AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Hunger | Libre
2 participantes
Página 1 de 1.
Hunger | Libre
Tenía hambre, demasiada. Su estómago se encargaba de hacérselo saber cada dos segundos, en lapsos en los que se movían estrepitosamente sus entrañas en una revolución de hambruna. Judah, caminaba por la calle con pasos lentos, arrastrando los gastados zapatos, llevándose la mano derecha de vez en cuando al abdomen, como si de esa manera pudiera calmar el voraz apetito. Sus ropas eran la principal causa de que la gente que deambulaba a sus lado giraran sus cabezas, clavando sus miradas en él, pero él parecía ignorarlos, estaba demasiado ocupado pensando en cómo conseguir algo de plata, o en su defecto, cómo robarla.
Se detuvo frente a la ventana de cristal de una juguetería, colocándose al lado de un hombre corpulento que vestía un elegantísimo traje en color vino y un sombrero de copa que le ceñía la cabeza. Los ojos azules del extraño se percataron de la presencia del gitano y con el rabillo del ojo lo vigilaron, hasta que el hombre finalmente decidió alejarse y seguir su camino. Judah maldijo por lo bajo al ver cómo el vivaracho hombre acababa de salvarse de ser robado por él, que era un carterista experto. Dejó escapar un suspiro lleno de fastidio y continuó su camino.
Esta vez fue a dar a un restaurante, probablemente uno de los más importantes de la ciudad, ya que estaba atestado y la mayoría de la gente que se encontraba dentro destilaba elegancia. Judah podía sentir el sutil aroma de los costosos perfumes de las damas que yacían dentro tomando un café, y que se mezclaba con el delicado y suculento aroma de una taza de chocolate que se encontraba justo en la mesa más próxima a la puerta, donde Judah estaba de pie. El gitano se había quedado idiotizado al ver todas esas delicias juntas, junto a la puerta había una vitrina donde podían apreciarse toda clase de panecillos y pasteles, todos realmente apetitosos.
Algo en el interior de Judah pareció activarse al ver todos esos manjares, un golpe violento le azotó las entrañas y supo que si no comía simplemente se desmayaría en cualquier momento. El guardia de la puerta le dedicó una mirada que parecía ser de asco y reproche, y Judah no pudo dejar de lado su ya peculiar forma de ser.
—¿Qué demonios estás mirando, idiota? —una gran cantidad de rabia se dejó entre ver en sus palabras. Rabia, porque sabía que, por más que quisiera, jamás lograría entrar a un lugar así, y por lo tanto se quedaría con ganas de deleitarse con esas delicias.
—En realidad me deleitaba imaginando las desquiciadas cosas que estarán pasando por su cabeza, al pensar erróneamente que le será posible cruzar esta puerta —respondió el hombre, y una sonrisa burlona apareció en la comisura de sus labios, que fue extendiéndose hasta dejar al descubierto la dentadura, mostrando un diente de oro.
Judah apretó los puños. Odiaba que retaran de aquel modo. Lo odiaba y lo amaba.
—¿Quieres apostar? —lo retó, y le devolvió una sonrisa falsa y petulante.
Clavó la vista en las personas que se encontraban allí dentro, y sus ojos entornaron a la víctima perfecta, a la cual hizo una seña, llamándola.
Se detuvo frente a la ventana de cristal de una juguetería, colocándose al lado de un hombre corpulento que vestía un elegantísimo traje en color vino y un sombrero de copa que le ceñía la cabeza. Los ojos azules del extraño se percataron de la presencia del gitano y con el rabillo del ojo lo vigilaron, hasta que el hombre finalmente decidió alejarse y seguir su camino. Judah maldijo por lo bajo al ver cómo el vivaracho hombre acababa de salvarse de ser robado por él, que era un carterista experto. Dejó escapar un suspiro lleno de fastidio y continuó su camino.
Esta vez fue a dar a un restaurante, probablemente uno de los más importantes de la ciudad, ya que estaba atestado y la mayoría de la gente que se encontraba dentro destilaba elegancia. Judah podía sentir el sutil aroma de los costosos perfumes de las damas que yacían dentro tomando un café, y que se mezclaba con el delicado y suculento aroma de una taza de chocolate que se encontraba justo en la mesa más próxima a la puerta, donde Judah estaba de pie. El gitano se había quedado idiotizado al ver todas esas delicias juntas, junto a la puerta había una vitrina donde podían apreciarse toda clase de panecillos y pasteles, todos realmente apetitosos.
Algo en el interior de Judah pareció activarse al ver todos esos manjares, un golpe violento le azotó las entrañas y supo que si no comía simplemente se desmayaría en cualquier momento. El guardia de la puerta le dedicó una mirada que parecía ser de asco y reproche, y Judah no pudo dejar de lado su ya peculiar forma de ser.
—¿Qué demonios estás mirando, idiota? —una gran cantidad de rabia se dejó entre ver en sus palabras. Rabia, porque sabía que, por más que quisiera, jamás lograría entrar a un lugar así, y por lo tanto se quedaría con ganas de deleitarse con esas delicias.
—En realidad me deleitaba imaginando las desquiciadas cosas que estarán pasando por su cabeza, al pensar erróneamente que le será posible cruzar esta puerta —respondió el hombre, y una sonrisa burlona apareció en la comisura de sus labios, que fue extendiéndose hasta dejar al descubierto la dentadura, mostrando un diente de oro.
Judah apretó los puños. Odiaba que retaran de aquel modo. Lo odiaba y lo amaba.
—¿Quieres apostar? —lo retó, y le devolvió una sonrisa falsa y petulante.
Clavó la vista en las personas que se encontraban allí dentro, y sus ojos entornaron a la víctima perfecta, a la cual hizo una seña, llamándola.
Última edición por Judah D'Maine el Vie Mayo 03, 2013 5:46 pm, editado 1 vez
Judah D'Maine- Gitano
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 17/04/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Hunger | Libre
Necesitaba un suspiro lejos de la cocina. Realmente lo necesitaba.
No recordaba con exactitud a qué hora arribó al lujoso restaurante junto a sus empleados y todo el arsenal de utensilios que le eran indispensables para cocinar, más lo que su mente notó sin problemas fue que desde su ingreso al local, no había tenido siquiera un instante para detenerse y abanicar su rostro por unos instantes.
Émilie había aceptado aquella oferta hacía algo así como un mes atrás. Bajo una interesante cifra de dinero, el acuerdo marcaba que ella y su equipo debían ocuparse de la preparación de todos los bocadillos y platos dulces que se sirviesen en el decimocuarto cumpleaños de la malcriada hija adolescente de un conocido y adinerado mercantil parisino, que tenía contacto con la repostera desde hacía ya un tiempo tras visitar asiduamente el negocio de ésta. El evento se llevaría a cabo en un famoso restaurante de la capital, que el veterano –con sus mañas de zorro viejo- había podido alquilar para la especial ocasión.
La única condición que la contratada había demarcado; utilizar las herramientas de trabajo que cotidianamente manipulaba en su tienda. Una manía que al ricachón le pareció realmente ridícula ¿Qué diferencia habría entre cocinar con una cuchara de un sitio u otro? Sin más, aceptó sin el peculiar pedido, sumergiéndose en la tranquilidad de que finalmente había conseguido aquel requerimiento que su veleidosa niña insistía en tener sí o sí, luego de que en las más refinadas calles francesas ya estaba implantado el rumor de que en las fiestas reales lo más novedosos eran las degustaciones dulces, presentadas en bandejas plateadas, todas repletas de hermosos pastelillos de tonos inimaginables. Y la niña se había empecinado en que no podía darse el gusto de dejar pasar la oportunidad de ser la primera en su grupo en imitar tal suceso. Fue así entonces que Émilie consiguió aquel trabajillo extra, sin imaginar la extenuación que el mismo le iba a causar.
Todos estaban servidos. Las jovencitas reían degustando los dulces con té o chocolate caliente a la par que discutían sobre sus onerosos y abultados vestuarios, confeccionados la mayoría solamente para especial circunstancia. El aire dentro del restaurante se encontraba impregnado en banalidades y apariencias. Exactamente todo lo que Émilie detestaba de la alta alcurnia a la que a veces le tocaba servir con sus labores.
Observó panorámicamente si todas las mesas estaban servidas debidamente y tras ajustar en su cintura el delantal que llevaba puesto, camino con las manos cruzadas en la espalda por el perímetro del local, como si fuese una empleada más, hasta que finalmente arribo a las cercanías de la entrada del establecimiento, deteniéndose en un pequeño vestíbulo donde generalmente se recibía a los clientes recién llegados.
Apenas su cuerpo se recostó contra una pared, demarcando el cansancio de la mujer tras lo que venía siendo una larga jornada de trabajo, plasmada de solicitudes estupidez por parte de una niñata que nada sabía del arte culinario, una nueva interrupción cortaría lo que Émilie esperaba fuese un momentáneo impasse de todo aquel ajetreo inacabable.
Frunció la frente simplemente por la extrañeza que aquel desconocido le llamase. No tenía ni idea de quien se trataba, en absoluto. Abrió el pórtico de madera y cristal que le separaba del exterior y le vislumbro directamente.
Lo primero que los ojos de la francesa denotaron, fue aquella peculiar rareza en los orbes del individuo. Jamás había visto a alguien con una característica similar, y eso le causo una silenciosa curiosidad. Los harapos del caballero demarcaban a gritos su situación, pero eso fue algo que Émilie decidió obviar, pues en esos instantes su intriga yacía en otro punto; el porqué de la llamada.
- ¿Sucede algo Jacques? – cuestionó primeramente al guardia del restaurante sin mirarle a los ojos, pues aún mantenía la mirada fija en el forastero, más sin esperar respuesta las preguntas siguieron aflorando desde la boca de la mujer esperando no ser para nada descortés - ¿Puedo servirle en algo? – no había otra forma de erradicar dudas más que conociendo que era lo que el muchacho quería.
Por los brazos cruzados de Jacques y el mofar que sus labios cerrados despojaron, no era algo bueno.
No recordaba con exactitud a qué hora arribó al lujoso restaurante junto a sus empleados y todo el arsenal de utensilios que le eran indispensables para cocinar, más lo que su mente notó sin problemas fue que desde su ingreso al local, no había tenido siquiera un instante para detenerse y abanicar su rostro por unos instantes.
Émilie había aceptado aquella oferta hacía algo así como un mes atrás. Bajo una interesante cifra de dinero, el acuerdo marcaba que ella y su equipo debían ocuparse de la preparación de todos los bocadillos y platos dulces que se sirviesen en el decimocuarto cumpleaños de la malcriada hija adolescente de un conocido y adinerado mercantil parisino, que tenía contacto con la repostera desde hacía ya un tiempo tras visitar asiduamente el negocio de ésta. El evento se llevaría a cabo en un famoso restaurante de la capital, que el veterano –con sus mañas de zorro viejo- había podido alquilar para la especial ocasión.
La única condición que la contratada había demarcado; utilizar las herramientas de trabajo que cotidianamente manipulaba en su tienda. Una manía que al ricachón le pareció realmente ridícula ¿Qué diferencia habría entre cocinar con una cuchara de un sitio u otro? Sin más, aceptó sin el peculiar pedido, sumergiéndose en la tranquilidad de que finalmente había conseguido aquel requerimiento que su veleidosa niña insistía en tener sí o sí, luego de que en las más refinadas calles francesas ya estaba implantado el rumor de que en las fiestas reales lo más novedosos eran las degustaciones dulces, presentadas en bandejas plateadas, todas repletas de hermosos pastelillos de tonos inimaginables. Y la niña se había empecinado en que no podía darse el gusto de dejar pasar la oportunidad de ser la primera en su grupo en imitar tal suceso. Fue así entonces que Émilie consiguió aquel trabajillo extra, sin imaginar la extenuación que el mismo le iba a causar.
Todos estaban servidos. Las jovencitas reían degustando los dulces con té o chocolate caliente a la par que discutían sobre sus onerosos y abultados vestuarios, confeccionados la mayoría solamente para especial circunstancia. El aire dentro del restaurante se encontraba impregnado en banalidades y apariencias. Exactamente todo lo que Émilie detestaba de la alta alcurnia a la que a veces le tocaba servir con sus labores.
Observó panorámicamente si todas las mesas estaban servidas debidamente y tras ajustar en su cintura el delantal que llevaba puesto, camino con las manos cruzadas en la espalda por el perímetro del local, como si fuese una empleada más, hasta que finalmente arribo a las cercanías de la entrada del establecimiento, deteniéndose en un pequeño vestíbulo donde generalmente se recibía a los clientes recién llegados.
Apenas su cuerpo se recostó contra una pared, demarcando el cansancio de la mujer tras lo que venía siendo una larga jornada de trabajo, plasmada de solicitudes estupidez por parte de una niñata que nada sabía del arte culinario, una nueva interrupción cortaría lo que Émilie esperaba fuese un momentáneo impasse de todo aquel ajetreo inacabable.
Frunció la frente simplemente por la extrañeza que aquel desconocido le llamase. No tenía ni idea de quien se trataba, en absoluto. Abrió el pórtico de madera y cristal que le separaba del exterior y le vislumbro directamente.
Lo primero que los ojos de la francesa denotaron, fue aquella peculiar rareza en los orbes del individuo. Jamás había visto a alguien con una característica similar, y eso le causo una silenciosa curiosidad. Los harapos del caballero demarcaban a gritos su situación, pero eso fue algo que Émilie decidió obviar, pues en esos instantes su intriga yacía en otro punto; el porqué de la llamada.
- ¿Sucede algo Jacques? – cuestionó primeramente al guardia del restaurante sin mirarle a los ojos, pues aún mantenía la mirada fija en el forastero, más sin esperar respuesta las preguntas siguieron aflorando desde la boca de la mujer esperando no ser para nada descortés - ¿Puedo servirle en algo? – no había otra forma de erradicar dudas más que conociendo que era lo que el muchacho quería.
Por los brazos cruzados de Jacques y el mofar que sus labios cerrados despojaron, no era algo bueno.
Émilie Deneuve-York- Humano Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 11/10/2012
Localización : París, Francia
Re: Hunger | Libre
Los ojos del guardia con actitud pedante y autoritaria, se abrieron de par en par, sorprendido, y hasta pareció perder el habla al ver cómo la mujer a la que Judah habló, había hecho caso a su llamado. La actitud del guardia se suavizó, abandonó un poco la actitud altiva y altanera, y se esmeró en parecer manso y dócil como un perro ante la mujer, lo cual le indicó a Judah que ella debía ser alguien importante o con al menos algo de autoridad, lo cual le caía como anillo al dedo si quería llevar a cabo lo que pretendía. Dio dos pasos al frente y acortó un poco la distancia para que ella pudiera escucharle mejor.
—El viejo este acababa de asegurarme que ni en un millón de años yo sería capaz de poner un pie dentro de este lugar —hizo un movimiento brusco de barbilla, señalando el interior del restaurante, luego miró al hombre con aire retador, y finalmente la volvió a mirar a ella—. Dice que no soy digno, me ha hecho sentir como estiércol listo para convertirse en abono, poco le ha faltado para escupirme en la cara y sacarme a patadas sin siquiera estar dentro… —hacerse la víctima era una buena carta para jugar.
—Yo no… —el hombre quiso defenderse, desmentir las acusaciones, pero Judah, que poseía una lengua muy hábil, lo cortó groseramente y continuó dejándolo en mal frente a la dama.
—¿Vas a negar que me has mirado con cara de asco, idiota? —le espetó toscamente, y giró su cuerpo hacia él, adoptando una posición retadora. Judah tenía una pinta tan rebelde y su vocabulario era tan irreverente que, por momentos, parecía dispuesto a lanzarse sobre el hombre y darle la tunda de su vida.
—Señorita, lamento mucho que este…"caballero" haya interrumpido el momento de paz que estaba disfrutando, acepte mis sinceras disculpas. Vuelva adentro, yo me haré cargo de la situación —se quitó el sombrero que le ceñía la calva cabeza para sumar credibilidad a sus disculpas y luego se volvió hacia Judah, tomándolo del cuello de su arrugada y desgastada camisa, la cual jaloneó para arrastrarlo lejos de la puerta.
—¡Yo sólo quería un poco de comida! —gritó él por encima del hombro del hombre que lo obligaba a retirarse, forcejeando salvajemente. Lo arañó en más de una ocasión, pero fue en vano.
—Busca en los basureros, gitano, este sitio no es para ti —masculló Jacques sin una pizca de piedad, ejerciendo toda la fuerza que tenía a su favor gracias a su fornida corpulencia.
Como pudo, Judah siguió forcejeando en un intento de zafarse de su captor, pero el hombre era demasiado grande y tenía el doble de fuerza que él. Por fortuna, los gitanos eran ladinos por naturaleza, y Judah no dudo en sacarlo a relucir cuando logró liberarse en un descuido del hombre. Corrió, regresando nuevamente hasta la puerta, donde la castaña de ojos azules se encontraba observando la vergonzosa escena.
—Se ve que tienes dinero, no te quedes allí mirando cómo me humillan… haz algo —le dijo, y la miró fijamente a los ojos.
Por primera vez el rostro del muchacho pareció adquirir la seriedad que nunca poseía, su tono de voz hacía que sus palabras se parecieran más a un ruego que una petición. El guardia volvió por él y, tomándolo esta vez por los brazos, lo obligó a alejarse una vez más. Judah siguió mirando a la mujer, esta vez con un aire de reproche en los ojos bicolor que poseía.
—¡Todos son iguales, los riquillos, todos te ven como a un gusano cuando eres pobre, todos son unos infelices, no nosotros. ¡Mal nacidos! —gritó a los cuatro vientos con toda la fuerza que el aire en sus pulmones era capaz de proveerle. Luego de eso, dejó de forcejear e intentar impedir que el guardia lo alejara, hizo un movimiento brusco y se soltó de golpe, se separó un metro de distancia y se acomodó la camisa con coraje y orgullo, dándoles a entender a él y a la castaña que no iba a darles el gusto de seguirlo humillando.
—Por eso robo, ¡se lo merecen! ¡No hago más que darles una lección! Engreídos… —admitió como despedida y dio media vuelta mientras decía algo entre dientes que resultó inaudible para los presentes. Para ese entonces, varios de los clientes del restaurante ya se habían puesto de pie y permanecían pegados al cristal, presenciando la desagradable escena. Caminó dispuesto a alejarse, no sin antes alzar su brazo y elevar en el aire el dedo medio de su mano derecha, dándoles con eso una grosera pero digna despedida a los chismosos presentes. Siguió caminando sin volverse, porque estaba seguro de que la joven a la que había pedido ayuda no haría nada al respecto.
—El viejo este acababa de asegurarme que ni en un millón de años yo sería capaz de poner un pie dentro de este lugar —hizo un movimiento brusco de barbilla, señalando el interior del restaurante, luego miró al hombre con aire retador, y finalmente la volvió a mirar a ella—. Dice que no soy digno, me ha hecho sentir como estiércol listo para convertirse en abono, poco le ha faltado para escupirme en la cara y sacarme a patadas sin siquiera estar dentro… —hacerse la víctima era una buena carta para jugar.
—Yo no… —el hombre quiso defenderse, desmentir las acusaciones, pero Judah, que poseía una lengua muy hábil, lo cortó groseramente y continuó dejándolo en mal frente a la dama.
—¿Vas a negar que me has mirado con cara de asco, idiota? —le espetó toscamente, y giró su cuerpo hacia él, adoptando una posición retadora. Judah tenía una pinta tan rebelde y su vocabulario era tan irreverente que, por momentos, parecía dispuesto a lanzarse sobre el hombre y darle la tunda de su vida.
—Señorita, lamento mucho que este…"caballero" haya interrumpido el momento de paz que estaba disfrutando, acepte mis sinceras disculpas. Vuelva adentro, yo me haré cargo de la situación —se quitó el sombrero que le ceñía la calva cabeza para sumar credibilidad a sus disculpas y luego se volvió hacia Judah, tomándolo del cuello de su arrugada y desgastada camisa, la cual jaloneó para arrastrarlo lejos de la puerta.
—¡Yo sólo quería un poco de comida! —gritó él por encima del hombro del hombre que lo obligaba a retirarse, forcejeando salvajemente. Lo arañó en más de una ocasión, pero fue en vano.
—Busca en los basureros, gitano, este sitio no es para ti —masculló Jacques sin una pizca de piedad, ejerciendo toda la fuerza que tenía a su favor gracias a su fornida corpulencia.
Como pudo, Judah siguió forcejeando en un intento de zafarse de su captor, pero el hombre era demasiado grande y tenía el doble de fuerza que él. Por fortuna, los gitanos eran ladinos por naturaleza, y Judah no dudo en sacarlo a relucir cuando logró liberarse en un descuido del hombre. Corrió, regresando nuevamente hasta la puerta, donde la castaña de ojos azules se encontraba observando la vergonzosa escena.
—Se ve que tienes dinero, no te quedes allí mirando cómo me humillan… haz algo —le dijo, y la miró fijamente a los ojos.
Por primera vez el rostro del muchacho pareció adquirir la seriedad que nunca poseía, su tono de voz hacía que sus palabras se parecieran más a un ruego que una petición. El guardia volvió por él y, tomándolo esta vez por los brazos, lo obligó a alejarse una vez más. Judah siguió mirando a la mujer, esta vez con un aire de reproche en los ojos bicolor que poseía.
—¡Todos son iguales, los riquillos, todos te ven como a un gusano cuando eres pobre, todos son unos infelices, no nosotros. ¡Mal nacidos! —gritó a los cuatro vientos con toda la fuerza que el aire en sus pulmones era capaz de proveerle. Luego de eso, dejó de forcejear e intentar impedir que el guardia lo alejara, hizo un movimiento brusco y se soltó de golpe, se separó un metro de distancia y se acomodó la camisa con coraje y orgullo, dándoles a entender a él y a la castaña que no iba a darles el gusto de seguirlo humillando.
—Por eso robo, ¡se lo merecen! ¡No hago más que darles una lección! Engreídos… —admitió como despedida y dio media vuelta mientras decía algo entre dientes que resultó inaudible para los presentes. Para ese entonces, varios de los clientes del restaurante ya se habían puesto de pie y permanecían pegados al cristal, presenciando la desagradable escena. Caminó dispuesto a alejarse, no sin antes alzar su brazo y elevar en el aire el dedo medio de su mano derecha, dándoles con eso una grosera pero digna despedida a los chismosos presentes. Siguió caminando sin volverse, porque estaba seguro de que la joven a la que había pedido ayuda no haría nada al respecto.
Judah D'Maine- Gitano
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 17/04/2011
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Quand la vérité n'est pas libre, la liberté n'est pas vraie · Libre ·
» Hunger → Privado
» Echoes Of Hunger || Privado
» Quand la verité n'est pas libre, la liberté n'est pas vraie. [Libre para familiares y/o conocidos de Gèraldine]
» [Libre]Entre las tumbas [Libre]
» Hunger → Privado
» Echoes Of Hunger || Privado
» Quand la verité n'est pas libre, la liberté n'est pas vraie. [Libre para familiares y/o conocidos de Gèraldine]
» [Libre]Entre las tumbas [Libre]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour