Un nuevo emprendimiento, aguas turbias esperan [Privado]

por **Eliphas Leví** Vie Mayo 10, 2013 7:57 pm

La apasionada vocación de Leonardo sobre la magia, el misticismo y todo lo referente a ciencias ocultas era cada vez más compacta y decidida. Hasta ahora aun era un recién llegado a Francia y el recinto de los parisinos. Años de estudio e inmensa curiosidad y pasión por todo esto lo habían catalogado como mago, tenia buena reseña de sus maestros y de todos los lugares en que había viajado, a pesar de ello no era quien para catalogarse como bueno o malo en sentido de su profesión, el se esforzaba por dar siempre lo mejor de sí y a pesar de que podría enseñar a los demás y ser experimentado no dejaba de considerarse un aprendiz y así seria hasta los días de su decadencia.

Sabía que parís era una ciudad cubierta de mascaras, quien menos esperabas pudiese ser un inmortal vampiro, un demente brujo, o esquizofrénico licántropo, un sinfín de identificaciones y seres extraordinarios que muchos los consideraban anomalías. El crear ilusiones era algo que le serviría de mucho a convivir en paz con los demás y a deshacerse de quien lo molestase de manera fácil y no trágica, pero algo había de especial en la madrugada de hoy para él. No era la primera vez que lo investigaba, ya tenía razón o idea de donde podía encontrarla, ¿Qué era? Una extraña y mítica alga cuya fantástica propiedad era la de poder moldearse a la energía y psiquis de quien le tocase es decir se volvía parte de la energía y esencia de las personas que entraban en contacto con ella, era como una esponja de poder. Tenía particularidades pues una gota de energía nuestra puede ir cargada de imaginación, sentimientos, emociones o recuerdos, todo desarrollado en el plano de lo mental y espiritual, otra particularidad de esta y bastante resaltante que pese a su senilidad esta se adhiere como cual parasito a los centros energéticos de mayor frecuencia, entre estos podemos incluir al cerebro o sus cercanías.

¿Suficiente reseña, no? Mi persona estaba dispuesta a emprender el que por mi seria un esperado viaje, ya estaba cerca el amanecer y pues como habrán deducido me levante a tempranas horas, porque no quiero tener esclavos ni nada por el estilo arregle algunas cosillas de mi amplia quinta para una sola persona, recubierta de sencillos pero significativos adornos, caracterizada de aparentar todo muy “común” por si hay visitas… termine mis labores, prepare un cargado desayuno, luego despojándome de vestimentas me dispuse a ir al piso alto, donde se encontraba lo que yo llamo “mi cuarto negro”, para así tomar algo más que un baño frio y así despertar mis entrañas. Vestí mi frac negro en su totalidad, permitiendo a mi alma saludar la naturaleza y asomarme a la resplandeciente mañana que adornaba a Paris; parte de mi era la bolsa de tela en done llevaba los libros que ayudarían en el emprendimiento de esta búsqueda.

El sol asomado entre las nubes grises y algunos despliegues de neblina en los rincones oscuros de la ciudad, todo se pintaba en contraste matizado del gris y la luz mañanera, repentinamente sonreía tanto para mí como las personas que veía saludándolas sin ningún motivo mientras el sombrero de copa que cubría la cabellera recogida era movido levemente por mi mano derecha en síntoma de simpatía. ¿Por qué tanta felicidad?, porque así es Leonardo por las mañanas sonrientes y las dulces lunas amorosas; así continúe hasta tomar la primera diligencia que fue de mi agrado y dirigirme al puerto de Paris.

por **Kristof Von Garvel** Dom Mayo 26, 2013 9:38 am

¿Cuanto tiempo había pasado desde que el demente escapó de esa prisión, de esa cárcel?

¿Como lo hizo?

Muy buena pregunta, Nadie supo como lo hizo, quizás se convirtió en animal y se escapó a través de los barrotes pero era del todo imposible que hubiera acabado siendo animal, no, entonces ¿Cómo? Una noche en la que estaba durmiendo, algo húmedo notó en sus pies, estaba dormido sí, pero este se despertaba con el menor de los roces contra alguna parte de su cuerpo, estaba sin camisa, herido con moratones, arañazos mal curados, estaba sentado sobre la piedra, que la cárcel, al estar en una isla desconocida, esta estaba camuflada con la oscuridad de la noche, tan negra que no se veía ni se divisaba por la noche. Entonces, el sonido de las olas rompían contra las maderas de un gran navío pirata, este mismo estaba luchando con un navío de la marina francesa, entre lucha y lucha, estos no se dieron cuenta de los trayectos por donde los dirigía la diosa Calipso, la diosa del mar, que estaba enfurecida, los llevaba en vueltas y vueltas, hasta que uno de los cañonazos piratas que iban dirigidos hacia el navío francés, lo traspasó por encima del poste del vigía hasta que colisionó contra las paredes de oscuro ladrillo de aquella cárcel invisible. ¿Que suerte o que mala suerte?

Entonces, Kristof Von Garvel, que estaba prisionero en una de las celdas de aquel lugar, despertó lentamente hasta que se sobresaltó de repente, se levantó y se dio cuenta de que arriba, en lo alto de aquella cárcel, en los altos techos de donde estaba, había de repente un boquete, intento llevar la vista hasta que dio finalmente con una bola de cañón incrustada en la pared. ¿Que había o estaba pasando? ¿De dónde vino el boquete y la bola de cañón? Y para su asombro, con sus pantalones sucios, raidos, su torso al descubierto y todo su cuerpo se regocijaron al ver que el guarda llegaba con las llaves en mano, abriendo las celdas uno por uno, pero de repente otra bola de cañón hizo otro boquete, Kristof por primera vez no quería morir sin ver a su amada Arabelle, querría verla por última vez, no quería morir sin verla, este comenzó a hiperventilar, movió los barrotes estrepitosamente para poder tener la atención del guarda que cuando finalmente llegó a él, con su poder, débil pero en forma lo mantuvo cerca de él, pero el guarda, al ser de pocas primaveras, este estaba nervioso, el agua entraba cada vez mas y mas, la noche traía consigo un temporal de demonios, lluvia torrencial, truenos y relámpagos, el estado del guarda no ayudaba, Kristof no pudo sostenerlo más, sus fuerzas no eran lo suficiente fuerte en esos momentos, y finalmente, si ¡POR FIN! El guarda parecía abrir la puerta de su celda, pero las llaves se cayeron, no consiguieron llegar su objetivo y el guardia se fue corriendo, gritando que odiaba morir ahogado yendo escaleras arriba, dejando a Kristof solo, aún encerrado en aquella celda.

-¡NOOO!-Grito Kristof con gran estruendo hasta quedarse sin voz tras repetirlo varias veces. No, no podía ser posible, él era el único que quedaba por sacar, suplicó piedad, no quería morir, maldita fuera la persona que lo había encerrado ahí. Era como aquella vez que estuvo encerrado desde los quince años, no la misma celda, no el mismo lugar, sin agua ni piratas, pero la misma situación, mismo sentimiento de querer escapar, OH VAMOS! Era un gran brujo! ¿Como es que no se le ocurría nada? Estaba intentando buscar o pensar en qué hacer, ¿Pero qué? Hasta que finalmente se le ocurrió la idea de buscar una piedra, un ladrillo que pudiera romper el cerrojo de la celda. Bien, encontró uno que había cerca del resultado del boquete, lo tomo en sus manos, si, lo sujeto con ambas manos y golpeo varias veces, hasta que pareció ceder un poco, pero seguía encerrado, golpes, y más golpes ahora con el pie, el cuerpo magullado por las heridas que parecían actos de alguien sin límites al sadismo....y finalmente estaba libre, salió de la celda, se aseguro volviendo a esta, de que tenía el valor de no volverla a ver en su puta vida, salió de esta antes de que un augurio se envalentonara y le encerrara de nuevo, salió escaleras arriba, encontró ropas, camisa, pantalón, calcetas, zapatos, chaleco hasta una carcasa, sabía que se mojarían al salir al exterior, pero el calor y el grosor de estas lo protegerían al menos lo que le quedara vivo en su cuerpo.

Y sin más pensarlo, iba a salir por la puerta, la torre, noto que tembló un poco, suspiro, había unas escaleras pero se disponía a bajarlas en cuanto noto el olor de comida, fruta, oh dios mío, vio fruta, tenía un montón de hambre, tomo una bolsa que había cerca y metió rápidamente lo que pudo, tirándolo todo, metiendo en la bolsa, no sabía que metía, solo lo que pillaba sin pensárselo demasiado, entonces cuando ya por fin se disponía para tomar rumbo hacia la puerta, esta misma fue cerrada por las fuerzas del viento. ¡NO! –Entonces....que suerte es esta...vas a saber quién es Kristof Von Garvel....-Musitó mirando con rabia la puerta, este movió sus hilos para sujetar la puerta y abrirla, por fin y ya salió en busca de algún bote que hubiera cerca.

Encontró uno, se metió en el, pero la magnitud de las olas eran muy fuertes, el bote dio la vuelta, Kristof cayó al mar, intento dar la vuelta al bote hasta que después de un gran esfuerzo el bote dio la vuelta y se metió de nuevo dentro, estaba cansado, la marea lo alejo del oleaje para después salir de la tormenta. Cansado, deshidratado y con varios días después solo le quedaban poca comida, dos manzanas y cosas que no servían para comer. Estaba hambriento, pero despierto...apenas.

Después de dos meses, Kristof bajaba en los puertos parisinos de un barco, de un hombre mayor pesquero, que había acogido a Kristof como su nuevo grumete por un tiempo, volvió a ser el chico rico que era antes, obtuvo dinero de aquel hombre, una recompensa por ese trabajo que hizo a cambio de comida, ropa, y un techo donde cobijarse por las noches mientras soñaba cada noche con su amada. Le fue otorgado un diario del cual hizo uso para escribir lo que quisiera, ahí escribió sus pensamientos y cuanto echaba de menos a Arabelle, hasta intento retratarla, Dioses, solamente cuando tomo tierra en los puertos de Paris, cuando sus zapatos náuticos y con una vestimenta marítima vieron, tocaron, sintieron el aroma francés, su cuerpo comenzó a temblar de la emoción, se le escaparon varias lagrimas de la emoción que estaba sintiendo, intento calmarse de repente, la gente lo miraba, una dulce niña se le acerco y le dio una flor junto con un “Bienvenido a Paris, señor...” Aquello fue lo más bonito que escucho y que bonita niña...Era como ella. Tomo la flor y la niña se fue poco a poco alejando.

¿Qué haría ahora? Estaba perdido. En su mano sujetaba una bolsa con sus nuevas pertenencias. Daba saltitos en los talones mientras pensaba que iba a hacer o que...Estaba eufórico en un gesto calmado por fuera. Quería ir a ver a Arabelle, pero...no sabía nada de ella...o...si aun estaba en Paris. Amenazaba a veces en que se iba de Paris de vuelta a Escocia....Nunca la creyó y espero que no hubiera cumplido su amenaza.

por **Eliphas Leví** Jue Jun 20, 2013 1:34 pm

Por fin llegaba yo al puerto Parisino, las ideas e ilusiones de la aventura que me esperaban comenzaban a invadirme el ser, pero después de todo no era más yo un recién llegado aquella ciudad de sobrenaturales. Era obvio que debía buscar ayuda… ¿Pero a quien? Ciertamente eso representara un problema. No sabía qué hacer, así que me quede observando el mar, que agradable y relajante era el sonido del oleaje algo exquisito en verdad. Solté un suspiro buscando alguien que me prestase una ayuda mínima. Enhorabuena observe cuando de un barco pesquero un hombre blanco era despedido, note como una hermosa niña le obsequio una flor, este estaba como perdido en sus fantasías, tenía esa misma cara de los hombres enamorados.

Pensé por un momento que él me podría guiar o interceder ante aquel pescador, después de todo ellos son eruditos del mar, por así llamarlos. Estuve estudiando posibilidades futuras, debía respaldarme a mí mismo, claro la paga era obvia. Empecé a dar pasos en dirección a él, pero nunca de manera directa… de pronto un vibrar me lo dijo todo *maneja energías, hade ser un colega* cuestión que permitió que me acercase a él, después de todo debía acostumbrarme a toparme con todo tipo de seres, además para ello el propósito al que había venido a esta Ciudad, a conocer más a fondo los naturales y simples misterios que nos da la existencia, lo que parece totalmente diferente, razón del miedo de muchos y gozo de otros; pues si no existiese lo sobre-natural (que en realidad es muy natural) la vida del hombre fuera tan hueca y vacía que muchos se hubieran hartado del materialismo dejando como posible resultado un suicidio masivo.

Ya me encontraba a poco metros del hombre y como es de esperar rara vez me agrada un tipo al menos que sea un mago. Permití que el silencio fuera el primer saludo que le diese, demás la cercanía con lo natural era favorable. Luego empecé a observarlo detalladamente, al punto que le hartase mi presencia y también me observase. Momento oportuno en el que ambos chocaron visualmente siendo de manera directa y quizá pareciendo un reto. –Buen día Señor… hermosa mañana, ¿no cree?- al fin rompí el silencio entablando una conversación, que resultase conveniente o no era otra cuestión. Necesitaba un puto trasporte, una embarcación pequeña me bastaría y claro alguien que supiera navegar, en fin… era necesario la ayuda del hombre, a leguas se notaba que no era un desconocido acá y según lo tostado de su blanca piel, navegaba consecutivamente. –Me disculpa, tengo una pregunta que hacerle…-

por **Kristof Von Garvel** Jue Jul 04, 2013 10:44 am

Kristof sumido en su inopia mental aun miraba a la niña irse hasta que vio a un hombre moreno y de cabello largo, bien vestido y que le preguntaba algo- … Si…hace buen día para partir los corderos en dos…-sacudió su cabeza-…perdón…si, si…hace un día bastante brillante que antes estaba algo nublado para mi aprecio….-solo dijo así sus palabras con cuidado…las primeras habían salido de una obra barata que parecía terroríficas, como si el loco aun estuviera en su interior.

-…mmmm Depende de cómo sea la pregunta…-Lo miro fijamente a los ojos, sonriendo dejo la bolsa en el suelo pues pesaba como si llevara un muerto a cuestas-…Ah…Paris ha cambiado demasiado desde que me fui…-suspiro para sí mismo que para compartirlo con el desconocido que lo volvió a mirar, iba bien arreglado excepto el mismo, que iba vestido con las ropas que le habían prestado.

Había adquirido musculatura, estaba fornido, podría presumir de cuerpo esbelto y cuidado. Había dejado de ser tan severo y se había dedicado a fumar y en grandes cantidades para después beberse una poción que contrarrestara los síntomas de un posible cáncer a causa del tabaco o las miles enfermedades que hubiera por el mundo. Se había acostumbrado a la soledad y ahora podría estar en otras circunstancias, observaba todo. La gente como vestía, como se movía, como todo el mundo pensaba en ayudar y otras no, él mismo quería llegar a su hogar para poder tener algo de privacidad y pensar si Arabelle estaría allí para recibirle.

Los barcos atracaban en el puerto y Kristof tomo el brazo del desconocido para retirarle y que le pudieran manchar de agua salada a ese traje que llevaba puesto y perder su elegancia-…cuidado…se manchara si anda muy cerca…por aquí hay alquitrán o aceite de las proas de los barcos…que atracan…-lo retiro más y entonces lo soltó para despedirse de quien fue su capitán en aquella pequeña travesía. Miro al moreno y lo estudio de abajo arriba, sonriendo finalmente-…ahora…pregúnteme lo que me iba a preguntar si aún lo recuerda mientras salimos del puerto…-sugirió mientras tomaba de nuevo la mochila en su espalda o el saco que había conseguido adquirir en su viaje. Antes había tenido cajas, maletas y demás baúles para transportar su ropa, pero ahora estaba con pocas pertenencias.

por **Eliphas Leví** Mar Ago 20, 2013 9:30 pm

Estuve atento aquel hombre de tés pálida y agotada, sin embargo su cuerpo resaltaba un contraste completamente distinto, parecería como si le faltase pigmentación en la piel, incluso en el brillar de sus ojos se podía ver. Me pareció que vacilase de algún modo con respecto a mi persona, pero al final de cuentas tomo interés, quizá pude tomar aquella última mirada como despectiva, pero gracias a la divinidad su sonrisa lo arreglo todo. El viento movía mis rulada cabellera en una interfaz bastante desordenada por sus variantes direcciones lo cual incluso provoco que uno de estos se introdujera en mi boca provocando una sensación cosquillosa pero cierta mente repulsiva, tal cosa provoco una risa burlona en el hombre.

No me quedaba otra que reír con él. Le dedique una marida cálida de por momentos, luego con un gesto de manos que parecía emitir cierta relajación le dije: –Tengo una búsqueda, que aun tiene muchas variables ciertamente… Necesito una embarcación y un navegador disponible para mí. Ofreceré buena paga; El viaje será al Caribe– un grueso tragar paso por mi garganta la cual era recubierta por espeso y abundante ensalivado. Deje la mirada cabizbaja, por un momento una sensación melancólica o deprimente me invadió. No sé qué sucedía.

Quizá sea la sensación de soledad, de estar solo en esta tierra demoniaca quizá. Puede que sea anhelo de mis amados seres, me sentí vacio como sin ganas de nada. Incluso en aquí instante quise abandonar dicha búsqueda largarme a mi casa y embriagarme hasta perder la consciencia. –No olvides respirar…– Paralela la voz sobre saliente de mis labios y retumbante en mi consciente, quizá se trataba de la luz de mi espíritu, de mi yo superior, de mi Ángel. Puede que sea Atiel también. ¿Quién sabe? Me voltee para atrás, dejando que mi vista vagara en las olas, las aves y la gente que trabajaba en las distintas embarcaciones, con la ridícula esperanza de recibir una grata respuesta, o al menos una migaja de ello.

El oleaje entrecortado me calmo, me equilibre. Pensé por un momento que la luna me pudiese estar afectando, sacudí mi cabeza y la rasque, parecía un crio en aquel momento, mire de reojo al hombre y así reí para mis adentros. Dulce y tierna locura de vivir, de danzar en el gozo eterno de lo vivo y lo muerto, del ayer y el mañana, del tiempo que devora y la ilusión restaura.

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