AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
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Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
La música no era su área de experiencia, de hecho el vampiro cegatón no sabía tocar ningún instrumento y pensaba no tener talento alguno para ello, sin embargo la música era para él un deleite que alegraba su alma y le maravillaba con las infinitas posibilidades que ofrecía. Gracias a su condición inmortal había podido presenciar la evolución de la misma durante los años y le encantaba descubrir como el hombre iba modificando sus composiciones de acuerdo a los cambios sociales y culturales. En ese aspecto, la música y el arte estaban ligados fuertemente, pues ambos dependían de la evolución social y de como los compositores y artistas eran influenciados por la política y tendencias de la época.
Además de eso, Soren también buscaba un refugio en ella. La música le permitía viajar a parajes insospechados, lejanos y ajenos a su realidad, para perderse en un mundo de sueños que distaba del mundo real y es que a veces era mejor estar en ese mundo etéreo que en su propia vida, pues allí podía olvidar quien era o a las cosas que más le dolían. Esa noche el vampiro había decidido ir al teatro, tenía ganas de escuchar alguna obra, sin importar la que fuera, solo quería yacer en el público y cerrar los ojos para perderse en las melodías.
Para su desgracia, cuando arribó al teatro, estaba estaba cerrando. Las últimas personas estaban terminando de salir y un cartel anunciaba que el concierto de las 7 de la noche era el único en el programa. El vampiro frunció la nariz, eran casi las 9, así que cualquier vestigio de música habría acabado mucho antes de que el arribara. - Mierda - Murmuró por lo bajo, debía haber consultado el programa con antelación. Bordeó el teatro por la parte de atrás sin un verdadero motivo y entonces con su agudizado oído, escuchó lo que parecía un violín.
Se detuvo y prestó más atención. Al principio sonaba como un maullido lejano, pero entonces se percató de que el sonido venía dentro del teatro. Alguien estaba tocando violín a pesar de terminada la función. Soren se preguntó si podría pedirle a la persona que tocara un poco más para él antes de irse y en cuestión de segundos se encontró metiéndose como intruso por la puerta trasera (aprovechando que los guardias estaban en la puerta principal despidiendo a la gente que se iba).
Además de eso, Soren también buscaba un refugio en ella. La música le permitía viajar a parajes insospechados, lejanos y ajenos a su realidad, para perderse en un mundo de sueños que distaba del mundo real y es que a veces era mejor estar en ese mundo etéreo que en su propia vida, pues allí podía olvidar quien era o a las cosas que más le dolían. Esa noche el vampiro había decidido ir al teatro, tenía ganas de escuchar alguna obra, sin importar la que fuera, solo quería yacer en el público y cerrar los ojos para perderse en las melodías.
Para su desgracia, cuando arribó al teatro, estaba estaba cerrando. Las últimas personas estaban terminando de salir y un cartel anunciaba que el concierto de las 7 de la noche era el único en el programa. El vampiro frunció la nariz, eran casi las 9, así que cualquier vestigio de música habría acabado mucho antes de que el arribara. - Mierda - Murmuró por lo bajo, debía haber consultado el programa con antelación. Bordeó el teatro por la parte de atrás sin un verdadero motivo y entonces con su agudizado oído, escuchó lo que parecía un violín.
Se detuvo y prestó más atención. Al principio sonaba como un maullido lejano, pero entonces se percató de que el sonido venía dentro del teatro. Alguien estaba tocando violín a pesar de terminada la función. Soren se preguntó si podría pedirle a la persona que tocara un poco más para él antes de irse y en cuestión de segundos se encontró metiéndose como intruso por la puerta trasera (aprovechando que los guardias estaban en la puerta principal despidiendo a la gente que se iba).
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
No había visitado el teatro desde hacía mucho tiempo. Más incluso del que podía acordarme. Estaba prácticamente como lo recordaba, aunque quizás algo afectado por el progreso de los últimos 40 años. ¿Por qué había vuelto? Lo echaba en falta. Lo añoraba a decir verdad. Solíamos ir todos los fines de semana, días festivos, puentes. Bien sabía yo mismo que en otro tiempo lo había amado. La sola sensación del silencio en una gran sala cerrada únicamente cortado por la expectación y la tensión de los presentes.
Al comienzo ibamos al teatro con la intención de ver las obras y orquestas, después comencé a ir por interés propio, para coger alguna sala libre y tocar un poco. Ver cual era exactamente la sensación de tocar para una multitud, aunque no hubiera nadie. El aura de la sala y la solemnidad ya era bastante para convencerme de que me quería dedicar a aquel mundo. Dejarme llevar por la música del violín.
En aquellos tiempos aún componía piezas pequeñas. Piezas que no tenían ningún sentido o cohesión para mi, pero que a pesar de ello disfrutaba tocando. Fue al llegar la época estival de mis 21 años en la que comencé a trabajar en algo mayor que me mantenía en vela por las noches. Tristemente la muerte llegó antes de que le diera un fin.
Después de sopesar la idea durante un tiempo me decidí a hacerme corpóreo y sacar el violín de debajo de las tablas del suelo de lo que era mi apartamento. Era algo doloroso y que me costaba bastante esfuerzo, pero en términos de la música nunca había podido controlar esos impulsos. Por suerte siempre había sido cuidadoso con la localización del viejo violín y al llegar mi muerte no pudieron quitarme eso también, y mucho menos mi trabajo.
Abrí las grandes puertas de la sala, colandome dentro y deteniendome unos segundos para apreciar el tacto de la madera y los grabados. Suaves formas florales y detalles en oro y plata. Sabía Dios que pocas veces me permitía el ser visible, y mucho menos un ser corporal. Cuando lo era, realmente añoraba el volver a ser humano y recuperar esa habilidad de sentir.
Justo como esperé el escenario estaba vacío y en penumbra. Vacío de las risas y exclamaciones, de las voces que musitaban pequeños comentarios acerca de la actuación y del aletear de los suaves abanicos de las damas. Subí a lo alto, sacando el violín de su funda y me permití el comenzar, no sin antes titubear levemente. Deslicé el arco por las cuerdas y este gimió en un suspiro, arrancando las primeras notas que resonaron en la sala. Sonreí con suavidad, de haber sido humano me habría erizado todo el bello de la piel, pero carecía de esas emociones. Dejé que las notas fueran surgiendo, las notas de mi preciado Atlas, o así llamaba a mi pequeño proyecto. Aquella era una práctica temeraria, un atrevimiento peligroso en toda regla, pero bien sabía yo mismo que no estaba pensando con la cabeza en aquellos instantes. ¿Cómo poder cuando añoraba tanto el sonido de aquel instrumento?
No temía el que me descubrieran. Insulsos humanos que se limitarían a tratar de apresarme por allanar el teatro a deshoras. Algunos quizás llegaran a reconocerme, entrados en edad que seguían allí trabajando desde mi tiempo en vida, y de oír sus historias los demás los tomarían por locos. Todos son conocedores de mi asesinato, reflejado en la prensa como una "Muerte drástica e inexplicable" Bien que la ignoraron todos al saber de ella, y entonces, entonces se mostró realmente donde quedaban las amistades que tanto había creído tener.
Los que tuvieran la oportunidad, (o desgracia) de verme aquella noche podrían contentarse con haber visto un fantasma. Contarselo a sus más allegados y sufrir las risas del resto. Bien se conoce que aquel que habla de algo que otros no pueden presenciar, es realmente un loco.
Al comienzo ibamos al teatro con la intención de ver las obras y orquestas, después comencé a ir por interés propio, para coger alguna sala libre y tocar un poco. Ver cual era exactamente la sensación de tocar para una multitud, aunque no hubiera nadie. El aura de la sala y la solemnidad ya era bastante para convencerme de que me quería dedicar a aquel mundo. Dejarme llevar por la música del violín.
En aquellos tiempos aún componía piezas pequeñas. Piezas que no tenían ningún sentido o cohesión para mi, pero que a pesar de ello disfrutaba tocando. Fue al llegar la época estival de mis 21 años en la que comencé a trabajar en algo mayor que me mantenía en vela por las noches. Tristemente la muerte llegó antes de que le diera un fin.
Después de sopesar la idea durante un tiempo me decidí a hacerme corpóreo y sacar el violín de debajo de las tablas del suelo de lo que era mi apartamento. Era algo doloroso y que me costaba bastante esfuerzo, pero en términos de la música nunca había podido controlar esos impulsos. Por suerte siempre había sido cuidadoso con la localización del viejo violín y al llegar mi muerte no pudieron quitarme eso también, y mucho menos mi trabajo.
Abrí las grandes puertas de la sala, colandome dentro y deteniendome unos segundos para apreciar el tacto de la madera y los grabados. Suaves formas florales y detalles en oro y plata. Sabía Dios que pocas veces me permitía el ser visible, y mucho menos un ser corporal. Cuando lo era, realmente añoraba el volver a ser humano y recuperar esa habilidad de sentir.
Justo como esperé el escenario estaba vacío y en penumbra. Vacío de las risas y exclamaciones, de las voces que musitaban pequeños comentarios acerca de la actuación y del aletear de los suaves abanicos de las damas. Subí a lo alto, sacando el violín de su funda y me permití el comenzar, no sin antes titubear levemente. Deslicé el arco por las cuerdas y este gimió en un suspiro, arrancando las primeras notas que resonaron en la sala. Sonreí con suavidad, de haber sido humano me habría erizado todo el bello de la piel, pero carecía de esas emociones. Dejé que las notas fueran surgiendo, las notas de mi preciado Atlas, o así llamaba a mi pequeño proyecto. Aquella era una práctica temeraria, un atrevimiento peligroso en toda regla, pero bien sabía yo mismo que no estaba pensando con la cabeza en aquellos instantes. ¿Cómo poder cuando añoraba tanto el sonido de aquel instrumento?
- Atlas:
Los que tuvieran la oportunidad, (o desgracia) de verme aquella noche podrían contentarse con haber visto un fantasma. Contarselo a sus más allegados y sufrir las risas del resto. Bien se conoce que aquel que habla de algo que otros no pueden presenciar, es realmente un loco.
Dastan Lovelace- Fantasma
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
Se escabulló por la parte trasera y se encontró con una habitación llena de cajas, vestidos y disfraces de todo tipo, colgados en percheros o olvidados sobre repisas, habían también empaques de instrumentos y uno que otro violín roto olvidado por ahí, añorando ser tocado una vez más por algún músico que quisiera darle algo de cariño. El vampiro husmeó con curiosidad el lugar, el polvo brillaba tenuemente con la luz de una farola distante que se filtraba por los huecos de las persianas. De haber sido humano habría tenido que estornudar, pero respirar ya no era una de sus preocupaciones hacía mucho tiempo.
La música del violín estaba muy cerca y Soren se fue acercando sigilosamente para no sorprender al artista, lo menos que quería es que dejara de tocar y se fuera, el lamento que ese violín dejaba escapar bajo su arco le transportaba como en un sueño a otras épocas y de alguna forma le hacía sentir melancólico. Sin duda el músico debía ser talentoso , transmitir sentimientos con la música no era tan sencillo como parecía.
En su afán por ser silencioso, el vampiro tropezó con una caja, perdió el equilibrio y la bufanda azul índigo se le enredó en uno de los percheros casi ahorcándolo (una suerte que no respiraba), y como en un efecto dominó el peso de su cuerpo hizo tirar del perchero que calló pesadamente tumbando algunos disfraces y rodando alegremente sobre la tarima alcanzando casi los pies del interprete.
Soren quedó tendido en el escenario, con la bufanda tapánndo parte de su cara y las gafas a unos 30 centímetros de distancia. Menuda caída tan estúpida. Si existiera un premio al vampiro más torpe, el se llevaría el primer puesto sin duda. Muerto de vergüenza, alzó el rostro sonrojado y carraspeó aún estendido cuan largo era en el suelo. Llevaba un abrigo mustio y viejo, que de alguna manera hacía fuego con los vejestorios guardados en la bodega del teatro.
- Lo siento - Murmuró al fin - Por favor no dejes de tocar -
La música del violín estaba muy cerca y Soren se fue acercando sigilosamente para no sorprender al artista, lo menos que quería es que dejara de tocar y se fuera, el lamento que ese violín dejaba escapar bajo su arco le transportaba como en un sueño a otras épocas y de alguna forma le hacía sentir melancólico. Sin duda el músico debía ser talentoso , transmitir sentimientos con la música no era tan sencillo como parecía.
En su afán por ser silencioso, el vampiro tropezó con una caja, perdió el equilibrio y la bufanda azul índigo se le enredó en uno de los percheros casi ahorcándolo (una suerte que no respiraba), y como en un efecto dominó el peso de su cuerpo hizo tirar del perchero que calló pesadamente tumbando algunos disfraces y rodando alegremente sobre la tarima alcanzando casi los pies del interprete.
Soren quedó tendido en el escenario, con la bufanda tapánndo parte de su cara y las gafas a unos 30 centímetros de distancia. Menuda caída tan estúpida. Si existiera un premio al vampiro más torpe, el se llevaría el primer puesto sin duda. Muerto de vergüenza, alzó el rostro sonrojado y carraspeó aún estendido cuan largo era en el suelo. Llevaba un abrigo mustio y viejo, que de alguna manera hacía fuego con los vejestorios guardados en la bodega del teatro.
- Lo siento - Murmuró al fin - Por favor no dejes de tocar -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
Permanecí algo abstraído de lo que estaba pasando a mi alrededor, y me dejé llevar por la música y el silencio de la sala. De algún modo no se me paso por la cabeza la idea de que pudiera haber un tercero observando. Generalmente los humanos tendían a hacerse notar con facilidad, a excepción de las veces en las que tengan algún interés por el espionaje. Un ser humano que se esconde en lugar de mostrarse abiertamente solo oculta malas intenciones, lo había aprendido bien.
Quizás en mi otra forma podría haber adivinado la presencia de aquel ser, pero siendo corpóreo, y tan lejos de prestar atención como lo estaba, aquello era una práctica de difícil funcionamiento.
No tuve la oportunidad de terminar el primer acto, y me detuve enseguida, sobresaltado por el repentino estruendo de la sala. ¿Pretendía ser silencioso? Si no fuera por lo insonorizadas que estaban las salas no me habría impresionado que hubiera resonado en todo el teatro. Dejé de tocar repentinamente. Me puse a la defensiva casi de manera automática. No era uno de los vigilantes del teatro. Era muy joven de apariencia, o eso me pareció en comparación con los guardias de allí. También estaba el hecho de ser joven e inexperto en su trabajo, si es que lo era. Sonreí de lado con suavidad, mirándole algo escéptico por la entrada y negué con la cabeza.
-¿Estáis seguro de no necesitar ayuda? –hice un gesto con la cabeza refiriendome a la bufanda y a todo lo que había derribado. Era genial el ser corpóreo, poder moverse y interactuar. Seguramente él me creyera humano y aquella idea me encantaba. Lástima que no fuera lo mismo a pesar de todo, y que comenzara a debilitarme. Tendría que volver a mi forma etérea muy pronto. Dejé el violín dentro de la funda, sin cerrarla y bajé del escenario con agilidad. Este pareció querer incorporarse y le tendí la mano para que se alzara, parándome repentinamente. Era frío. Muy frío. Me quedé en silencio, recordando aquel tacto marfileño de otras veces pero me obligué a quitarme aquella idea de la cabeza. Hacía mal tiempo fuera. Debía de ser eso. No era un vampiro. ¿No?
Le tendí la bufanda, en silencio, algo sorprendido por la petición. Harían unos 40 años que no tocaba a nadie de manera propiamente dicha, y de algún modo el que quisiera que siguiera me despertó simpatía. Una especie de complicidad por el arranque de torpeza y las repentinas disculpas. No objeté nada a que me tuteara directamente, ya que sabía de como habían cambiado los tiempos en los últimos años, en mi caso, era algo a lo que aún trataba de acostumbrarme.
-¿Queréis que siga? Confieso que no oigo una petición así desde hace mucho tiempo. -me permití sonreír un tanto, volviendo arriba del escenario y accediendo a lo que dijo.
Ya era bastante raro en mi persona el hacer caso a terceros, pero por una vez, el ser tenido en cuenta me hacía sentir bien, o al menos lo más humano que podía permitirme.
Me sentía algo extraño tocando de manera privada, pero no puse objeciones, deslizando el arco nuevamente pero me detuve unos segundos.
-¿Nombre? -le pregunté, interrogante, y por que el seguir hablando con alguien anónimo me resultaba molesto. Por mi parte preferí no introducirme a menos que lo preguntara, lo menos que deseaba era que por algún motivo desconocido le hubieran dicho de mi existencia y supiera que estaba muerto. Por una vez prefería mantener una conversación calmada, quizás sentirme algo más humano.
Quizás en mi otra forma podría haber adivinado la presencia de aquel ser, pero siendo corpóreo, y tan lejos de prestar atención como lo estaba, aquello era una práctica de difícil funcionamiento.
No tuve la oportunidad de terminar el primer acto, y me detuve enseguida, sobresaltado por el repentino estruendo de la sala. ¿Pretendía ser silencioso? Si no fuera por lo insonorizadas que estaban las salas no me habría impresionado que hubiera resonado en todo el teatro. Dejé de tocar repentinamente. Me puse a la defensiva casi de manera automática. No era uno de los vigilantes del teatro. Era muy joven de apariencia, o eso me pareció en comparación con los guardias de allí. También estaba el hecho de ser joven e inexperto en su trabajo, si es que lo era. Sonreí de lado con suavidad, mirándole algo escéptico por la entrada y negué con la cabeza.
-¿Estáis seguro de no necesitar ayuda? –hice un gesto con la cabeza refiriendome a la bufanda y a todo lo que había derribado. Era genial el ser corpóreo, poder moverse y interactuar. Seguramente él me creyera humano y aquella idea me encantaba. Lástima que no fuera lo mismo a pesar de todo, y que comenzara a debilitarme. Tendría que volver a mi forma etérea muy pronto. Dejé el violín dentro de la funda, sin cerrarla y bajé del escenario con agilidad. Este pareció querer incorporarse y le tendí la mano para que se alzara, parándome repentinamente. Era frío. Muy frío. Me quedé en silencio, recordando aquel tacto marfileño de otras veces pero me obligué a quitarme aquella idea de la cabeza. Hacía mal tiempo fuera. Debía de ser eso. No era un vampiro. ¿No?
Le tendí la bufanda, en silencio, algo sorprendido por la petición. Harían unos 40 años que no tocaba a nadie de manera propiamente dicha, y de algún modo el que quisiera que siguiera me despertó simpatía. Una especie de complicidad por el arranque de torpeza y las repentinas disculpas. No objeté nada a que me tuteara directamente, ya que sabía de como habían cambiado los tiempos en los últimos años, en mi caso, era algo a lo que aún trataba de acostumbrarme.
-¿Queréis que siga? Confieso que no oigo una petición así desde hace mucho tiempo. -me permití sonreír un tanto, volviendo arriba del escenario y accediendo a lo que dijo.
Ya era bastante raro en mi persona el hacer caso a terceros, pero por una vez, el ser tenido en cuenta me hacía sentir bien, o al menos lo más humano que podía permitirme.
Me sentía algo extraño tocando de manera privada, pero no puse objeciones, deslizando el arco nuevamente pero me detuve unos segundos.
-¿Nombre? -le pregunté, interrogante, y por que el seguir hablando con alguien anónimo me resultaba molesto. Por mi parte preferí no introducirme a menos que lo preguntara, lo menos que deseaba era que por algún motivo desconocido le hubieran dicho de mi existencia y supiera que estaba muerto. Por una vez prefería mantener una conversación calmada, quizás sentirme algo más humano.
Dastan Lovelace- Fantasma
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
Avergonzado como estaba debía ponerse de pie y arreglar todo el desorden, eso era lo que siempre terminaba haciendo, recogiendo el desorden de sus torpes acciones. El vampiro meneó con la cabeza ante el ofrecimiento de ayuda, lo que menos quería era entorpecer la labor del músico, el quería seguir escuchando tan exquisita melodía. Se estaba levantando cuando sintió la mano que le ayudaba, su tacto fue simplemente extraño, pues le hizo sentir un escalofrío. Los humanos no lograban ese efecto o al menos no de esa forma tan fortuita, sintió la tibieza del la piel, pero se permitió olfatear y no percibió el olor de la carne humana ni de la sangre.
¿Que demonios era aquel ser?
El vampiro tanteó con las manos en busca de sus gafas y luego se puso de pie acomodándoselas en la larga nariz. Se sacudió el polvo de los brazos, polvo que se había acumulado en su ropa vieja no por la caída sino por mucho tiempo sin cambiarse la misma. Aquel joven llevaba mucho tiempo sin que alguien le pidiera tocar.
-¿Como es eso posible Monsieur? - Le preguntó volviendo al tono respetuoso que desde un comienzo había olvidado utilizar gracias a la inesperada caída - Es usted muy joven, además toca exquisitamente - Continuó con una voz tranquila - Debe recibir peticiones para tocar con regularidad - No dudaba de las palabras de su interlocutor, simplemente se le hacían extrañas.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf - Comentó acomodándose la bufanda y comenzando a recoger los vestidos que habían caído al suelo de madera - Soy...profesor de Historia del arte - Más bien 'era' porque había perdido su trabajo hacía un año - Me interesa mucho la música, desde una perspectiva no sólo como artista, pues considero que la música está ligada al arte en casi todo, sino como persona, pues me transporta a mundos mágicos y etéreos a los que no se puede acceder de otra forma - Concluyó sin sonreír pero con una voz amable, a Soren siempre le había costado sonreír - ¿Pertenece usted a alguna orquesta? Me gustaría saber su nombre - Continuó, a veces no sabía cuando parar de hablar - ... Para poder seguirlo... - Fue consciente de que aquello sonó a acosador sexual y agregó avergonzado - Me refiero... musicalmente... ya sabe... asistir a sus conciertos y eso - Ahora si estaba realmente sonrojado, carraspeó y se agachó para recojer una de las cajas que había tumbado.
¿Que demonios era aquel ser?
El vampiro tanteó con las manos en busca de sus gafas y luego se puso de pie acomodándoselas en la larga nariz. Se sacudió el polvo de los brazos, polvo que se había acumulado en su ropa vieja no por la caída sino por mucho tiempo sin cambiarse la misma. Aquel joven llevaba mucho tiempo sin que alguien le pidiera tocar.
-¿Como es eso posible Monsieur? - Le preguntó volviendo al tono respetuoso que desde un comienzo había olvidado utilizar gracias a la inesperada caída - Es usted muy joven, además toca exquisitamente - Continuó con una voz tranquila - Debe recibir peticiones para tocar con regularidad - No dudaba de las palabras de su interlocutor, simplemente se le hacían extrañas.
- Mi nombre es Soren Kaarkarogf - Comentó acomodándose la bufanda y comenzando a recoger los vestidos que habían caído al suelo de madera - Soy...profesor de Historia del arte - Más bien 'era' porque había perdido su trabajo hacía un año - Me interesa mucho la música, desde una perspectiva no sólo como artista, pues considero que la música está ligada al arte en casi todo, sino como persona, pues me transporta a mundos mágicos y etéreos a los que no se puede acceder de otra forma - Concluyó sin sonreír pero con una voz amable, a Soren siempre le había costado sonreír - ¿Pertenece usted a alguna orquesta? Me gustaría saber su nombre - Continuó, a veces no sabía cuando parar de hablar - ... Para poder seguirlo... - Fue consciente de que aquello sonó a acosador sexual y agregó avergonzado - Me refiero... musicalmente... ya sabe... asistir a sus conciertos y eso - Ahora si estaba realmente sonrojado, carraspeó y se agachó para recojer una de las cajas que había tumbado.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
Decidí no responder enseguida. Cuestión de no comenzar aquel encuentro con errores, pero lo cierto es que era difícil el dar una explicación a la ausencia de peticiones para que tocara, sin hacerla sonar demasiado extraña. Me tomé unos segundos antes de contestar finalmente y asentí.
-Digamos que no me he dado a conocer todavía ni he encontrado el momento. –bajé la vista, mintiendo y sonreí un tanto, comenzando a tocar de nuevo del comienzo. Tampoco es que me importara el si mentirle o no a…Soren, según me dijo, pero bueno, me encontré queriendo dar buena impresión a aquella tercera persona que no conocía de nada. Supongo que aquel arranque de interés que había demostrado de algún modo me había hecho sentir mejor, tampoco sabía decir por que le gustaba. Para mi mismo era solo tocar, pero era algo que me gustaba.
Seguí tocando sin decir nada, planteándome durante unos segundos el tema del nombre. Aquello era algo delicado, y sabía que no debía decirlo así como así… levantaría el miedo de muchos en el caso de que le diera por investigar y encontrara en el censo que morí…Negué con la cabeza, sopesando la idea de mentir pero no me vi capaz de hacerlo en aquel momento.
-Dastan Lovelace. –Respondí solamente y sonreí un tanto distraído en el violín. ¿Imprudencia? Quizás. Desvié la vista hacia él, deslizando aún el arco por las cuerdas. Me llamó la atención lo que mencionó, el hecho de que era…¿artista? -¿Sois un pintor entonces? Siempre me gustó la pintura, me encantaría ver algunas de sus obras…soy más del arte clásico pero estoy abierto a nuevas ideas.
Me preguntaba si ya tenía algún prestigio entre sus cercanos, las artes eran algo que se extendía rápidamente, pero aquello podía ser perfectamente un arma de doble filo contra mi, por que, si era cierto que no me había dado a conocer, ¿qué estaba haciendo aquella noche en el teatro? ¿Acaso tocaba aquí cada tanto tiempo? ¿Y de ser así cuando era? Me temo que me encontraba rezando por que el joven no callera en aquellas ideas y me dejara desarmado, ya que, sinceramente no sabría como contestar.
Seguía dudando acerca de la naturaleza de Soren, no sabría decir que era exactamente, y era algo que me molestaba sobremanera. Algo me decía que no era humano, pero al mismo tiempo sería tan sencillo que lo fuera…No me había topado nunca con seres sobrenaturales que fueran tan patosos a la hora de entrar en lugares. Menos aún si trataban de ser “silenciosos”. Definitivamente el decir que era humano era lo más fácil pero algo me decía que había algo más, algo que estaba pasando por alto. Terminé la primera parte de la pieza de violín, y dejé de tocar, devolviendo el violín a su funda y sentándome en el borde del escenario.
Sorprendentemente me encontraba animado y no me importaría hablar un poco. Todo fuera por entretenerme y no volver a la soledad de mi piso. Temía también por el tiempo restante que me quedara hasta convertirme a mi forma original, por lo que trataba de aprovechar el tiempo restante que tuviera para fingir ser humano.
-¿Eres entonces de aquí, de la capital? ¿O estás únicamente de paso? –decidí pasar a un trato algo más informal, después de un tiempo, quizás debido a la comodidad que me producía su presencia, o que se yo.
Off rol: Siento mucho el retraso, finalmente terminé los examenes. *suspira pero pone pose de hero ewe/*
-Digamos que no me he dado a conocer todavía ni he encontrado el momento. –bajé la vista, mintiendo y sonreí un tanto, comenzando a tocar de nuevo del comienzo. Tampoco es que me importara el si mentirle o no a…Soren, según me dijo, pero bueno, me encontré queriendo dar buena impresión a aquella tercera persona que no conocía de nada. Supongo que aquel arranque de interés que había demostrado de algún modo me había hecho sentir mejor, tampoco sabía decir por que le gustaba. Para mi mismo era solo tocar, pero era algo que me gustaba.
Seguí tocando sin decir nada, planteándome durante unos segundos el tema del nombre. Aquello era algo delicado, y sabía que no debía decirlo así como así… levantaría el miedo de muchos en el caso de que le diera por investigar y encontrara en el censo que morí…Negué con la cabeza, sopesando la idea de mentir pero no me vi capaz de hacerlo en aquel momento.
-Dastan Lovelace. –Respondí solamente y sonreí un tanto distraído en el violín. ¿Imprudencia? Quizás. Desvié la vista hacia él, deslizando aún el arco por las cuerdas. Me llamó la atención lo que mencionó, el hecho de que era…¿artista? -¿Sois un pintor entonces? Siempre me gustó la pintura, me encantaría ver algunas de sus obras…soy más del arte clásico pero estoy abierto a nuevas ideas.
Me preguntaba si ya tenía algún prestigio entre sus cercanos, las artes eran algo que se extendía rápidamente, pero aquello podía ser perfectamente un arma de doble filo contra mi, por que, si era cierto que no me había dado a conocer, ¿qué estaba haciendo aquella noche en el teatro? ¿Acaso tocaba aquí cada tanto tiempo? ¿Y de ser así cuando era? Me temo que me encontraba rezando por que el joven no callera en aquellas ideas y me dejara desarmado, ya que, sinceramente no sabría como contestar.
Seguía dudando acerca de la naturaleza de Soren, no sabría decir que era exactamente, y era algo que me molestaba sobremanera. Algo me decía que no era humano, pero al mismo tiempo sería tan sencillo que lo fuera…No me había topado nunca con seres sobrenaturales que fueran tan patosos a la hora de entrar en lugares. Menos aún si trataban de ser “silenciosos”. Definitivamente el decir que era humano era lo más fácil pero algo me decía que había algo más, algo que estaba pasando por alto. Terminé la primera parte de la pieza de violín, y dejé de tocar, devolviendo el violín a su funda y sentándome en el borde del escenario.
Sorprendentemente me encontraba animado y no me importaría hablar un poco. Todo fuera por entretenerme y no volver a la soledad de mi piso. Temía también por el tiempo restante que me quedara hasta convertirme a mi forma original, por lo que trataba de aprovechar el tiempo restante que tuviera para fingir ser humano.
-¿Eres entonces de aquí, de la capital? ¿O estás únicamente de paso? –decidí pasar a un trato algo más informal, después de un tiempo, quizás debido a la comodidad que me producía su presencia, o que se yo.
Off rol: Siento mucho el retraso, finalmente terminé los examenes. *suspira pero pone pose de hero ewe/*
Dastan Lovelace- Fantasma
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Re: Donde la música y el arte se encuentran (Dastan)
El vampiro siguió recogiendo los trajes y fue apilando las cajas que había tumbado en su entrada 'triunfal', mientras escuchaba al chico presentarse y volver a tocar, realmente lo hacía muy bien, tenía ese algo que pocos músicos lograban y era darle un color a la música. Soren había escuchado muchísimos violinistas en sus casi 300 años de existencia, en las cortes y fiestas de burgueses cuando era joven en su castillo en Suecia y también a lo largo de viajes en diferentes países. Pocos lograban expresar tanto con un instrumento así como pocos artistas lograban cautivar al público con sus obras.
- No soy pintor - Comentó una vez terminó de organizar lo que había tumbado - Bueno... si se dibujar y a veces pinto por ocio, pero no me dedico a ello profesionalmente - Agregó, dando un saltito para bajar de la tarima y ubicarse en la primera fila, quedando así de frente al músico - No considero que sea lo suficientemente bueno como para exponer mis obras en una galería, por eso lo mantengo como algo más privado, además lo que me gusta es enseñar sobre la historia del arte y su evolución a través del tiempo- Y nadie mejor que un inmortal para dar fe de los cambios en el arte a través de las centurias.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la música y de repente se encontró en un valle, el cielo en el estaba tintado de rojo y se fundía en negro, habían unos cuervos graznando en algún árbol cercano y el trigo resplandecía en un pálido amarillo meneándose acompasado por el viento. Abrió los ojos cuando el chico había dejado de tocar y con las notas había desaparecido su visión.
- No, no soy Francés - Negó con la cabeza y le agradó el cambio en la conversación en un tono más personal, no era que Soren le gustara intimidar con la gente, sino más bien que pocas veces le salía bien, por lo que de momento estaba satisfecho de no pasar una vergüenza más o un incómodo momento de silencio - Vengo de un país muy frío en el norte, soy Sueco - Le reveló acomodándose las gafas que se le deslizaban por la nariz.
- Esa pieza que tocaste era roja y negra - Dijo al fin, inclinando la cabeza un tanto intimidado - Habían cuervos y campos de trigo - Continuó, sin duda ahora el chico debería pensar que estaba loco, pero no podía evitarlo, eso era lo que había visto - Me gusta el paisaje que transmite y los colores en las notas ¿Sabes? pocos músicos logran ese efecto - Concluyó jugando con los dedos.
- No soy pintor - Comentó una vez terminó de organizar lo que había tumbado - Bueno... si se dibujar y a veces pinto por ocio, pero no me dedico a ello profesionalmente - Agregó, dando un saltito para bajar de la tarima y ubicarse en la primera fila, quedando así de frente al músico - No considero que sea lo suficientemente bueno como para exponer mis obras en una galería, por eso lo mantengo como algo más privado, además lo que me gusta es enseñar sobre la historia del arte y su evolución a través del tiempo- Y nadie mejor que un inmortal para dar fe de los cambios en el arte a través de las centurias.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la música y de repente se encontró en un valle, el cielo en el estaba tintado de rojo y se fundía en negro, habían unos cuervos graznando en algún árbol cercano y el trigo resplandecía en un pálido amarillo meneándose acompasado por el viento. Abrió los ojos cuando el chico había dejado de tocar y con las notas había desaparecido su visión.
- No, no soy Francés - Negó con la cabeza y le agradó el cambio en la conversación en un tono más personal, no era que Soren le gustara intimidar con la gente, sino más bien que pocas veces le salía bien, por lo que de momento estaba satisfecho de no pasar una vergüenza más o un incómodo momento de silencio - Vengo de un país muy frío en el norte, soy Sueco - Le reveló acomodándose las gafas que se le deslizaban por la nariz.
- Esa pieza que tocaste era roja y negra - Dijo al fin, inclinando la cabeza un tanto intimidado - Habían cuervos y campos de trigo - Continuó, sin duda ahora el chico debería pensar que estaba loco, pero no podía evitarlo, eso era lo que había visto - Me gusta el paisaje que transmite y los colores en las notas ¿Sabes? pocos músicos logran ese efecto - Concluyó jugando con los dedos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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