesta de elegantes personas y como si cada tumba fuera una nueva pareja de bailarines les esquivaban. Aquel hombre más que ser un monstruo era un ser magnificente que con su mera presencia le encantaba.
- El tiempo ejercerá sus estragos en mi provocando cambios inevitables pero la esencia que poseo será siempre la misma hasta el momento en que mi corazón detenga sus latidos. Tienes razón, no hay motivos para que te molestes, después de todo tu existencia superara la de cualquier humano y con la prudencia adecuada la de cualquier vampiro.
Alessa miro por un instante a la fantasma que alegre les seguía, ella era la invitada principal en aquella fiesta de cadáveres, pero luego miro fijamente a su acompañante de aquel baile mortal y se río ante sus palabras - No tengo lastima de tu maldición, es intrigante pero a la vez debe ser pesada por momentos - sus pies continuaban moviendo siguiendo la dirección dictada por el hombre - ¿Miedo? porque he de temer, el miedo es solo una invención de los hombres ante lo desconocido; yo en lugar de quedarme encerrada en eso que denominan miedo, prefiero ir a buscar lo desconocido porque no sabemos que hay oculto ahí - le sonrió un tanto coqueta - Por supuesto que tus palabras me embrujan y estoy segura que nuestras almas se encontraran en el infierno, porque la mía esperara la tuya en ese lugar - estaba segura de sus palabras porque se conocía muy bien y desde un principio, cuando comenzó con el trabajo de matar gente supo que, la flor más bella que podría llegar a ser debía florecer justamente entre las llamas del infierno y que ningún otro sitio le haría sentir como ese - aunque debo admitir que la inmortalidad suena tan tentadora que sería complicado rechazarla… - la fantasma les miraba a ambos y sintió tristeza por ella, pues al contrario de ellos que sabían exactamente donde terminarían sus almas; la de la fantasma estaría vagando hasta descubrir que le faltaba para entrar a la gloria o a las llamas y para algo como eso podía pasar mucho tiempo - ¿Qué hay de ella? - pregunto sin dejar de danzar - ¿Le gusta estar aquí?...
Última edición por Alessa Strauss el Miér Jul 17, 2013 7:14 pm, editado 1 vez
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
La mujer era igual que una flor exótica. Llena de contrastes hermosos y delicados, brillante con tonos llamativos que te incitaban a estar cerca de ella. Su olor, mezclado con el aroma- demasiado dulce para su gusto- de las flores que adornaban las tumbas, creaban un halo aún más interesante a su alrededor. Pero sabía, por sus palabras y pensamientos, que era peligrosa. Quizás, si no estuviese rodeado de cambiaformas, hubiera pensado que era una deliciosa pantera. Oscura y elegante. Hermosa y mortífera.
- Un guerrero tan grande, dotado de un cuerpo tan frágil....- Susurró con admiración, mirándola fijamente a los ojos. Sus palabras, tan fuertes y decididas, al principio de su conversación, le habían llamado su conversación. Pero ahora, con su cuerpo flexible entre sus manos, estaba arrobado. Admiraba la forma en la que afrontaba su realidad, sin otorgarse a sí misma, una mentira tras la que ocultar su naturaleza. Para él, los hombres eran cazadores. No importaba si era hombre o mujer, lo relevante era, que al final, todos eran capaces de destripar animales para alimentarse. Pero algunos, sólo los más fuertes, estaban capacitados para arrebatar vidas humanas, fortaleciendo al grupo, aumentando la expectativa de supervivencia. Por eso, adoraba rodearse de gente como ella. Fuertes en cuerpo, espíritu y mente. Sin dudas, ni estúpidas normas morales. ¿Por qué seguir los dictados de otra persona?. ¿Por qué no ser el que domine a los demás?. La vida era dura. Sólo los que habían experimentado lo peor de este mundo, sobreviviendo a sus crueles designios, eran capaces de saber lo que ésta muchacha ya entendía: sólo los más fuertes sobrevivían. Si aplicas esa máxima a cualquier aspecto de la vida, siempre serías el que tomases las riendas de cada situación.
- Ella...- Se giró hacia el fantasma que danzaba, flotando entre las tumbas, sin molestarse en esquivar las losas de nombres grabados. Tantos muertos, en un espacio tan reducido. La ironía del destino, dos muertos bailando al son de los latidos lentos y seductores de Alessa. Cada golpe, firme y vivo, en ese cuerpo esbelto de mujer, daba los acordes para que él mismo y su compañera muerta, se moviesen junto a ella como imanes. ¿Qué tendría esa mujer, inocente y mortífera, que los golpeaba tan fuertemente?. Miró al fantasma con una sonrisa ladeada, con una nota de tristeza en ella. Los ojos claros lo miraban con atención y deseo, como si este momento hubiese sido esperado por ella durante mucho tiempo.
- Pregúntaselo tú.- Le dijo a Alessa, cuando sus ojos se desviaron de la fantasma a ella de nuevo. - Hazle disfrutar de una conversación, que quizás ha esperado durante siglos ser comenzada. Vive esta noche, Alessa. Descubre lo que ocultan las horas muertas- Le susurró en el oído antes de alzarla en sus brazos, y girarla en el aire, manteniendo sus ojos fijos en los de ella. Con el pelo suelto, brillando por los haces de luna, se descubrió deseando poder ofrecerle un aleteo, de su muerto corazón. Algo que le pudiera ofrecer a cambio de su compañía. Descubrir una mujer tan magnífica como ella, le hacía tener esperanzas. Quizás, en algún lugar, pudiera encontrar alguien con su fuerza de espíritu y belleza.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
El susurro de Löwe le provoco un escalofrío, parte por su seductora voz y cercanía; parte porque la palabra fragilidad no le era de su agrado, aunque no era algo que pudiera decir que no era. Muchas veces se había enfrentado a vampiros pero siempre de manera astuta y mediante engaños, había logrado acabar con varios tal y como se lo pedían pero sabía que de un enfrentamiento cara a cara saldría perdedora sin dudarlo ni un segundo. Löwe podía acabar con ella en cualquier segundo y más porque la tenía a su merced entre sus brazos y ella estaba entregada a eso, de haber deseado él hacer algo como eso le sería imposible escapar y eso era obvio.
Se sentía tranquila, se encontraba en su lugar favorito con dos compañías únicas en su estilo, algo que nunca más podría vivir, no de la misma manera en la que ahora lo estaba viviendo.
Miro al vampiro, preguntando a si misma si alguna vez en el futuro sería capaz de encontrarse con él o sería esa la única vez que tendría la oportunidad de gozar de la compañía del inmortal tan maravilloso con quien danzaba. Si volvían a encontrase en otra oportunidad seguramente ella estaría más vieja, ya no sería la mujer que él veía ahora. De haber tenido ganas de hacerlo se habría reído de si misma y de ese estúpido pensamiento, ya que aunque su aspecto físico cambiara se sentía segura de que seguiría siendo la misma mujer que era ahora.
- No soy nada comparada a ti guerrero inmortal - le sonrío entonces y era como sonreír a muchas personas y a muchos lugares en diferentes tiempos - cuando yo deje de existir no quedara nada de la fragilidad ni de la guerrera que ahora ves frente a ti, pero tu… tu estarás siempre aquí, mostrando a los demás lo maravilloso de la inmortalidad y del tiempo.
Sus ojos se abrieron mostrando la maravilla interna que sentía de saber que podía preguntar ella misma a la fantasma, era probable que no entendiera nada pero ahí estaba el vampiro que le mostraría que era lo la fantasma le decía, de eso estaba segura. Una sonrisa se dibujo en su rostro mientras sus ojos se enfocaban en la bella muerta; sus ojos regresaron al vampiro justo en el momento que sintió como sus pies abandonaban el suelo y sus manos se aferraron a los hombros de Löwe.
No pudo evitar reír al estar así, descubrir que ocultaban las horas muertas… hablar de las horas era entrar en muchos pensamientos, en muchas existencias y en esos momentos solo dos existencias le interesaban, la fantasma y Löwe; fuera de ellos no existía nada más que un mundo al cual ninguno de los tres pertenecía.
Nada existía más allá de esa noche, ese era el presente y no había ni futuro, ni pasado… solo el momento.
La fantasma seguía observando a ambos y la asesina le sonrió, ya no estaba segura de querer preguntarle lo que en un principio así que de sus labios salieron otras palabras, extrañamente pronunciadas por ella.
- Gracias… - sus ojos destellaron en sinceridad y después viajaron a su pareja de baile improvisado - a ambos - cuando fue dejada en el suelo una vez mas, le sonrío - Tan perfectos… tan fuera de este mundo… - su mano se acerco al rostro ajeno y uno de sus dedos se deslizo por la perfecta piel fría del vampiro. De haberle sido posible habría hecho lo mismo con la fantasma pero no sabía hasta donde podía llegar con ella.
Se sentía tranquila, se encontraba en su lugar favorito con dos compañías únicas en su estilo, algo que nunca más podría vivir, no de la misma manera en la que ahora lo estaba viviendo.
Miro al vampiro, preguntando a si misma si alguna vez en el futuro sería capaz de encontrarse con él o sería esa la única vez que tendría la oportunidad de gozar de la compañía del inmortal tan maravilloso con quien danzaba. Si volvían a encontrase en otra oportunidad seguramente ella estaría más vieja, ya no sería la mujer que él veía ahora. De haber tenido ganas de hacerlo se habría reído de si misma y de ese estúpido pensamiento, ya que aunque su aspecto físico cambiara se sentía segura de que seguiría siendo la misma mujer que era ahora.
- No soy nada comparada a ti guerrero inmortal - le sonrío entonces y era como sonreír a muchas personas y a muchos lugares en diferentes tiempos - cuando yo deje de existir no quedara nada de la fragilidad ni de la guerrera que ahora ves frente a ti, pero tu… tu estarás siempre aquí, mostrando a los demás lo maravilloso de la inmortalidad y del tiempo.
Sus ojos se abrieron mostrando la maravilla interna que sentía de saber que podía preguntar ella misma a la fantasma, era probable que no entendiera nada pero ahí estaba el vampiro que le mostraría que era lo la fantasma le decía, de eso estaba segura. Una sonrisa se dibujo en su rostro mientras sus ojos se enfocaban en la bella muerta; sus ojos regresaron al vampiro justo en el momento que sintió como sus pies abandonaban el suelo y sus manos se aferraron a los hombros de Löwe.
No pudo evitar reír al estar así, descubrir que ocultaban las horas muertas… hablar de las horas era entrar en muchos pensamientos, en muchas existencias y en esos momentos solo dos existencias le interesaban, la fantasma y Löwe; fuera de ellos no existía nada más que un mundo al cual ninguno de los tres pertenecía.
Nada existía más allá de esa noche, ese era el presente y no había ni futuro, ni pasado… solo el momento.
La fantasma seguía observando a ambos y la asesina le sonrió, ya no estaba segura de querer preguntarle lo que en un principio así que de sus labios salieron otras palabras, extrañamente pronunciadas por ella.
- Gracias… - sus ojos destellaron en sinceridad y después viajaron a su pareja de baile improvisado - a ambos - cuando fue dejada en el suelo una vez mas, le sonrío - Tan perfectos… tan fuera de este mundo… - su mano se acerco al rostro ajeno y uno de sus dedos se deslizo por la perfecta piel fría del vampiro. De haberle sido posible habría hecho lo mismo con la fantasma pero no sabía hasta donde podía llegar con ella.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Mantuvo una sonrisa ladeada en su rostro, pero en su interior, una parte de él se llenaba de calor al sentir el toque de Alessa. Hacía mucho tiempo atrás, había encontrado a alguien similar a ella. Tan fuerte y entregada, confiando, quizás en demasía, en él. Aquella mujer había sido su primera y única esposa. Aunque jamás se amaron, se quisieron todo lo que pudieron. Respetándose y protegiéndose mutuamente. Fue ella quién mantuvo su estirpe intacta.
Mientras Alessa lo miraba a los ojos, la imagen de su difunta esposa acudía a su mente. Físicamente eran distintas, su mujer había sido más pequeña y rubia. Pero la fuerza de su espíritu era el mismo. Aún podía verla con el pelo suelto, vestido completamente desgarrado y rostro lleno de tierra. Había tomado su espada cuando su cuerpo caía herido de muerte en la tierra, y se había alzado delante de él para proteger su cuerpo, exterminando a todos los invasores que los habían traicionado. Ahora no quedaba de ella, más que polvo de sus huesos, pero su imagen seguía acudiendo a él con la misma intensidad que antaño.
Tomó el dedo de Alessa con suavidad, llevándoselo hasta los labios para besarlo.- No habrá muerte para ti, Alessa. Mientras viva, tú seguirás igual para mi. - La abrazó, deslizando su mano protectoramente por su cintura. Sus labios besaron su frente, del mismo modo en que un padre besaría a su hija en la noche.- Serás siempre joven, porque mi mente evocará este instante, durante los siglos posteriores. Te haré inmortal, viva en mis recuerdos.- Se separó y le dedicó una sonrisa.
Detuvo su danza para palparse los bolsillos en busca de una tarjeta de visita. No solía llevarlas de caza, cualquier pista sobre su identidad sería peligrosa. Pero esa noche tendría que acudir al puerto para ejercer sus funciones, ser un general de las fuerzas navales francesas, tenía sus obligaciones. Cuando la encontró, en el fondo de su bolsillo, se la tendió.- Te hago entrega de algo muy peligroso para ambos, Alessa. En ese pedazo de papel, se encuentra grabada mi identidad, la cáscara tras la que me oculto en esta vida.- Cerró sus dedos masculinos sobre los femeninos, dejando que el puño de la muchacha conservara el papel con letras negras.- Hay quienes me persiguen, por lo que soy o por lo que he hecho. Créeme, no son personas con las que quisieras encontrarte en la noche. - La miró con seriedad, intentando transmitirle la intensidad de su confianza.- Si lo que he visto en ti esta noche es cierto, comprenderás la importancia de esa ...máscara. Ahí se indica mi cargo y el lugar en el que resido, si tienes algún problema, mi mano ayudará a la tuya. Mi espalda cubrirá la tuya. Mis ojos, verán por ti.- Sus labios se curvaron en una sonrisa y con una de sus manos acarició su pelo- Seré tu compañero de armas. Tu hermano y padre. - Como testigo de sus palabras, la fantasma lo abrazó con una corriente de aire frío, y su risa, meras notas cantarinas, se esparcieron en la noche.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Podía alguien como ella pedir algo más que descansar pero al mismo tiempo vivir por siempre. Nada parecía poder ser mejor que algo como eso, cuanta suerte poder ser parte de los pensamientos y memorias de semejante guerrero, un sobreviviente del tiempo.
Cierto que la inmortalidad al estilo en que Löwe le vivía era sencillamente atrayente pero la idea de poder descansar en aquel lugar, al lado de los muertos que tantas veces le llamaban era mucho mejor… descanso y eternidad en perfecta unión solo para ella.
Cerro los ojos estando en los brazos del vampiro, él le provocaba esa sensación de que todo estaba bien y de que no había nada de que preocuparse. Era de hecho la primera vez en muchos años que tenía la guardia completamente baja y eso lo había logrado aquel hombre, el único quizás en lograr algo como eso.
- Y yo te llevare conmigo al descanso eterno, a aquel sitio donde tu tienes prohibido ir pero en el aun estarás gracias a mi - abrió los ojos, dejando de sentir aquellos labios fríos en su frente y le miro con la certeza de que ambos cumplirían sus palabras. Ese encuentro de una manera inesperada le había marcado, justo como su historia familiar, las cicatrices que le había le dio y otras cosas; Löwe estaría siempre con ella.
Acepto la tarjeta que le ofrecía, ella mejor que nadie conocía los peligros que ese regalo de información simbolizaba pero el guerrero podía estar seguro entregandola en las manos de la germana, ella protegería esa información con su vida de ser necesario. Las palabras que siguieron a la entrega de dicho papel que a simple vista lucía tan inofensivo confirmaron su sospecha sobre lo peligroso que simbolizaba tanto tenerlo como perderlo pero aún así le mostró una sonrisa.
Su mano atesoraba la identidad del vampiro y si mirada llena de esa confianza que poseía en si misma se enfoco en los ojos ajenos.
- Cuidare de esta máscara por ti y para ti, no importa quienes la busquen jamás nadie sabrá de que su existencia esta en mis manos, le ocultare y vigilare; bajo mi mirada estará siempre a salvo. - la risa de la fantasma inundo el lugar y Alessa se dejo envolver por ella - Gracias… - abrió los ojos lentamente - Por mi parte te diré que como mi compañero cubriré tu espalda cuando lo requieras, como hermana estaré siempre para escucharte y guardar aquello que no puedes decirle a cualquiera, y como hija… llevare a este padre siempre en mi corazón y le otorgare ese cariño que me es tan complicado dar a otros, aunque al parecer he encontrado una excepción - sus palabras eran una promesa que guardarían las tumbas y los recuerdos de cada uno - en garantía a mis palabras - su mirada se dirigió a la fantasma que les contemplaba aún - esta ella, que no me dejara mentir u olvidar lo que ahora digo.
No había necesidad de ser un genio para conocer lo inminente, aquel encuentro estaba llegando a su fin, solo que más que un triste final o una trágica despedida era un comienzo el inicio de un secreto mayor que cualquier otra cosa.
- Por mi parte no poseo tarjeta alguna para que pueda encontrarme, aunque dudo que sea realmente necesario que yo le otorgue algo así - seguramente con su aroma bastaría para que le encontrara de nuevo en un futuro - pero solo recuerde el apellido Strauss, seguramente con eso llegara fácil hasta mi si es que no puede encontrarme - aun así deseaba asegurarse de facilitar las cosas si se volvían complicadas aunque de ser posible, quería permanecer ahí más tiempo… mucho más tiempo.
Cierto que la inmortalidad al estilo en que Löwe le vivía era sencillamente atrayente pero la idea de poder descansar en aquel lugar, al lado de los muertos que tantas veces le llamaban era mucho mejor… descanso y eternidad en perfecta unión solo para ella.
Cerro los ojos estando en los brazos del vampiro, él le provocaba esa sensación de que todo estaba bien y de que no había nada de que preocuparse. Era de hecho la primera vez en muchos años que tenía la guardia completamente baja y eso lo había logrado aquel hombre, el único quizás en lograr algo como eso.
- Y yo te llevare conmigo al descanso eterno, a aquel sitio donde tu tienes prohibido ir pero en el aun estarás gracias a mi - abrió los ojos, dejando de sentir aquellos labios fríos en su frente y le miro con la certeza de que ambos cumplirían sus palabras. Ese encuentro de una manera inesperada le había marcado, justo como su historia familiar, las cicatrices que le había le dio y otras cosas; Löwe estaría siempre con ella.
Acepto la tarjeta que le ofrecía, ella mejor que nadie conocía los peligros que ese regalo de información simbolizaba pero el guerrero podía estar seguro entregandola en las manos de la germana, ella protegería esa información con su vida de ser necesario. Las palabras que siguieron a la entrega de dicho papel que a simple vista lucía tan inofensivo confirmaron su sospecha sobre lo peligroso que simbolizaba tanto tenerlo como perderlo pero aún así le mostró una sonrisa.
Su mano atesoraba la identidad del vampiro y si mirada llena de esa confianza que poseía en si misma se enfoco en los ojos ajenos.
- Cuidare de esta máscara por ti y para ti, no importa quienes la busquen jamás nadie sabrá de que su existencia esta en mis manos, le ocultare y vigilare; bajo mi mirada estará siempre a salvo. - la risa de la fantasma inundo el lugar y Alessa se dejo envolver por ella - Gracias… - abrió los ojos lentamente - Por mi parte te diré que como mi compañero cubriré tu espalda cuando lo requieras, como hermana estaré siempre para escucharte y guardar aquello que no puedes decirle a cualquiera, y como hija… llevare a este padre siempre en mi corazón y le otorgare ese cariño que me es tan complicado dar a otros, aunque al parecer he encontrado una excepción - sus palabras eran una promesa que guardarían las tumbas y los recuerdos de cada uno - en garantía a mis palabras - su mirada se dirigió a la fantasma que les contemplaba aún - esta ella, que no me dejara mentir u olvidar lo que ahora digo.
No había necesidad de ser un genio para conocer lo inminente, aquel encuentro estaba llegando a su fin, solo que más que un triste final o una trágica despedida era un comienzo el inicio de un secreto mayor que cualquier otra cosa.
- Por mi parte no poseo tarjeta alguna para que pueda encontrarme, aunque dudo que sea realmente necesario que yo le otorgue algo así - seguramente con su aroma bastaría para que le encontrara de nuevo en un futuro - pero solo recuerde el apellido Strauss, seguramente con eso llegara fácil hasta mi si es que no puede encontrarme - aun así deseaba asegurarse de facilitar las cosas si se volvían complicadas aunque de ser posible, quería permanecer ahí más tiempo… mucho más tiempo.
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
La fantasma pasó sus manos cerca de los hombros de Löwe. La extrema frialdad que se extendió por su cuerpo, con una corriente de aire frío, hizo que realizara una mueca de desagrado. Hacía mucho tiempo que no podía sentir algo más frío que él mismo, pero gracias a los movimientos de la mujer muerta, podía comprender lo que sentían los humanos cuando él les prodigaba caricias. Le sorprendía que su esclavo jamás se hubiese quejado de sus constantes roces.
Desvió el rostro de Alessa a la fantasma, centrándose en la expresión preocupada de la muerta. Su ceño se frunció, mientras sus manos se tensaron sobre el cuerpo de Alessa. - ¿Qué ocurre?- Preguntó con rapidez, listo para enfrentar cualquier contratiempo. Casi de inmediato, el cuerpo flotante de la mujer se sacudió. Una de sus manos se extendió, señalando al cielo nocturno. Sus ojos, más desarrollados que los de cualquier humano, pudieron apreciar cómo se aclaraba la noche. Éso sólo indicaba el escaso margen de tiempo que le quedaba para volver a un lugar seguro. Había perdido más tiempo del que había considerado, pero la imagen de Alessa, danzando entre las tumbas entre sus brazos, le hacía sonreír. Las grandes noches como aquella, merecían el riesgo que corría bajo la cercanía del sol. - Entiendo...- Susurró con lentitud. Su rostro era la viva imagen de la reflexión. Consideraba los lugares en los que podría esconderse, teniendo en cuenta el escaso margen de obra que tenía para ello.
Una sonrisa se extendió sobre su rostro, cuando miró de nuevo a Alessa. - Tengo que marcharme, muchacha. - Abrazó a la mujer con suavidad, teniendo en cuenta su fragilidad. Era complicado contenerse con ella. Una vez que las barreras habían descendido, comportarse como lo que era, un vampiro, le era extremadamente sencillo. Lo cual era increíble y peligroso al mismo tiempo. Podía arriesgarse a ser traicionado por ella o expuesto ante la sociedad como la bestia peligrosa que era. Pero, bajo su piel vikinga, podía sentir que no ocurriría algo así. Siempre se había fiado de su instinto, esta vez no sería distinto.
- Ten cuidado en tu regreso. No soy lo más peligroso que se esconde entre las sombras.- Se separó de ella y la soltó, liberándola de su abrazo. Grabó su rostro en un silencio cómodo y pacífico. Si volvían a encontrarse, sabría quién era. No importaba cuanto tratase de ocultarse, ambos se reconocerían, reviviendo esta noche como si fuese un hechizo. - Te buscaré cuando la noche caiga. Haz lo mismo si me necesitas, Alessa Strauss.- Si voz acarició su nombre, mientras realizaba una reverencia elegante frente a ella.
Irguiéndose en la noche, silvó a su caballo. Éste llegó a él con rapidez, relinchando frente a la fantasma con espanto. - Tranquilo. Cálmate- Le susurró mientras le acariciaba el cuello negro. Al igual que él, su caballo era completamente negro, oscuro y lleno de orgullo. Su cuello dejó de mecerse, moviendo la larga cabellera oscura con cada movimiento. Poco a poco relinchó y lo miró esperando órdenes. Pacientemente, se montó en el caballo, ofreciendo un saludo a Alessa y la fantasma. Después, se alzó sobre su caballo, antes de descender y comenzar a galopar entre las tumbas, alejándose del cementerio para adentrarse en París. Con suerte, llegaría a su lugar de descanso a tiempo.
Desvió el rostro de Alessa a la fantasma, centrándose en la expresión preocupada de la muerta. Su ceño se frunció, mientras sus manos se tensaron sobre el cuerpo de Alessa. - ¿Qué ocurre?- Preguntó con rapidez, listo para enfrentar cualquier contratiempo. Casi de inmediato, el cuerpo flotante de la mujer se sacudió. Una de sus manos se extendió, señalando al cielo nocturno. Sus ojos, más desarrollados que los de cualquier humano, pudieron apreciar cómo se aclaraba la noche. Éso sólo indicaba el escaso margen de tiempo que le quedaba para volver a un lugar seguro. Había perdido más tiempo del que había considerado, pero la imagen de Alessa, danzando entre las tumbas entre sus brazos, le hacía sonreír. Las grandes noches como aquella, merecían el riesgo que corría bajo la cercanía del sol. - Entiendo...- Susurró con lentitud. Su rostro era la viva imagen de la reflexión. Consideraba los lugares en los que podría esconderse, teniendo en cuenta el escaso margen de obra que tenía para ello.
Una sonrisa se extendió sobre su rostro, cuando miró de nuevo a Alessa. - Tengo que marcharme, muchacha. - Abrazó a la mujer con suavidad, teniendo en cuenta su fragilidad. Era complicado contenerse con ella. Una vez que las barreras habían descendido, comportarse como lo que era, un vampiro, le era extremadamente sencillo. Lo cual era increíble y peligroso al mismo tiempo. Podía arriesgarse a ser traicionado por ella o expuesto ante la sociedad como la bestia peligrosa que era. Pero, bajo su piel vikinga, podía sentir que no ocurriría algo así. Siempre se había fiado de su instinto, esta vez no sería distinto.
- Ten cuidado en tu regreso. No soy lo más peligroso que se esconde entre las sombras.- Se separó de ella y la soltó, liberándola de su abrazo. Grabó su rostro en un silencio cómodo y pacífico. Si volvían a encontrarse, sabría quién era. No importaba cuanto tratase de ocultarse, ambos se reconocerían, reviviendo esta noche como si fuese un hechizo. - Te buscaré cuando la noche caiga. Haz lo mismo si me necesitas, Alessa Strauss.- Si voz acarició su nombre, mientras realizaba una reverencia elegante frente a ella.
Irguiéndose en la noche, silvó a su caballo. Éste llegó a él con rapidez, relinchando frente a la fantasma con espanto. - Tranquilo. Cálmate- Le susurró mientras le acariciaba el cuello negro. Al igual que él, su caballo era completamente negro, oscuro y lleno de orgullo. Su cuello dejó de mecerse, moviendo la larga cabellera oscura con cada movimiento. Poco a poco relinchó y lo miró esperando órdenes. Pacientemente, se montó en el caballo, ofreciendo un saludo a Alessa y la fantasma. Después, se alzó sobre su caballo, antes de descender y comenzar a galopar entre las tumbas, alejándose del cementerio para adentrarse en París. Con suerte, llegaría a su lugar de descanso a tiempo.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: En el silencio de la muerte (Privado)
Se preocupo al notar la expresión de la fantasma y las manos que levemente le presionaban, las cosas no estaban tan bien en esos últimos momentos pero no podía deducir que era lo que estaba pasando. Para los ojos de la mujer el cielo seguía tan oscuro como antes, aún faltaba algo de tiempo para que ella notara que el amanecer ya estaba cerca y que eso solo significaba que aquello que era capaz de terminar con la existencia del vampiro estaba por alzarse glorioso.
Le miro fijamente, esperando cualquier mueca que Löwe fuese a hacer y que le brindara alguna pista de lo que acontecía en esos momentos pero no pudo notar realmente nada. Fueron en cambio las palabras del vampiro lo que le llevaron a sospechar lo que estaba ocurriendo ¿Cuánto tiempo habían pasado en aquel sagrado lugar? Mucho al parecer, demasiado quizás para Löwe.
- Entiendo - asintió a sus palabras lamentando no poder ofrecerle un sitio seguro en el cual ocultarse para pasar más tiempo a su lado pero de haber ofrecido su hogar aun quedaba lejos y dudaba que fueran capaces de llegar a tiempo. El abrazo que recibió le hizo dibujar una sonrisa infantil, de esas sonrisas que solo podía mostrar ante su familia cuando se creía que era una humana común; aspiro el aroma del vampiro para que este le acompañara en su camino de regreso, diciendo siempre que no había soñado que tanto Löwe como la bella fantasma eran reales.
Cuando ambos cuerpos se separaron río, pues el hombre se preocupaba al parecer demasiado por ella, Alessa sabía perfectamente todo lo que existía en las sombras después de todo ¿No era ella una sombra más? pero no quería dejarle con alguna preocupación por ella.
- Lo tendré, así que descuida y anda emprende tu camino antes de que sea tarde - dejo escapar un suspiro - Confía en que nos veremos más pronto de lo que crees ha sido todo un placer pasar esta velada con ustedes- respondió a su reverencia y se mantuvo ahí, mirando la manera en que procedía el vampiro, pero además de eso noto como la fantasma lo miraba un tanto entristecida.
Ambas contemplaron inmóviles como las tumbas del cementerio la partida del vampiro y una vez que el sonido del galopar del caballo se extinguió, Alessa deseo que llegara a tiempo a un lugar seguro pues de manera sincera quería verlo una vez más.
Termino por mirar a la fantasma y le sonrío, aunque la expresión de la mujer aún transmitía tristeza y la germana no podía hacer nada para evitarlo incluso aunque esta ocasión contrario a lo que siempre hacía implorara porque algo bueno le ocurriera a la fantasma.
- No pongas esa cara, que si este es tu hogar sabes bien que vengo seguido y cuando venga espero verte de nuevo o si no puedo verte igual hablare para ti - la fantasma sonrío entonces y con una leve reverencia desapareció dejando - hasta pronto… - dijo la asesina antes de emprender camino fuera de aquel cementerio, en el que de una manera que nunca hubiese esperado su frío corazón dejaba un poco de calidez.
Le miro fijamente, esperando cualquier mueca que Löwe fuese a hacer y que le brindara alguna pista de lo que acontecía en esos momentos pero no pudo notar realmente nada. Fueron en cambio las palabras del vampiro lo que le llevaron a sospechar lo que estaba ocurriendo ¿Cuánto tiempo habían pasado en aquel sagrado lugar? Mucho al parecer, demasiado quizás para Löwe.
- Entiendo - asintió a sus palabras lamentando no poder ofrecerle un sitio seguro en el cual ocultarse para pasar más tiempo a su lado pero de haber ofrecido su hogar aun quedaba lejos y dudaba que fueran capaces de llegar a tiempo. El abrazo que recibió le hizo dibujar una sonrisa infantil, de esas sonrisas que solo podía mostrar ante su familia cuando se creía que era una humana común; aspiro el aroma del vampiro para que este le acompañara en su camino de regreso, diciendo siempre que no había soñado que tanto Löwe como la bella fantasma eran reales.
Cuando ambos cuerpos se separaron río, pues el hombre se preocupaba al parecer demasiado por ella, Alessa sabía perfectamente todo lo que existía en las sombras después de todo ¿No era ella una sombra más? pero no quería dejarle con alguna preocupación por ella.
- Lo tendré, así que descuida y anda emprende tu camino antes de que sea tarde - dejo escapar un suspiro - Confía en que nos veremos más pronto de lo que crees ha sido todo un placer pasar esta velada con ustedes- respondió a su reverencia y se mantuvo ahí, mirando la manera en que procedía el vampiro, pero además de eso noto como la fantasma lo miraba un tanto entristecida.
Ambas contemplaron inmóviles como las tumbas del cementerio la partida del vampiro y una vez que el sonido del galopar del caballo se extinguió, Alessa deseo que llegara a tiempo a un lugar seguro pues de manera sincera quería verlo una vez más.
Termino por mirar a la fantasma y le sonrío, aunque la expresión de la mujer aún transmitía tristeza y la germana no podía hacer nada para evitarlo incluso aunque esta ocasión contrario a lo que siempre hacía implorara porque algo bueno le ocurriera a la fantasma.
- No pongas esa cara, que si este es tu hogar sabes bien que vengo seguido y cuando venga espero verte de nuevo o si no puedo verte igual hablare para ti - la fantasma sonrío entonces y con una leve reverencia desapareció dejando - hasta pronto… - dijo la asesina antes de emprender camino fuera de aquel cementerio, en el que de una manera que nunca hubiese esperado su frío corazón dejaba un poco de calidez.
TERMINADO
Morgan Strauss- Humano Clase Alta
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