Unas cuantas frutas.... [Maicol]

Salí de la pequeña casa abandonada en la que me refugiaba, por que tampoco se podía decir que viviera allí, ya que, me pasaba el día en la calle mas bien. Me puse una ropa que había lavado el día anterior en el río ya que mis constantes caídas y huidas de los mercaderes a los que robaba para no morir de hambre me hacía tropezar por mi torpeza y caer, de paso también me llevaba algunas cuantas palizas de alguno que ese día no era el suyo y para mi desgracia estaba enfadado.
Salí de aquel lugar y comencé a recorrer el bosque hasta la ciudad, por la que tuve que caminar escondida debajo de un manto negro que había encontrado días anteriores en uno de mis paseos por las calles parisinas. Escondida y esquivando a la gente que me empujaba por la calle simplemente por ser de clase baja, algo que tan solo con verme de lejos se hacía evidente conseguí llegar a las afueras de la ciudad en la otra punta. Con los pies bastante doloridos de llevar la suela rota y mis mejillas coloradas del calor me adentré en los campos de cultivo que había por allí muy bien sembrados y que contenían frutas y verduras, en esa estación del año listas para comer.
Me metí en un campo al azar y comencé a coger unas cuantas frutas guardándolas en el pañuelo que llevaba, estaba a punto de terminar cuando escuché un grito detrás mía, me giré y vi un hombre muy enfadado corriendo hacía mi insultándome. Me levanté y comencé a correr todo lo rápido que pude, el hombre al ver que no me alcanzaría cogió una piedra y me la lanzó haciendo que cayera de nuevo al suelo al intentar esquivarla, corriendo de nuevo hacía mi me levanté teniendo que dejar allí la comida y me escondí lo suficiente alejada de el detrás de unos árboles. Y me senté dolorida en el suelo intentando recuperar mi respiración normal.

El joven vagabundo ya había gastado los pocos francos ganados el día anterior. Solo guardaba el franco que la señorita Caroline le había obsequiado. Pensó en ultilizarlo para comprar alguna manzana, pero prefirió conservarlo por un poco más de tiempo. Ésa simple moneda le recordaba lo amable que puede ser la gente de la clase alta y que en éste mundo todos, incluyendo los niños ricos, tienen problemas. Recorriendo la ciudad pidió a una saco en el mercado, donde siempre había alguien que se apiadaba de él, y se encaminó hasta las afueras de Paris, dónde se encontraba ese gran cultivo que solía "visitar" cuando el hambre era muy grande. Sabía que estaba mal sacar frutas de ese lugar, pero de alguna manera tenía que sobrevivir. Se adentró lo más posible para no ser visto por uno de los tantos fulanos que cuidaban aquel gran campo. Al estar lo suficientemente alejado, trepó un enorme manzano, aferrandose con su pies y manos, hasta sujetarse de una rama, en la cual se sentó agilmente. Estiraba su mano para alcanzar el famoso fruto prohibido, y sacar una por una las manzanas guardandolas en su saco. Ya el pequeño saco estaba casi lleno cuando escucha gritos a unos cuantas yardas de él. Uno de los cuidadores del campo persiguia a una pequeña niña. No pudo evitar soltar una carcajada al ver tal evento, la cual casi le hace perder el equilibrio, pero las risitas cesaron al ver como el mal hombre le lanzaba una piedra a la pobre chica, la cual tratando de esquivarla calló al suelo bruscamente. Desde esa altura tenía una vista perfecta de todo el campo y pudo apresiar con claridad el lugar donde la niña se escondía a solo metros del fulano que la buscaba desesperado y úforico por la rabía contenida. Si la encontraba no le haría nada bueno...

El joven huefano se apresuró a bajar de árbol, armandose de valor y corrió hasta donde estaba el cuidador, golpeandolo por la espalda con el pequeño saco lleno de manzanas, haciendole dar una vuelta y caer al piso por el impulso, siguiendo su carrera hasta donde la niña se encontraba. Ella aún estaba sentada tratando de recuperar su aliento, cuando el joven vagabundo la toma de la mano con una sonrisa sin dejar de correr.
-¡Corre! -exclamó el petit, jalandola del brazo para que se pusiera de pié, dejando escapar una risa nerviosa y adrenalinica por las circunstancias en las que estaban. Corrieron juntos hasta atravesar completamente el cultivo y llegar a los pastizales que le seguian.

Soltó a la joven niña y afirmandose en sus rodillas trató de recuperar los aires y la energía gastada, inhalando y exhalando con fuerza. El vagabundo alzó un momento su vista para ver a la chica a la que había ayudado. Claramente, por sus ropas limpias, pero degastadas, era alguien de su misma clase, con los zapatos rotos y viejos, pero hermosa como ninguna otra... Se quedó un momento contemplando su hermoso y fino rostro aún en esa posición de descanzo. Irguió su cuerpo lentamente aún hechizado por su mirada. Luego de un brusco movimiento de cabeza pudo recuperar completamente la compostura.
-¡Hola! -rió-, mi nombre es Maicol Musso -se presentó esbozando una cálida sonrisa, aún un poco agitado-, ¿A quien tuve el gusto de salvar el pellejo? -bromeó ahora que se sentía seguro estando entre esos enormes pastizales rodeado por elotes que incluso superaban su estatura con creces.

Mi respiracion era todabia bastante agitada y estaba muy cansada, cuando de pronto escuche los pasos de aquel hombre a pocos metros de donde me encontraba me encogi sobre mi misma asustada, pero de pronto escuche un golpe y al asomarme para ver vi a un joven muchacho dandole a aquel hombre con una bolsa la cual no sabia que deberia de llevar dentro. me quede mirandole asombrada y cuando me cogio del brazo tirando de el para que me levantara y le siguiera lo hice aun mirandole cuando reia sin poder evitarlo hice yo tambien con una sonrisa mientras corria cogida por el llegando a unos pastizales.
No entendia la razon por la que se habia arriesgado a salvarme, ni si quiera le conocia de nada ademas de que habia perdido la bolsa en la que sabia ahora que llevaba manzanas que habian quedado desparramadas por el suelo alrededor de aquel hombre el cual se levanto y nos continuo gritando e insultando a voces y con la cara roja de la furia contemida al haber escapado y de que aquel chico le hubiera golpeado con una bolsa que contenia sus propias frutas.
Le mire extrañada cuando paramos dandome cuenta de que el estaba haciendo lo mismo que yo alli asique deberia de ser de mi misma clase social. Me recoste en mis rodillas notando pinchazos en las cotillas debido al haber corrido tanto y ahora intentaba recobrar el aliento perdido en aquella huida tan..... No sabia como describirla.
Le mire, era joven como yo, pero desde luego se le veia mas espavilado y muchisimo menos torpe de lo que yo llegaba a ser en un solo dia, sus ojos oscuros me hicieron quedarme perdida unos instantes en ellos hasta que al darme cuenta de que me habia quedado embobada aparte la mirada avergonzada. Despues volvi a mirarle con una sonrisa timida.
-Hola! -Dije segundos despues y rei con el divertida.
-Pues a la chica mas torpe que jamas conoceras llamada Cathy Moore -Sonrei calidamente mirandole.
-Encantada de conocerte Maicol, y.... Muchas gracias por haberme salvado, pero no tenias por que.....

Sonreí mirándole y poco después me di cuenta de la altura de los elotes de maíz tierno que allí se encontraban, bueno, si aquel hombre conseguía encontrarnos algo que dudaba considerablemente siempre podríamos sumergirnos ahí y escondernos.
Mi respiración ya se había calmado al igual que los pinchazos en las costillas y pude observarle tranquilamente. Aquel joven era un poco mas alto que yo y su pelo liso con el flequillo le caía levemente por los ojos y le tapaba la frente, acentuando sus grandes ojos que eran de un color marrón claro precisos, le hacían ser muy bello.
No conseguía concentrarme precisamente en lo que decía. Cuando se agachó le miré a ver lo que hacía escuchándole. Me miré el tobillo y vi que lo tenía un poco morado e hinchado, seguro que había sido en la caída. ¿Qué si me dolía? pues.... En esos momentos si que notaba algo de dolor en el tobillo, no era insoportable, pero si un poco molesto.
-Tan solo un poco, pero no te preocupes, estoy bien -Dije con una tímida sonrisa mirándole a los ojos.

Aquella sonrisa y aquellos ojos oscuros y profundos como pozos sin fondo, hacían que sintiera una atracción hacia a aquel joven vagabundo que acababa de conocer, pero que sin embargo parecía que le conocía de hace mucho tiempo. Sonreí un tanto tontamente mirándole embobada cuando salí de mis pensamientos al escucharle hablar, al mirarle pude observar su ceño fruncido, al parecer de preocupación por mi mueca de dolor. De pronto noté como me rodeaba por la cintura y rodeé su cuello con mis brazos, algo que le hizo desestabilizarse un poco y que me bajara de nuevo. Con una sonrisa me monté a caballito encima suya rodeando su cuello con mis brazos para no caerme y apoyando mi barbilla en su hombro haciendo que nuestras mejillas casi se rozaran.

Observé como dábamos un rodeo para no volvernos a encontrar con aquel hombre. Me sentía un poco culpable, ya que, por mi torpeza el había perdido su saco de manzanas y encima ahora me llevaba a caballito para ir a un médico. Suspiré, al final siempre acababa siendo una carga para todos. Volví de nuevo a la tierra cuando preguntó donde vivía e hice una mueca.
-Vivo...vivo en las afueras -Dije con una media sonrisa.
-Pues creeme, paso mucho tiempo por aquí -Dije sonriendo y pensé en mi pasado.....
-Pues.... soy de Canadá y bueno, mis padres fallecieron y acabé aquí, en París -Dije con una triste sonrisa, para luego sustituirla por una normal.
-Nada interesante, ¿y tu? -Dije para dejar de hablar de mi.



Off: Siento el GRANDISIMO retraso, pero esque no tenía inspiración T.T