AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
2 participantes
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La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
Se me ha perdido una niña,
cataplín, cataplín, cataplero,
se me ha perdido una niña
en el fondo del jardín.
Yo se la he encontrado,
cataplín, cataplín, cataplero
yo se la he encontrado
en el fondo del jardín.
Haga el favor de entregarla
cataplín, cataplín, cataplero
haga el favor de entregarla,
del fondo del jardín.
Iba cantando por la calle aquella ronda que había estado jugando con los niños de la casa de la acogida, mientras en lo alto la oscuridad comenzaba a cubrir todo a su paso, ya era de noche, una muy fría noche, para mantener el calor en mi cuerpo había seguido cantando aquella ronda, moviendo mi cuerpo de manera suave, el pantaloncillo que traía puesto me quedaba ajustado, pero corto de piernas, las botas que traía eran unas tallas mas grandes y las tenia rellenas de telas rotas, la camisa me quedaba corta pero el corsé que la afirmaba me ayudaba a que no se notara aquello mas el abrigo que me quedaba corto de mangas me abrigaba la espalda. Sople en mis manos para que el halo de mi interior las abrigara. - Este invierno parece ser mas helado que los otros - refregué mis manos contra mis piernas mientras comenzaba a tararear la ronda en mi cabeza.
Las carrozas pasaban por la calle a gran velocidad, los caballos agitados podía verlos sufrir, aun así ellos estaban mas abrigados que yo pensé mientras las personas desaparecían a mi alrededor, muchos entraban a sus casas, ya era tarde, era la hora de la cena o del te, o tal vez de acurrucarse en frente a una fogata ¿Quien sabe? pero para mi era hora de ir a recoger ropa a la casa de los Denoir, una familia de ancianos que donaba las ropas de sus hijos mensualmente, era triste ir por ellas, todos los meses tenia que escuchar la historia de como sus hijos habían muertos ahogados en un puerto lejano, por las grandes tormentas, ellos se sentían culpables, pero a pesar de soportar aquella repetitiva historia me hacían sentir bien, decían que me parecía a Luisa, su hija mayor, de alguna forma me aprovechaba de aquello solo para sacar un par de frazadas de mas o algún almohadón suavecito para mi colección.
Doble en la esquina cuando sentí el galope fuerte de los caballos, estaba mas oscuro de costumbre y los faroles poco alumbraban, me faltaba poco mas de cuatro mansiones para llegar donde los viejos Denoir. Suspire y vi como mi aliento parecía humo, me estremecí al sentir el frió repentino una helada brisa comenzó a subir, lo mas probable que la lluvia pronto llegara y me dejara empapada. di un saltito y me fui dando brincos para mantener el calor mientras cantaba casi alegremente...
¿En qué quiere que la traiga,
cataplín, cataplín, cataplero
en que quiere que la traiga
del fondo de jardín?
Tráigamela en sillita,
cataplín, cataplín, cataplero
tráigamela en sillita,
del fondo del jardín.
Aquí la traigo en sillita,
cataplín, cataplín, cataplero
aquí la traigo en sillita,
del fondo del jardín.
cataplín, cataplín, cataplero,
se me ha perdido una niña
en el fondo del jardín.
Yo se la he encontrado,
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yo se la he encontrado
en el fondo del jardín.
Haga el favor de entregarla
cataplín, cataplín, cataplero
haga el favor de entregarla,
del fondo del jardín.
Iba cantando por la calle aquella ronda que había estado jugando con los niños de la casa de la acogida, mientras en lo alto la oscuridad comenzaba a cubrir todo a su paso, ya era de noche, una muy fría noche, para mantener el calor en mi cuerpo había seguido cantando aquella ronda, moviendo mi cuerpo de manera suave, el pantaloncillo que traía puesto me quedaba ajustado, pero corto de piernas, las botas que traía eran unas tallas mas grandes y las tenia rellenas de telas rotas, la camisa me quedaba corta pero el corsé que la afirmaba me ayudaba a que no se notara aquello mas el abrigo que me quedaba corto de mangas me abrigaba la espalda. Sople en mis manos para que el halo de mi interior las abrigara. - Este invierno parece ser mas helado que los otros - refregué mis manos contra mis piernas mientras comenzaba a tararear la ronda en mi cabeza.
Las carrozas pasaban por la calle a gran velocidad, los caballos agitados podía verlos sufrir, aun así ellos estaban mas abrigados que yo pensé mientras las personas desaparecían a mi alrededor, muchos entraban a sus casas, ya era tarde, era la hora de la cena o del te, o tal vez de acurrucarse en frente a una fogata ¿Quien sabe? pero para mi era hora de ir a recoger ropa a la casa de los Denoir, una familia de ancianos que donaba las ropas de sus hijos mensualmente, era triste ir por ellas, todos los meses tenia que escuchar la historia de como sus hijos habían muertos ahogados en un puerto lejano, por las grandes tormentas, ellos se sentían culpables, pero a pesar de soportar aquella repetitiva historia me hacían sentir bien, decían que me parecía a Luisa, su hija mayor, de alguna forma me aprovechaba de aquello solo para sacar un par de frazadas de mas o algún almohadón suavecito para mi colección.
Doble en la esquina cuando sentí el galope fuerte de los caballos, estaba mas oscuro de costumbre y los faroles poco alumbraban, me faltaba poco mas de cuatro mansiones para llegar donde los viejos Denoir. Suspire y vi como mi aliento parecía humo, me estremecí al sentir el frió repentino una helada brisa comenzó a subir, lo mas probable que la lluvia pronto llegara y me dejara empapada. di un saltito y me fui dando brincos para mantener el calor mientras cantaba casi alegremente...
¿En qué quiere que la traiga,
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en que quiere que la traiga
del fondo de jardín?
Tráigamela en sillita,
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del fondo del jardín.
Aquí la traigo en sillita,
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del fondo del jardín.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
El día en que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo
La verdad es que había pasado tiempo desde que invadió la privacidad y la propiedad ajena de algún ser humano, quizás varios siglos pues lo comenzó a considerar poco práctico, las razones muy sencillas realmente, te podían observar los vecinos, los humanos podrían tener animales resguardándolos, y encontrarte con varios humanos a la vez los cuales fácilmente se pueden alterar y gritar, causando aspavientos y llamando la atención para los demás, incluso si no viniera nadie por esto, quedaría al menos el registro auditivo en mentes ajenas de terceros de que algo sucedió, esto lo aprendió con la experiencia aunque claro ya se había olido antes de comenzar a hacerlo hace siglos de que cosas así podrían suceder pero para ese entonces su mentalidad era diferente y sus prioridades también, así como también sus habilidades y conocimientos, el mundo ahora es completamente diferente y cada cien años los cambios suelen hacerse bastante radicales y muy notorios, así lo ha percibido él en el tiempo que lleva de pie por este mundo sucio y descuidado en el que tanto disfruta sacar provecho de todos los demás, no obstante él como ser jamás dejará de ser frio y calculador para todo tipo de situaciones, es algo inherente de su parte, algo que jamás cambiara en él no importa la situación o en el tiempo en que se enfrente a esta situación, se podría catalogar como un letargo en sus múltiples personalidades, pero tratándose de él es muy difícil siquiera fijar cambios en una de sus tantas “modalidades”, es casi imposible para cualquiera definir cuál de todas es más real que la otra, y cuál más falsa que la otra, un maldito laberinto dentro de más laberintos que solo son recorridos en toda su extensión por él, sin miedo alguno de perderse entre ellos, de hacerlo sería muy complicado en todo sentido, pero no peligroso para él, sino para todos los demás que podrían estar cerca de él en cualquier momento,, claro no se mantenía equilibrado por los demás sino por sí mismo, ya que de esta manera es muy fácil que controle todo lo que puede llegar a experimentar. Y esta noche había sido escogida para que la melancolía de tiempos pasados tomara lugar solo por capricho y nada más, no por alguna real necesidad, incluso el hogar ya estaba marcado para la gran noche, y ningún error debía cometerse para satisfacer sus propias expectativas y exigencias personales.
Tras caminar unos momentos con su bastón de innecesario apoyo ya se encontraba muy cerca de su destino, aquella casa común y corriente, el ambiente se encontraba tranquilo más allá de unos sonidos animales y pisadas, pero todas las esencias por el momento se mantenían alejadas de su posición, y con eso tomado en cuenta se dispuso a iniciar lo que tenía planeado, con anterioridad ya había inspeccionado las entradas que tenía la casa, por dónde entrar, por donde salir, que caminos bloquear y que caminos tomar, podría parecer ridículo y exagerado que tomara tantas precauciones para alimentarse y asaltar el hogar de unos simples y corrientes humanos, pero los rigurosos detalles siempre serán lo suyo * La noche será tan larga como a mi gusto le plazca * murmuró para sí mismo en un par de segundos mientras se colaba por el muro de piedra desgastado de la casa, ergio su cuerpo pisando firme sobre la piedra, observando desde arriba la casa de un solo piso, algo sumamente extraño a decir verdad, probablemente fue en lo primero que se fijó respecto a esta morada y quizás un punto esencial al momento de haberla elegido, pero ni él mismo puede saberlo. Giró el rostro por los alrededores y tal como sus sentidos le indicaban no había nadie cerca que pudiera haberlo visto subir, pero tanto como su nariz y sus ojos captaron al mismo instante una figura acercarse hacía aquella zona donde se encontraba, ¿por qué tenían que interrumpir? Que probabilidad existe de que a estas horas la pareja de esta casa reciba visitas, aunque cabía la posibilidad que los ancianos de la otra casa la recibieran, probabilidades, siempre sorprenden, no importa cuánto tiempo lleves jugando con ellas, “esconderse” nunca fue su estilo, por ende esperaría a que aquella figura femenina terminara de acercarse, a pesar de las extrañas ropas, era mujer y eso estaba más que claro, aquella voz suave y esos pequeños brincos delataban con facilidad. Averno tomó asiento sobre el muro observando directamente hacía aquella calle, en cuanto el sentido de la vista de aquella muchacha hiciera su trabajo, se toparían las miradas a pesar de estar alejado del suelo por al menos un metro y medio, la ventaja de no ser humano es que él ya sabe desde antes lo que tendrá delante y ella no, no planea nada, solo tomar los acotamientos como estos.
Averno- Vampiro Clase Alta
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
Millones de veces había pasado por estas calles de noche, aunque en un principio temía ser pillada por los dueños de las casonas inmensas, hacía varios años que ya no les tenía miedo, a pesar de mi fragilidad era bastante escurridiza y conocía las calles mejor que nadie, o al menos eso era lo que creía. Esa noche parecía diferente, oscura, a mi parecer muy oscura, mis suspiros parecían aumentar, el frio calaba fuerte y por más que mis brincos me ayudaran para mantener el calor no era algo que parecía quedarse en mi cuerpo, más bien solo pocos segundos podía mantenerme abrigada. Detestaba aquello, detestaba no poder tener algo más para cubrir mi cuerpo. Los caballos pasaron por la calle a gran velocidad, de seguro ellos si estarían bastante abrigados, ya estaba fuera de la casa de los Denoir, en completo silencio mire hacia todos lados segura de que me encontrara totalmente sola, pero… no era así, y no sabía que lo que había visto había sido real. Poco más allá de mi posición unos ojos parecían observarme detenidamente, ¿Alguien estaba levitando? Me rasque la cabeza un poco confundida y para salir de mi duda gire mi cuerpo hacia donde según yo había alguien.
Pase saliva algo nerviosa, quizás era Gianella, o tal vez Tom… entre cerré los ojos para poder ver mejor pero en realidad todo parecía tan en calma como cualquier noche de invierno. Me volví a girar, quizás solo eran ideas mías, me puse en puntas de pie para ver si aún estaban despiertos mis viejos amigos, solo la luz de la entrada estaba encendida, en ella había un paquete, mi sonrisa se amplió en ese momento. Con cuidado empuje la puerta de entrada esta rechino más fuerte de lo que hubiera querido, me estremecí con el ruido y volví a girar mi cabeza para ver aquellos ojos aún estaban ahí, pero ya no distinguía nada con toda esa oscuridad - Muy buen día, su señoría. Mantantiru-Liru-Lá! ¿Qué quería su señoría? Mantantiru-Liru-Lá! – comencé a cantar suavemente, de alguna forma en ese momento parecía darme una extraña confianza cantar rondas, como si estuviera robando entre con mucho cuidado, algo en mi interior estaba inquiero, lo más probable era el hambre que tenía, ya que no comía hacia un día o tal vez dos, fatiga eso debía ser todo lo que estaba sintiendo.
Llegue a la mampara de la casa de los Denoir y tome el paquete que había ahí, sobre el descansaba una nota que decía: Emy, no te pudimos esperar ya que fuimos invitados a una cena en la casa de unos amigos, te hemos dejado frazadas, para que te cubras ven en estos días para que te pasemos la ropa de invierno que aún nos queda. Saludos Sr. Y Sra. Denoir. P.D. En la bolsa de Papel hay panecillos con queso. – ¡Eso! – dije casi en un grito entusiasta y di un brinco de felicidad. Tome asiento ahí mismo en el escalos de aquel lugar y abrí con mucho ánimo la bolsa de papel, el pan aún estaba tibio y mi estómago comenzó a reclamar el tiempo que el aroma llego a mi nariz, habían cuatro panecillos, así que guardaría tres para los días siguiente, ya que no sabía si tendría comida para los otros días. Tome un pan y me lo lleve a la boca, mastique con bastantes ganas mientras mi saliva inundaba mi boca. Mientras tragaba seguía en mi cabeza aquella ronda dando vueltas. – Solo faltó algo para beber – suspire con fuerzas – Pero bueno Guatita llena corazón contento – me sobe la barriga y di un salto tomando el paquete más abultado para comenzar mi retorno a mi improvisado hogar…
Pase saliva algo nerviosa, quizás era Gianella, o tal vez Tom… entre cerré los ojos para poder ver mejor pero en realidad todo parecía tan en calma como cualquier noche de invierno. Me volví a girar, quizás solo eran ideas mías, me puse en puntas de pie para ver si aún estaban despiertos mis viejos amigos, solo la luz de la entrada estaba encendida, en ella había un paquete, mi sonrisa se amplió en ese momento. Con cuidado empuje la puerta de entrada esta rechino más fuerte de lo que hubiera querido, me estremecí con el ruido y volví a girar mi cabeza para ver aquellos ojos aún estaban ahí, pero ya no distinguía nada con toda esa oscuridad - Muy buen día, su señoría. Mantantiru-Liru-Lá! ¿Qué quería su señoría? Mantantiru-Liru-Lá! – comencé a cantar suavemente, de alguna forma en ese momento parecía darme una extraña confianza cantar rondas, como si estuviera robando entre con mucho cuidado, algo en mi interior estaba inquiero, lo más probable era el hambre que tenía, ya que no comía hacia un día o tal vez dos, fatiga eso debía ser todo lo que estaba sintiendo.
Llegue a la mampara de la casa de los Denoir y tome el paquete que había ahí, sobre el descansaba una nota que decía: Emy, no te pudimos esperar ya que fuimos invitados a una cena en la casa de unos amigos, te hemos dejado frazadas, para que te cubras ven en estos días para que te pasemos la ropa de invierno que aún nos queda. Saludos Sr. Y Sra. Denoir. P.D. En la bolsa de Papel hay panecillos con queso. – ¡Eso! – dije casi en un grito entusiasta y di un brinco de felicidad. Tome asiento ahí mismo en el escalos de aquel lugar y abrí con mucho ánimo la bolsa de papel, el pan aún estaba tibio y mi estómago comenzó a reclamar el tiempo que el aroma llego a mi nariz, habían cuatro panecillos, así que guardaría tres para los días siguiente, ya que no sabía si tendría comida para los otros días. Tome un pan y me lo lleve a la boca, mastique con bastantes ganas mientras mi saliva inundaba mi boca. Mientras tragaba seguía en mi cabeza aquella ronda dando vueltas. – Solo faltó algo para beber – suspire con fuerzas – Pero bueno Guatita llena corazón contento – me sobe la barriga y di un salto tomando el paquete más abultado para comenzar mi retorno a mi improvisado hogar…
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
¿Cuál era la probabilidad de que algo así pasara? Lo cierto es que aquel cuerpo pertenecía a una mujer y vestida de una manera bastante extraña para la época valía la pena mencionar, no obstante ya varios siglos atrás ya había visto a mujeres vestirse de esa manera, de todas formas lo curioso era ver a una niña a estas horas sola y en una casa que no era de ella, se giró de acuerdo a como ella se movía, justo en ese instante se dio cuenta que la única humana presente por las cercanías de la propiedad era aquella pequeña, aquella pareja se había retirado de su domicilio, ¿qué clase de demonio les puede haber salvado a cambio de sus pobres almas? No tenía idea pero la situación era una y debía actuar referente a ella, después de todo al parecer la noche no terminaría ahí con un intento frustrado, él sin duda no es de aquellos se rinden a la primera negativa, y justo una segunda oportunidad se encontraba por ahí canturreando y dando vueltas como la niña que era. Averno prefirió seguir de incognito, su actividad favorita antes de abordar a un humano es siempre analizar su comportamiento detenidamente para planear una de mil estrategias. Como si fuera una gárgola se encontraba con aquellos ojos expertos observando inerte y apoyado el bastón a aquella jovencita que movía de aquí para allá unas cuantas cajas, por un momento le observo cautelosa, ¿estaría robando o quizás sería otro tipo de actividad? Tras unos segundos de verle sin moverse avanzó hacia la puerta principal de la propiedad para verle directamente pero sin acortar aquella distancia del suelo ni de ella, justo ahí le pudo observar alimentarse, en un simple razonamiento tomo conciencia de que esta niña era una “hija de la calle” Sus ropas no eran las mejores tanto en moda como en estado y lucía un tanto desaseada, oh aquella pareja resultó ser bastante filántropa, ¿Qué cruel el, no? Iba a terminar con la vida de humanos que de alguna manera cumplían un rol importante dentro de su sociedad, los humanos suelen ser egoístas por naturaleza y también menosprecian todo lo que no ronda sus círculos, dejó el bastón sobre sus rodillas y a la par usaba a este de soporte al apoyarse con los brazos y los dedos juntos entre sí, la muchacha lucía aparentemente feliz a pesar del estado en el que se encontraba y de aquella situación, no imagina que para el humano sea muy cómodo estar a estas horas de la noche afuera con frio alimentándose de que otros le regalan. Un análisis rápido le permitió observar los huesos de la niña que intentan con vehemencia romper esa piel que a primera vista eran suaves, alimentarse bien es difícil y en invierno más aún, algo sabido desde hace miles de años atrás.
Al escuchar la conversación que ella tenía consigo misma le quedo claro que era de gustos sencillos más esto no implicaba que se conformara con poco, simplemente era obvio que apreciaba lo que se le ponía a la mano, mucho ojo puso a que no se comiera todo, ¿ahorrar siempre es bueno, no? Astuta después de todo, sonrió divertido, por eso no se aburre de los humanos ni de rondarlos, siempre tienen algo que resulta entretenido o curioso a pesar de ser tan simples, sosos y casi siempre estúpidos. Al mover como está dispuesta a moverse por la misma zona donde dentro emprendía su marcha hizo lo mismo adoptando su primera posición inicial sin hacer ruido y cuidando de pisar algún ladrillo agrietado que pudiera caer al jardín y causar algún pequeño ruido, la magia está en los detalles y el pasar desapercibido también. La decisión del vampiro era una y ya estaba tomada, seguía a esta niña esta noche, ¿a dónde le llevaría su improvisada persecución? Lo divertido se encontraba justo en esa pregunta pues no podría imaginar a dónde, ergo no puede ser respondida hasta que ocurra. En algo están en falta justo ahora y es que haciendo un mea culpa hace más de trescientos años no se ha detenido a observar al estrato más bajo de la sociedad económica de los humanos, ¿algunas cosas habrán cambiado? Aquellas pequeñas dudas serían resueltas, esperaba, simplemente tendría que seguir a la muchacha hasta su destino y quizás entonces aparecer en escena y ver más cerca su ropa, sus reservas de alimentos y la realidad que cada humano tiene, esas realidades que disfrutar distorsionar y modificar a su placer ya sea culposo o no, aquello no le importaba en lo más mínimo, tan solo entretener su preciada locura. Cuando la muchacha se encontraba unos metros alejados de la propiedad comenzó su propia odisea tras de ella, no es la primera vez que lo hace, esto de seguir los pasos, tiene tantos años haciéndolo que hasta podría ser considerado uno de sus tantos rituales, se mantuvo con tranquilidad avanzando hasta cierta distancia de ella pero sin perderle el rastro.
Averno- Vampiro Clase Alta
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
Palpe el morral que me acompañaba en mis andanzas ahí tenía guardado el alimento para los siguientes días. Seguí el camino con dirección a lo que hacía llamar hogar, comencé a caminar dando saltitos seguidos de un tarareo de la ronda que hacía momento atrás había estado cantando a viva voz, movía mis brazos de aquí para allá mantener el cuerpo abrigado era el fin de todo aquello, ya llegaría a mi refugio y me podría cubrir con la colección de almohadillas que poseía. Continúe mi caminar un poco apresurado ya que a medida que avanzaba la espesa niebla iba cayendo por las calles de París – Lo que faltaba – susurre mientras soplaba un mechón de cabello que se posaba sobre mi rostros, un pequeño escalofríos me dio al sentir como la temperatura bajaba – Y con esto agarrare alguna nueva gripe – apreté los brazos al contorno de mi cuerpo y doble el cuello de la chaqueta que me cubría para tapar mi cuello, de alguna u otra forma tenía que apresurarme, era momento para tomar un atajo.
Doble en una esquina que daba a un pasaje poco iluminado que daba justo en línea recta al edificio donde en la azotea había construido mi pequeño hogar mire en todas direcciones, no solía adentrarme de noche por ahí por la sencilla razón que siempre aparecían rastros de sangre por las mañanas, el ruido de peleas y gritos eran la opera de cada noche en ese sector – No hay caso o me apresuro o la niebla cubrirá todo y no podre ni divisar mis pasos – frote mis manos y me puse en posición pasaría corriendo aquel pasaje al fondo estaba el farol de la calle a la que tenía que llegar – Y… solo tengo que correr – inspire profundamente y emprendí mi carrera, imaginando en mi cabeza que me perseguían, tenía que pasar en silencio o tal vez no debería hacerlo; al caso ya me encontraba inserta en aquel callejón oscuro con la luz de esperanza esperándome, “linda metáfora” pensé mientras imaginaba la próxima historia que le contaría a los pequeños – Y la guardiana de la luz comenzó a correr entre las tinieblas – dije en voz baja contando la travesía… - El mal se acercaba a ella para arrebatarle lo último de luz que quedaba en el mundo – quedaba sin aliento de vez en cuando tomaba aire y continuaba mi camino un par de borrachos yacían durmiendo los esquive – Pero el mal desea acabar con todo lo que le dé…. ¡Diablos! – tropecé con una gran cantidad de baldes con basura y rodé por el suelo húmedo de aquel callejón golpeándome la rodilla con lo que parecía ser una botella rota, rodé un poco hasta que me detuvo una pared que levemente golpeo mi cabeza, quede tirada mirando hacia arriba la espesura bajaba con rapidez y mi pequeño grito seguramente despertaría a más de alguien, con cuidado apoye mis codos en el suelo y levanté mi tronco – Diablos – volví a decir – esto no lo podre contar en mi historia – el dolor se centro en mi rodilla donde brillaba levemente un trozo de vidrio que se había incrustado ahí arrugué la frente y la nariz mientras tomaba aire para poder sacar aquel trozo de vidrio – ay! Ay! Duele – apreté los dientes contando hasta tres y me lo saque, tire el trozo de vidrio y con una de mis manos apreté la herida, me quedé ahí unos cuantos segundos hasta que escuche ruido desde la oscuridad del callejón, con toda la valentía que tenía en mi interior mire hacia la luz solo me quedaban unos metros para poder llegar al final del callejón y sabía que tenía que moverme si o si…
Apoyada de una pared logre quedar de pie, la rodilla me dolía y sabía que la sangre corría por mi pierna comencé avanzar unos diez pasos y estaría envuelta en la luz y podría entrar al edificio que me albergaba, lo que más lamentaba era que tendría que subir las infinitas escaleras hacia la azotea del mismo. Prontamente la luz me acogió y deje atrás la oscuridad, me dolía demasiado la rodilla no podía estirar del todo la pierna avance hasta llegar al escalón de la entrada donde me senté estirando la pierna – Lo que faltaba – dije mientras apretaba la herida para detener la sangre cosa que no parecía funcionar, si o si tendría que llegar arriba y vendar la rodilla… me quedé ahí mirando hacia el callejón sin pensar realmente en nada importante.
Doble en una esquina que daba a un pasaje poco iluminado que daba justo en línea recta al edificio donde en la azotea había construido mi pequeño hogar mire en todas direcciones, no solía adentrarme de noche por ahí por la sencilla razón que siempre aparecían rastros de sangre por las mañanas, el ruido de peleas y gritos eran la opera de cada noche en ese sector – No hay caso o me apresuro o la niebla cubrirá todo y no podre ni divisar mis pasos – frote mis manos y me puse en posición pasaría corriendo aquel pasaje al fondo estaba el farol de la calle a la que tenía que llegar – Y… solo tengo que correr – inspire profundamente y emprendí mi carrera, imaginando en mi cabeza que me perseguían, tenía que pasar en silencio o tal vez no debería hacerlo; al caso ya me encontraba inserta en aquel callejón oscuro con la luz de esperanza esperándome, “linda metáfora” pensé mientras imaginaba la próxima historia que le contaría a los pequeños – Y la guardiana de la luz comenzó a correr entre las tinieblas – dije en voz baja contando la travesía… - El mal se acercaba a ella para arrebatarle lo último de luz que quedaba en el mundo – quedaba sin aliento de vez en cuando tomaba aire y continuaba mi camino un par de borrachos yacían durmiendo los esquive – Pero el mal desea acabar con todo lo que le dé…. ¡Diablos! – tropecé con una gran cantidad de baldes con basura y rodé por el suelo húmedo de aquel callejón golpeándome la rodilla con lo que parecía ser una botella rota, rodé un poco hasta que me detuvo una pared que levemente golpeo mi cabeza, quede tirada mirando hacia arriba la espesura bajaba con rapidez y mi pequeño grito seguramente despertaría a más de alguien, con cuidado apoye mis codos en el suelo y levanté mi tronco – Diablos – volví a decir – esto no lo podre contar en mi historia – el dolor se centro en mi rodilla donde brillaba levemente un trozo de vidrio que se había incrustado ahí arrugué la frente y la nariz mientras tomaba aire para poder sacar aquel trozo de vidrio – ay! Ay! Duele – apreté los dientes contando hasta tres y me lo saque, tire el trozo de vidrio y con una de mis manos apreté la herida, me quedé ahí unos cuantos segundos hasta que escuche ruido desde la oscuridad del callejón, con toda la valentía que tenía en mi interior mire hacia la luz solo me quedaban unos metros para poder llegar al final del callejón y sabía que tenía que moverme si o si…
Apoyada de una pared logre quedar de pie, la rodilla me dolía y sabía que la sangre corría por mi pierna comencé avanzar unos diez pasos y estaría envuelta en la luz y podría entrar al edificio que me albergaba, lo que más lamentaba era que tendría que subir las infinitas escaleras hacia la azotea del mismo. Prontamente la luz me acogió y deje atrás la oscuridad, me dolía demasiado la rodilla no podía estirar del todo la pierna avance hasta llegar al escalón de la entrada donde me senté estirando la pierna – Lo que faltaba – dije mientras apretaba la herida para detener la sangre cosa que no parecía funcionar, si o si tendría que llegar arriba y vendar la rodilla… me quedé ahí mirando hacia el callejón sin pensar realmente en nada importante.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
Los hombre desde el inicio del tiempo se han encargado de cazar, la caza es una actividad sin duda llamativa, no solo para ellos, desde deporte hasta estilo de vida, o dicho de otra forma, manera de ganarse la vida, en este caso, cazar humanos resulta ser un hecho de permanecer en vigencia por así decirlo, para seguir existiendo en el tiempo, Averno desde sus primeras pruebas con humanos pudo descubrir lo frágiles que resultan ser, en teoría, recordarlo, pero aquello para él simplemente no existe, el tener un pasado, bloqueado, relevado como siempre. Regresando a la actualidad, a este escenario, se podría afirmar que la paciencia del vampiro también se ha magnificado a través de los años, pues en todo momento fue tranquilo, su andar no levantaba sospecha alguna, al menos eso hasta el momento en que ingresó a una zona marginada de la ciudad, definitivamente ahí el fino caballero resultaría desentonar del resto de personas que por ahí abundan, su presa entonces resultaba ser un marginado, o una marginada, ahora mismo podría inventar dentro de su cabeza las mil y un posibilidades respecto a la entidad, su forma de vivir, si tenía un trabajo o no, cualquiera fuera el caso, pronto lo descubriría, más pronto de lo que podría haber asumido. Tras unos minutos caminando se topó con aquel aroma particular, sorprendió sentir sangre fresca, pero también le estimuló a más, a seguir con aquella cruzada silenciosa a pesar de las miradas que se cernían sobre aquel hombre, muchos simplemente desviaban las miradas al sentir la propia sobre ellos, definitivamente el vampiro podía simplemente imponer respeto con la mirada, mantener a raya a los inteligentes o a los de poco coraje, pero siempre existían excepciones, pobres almas que en algún momento se topaban con la horma de sus zapatos, por creerse poderosos, por tener confianza, la cual ciertamente para la gran mayoría de los seres solo resulta ser su propia ruina, su caída en picada sin medio para poder detenerse – Caballeros, pediré una sola y amable vez que se retiren – Pronunció antes de avanzar, sin embargo en aquella estrecha calle una palma osó detener su avance. De inmediato el brazo derecho del vampiro sujetó la muñeca, alejando así las falanges de quien ensuciaba su perfecto traje, simplemente apretó, y siguió apretando mientras el rostro de aquel hombre se iba desfigurando en una mueca total de dolor, sus pares se miraron entre sí ante la incapacidad de movimiento que su compañero mostraba y simplemente huyeron.
Sabios ellos pues el destino del insulso fue simplemente el de terminar chocando contra una sucia pared, tras un pequeño vuelo, y terminar cayendo en la acera sucia de quién sabe que sustancias, simplemente Averno las identificaba como desagradables e indeseables, aunque claro, estas perfectamente tolerables pues en peores aromas se había visto envuelto durante su existir. Tras ese pequeño y superado incidente simplemente continuó caminando, en dirección al aroma sanguíneo que no había perdido ni por un segundo, lejos de detenerse por el contrario simplemente se intensificó, y esto simplemente porque la fuente que emanaba la miel se había detenido, tras unos minutos de caminata el inmortal se topó con su perseguida, una muchacha muy joven, su aspecto resultaba delatar aquello evidente y la pierna con la sangre chorreante también – Una mujer tan joven como usted debería ser mucho más cuidadosa, ¿no lo cree así? – Pronunció con ese tono grave y posiblemente intimidador, aquello por la edad de la herida, aunque si realmente resultaba ser una niña de la desgracia y producto de la desigualdad de la sociedad humana, en ese caso estaría curada de casi cualquier susto, y afirmaba casi pues aún no le conocía a él. El hematófago avanzó con tranquilidad hacia la menor, simplemente podría incrustar su colmillos en aquel cuello y devorarlo, retirar la sangre de su anatomía y luego dejarla morir, después de todo si no lograba curarse probablemente aquello se infecte y entonces muera, pero no, un plan mucho más elaborado nació en cuestión de segundos, por supuesto el final sería el mismo, se alimentaría de aquella hembra juvenil, pero a su debido momento. Tomó con sus firmes palmas a la menor, la cargó – Asumiré que es aquí donde pasa sus noches refugiada, no habrá problema con que ingrese si es para generarle algún beneficio, ¿verdad? – Y dicho aquello, cumplió con sus palabras, ingreso notando de inmediato que el lugar estaba diseñado para un solo fin, por el horario resultaba común que no hubieran demasiadas personas despiertas – Guíeme a la enfermería si tienen o simplemente a un baño, yo me encargaré de curar su herida y detener el sangrado – Adrede no había cubierto aún la herida, por la simple razón de que degustaba el aroma de su sangre, definitivamente no la más sana por la no tan seguramente sana y robusta alimentación de quien sostenía, pero aun así tenía su toque, lo suficiente como para llamarle, ahora solo esperaba preguntas de la menor, muchas, susto y desconfianza, lo usual – No se preocupe, no le haré daño, aunque sea valiente por andar en estos lares desconocidos para mi, no soy peligroso – Una mentira sencilla, o una media mentira pues realmente no había posado su interés en estos barrios hasta hoy.
Sabios ellos pues el destino del insulso fue simplemente el de terminar chocando contra una sucia pared, tras un pequeño vuelo, y terminar cayendo en la acera sucia de quién sabe que sustancias, simplemente Averno las identificaba como desagradables e indeseables, aunque claro, estas perfectamente tolerables pues en peores aromas se había visto envuelto durante su existir. Tras ese pequeño y superado incidente simplemente continuó caminando, en dirección al aroma sanguíneo que no había perdido ni por un segundo, lejos de detenerse por el contrario simplemente se intensificó, y esto simplemente porque la fuente que emanaba la miel se había detenido, tras unos minutos de caminata el inmortal se topó con su perseguida, una muchacha muy joven, su aspecto resultaba delatar aquello evidente y la pierna con la sangre chorreante también – Una mujer tan joven como usted debería ser mucho más cuidadosa, ¿no lo cree así? – Pronunció con ese tono grave y posiblemente intimidador, aquello por la edad de la herida, aunque si realmente resultaba ser una niña de la desgracia y producto de la desigualdad de la sociedad humana, en ese caso estaría curada de casi cualquier susto, y afirmaba casi pues aún no le conocía a él. El hematófago avanzó con tranquilidad hacia la menor, simplemente podría incrustar su colmillos en aquel cuello y devorarlo, retirar la sangre de su anatomía y luego dejarla morir, después de todo si no lograba curarse probablemente aquello se infecte y entonces muera, pero no, un plan mucho más elaborado nació en cuestión de segundos, por supuesto el final sería el mismo, se alimentaría de aquella hembra juvenil, pero a su debido momento. Tomó con sus firmes palmas a la menor, la cargó – Asumiré que es aquí donde pasa sus noches refugiada, no habrá problema con que ingrese si es para generarle algún beneficio, ¿verdad? – Y dicho aquello, cumplió con sus palabras, ingreso notando de inmediato que el lugar estaba diseñado para un solo fin, por el horario resultaba común que no hubieran demasiadas personas despiertas – Guíeme a la enfermería si tienen o simplemente a un baño, yo me encargaré de curar su herida y detener el sangrado – Adrede no había cubierto aún la herida, por la simple razón de que degustaba el aroma de su sangre, definitivamente no la más sana por la no tan seguramente sana y robusta alimentación de quien sostenía, pero aun así tenía su toque, lo suficiente como para llamarle, ahora solo esperaba preguntas de la menor, muchas, susto y desconfianza, lo usual – No se preocupe, no le haré daño, aunque sea valiente por andar en estos lares desconocidos para mi, no soy peligroso – Una mentira sencilla, o una media mentira pues realmente no había posado su interés en estos barrios hasta hoy.
Averno- Vampiro Clase Alta
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
La voz varonil interrumpió en aquel momento todo pensamiento vago que se quedaba incrustado en mi cabeza, alce la mirada hacia el hombre, no tenía miedo sabía de lo oscuro que tenia Paris parte de mi alimentación y de mis ganancias era con aquellos devoradores de sangre que algunos pagaban por sangre y otros como yo ofrecemos, pero precisamente el me daba ese aspecto de querer conseguir algo, no era la más inteligente y culta de París y quizás por esa misma razón conocía más cosas de las que normalmente debería saber, Gia me había enseñado del submundo Hombres lobos y vampiros mi cuerpo se puso tenso al sentir el contacto con la piel de aquel extraño hombre, un poco de ansiedad inundó mi cabeza y luego de que estuve en sus brazos comencé a moverme inquieta – No… bájame… puedo caminar -dije entrecortado mientras me mantenía recta como una tabla. AL parecer mis palabras fueron obviadas por el hombre y deje caer un suspiro que nació de mis entrañas y mire el lugar - ¿Usted cree que habría enfermería en un lugar así? – Reí mientras le indicaba que siguiera por las escaleras - Al último piso… en realidad tenemos que ir a la azotea – abrace mi morral como si eso me ayudara para sentirme segura el hombre comenzó a subir los peldaños de manera ágil hasta podría decir que ni sentía mi propio peso.
Me mantuve en silencio ideando en mi cabeza como seguir la historia que venía inventando cuando tropecé y caí, pase saliva y mire la herida de mi rodilla la sangre ya había coagulado así que me quede un poco más tranquila, eso si toda mi ropa había quedado manchada fruncí el ceño - ¿Cuál es su nombre? – pregunté apresuradamente mis ojos se clavaron en los últimos escalones, donde había una escotilla apunte hacia arriba, hacia una especie de manilla al tirar de esta caía una escalera donde se podía llegar al techo el lugar donde yo había creado mi hogar, tome aire profundamente y al momento de estar en la azotea me libere de los brazos de aquel, al pisar suelo sentí un leve dolor y note que la sangre volvía a correr, camine por el lugar hasta ver mi choza – Es ahí – apunte a la puerta improvisada, con el tiempo mi casa improvisada era lo bastante grande, tenía un techo firme y sus paredes correspondientes, además dentro tenía dos ambientes uno donde dormía y el otro para visitas o solo para guardas mis pequeños tesoros, rodee con los ojos y me quede en la puerta – Nadie ayuda a una persona porque si, si algo he aprendido en la calle es que todos quieren algo y que la mayoría de las personas mienten – abrí la puerta con cuidado – Dentro tengo con que limpiarme y curarme la herida – en realidad si tenía, alguna vez había robado aquella indumentaria del hospital para cuidar a un animalito así que si mas no recordaba debería estar en el mismo lugar donde lo había dejado – Si quieres puedes ingresar - le invite a entrar, sabía que me arrepentiría de aquella opción pero no me gustaba ser descortés mucho menos con alguien que me había prestado su ayuda… al fin necesitaba saber que intenciones tenia y dentro de mi casa improvisada tenía con qué defenderme, ingrese y lo primero que se veía era la mesa de centro y cojines perfectamente ordenados que hacían de sillas, las estanterías todo estaba en su lugar ordenado y limpio, había aprendido que si se mantenía todo organizado era más fácil encontrar lo que uno tenía, en un rincón había un baúl grande ahí estaban mis provisiones y en uno más pequeño estaban los utensilios médicos, una cortina oscura con bordes dorados separaba mi habitación que era más espaciosa alrededor de las paredes habían estanterías cada una con objetos clasificados por apreciación personal, cosas de valor que podía vender, trofeos de mis robos o simples regalos, la cama constaba de una infinidad de almohadas que había robado en el tiempo… gracias a una costurera había aprendido a coser y las había unido para que fuera un lugar acolchado, prendí la ultima vela que me quedaba y me senté sobre uno de los cojines tome la caja de utensilios y quede mirando al hombre con cara de ¿entras o te vas? Al final no podía hacer más nada salvo limpiar la herida y vendarla. Ya mañana iría al hospital para que me revisaran… - Por cierto Gracias por subirme hasta mi hogar -Termine por decir.
Me mantuve en silencio ideando en mi cabeza como seguir la historia que venía inventando cuando tropecé y caí, pase saliva y mire la herida de mi rodilla la sangre ya había coagulado así que me quede un poco más tranquila, eso si toda mi ropa había quedado manchada fruncí el ceño - ¿Cuál es su nombre? – pregunté apresuradamente mis ojos se clavaron en los últimos escalones, donde había una escotilla apunte hacia arriba, hacia una especie de manilla al tirar de esta caía una escalera donde se podía llegar al techo el lugar donde yo había creado mi hogar, tome aire profundamente y al momento de estar en la azotea me libere de los brazos de aquel, al pisar suelo sentí un leve dolor y note que la sangre volvía a correr, camine por el lugar hasta ver mi choza – Es ahí – apunte a la puerta improvisada, con el tiempo mi casa improvisada era lo bastante grande, tenía un techo firme y sus paredes correspondientes, además dentro tenía dos ambientes uno donde dormía y el otro para visitas o solo para guardas mis pequeños tesoros, rodee con los ojos y me quede en la puerta – Nadie ayuda a una persona porque si, si algo he aprendido en la calle es que todos quieren algo y que la mayoría de las personas mienten – abrí la puerta con cuidado – Dentro tengo con que limpiarme y curarme la herida – en realidad si tenía, alguna vez había robado aquella indumentaria del hospital para cuidar a un animalito así que si mas no recordaba debería estar en el mismo lugar donde lo había dejado – Si quieres puedes ingresar - le invite a entrar, sabía que me arrepentiría de aquella opción pero no me gustaba ser descortés mucho menos con alguien que me había prestado su ayuda… al fin necesitaba saber que intenciones tenia y dentro de mi casa improvisada tenía con qué defenderme, ingrese y lo primero que se veía era la mesa de centro y cojines perfectamente ordenados que hacían de sillas, las estanterías todo estaba en su lugar ordenado y limpio, había aprendido que si se mantenía todo organizado era más fácil encontrar lo que uno tenía, en un rincón había un baúl grande ahí estaban mis provisiones y en uno más pequeño estaban los utensilios médicos, una cortina oscura con bordes dorados separaba mi habitación que era más espaciosa alrededor de las paredes habían estanterías cada una con objetos clasificados por apreciación personal, cosas de valor que podía vender, trofeos de mis robos o simples regalos, la cama constaba de una infinidad de almohadas que había robado en el tiempo… gracias a una costurera había aprendido a coser y las había unido para que fuera un lugar acolchado, prendí la ultima vela que me quedaba y me senté sobre uno de los cojines tome la caja de utensilios y quede mirando al hombre con cara de ¿entras o te vas? Al final no podía hacer más nada salvo limpiar la herida y vendarla. Ya mañana iría al hospital para que me revisaran… - Por cierto Gracias por subirme hasta mi hogar -Termine por decir.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
La muchacha tiene razón, cada ser desea algo, ya sea a cambio o simplemente lo desea, aunque si la pregunta resultaba ser directa para él, aún no podía responderla con veracidad puesto que no estaba seguro del qué estaba buscando, para con ella exactamente, la sangre resultaba ser algo dado por sentado, pero no lo mencionaría abiertamente, sobre todo porque ahora mismo estaba en constante contacto con la misma, con la ajena, aunque no bebiéndola. Entre la juventud de aquella mucha parecían haber encerrado ciertos pensamientos dotados de razón y realidad, lo que resulta ciertamente curioso teniendo en cuenta la realidad de esta época de la humanidad, donde apenas dejaban a las hembra de su especie estudiar o experimentar, debía de suponer el inmortal que debido a su condición esta jovenzuela gozaba de una libertad total para aprender y degustar que otras de su edad con otra condición difícilmente conseguirían, una muchacha de la calle, usualmente ese término suena mal para cualquiera, pero para Averno, un ser que no hace distinción entre humanos por su dinero, clase social o color, a diferencia de ellos, aquello realmente tan solo podía llamarle la atención, por la simple razón que salía fuera del molde, así como la muchacha se salía fuera de lo educado y se pasa a lo maleducado casi en cuestión de segundos, a veces le tuteaba, a veces le trata de usted, siendo que la lógica impele que siempre le trate de usted al ser un mayor, como es evidente, que tan mayor, pues eso difícilmente se confesaría esta noche. Finalmente el hematófago accedió a tomar la invitación, ingresó en el improvisado hogar, ¿todo lo habría construido ella? Probablemente, aunque este lugar parecía no ser exclusivamente propio para ella, refiriéndose exactamente por todo el trayecto que habían recorrido, con tranquilidad el vampiro analizó cada rincón de la estructura, en completo silencio, tenía ya unas cuantas frases para dar en replica, pero esperaba terminar con su breve inspección, una vez así lo hizo solo se sentó en el sofá que consideró más sólido y más limpio, dicho de otra manera, más adecuado – Sabio es afirmar que las personas siempre esperan algo, sobre todo si se habla de recompensas, el problema surge cuando la recompensa es demasiado cara o cuando simplemente el monto de aquella recompensa no puede ser satisfecho por la persona a la que le corresponde otorgarla – No le estaba pidiendo nada por el momento, simplemente sonrió.
Observó la herida, esta parecía empezar a revelarse una vez contra el cuerpo de la fémina – No tengo dudas de que sea capaz de hacer lo propicio para que con el tiempo su cuerpo sane su dolencia, sería tonto presumir que es la primera vez que se lastima y también que sería la primera vez que se cura, sin embargo hoy por hoy nos vemos envueltos a muertes tan tontas, como por infección y por mala praxis, tiene suerte, está frente a un hombre ducho en temas médicos, así que supervisaré su curación si no le molesta, todo es por su propia seguridad – Una vez más sonrió, la sonrisa, aquel sello maléfico que lo caracteriza sin lugar a dudas, siempre presente. Se levantó de su no tan cómodo asiento para disponerse a lo indicado – Procedamos con ello, permítame observar su procedimiento y le indicaré si resulta correcto o incorrecto – La sabiduría que se suele obtener con la lectura y la experimentación, que a su vez se transforma en simple experiencia, suele ser el mejor aliado para cualquier ciencia o materia. En el caso de la medicina muchos afirman erróneamente que es técnica y no ciencia, otros lo contrario, ambos equivocados, la medicina es una ciencia y una técnica, aunque no van unidas exactamente, su desarrollo es científico y su aplicación técnica. Ahora mismo estaba presto a juzgar la segunda, de aquella pequeña muchacha, esto como parte de su propio interés personal y su ya tan acostumbrada y retorcida curiosidad, usualmente alguien normal simplemente curaría la herida si sabe hacerlo mejor que el mismo herido, en esta situación el vampiro no lo estaba haciendo así, puesto que obviamente con él nada resulta ser normal o estar dentro de aquel libreto tácito que algunos llaman existir – Le recomiendo siempre desinfectar la zona herida a la perfección con alcohol, una vez todo rastro este evaporado entonces proceder con la curación perse de la zona afectada – Con la frialdad y tranquilidad que le suele caracterizar cuando se encuentra en este tipo de actividades, simplemente esperó a que la muchacha comenzara con la curación, estaba más que claro que finalmente terminaría interviniendo el mayor respecto a este tema, pero no tendría sentido que aquel juego continuara si no se realizaba de la manera adecuada y por supuesto, guardando la consistencia del mismo y la lógica. Paseó una sola vez la mirada por los instrumentos que no eran mucho, pero sí suficientes para ello.
Observó la herida, esta parecía empezar a revelarse una vez contra el cuerpo de la fémina – No tengo dudas de que sea capaz de hacer lo propicio para que con el tiempo su cuerpo sane su dolencia, sería tonto presumir que es la primera vez que se lastima y también que sería la primera vez que se cura, sin embargo hoy por hoy nos vemos envueltos a muertes tan tontas, como por infección y por mala praxis, tiene suerte, está frente a un hombre ducho en temas médicos, así que supervisaré su curación si no le molesta, todo es por su propia seguridad – Una vez más sonrió, la sonrisa, aquel sello maléfico que lo caracteriza sin lugar a dudas, siempre presente. Se levantó de su no tan cómodo asiento para disponerse a lo indicado – Procedamos con ello, permítame observar su procedimiento y le indicaré si resulta correcto o incorrecto – La sabiduría que se suele obtener con la lectura y la experimentación, que a su vez se transforma en simple experiencia, suele ser el mejor aliado para cualquier ciencia o materia. En el caso de la medicina muchos afirman erróneamente que es técnica y no ciencia, otros lo contrario, ambos equivocados, la medicina es una ciencia y una técnica, aunque no van unidas exactamente, su desarrollo es científico y su aplicación técnica. Ahora mismo estaba presto a juzgar la segunda, de aquella pequeña muchacha, esto como parte de su propio interés personal y su ya tan acostumbrada y retorcida curiosidad, usualmente alguien normal simplemente curaría la herida si sabe hacerlo mejor que el mismo herido, en esta situación el vampiro no lo estaba haciendo así, puesto que obviamente con él nada resulta ser normal o estar dentro de aquel libreto tácito que algunos llaman existir – Le recomiendo siempre desinfectar la zona herida a la perfección con alcohol, una vez todo rastro este evaporado entonces proceder con la curación perse de la zona afectada – Con la frialdad y tranquilidad que le suele caracterizar cuando se encuentra en este tipo de actividades, simplemente esperó a que la muchacha comenzara con la curación, estaba más que claro que finalmente terminaría interviniendo el mayor respecto a este tema, pero no tendría sentido que aquel juego continuara si no se realizaba de la manera adecuada y por supuesto, guardando la consistencia del mismo y la lógica. Paseó una sola vez la mirada por los instrumentos que no eran mucho, pero sí suficientes para ello.
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
No estaba acostumbrada a tener visitas en mi hogar, pero tampoco le iba a negar la entrada aquel hombre que me había proporcionado su ayuda, ya sea interesada o no eso el tiempo terminaría por decirlo, lo único que si podía hacer ahora era intentar de mantener el relajo, ya que tenía que admitirlo me incomodaba, su forma de actuar y de hablar eran tan poco entendibles que le prestaba más atención de lo normal para comprender sus palabras, le mire varias veces mientras me movía con ligereza por el lugar hasta llegar a un espacio donde iba a estar cómoda, tome una toalla y la puse bajo se mi pierna para no ensuciar o manchar a mi alrededor – Es mi día de suerte entonces, primero me ayuda a llegar a mi hogar y ahora me prestara atención o mejor dicho un poco de ayuda… pero aunque no lo crea, he aprendido en el orfanato sobre heridas y curaciones con las enfermeras que hacen servicio ahí… tengo… una cierta libertad en ese lugar y mi curiosidad me ha ayudado aprender algunas cosas que de vez en cuando son útiles – tome el frasco de vidrio que se suponía era alcohol, unte un poco de una tela que tenía en mi pequeño baúl e hice lo que el hombre había dicho deje el área desinfectada – Morir es lo que menos me preocupa… pero siempre trato de andar con mucho cuidado, y la herida no es tan grave, en caso que fuera peor hubiera ido al orfanato o a la casa de acogida por ayuda, pero con esa herida yo puedo hacer las curaciones – dije mientras esperaba que el alcohol se evaporara y quedara todo completamente seco, tenía que admitir que había sentido arder la herida pero me las iba a aguantar, habían dolores mucho más fuertes.
Bueno que recomienda, que cubra la herida o que la deje al aire para que seque con el aire… - había que aprovechar la ayuda, no negaría si a final de cuentas él había dicho que podía guiarme – creo que ya no sangrara mas – dije con cierto optimismo, el corte era as menos de tres centímetros ahora que estaba todo limpio se notaba, no era tan profundo así que suponía yo que no necesitaría mucho más para que sanara, la sangre se había detenido así que era un buen indicio. Deje la herida así al descubierto al menos por el momento, pase mis manos por la cabeza para rascarme la coronilla - ¿Qué hacía por el callejón? No parece de los tipos que normalmente rondan estos lugares… no creo que ande perdido. – agregue mientras miraba mi pierna, en un par de días estaría sana o al menos eso esperaba.
Deje la tela a un lado y respire notoriamente - ¿Cuál es su nombre? … a mi me puede decir Amy – sonreí de medio lado a final de cuentas ya llevábamos un rato conversando y me gustaba conocer los nombres de las personas con las entablaba conversaciones, mas por curiosidad que por cualquier otra cosa.
Bueno que recomienda, que cubra la herida o que la deje al aire para que seque con el aire… - había que aprovechar la ayuda, no negaría si a final de cuentas él había dicho que podía guiarme – creo que ya no sangrara mas – dije con cierto optimismo, el corte era as menos de tres centímetros ahora que estaba todo limpio se notaba, no era tan profundo así que suponía yo que no necesitaría mucho más para que sanara, la sangre se había detenido así que era un buen indicio. Deje la herida así al descubierto al menos por el momento, pase mis manos por la cabeza para rascarme la coronilla - ¿Qué hacía por el callejón? No parece de los tipos que normalmente rondan estos lugares… no creo que ande perdido. – agregue mientras miraba mi pierna, en un par de días estaría sana o al menos eso esperaba.
Deje la tela a un lado y respire notoriamente - ¿Cuál es su nombre? … a mi me puede decir Amy – sonreí de medio lado a final de cuentas ya llevábamos un rato conversando y me gustaba conocer los nombres de las personas con las entablaba conversaciones, mas por curiosidad que por cualquier otra cosa.
Amy Defoe- Humano Clase Baja
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Re: La niña... y ¿Tú quien eres? [Privado]
La fase de observación, aunque chocara contra la fase de captación, no se estaba viendo para nada afectada, seguía en constante análisis respecto a la pequeña muchacha, aparentemente una pequeña persona bastante independiente, para su corta edad en definitiva debía celebrarse aquello, sin embargo no se le podía dar demasiado crédito tampoco, después de todo, resultaba ser una parte fundamental del instinto de supervivencia de cualquier ser humano, amoldarse a la situación y aprender a convivir con la misma, obviamente no todos lo logran, pero el premio está justamente en poder continuar con la vida, en precaria situación en definitiva, pero continuar – En realidad no me resulta poco común que un ser que ha experimentado tan poco o que tenga tan poco no le tenga demasiado aprecio a la vida, a su propia vida, usualmente se dice que el motivo para vivir es uno mismo y que el resto no importa nada, pero la verdad es que también existe el concepto de; una vida que merezca ser vivida, y aunque se estableció con motivos filosóficos respecto al examen y razonamiento continuo de los griegos, lo cierto es que puede aplicarse perfectamente bien a otros aspectos o darle otros significados, pero bien, esto es ir más allá de lo que puedo ver, ya que no puedo afirmar si es feliz o infeliz con la vida que tiene. Igualmente esta discusión no tiene sentido ahora mismo puesto que no morirá hoy, pero este tranquila, algún día lo hará, todo ser vivo muere – Y la muerte en este mundo no significa el fin del ser, no porque exista el cielo o el infierno con exactitud, sino porque algunos son capaces de burlar a la muerte y tan solo hacerla una característica, precisamente eso hacen los vampiros, otros aprovecharla, así como hace él, aunque claro, ninguno mejor que él mismo – Preguntas acertadas hace, debo mencionar, lo que me hace entender perfectamente lo siguiente: No es una pobre y tonta, solo es pobre, ah, el potencial humano, ese del que tanto se habla, debo admitir que se desperdicia, sí, cada ser humano puede ser de utilidad, todos y cada uno de ellos, solo hay que mirarlos desde diferentes aspectos, o en algunos particulares casos, desde el mismo pues sirven a un mismo fin – Claramente se refería a la perduración de los vampiros gracias a la sangre humana con este detalle, pero por el momento no diría nada al respecto de seres sobrenaturales.
Lo siguiente sería la respuesta a las preguntas, y aclararle que estaba equivocada, ¿pero qué rumbo tomaría? ¿El camino de la verdad o el camino corto de la mentira? Ahí nació la duda y ahí mismo murió – Soy el tipo de ser que puede rondar un callejón mugriento y puedo no ser el tipo de ser que lo haga, en realidad, no creo que exista un rol que yo no pueda desempeñar en este mundo humano, el ser nadie y el ser cualquiera, se requiere una habilidad impresionante para realmente conseguirlo con éxito. Una razón existe claro, la razón por la cual esta noche estuve en un callejón, la razón es claramente usted, debería saber que en este mundo nadie hace favores gratis o que nadie actúa por desinterés, aunque quieran hacernos creer que es así, es una vil mentira, toda acción tiene un nacimiento egoísta, incluso en un acto totalmente desinteresado donde solo se beneficia a otro supuestamente, existen seres tan tontos que alimentan su ego o que calman sus ansias con buenas acciones, los demonios internos de los seres vivos o de los seres muertos son enormemente variados – Y eso lo sabía él perfectamente bien – Un placer madame Amy, es posible que tenga un apellido o que no, muchos le creerían ciegamente que no lo tiene al ser una niña del abandono, pero teniendo en cuenta que es curiosa, estoy seguro que preguntó al menos un poco de su procedencia a quién quiera que le haya permitido vivir – El inmortal finalmente se sentó, no se molestó en sacudir nada, aunque fuera un ser que está acostumbrado al lujo y a la pulcritud, no resultaba necesario que ahora mismo actuara en todo sentido como un refinado caballero que se asquea por un poco de polvo y muebles viejos, sobre todo teniendo en cuenta que alguna vez este ser durmió en un lugar más pútrido que este aún – Seguro que no le va a gustar tanto como suena, aunque compartamos la inicial en el nombre – Sonrió ladino el vampiro - Dígame Averno – La sed por supuesto seguía presente, y la oscuridad continuaba, y continuaría por unas horas más, así que debía de actuar, de alguna manera, pero moverse - ¿Tiene algo que decir ahora, tras la información recibida? – No había visto en ningún momento la sangra con ese deseo penoso que tienen los vampiros usualmente, el autocontrol le permitía evitar delatarse del todo, aunque el aroma que esté respirando sea endulzante, ahora mismo esperaba presenciar los siguientes pasos de la menor.
Lo siguiente sería la respuesta a las preguntas, y aclararle que estaba equivocada, ¿pero qué rumbo tomaría? ¿El camino de la verdad o el camino corto de la mentira? Ahí nació la duda y ahí mismo murió – Soy el tipo de ser que puede rondar un callejón mugriento y puedo no ser el tipo de ser que lo haga, en realidad, no creo que exista un rol que yo no pueda desempeñar en este mundo humano, el ser nadie y el ser cualquiera, se requiere una habilidad impresionante para realmente conseguirlo con éxito. Una razón existe claro, la razón por la cual esta noche estuve en un callejón, la razón es claramente usted, debería saber que en este mundo nadie hace favores gratis o que nadie actúa por desinterés, aunque quieran hacernos creer que es así, es una vil mentira, toda acción tiene un nacimiento egoísta, incluso en un acto totalmente desinteresado donde solo se beneficia a otro supuestamente, existen seres tan tontos que alimentan su ego o que calman sus ansias con buenas acciones, los demonios internos de los seres vivos o de los seres muertos son enormemente variados – Y eso lo sabía él perfectamente bien – Un placer madame Amy, es posible que tenga un apellido o que no, muchos le creerían ciegamente que no lo tiene al ser una niña del abandono, pero teniendo en cuenta que es curiosa, estoy seguro que preguntó al menos un poco de su procedencia a quién quiera que le haya permitido vivir – El inmortal finalmente se sentó, no se molestó en sacudir nada, aunque fuera un ser que está acostumbrado al lujo y a la pulcritud, no resultaba necesario que ahora mismo actuara en todo sentido como un refinado caballero que se asquea por un poco de polvo y muebles viejos, sobre todo teniendo en cuenta que alguna vez este ser durmió en un lugar más pútrido que este aún – Seguro que no le va a gustar tanto como suena, aunque compartamos la inicial en el nombre – Sonrió ladino el vampiro - Dígame Averno – La sed por supuesto seguía presente, y la oscuridad continuaba, y continuaría por unas horas más, así que debía de actuar, de alguna manera, pero moverse - ¿Tiene algo que decir ahora, tras la información recibida? – No había visto en ningún momento la sangra con ese deseo penoso que tienen los vampiros usualmente, el autocontrol le permitía evitar delatarse del todo, aunque el aroma que esté respirando sea endulzante, ahora mismo esperaba presenciar los siguientes pasos de la menor.
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