La sonrisa de la Gioconda [Priv. Kimariell Dimei]

Me enteré prácticamente por casualidad de que el museo del Louvre celebraba su cumplía siete años desde su opertura, por lo que deicideron hacer una campaña la cual consistía en que el museo estuviera abierto tanto de día como de noche para que la gente pudiera ir a visitar las obras de arte cuando les viniera en gana. Era algo realmente poco común por lo que cuando me enteré de dicha nueva me encaminé ese mismo día al Louvre.
Jamás había visitado un museo. Mi padre creía que era una perdida de tiempo para mi pues tampoco podría entender mucho de arte más tenía que centrarme en otras cosas mas importantes que observar cuadros, esculturas u otras cosas que se presentaban en los museos. A pesar de todo, yo tenía un deseo insaciable de poder visitar un museo.
Dicha posibilidad se me presentó desde que mi padre firmó mi compromiso. Sin embargo, todas esas espectativas se derrumbaron la noche en que aquellos feroces vampiros atacaron mi carroza de camino a París. Con el vampirismo automáticamente me fue vetada la posibilidad de exponerme a la luz solar y como norma general, por desgracia, los museos estaban abiertos únicamente de día.
No sabía quien era el dueño actual del Louvre, pero estaba dispuesta a agradecerle la campaña nocturna, pero a decir verdad tenía entendido que el Louvre no tenía dueño y era propiedad del estado por lo que tendría que darle las gracias a la actual autoridad del país... aunque desconocía de quien era... Era consciente que habían asesinado al antiguo rey de Francia... por lo que no sabía quien respondía por el país... pero prefería no interesarme por cuestiones políticas. Las temía. Desconocia la razón por la que mataron al pobre rey... a veces hasta me daba miedo de mencionar que era parte de la realeza por si me llegaban a apresar y matar o algo por el estilo...
Pero mejor pensar en positivo. Ahora estaba en el interior de una de las salas del museo del Louvre, la primera a decir verdad, y lo que tenía que hacer era disfrutar del arte que esta me proporcionaba. Era conciente que en alguna de las salas se encontraba la Gioconda la cual tenía muchas ganas de ver... ¡¡hablaban tanto de ese cuadro que era imposible no querer verlo!!
Me fije también que el museo estaba prácticamente vacío, aunque cabe destacar que desconocía si estaba igual por las mañanas. Esperaba que por las mañanas hubiesen más personas porque si no, era una pena que nadie acudiera a ver cualquier cuadro de cualquier sala, no solo a la famosa Gioconda. Creía que cada cuadro estaba hecho por alguna razón, que llevaba una historia tras de si y que el autor quería compartir con los demás... por lo que creía interesante intentar descubrir que fue lo que el atormentado autor, o no, quería explicar por medio de su cuadro.
Por un momento pensé que era demasiado sospechoso que una joven paseara sola por el museo de noche. Me di cuenta que quizás había sido poco precavida y aquello me podría costar la vida... pero de pronto, en la misma sala en la que me encontraba yo, apareció, pues no la había ni visto ni escuchado llegar, una joven de más o menos mi edad y que también iba sola. Suspiré tranquila por no ser la única extraña por estos lares.
¿Debía acercarme a la joven? Sería extraño interrumpirla pues quizás estaba analizando con profunidad la obra que estaba observando y molestarla sería descortés... más tenía que averiguar en que sala estaba la Gioconda y la contraria parecía estar mas entendida en el arte que yo... tenía que molestarla por desgracia. Me acerqué a ella.

-Disculpe la intromisión... - Dije bajando la mirada avergonzada - ¿Conoce bien el museo? Es que tengo una duda respecto a la situación de una de las obras que me son de interés.