AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tejidos en el espejo (Privado)
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Tejidos en el espejo (Privado)
Noches parisinas alumbradas por las velas de las mansiones, otras por las iluminarias de las callejuelas, para un nocturno, un vampiro las noches se vuelven más sangrientas, la luna cambia su color y se vuelve roja…teñida por la sangre que noche tras noche consume y dejar correr de los humanos llevando su vitae hasta lo más profundo de los infiernos, muchos salen vivos y se convierten en las presas eternas otros no lo consiguen y se vuelven cadáveres ocultos en alguna que otra fosa común…
La noche estaba a la mitad de su eterna juventud, el reloj del gran salón de aquella mansión marcaba las nueve en punto, el mayor de ellos, el dueño de la mansión había preparado una invitación a sus conocidos más importantes, humanos y vampiros, de clase alta y realeza…aquellos que solo se visitan por el simple placer de negocios y de crear alianzas…alianzas para cada grupo de los intereses políticos…para eso había que tener una buena distracción o mejor dicho el anfitrión tenía dos figuras que llamarían la atención de todos y podría hacer que todo se vea a su favor. Una fiesta, una fiesta sería importante para aquellos placeres de adquisiciones y alianzas con los mayores exponentes de la mente de la clase pudiente de varias castas. Y todo eso se llevaría a cabo en una de las propiedades a nombre de su hermana Xaziel, en Paris, por lo que debería de mostrar algo completamente fuera de este mundo y que mejor que una egipcia con un don para la danza más enigmática y embriagadora de todas aquella que con solo mirar hacía que todo hombre la deseara además de tener uno ojos grises cautivadores de no viva…que tenían el roce de la luna y su rocío…la otra una mujer letrada que encantaba con sus encantos versados y sus ojos ambarinos que mostraban un color natural de vida atrayente.
El reloj marcaba las 9:30 pm cuando las puertas de la mansión se abrieron íntegramente a las afueras de la ciudad recibiendo a los invitados…uno a uno iba llegando para ser atendido por hombres y mujeres que deseaban ser de unos su compañeros de noche, de otros sus cenas y de otros sus simples conocidos…pero algunos solo estaban como sirvientes de los anfitriones…el vino y la sangre mezclada como cualquiera otra bebida a sabiendas de quien bebía cada cosa.
En la parte superior de la mansión en un cuarto oscuro solo con el resplandor de la luna con una mujer vestida de rojo con una máscara negra fina que marcaba el inicio de un baile de misterios y ocultos pensamientos, pensamientos que para la mujer no serían difícil de descifrar por sus grandes habilidades…los tacones se escuchaban bajar por las escaleras mirando a todos el aroma del perfume de las flores de loto en su cuerpo y cabello y el ser que le esperaba abajo…su hermano Santhiago Morel…para llevarla…al centro del la recepción para presentarla ante todos los invitados como la flor prohibida y que será el objeto de disputas, entre risas no comprenden que la estrategia es marcar a todos con la mirada en aquella nocturna para que luego estos sean los títeres de aquel vampiro malvado.
Con una sonrisa falsa la dama comienza a saludar uno a uno y cuando llega hasta el último su hermano anuncia “Que por motivo de la reunión una sorpresa habrá a la mitad de la noche, desde el lejano oriente una egipcia bailaría para ellos” aquello hizo que Isis odiará más a su hermano no solo por obligarla a presentarse en una reunión tan estúpida como esa sino ahora tener que bailar para un montón de viejos adinerados y todo para que, para que su lealtad siga en las causas de su hermano.
Disputas, odios, rencores y sobre todo planes y estrategias es lo que se teje en esta fiesta donde aquella egipcia tratará a todos como títeres de ella
La noche estaba a la mitad de su eterna juventud, el reloj del gran salón de aquella mansión marcaba las nueve en punto, el mayor de ellos, el dueño de la mansión había preparado una invitación a sus conocidos más importantes, humanos y vampiros, de clase alta y realeza…aquellos que solo se visitan por el simple placer de negocios y de crear alianzas…alianzas para cada grupo de los intereses políticos…para eso había que tener una buena distracción o mejor dicho el anfitrión tenía dos figuras que llamarían la atención de todos y podría hacer que todo se vea a su favor. Una fiesta, una fiesta sería importante para aquellos placeres de adquisiciones y alianzas con los mayores exponentes de la mente de la clase pudiente de varias castas. Y todo eso se llevaría a cabo en una de las propiedades a nombre de su hermana Xaziel, en Paris, por lo que debería de mostrar algo completamente fuera de este mundo y que mejor que una egipcia con un don para la danza más enigmática y embriagadora de todas aquella que con solo mirar hacía que todo hombre la deseara además de tener uno ojos grises cautivadores de no viva…que tenían el roce de la luna y su rocío…la otra una mujer letrada que encantaba con sus encantos versados y sus ojos ambarinos que mostraban un color natural de vida atrayente.
El reloj marcaba las 9:30 pm cuando las puertas de la mansión se abrieron íntegramente a las afueras de la ciudad recibiendo a los invitados…uno a uno iba llegando para ser atendido por hombres y mujeres que deseaban ser de unos su compañeros de noche, de otros sus cenas y de otros sus simples conocidos…pero algunos solo estaban como sirvientes de los anfitriones…el vino y la sangre mezclada como cualquiera otra bebida a sabiendas de quien bebía cada cosa.
En la parte superior de la mansión en un cuarto oscuro solo con el resplandor de la luna con una mujer vestida de rojo con una máscara negra fina que marcaba el inicio de un baile de misterios y ocultos pensamientos, pensamientos que para la mujer no serían difícil de descifrar por sus grandes habilidades…los tacones se escuchaban bajar por las escaleras mirando a todos el aroma del perfume de las flores de loto en su cuerpo y cabello y el ser que le esperaba abajo…su hermano Santhiago Morel…para llevarla…al centro del la recepción para presentarla ante todos los invitados como la flor prohibida y que será el objeto de disputas, entre risas no comprenden que la estrategia es marcar a todos con la mirada en aquella nocturna para que luego estos sean los títeres de aquel vampiro malvado.
Con una sonrisa falsa la dama comienza a saludar uno a uno y cuando llega hasta el último su hermano anuncia “Que por motivo de la reunión una sorpresa habrá a la mitad de la noche, desde el lejano oriente una egipcia bailaría para ellos” aquello hizo que Isis odiará más a su hermano no solo por obligarla a presentarse en una reunión tan estúpida como esa sino ahora tener que bailar para un montón de viejos adinerados y todo para que, para que su lealtad siga en las causas de su hermano.
Disputas, odios, rencores y sobre todo planes y estrategias es lo que se teje en esta fiesta donde aquella egipcia tratará a todos como títeres de ella
Santhiago Morel- Vampiro Clase Alta
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Re: Tejidos en el espejo (Privado)
" La vida para mi, no es una vela que se apaga. Es más bien una espléndida antorcha que sostengo en mis manos durante un instante y quiero que arda con la máxima intensidad posible"
Sus pasos se dirigieron con seguridad y ligereza hacia la Mansión en la que tendría lugar una de sus reuniones de negocios. Hacía un tiempo que había descuidado sus deberes sociales en post de otros intereses mucho más satisfactorios que el ver a jóvenes maquilladas reír como si les hubieran pagado para ello. Odiaba la tendencia absurda de esta época, los hombres parecían preferir que sus mujeres fueran indolentemente estúpidas. Cuan más grande y rechoncho era el marido, más suave parecía ser la voz de sus mujeres. Parecía que la humanidad se había encerrado para no mostrar lo que más adoraba él; pasión, locura, ira, coraje e inteligencia. ¿No entendían que una cabeza servía para algo más que adornarla con joyas?.
Suspiró y aceleró su paso, recordándose que tendría que llegar a la fiesta antes de que todos comenzaran a sentarse para empezar los negocios en los que él deseaba estar presente. Le habían advertido que uno de los vampiros más hábiles en los negocios, estaría otorgando su oído y bolsillo a las propuestas que le resultaran interesantes. Si bien él aún no tenía nada en lo que realmente quisiera invertir su cuantioso patrimonio monetario, si quería conocer cuáles eran las tendencias de los burgueses. Habían surgido numerosos inventos que eran interesantes, saber la cuantía que pedían le ayudaría a hacerse una idea sobre cuánto podría ganar o perder si se movía con ellos o no.
Sus dedos acariciaron la cadena de oro que, atada a su chaleco, guardaba en su bolsillo el reloj que debía consultar para saber cuán tarde llegaría. Podría haber llegado antes, pero había tenido problemas con su comida. El inquisidor no parecía dispuesto a morir y él, agradeciendo a los dioses porque fuera así, había tenido la diversión de convertirlo en su muñeco antes de comérselo como si fuera un delicioso caramelo. Aún podía saborear sus emociones en el paladar, la cálida esencia que había rodado por su lengua, haciendo explotar su sabor dentro de su boca.
- Tan suculento…- Murmuró sumido en sus pensamientos, mientras una sonrisa se formaba en sus labios como resultado de su mente perversa. A su lado, una mujer se detuvo para mirarlo con ojos divertidos. Su marido, celoso, la empujó para que siguiera caminando. Aquella escena hizo que sus ojos brillaran con perversión mientras seguía la línea de la espalda de la mujer, consiguió ver su rostro entre las sombras cuando se giró de nuevo para verlo, ganándose un guiño de parte del vampiro.
Rió y se detuvo en la dirección que había memorizado. Aunque no hacía falta mucho para saber que aquella era la casa a la que tenía que acudir. Los numerosos carruajes apostados en el frente de ella, los cocheros fumando y cuchicheando entre ellos sobre las novedades de sus patrones e incluso el pequeño granuja que esperaba fuera de la casa para robar alguna cartera cuando alguien tuviera la mala suerte de cruzarse con él. Todo indicaba que allí había una de las codiciadas reuniones de la alta clase. El lujo y las numerosas atenciones que recibió mientras se adentraba en el terreno de la mansión, le hizo saber que el anfitrión parecía no haber escatimado en gastos. Todo gritaba exclusividad y algo mucho más interesante; poder.
Se quitó los guantes blancos y se los entregó al sirviente que parecía absorto en mirar sus ojos azules. Alzó una ceja y se deleitó con las mejillas sonrojadas del hombre que no comprendía por qué le parecía hermoso un hombre. Las mentes humanas eran tan fáciles de leer que no pudo evitar el incordiarlo un poco más.
- ¿ Eres el encargado de cuidar los abrigos?- Le preguntó mientras se quitaba los botones que mantenían su abrigo cerrado, hizo un movimiento sutil con sus dedos, acariciando el último antes de quitarlo, intentando no reír al ver cómo el pobre humano miraba su dedo con los ojos abiertos de par en par. Ser consciente de cómo podía afectar a los demás, era un espectáculo sobrecogedor que le gustaba repetir siempre que estaba de buen humor como hoy.
Recibió un asentimiento rápido del sirviente y entonces se quitó el abrigo, dejándolo deslizar por sus amplios hombros y se lo tendió al chico. Se encargó de darle una pequeña sonrisa, tampoco quería que se desmayara antes de que pudiera advertir a su superior que había llegado con un “ligero” retraso.
- Cuida bien de ellos.- Le dijo inclinándose sobre él para dejar que su voz le acariciara el cuello antes de pasar de largo y entrar a la puerta que el resto de sirvientes había abierto para él. Sus ojos se estrecharon al ver tantas luces encendidas, alumbrando la estancia por completo, chocando contra los diamantes de todas las mujeres que balanceaban sus anillos para que todos vieran que estaban comprometidas.
Puso los ojos en blanco y esperó hasta que uno de los criados le dijo que tenía que buscar a la dama de rojo. Al parecer su anfitrión había pedido que acudiera a ella para conocerla y no perder el entretenimiento que ofrecía aquella maravillosa noche. No pudo evitar fruncir los labios con consternación, aunque sus pasos se encaminaron por el lugar, esquivando a la mayoría de las personas que lo miraban con interés al ver que portaba la espada que le otorgaba su grado como “jefe de las fuerzas navales”. El resto de su indumentaria era oscura, un negro perfecto que contrastaba con su camisa blanca carente de corbata y abierta en el cuello, para darle un aspecto despreocupado que encajaba con sus botas altas hasta los muslos, sus ojos brillantes y llenos de picardía y los brillantes gemelos de oro que aseguraban sus mangas.
Cuando sus ojos dieron con la espalda de la mujer de rojo, sólo pudo pasear su mirada por la curva deliciosa que descaradamente se alzaba sobre sus piernas. Sonrió y se inclinó sobre su hombro para susurrarle. - ¿Hay algún motivo para ocultar su rostro frau?- Le dijo con un acento alemán que encajaba con la historia que se había inventado para su personalidad actual.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Tejidos en el espejo (Privado)
“Entre la oscura senda de la vida el jardín de rosas se muestra, todo marchito y con espinas como el corazón de una arpía, las alas se despliegan y la víbora su veneno inyecta, la muerte llega rápido y sin dolor a todo aquel que sus ojos contempla.”
Aun con todo el odio del mundo no podía negarme no tenía el derecho de decir un no porque si lo hacía un castigo aún más doloroso se cernía tras mis palabras aun así la obligación, el tener que ser forzada a bailar mis danzas exóticas frente a todo ese montón de viejos vampiros y humanos me daba repulsión, que cada uno viese a mis grisáceos ojos con deseo me placía ganas de degollarlos y beber su sangre, pintar con sus vitaes todo el salón para mi querido hermano, pero no podía.
El verme atada con cadenas a mis movimientos solo favoreció al crecimiento de la ira que la llevaba dentro, entre rezos trataba de buscar al primer incauto que se acercara para con aquel hacer caer toda la ira, la mía y la de él, los movimientos gráciles del vestido rojo van lentamente ondeándose por todo el salón acompañados de una sonrisa pícara y divertida, si estaba medio atada al menos buscaría mi libertad entre los coqueteos y promesas que nunca se cumplirían; uno de los invitados me propuso un baile privado –Cherie, el jardín se ve solitario e iluminado, quizás esa danza se vería bien ahí entre tú y yo- su acento inglés lo delató de inmediato pero más era un bufón tratando de ser un francés, como si pudiera, tomé su mano relamiendo los labios, cuanta sed tenía… -Oh sidi, debo pediros disculpas mi francés no es muy bueno pero y quizás peque de maleducada pero ni en sueños o en pesadillas podría acudir a su cita, al contrario solo lo haría para arrojarme al sol y amo mucho mi vida como tengo hasta ahora para ello- con una sonrisa muy dulce y traviesa voy abriéndome paso entre aquel sujeto y sus colegas que solo le hacen burlas.
La mirada de mi hermano pesaba sobre mi existir en la fiesta, la máscara ocultaba mi rostro pero aun así se podía apreciar los grisáceos ojos de muerta junto con los labios rojos de sangre, en un intento desesperado un anciano vampiro que con una cálida sonrisa tomó mi brazo realizando una reverencia –Petit no deberías gastar la ira de tu hermano, al contrario deberías llevar la corriente y mover tus cartas a tu antojo, te ha dado libertad úsala, juega con los muñecos nuevos y viejos que te ponen en la mesa, pero no yo, ya estoy polvo para eso- sus palabras en medio de carcajadas dio un giro a mis planes, quedé con él durante el comienzo de la celebración conversando como si no me importara el resto, si él me iba a usar para atraer la vista de todos entonces al menos podría mostrarle que no me importaba ninguno, que ninguno delos presentes masculinos llenaba mis expectativas ni realidades de deseo o placer…en los negocios.
Un baile más y un baile menos, la noche se iba desarrollando y pronto tendría que quitarme la máscara y el vestido por aquel traje dorado de mis tierras cálidas para mostrar lo que usa el diablo para tentar a los incautos, carne por carne. Antes de siquiera poder rechistar sobre aquello una mano un tanto atrevida rozando mi cuerpo como si fuera “accidental” ¡claro y los accidentes ocurren, como bestias a la sangre! Lo dejé pasar haciendo de ver que no me había percatado, su voz tan sinuosa y atrayente como un cántico antiguo, su sonrisa tan juguetona que invita a enredarse en el peligro, decidí jugar también, sobre mi hombro giré la cabeza un poco casi al punto de besarme el hombro ligeramente, para susurrarle –Porque aún no es hora de desenvolver en regalo Sidi, si muestro mi rostro luego no será sorpresa lo que viene luego, sería un descaro de mi parte no sorprenderlos, aunque quizás pueda hacer una excepción, solo debe valer la pena para ello- un puchero fingido como de tristeza que rápido se cambia por una sonrisa oculta de cinismo y una mirada seductora un tanto más provocativa.
Cierra los parpados lentamente para retomar la conversación, uno a uno los temas van cediéndose, André nuestro fiel mayordomo, amigo y padre para mi trae en una bandeja una copa de vino tinto mezclada con sangre, tan deliciosa, los largos dedos toman la copa para beber un poco del contenido y mi mirada va al joven vampiro que me había hablado alzando la copa en brindis para él –Salud por lo que le ha traído a aquí, que su noche le lleve a lo que más desee- susurro sobre la copa sin dejar de ver aquel vampiro con apariencia atrevida, joven y muy elocuente; intrigada diría y sería poco pero dejemos abierta la expectativa…pues mi atención hacia aquel solo ha logrado despertar la furia de otro vampiro.
Mi hermano observa con descontento mi actuar, eso solo hace que me sienta aún más caprichosa y quiera molestarlo a más, quizás el flirteo sea algo más con aquel alemán, regreso mi atención hasta él tomando su mano igual de fría –Sidi debería invitarme una pieza de baile, oh vaya quizás sea atrevida para ustedes los Europeos pero de dónde vengo es muy común esto, así que no se sienta horrorizado, sería una lástima y desperdicio que se sintiera así, porque un rostro horrorizado no queda en el suyo- susurro descaradamente a su oído aquellas últimas palabras junto una risilla sincera y muy abierta, extendiendo la copa hacia los labios masculinos unos labios bien formados y carnosos justo para...para poder charlar –O es que teme?...tranquilo no voy a comerlo, no aun, se lo prometí a mi hermano, que esta me comportaría, así que no lo morderé, tan fuerte- alcé las cejas como retándole con una sonrisita muy maliciosa pero llena de lascivia porque todo estaba subiendo de tono en la noche y en lo que faltaba de esta.
Isis Osweder- Vampiro Clase Alta
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Re: Tejidos en el espejo (Privado)
"Hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas , y un tiempo para hacer que sucedan cosas".
Su perfil se le insinuaba familiar, no sabía el porqué, ya que sabía con toda certeza que él jamás había estado con ella en la misma habitación. Era totalmente imposible que eso hubiera tenido lugar, el motivo era algo tan sencillo como su aroma. Una fragancia exótica que evocaba para él la calidez del sol y la arena, olía igual a los oasis que surgían en medio de la nada, otorgando esperanzas a todos aquellos que vivieran en el desierto. Eso le hizo cuestionarse si ella sería un verdadero oasis, un lugar de descanso sinónimo de vida para aquellos que se perdían entre el paraje inhóspito, o si, por el contrario, su aroma era sólo un espejismo que te atraía a una muerte segura.
- Vaya, no tenía el menor conocimiento de que pudiera ser usted un regalo Frau.- Sus ojos azules se centraron en aquellas esferas grises. El metal que constituía sus ojos lo atraía, era casi como un puñetazo en el estómago, una declaración de guerra proporcionada por la más bella de las armas. Tocó el borde de su máscara con un dedo y después lo deslizó con cuidado por su mejilla hasta detenerse sobre su labio inferior.
- No debería decir tales cosas, Metall Blume.- Le dijo con un susurro tan apagado que sabía que sólo ella podría escucharlo en aquella concurrida habitación. Incluso para los vampiros sería difícil haberlo oído, ya que fue un murmullo rápido, casi como el ligero impulso de las alas de una mariposa, volando directamente de sus labios al oído de aquella mujer. - Podría hacer creer a los hombres que pueden comprarla, y, créame, no querrá conocer lo que podrían hacerle si usted se reduce a un mero objeto destinado al entretenimiento-. Quitó su dedo del labio de ella y le dio una mirada seria en aquella jovial cara de pícaro.
Separó los ojos de aquella mujer y, como salido de la nada, apareció un hombre dispuesto a hablar con él acerca de sus barcos. Ya sabía que iban a terminar hablando de negocios, pero no esperaba que sus obligaciones sociales lo atacaran con tal prontitud, no cuando hacía unos segundos aún estaba atrapado en la mirada plateada de aquella hechizante mujer.
Durante varios minutos su conversación fue una perfecta interpretación del personaje que había construido para esa época en la que vivía. Habló con todos aquellos que se acercaban a él de todo lo referente a las nuevas leyes que s e habían aprobado en el puerto para los barcos extranjeros, teniendo mucho cuidado de no decir nada que pudiera perjudicar sus negocios personales. Al fin y al cabo, ser el jefe de las fuerzas navales tenía una gran ventaja; podía hacer que cualquier tipo de carga entrara a París sin que hubiera si quiera un registro de su presencia en el puerto. Por eso muchos de sus congéneres hacían negocios con él, a veces era difícil explicar por qué se trasladaban ataúdes de un país a otro, pero en sus barcos personales, su tripulación jamás hablaba de lo que se trasportaba en ellos. Era prácticamente un demonio de las finanzas.
El silencio que dominó la estancia lo hizo girarse hacia la dirección que parecían mirar todos los hombres con los que mantenía su conversación. El cálido brillo de la plata lo atrapó de nuevo, como si ella estuviera salvándolo de aquellas personas que insistían en malgastar su tiempo con todas esas dudas patéticas sobre si sus negocios estaban a salvo o no. Observó atentamente como ella alzaba la copa hacia él, creando esa sensación de ser los únicos en medio de aquel lugar, con un espacio entre ambos que no cerraba el aura de intimidad creado por aquellos tentadores ojos.
Había conocido pocas criaturas con tal efecto sobre los demás, habían muy pocas que a lo largo de los siglos pudieran sorprenderlo, atrapándolo en el juego creado por aquel caprichoso ser. Aquello lo intrigaba, ella era como un nuevo juguete para él. Alguien con el que divertirse sabiendo que ella también entendía que esto era sólo un duelo de voluntades. Nunca había estado con alguien con el mismo poder que él para llenar una habitación con tan sólo su presencia, consiguiendo las miradas de todos con tan sólo un suspiro creado por aquella aterradora sonrisa sensual. Le correspondió con una leve inclinación de su cabeza, asegurándose de no separar sus ojos de ella, incapaz de terminar con aquel duelo de miradas.
- Me encantaría bailar con usted- Olió el contenido de la copa antes de tomarla, rozando sus dedos con un movimiento deliberado, quemándola con el peso de sus ojos azules mientras se llevaba el cristal a los labios y bebía de ella con diversión. Sabía que ella no era una mujer encandilada con su belleza, así que solo podía dedicar sus pensamientos a analizar cual podría ser el motivo por el que aquella mujer seguía estando allí, junto a él, tentándolo a hacer una escena escandalosa delante de la alta clase.
- Definitivamente es usted una descarada.- Rió y le entregó la copa de nuevo, permitiéndole terminar con su contenido, al fin y al cabo aquella copa era de ella. Le cogió una de sus manos y la colocó sobre su brazo para guiarla entre los demás hacia la zona en la que estaban los bailarines. Al llegar allí, tomó una de sus manos y con la otra lo acercó a él hasta que sus piernas chocaron juntas. Le dio una sonrisa perversa y le separó sus pies, metiendo una de sus piernas entre las de ella, deleitándose con el susurro de la tela al rozarse contra su pantalón.
- Yo, Frau, no temo nada y mucho menos a alguien.- La música comenzó a sonar, así que se movió con agilidad, acompasándose no sólo a los demás bailarines, sino que consiguió colocarse estratégicamente en el centro de todos aquellos que giraban siguiendo los pasos tradicionales de un baile de salón del cual ya estaba aburrido. Cumpliendo con su tendencia a romper todas las normas que no había creado él, danzó con un compás idéntico a los demás, pero girando en el centro, permitiendo así que todos aquellos que no estuvieran bailando no pudieran verlos.
- Bien, ahora que he conseguido cierta intimidad, me gustaría saber qué he hecho para conseguir el favor de tan espléndida criatura. Y por favor, no pierdas el tiempo diciendo que es por mi belleza.- Sus labios formaron una mueca tan decadente que bien podría salir del manual de cualquier calavera. - Aunque sé que soy un hombre apuesto, tengo tanto cerebro como ego, querida. - Rió y la alzó en brazos para girar con ella y volverla a colocar en el suelo para continuar su danza.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Tejidos en el espejo (Privado)
Si mi vida dependiera de una copa, sería de la copa de mi mano.
Ni el oro, ni la plata y menos las joyas preciosas harían que la noche fuera como otros la deseaban si tendría que danzar sería a mi ritmo a mis compas y a mi tiempo, la noche era larga y joven no había prisas y más para seres como nosotros que disfrutamos de elogio del tiempo cual canto de arrullo, el ver pasar los minutos sin mostrar ni una clase de acción o emoción si quiera, pero eso se torna aburrido como el dueño de la mansión y de aquella reunión, apagados y viejos.
Con sonrisa en los rojos labios y el cabello castaño siendo desatado de sus nudos dejando caer en una cascada aquellos mechones ondulados y labios como las finas sedas de medio oriente, tan delicados pero resistentes, que puede soportar el mayor de los nudos, así con las curvas entalladas en un vestido que mostraba toda la espalda y el escote pronunciado, la máscara acomodada en los ojos grises que solo observaban a uno de los jugadores de aquella noche ¿trampas? Quizás pero sería con todo el gusto y placer y más si eso le traía problemas luego.
La voz galante de aquel hombre solo mostraba su firme porte y sus ganas de entrar al juego, pero ¿entraría al mío? Quizás no, pero no importa lo seduciría hasta que entre al mismo juego que yo, sus susurros que como el viento de invierno congela todo a su paso en cuestión de segundos con palabras precisas dejaron helado a mi frio ser, porque en algo tenía razón, solo en una parte…
“objeto destinado al entretenimiento”
“Oh Seth ayúdame a no perder la cabeza y contestar con veneno en mi lengua”
Rezando a viejos y profanos dioses, tan antiguos como el mundo mismo y olvidados como la fe, una mirada y es todo lo que basta, una sonrisa y para no soltar toda el mordaz veneno de mi lengua de cobra…quizás si deba, quizás y a él le encanta ser picado por las serpiente de Egipto.
******
La música comienza a tocar, suave y melodiosa, un silencio entre nosotros lo puedo saborear, es delicioso y excitante sentir su cuerpo muy cerca al mío, su pierna entre la mía solo siendo detenida por la misma tela roja que detiene la mirada de todos, y su voz una tan segura que denota mucha confianza o un ego muy inflado, no respondí deje que el pensara lo que quisiera y al final no estaría equivocado en muchas y otra no así que dejaría que sea su mente la que juegue a lo que quiera por unos minutos.
Cada pregunta, cada movimiento aun el más ligero de su rostro o dedos solo esbozaba una sonrisa en mis labios, era divertido y más porque al menos no me aburría en aquella velada, al menos tendría mi propia diversión, mal sana pero al final diversión.
Gire dándole la espalda tomando sus manos con las mía para evitar que tocará mi cuerpo, ante todo las reglas había que ponerlas en cierto modo –Los hombres son tan primitivos que creen que tienen todo en el mundo, poseen los tesoros más grandes y objetos más preciados y cuando aparece alguien que es puesta cual objeto se vuelven loco, pierden la poca cordura y venden sus almas al mismo demonio con tal de tener aunque sea una mirada de aquella que ha seducido a todos, pero no debo ser objeto verdad? Y que pasa si no soy el objeto si no es todo lo contrario, que el objeto sean los mismos invitados y usted Sidi, que sean el objeto a seducir por los movimientos de una serpiente- una risa rompe aquella “intimidad”, me alejo de él unos pasos, y comienzo mi número.
Elevo los brazos moviendo las caderas en forma insinuante como una S subiendo y bajando lento, no seguía la música pero al menos haría que todos vieran que uno tenía mi atención, o bueno creyeran eso –El descaro se paga y lo haré pero más adelante y lo disfrutaré con todo gusto porque la menos tuve el agrado de matar algo esta noche, y no hay nada más placentero que la misma muerte en varias formas, en un solo momento- otra risa acercándome con uno de los pies hacia adelante, quebrando la cadera hacia un lado, cual tambores de derbake en tiempo de cuatro, llegue a esta estar enfrente rompiendo las caderas aún más fuerte como si la percusión no parase –quien dice que usted tiene mi agrado? Si fuera por ser guapo ya estaría en mi habitación siendo devorado por mí y convertido en uno de mis hermosos muñeco, pero sigue con vida y está bailando conmigo ¿Qué significa eso?- una risilla traviesa y coqueta tocando con los dedos su mentón –que usted me resulta gracioso porque no es tan aburrido como estos pingüinos-
La pieza clásica termina y los aplausos de todos los presentes que danzaban rompen el silencio de la noche, realizo una reverencia a mi acompañante pasando junto antes de subir por las escaleras –Será que adora la muerte por venenos, si es así espere que la noche no se termine y menos ha llegado lo mejor, quizás hasta usted cambie la forma de ver a su alrededor Sidi- juguetee con la lengua al llamarlo tan sensual o como él mismo había dicho “tan descaradamente”, André vino junto a mi llevándome a la habitación lista para mi acto de “magia” un acto que fue revelado a uno antes de tiempo.
Isis Osweder- Vampiro Clase Alta
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Re: Tejidos en el espejo (Privado)
"A veces es necesario la confrontación y eso me gusta"
Bourgeois, Louise
En cuanto las manos de ellas aferraron las suyas para apartarlas de su cuerpo, supo que aquella mujer no era igual a ninguna otra que hubiera visto antes, al menos no dese hacía tanto tiempo atrás que ya, apenas podía acordarse. Sólo tenía la certeza de que era similar a las mujeres de su época, señoras dedicadas a gobernar a sus esposos antes de que éstos se creyeran que ciertamente tenían algún tipo de poder sobre ellas. Dominante, exigente, pícara y malvada. Era una combinación excitante, más al estar en medio de tantas personas anodinas que parecían toda una imitación del individuo con el que conversaban.
La escuchó en silencio, con educación, centrado más en aquello que ocultaba tras aquellas misteriosas frases, que en la interminable superficie de piel expuesta de su espalda. Él era un hombre acostumbrado a la desnudez, es más, ella bien podría pasearse desnuda ante él, que seguiría hablando con la misma cortesía como ahora, quizás bromease acerca de la pobreza de prendas o la invitación que hacía el clima para liberarse de toda tela sobre el cuerpo, pero jamás se abalanzaría sobre una mujer sólo por su desnudez. Su maestro bien le había inculcado desde su niñez que la desnudez era algo natural propio en los guerreros. Todos sabían que las mujeres espartanas entrenaban con los hombres si deseaban ir a las olimpiadas, y éstas entrenaban desnudas junto a los hombres sin que nadie prestara atención a algo que no fueran sus habilidades. Pero le divertía que ella usara su cuerpo para distraerlo, eso le indicaba que ella estaba acostumbrada a ello. A dar a los demás lo que creía que los dejaría indefensos ante sus caprichos. Pero, ¿por qué?. ¿Qué podría ella querer a cambio?.
- Temo que está cometiendo un error fatal, Metal Blume. Yo no soy igual a los demás hombres, no quiero de usted un objeto, la prefiero desafiante y perspicaz. – Su sonrisa se dobló hacia un lado, convirtiéndolo en una escena erótica andante. Le divertía si quiera el imaginarla desafiándolo. Realmente tenía un problema con aquellas personas que se atrevían a clavarle las uñas sólo por el placer de descubrir cuán profundo podían cortar su carne. - ¡Qué escandalosa declaración, Frau! ¿Entonces somos todos sus objetos?
Su risa pronto se quedó suspendida en el aire, así como el suspiro que se atascó en su garganta al verla danzar. Había visto cosas excitantes, pero aquella mujer sabía perfectamente qué movimientos hacer y cuándo hacerlos para impedir que sus ojos se separasen de aquel golpeteo sensual de sus caderas. Cada golpe hacía que la garganta se volviera un desierto ansioso por hallar algo de agua con la cual refrescarse de la sequía con la que ella lo atacaba, probablemente si su querido Maurice lo viera ahora, no sólo le clavaría las uñas, sino que no quedaría parte del cuerpo de ella que no fuera arañado con crueldad para advertirle de que no tenía permiso para tentar a su amo. Su esclavo era el único hombre al que le permitiría golpearlo y salir indemne de ello.
Tuvo que aclararse la garganta para poder reírse al ver que ella volvía de regreso a él, después de mostrarle cuán hábil era a la hora de enmudecer a los hombres que la mirasen. Algo le decía que aquella criatura sería capaz incluso de crear esperanzas en los corazones femeninos, dudaba que ella sólo fuera atractiva para los varones, debía ser divertido para ella saberse tan poderosa ante los ojos de los demás. Así que debía tener cuidado, no darle el poder que estaba buscando, pues él también sabía lo que ocurría con las pocas víctimas que se dejaban arrastrar por la luz que desprendía un ser de su especie. Él había visto el mismo brillo en sus víctimas antes de morir entre sus brazos, no pensaba ser quien muriera entre los brazos de aquella mujer, por muy bella que fuera.
- No sea cruel, Frau. Si hiere mi ego temo me comporte de forma malcriada y exuberante.- Rió e inclinó su cabeza hacia un lado para observarla mejor.- Le agradezco el que me mantenga fuera de su juego de muñecos, pero recuerde también mantenerme al margen de sus insultos velados entre una sonrisa y un meneo de caderas. – Alzó una de sus cejas con arrogancia, ¿realmente creía que un golpeteo de caderas le haría olvidar el que lo había llamado feo?. Tuvo que volver a reír de nuevo, agradeciendo el que su ego no le permitiera dudar de lo que sabía era cierto; quizás no fuera una belleza, pero tenía su atractivo, uno animal y extravagante, pero atractivo al fin y al cabo.
Cuando la canción terminó, se despidió de ella, correspondiendo a su reverencia y la siguió con los ojos, había memorizado su presencia y olor, no cometería el error de olvidarla. Aunque dudaba que algo así fuera siquiera posible, no cuando ella bailaba de esa forma, atándote con esos ojos grises, incitándote a probar si esa tonalidad de sus labios se debía a que estaban maquillados o no.
- Tenga una buena noche, Frau. Y recuerde, intente no comenzar un juego que no pueda terminar. – Le respondió a aquellas palabras llenas de valor que le había otorgado antes de irse acompañada por algún sirviente, incitándola precisamente a no sacar lo peor de él. No era un hombre al que le gustase perder, independientemente de que quien comenzase el juego fuera una mujer.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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