AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las flores también danzan |Privado|
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Las flores también danzan |Privado|
Le habían dicho que las flores se les aprecia mejor por las noches, que desnudas bajo la luz de la luna sueltan su esencia y fragancia, desbordan paz y ternura, que si te acercas a ellas te abrazan el alma, te llenan de alegría y que si corres con suerte te cumplen los deseos. Sin esperar tanta historia, fanatismo y religiosidad, no podía quedarse con la curiosidad, no solía nunca hacerlo, así que por qué no averiguarlo, por qué no darse cuenta por sí misma si eso era cierto o no, sin esperar un segundo más tomó lo primero que encontró, como loca desquiciada se vistió puesto que no quería que le diera la medianoche en casa, quería llegar al Jardín Botánico cuando antes para así perderse en aquel ambiente. Mientras iba camino en el coche, se imaginaba en que quizás todo lo que le habían contado sobre aquel sitio no era cierto, que sus expectativas seguro eran demasiado altas y terminaría desilusionándose como muchas cosas a su corta vida. Hacía gestos con sus manos y la exasperación era un muy evidente, no podía apresurar al cochero o terminarían accidentados o algo así –La prudencia ante todo Elene, prudencia…- se decía así misma y observaba esa hermosa luna dibujada como de carbón, oculta seduciendo a las nubes ralas que la acobijaban, el aire frío de otoño era clásico de la temporada así como la flora y fauna de esa estación. En un abrir y cerrar de ojos el coche se detuvo – ¡Al fin!- dijo Elene con una gran sonrisa en el rostro, la puerta fue abierta y bajó inmediatamente, miró el lugar, la puertecilla de la entrada estaba cerrada, a lo que su cejo se frunció, rechistó por eso y ladeando el rostro se fijó si realmente estaba sola, le hizo una señal al cochero y decirle que se aparcase más adelante del jardín que aparentemente el lugar estaba cerrado por la hora y que tendría que entrar clandestinamente. –Todo es mejor de lo que me esperaba, esto es definitivamente lo que necesitaba- decía Elene en voz baja mientras abría la rejilla del jardín y dando pequeños pasos se adentraba poco a poco.
Para su sorpresa un camino empedrado a sus ojos le guiaba la ruta hacia donde tenía que ir. Comenzó la travesía por el sendero empedrado mientras tarareaba una que otra melodía que se le venía a la cabeza, caminando despacio y sin prisa, deseaba gozar del contacto con la naturaleza y más de la soledad. Sin ninguna presión quitó sus zapatillas y quedó descalza, sus pies percibieron la ligereza y suavidad de las piedras que hacían el sendero, lleno de árboles esperaba ya llegar al jardín botánico como tal. Su pelo hacía juego con el viento hasta que el espesor comenzó a hacerse notar, el verde pálido y oscuro a sus ojos se reflejaban solo alumbrado con la luz de la enorme estrella que tenía encima de su cabeza y una a una las flores se fueron dejando ver, los pétalos más hermosos y cuidados que había visto, las tersas y delicadas flores se salían de los tallos de las plantas, de todos los colores que alguien pudiese imaginar, una obra divinamente hermosa, inexplicablemente el sonar de los insectos hacían la música perfecta para los acompañantes nocturnos, los ojos de Elene se dilataron, no podía creer lo que veía -¡Hermoso! Todo es hermoso…. - dijo en un tono un tanto alto sin importar si fuese a ser escuchada, se salió del camino de piedra y pisó la grama verde, sus poros se unieron con la humedad de ésta y con una gran sonrisa giraba, bailaba, viendo al cielo dejándose llevar por un danzar imaginario, se sentía como niña, definitivamente el lugar era más de lo que ella esperaba, le había revivido el ánimo con solo respirar, aventó sus zapatillas a un lado de la alegría, cuando un golpe seco de una de ellas la hizo parar de una, le había dado a algo o alguien.
Se giró un tanto paralizada y tiesa de miedo de reojo divisando una figura negra a sus espaldas y viendo con más detalle no lograba distinguir qué era así que con voz un tanto extraña se dirigió a lo que fuese que estuviera ahí -Ehm.. ¿Hola? Disculpa por eso… - se giró completamente y entrecerraba los ojos para tratar de ver mejor sin tener éxito, esperaba que lo que sea que estuviese ahí fuese amigable.
Para su sorpresa un camino empedrado a sus ojos le guiaba la ruta hacia donde tenía que ir. Comenzó la travesía por el sendero empedrado mientras tarareaba una que otra melodía que se le venía a la cabeza, caminando despacio y sin prisa, deseaba gozar del contacto con la naturaleza y más de la soledad. Sin ninguna presión quitó sus zapatillas y quedó descalza, sus pies percibieron la ligereza y suavidad de las piedras que hacían el sendero, lleno de árboles esperaba ya llegar al jardín botánico como tal. Su pelo hacía juego con el viento hasta que el espesor comenzó a hacerse notar, el verde pálido y oscuro a sus ojos se reflejaban solo alumbrado con la luz de la enorme estrella que tenía encima de su cabeza y una a una las flores se fueron dejando ver, los pétalos más hermosos y cuidados que había visto, las tersas y delicadas flores se salían de los tallos de las plantas, de todos los colores que alguien pudiese imaginar, una obra divinamente hermosa, inexplicablemente el sonar de los insectos hacían la música perfecta para los acompañantes nocturnos, los ojos de Elene se dilataron, no podía creer lo que veía -¡Hermoso! Todo es hermoso…. - dijo en un tono un tanto alto sin importar si fuese a ser escuchada, se salió del camino de piedra y pisó la grama verde, sus poros se unieron con la humedad de ésta y con una gran sonrisa giraba, bailaba, viendo al cielo dejándose llevar por un danzar imaginario, se sentía como niña, definitivamente el lugar era más de lo que ella esperaba, le había revivido el ánimo con solo respirar, aventó sus zapatillas a un lado de la alegría, cuando un golpe seco de una de ellas la hizo parar de una, le había dado a algo o alguien.
Se giró un tanto paralizada y tiesa de miedo de reojo divisando una figura negra a sus espaldas y viendo con más detalle no lograba distinguir qué era así que con voz un tanto extraña se dirigió a lo que fuese que estuviera ahí -Ehm.. ¿Hola? Disculpa por eso… - se giró completamente y entrecerraba los ojos para tratar de ver mejor sin tener éxito, esperaba que lo que sea que estuviese ahí fuese amigable.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
Edad : 31
Localización : París, Francia
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Re: Las flores también danzan |Privado|
Aquel sitio era sin duda alguna, uno de los pocos lugares que podía hacerle perderse y abstraerse en aquel paisaje. Fuese el cielo despejado e iluminado de esa noche, el aroma fragante de las flores o la simple idea de querer huir de su mundo privado e interno por un momento. No quería pensar ni nada similar. Evadir la realidad hasta que tuviese un indicio que seguir. Estaba solo... tanto como no se había sentido jamás. Estaba solo porque no sabía a dónde dirigirse. Y tenía esa frustración carcomiéndole mientras tanto. Pero a simple vista parecía tan sereno y calmo como siempre.
Se tiró en el pasto bien cuidado de los jardines, el suave murmullo del viento contra las plantas parecía arrullarle, entre aquel lugar o el sonido del agua al permanecer en la laguna. Esas cosas le habían tranquilizado los últimos días. Pero en algún punto estaba desesperado e inquieto nuevamente, no había forma que pasara por alto todo lo que afectaba su ser de esa manera.
'Duerme y no despiertes... Duerme y nada pasará' Aquella vocecita nuevamente. Claro que no haría eso. No quería dormir y esperar por la eternidad. Sobre todo no quería quedarse atrapado en ese estado, por eso no podía simplemente detenerse. No ahora, no así... y no hasta que supiese donde encontrar a quien creía podía otorgarle un poco de calma y de razón, así fuese momentánea.
Pero la calma no duró demasiado. Pudo escucharlo aún cuando en su campo de visión no había aparecido aún nada. El sonido de las puertas férreas que daban paso a aquel camino. Un camino que había recorrido tantas veces. Uno que le llevaría en un pasado a estar con quien quería. Y sin embargo, esta vez no había avanzado hasta aquella mansión ¿Por qué? porque no encontraría a nadie, entonces lo que sentía se haría más fuerte. E incluso si aquel jardín con sus hermosas flores le gustaba, también había demasiados recuerdos en ellos. Pero no eran malos, solo que alimentaban una nostalgia que no quería sentir. No hasta que justo como en los ríos, la tierra volviese a asentarse bajo las aguas tras ser revueltas. Así,la tierra bajo sus pies debía volver a ser lo que era.
Aquella persona cuyo palpitar denotaba su alegría o alguna clase de emoción se acercaba y tras un suspiro de resignación se incorporó, poniéndose de pie sacudiendo sus ropas. En un primer instante, pensó en marcharse. Pero en el tiempo que le tomó pasar cerca de ella se detuvo. Le vio allí, sin preocuparse, saltando y moviéndose cual infante. Tuvo que sonreír. ¿No era gracioso? ¿Acaso no era tan curioso como dos personas en el mismo lugar podían estar en extremos tan diferentes? Ella lucía tan feliz y parecía tan desentendida de lo que había alrededor suyo. Pero de algún modo... alguien como él, lo más cerca que estaría, probablemente era de sentir cierta envidia. No de esa que te hace querer arruinar lo que ves, ero una que te decía que le hubiese estado estar de esa misma manera.
Y entonces pasó aquello. Vio el calzado de la muchacha salir por los aires y aunque pudo detenerlo, solo obseró el recorrido hasta que chocó con su cuerpo. Antes de que el objeto cayese lo tomó en sus manos justo al tiempo de escuchar aquella voz femenina y melodiosa en una disculpa. Una media sonrisa -Qué descuidada. Pero supongo que no puedo culparle. Ni usted ni yo debiesemos estar aquí- Se acercó, despaico para no asustarla, pero con suma ligereza, como si no fuese necesario tocar el suelo bajo sus plantas. Esa sensación que producía el dar un paso firme, no lo necesitaba en ese instante ni quería esforzarse demasiado en parecer uno más en un mar de gente que jamás cesaba. El desequilibrio de sus partes, no le importaba dar señales, conscientes o inconscientes de lo que era. Sus movimientos fluidos y su mirada eran ya suficiente para sospechar. Bajo la luz de la luna la piel pálida de sus manos resaltaba del oscuro abrigo cuando extendió su mano hacia ella -Si los pierde, deberá regresar descalza a casa- Su voz, con el tinte de la melancolía mezclado con lo antinatural de su ser. Era entre común y lo contrario. El tono de su voz se escuchaba diferente pero ella no le conocía, así que la diferencia venía valiendo tanto como lo hacía todo en ese instante. Y a él no le importaba, pero las palabras simplemente salían de sus labios, sin ningún sentido propio, como una conversación casual que podría tener tal vez sin pensarlo.
Se tiró en el pasto bien cuidado de los jardines, el suave murmullo del viento contra las plantas parecía arrullarle, entre aquel lugar o el sonido del agua al permanecer en la laguna. Esas cosas le habían tranquilizado los últimos días. Pero en algún punto estaba desesperado e inquieto nuevamente, no había forma que pasara por alto todo lo que afectaba su ser de esa manera.
'Duerme y no despiertes... Duerme y nada pasará' Aquella vocecita nuevamente. Claro que no haría eso. No quería dormir y esperar por la eternidad. Sobre todo no quería quedarse atrapado en ese estado, por eso no podía simplemente detenerse. No ahora, no así... y no hasta que supiese donde encontrar a quien creía podía otorgarle un poco de calma y de razón, así fuese momentánea.
Pero la calma no duró demasiado. Pudo escucharlo aún cuando en su campo de visión no había aparecido aún nada. El sonido de las puertas férreas que daban paso a aquel camino. Un camino que había recorrido tantas veces. Uno que le llevaría en un pasado a estar con quien quería. Y sin embargo, esta vez no había avanzado hasta aquella mansión ¿Por qué? porque no encontraría a nadie, entonces lo que sentía se haría más fuerte. E incluso si aquel jardín con sus hermosas flores le gustaba, también había demasiados recuerdos en ellos. Pero no eran malos, solo que alimentaban una nostalgia que no quería sentir. No hasta que justo como en los ríos, la tierra volviese a asentarse bajo las aguas tras ser revueltas. Así,la tierra bajo sus pies debía volver a ser lo que era.
Aquella persona cuyo palpitar denotaba su alegría o alguna clase de emoción se acercaba y tras un suspiro de resignación se incorporó, poniéndose de pie sacudiendo sus ropas. En un primer instante, pensó en marcharse. Pero en el tiempo que le tomó pasar cerca de ella se detuvo. Le vio allí, sin preocuparse, saltando y moviéndose cual infante. Tuvo que sonreír. ¿No era gracioso? ¿Acaso no era tan curioso como dos personas en el mismo lugar podían estar en extremos tan diferentes? Ella lucía tan feliz y parecía tan desentendida de lo que había alrededor suyo. Pero de algún modo... alguien como él, lo más cerca que estaría, probablemente era de sentir cierta envidia. No de esa que te hace querer arruinar lo que ves, ero una que te decía que le hubiese estado estar de esa misma manera.
Y entonces pasó aquello. Vio el calzado de la muchacha salir por los aires y aunque pudo detenerlo, solo obseró el recorrido hasta que chocó con su cuerpo. Antes de que el objeto cayese lo tomó en sus manos justo al tiempo de escuchar aquella voz femenina y melodiosa en una disculpa. Una media sonrisa -Qué descuidada. Pero supongo que no puedo culparle. Ni usted ni yo debiesemos estar aquí- Se acercó, despaico para no asustarla, pero con suma ligereza, como si no fuese necesario tocar el suelo bajo sus plantas. Esa sensación que producía el dar un paso firme, no lo necesitaba en ese instante ni quería esforzarse demasiado en parecer uno más en un mar de gente que jamás cesaba. El desequilibrio de sus partes, no le importaba dar señales, conscientes o inconscientes de lo que era. Sus movimientos fluidos y su mirada eran ya suficiente para sospechar. Bajo la luz de la luna la piel pálida de sus manos resaltaba del oscuro abrigo cuando extendió su mano hacia ella -Si los pierde, deberá regresar descalza a casa- Su voz, con el tinte de la melancolía mezclado con lo antinatural de su ser. Era entre común y lo contrario. El tono de su voz se escuchaba diferente pero ella no le conocía, así que la diferencia venía valiendo tanto como lo hacía todo en ese instante. Y a él no le importaba, pero las palabras simplemente salían de sus labios, sin ningún sentido propio, como una conversación casual que podría tener tal vez sin pensarlo.
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/02/2011
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Re: Las flores también danzan |Privado|
Qué aroma tan peculiar, Qué luna tan seductora e interesante, Qué universo tan extraño y entrometido, juntó por equivocación a dos seres diferentes en una noche común y corriente, ¿Quién pensaría que aquello se daría? ¿Quién para saber que el destino conspiraría? Las flores que derraban su fragancia reclutaban a más insectos que jugaban a cantar y danzar. El viento jugaba con la textura y delicadeza de las hojas secas que un día fueron parte de la belleza del Jardín. Elene avergonzada no sabía en donde esconder su cabeza, cerraba los ojos y trataba de ver un poco más con ironía en sus acciones, observaba quieta hasta que por fin escuchó hablar a alguien, le tranquilizó que el caballero que estaba en frente a ella reaccionase de una manera educada y sutil, nuevamente volvió a hacer un gesto de disculpa, agachando su cabeza e inclinándose -Nuevamente lo siento Monsieur, está muy oscuro como para verle y dirigirme a su persona, solo logro ver su silueta… - cuando sintió que una pequeña ráfaga de viento le traía consigo al hombre con el que estaba hablando, dio dos pasos hacia atrás y le observó a la luz de la luna que le plateaba todo el cuerpo, se quedó sin decirle nada, solo observándole desde su centro. No podía diferenciarlo bien porque iba vestido con colores que se mezclaban con la oscurana noche pero aun así logró ver las manos cuando éste las extendía.
De manera extraña Elene volvió a tomar la zapatilla agradeciendo el gesto quedándose con ella en la mano y observando el lugar para querer encontrar la otra que seguramente en algún remanso de plantas debió de haber caido -De verdad ha sido un descuido de mi parte, le pido disculpas nuevamente, la verdad no suelo hacer este tipo de cosas, es solo que… al sentirme en este lugar, de una manera se despertó en mí una especie de sensación de paz que quise exteriorizar y terminé lanzando todo lo que llevaba puesto!- haciendo una mueca extraña siempre buscando verle el rostro al ajeno sin poder distinguir nada, solo su peculiar voz, una voz muy masculina pero a la vez con un quebranto por su parte -Este es un hermoso lugar, no sé cómo no había venido antes aquí! Usted ya conocía?- acercándose un poco más pero viendo al suelo para tratar de encontrar su otra zapatilla corriendo sin ningún éxito -Creo que me tocará volver a casa descalza….- sonrió -En donde habré dejado la otra- caminando hacia atrás chocando con el hombre desconocido -¡Lo siento! De verdad que soy torpe…- logrando por fin divisarle el rostro y su cabello largo, era hermoso. Se quedó dos segundos observándole -Soy Elene y usted?- viendo hacia arriba porque era muy alto.
A lo largo, el viento traía como murmullo el sonido de unos pasos que pisaban el empedrado sendero por el cual Elene hace un momento acababa de cruzar, al parecer era un guardia. En París a parte de ser la cuna de muchas costumbres y una sociedad muy arraigada, se protegía muy bien el recurso natural, por eso es que eran un poco estrictos con los horarios de visitas a parques, lagunas y jardines. Las personas que les encontraban infringiendo las normas eran penados con trabajos comunitarios divulgados, forjando en los ciudadanos un comportamiento íntegro y de gran admiración pero al parecer Elene y el joven con el que se encontraban lo habían irrumpido. Si el guardia los llegase a encontrar serían noticia que se pregonaría por toda la ciudad y tanto ella como el no desearían eso. -Oh no! Creo que nos van a pillar...- le decía Elene susurrándole al extraño maldiciendo el momento en el que había lanzado su zapato y lo había extraviado al parecer tocaría correr.
De manera extraña Elene volvió a tomar la zapatilla agradeciendo el gesto quedándose con ella en la mano y observando el lugar para querer encontrar la otra que seguramente en algún remanso de plantas debió de haber caido -De verdad ha sido un descuido de mi parte, le pido disculpas nuevamente, la verdad no suelo hacer este tipo de cosas, es solo que… al sentirme en este lugar, de una manera se despertó en mí una especie de sensación de paz que quise exteriorizar y terminé lanzando todo lo que llevaba puesto!- haciendo una mueca extraña siempre buscando verle el rostro al ajeno sin poder distinguir nada, solo su peculiar voz, una voz muy masculina pero a la vez con un quebranto por su parte -Este es un hermoso lugar, no sé cómo no había venido antes aquí! Usted ya conocía?- acercándose un poco más pero viendo al suelo para tratar de encontrar su otra zapatilla corriendo sin ningún éxito -Creo que me tocará volver a casa descalza….- sonrió -En donde habré dejado la otra- caminando hacia atrás chocando con el hombre desconocido -¡Lo siento! De verdad que soy torpe…- logrando por fin divisarle el rostro y su cabello largo, era hermoso. Se quedó dos segundos observándole -Soy Elene y usted?- viendo hacia arriba porque era muy alto.
A lo largo, el viento traía como murmullo el sonido de unos pasos que pisaban el empedrado sendero por el cual Elene hace un momento acababa de cruzar, al parecer era un guardia. En París a parte de ser la cuna de muchas costumbres y una sociedad muy arraigada, se protegía muy bien el recurso natural, por eso es que eran un poco estrictos con los horarios de visitas a parques, lagunas y jardines. Las personas que les encontraban infringiendo las normas eran penados con trabajos comunitarios divulgados, forjando en los ciudadanos un comportamiento íntegro y de gran admiración pero al parecer Elene y el joven con el que se encontraban lo habían irrumpido. Si el guardia los llegase a encontrar serían noticia que se pregonaría por toda la ciudad y tanto ella como el no desearían eso. -Oh no! Creo que nos van a pillar...- le decía Elene susurrándole al extraño maldiciendo el momento en el que había lanzado su zapato y lo había extraviado al parecer tocaría correr.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
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Re: Las flores también danzan |Privado|
Le observó moverse a su alrededor y mirarle de vez en vez como buscando ver lo que sus ojos por ahora no lograban divisar de él –Sin estar en su camino, habría perdido probablemente ambas zapatillas – Susurró notando la luna más alto de lo que había visto al llegar. Como si no pensara moverse para ayudarle–O bien, tal vez no habría perdido ninguna – No había sido su intención fijarse en donde había caído el otro de sus zapatos. Pero podía recordar la imagen y observó la dirección en la que la trayectoria probablemente había llevado lo que buscaba ahora la joven que revoloteaba entre plantas, y solo pensó que lo hacía tal cual mariposa que revolotea sin parar entre estas. Era joven, para él la frase 'llena de vida' literalmente estaba presente al verle, su sangre corriendo por sus venas con esos latidos marcados a sus oídos.
-Sí que conozco este sitio. He estado aquí más de una vez. Siempre hermoso, incluso si sus plantas no florecen. En invierno u otoño. Pero siempre hay algo bello que admirar en este u otros lugares – He aquí, que en ese sitio estaban, los recuerdos más recientes que apreciaba o que le habían llevado al punto en el que estaba. Lo que una vez parecía casualidad se había vuelto un eslabón en una cadena que no podía quebrar o hacer ceder.
Kei suspiró mientras escuchaba al guardia, era por resignación. Tomó a la chica del brazo, levantándola del suelo al sostenerla de la cintura contra él. En su grado de inconsciencia en ese momento, podía confiar en su naturaleza. Sus pasos, ligeros, como quien no toca el suelo por la rapidez de los movimientos. Solo se movió detrás de las plantas que podrían cubrirlos a ambos y se agachó recogiendo el zapato perdido –Mi nombre es Kei –dijo en un susurro, volumen suficiente para que ella le escuchara y quien buscaba alguna anomalía por el jardín no lo hiciera. Le observó con fijeza ahora que estaban supuestamente escondiéndose. Ladeó el rostro viendo las facciones de su cara. Bajó la mirada, viendo sus ropas, clase alta, se dijo internamente al ver las telas y el acabado de su vestido.
Muchas veces se había dicho que no debía observar a las personas de esa forma, no era algo que se tomara a bien, pero en ese instante le parecía poco importante y le dio la espalda avanzando un par de pasos, moviéndose con cuidado para no dañar las plantas –Por las palabras que ha dirigido antes… ¿No ha venido antes a los jardines durante el día? –Tal vez había malinterpretado sus palabras, pero eso le había parecido momentos atrás cuando dijese que el sitio era hermoso. Por su lado, él había visto, a través de la mente de otros como lucía durante el día, pero como imposible era verlo con sus propios ojos y la belleza que poseía en las noches, si bien era diferente, probablemente era comparable, sobre todo en ciertas épocas y cuando la luna, como en esa noche, iluminaba los caminos con su luz clara aunque tenue comparada con la luminosidad del sol, demasiado brillante y letal.
Se giró a verle. Señalando en una dirección, la cual seguirían solo para que no les descubrieran, si estuviese solo no haría eso, pero era entretenido para su mente tener esa distracción que ella representaba. Incluso si le veía de esa forma poco amable. No por quererlo, en esos momentos era incapaz de simplemente comportarse de otra forma. Las cosas le habían sobrepasado y no quería sonreír ni fingir nada que no fuese necesario. Estaba dando la vuelta, terminarían regresando al camino que había llevado los pasos de ambos a esos parajes -¿Por qué de noche? - Preguntó de pronto, no es que le importara, pero era curioso... ¿No era lo normal ir de día, cuando las puertas estaban abiertas de par en par? En algún lugar de su mente la lógica aún funcionaba para poder distinguir cosas como esa. En realidad no había nada malo en él, solo le faltaba esa característica forma que usaba para relacionarse con los demás, lo cual, a decir verdad, cambiaba bastante la perspectiva de su persona. No tenía el interés de causar una buena impresión o disculparse por alguna cosa que hiciere sin pensar, como observarle cual persona ve un objeto en cualquier lugar.
-Sí que conozco este sitio. He estado aquí más de una vez. Siempre hermoso, incluso si sus plantas no florecen. En invierno u otoño. Pero siempre hay algo bello que admirar en este u otros lugares – He aquí, que en ese sitio estaban, los recuerdos más recientes que apreciaba o que le habían llevado al punto en el que estaba. Lo que una vez parecía casualidad se había vuelto un eslabón en una cadena que no podía quebrar o hacer ceder.
Kei suspiró mientras escuchaba al guardia, era por resignación. Tomó a la chica del brazo, levantándola del suelo al sostenerla de la cintura contra él. En su grado de inconsciencia en ese momento, podía confiar en su naturaleza. Sus pasos, ligeros, como quien no toca el suelo por la rapidez de los movimientos. Solo se movió detrás de las plantas que podrían cubrirlos a ambos y se agachó recogiendo el zapato perdido –Mi nombre es Kei –dijo en un susurro, volumen suficiente para que ella le escuchara y quien buscaba alguna anomalía por el jardín no lo hiciera. Le observó con fijeza ahora que estaban supuestamente escondiéndose. Ladeó el rostro viendo las facciones de su cara. Bajó la mirada, viendo sus ropas, clase alta, se dijo internamente al ver las telas y el acabado de su vestido.
Muchas veces se había dicho que no debía observar a las personas de esa forma, no era algo que se tomara a bien, pero en ese instante le parecía poco importante y le dio la espalda avanzando un par de pasos, moviéndose con cuidado para no dañar las plantas –Por las palabras que ha dirigido antes… ¿No ha venido antes a los jardines durante el día? –Tal vez había malinterpretado sus palabras, pero eso le había parecido momentos atrás cuando dijese que el sitio era hermoso. Por su lado, él había visto, a través de la mente de otros como lucía durante el día, pero como imposible era verlo con sus propios ojos y la belleza que poseía en las noches, si bien era diferente, probablemente era comparable, sobre todo en ciertas épocas y cuando la luna, como en esa noche, iluminaba los caminos con su luz clara aunque tenue comparada con la luminosidad del sol, demasiado brillante y letal.
Se giró a verle. Señalando en una dirección, la cual seguirían solo para que no les descubrieran, si estuviese solo no haría eso, pero era entretenido para su mente tener esa distracción que ella representaba. Incluso si le veía de esa forma poco amable. No por quererlo, en esos momentos era incapaz de simplemente comportarse de otra forma. Las cosas le habían sobrepasado y no quería sonreír ni fingir nada que no fuese necesario. Estaba dando la vuelta, terminarían regresando al camino que había llevado los pasos de ambos a esos parajes -¿Por qué de noche? - Preguntó de pronto, no es que le importara, pero era curioso... ¿No era lo normal ir de día, cuando las puertas estaban abiertas de par en par? En algún lugar de su mente la lógica aún funcionaba para poder distinguir cosas como esa. En realidad no había nada malo en él, solo le faltaba esa característica forma que usaba para relacionarse con los demás, lo cual, a decir verdad, cambiaba bastante la perspectiva de su persona. No tenía el interés de causar una buena impresión o disculparse por alguna cosa que hiciere sin pensar, como observarle cual persona ve un objeto en cualquier lugar.
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Re: Las flores también danzan |Privado|
—Es una suerte haberme encontrado usted Monsieur, seguramente hubiera terminando perdiendo todo en este paraíso…. No solo mi zapatilla. - Miraba con asombro al gran hombre que tenía al frente, quizás si le observaba de manera menos educada pudiera encontrar su zapatilla –Qué tonta eres Elene- Se dijo para sí misma sonriendo viéndose como una loca aunque pensaba en su cabeza que cualquier ser normal hablaba con sí mismo, se reía, lloraba y molestaba solo, era como una regla, el problema es que ella tenía compañía. — ¡Cuánta razón hay en tus palabras…! Por más lejos que estén de su época de florecer, emiten paz y armonía, te llenan y te hacen olvidar… -. Los pasos del hombre que buscaba rastros de algún intruso en aquel mágico jardín se acercaban, Elene no sabía qué hacer, cuando de repente sintió las manos gruesas del hombre desconocido tomarle por la cintura, elevarse con ella y correr con una velocidad impresionante hacia algunos ramajes y arbustos que pudiesen ocultarles. Definitivamente eran altos aquellos, el enorme hombre ocupada bastante espacio, Elene solo pudo guardar silencio y aferrarse al cuerpo ajeno por tal agilidad, -Es uno de ellos- se dijo para sí misma respirando de manera un tanto intranquila, sabía que si el hombre que la tomaba por sorpresa quería podía asesinarle o quizás se estuviese confundiendo pues había escuchado que habían más criaturas terroríficas que merodeaban por las calles de París, acarició sus mejillas y notó que estaban frías, claro, el viento que arremetía con ambos lo era, pero podía apostar que la piel del ajeno era más fría. Sonrió de nuevo -Tienes el arte para rodearte de estos seres Elene… ¿Cuándo será el día que conocerás a gente normal?- murmuró entre labios, aquello le parecía divertido, aunque sus manos aún temblaban. Escuchó mencionar el nombre ajeno, al menos así sentía un poco más de confianza puesto que después de salvarle de ser pillada se había tomado la molestia de presentarse. —Kei ¿eh? Muy bonito y extraño nombre Monsieur, ¿No es de por aquí cierto?- viéndole a los ojos, puesto que eso sí, podía sentir algún tipo temor pero aun así tomaba el valor de ver la ventana al alma, los ojos. Sintió esa mirada acosadora por parte del ajeno y su cejo se frunció, parecía que buscase algo o simplemente la estaba observando, su cara se tiñó de un rosa tenue y suspiró despreocupadamente.
Le vio alejarse con su zapato en mano, se quedó enmudecida mientras tomaba una bocanada de aire y le miraba deslizarse en medio de aquellas plantas con una plenitud, como si la paz que le recorriera la pudiera exteriorizar. Una vez pasando el guardia que tarareaba un bizarro ritmo, se pudo acomodar el vestido y los cabellos, el viento trajo consigo un peculiar aroma —La verdad soy nueva en París… - haciendo una pausa y analizando lo que había dicho —Bueno, no tan nueva, tengo aproximadamente cuatro años pero en medio de una búsqueda, más exhaustiva que la de esa zapatilla… - sonriéndole y señalándole con la vista la zapatilla que llevaba en sus manos —No he tenido mucho tiempo de vagar libremente por las maravillas que París ofrece! - acercándose a él —Lo hago de noche, porque me parece que es cuando con más calma se pueden escuchar a las flores cantar…. - una ola de aire abrazó aquel momento y el canto de las plantas se dejó escuchar.
Le miró sus manos, señalándole un lugar en donde quizás pudiesen ocultarse para que el guardián del jardín no los pudiese pillar -Pero ¿por qué?- se dijo para sí misma mientras le seguía, podía morir podía vivir, el frenesí de descubrirlo le guiaban los pasos. Por eso la aventura siempre la había llevado a problemas. —¿No crees que la noche es más majestosa que el día? - respondiendo su pregunta —Además dicen que por las noches en este jardín, si pides con todo tu corazón un deseo, las flores pueden oírlo y cumplirlo - susurrándole sabiendo que los oídos de Kei podrían oírla, juntando sus manos como en posición de oración cerró sus ojos para decir aquello y el viento jugueteó con sus cabellos un momento. —¿Tú que haces por aquí? Es extraño encontrar a alguien por las noches en un lugar como éste, más…. Alguien como tú!-
Le vio alejarse con su zapato en mano, se quedó enmudecida mientras tomaba una bocanada de aire y le miraba deslizarse en medio de aquellas plantas con una plenitud, como si la paz que le recorriera la pudiera exteriorizar. Una vez pasando el guardia que tarareaba un bizarro ritmo, se pudo acomodar el vestido y los cabellos, el viento trajo consigo un peculiar aroma —La verdad soy nueva en París… - haciendo una pausa y analizando lo que había dicho —Bueno, no tan nueva, tengo aproximadamente cuatro años pero en medio de una búsqueda, más exhaustiva que la de esa zapatilla… - sonriéndole y señalándole con la vista la zapatilla que llevaba en sus manos —No he tenido mucho tiempo de vagar libremente por las maravillas que París ofrece! - acercándose a él —Lo hago de noche, porque me parece que es cuando con más calma se pueden escuchar a las flores cantar…. - una ola de aire abrazó aquel momento y el canto de las plantas se dejó escuchar.
Le miró sus manos, señalándole un lugar en donde quizás pudiesen ocultarse para que el guardián del jardín no los pudiese pillar -Pero ¿por qué?- se dijo para sí misma mientras le seguía, podía morir podía vivir, el frenesí de descubrirlo le guiaban los pasos. Por eso la aventura siempre la había llevado a problemas. —¿No crees que la noche es más majestosa que el día? - respondiendo su pregunta —Además dicen que por las noches en este jardín, si pides con todo tu corazón un deseo, las flores pueden oírlo y cumplirlo - susurrándole sabiendo que los oídos de Kei podrían oírla, juntando sus manos como en posición de oración cerró sus ojos para decir aquello y el viento jugueteó con sus cabellos un momento. —¿Tú que haces por aquí? Es extraño encontrar a alguien por las noches en un lugar como éste, más…. Alguien como tú!-
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Las flores también danzan |Privado|
¿Perder algo más? No estaba seguro de a lo que se refería. Igualmente no era de su incumbencia, no debía serlo. Solo le miraba mientras le escuchaba hablar. Ella le pareció por un momento demasiado radiante. ¿Era ingenua o solo era esa aura que la rodeaba? No sabía si desconocía los males o pretendía ignorarlos. O tal vez era el tras lo que le sucedia que veía todo con aquella forma oscura y siniestra.
Soltó una risa, le había escuchado en silencio, el comentario de su nombre podría no ser tan raro pero el que preguntara por ello si no era de por ahí le resultó curioso –No lo soy… pensé que mis rasgos delatarían un poco de ello –Ciertamente no era probablemente el único extranjero y no el único con rasgos asiáticos –Cuatro años ya son suficientes, diría yo, para decir que no es nueva por estos lugares –El llevaba un tanto menos, un par de años menos que ella. Pero para él el tiempo había pasado muy rápido -¿De dónde ha venido, si se puede saber? – Preguntó devolviéndole la zapatilla. S no era de esa ciudad, le entraba la curiosidad por saber entonces el lugar del cuál provenía.
Se dio cuenta de que no le había dicho nada ni respondido otras preguntas y cuando dijo eso último le dedicó una sonrisa amable. Un gesto algo forzado, pero esta vez pensó que era lo más viable. No tenía ganas de sonreír, pero era más el esfuerzo que él sentía que hacía, ella podría no notar un hecho como ese -Y sobre la vista nocturna… siempre la preferí, pero lo que observaba entonces era el cielo –Hizo una ligera pausa –Sobre lo que dice de este jardín… Sabrá entonces que no lo he visto durante el día… Aunque tengo la idea de cómo debe verse, porque lo he percibido a través de otros –Señaló su sien. Lo había visto a través de la mente de otras personas. Si decía algo como eso, dando a entender su propia naturaleza, era por su comentario.
–Así que has estado con otros como yo –Hizo un extraño énfasis en el final de la frase. No eran iguales, así que clasificarse a sí mismo de esa forma no le gustaba pero era práctico -¿han sido buenas experiencias? – Sentía el latir de su corazón y por tanto los cambios que habían sufrido mientras había estado con él, era curioso, pero le había escuchado claramente acelerarse, ahora parecía tranquila, a pesar de saber qué era y los riesgos que venían con ello. Eso le decía que si le habían causado algún daño, no había sido del tipo que dejara huellas radicales en su comportamiento hacía ellos. Una suerte si se veía de cierto modo.
Suspiró, contestando lo que había evitado antes –Este jardín… creo que ha visto suficiente de mi –señaló en una dirección, desde ahí no se observaba nada –Hay una mansión por ahí –susurró –He vivido allí durante algún tiempo… El lugar al que considere que pertenezco… -¿debería decir pertenecía? No, aún no, hasta que volviese a verle, no se pondría a pensar en ello- Porque la persona que estaba conmigo estaba ahí… -Claro que ahora no lo estaba, eso provocaba tantas cosas, sobre todo pensar que él había estado con otra persona cuando el se había marchado para cumplir una petición hecha por él –Así que el jardín botánico, fue el testigo desde mi llegada… me gusta este lugar y su tranquilidad en la oscuridad… -Había vuelto ahí, pero no había ido más lejos, no quería ir a la mansión que aguardaba en silencio.
Pero su apego no era al lugar, sino a la persona que había seguido hasta ahí, tampoco tenía la necesidad de ver lo que allí había quedado. Suspiró habiéndose perdido un momento pensando en lo que no debía, mientras volvía su atención a ella -¿Ha venido sola? - Decidió cambiar el rumbo de la conversación, aunque dudaba seriamente no fuese a decir nada tras sus palabras.
Soltó una risa, le había escuchado en silencio, el comentario de su nombre podría no ser tan raro pero el que preguntara por ello si no era de por ahí le resultó curioso –No lo soy… pensé que mis rasgos delatarían un poco de ello –Ciertamente no era probablemente el único extranjero y no el único con rasgos asiáticos –Cuatro años ya son suficientes, diría yo, para decir que no es nueva por estos lugares –El llevaba un tanto menos, un par de años menos que ella. Pero para él el tiempo había pasado muy rápido -¿De dónde ha venido, si se puede saber? – Preguntó devolviéndole la zapatilla. S no era de esa ciudad, le entraba la curiosidad por saber entonces el lugar del cuál provenía.
Se dio cuenta de que no le había dicho nada ni respondido otras preguntas y cuando dijo eso último le dedicó una sonrisa amable. Un gesto algo forzado, pero esta vez pensó que era lo más viable. No tenía ganas de sonreír, pero era más el esfuerzo que él sentía que hacía, ella podría no notar un hecho como ese -Y sobre la vista nocturna… siempre la preferí, pero lo que observaba entonces era el cielo –Hizo una ligera pausa –Sobre lo que dice de este jardín… Sabrá entonces que no lo he visto durante el día… Aunque tengo la idea de cómo debe verse, porque lo he percibido a través de otros –Señaló su sien. Lo había visto a través de la mente de otras personas. Si decía algo como eso, dando a entender su propia naturaleza, era por su comentario.
–Así que has estado con otros como yo –Hizo un extraño énfasis en el final de la frase. No eran iguales, así que clasificarse a sí mismo de esa forma no le gustaba pero era práctico -¿han sido buenas experiencias? – Sentía el latir de su corazón y por tanto los cambios que habían sufrido mientras había estado con él, era curioso, pero le había escuchado claramente acelerarse, ahora parecía tranquila, a pesar de saber qué era y los riesgos que venían con ello. Eso le decía que si le habían causado algún daño, no había sido del tipo que dejara huellas radicales en su comportamiento hacía ellos. Una suerte si se veía de cierto modo.
Suspiró, contestando lo que había evitado antes –Este jardín… creo que ha visto suficiente de mi –señaló en una dirección, desde ahí no se observaba nada –Hay una mansión por ahí –susurró –He vivido allí durante algún tiempo… El lugar al que considere que pertenezco… -¿debería decir pertenecía? No, aún no, hasta que volviese a verle, no se pondría a pensar en ello- Porque la persona que estaba conmigo estaba ahí… -Claro que ahora no lo estaba, eso provocaba tantas cosas, sobre todo pensar que él había estado con otra persona cuando el se había marchado para cumplir una petición hecha por él –Así que el jardín botánico, fue el testigo desde mi llegada… me gusta este lugar y su tranquilidad en la oscuridad… -Había vuelto ahí, pero no había ido más lejos, no quería ir a la mansión que aguardaba en silencio.
Pero su apego no era al lugar, sino a la persona que había seguido hasta ahí, tampoco tenía la necesidad de ver lo que allí había quedado. Suspiró habiéndose perdido un momento pensando en lo que no debía, mientras volvía su atención a ella -¿Ha venido sola? - Decidió cambiar el rumbo de la conversación, aunque dudaba seriamente no fuese a decir nada tras sus palabras.
Kei Koizumi- Vampiro Clase Alta
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Re: Las flores también danzan |Privado|
Se quedó un rato pensativa observando el panorama, realmente todo era bellísimo, invitaba a quedarse eternamente en ese lugar. Amaba las flores quizás por eso se sentía tan agusto ahí a pesar con una extraña compañía. Se dio la vuelta para ver al hombre que estaba ahí tan apaciguo, podría jurar que en su alma había algo que si lo miraba un poco más de cerca la haría llorar. No estaba segura de aquella sensación así que trató de evadir esos pensamientos, seguramente el hombre creería que estaba loca así que ignoró completamente el sentimiento de nostalgia que por ratos le entraban cuando sus ojos se cruzaban.
Le miró fijamente ya habiendo superado lo que con anterioridad se cuestionaba y sintió algo de pena por haber preguntado tan aligeradamente si era él de París, era obvio, sus rasgos orientales lo delataban pero quizás no había formulado bien su pregunta y por eso la expresión del ajeno había sido un tanto épica. Recogió uno sus mechones de cabello colocando atrás de su oreja y suspiró tan bajo que sentía como se ahogaba, soltó una sonrisa que reflejaba la pena y después asintió como niña regañada.–Pues de noche todos somos iguales Kei…- dijo como si quisiese enmendar su error con una pequeña broma acomodándose el vestido –Sí a pesar de que ya son cuatro años, ni me he percatado del tiempo, he estado más interesada en encontrar a un… lycan- añadió aquello no estando muy segura pero no tenía nada que perder, total al hombre parecía ser de confianza aunque de sus labios no salieran palabras más que para preguntar o contestar lo que le interesara.–Soy de Italia, de la tierra del vino y queso…- no estaba segura de aquello último puesto que tenía ya casi cinco años que no visitaba su país por motivos que antes le había explicado al joven así que sonrió. Tomando su zapatilla y haciendo un gesto con la cabeza de agradecimiento volviéndosela a colocar.
Su cara se fraguaba junto con la luz de plata de la luna y el viento que no dejaba de jugar con el cabello de ambos. Elene apenas y se había percatado del largo y hermoso cabello ajeno, sonrió y le vio una sonrisa que parecía más un signo de educación que otra cosa, lo cual la hizo sentir un poco incómoda pero ignoró aquello, a veces solía ver cosas donde no las había, mala costumbre. Escuchó atentamente las palabras de él y sonrió –Así es, de noche, donde la luna se forja con las estrellas y juegan a ser una, donde se escucha más el silencio y el canto de los que desean ser escuchados…- le miró divertida pues acababa de darle la respuesta a una de sus dudas o más bien hipótesis, realmente era un vampiro. –Espero no espíe en mi cabeza Kei porque no encontrará nada interesante… además de que es algo personal…- enfaticé mis palabras pues ya antes había sucedido, se habían inmiscuido en mis pensamientos y la verdad no era nada agradable, solo quería establecer límites al fin y al cabo sabía quién era cada quién. –A pesar de su condición entonces puede gozar del sol de una manera un tanto….extraña… lo importante es que usted pueda gozarlo- dijo aquello con una sonrisa pues siempre entre cada frase la añadiría, le encantaba sonreír no importaba si se encontraba en aprietos eso jamás cambiaría y procuraría que él se diera cuenta de eso.
Asintió a sus afirmaciones, en efecto, su actual pareja era uno de ellos a los que con tanto descontento él había hecho mención –Así es, para mí desgracia o bendición llámelo como usted quiera, he convivido con muchos de su especie, quizás por eso no me asustó el verlo levitar por el suelo cuando me tomaba en brazos… Incluso hay muchos de ellos que se han convertido en personas especiales para mí…- haciendo referencia a su actual pareja. –Para mi suerte Kei siempre he tenido experiencias agradables, espero esta no sea la excepción…- dije con un tono de broma y le guiñé el ojo. Realmente estaba concentrada en descifrar algo de él.
Después de haberle hecho la pregunta notó cierta apatía por responderla pero como que si no quedase de otra respondió, Elene se sentó a escucharle después de haber hecho una especie de danza como niña juguetona y mimosa y se fijó en la melancolía con la que hablaba del jardín, -No, no de nuevo- se dijo Elene con un nudo en el pecho que le impedía respirar bien -¿Por qué cada vez que habla de algo que no sé qué es siento esta nostalgia y opresión?- trató de recomponer las fuerzas y divagarse. Elene se percató del aprecio y la soledad que le tenía al jardín así que no quería abordar el tema con profundidad él tampoco había cambiado de tema, sonriendo y casi en un sollozo limpió sus ojos con una de sus pálidas manos por el frío y levantó la cabeza para verle. –No, bueno, aquí he entrado sola, afuera está mi cochero que le he ordenado que se fuera para que nadie sospechase - pensó y sonrió sabía que estaba sola solo que daba explicaciones de más y por eso se hacía bolas sola –Quería oírlas cantar…. Pero están más calladas que viuda en cementerio, seguro que las estoy asustando- le miró de reojo –¿Hace cuánto se transformó?- puesto que si la congelada noche haría que Elene esperara el mágico cantico de las flores lo haría con un poco de compañía o al menos eso era lo que ella creía.
Elene Rossato- Humano Clase Alta
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Re: Las flores también danzan |Privado|
Una sonrisa divertida por su comentario –De noche todos los gatos son pardos –dijo como asintiendo a lo que ella decía. En realidad era un detalle sin importancia. El lugar de donde provenía, desde que había sido transformado no había vuelto a poner pie en él.
-No se preocupe –Dijo con un gesto de falsa seriedad –No lo hago, a menos que no pueda evitarlo –En realidad, desde el incendio no tenía completo control de cosas como esa, pero justo ahora estaba tranquilo. No creía que fuese a irse de sus manos algo como eso. Era como aprender de nuevo. La expresión en su rostro fue algo entre la confusión y diversión –Dice cosas bastante curiosas. No sé si lo ‘disfruto’. Probablemente alguien como yo solo añora lo que no puede tener ¿no es eso lo que suelen decir? –Había escuchado cosas como esa antes –Pero no extraño los rayos del sol como algunos suelen pensar–Se movió caminando alrededor con lentitud, dejando que sus pies tocaran con firmeza el suelo bajo las suelas de sus botas oscuras.
Le escuchó con atención. Así que era de esa manera –Menos mal –Dijo como por inercia tras oírle –No puedo asegurarle nada, ¿quién lo sabe? Podría cambiar de opinión en algún momento –Bromeaba. No había interés en hacerle algo para empezar.
Tras haber hablado le vio con aquella expresión y cuando puso más atención arqueó una ceja ¿Estaba llorando? ¿Por qué se veía así? Se agachó frente a ella como si eso fuese a ayudarle a comprender a la persona frente a él -¿Le pasa algo? – Giró su rostro viendo las flores tras un rato –Yo no sé nada sobre el canto de las flores, pero puedo decirle que si es eso, solo debe escuchar, hay cosas que solo suceden si presta suficiente atención- Su percepción en cuanto a sus sentidos era diferente al de ella, entonces no estaba seguro de que era lo que ella podía sentir a comparación de él. No pudo evitar reír –Las viudas no están en silencio en los cementerios ¿o sí?–Lo dijo con un tanto de duda, pues tal vez no era así, pero la primera imagen que venía a su mente al pensar en alguien que había perdido a su pareja era verle llorando en el cementerio, aunque bien, eso estaba predispuesto por algún recuerdo suyo al observar a alguien en esa situación antes.
Hay momentos en los que lo que hay a tu alrededor te hace olvidar tus más profundas penas, incluso si no han desaparecido momento alguno del interior, y desde lo profundo d etu alma, resurgirán haciéndote caer nuevamente en un momento de algo que crees no podrás recuperar por tu propio esfuerzo. Sus palabras, su mirada entristecida ¿él tenía algo que ver en ello? Rogaba a los cielos que no fuese así. Quería ser el quien llorase, pero no había oportunidad.
Aquello que quería decir, lo que había que dejar salir, ya no era una opción más, pero si llegaba a quebrantarse jamás lograría llegar a donde debía estar.¿De dónde los humanos sacaban las fuerzas para seguir cuando sucedía algo como eso? Ah, pero se daba entera cuenta, incluso si por momentos se sentía justo como si fuera como ella, la realidad no le permitiría escaparse de esa manera. Su tiempo, el de ella, eran el mismo y transcurría como en un compás diferente. Ella viviría probablemente una ínfima parte de lo que él, pero eso hacía que lo que ella pasaría tuviese una intensidad diferente. Alguien como ella olvidaría, sentiría todo de una forma que él ya no podía ¿Por qué? No sabía si era sol su ser, o si era justo lo que ya había pensado. Su tiempo, detenido como estaba, le hacía sentir que se movía lentamente. Por algún momento era una tortura, como ahora, que la paciencia se le agotaba. Desesperado por ver a quien le tenía en ascuas. Sufría pero no diría nada. ¿Cuánto? -Más de un milenio -contestó, aunque claro, no había dicho el número exacto, porque ahora le parecía que era una mentira, como un sueño que aún no terminase y atrapado en un engaño como ese estuviese. Pero no lo era. Iba a devolver la pregunta, pero sus ojos volvieron al oscuro firmamento. Alguna vez alguien le había dicho que las estrellas podían llevarle a donde quisiera. Ahora no sabía a dónde ir -¿Debería decir que más que suficiente? Apuesto que su edad es muy diferente a esa -Le sonrió bajando un tanto la mirada mientras se incorporaba de nuevo. Incluso si a ella una existencia como la suya podría parecerle una eternidad, para él podía ser tan poco como un pestañeo. Solo un momento que podía perderse en el tiempo.
-No se preocupe –Dijo con un gesto de falsa seriedad –No lo hago, a menos que no pueda evitarlo –En realidad, desde el incendio no tenía completo control de cosas como esa, pero justo ahora estaba tranquilo. No creía que fuese a irse de sus manos algo como eso. Era como aprender de nuevo. La expresión en su rostro fue algo entre la confusión y diversión –Dice cosas bastante curiosas. No sé si lo ‘disfruto’. Probablemente alguien como yo solo añora lo que no puede tener ¿no es eso lo que suelen decir? –Había escuchado cosas como esa antes –Pero no extraño los rayos del sol como algunos suelen pensar–Se movió caminando alrededor con lentitud, dejando que sus pies tocaran con firmeza el suelo bajo las suelas de sus botas oscuras.
Le escuchó con atención. Así que era de esa manera –Menos mal –Dijo como por inercia tras oírle –No puedo asegurarle nada, ¿quién lo sabe? Podría cambiar de opinión en algún momento –Bromeaba. No había interés en hacerle algo para empezar.
Tras haber hablado le vio con aquella expresión y cuando puso más atención arqueó una ceja ¿Estaba llorando? ¿Por qué se veía así? Se agachó frente a ella como si eso fuese a ayudarle a comprender a la persona frente a él -¿Le pasa algo? – Giró su rostro viendo las flores tras un rato –Yo no sé nada sobre el canto de las flores, pero puedo decirle que si es eso, solo debe escuchar, hay cosas que solo suceden si presta suficiente atención- Su percepción en cuanto a sus sentidos era diferente al de ella, entonces no estaba seguro de que era lo que ella podía sentir a comparación de él. No pudo evitar reír –Las viudas no están en silencio en los cementerios ¿o sí?–Lo dijo con un tanto de duda, pues tal vez no era así, pero la primera imagen que venía a su mente al pensar en alguien que había perdido a su pareja era verle llorando en el cementerio, aunque bien, eso estaba predispuesto por algún recuerdo suyo al observar a alguien en esa situación antes.
Hay momentos en los que lo que hay a tu alrededor te hace olvidar tus más profundas penas, incluso si no han desaparecido momento alguno del interior, y desde lo profundo d etu alma, resurgirán haciéndote caer nuevamente en un momento de algo que crees no podrás recuperar por tu propio esfuerzo. Sus palabras, su mirada entristecida ¿él tenía algo que ver en ello? Rogaba a los cielos que no fuese así. Quería ser el quien llorase, pero no había oportunidad.
Aquello que quería decir, lo que había que dejar salir, ya no era una opción más, pero si llegaba a quebrantarse jamás lograría llegar a donde debía estar.¿De dónde los humanos sacaban las fuerzas para seguir cuando sucedía algo como eso? Ah, pero se daba entera cuenta, incluso si por momentos se sentía justo como si fuera como ella, la realidad no le permitiría escaparse de esa manera. Su tiempo, el de ella, eran el mismo y transcurría como en un compás diferente. Ella viviría probablemente una ínfima parte de lo que él, pero eso hacía que lo que ella pasaría tuviese una intensidad diferente. Alguien como ella olvidaría, sentiría todo de una forma que él ya no podía ¿Por qué? No sabía si era sol su ser, o si era justo lo que ya había pensado. Su tiempo, detenido como estaba, le hacía sentir que se movía lentamente. Por algún momento era una tortura, como ahora, que la paciencia se le agotaba. Desesperado por ver a quien le tenía en ascuas. Sufría pero no diría nada. ¿Cuánto? -Más de un milenio -contestó, aunque claro, no había dicho el número exacto, porque ahora le parecía que era una mentira, como un sueño que aún no terminase y atrapado en un engaño como ese estuviese. Pero no lo era. Iba a devolver la pregunta, pero sus ojos volvieron al oscuro firmamento. Alguna vez alguien le había dicho que las estrellas podían llevarle a donde quisiera. Ahora no sabía a dónde ir -¿Debería decir que más que suficiente? Apuesto que su edad es muy diferente a esa -Le sonrió bajando un tanto la mirada mientras se incorporaba de nuevo. Incluso si a ella una existencia como la suya podría parecerle una eternidad, para él podía ser tan poco como un pestañeo. Solo un momento que podía perderse en el tiempo.
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