La muerte de la familia | Privado

por **Derek Van Wijs** Miér Ene 28, 2015 9:33 pm

Para el valiente decir adiós es mucho más difícil, que para el cobarde decir ¡te amo! a la mujer que quiere.
Dedicado a Melanie Franco // Crystall Van Wijs

Invierno de 1804, mansión de los Van Wijs
París, Francia

No era el primero, pero actualmente la primera pesadilla que no sólo lo afectaría a él. Despertándose exaltado preocupó a Ivette que inmediatamente lo arropó con sus brazos. El cuerpo sudado de Derek, frío, tembloroso y con poros abiertos le indicaban a Ivette que algo andaba mal y que su prometido evidentemente no le diría que sucedía. Derek recibió los besos de su bella gitana, aquella mujer que lo abandonó todo por él, sus creencias, su vida, todo y que sí hubiera sido posible él haría lo mismo, mas un gitano nace no se hace. —No pasa nada—mintió, ella así lo esperaba no necesitaba tener la premonición de su prometido para saber cuando le mentía era como si se conocieran de toda la vida.— Todo estará bien— besó su frente y le acarició el vientre como si supiera algo que ella no y cuando Derek se dio cuenta de que ella contemplaba la caricia intrigada él levantó su mano a sus pechos.

Derek le había prometido no usar la premonición sobre ella y no le haría pensar en un futuro por eso inmediatamente se paro pidiendo que se le preparase el baño. Regresó a la cama pero esta vez no para acostarse, sino para sentarse junto a Ivette y tomarle de las manos.— Tengo que salir amor, mi hermana me necesita—sus ojos se llenaron de terror y aunque no fue a propósito fue un buen motivo para que ella no se opusiera.—
Regresaré con la familia y finalmente podré llamarte esposa— le besó en los labios y fue a bañarse.

Para el medio día ya se encontraba en el coche con suficientes provisiones para el largo viaje a los Países Bajos. En su mente aún rondaba la escena de su hermana rodeada de ese aura oscura, manipulando a los muertos en una confrontación con Hadewish. Crystall lucía muy golpeada, con sus brazos ensangrentados y su rostro manchado; Hadewish no se encontraba en una mejor situación pero estaban esas dos sombras que se encontraban detrás de su hermana y que fueron a su choque, aparecieron Violante, Benelope y después nada. Había despertado. Ya llegada la noche se presentó una nueva premonición que lo paralizó. Crystall caía sobre el enlodado suelo y alcanzaba a ver el arco de la entrada al cementerio de Montmartre.— ¡¡¡¡¡NOOOOOO!!!!!—gritó y el cochero se detuvo.— ¿Sucede algo señor?—pero Derek estaba totalmente aterrado y no pudo contestar.

El coche se detuvo y eso ayudó a que Derek reaccionara.— Dé media vuelta… Lléveme al cementerio Montmartre—casi rogó y el cochero no desobedeció– sólo espero no llegar tarde–se dijo.

Esa misma noche, cementerio Montmartre
París, Francia

Crystall se abrió paso entre los mausoleos. Tenía algo más que un duelo, enfrentaría un compromiso que cambiaría la vida de la familia para bien -si ganaba-; pero aunque sabía que estaba en desventaja a su paso capturaba todo tipo de almas que le ayudaban a tener más confianza hacía sí misma. A cada paso sus ojos iluminados que veían por encima del cementerio las almas como luces blancas, o incluso los oscuros espectros; recordaba a Tiare, una vampiro que se hacía llamar el diablo y dio manifiesto de ser la causante de la desdicha del príncipe. Por supuesto, la bruja ya lo sabía, Benelope lo informó a los Van Wijs, mas verla había sido todo un espectáculo. Aquella mujer estaba prendada de tantas almas llenas de rabia. Que ya formaban una aura monstruosa y deforme. El agudo y aterrador mugir de esas vidas consumidas por una muerte seguramente cruel e injusta a manos de una desquiciada pero muy hermosa vampiro le daba melancólica lastima a Crystall.

La descubrió no por sus pasos sigilosos, o por descubrirse en esa niebla generada seguramente por ella. Las almas de Crystall le avisaron y como un escudo la rodearon, en contra de la voluntad de la bruja rompieron las cadenas del mundo espiritual generando una luz sobrenatural que barrió con la niebla dejando a la vista la figura de Hadewish. Ambas brujas vestían de negro, con pantalón y camisa de hombres. Los vestidos eran un estorbo y ambas lo sabían; su primer encuentro lo demostró, la ventaja de Hadewish sobre Crystall tuvo que ver con el atuendo. Se miraron por unos segundos pero no emitieron ninguna clase de sonido, no se retaron ni siquiera fanfarronearon. Tampoco dejaron transcurrir mucho tiempo, abrieron el combate inmediatamente.

Crystall elevó montículos sueltos y los dirección hacía Hadewish con la intención de golpearla, mas ésta conjuró una barrera alzando su mano. En contraataque Hadewish invocó los muertos detrás de Crystall, éstos le tomaron de los tobillos inutilizándolos, Crystall no demoró en reaccionar, teniendo ese mismo poder los controló y en vez de destruir esos cuerpos esqueléticos los hizo pedazos. Hadewish había desecho la barrera junto sus propias almas y llenándolas de oscuridad formó un gran aura oscura que comenzó a volverse una ventisca que corría alrededor de ella. La Van Wijs le imitó; sin embargo, a diferencia de Hadewish que poseía almas totalmente entregadas a ella. Crystal cargaba con la vida de inquisidores que estaban atados a ella con el simple motivo de vengarse.

El cielo se fue nublando ocultándose la hermosa luna llena que minutos antes acariciaba con su luz el cementerio. Crystall desató el poder de la lluvia con un conjuro y solidificándola en una gran piedra de granizo la dejó caer sobre Hadewish, ésta se cubrió con su barrera pero Crystall ya había sujetado con sus hilos titiriteros varias almas de Hadewish. Se concentró y la atacó desde el interior de esa barrera que inmediatamente la desvaneció para poder controlar esas almas, el siguiente ataque de Crystall derribó a Hadewish dispersando a su vez los oscuros espectros, la Van Wijs envió a sus almas a tomar posesión de las prendas de su rival, los hizo convertirse en hilos que levantaron como una muñeca a Hadewish. Los ojos de Crystall se pusieron en blanco y sin perder tiempo dio la orden para que sus almas movieran las extremidades de Hadewish a modo de romperle los huesos y así matarla. Pero ocurrió algo que esperó sucedería mas no en ese momento. Un golpe en su pecho la arrojó a un extremo alejado del cementerio.

Sintió que su corazón se aceleró, le dolía el pecho, los hombros y el cuello. Estaba un poco desorientada pero no necesitaba estar en todos sus sentidos para distinguir la voz de Tiare reprendiendo a Hadewish. Crystall cerró sus ojos un momento ¿Había perdido? No lo sabía al menos, no hasta que al abrirlos encontró a Tiare frente a ella.

por **Aidara Dupont** Miér Feb 04, 2015 9:29 am

Las desgracias jamás acuden solas.
Por ese tiempo feliz en sus brazos, la desgracia acudió a nuestro lecho destruyéndonos.
Ahora maldigo las visiones que quemaros estos cimientos…
Los de nuestra vida; tu vida y con ella; la mía.

¿Cuán valor tienen los instintos… las predicciones? ¿Qué podía hacerle ver que todo estaba empezando a decaer justo cuando todos decían lo contrario? La princesa en el palacete, cuidada y custodiada por Violante junto con Benelope vivía uno de sus mejores momentos. Sin saber que tras aquella ilusión, tras aquella sobreprotección el caos empezaba a desatarse condenándolos a todos y cada uno de los presentes. La familia estaría amenazada por muerte y ella, la más débil de todos, la neófita y esposa del príncipe poco podía hacer.

Las noches se sucedían inolvidables. Cada hora que podía estar junto con su amado, se lo pasaba amándolo ya fuera con la mirada o con toda su alma y cuerpo. Jamás tendría suficiente de él y tampoco tenía intención de cansarse jamás. Él era su vida, su latido… su corazón. Y como era costumbre tras despertarse en sus brazos, Violante fue a hablar con los consejeros mientras ella se quedaba con Benelope, quien desde que se había hecho latente el don de la clarividencia en su sangre, la ayudaba a controlarlo. Sin embargo esa noche no lograba ninguno de los ejercicios que ella le mandaba. Su mente se encontraba bloqueada sin causa aparente más que el mal presentimiento de que hoy algo malo pendía sobre sus cabezas, lo que la mantenía en vilo. Si ni como humana había podido con los presentimientos, ahora que bien conocía que podían ser infundados por su poder recién adquirido, mucho menos podía con ellos.

— Benelope hoy no es mi noche, por favor un descanso… Necesito ir a hablar con Violante. — Murmuró antes de desaparecer de la vista de la vampiresa e ir en busca de su amado, encontrándose con que Benelope la había adelantado y con un rostro inexpresivo y frío hablaba con él. Nunca antes la había visto con ese rostro, por lo que la alarmó y enseguida buscó la explicación en los ojos de Violante, quien simplemente le sonrío y besándola se la llevó al salón donde le explicó que debía irse, pero que volvería pronto para salir a alimentarse junto a ella antes de la salida del sol. Aidara asintió confiando en la palabra de su príncipe y con las palabras de que él volvería de nuevo a ella en un breve tiempo, lo dejó partir junto con Benelope, sintiendo al verlo alejarse como su corazón se le rompía. — Vuelve por favor… — Rogó pensando en Violante, desviando la mirada a la luna que alumbraba la noche, esperando que como hijo de la noche esta lo protegiera de cualquier mal.

Tras que ambas siluetas se difuminaran en la oscuridad, volvió a entrar al palacete. Se pasó el tiempo en el salón de un lado a otro. En ocasiones sentándose en la silla del príncipe, inhalando su aroma y de nuevo de un lado a otro, creciendo el miedo en su alma al pasar los segundos y no saber nada de ellos.

Algunos sirvientes intentaron calmarla. Hasta más de una joven doncella ofreció su cuello en un intento de serenarla, pensándose que el humor cambiante y acido de la princesa podría ser a causa de no alimentarse aquella noche. Aidara se negó reticente a tomar sangre de quienes le servían y echándolos del salón, cerrando las puertas para que no volvieran a entrometerse, un grito salió de su garganta al caer de bruces contra el suelo. Su poder de nuevo había vuelto, paralizando sus músculos, dejándola temblorosa mientras a sus ojos todo se llenaba de sangre y de lamentos. Al principio todo se nubló y siguiendo el río de sangre que veía formarse unos susurros empezaron a tomar fuerza. Los susurros hablaban de maldades, de venganza. Algunos eran retorcidos mientras unos pocos parecían llorar al no poder detener lo que estaba por ocurrir.

Contra el suelo, apretó las manos en forma de puños e intentando serenarse buscó el motivo de su visión. En un primer instante apareció Cristal caminando por un cementerio. Aidara intentó entablar comunicación con ella, avisarle de que algo malo se acercaba a ella. Llamados que fueron ahogados por los susurros que seguían acosándola y el ruido de la sangre derramarse. ¿Un aviso? Pensó la neófita sintiendo como su cuerpo temblaba mientras ella volvía a adentrarse en su mente, obligándose a buscar la causa de la visión. Ahí seguía Crystall caminando absorta en sus pensamientos, deteniéndose mientras la niebla cubría su rastro. La princesa se acercó a Crystall. Intentó detenerla, más sus manos traspasaron su cuerpo sin posibilidad de alertarla. Desesperada Aidara miró a su alrededor. La niebla los cubría, parecía seguir sus pasos adrede y ahí lo notó, había una presencia oscura oculta entre la niebla.

— ¡Crystall debes huir! —Le urgió devolviendo la mirada al frente de nuevo viendo a la bruja. Sin embargo, se topó con la mirada de un espíritu que señalaba a las espaldas de la bruja con una mirada perdida y triste. ¿Que está a punto de ocurrir? Se preguntó cambiando el ángulo de visión observando que frente a Crystall una figura oculta le esperaba en silencio. No hizo falta observar el aura oscura de la bruja desconocida para asegurar que se trataba de una enemiga. Los espíritus lo confirmaron por si solos, que abandonando el lado de Aidara rodearon a Crystall y colisionaron contra las denigradas almas oscuras.

La princesa cerró los ojos con fuerza al ser cegada por la luz intensa de la coalición y al abrirlos, el caos se había desatado. Al ver la escena la neófita lloró lágrimas de sangre. Cada golpe de una bruja a la otra era superior a los anteriores golpes. Estaban luchando hasta la muerte y las almas sucumbían lentamente a esas fuerzas. Las voces de las almas, los gritos, los jadeos de una bruja y de otra inundaron la cabeza de Aidara la que se sintió desfragmentar. Se agarró la cabeza con las manos y anclándose a aquella visión, negándose a volver a su consciencia, a no ser capaz de ver que estaba ocurriendo y que iba a suceder, se ató a aquella visión con toda la fuerza posible temiendo que esto solo fuera el principio de algo más terrorífico y mayor de lo que parecía. Crystall parecía ir ganando y en un último golpe de esta por unos instantes la princesa se vio a sí misma celebrando la victoria hasta que Crystall de la nada fue golpeada brutalmente, cayendo su cuerpo al suelo. Las almas que sostenían el cuerpo de Hadewish se dispersaron, dejándola caer al suelo. No la vio levantarse y tampoco pudo averiguar si seguía teniendo pulso, ya que rápidamente su atención se volvió hacia la joven que se había entrometido. Sus ojos fueron a los detalles de la vampiresa y entre la total oscuridad un colgante fue el centro de su atención. Una cruz junto con la ropa de la inquisición la alertaron y enseguida cayó en lo más primordial; La inquisición había llegado y por la fuerza de la aura, una antigua.

—Tiare. —La reconoció a través de los recuerdos de su príncipe y la fría sangre de su cuerpo se heló. Su presencia solo podía aventurar sentencia y muerte. Siempre que había oído hablar de ella había caído una lluvia de desgracia en Violante y su familia; ahora también la suya.

— ¡¡CRYSTALL HUYE!! POR FAVOR CRYSTALL SIENTEME, ESTOY AQUÍ! ¡DESPIERTA Y HUYE!— gritó con todas sus fuerzas sabiendo que era inútil. En sus visiones nada podía hacer, no había forma de alterar el transcurso de los sucesos. Una lágrima roja rodó por su blanquecina tez y ahí se quedó esperando que el destino estuviera de parte de la joven bruja. Sin poder desviar la mente de la macabra escena que pronto daría el comienzo; la destrucción de su familia, Aidara se mantuvo al lado de la bruja caída cuando de pronto una figura protegió a Crystall con su cuerpo, encarándose a la inquisidora. El olor de él, de su príncipe envolvió toda su visión y sintió desfallecerse. Él estaba allí. Y con él, todos sus miedos se confirmaban. — Violante. —Musito con voz temblorosa. No hacía falta verle el rostro para asegurarse de que aquella figura que se había interpuesto fuera la de él, porque en el fondo de su alma siempre lo había sabido. Donde él se dirigía ella jamás podría seguirle. —Ten cuidado por favor amor mío.

por **Violante** Miér Feb 11, 2015 12:37 am

Verano de 1804, Palacete Vilhjálmur
Amsterdam, Países Bajos

El taconeó se abrió paso entre los cuadros de Rembrandt, Caravaggio, Botticelli e inclusive Miguel Ángel; los retratos y escenas se inclinaron a su paso, humillándose con devoción y aceptando una belleza que los superaba. Llegó a un arco minuciosamente decorado con poemas en relieves de la autoría de Bocaccio y Petrarca. No se detuvo, penetró la estancia amplia, casi como un salón de baile y que era ocupado sólo por la orquesta del príncipe, cuando deseaba escuchar música mientras baila en privado con su esposa. Siendo un lugar reservado se encontraba vacío por lo que pasó de largo atravesando el siguiente arco que conectaba con la ala oeste del palacete. Era un largo pasillo que bifurcaba con los jardines y un espléndido balcón. Se detuvo antes de salir al balcón donde parecía esperarle.

—¡Su alteza!—hizo una reverencia casi burlona manteniéndose inclinada hasta que el príncipe se dio media vuelta.— Déjalo Crystall, no tienes que hacer eso—reprendió con cariño y le sonrió ofreciéndole la mano para que subiera los dos escalones que eran el obstáculo que los separaba. La ahora duquesa de La Haya cogió la mano y fingiendo lo que nunca sería por más que se mintiera querer ser, subió los escalones y siguiendo los movimientos del príncipe se colocó a su lado, de tal forma que ambos contemplaban los jardines.— ¡Estás solo!—Violante no respondió, tenía su mirada perdida de los jazmines. —Se ha ido con Benelope—salieron golpeadas esas palabras, su semblante ya era serio. Crystall le sonrió y se giró a él, Violante le imitó encarando esa mirada que escondía un gran dolor pero una gran entereza para no verse frágil ni desdichada. —Es tan extraño…—la suave voz relajó los gestos del príncipe que se sintió triste por ella— que Benelope enseñé lo que deberías enseñarle tú, después de todo eres más que su esposo, eres como su padre, ¿no?—a pesar del cierre de sus palabras, éstas no influyeron para que se cayera el casi inocente diálogo de Crystall, sino más bien fue el ceño coqueto. Violante no dijo nada, tan sólo sonrió bajando de tono las pocas palabras que componían el inicio de su conversación— sigues pensando en ella—continuó buscando la mirada que le rehuyó. Crystall le tomó ambas manos manteniendo una sonrisa que nunca desapareció desde el encuentro.— Ya no más, su deseo era que la olvidara y de esa forma dejarla descansar en paz—dijo pero esas palabras no le pertenecían, salieron directamente del último recuerdo que tenía de Ainara, las últimas palabras antes de que Tiare le arrancara la cabeza y se la arrojara declarándose derrotada.

—Lo sé Violante, las almas me lo dijeron en el transcurso que me tomó verte… No hablo de Ainara—susurró como si se tratara de un gran secreto, uno de esos que nadie debía enterarse jamás.— La siento Crystall—y volvió a ver los jardines, dio un par de pasos al frente y se tomó con firmeza de la barandilla de mármol. Sus gestos nuevamente se ensombrecieron y deseo tener esa fortaleza que creía daba vida a Crystall y que sin embargo, la estaba sofocando— su sangre corre por mis venas, me he hecho más fuerte, puedo resistir en extremo el dolor; mi piel se ha hecho más dura, mis ojos destellan ese brillo particular en los antiguos, un brillo que ni siquiera Dragos posee, ya no siento la sangre de mi creador, es como si mi cuerpo haya adoptado esta sangre poderosa como la creadora y reclame a Tiare como mi madre—la piedra se hizo añicos en los puños enfurecidos del príncipe y a pesar de ese arrebato, su semblante no cambio para mal, si no más bien volvió a sonreír y se giró hacía Crystall, ésta llevó una de sus manos al rostro; era mucho más frío de lo que recordaba y sintiéndose tentada se puso de puntas y lo besó como lo había hecho el día en el que olvidó el decoro para acostarse con él.— Sigue con vida Crystall, y algo me dice que pronto volverá a aparecer, quizás sea la ansiedad provocada por esta maldita sangre que ahora corre por mis venas. La tengo que proteger Crystall, Aidara es mi razón para vivir—dijo con angustia y con ello la bruja corroboró lo que las almas le habían informado. Ahora fue ella la que dejó que sus ojos se ensombrecieran e inclusive acariciaron peligrosamente la tristeza.— Nada le pasará Violante, aunque creo que deberíamos de ir a buscarla que esperarla—encaró unos ojos que ya no la observaban, estaba pensativo y ella sólo alzó los hombros y los dejó caer casi de inmediato— al menos eso es lo que yo haría… dale a mami mis saludos hoy viajo a París—informó y se dio media vuelta bajando los escalones.— Crystall, no olvides que no tienes permitido ver a Derek—la bruja se detuvo, ninguno de los dos se dio la vuelta para verse; Violante posó sus manos en otra parte de la barandilla mientras los ojos de Crystall no pudieron contener un riachuelo de lágrimas.— Y no lo haré—y sin decir más se fue, dejándolo solo, totalmente bloqueado al llanto que nunca escuchó en Crystall, sin percibir el dolor en esas últimas palabras, sin darse cuenta que ella estaba muriéndose de tristeza, que aún no encontraba ni encontraría su razón para vivir. En el invierno de ese mismo año lo descubriría, pero para entonces sería muy tarde.

Tiempo presente, invierno de 1804
Cementerio Montmarte París, Francia

Sus manos aprisionaron los puños de Tiare. La fuerza de Violante había sido suficiente para resistir lo que hubieran sido golpes asesinos. —Mi querido hijo—dijo en sarcasmo la poderosa rubia que de inmediato mostró un gesto de ira en su hermoso rostro— sabes como va a terminar esto principito, era mejor que pasaras tus últimos momentos con tu estúpida e ingenua esposa— el rostro de Tiare cambió totalmente, la locura terrorífica que vivía en sus constantes pesadillas lo hizo soltarla.— La que no sabe lo que va suceder eres tu—interrumpió Benelope y antes de que Tiare reaccionara la cogió de uno de sus brazos arrojándola a varios metros. La hija de los milenios no se estrelló contra algún objeto, cayó de pie y así como tocó el suelo contra atacó intentando embestir a Benelope. Tanto ella como Violante se amarraron y la recibieron sometiéndole de la cabeza. No le podían permitir darle una mínima oportunidad a Tiare, pues sus vidas dependían de ello, así que lo único que debían hacer era buscar darle muerte lo más pronto que pudieran. Uniendo sus fuerza le quebraron el cuello a la rubia, la soltaron y Violante sacó una espada con la intención de cortarle la cabeza, mas eso no fue posible. Hadewish ya se había reincorporado y apoderándose de varias almas consiguió retener el golpe de Violante lo suficiente para que la ancestros sanara. Ese fue el último movimiento de Hadewish, aprovechando su velocidad Benelope la tomó en un abrazo mortal y clavándole los dientes le quebró el cuello luego de drenarla en cuestión de segundos.

El golpe de Violante fue detenido por Tiare, la poderosa mano destruyó la hoja. Nunca antes le habían hecho eso, por primera vez sintió miedo y reconoció que si Hadewish no hubiera conseguido retrasar a Violante la caprichosa rubia ya estaría muerta para ese momento. Adelante tenía a Violante y Benelope estaba detrás, Tiare dudó, ni siquiera prestó atención en Crystall, en su ausencia; la bruja había pasado a segundo termino, ahora sólo pensaba en la supervivencia, ya no se creía totalmente superior, ellos le habían demostrado lo equivocada que estaba al querer encarar a toda la familia a la vez. Si su asesina no lo hubiera sugerido, no estuviera lo suficientemente demente para atreverse a encarar a Tiare y espetarle que estaba haciendo mal las cosas, Tiare estaría muerta. Violante sacó una segunda espada y la hija de los milenios retrocedió. Nuevamente aquel terror, ese tendría que ser la misma sensación que tuvieron todas sus víctimas antes de morir y dentro de ella los maldecía. Pensó en escapar pero después, recordó el poder que tenía y concentrándose en Violante proyectó todo su poder en infringirle dolor. El príncipe tuvo una pequeña convulsión pero no cayó derribado. Tiare lo comprendió, su sangre lo dotó de una resistencia extrema; pronto, ese terror se convirtió en ira y se arrojó a Violante, éste previo el movimiento y dejó caer la espada para que no destruyera la hoja como lo había hecho con la primera espada. Pero Tiare nunca llegó al objetivo, Benelope la derribó y la sometió el suficiente tiempo para que el príncipe tomara la espada y soltara un golpe. Mas el golpe no acertó, Tiare consiguió zafarse del control de Benelope.

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