Brujo... Estamos muertos, acéptalo [Libre]

por **Brün Rothschild** Miér Abr 10, 2013 1:48 pm

¿Dónde estaría? Se preguntaba ella mientras caminaba por la gente, ya había aprendido a transformarse, podía pasar entre las personas de forma tranquila, ellas se daban cuenta de su existencia, pero pensaban que era otra persona y no se daban cuenta de que era un ser sobrenatural, en ocasiones si parecían darse cuenta de ello, pero rápidamente su cerebro le daba otra orden y se olvidaban de ella completamente. Esta vez era visible para el que quisiera verla, claro pocas personas eran ellas, ninguna se le había acercado, lo máximo que había llegado a hacer era quedársele viendo por un buen rato para luego ella aburrirse y desaparecer, pues nadie hacia nada y ella rápidamente perdía el interés… quería ver a su hermano, pero al parecer este no quería ser encontrado. ¿Estaba segura que estaba en parís? ¡El estaba aquí! No se había equivocado, pero por alguna razón él era una de las personas más difíciles de encontrar. En ocasiones ella lo llamaba, y el parecía responder, pero luego en esa realidad no había nada, ni una señal.

-Brujo!- Grito al notar que su compañero comenzaba a alejarse de ella. Siempre le acompañaba, en ocasiones el era menos claro que ella, pues sabia más que Penélope, aunque no pareciera. Era pequeño con colores marrones, amarillos y blancos, corría mucho y le encantaba molestar a los niños, no jugar con ellos, molestarlos, hacerlos llorar. Era de raza Welsh. Solamente la quería a ella, los otros humanos no le agradaban, así que Penélope estaba preocupada de lo que pudiera hacer.

Encontró que brujo solamente quería mirar una tienda que no parecía tener nada de especial, cuando Penélope llego a él se quedo junto a él, pues no tenía el valor para llamarlo y decirle que era mejor seguir caminando ¿para donde iban? No tenían rumbo fijo, así que quedarse mirando una tienda que brujo había elegido, no tenía nada de malo, así que se arrodillo, para luego sentarse mientras brujo se quedaba con ella con su lengua afuera y pidiendo una que otra caricia. Ella se las dio y sonrió amablemente mientras acercaba su cabeza al cuerpo de el–Brujo estamos muertos, nadie te dará una galletita por estar en este lugar mendigando- susurro ella de forma suave y tranquila mientras entrecerraba los ojos. Pudo escuchar algunos quejidos provenientes del jadeante perro, en ocasiones no le gustaba oír la verdad, por eso nunca le decía como había muerto, para Brujo solamente se había quedado dormido luego de que el padre de Penélope lo regaño, si le decía la verdad, el fantasma estaba segura que comenzaría a odiar a los zapatos.

por **Paula de Asturias** Sáb Abr 13, 2013 2:19 am

La vida está llena de misterios tan poco elocuentes como la vida después de la muerte, cuento bastante abstracto que solo es característico por su cruda realidad, vivir una farsa después de tantos años solo es el disfraz dentro de aquel elocuente misterio;- si, eso es correcto estoy muerta, pero camino por los mismos pasos de aquellos que sienta la delicia de un dulce despertar de los cálidos rayos del sol, pero mi único disfrute de la vida es el resplandor plateado de aquella hermoso y místico astro.

La luna resplandeciente guía los paso de aquella que viaja en busca de algo, venganza, odio, no solo busca vida donde ya no hay, busca calor donde solo hay frio, busca amor donde solo hay terror, el buscar siempre conlleva a encontrar algo, a un que no sea lo que se esté buscando en realidad, siempre es un misterio el juego del destino que atrae las cosas más surreales en tierras místicas, - la muerte no es el principio del fin, solo la causa del por qué somos un tal vez te vi, un quizás la conozco, en tu caso solo un recuerdo del pasado.

El caminar siempre por parís trae encuentros destinados, la noche recién hacia su mística aparición con su bello roció de luz de luna, que ensancha la hermosa majestuosidad de los andadores de parís adornados siempre por pacientes tan irreales como cuento de terror, donde hace su aparición una típica niña de no más de dieciséis años, con una sedosa cabellera de color castaños que luce reluciente con su blanquecina piel, y que adorna su bella cara llena de vida donde no la hay, siempre con la compostura de su estirpe, el legado de su familia y el poder de una nación, que solo piensa en la longevidad de la que es llamada condesa, siempre sonriente camina observando la vida que no puede disfrutar, viendo pasar a las personas llenas de lo ha perdido, pero entre sus paso disfrutando lo que fu y ya no será posible realizar, se puede percatar se aquellos que ha tenido la suerte de estar y no vivir, una hermosa aparición vagando sin rumbo, viendo pasar el tiempo, le hace pensar en infinidad de cosas, de las que el por qué es lo que más resuena en su cabeza.

Caminar atrás lo que no se puede ver, pero se desea alcanzar es más complicado de lo que se puede pensar, pero no hay encuentro que no esté predestinado hacerse que no se realice, -le ofrecería una galleta a brujo, pero como disfrutar lo que ya es imposible disfrutar, por cierto soy paula, y eres más linda de cercas, supongo que en vida lo fuiste más.

Una tierna mirada acompañada por esa linda sonrisa que siempre adorna su cara, fue como empezó lo que estaba predestinado, solo una noche más al salir a caminar por esas inmensas historias que inundad el país de Francia, y los llena de ese hermoso misticismo que hace soñar en las historias que se pueden dar entre aquellos que ya no viven, pero viven una vida de muerte.

por **Brün Rothschild** Lun Abr 22, 2013 7:59 pm

El fantasma, agonizando, si lo estaba, lloraba suavemente, en silencio para que su amado brujo no la escuchara, pues el se ponía muy triste y sentía que era culpa de el todo lo que estaba sucediendo. No brujo, no es tu culpa que padre se haya descargado contigo y luego conmigo. Pensaba ella mientras su cabellera parecía ser lo único que tenia, su rostro, su rostro estaba oculto en aquella maraña de pelo castaño claro mientras su mascota seguía sentado a su lado mirando a todos lados como buscando alguno que ayudaba a su amada persona, porque esa era la verdad, brujo amaba a aquella jovencita como uno no tiene idea, era una fidelidad que superaba los lazos de la muerte.

El Brujo había escuchado la palabra galleta, ladeo su cabecita perruna preguntándose si no se había equivocado de palabra, miro a Penélope para ver si ella reaccionaba, ¿Eso es lo que he escuchado? Le preguntaba, pero el fantasma parecía callarla con su silencio, ella duro un poco en alzar la mirada y ofrecerle una amplia sonrisa. ¿Dónde estaban las lagrimas? Un fantasma no tiene lágrimas, al igual que decían que una bruja no podía llorar, su cabello le cubría el rostro, se lo echo para atrás con aquellas finas manos, tal pequeña como la de una niña, tan perfectas como las de una ninfa, este nuevamente cayo a los lados, algunos mechones traviesos buscaron otra vez su rostro, pero eran insignificantes así que Penélope no se molesto en corregirlos, en regañarlos y decirles que ese no era su puesto.

Le molesto, ciertamente le molesto que alguien estuviera interrumpiendo su pena, su charla con Brujo para que entendiera que estaba muerto, debía ser poco a poco. ¿Ahora como le explicaría el porqué de no comer una galleta? Le miro con cierto odio, no percibía en ella ningún poder que pudiera controlarla, así que no sintió atracción por aquella mujer pálida que tenia cuerpo corpóreo, pero que Penélope sabía que estaba peor que ella, pues su alma, su “cuerpo”; pues para Penélope este era su segundo cuerpo. No tendría una transición adecuada, como pronto lo tendría ella y brujo, pero… ¿Qué es pronto?

-Si- Dijo ella asintiendo mientras en sus ojos destilaba cierto odio, cierta perspicacia por ser ella lo que era –Tal vez por eso mi padre trato de cazarse conmigo cuando era mi padre, pero bueno nunca me vio como una hija, pues me lanzo a casa de mis abuelos a temprana edad- dijo ella, su voz se habia vuelto extraña, mas chillona, aterradora para cualquier niño que la pudiera escuchar, por suerte nadie temblaría porque ella poco a poco se desvanecía, dejaba que las partículas de su cuerpo se disolvieran y se esparcieran por toda la atmosfera, brujo se quedo mirando atentamente, esperando, esperando aquella galleta, pues para él, solamente había oído aquella palabra. –Tal vez por eso mi hermano, mi amado hermano, también abuso de mí y luego me abandono, como si yo fuera un cachorro con sarna…- le susurro a su oído, la mujer no la podría ver, pero ella sí, ella estaba en todos lados.

-Eres un ser frio, que debe extrañar el calor…- indico el fantasma haciendo que cada partícula de su ser se pegara a la piel de aquel vampiro y creara una fina capa, aquella fina capa invisible comenzó a crear una leve ilusión de calor corporal y hasta pareció que del cuerpo desaparecía aquella horrible palidez. Penélope rio, Brujo también rio, se formaron carcajadas los dos, pero el parecía reírse, bufarse con los ojos, pues no emitía ningún ruido a sus ojos, pues solamente estaba allí, ladeando su cabeza, mirando detenidamente lo que hacía su ama. El truco barato había terminado, se alejo de su cuerpo y la verdad apareció, la palidez de su cuerpo, y el frio que invadía y gobernada los pocos signos de calor que había dejado el fantasma –Es mejor que no hables… nunca hables con alguien como yo, pues cuando crees, cuando nos prestas atención, nos vuelves más poderosos, mas y mas poderoso- otras carcajadas, pero esta vez venían del bar que estaba muy cerca de ellos, brujo se distrajo, al parecer había olido carne, y salió corriendo hacia esa dirección, ¡Brujo! Se escucho retumbar en la mente del vampiro y una nube, se condensaba cada vez más, para luego ser aquella mujer que corría tras de él con desesperación de preocupación.

-¡ESTAMOS MUERTOS!- grito a todo pulmón mientras lo atraía hacia ella y por el aire él se levantaba para llegar a sus brazos –No bebemos licor, no comemos delicias, eso es para las personas de carne y hueso, nosotros somos solamente cuerpo- le dijo regañándolo, pero poco a poco su voz se volvía comprensiva, y arrullándolo calma su llanto, un llanto que solamente ella comprendía y escuchaba… si alguien más escuchaba a brujo llorar o lamentarse, o siquiera hablar… seria para ella terrible, pues él sabía demasiado secretos –Solamente puedes hablar conmigo Mon amour- le dijo para besar su hocico y comenzar a caminar otra vez para donde sería su hogar por aquellas horas, en donde se habían sentado hace unos segundos y molestado a aquel vampiro. ¿Dónde estaba? Se había perdido… o no…

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