AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fiesta a escondidas, ¿quien eres tu? ~Privado~
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Fiesta a escondidas, ¿quien eres tu? ~Privado~
-Escuchaba los gemidos, tragó mientras cerraba los ojos ya que estaba en un ahabitación a escondidas, no imaginaba que todo iba a ser asi, tenia una bandeja de cerveza en su mano, estaba medio vacia y si quería mas cerveza tendría que pensarlo dos veces antes de ir por aquel pasillo en donde todos parecían estar celebrando una orgía, no es que no le gustase los aromas del sexo pero aquello era extraño, le habian invitado a una fiesta anónima donde los homosexuales podían venir, estaban invitados. Todos tenían miedo de ser reconocidos asi que iban con una máscara mientras que otros pocos los que ya habian salido del armario la mantenían a cara descubierta cuasi riendose de quienes le miraban, si, al principio todos habian estado timidos, habia recibido algunas palabras pero cuando habian visto que él no era de los que prestaba mucha atencion se habían marchado.
El , quería conocer gente, si, era bisexual pero tambien se sentía atraido por los hombres, de un modo u otro al final escapo de todos los acontecimientos cuando sono una extraña musica y todos empezaron a bailar, el se mantenia con su cerveza en la mano sin prestar atencion, los primeros gemidos fueron escandalosos, algunos hombres timidos lo presenciaron, no sabia que habia tras las mascaras pero podía adivinarlo, los tímidos querían que le hicieran aquellas cosas, los mas traviesos habian intentado capturar a sus parejas para llevarselas a aquellos aposentos, daba igual, todo se habia convertido en un viaje, en un baile donde el todo era viable. Alzó el rostro, simplemente para mirar las ventanas que parecían endurecidas, a no habia sol sino unas cuantas gotas de lluvia que golpeaban casi temblorosamente.
Antes de darse cuenta habia cogido un poco de comida y se habia ido a una habitacion, no la habia cerrado pero cuando alguien entraba en un par de ocasiones habia tenido que cerrar la puerta diciendoles que estaba ocupado, le miraban raro pero nadie queria discutir, todos podían delatar a todos asi que nadie se atrevía a hacer nada. Esa era su carta de trueque, el no era tan rapido, o por lo menos era su primera experiencia y no deseaba perder su "virginidad" anal o hacer a otro que la perdiese, solo por un momento de pasion, un momento que no era fiesta sino orgía, cuando la puerta se abrio de nuevo quiso hechar a quien habia entrado pero al ver que se trataba de un chico, parecido a el no en el fisico sino de asustado o timido, no pudo, entonces con mucho cuidado le indico que pasara- Ven, creo que aqui estarás a salvo
-Aunque cuido sus palabras, no se sabia si ese hombre tambien estaba buscando un sitio para que le hicieran algo, bien sabia que aquellos lugares no eran buenos, a veces tenían que tener cuidado porque habia hombres molestos, acosadores, prostitutos que ibam a un lado y a otro... el caso es que le sorprendio ver a un muchacho solo, sonrio de medio labio y despues volvio a sentarse, era cierto que la habitacion era espaciosa, una cama, unas sillas, una mesa, en la mesa habia varios alimentos que habia conseguido de idas y venidas rápidas, asi, pasaria la noche, ya que dudaba que pudiese escaparse- Perdona, es lo unico que puedo ofrecerte -Señalo la comida-
El , quería conocer gente, si, era bisexual pero tambien se sentía atraido por los hombres, de un modo u otro al final escapo de todos los acontecimientos cuando sono una extraña musica y todos empezaron a bailar, el se mantenia con su cerveza en la mano sin prestar atencion, los primeros gemidos fueron escandalosos, algunos hombres timidos lo presenciaron, no sabia que habia tras las mascaras pero podía adivinarlo, los tímidos querían que le hicieran aquellas cosas, los mas traviesos habian intentado capturar a sus parejas para llevarselas a aquellos aposentos, daba igual, todo se habia convertido en un viaje, en un baile donde el todo era viable. Alzó el rostro, simplemente para mirar las ventanas que parecían endurecidas, a no habia sol sino unas cuantas gotas de lluvia que golpeaban casi temblorosamente.
Antes de darse cuenta habia cogido un poco de comida y se habia ido a una habitacion, no la habia cerrado pero cuando alguien entraba en un par de ocasiones habia tenido que cerrar la puerta diciendoles que estaba ocupado, le miraban raro pero nadie queria discutir, todos podían delatar a todos asi que nadie se atrevía a hacer nada. Esa era su carta de trueque, el no era tan rapido, o por lo menos era su primera experiencia y no deseaba perder su "virginidad" anal o hacer a otro que la perdiese, solo por un momento de pasion, un momento que no era fiesta sino orgía, cuando la puerta se abrio de nuevo quiso hechar a quien habia entrado pero al ver que se trataba de un chico, parecido a el no en el fisico sino de asustado o timido, no pudo, entonces con mucho cuidado le indico que pasara- Ven, creo que aqui estarás a salvo
-Aunque cuido sus palabras, no se sabia si ese hombre tambien estaba buscando un sitio para que le hicieran algo, bien sabia que aquellos lugares no eran buenos, a veces tenían que tener cuidado porque habia hombres molestos, acosadores, prostitutos que ibam a un lado y a otro... el caso es que le sorprendio ver a un muchacho solo, sonrio de medio labio y despues volvio a sentarse, era cierto que la habitacion era espaciosa, una cama, unas sillas, una mesa, en la mesa habia varios alimentos que habia conseguido de idas y venidas rápidas, asi, pasaria la noche, ya que dudaba que pudiese escaparse- Perdona, es lo unico que puedo ofrecerte -Señalo la comida-
Jasper Lust- Gitano
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Fecha de inscripción : 30/03/2013
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Re: Fiesta a escondidas, ¿quien eres tu? ~Privado~
Donatien terminaba de alistarse frente al espejo de su pequeño baño cuando el reloj de péndulo de la sala marcó las nueve de la noche. El muchacho no supo bien si fue aquel resonar que marcaba la hora lo que le asustó o simplemente el hecho de que la hora de partir había arribado finalmente.
Dos semanas atrás, dialogando con uno de sus compañeros de clase en el College de France, el francés se enteró de que en la ciudad solían darse casi mensualmente una serie de fiestas privadas, abocadas directamente a los jóvenes homosexuales de París. Sorprendido por aquella particular novedad, Donatien supo que tenía que manejar dicha información como algo sumamente secreto, pues, tal condición sexual no era bien vista en ningún ámbito social dadas las estrictas imposiciones religiosas impuestas por la Iglesia; “Sé maricón y arderas eternamente en el Infierno”. Sin embargo pareciese ser que más de un joven parisino se había llenado de valentía para adentrarse a ese juego secreto y peligroso de reuniones con otros muchachos que se vislumbraban unos a otros simplemente como pares.
Donatien se atrevió a anotar en una pequeña libreta la dirección del festín y la fecha en que éste se llevaría a cabo. Le sonrió amablemente a su compañero de clase, aunque en su interior no estaba del todo seguro de si concurriría o no. Aquella aventura tenía una dualidad que no convencía del todo al mancebo; por un lado la oportunidad de tratar con otros homosexuales de la ciudad -cosa que era casi imposible da darse en cualquier otro ámbito cotidiano sin el temor de ser descubierto, mal visto o señalado por otros- pero también estaba aquel factor que cosquilleaba en las vísceras del estudiante con sensación a mal augurio ¿Y si todo era una farsa, una trampa para eliminarles a todos? Donatien jamás dudaría de lo cruel que la Iglesia podía llegar a ser frente a sus “enemigos” y aunque no estaba sumergido para nada en el tema, siempre se había mantenido de ojos bien abiertos, atentos a los movimientos anunciados por el clero en Francia.
Las jornadas transcurrieron con monotonía. Últimamente la vida del muchacho había pasado a ser una rutina estricta y demarcada de forma precisa; despertar, estudiar, dirigirse a la Universidad, luego a la casa de telas y finalmente de allí nuevamente a su hogar. Aseo, comida, algo de lectura y nuevamente a descansar. Quizás para muchos aquello era una vida sumamente aburrida, pero Donatien disfrutaba de ella o por lo menos su siempre presente optimismo le hacía contemplar la situación desde una perspectiva mucho más amena. No obstante, como cualquier adolescente, la curiosidad a veces solía tratar de jugarle malas pasadas al joven ¿Qué habría más allá de lo cotidiano? ¿Cómo se entretendrían aquellos muchachos que al igual que él, se veían atraídos física y emocionalmente por otros hombres? ¿Llevarían sus anhelos y forma de ser en secreto o quienes le rodeasen estarían al tanto de tales cosas? Cuestiones y más cuestiones que suplicaban por una respuesta, por más mísera que la misma fuese.
Con la cabeza apoyada en la almohada y sumergido por la oscuridad de su recamara, finalmente Donatien había decidido que concurriría al enigmático evento.
La residencia tenía una puerta enorme, de cedro blanco y doble hoja, con dos manecillas de bronce para anunciar cualquier llegada. El muchacho supuso que quien organizaba la fiesta sería el hijo de algún adinerado caballero de alta alcurnia.
Llamó a la puerta tratando de mantener la serenidad y aguardó para ser recibido. Justo antes de que eso sucediese el mancebo recordó vestir la máscara que su compañero de estudios le recomendó llevase consigo. Un sencillo antifaz de encaje negro que el mismo Donatien había confeccionado la tarde anterior ahora ocultaba su identidad, de igual forma que el caballero que abrió la puerta de la residencia y le invito a pasar de forma cordial.
Sin muchas explicaciones de por medio, quien acompaño a Donatien hasta la sala principal del evento le informó que “todos los presentes buscaban la forma de entretenimiento más amena para su persona” y que por ende él debía hacer lo mismo. Sin más, el individuo desapareció entre los invitados y Donatien quedó estático en medio de la sala sin saber exactamente qué hacer. Más de un par de ojos comenzaron a seguir sus tímidos pasos. Algunas miradas despojaban burla, mientras que otras proyectaban sensaciones extrañas que el muchacho no descifraba completamente. El estudiante había pasado a sentirse como un cervatillo rodeado de fieras que muy claro tenían lo que habían venido a buscar.
Tomó una copa de vino blanco y comenzó a explorar el sitio. Una casa antigua, de arquitectura magnifica, adornada exquisitamente con numerosos objetos que simplemente advertían del excelente gusto de su dueño, un caballero sumergido en una inmensa onerosidad sin dudas.
Los violines, que seguramente tenían como función amenizar el ambiente habían pasado repentinamente a un segundo plano cuando aquellos jadeos de placer tomaron lugar de protagonismo en la residencia. En los pasillos que dirigían a las diferentes recamaras de la vivienda podían oírse con claridad las suplicas de pasión y lujuria que algunos de los invitados despojaban a la par que mantenían todo tipo de prácticas sexuales, en dúo o de forma grupal con otros enmascarados.
Donatien comenzó a sentir la presencia de un nudo en su garganta. La incomodidad lentamente se esparcía por todo su ser, pues aquello era algo completamente diferente a lo que su mente esperaba. No habían hombres jóvenes dialogando sobre como sobrellevaban su homosexualidad, ni de qué clase de literatura les gustaba más. No, allí todo tipo de expresión había pasado a ser lenguaje corporal, algo con lo que el muchacho sinceramente no estaba para nada relacionado.
Sin pensarlo dos veces, apuró su andar entre los pasillos de la residencia. Sus azulados ojos se movían de un lado a otro en busca de un refugio, un sitio donde pudiese mantenerse “a salvo” hasta que todo terminase. Fue entonces, que tratando de abrir una puerta escucho una voz serena, indicándole que se acercase. Aunque en primera instancia la duda se plantó en la mente del mancebo, éste término por dejarse llevar y confiar en que todo estaría bien allí. Y así fue.
- Muchas gracias – confirió tras cerrar la puerta de la habitación y observar panorámicamente el ambiente. Le resultó extraño ver a aquel joven solitario, tal vez él se sentía tan agobiado como Donatien para aquellos instantes.
- No os preocupéis, solo buscaba un sitio para estar en paz – sonrió levemente tras sus palaras y tomo asiento en una de las sillas que se encontraban en la recamara, despojando un suspiro de alivio por ya encontrarse allí – Esto termino por ser todo lo contrario a lo que había imaginado –confesó para luego liberar una risa nerviosa que se escapó de sus labios sin siquiera saber si su acompañante tomaría bien aquel comentario, después de todo se encontraba allí, quien sabe si ocultándose o solamente descansando luego de una ardua sesión de lujuria.
Dos semanas atrás, dialogando con uno de sus compañeros de clase en el College de France, el francés se enteró de que en la ciudad solían darse casi mensualmente una serie de fiestas privadas, abocadas directamente a los jóvenes homosexuales de París. Sorprendido por aquella particular novedad, Donatien supo que tenía que manejar dicha información como algo sumamente secreto, pues, tal condición sexual no era bien vista en ningún ámbito social dadas las estrictas imposiciones religiosas impuestas por la Iglesia; “Sé maricón y arderas eternamente en el Infierno”. Sin embargo pareciese ser que más de un joven parisino se había llenado de valentía para adentrarse a ese juego secreto y peligroso de reuniones con otros muchachos que se vislumbraban unos a otros simplemente como pares.
Donatien se atrevió a anotar en una pequeña libreta la dirección del festín y la fecha en que éste se llevaría a cabo. Le sonrió amablemente a su compañero de clase, aunque en su interior no estaba del todo seguro de si concurriría o no. Aquella aventura tenía una dualidad que no convencía del todo al mancebo; por un lado la oportunidad de tratar con otros homosexuales de la ciudad -cosa que era casi imposible da darse en cualquier otro ámbito cotidiano sin el temor de ser descubierto, mal visto o señalado por otros- pero también estaba aquel factor que cosquilleaba en las vísceras del estudiante con sensación a mal augurio ¿Y si todo era una farsa, una trampa para eliminarles a todos? Donatien jamás dudaría de lo cruel que la Iglesia podía llegar a ser frente a sus “enemigos” y aunque no estaba sumergido para nada en el tema, siempre se había mantenido de ojos bien abiertos, atentos a los movimientos anunciados por el clero en Francia.
Las jornadas transcurrieron con monotonía. Últimamente la vida del muchacho había pasado a ser una rutina estricta y demarcada de forma precisa; despertar, estudiar, dirigirse a la Universidad, luego a la casa de telas y finalmente de allí nuevamente a su hogar. Aseo, comida, algo de lectura y nuevamente a descansar. Quizás para muchos aquello era una vida sumamente aburrida, pero Donatien disfrutaba de ella o por lo menos su siempre presente optimismo le hacía contemplar la situación desde una perspectiva mucho más amena. No obstante, como cualquier adolescente, la curiosidad a veces solía tratar de jugarle malas pasadas al joven ¿Qué habría más allá de lo cotidiano? ¿Cómo se entretendrían aquellos muchachos que al igual que él, se veían atraídos física y emocionalmente por otros hombres? ¿Llevarían sus anhelos y forma de ser en secreto o quienes le rodeasen estarían al tanto de tales cosas? Cuestiones y más cuestiones que suplicaban por una respuesta, por más mísera que la misma fuese.
Con la cabeza apoyada en la almohada y sumergido por la oscuridad de su recamara, finalmente Donatien había decidido que concurriría al enigmático evento.
La residencia tenía una puerta enorme, de cedro blanco y doble hoja, con dos manecillas de bronce para anunciar cualquier llegada. El muchacho supuso que quien organizaba la fiesta sería el hijo de algún adinerado caballero de alta alcurnia.
Llamó a la puerta tratando de mantener la serenidad y aguardó para ser recibido. Justo antes de que eso sucediese el mancebo recordó vestir la máscara que su compañero de estudios le recomendó llevase consigo. Un sencillo antifaz de encaje negro que el mismo Donatien había confeccionado la tarde anterior ahora ocultaba su identidad, de igual forma que el caballero que abrió la puerta de la residencia y le invito a pasar de forma cordial.
Sin muchas explicaciones de por medio, quien acompaño a Donatien hasta la sala principal del evento le informó que “todos los presentes buscaban la forma de entretenimiento más amena para su persona” y que por ende él debía hacer lo mismo. Sin más, el individuo desapareció entre los invitados y Donatien quedó estático en medio de la sala sin saber exactamente qué hacer. Más de un par de ojos comenzaron a seguir sus tímidos pasos. Algunas miradas despojaban burla, mientras que otras proyectaban sensaciones extrañas que el muchacho no descifraba completamente. El estudiante había pasado a sentirse como un cervatillo rodeado de fieras que muy claro tenían lo que habían venido a buscar.
Tomó una copa de vino blanco y comenzó a explorar el sitio. Una casa antigua, de arquitectura magnifica, adornada exquisitamente con numerosos objetos que simplemente advertían del excelente gusto de su dueño, un caballero sumergido en una inmensa onerosidad sin dudas.
Los violines, que seguramente tenían como función amenizar el ambiente habían pasado repentinamente a un segundo plano cuando aquellos jadeos de placer tomaron lugar de protagonismo en la residencia. En los pasillos que dirigían a las diferentes recamaras de la vivienda podían oírse con claridad las suplicas de pasión y lujuria que algunos de los invitados despojaban a la par que mantenían todo tipo de prácticas sexuales, en dúo o de forma grupal con otros enmascarados.
Donatien comenzó a sentir la presencia de un nudo en su garganta. La incomodidad lentamente se esparcía por todo su ser, pues aquello era algo completamente diferente a lo que su mente esperaba. No habían hombres jóvenes dialogando sobre como sobrellevaban su homosexualidad, ni de qué clase de literatura les gustaba más. No, allí todo tipo de expresión había pasado a ser lenguaje corporal, algo con lo que el muchacho sinceramente no estaba para nada relacionado.
Sin pensarlo dos veces, apuró su andar entre los pasillos de la residencia. Sus azulados ojos se movían de un lado a otro en busca de un refugio, un sitio donde pudiese mantenerse “a salvo” hasta que todo terminase. Fue entonces, que tratando de abrir una puerta escucho una voz serena, indicándole que se acercase. Aunque en primera instancia la duda se plantó en la mente del mancebo, éste término por dejarse llevar y confiar en que todo estaría bien allí. Y así fue.
- Muchas gracias – confirió tras cerrar la puerta de la habitación y observar panorámicamente el ambiente. Le resultó extraño ver a aquel joven solitario, tal vez él se sentía tan agobiado como Donatien para aquellos instantes.
- No os preocupéis, solo buscaba un sitio para estar en paz – sonrió levemente tras sus palaras y tomo asiento en una de las sillas que se encontraban en la recamara, despojando un suspiro de alivio por ya encontrarse allí – Esto termino por ser todo lo contrario a lo que había imaginado –confesó para luego liberar una risa nerviosa que se escapó de sus labios sin siquiera saber si su acompañante tomaría bien aquel comentario, después de todo se encontraba allí, quien sabe si ocultándose o solamente descansando luego de una ardua sesión de lujuria.
Donatien Tautou- Humano Clase Media
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Re: Fiesta a escondidas, ¿quien eres tu? ~Privado~
-Lo primero que se formó en sus labios fue una silenciosa sonrisa, al parecer no se había equivocado ese muchacho tenía pinta de delicado, incluso de alguien novato como cruelmente se empezaría a llamar a las personas homosexuales que acudían a esos sitios para comprobar cual era la diversión, más se preguntaba ¿que diversión podía haber? era solo sexo, incluso una orgía podría ser más exquisita porque era directa, el habia pensado que desde el principio solo sería una fiesta más y uno un sitio donde la gente violaba a espensas de quien fuese el activo y quien el pasivo, permaneció silencioso, sin importar sus pensamientos aunque vacilaba entre ser claro con aquel muchacho o no ¿que edad tendría? seguramente él, era mucho menor y no debía ni de cuestionarse aquellos asuntos tribiales- Lo se, yo también pensé que era distinto -Confesó mientras bebía un poco de vino y después miraba hacia la puerta, alguien intentaba entrar pero al verla cerrada tras unos desesperados mvimientos desistió, era lo bueno de tener en frente a una panda de "mariconas" ( en la que se incluía él, obviamente ) calenturientas, solo deseaban una cosa y cuando no encontraban un sitio dejaban de intentarlo, agradeció eso y el haber cerrado la puerta o se habrían visto en una situación estúpida con ambos afuera intentando encontrar otra habitación vacía.
El sonido de su respiración fue suficiente para inundar la habitación, dedicándole una sonrisa calmada al muchacho, era una de esas sonrisas que cuando se veían, a pesar de que no fuese el momento, te calmaban o tranquilizaban. Se sentó al lado de aquel muchacho y le miró con cierta curiosidad- ¿Como pensabas que sería? Yo, creo que inocentemente pensaba que sería para hablar, conocer hombres es cierto con tu misma sexualidad pero también con tus gustos y no que sería como el cuento de las hadas y que al llevar las 12 la magia desaparecería, al principio todo era lindo ¿no crees? pero despues fue como un obsceno...-Intentó pensar, sus cabellos acariciaron sus hombros mientras colocaba la mano en el mentón, sus facciones se ausentaron por un momento mientras pensaba en los similes que podía usar para potenciar lo que estaba pensando, solo que pensaba que aquello asustaría al pobre muchacho, asi que volvió a dar un sorbo de vino, sonrio con suavidad y encogio los hombros- Pero no te preocupes, yo te protegeré.
-Sonrio apenas hasta que se dio cuenta de que habia cometido un error- Disculpa, no me he presentado aun ¿verdad? -Le contemplo a los ojos, aquel era un chico atractivo, podía sentir sus orbes nerviosos o como el cuerpo ajeno transmitía aquella inquietud, de hecho cualquier chico normal actuaría de ese modo, se sorprendio preguntándose porque estaba tan tranquilo, habia tomado una habitación y se habia quedado callado y silencioso esperando que todo pasara, era evidente de que cualquier otro habria estado asustado, habría esperado a que todo estuviese mas tranquilo para irse y no estaría pensando en si habia comida o no, tomó, pensando en la comida un bocadillo de pan y algo de carne partiendolo por la mitad, disfrutando del aroma que aún poseía aunque estuviese frío tendiendole un poco- Me llamo Jasper Lust, puedes llamarme Jasper -Apenas sonreía, era un gitano podían llamarle hasta "tu" pero en cierto modo pensaba o quería pensar que aquel chico no le juzgaría,homosexual y más encima gitano ¿podía pedir más? era como un pack de endemoniado que llevaba escrito en la frente porque nadie le iba a querer o a buscar siendo de ese modo, los gemidos en ocasiones inundaban, traspasaban y parecían pasar inadvertidos, orgullosos de colarse en los oidos inocentes y silenciosos de ambos- ¿cual es tu nombre? -Pronuncio, opacando el sonido de un chico bastante ruidoso que al parecer estaba disfrutando de aquella experiencia, bueno, no todos eran iguales ¿cierto?-
Aunque, si no quieres decirmelo, es evidente que no tienes que preocuparte, no soy de los que gusten escuchar un nombre falso porque si nos vemos...-empezó a trastabillarse con las palabras pero después negó, tomando aire y finalmente respondiendo- lo que quiero decir es que hay mucha gente que no se sepa eso, además, como puedes notar soy un gitano y si te veo por la calle y no deseas que te salude puedes decirlo ahora mismo -le guiñó el ojo, aquello no le molestaría, en aquellos tiempos un homosexual era muy mal visto, lo normal era que el hombre y la mujer estuviesen juntos, no que el hombre y el hombre tuviesen algo, era una aberración aunque se preguntó si dios también lo veía asi, simplemente, los humanos parecían hablar por aquel dios como si ellos supiesen que era lo que pasaba, era simplemente irreal que un hombre dijese "dios ha dicho" "dios piensa" cuando no podía saber nada-
El sonido de su respiración fue suficiente para inundar la habitación, dedicándole una sonrisa calmada al muchacho, era una de esas sonrisas que cuando se veían, a pesar de que no fuese el momento, te calmaban o tranquilizaban. Se sentó al lado de aquel muchacho y le miró con cierta curiosidad- ¿Como pensabas que sería? Yo, creo que inocentemente pensaba que sería para hablar, conocer hombres es cierto con tu misma sexualidad pero también con tus gustos y no que sería como el cuento de las hadas y que al llevar las 12 la magia desaparecería, al principio todo era lindo ¿no crees? pero despues fue como un obsceno...-Intentó pensar, sus cabellos acariciaron sus hombros mientras colocaba la mano en el mentón, sus facciones se ausentaron por un momento mientras pensaba en los similes que podía usar para potenciar lo que estaba pensando, solo que pensaba que aquello asustaría al pobre muchacho, asi que volvió a dar un sorbo de vino, sonrio con suavidad y encogio los hombros- Pero no te preocupes, yo te protegeré.
-Sonrio apenas hasta que se dio cuenta de que habia cometido un error- Disculpa, no me he presentado aun ¿verdad? -Le contemplo a los ojos, aquel era un chico atractivo, podía sentir sus orbes nerviosos o como el cuerpo ajeno transmitía aquella inquietud, de hecho cualquier chico normal actuaría de ese modo, se sorprendio preguntándose porque estaba tan tranquilo, habia tomado una habitación y se habia quedado callado y silencioso esperando que todo pasara, era evidente de que cualquier otro habria estado asustado, habría esperado a que todo estuviese mas tranquilo para irse y no estaría pensando en si habia comida o no, tomó, pensando en la comida un bocadillo de pan y algo de carne partiendolo por la mitad, disfrutando del aroma que aún poseía aunque estuviese frío tendiendole un poco- Me llamo Jasper Lust, puedes llamarme Jasper -Apenas sonreía, era un gitano podían llamarle hasta "tu" pero en cierto modo pensaba o quería pensar que aquel chico no le juzgaría,homosexual y más encima gitano ¿podía pedir más? era como un pack de endemoniado que llevaba escrito en la frente porque nadie le iba a querer o a buscar siendo de ese modo, los gemidos en ocasiones inundaban, traspasaban y parecían pasar inadvertidos, orgullosos de colarse en los oidos inocentes y silenciosos de ambos- ¿cual es tu nombre? -Pronuncio, opacando el sonido de un chico bastante ruidoso que al parecer estaba disfrutando de aquella experiencia, bueno, no todos eran iguales ¿cierto?-
Aunque, si no quieres decirmelo, es evidente que no tienes que preocuparte, no soy de los que gusten escuchar un nombre falso porque si nos vemos...-empezó a trastabillarse con las palabras pero después negó, tomando aire y finalmente respondiendo- lo que quiero decir es que hay mucha gente que no se sepa eso, además, como puedes notar soy un gitano y si te veo por la calle y no deseas que te salude puedes decirlo ahora mismo -le guiñó el ojo, aquello no le molestaría, en aquellos tiempos un homosexual era muy mal visto, lo normal era que el hombre y la mujer estuviesen juntos, no que el hombre y el hombre tuviesen algo, era una aberración aunque se preguntó si dios también lo veía asi, simplemente, los humanos parecían hablar por aquel dios como si ellos supiesen que era lo que pasaba, era simplemente irreal que un hombre dijese "dios ha dicho" "dios piensa" cuando no podía saber nada-
Jasper Lust- Gitano
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