El filo del espejo /libre

por **Inna** Lun Mar 02, 2015 1:16 pm

Para variar, me levanté al mediodía. Tenía una resaca criminal, la noche anterior estuve bebiendo como una completa enajenada, y terminé… en la cama de un tío que no estaba de mal ver. Me vestí tan rápido como pude y le abandoné sin decir nada. Sólo había sido un polvo después de todo. Necesitaba salir de ahí cuánto antes. Empecé a preparar la mochila bandolera que llevaba. La navaja mariposa de plata, la cartera, una bolsa con papel, algunas hojas especiales que me ponían muy contenta, la cajetilla de tabaco, las cerillas... Todo estaba ahí afortunadamente, tal como lo dejé. Cerré todo con rapidez antes de empezar a correr hacia la plazoleta.

Me gustaba aquel lugar porque quedaba cerca de algún lado y tenía un montón de estatuas y tonterías para subir, saltar o trepar, como una auténtica minina. Estuve jugando como una hora, o hora y media, acabando agotada. Terminé encaramada a una estatua de hormigón, a unos tres metros del suelo. Primero recuperé el aliento, luego le di un sorbo a una botella que llevaba en la mochila, terminándola, lo que pareció revivirme, y por último me solté el pelo. El efecto de la se había pasado, por lo que encendí un cigarro.

Por debajo de mi posición pasaba un pequeño camino, que aquel día no estaba muy transitado. A lo lejos, se veía a un hombre que se acercaba hacia donde estaba. Era guapo, o lo parecía desde allí arriba. Me quedé mirándolo mientras acababa mi cigarrillo. Cuando llegó a mi altura, mis cerillas se me cayeron de las manos, cayendo en mitad del camino, delante de los pies del chico. “Mierda”, pensé. Me encantaban las cerillas y no tenía dinero para comprarme otras por el momento.

- ¡Eh, tú!- grité para llamar su atención- ¡No me las vayas a pisar!

Me senté dejando que mis piernas colgasen, para luego apoyar los pies, impulsarme un poco hacia delante y caer al suelo dando una voltereta que amortiguase la caída. Después de mi sesión de minina acelerada, no tenía las rodillas para tonterías. Me acerqué a él para recuperar mis cosas, y aproveché para echarle una mirada de arriba a abajo. No estaba mal, pero no me sonaba de nada.

- No te conozco- comenté-. Pero ya que no me has pisado mis valiosos tesoros... Me llamo Inna. ¿A dónde vas?

Que sí, me despertaba curiosidad. Yo siempre quería enterarme de todo.

por **Adrien Aldecross** Mar Mar 03, 2015 9:58 pm

Aunque la brisa estaba dotada del frío común de los días de otoño, podría decirse que al rubio le agradaba caminar bajo estas condiciones climáticas. Justo ese día había decidido dar un paseo por el lugar, luego, iría a dicha cita que tenía pendiente para adquirir el terreno por el cual había pagado una considerable suma de dinero.

Sus cabellos rubios se meneaban danzantes con el viento, su gabán negro acompañaba tal ritmo en pequeñas ondas que parecían cortejar al inclemente clima. Sumido entre pensamientos, cálculos, sumas, restas y varios planes que se venían en su apretada agenda había olvidado que caminaba por una calle poco concurrida y mucho más, que aquella mujer se columpiaba a varios metros entre movimientos felinos por entre las estatuas y pequeñas construcciones que se alzaban en aquella plaza.

A paso lento iría con la mirada fija en el horizonte, sus oídos parecían sordos y al mismo tiempo sus sentidos restantes, incluso de los que había sido dotado al aceptar el abrazo de su maestro y creador; estarían al tanto de cada episodio y circunstancia que sucediera a centímetros, metros y kilómetros. Fue entonces, cuando al escuchar aquella voz alzándose entre las paredes y rincones de aquella plaza, sus sentidos se concentrarían en detener su paso para luego, alzar la mirada y notar la presencia de aquella mujer, que grácil bajaría a recoger lo que parecería una... ¿caja de cerillas?

Con la viveza de la mirada de la mujer, quien escrutaba cada parte de su cuerpo, el vampiro arquearía una ceja, y, ante la fugaz y despreocupada pregunta de ésta, sonreiría levemente.

-No diré que es una descortesía preguntar mi nombre... Milady. Pero la curiosidad que hay dentro de usted, podría ayudarle a encontrar el camino a una muerte bastante tonta-

El viento parecía ser más irrespetuoso que la mujer que tenía en frente. Con una leve reverencia y recordando las quejas de su creador frente a su convicción de igualdad entre seres, se presentaría.

-Adrien Aldecross... respecto a mi destino, he de decirle que no suelo dar tanta información a quienes no conozco, Milady..-

Se acercaría un par de pasos más, sin irrumpir en el espacio ajeno y sus ojos se fijarían en los orbes de la fémina.

-Y usted... de dónde viene?-

por **Inna** Sáb Mar 07, 2015 2:16 pm

Me acerqué al chico mientras este se agachaba para coger mi caja de cerillas. Todo un detalle. Parecía que estaba solo, y no había quedado con nadie, así que estar conmigo era lo mejor que le podía pasar.

-Uh, todo un chico rudo que gusta de su privacía - fingí estar atormentada, pero a la vez sorprendida porque me había topado nada más y nada menos que con un colmilludo rubio nocturno, bien podía con eso y más-. Sólo que yo no pienso morir ahora, no en éste instante. Me faltan muchas cosas por vivir, quizás muera aplastada por un carruaje, por alguna enfermedad contagiosa o lo que sea, menos desangrada por una sanguijuela. Nada personal...

Al estar en el suelo, frente a él, pude verlo mejor. No era el tipo de hombres que me gustaban, esos que parece que pueden arrancarte los ojos y ponértelos de collar a la primera oportunidad. Pero confieso que sí era el tipo de chico que me gustaba cuando estaba en el instituto: Rubio, ojos claros... El prototipo que hace mojar las bragas a las mujeres reprimidas de colegio de pago y uniforme, sí, exactamente como yo lo era.

-Vamos, no seas aguafiestas, vayamos a dar un paseo. Quizás pueda ayudarte a conseguir una presa ¿qué me dices? Qué te va mejor, ¿hombres o mujeres?

Comencé a caminar, no muy rápido. Había que ganar tiempo para saber algo más de él y por fin decidiera a decirme su nombre.

- ¿Y qué se te había perdido por aquí?- pregunté con curiosidad. Yo había ido a perder el tiempo un poco, a ver cual era su excusa. Crucé los brazos y me incliné un poco hacia atrás. Tenía buen culo. No era el mejor que había visto últimamente, pero no estaba mal.

- ¿Tú corres? Quiero decir... si puedes correr rápido mucho más rápido que cualquiera- pregunté, no sin motivo-. Si la respuesta es sí, creo que te invitaré a unos tragos- y sonreí, para luego añadir- De botella. ¿O es que acaso puedes volar? - Mis ojos se abrieron como platos.

En el centro de París había un único establecimiento que me gustaba que hacía de cafetería. Lo que pasaba es que aprovechando el monopolio los precios eran un atraco a mano armada. Pero aún no ha nacido nadie capaz de timarme, así que si aquel chico sabía correr, yo le podía invitar o si lograba caerle bien, que el invitase los tragos.

por **Adrien Aldecross** Sáb Mar 14, 2015 3:09 pm

Había escuchado tantos apodos, insultos, y cualquier clase de palabra que con ácido veneno lograra describir a los de su especie; que para él, era tan común que sólo podía sonreír ante tales "halagos".

-No suelo beber cualquier cosa, digamos que soy bastante exigente con mis presas... nada personal-

Sonreiría entre burlón y satisfecho, no buscaba iniciar una discusión que terminara en malos términos, mucho menos con una perfecta desconocida, pero, su respuesta había sido casi vomitada con cierto disgusto hacia el trato que sostenía la fémina para con él.

Seguiría el paso de la joven, donde cada uno era una refrescante oleada de pensamientos que penetraban en su mente, todos ellos provenientes de una misma fuente, de la mujer de movimientos felinos. Intentaría simplemente no tirarse al suelo entre carcajadas proporcionadas por cada uno de los pensamientos que se maquilaban en la mente de la joven.

Ante la pregunta de la mujer le miraría con cierta desconfianza. ¿Qué podría hacerle esta mujer?, ¿propasarse? sabiendo de la fuerza que había sido dotado y de los conocimientos adquiridos de su padre y su abuelo en japón, esta pequeña mujer no podría ser una amenaza. Además... tal vez podría llevarle hasta ese lugar sin necesidad de tener algún altercado con personas de malos haberes.

Suspiraría y casi en un gélido aliento diría: -debo ir a recibir un terreno que he adquirido. Según las indicaciones de su ex propietario, el lugar debe quedar a pocos metros de aquí-

Casi al mismo tiempo que terminaba su respuesta, al mujer ya lanzaba otras dos, a lo cuál su silencio sería su aliado y una elegante sonrisa llena de complacencia se dibujaría en el rostro marfil del vampiro. Era como tratar con una niña pequeña, aún así, no dejaría su desconfianza a un lado.

-Puedo correr bastante rápido, aunque hace mucho que no lo hago- se encogería de hombros -supongo que no lo necesito-

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