Una sonrisa es como una estrella {Priv}

por **Ébano Dalaras** Miér Ago 22, 2012 12:30 pm

Mis ojos contemplaban aquel barullo de gente que se cernía entre sí. Se juntaban, hablaban e incluso parecía que disfrutaban de aquellas conversaciones triviales que llegaban tan claras y nítidas a mis oídos. Padres hablando de compromisos, hombres de mujeres e historietas que ellos consideraban que les hacían superiores a los demás, mujeres que reían ante aquellas historias, dejándose embaucar por caras supuéstamente bonitas. Yo, me limité a observar.

Mi padre había insistido en que acudiera a aquella fiesta de sociedad. Deseaba que me integrara entre las personas, entre, probablemente, algún hombre con quien quisiera tuviera buenas relaciones... Realmente poco me importó. Me arreglé como dijo, manteniendo en mi figura un vestido que hiciera juego con el color de mis ojos; Azul claro con toques de blanco, y alcé mi pelo en un moño, dejando que el flequillo cayera suavemente por cada lado de mi rostro. Me sentía realmente hermosa con esas galas, debía admitirlo, pero quizá prefería un tipo de ropa un tanto más sencilla... de todas formas, no tardé mucho en alejarme de ahí.

Tuve un par de conversaciones en las que mantuve mi sonrisa y buena educación, pero también, la sensación de que en cualquier momento cualquier error que saliera de mis labios iba a ser juzgado más adelante. ¿Cómo sentirme cómoda entre gente así? Un levé suspiro salió de mis labios mientras me alejaba disimuladamente de aquel lugar de ruido y risas sin sentido. Mis pasos me llevaron hasta un lugar un tanto más aislado, lleno un poco más de oscuridad y silencio, justo lo que necesitaba en esos momentos. Lo único malo que había en esos instantes, es que no tenía luz suficiente para poder leer... Ni tampoco me había traído un libro para hacerlo, hubiera sido un gesto de mala educación por mi parte pero, realmente, prefería leer que soportar según que tipo de charlas.

Suspiré y contemplé el cielo estrellado, mientras me imaginaba eso mismo que veía reflejado en aquel hermoso lago al que tanto me gustaba ir a descansar del mundo. Era una vista tan hermosa, tan relajante que en esos momentos me olvidé de todo y mi sonrisa ganó a cualquier otro rostro en mi cara. Ya no había presión por comportarme como era debido, porque no cometer ningún error... No, la belleza conseguía disipar aquellas sensación y recordarme todo lo que merece la pena en el mundo. En esas fiestas también había gente que merecía la pena, pero era más complicado encontrarlas. Después de todo, aún podían existir caballeros de verdad, como los de Avalon.