El visitante nocturno [Mikael/Gaia]

por **Leandro Cavallari** Vie Mayo 10, 2013 4:49 am

Eran altas horas de la noche, las tres de la madrugada para ser exactos. Ninguna luz se atisbaba en la mansión Cavallari, ningún sonido humano que indicase mayor actividad que la del sueño. De los jardines, en cambio, llegaban los sonidos del croar de las ranas del lago, las canciones de los grillos y el ulular de los búhos. Las gárgolas de la fachada, como siempre, eran las espectadoras de aquél panorama, aunque últimamente no eran las únicas. Mi figura se unía a ellas, vagando por los jardines en aquella fría noche.

Como fantasma, no encontraba necesidad en el sueño y dentro de aquella casa las noches (e incluso los días) se hacían largas e insoportables. Una ventaja de mi nueva condición era el poder ir allá donde se me antojase, recorriendo la ciudad de París, sus calles y callejuelas, observándolas por primera vez vacías y carentes de la actividad que las caracterizaba. Esa noche, en cambio, necesitaba unos momentos de pensar con claridad. Conocía a fondo los ajardinados exteriores de mi casa, pues era en ellos donde pasaba mis horas muertas (por irónico que aquello sonase actualmente), en lugar de con la inmunda hiena a la que cargaba como esposa. Siempre traían algo de paz y reposo a mi cabeza, y aquella noche no era distinto, a excepción de que mi espectro invisible era quien vagaba por ellos.

En esa noche, mientras hacía aquella "ronda nocturna", pude observar una figura acercándose a la puerta ornamentada de barrotes de acero que daba paso mis terrenos. Se trataba de un hombre adulto, de expresión serena. No tenía aspecto de maleante ni mucho menos, pero no invitaba precisamente a la confianza una visita a tan altas horas. En cualquier caso, si allí se encontraba era porque deseaba algo. Lo observé de cerca, invisible a sus ojos. Él podría notar en su piel la antinatural brisa fría que me acompañaba. Si había llegado hasta allí, no pensaba que se diera la vuelta sin más ante una puerta cerrada, por lo que... ¿por qué no averiguar sus intenciones?

Abrí para él aquella puerta, permitiéndole el paso. No fue una dramática apertura de puerta chirriante. Simplemente, cuando llegase hasta ella, hallaría que se encontraba abierta. Lo único que debería hacer sería empujarla...

-Buenas noches, caballero. ¿Qué asuntos os traen aquí a estas peculiares horas?

Mi figura aparecería a su espalda una vez entrase a los terrenos de la mansión, totalmente corpórea. Mi tono de voz no mostraría agresividad alguna, siendo éste el adecuado a usar en cualquier bienvenida. Después de todo, si no lo quisiera en mi casa, nunca hubiera abierto la puerta.

por **Alam Lestrange** Vie Mayo 10, 2013 11:36 am

Una noche más de tantas que había vivido aquél vampiro y de las que pasaría por toda la eternidad. Aún no podía acostumbrarse a su nueva condición a pesar de haber pasado cuatro años siendo una criatura de la noche de forma involuntaria. Mikael permanecía frente al ventanal del salón de la mansión con tranquilidad, mientras que los empleados se disponían a dormir en el interior de la misma.

El hombre había comenzado a olvidar la sensación experimentada al contemplar un amanecer, al igual que un anochecer, lo cual era imposible debido tanto a su estado como a su ceguera. Aquella condición vampírica o "roba almas" como lo solían catalogar algunos no era para menos bastante desagradable y el saber que sus pares habrían terminado por acostumbrarse y sentirse superiores sobre los seres humanos, era algo que no comprendería jamás.

La noche había terminado por caer, el movimiento usual diurno se había detenido y el ambiente estaba iluminado solamente por los rayos de la luz de la luna, la cual lucía claramente despejada en aquella ocasión. El hombre tomó su capa, su sombrero y su bastón para caminar hacia la puerta de la entrada, recorrido que fue interrumpido por el ama de llaves quien preguntaba si sería capaz de salir aquella noche.

Mikael había asentido, sintiendo en aquella escena un tono verdaderamente familiar. Tan familiar como el día en el que su vida había terminado para comenzar su existencia como un ser inmortal. Ya no había cabida para el arrepentimiento, no había marcha atrás. Luego de que aquella mujer fuese tranquilizada por el vampiro regresara a su habitación, éste salió de la mansión sin más.

Las calles desiertas le propiciaban un aire de tranquilidad, una tranquilidad bastante usual dada aquella hora de la noche. Mikael recorrió la calle en busca de aquella dirección que había descubierto gracias a una conversación ajena que accidentalmente había tenido oportunidad de escuchar. Caminando en contra del viento de otoño que soplaba aquella, al igual que el resto de las noches, fue capaz de dar con ella.

―Buenas noches ―respondió el vampiro escuchando a la puerta abrirse al tiempo que él se plantaba frente a la misma ―un asunto bastante importante que desearía tratar con usted, si me lo permite por supuesto ―finalizó saludando con una leve inclinación luego de despojarse del sombrero que llevaba.

Habían pasado cuatro años ya desde aquél desafortunado incidente que le diese el "don" de la inmortalidad, cuatro años en los cuales Mikael marchaba hacia adelante pese a su condición sin comprender nada, o casi nada de la misma. Necesitaba dirección eso era claro, necesitaba conocer más acerca de aquél estado que le proporcionaba tantas noches de tortura desde el día en el que se le negó la luz del sol.

por **Leandro Cavallari** Vie Mayo 10, 2013 12:21 pm

Era ciego. Sus ojos así lo revelaban y, aún así, parecía saber perfectamente quién era yo. Estaba seguro de no haber coincidido con ese hombre antes, por lo cual no sabía de qué me conocería él. Lo único que me pasaba por la cabeza era que hubiese escuchado mi voz con anterioridad, sin que yo recayera en su presencia. Tenía buena memoria para los rostros, por lo que podía asegurar que el suyo no me era conocido. Alguien debía de haberle enviado, pues acudía a mi casa para buscarme precisamente a mi. Por mi cabeza pasaban varias ideas de por qué aquellas horas para una visita. Descartaba el que fuese un asunto de urgencia, pues de ser así no habría llegado con un paso tan tranquilo y no creía que hubiera perdido el tiempo con las presentaciones de cortesía.

Podía ser un asunto ciertamente importante que quisiera resolver en el menor tiempo posible pero que le fuera indiferente el tiempo empleado en ello. O quizás el motivo era que le estaba vedado el abandonar su hogar a cualquier otra hora. ¿un vampiro? No lo descartaba. Había conocido a muchos, los había estudiado, pero con mi nueva condición no era capaz de distinguirlos con tanta facilidad, a menos que ellos mismos se revelasen. Mis sospechas crecían.

-Sea cual sea la importancia de vuestro asunto, la gente suele preferir momentos en los que encontrar despierto a quien con tanta premura busca. Esta noche habéis tenido suerte. En cualquier caso, no negaré que siento curiosidad por el asunto que mencionáis pero eso, si os parece correcto, podemos discutirlo en mi casa.

No bajaría la guardia. Podría tratarse de un cazador, o quizás un inquisidor. Lo único que faltaba era atraer sus miradas hacia mi familia.

Le pedí acompañarme hacia el interior de la mansión, ofreciéndole ayuda si es que la necesitaba. Podría haber perdido la vida, pero no las formas. Abrí la puerta, invitándole a entrar el primero, encontrándonos con Cécile, el ama de llaves, alumbrando con un candelabro el rostro del extraño.

-Qué susto, señor. Pensé que entraban a robarnos...

-No te preocupes, Cécile, tenemos visita.-me torné hacia el hombre.- ¿Puedo ofrecerle algo? Cécile preparará lo que desee, señor...

Dejé aquella última frase en el aire, esperando recibir su nombre. El mío no lo necesitaba, pues estaba seguro de que ya lo conocía.

por **Alam Lestrange** Vie Mayo 10, 2013 1:54 pm

El haber coincidido con aquél hombre había sido un total golpe de suerte, ahora simplemente restaba que en realidad pudiese aclarar el cúmulo de dudas que rondaban por la mente del vampiro. No se había encontrado por ese lado de París jamás, sin embargo los sentidos de Mikael se habían agudizado permitiéndole una orientación impresionante luego de su transformación.

―Sí, lo entiendo ―mencionó el hombre en respuesta a las palabras del fantasma ―lamentablemente mi condición actual no me lo permite. Espero no tenga ningún inconveniente.

El hombre había mencionado algo que le revelaba a Mikael que obviamente se encontraba alerta. Si bien era cierto que las visitas solían darse por la noche también, éstas no eran al llegar la media noche y mucho menos realizadas por un desconocido. El vampiro permaneció sereno escuchando al hombre que le recibía y aceptó de buena manera el ofrecimiento de conversar en el interior de la casa.

―Le agradezco mucho ―mencionó Mikael con cortesía ―espero no hacerle perder demasiado su tiempo ―continuó, luego de afianzar el bastón con su mano, ingresaba a la vivienda guiándose con él ―le agradecería me indicase el camino por supuesto, si fuera tan amable ―finalizó. No deseaba provocar algún accidente debido al desconocimiento del lugar en el que se encontraba.

Un cúmulo de pensamientos comenzaron a invadir la mente del vampiro quien, por primera vez, había sentido la valentía necesaria para pedir orientación acerca de la condición que lo torturaba desde hacía algunos años. Mikael experimentaba un sentimiento de confusión, pero también de un poco de esperanza en aquél que posiblemente podría aclararle el significado de su estado eterno.

―Es usted muy amable, pero no gracias ―respondió ante el ofrecimiento que el fantasma le hacía ―estoy incapacitado para comer cualquier alimento humano...

Inició exponiendo su caso, esperando que el hombre comenzara a hacerse una idea del motivo que lo guiaba hacia él. En ese momento se libraba una lucha interna por romper el hermetismo que poseía la mente del vampiro. Rompimiento que sería crucial para salir de la oscuridad a la que se encontraba condenado sin remedio.

―Permítame presentarme. Mikael Boulanger, a sus órdenes ―mencionó finalmente.

por **Leandro Cavallari** Vie Mayo 10, 2013 3:56 pm

Vampiro.

Fue la primera palabra que acudió a mi cabeza al escuchar sus palabras. Cécile quedó sorprendida por aquella respuesta, aunque por suerte para él, el ama de llaves estaba al tanto de la existencia de lo sobrenatural. No por nada llevaba tantos años sirviendo en nuestra familia. Debía de tratarse de un vástago joven e inexperto... demasiado joven e inexperto pero, sobre todo, descuidado.

-Insensato... ¿cómo se le ocurre hacer tales revelaciones frente a nuestra criada? Ahora tendremos que deshacernos de ella.

Cécile no supo qué decir por un instante, pero un guiño de mi ojo despejó toda duda de que se trataba simplemente de mi peculiar sentido del humor. Si nadie le había enseñado al señor Boulanger a ser cuidadoso con sus palabras, aquél era el momento adecuado.

-Tiene suerte, señor Boulanger, de que su condición no sea un secreto para nuestra Cécile ni para mi. En caso contrario, ¿cómo habría salido de tal situación? Tenga más medición con lo que dice y a quién. Ser ciego, hasta donde tengo entendido, no es sinónimo de estupidez.

Aclarado ese punto, despaché a Cécile y llevé a mi inesperado invitado a mi despacho, donde le ofrecí un cómodo sillón donde sentarse, tomando yo mismo asiento tras el escritorio frente a él. El aroma a libro y tinta inundaba la estancia, un olor agradable que siempre invitaba a la conversación.

-No era mi intención ridiculizarle, téngalo presente.-aclaré, cruzando las manos sobre la superficie del escritorio.- Por lo que puedo juzgar, es usted joven e inexperto en su inmortalidad, ¿me equivoco? ¿Qué importante asunto podría traer a un neófito ante un humilde brujo como yo?

Obviamente, omitiría el minúsculo detalle de mi muerte. No era un hecho conocido, ni pretendía que lo fuera.

por **Alam Lestrange** Sáb Mayo 11, 2013 8:56 am

Había cometido un error. El primero y el último si no tenía más cuidado. Mikael había dejado de lado la presencia del ama de llaves, quien lamentablemente no se había retirado aún cuando éste realizó su confesión. Inmediatamente fue reprendido por el fantasma, lo cual provocó tal sentimiento de vergüenza el el vampiro, que de haber sido capaz, su rostro se sonrojaría como solía suceder cuando todavía se encontraba con vida.

―No... no es necesario señor Cavallari―interrumpió Mikael ante la falsa decisión del fantasma.

Y el sermón continuó. Aquél hombre no hablaba palabras erradas eso era evidente más sin embargo, Mikael había terminado por sentirse ofendido al haber recibido semejante reprimenda frente a una tercera persona, ya que era una situación que particularmente odiaba. A pesar de que había salido a la luz su condición de invidente, por fortuna para él ningún signo de vergüenza había aparecido en aquél semblante que por lo regular se le encontraba impasible.

―No, por supuesto que no ―respondió Mikael cuando el fantasma le condujo a su despacho y se encontraron a solas ―eso fue más que evidente ―continuó sin el menor signo de emoción, pero con el claro deseo de emitir una ironía.

Mikael logró ser capaz de ocultar todo sentimiento en el interior de sí, como lo solía hacer cada vez que afloraban con demasiado ímpetu. Ahora, habiendo tomado el asiento que el fantasma le ofrecía, inhaló el olor al papel de los libros que seguramente se encontraban en el interior de la habitación. El vampiro permaneció sentado, erguido y con aquellos ojos claros perdidos en la oscuridad que hacía cuatro años era su única realidad.

―Así es... cuatro años luchando con esto ―respondió nuevamente, hizo una pausa un momento y continuó ―el motivo de mi visita es conocer más acerca de mi estado. He de confesar que a pesar de vivir siendo... esto, no soy capaz de asimilarlo por completo. Jamás recibí guía y no tengo claro lo que soy... ―calló durante algunos segundos ―...y luego escuché de usted ―finalizó. Revelar su secreto le costaba. Le costaba bastante.

por **Leandro Cavallari** Dom Mayo 12, 2013 5:17 pm

Cuatro años... a mi entender, tiempo más que suficiente para entender ciertas cosas sobre la condición de no-muerto, incluso sin un guía. Ensayo y error, le llaman, pero también sentido común. Ese hombre debía de estar desesperado para presentarse de aquella manera, y por su forma de revelarme la información no parecía precisamente contento con su inmortalidad. Aquello me hacía pensar que había sido algo indeseado. Sabía que algunos vampiros convertían mortales por el simple hecho de reírse de ellos, como castigo, abandonándoles a su suerte. Esos neófitos sin mentor no solían durar mucho por su cuenta, pero ese hombre había durado cuatro años, aún estando ciego. Una hazaña remarcable.

-Usted no es humano, señor Boulanger. No está vivo, ni tampoco muerto. Es usted una criatura engendrada por la oscuridad y para la oscuridad, una que debe alimentarse de sangre humana para sobrevivir. Pero tengo la ligera impresión de que en cuatro años ya se habrá dado cuenta de eso...

Por supuesto, él no me estaba pidiendo que le respondiera con obviedades. Pero la información siempre tiene un precio.

-Como nigromante, podría revelarle ciertos secretos de los suyos, desde luego. Pero soy un hombre ocupado, y entenderá que el tiempo es oro. Así pues, si voy a invertirlo en usted, debo pedir algo a cambio como incentivo. Y ese algo es tener la oportunidad de estudiarle, señor Boulanger. Que comparta conmigo sus experiencias como vástago y poder observarle de cerca para comprobar su progreso. Esa es mi oferta. ¿La toma? ¿O la deja?

por **Alam Lestrange** Lun Mayo 13, 2013 2:55 pm

Aquella visita, dejando de lado la excesiva incomodidad que provocaba al vampiro, sería bastante fructífera para el mismo. Mikael sabía de la existencia de las criaturas de la noche, sabía de su inclinación por la sangre humana tanto por gusto como por necesidad y, en el caso de él, una necesidad impuesta contra de su voluntad a la que se encontraba encadenado para siempre.

Mikael continuó escuchando las palabras del fantasma mientras continuaba sentado en aquél sillón, sus manos sostenían el bastón con firmeza y él inhaló hondo cuando escuchó las primeras palabras que describían su esencia. Presionando sus mandíbulas con fuerza, exhaló nuevamente aceptando cada una de las afirmaciones que no eran novedad para el mismo, pero que más de alguna ocasión deseó fuesen una simple invención de la gente.

―Así es señor, esta información no me era desconocida... ―respondió sin dar la mínima muestra de emoción.

El cómo había sobrevivido durante tanto tiempo en su nueva condición era en realidad de extrañar. Mikael siempre se había negado a probar la sangre humana y solía hacerlo cuando sus fuerzas así se lo pedían; mientras tanto, continuó escuchando las palabras del hombre que se encontraba frente a sí. Poniendo especial atención en cada una de ellas, presionó el bastón con ambas manos mientras inhalaba hondo.

―Así que sujeto de estudio... ―repitió Mikael pensativo ―mire señor Cavallari, he de confesarle que jamás me ha agradado sentirme vigilado. Sin embargo sé que no será opcional en caso de aceptar su ayuda por lo que no me queda más que estar de acuerdo ―el vampiro sabía que gracias a ello podrá tener más herramientas para entender su situación ―que se haga como usted disponga.

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