En la residencia Dómine (privado - Gwen Leclercq)

por **Ludovique Leclercq** Vie Jun 21, 2013 1:35 pm

Recuerdo del primer mensaje :

"Mejor, imposible” pensé apenas lo vi llegar con canasta en mano y su peculiar rubor en las mejillas. Yo estaba apoyada sobre el tronco de un árbol, con mis piernas acariciando el frescor de la hierba. Gwen, a su vez, posaba su cabeza sobre mi regazo y yo acariciaba su cabello, como solía hacerlo desde niña. Oímos el crujir de la hierba seca y ambas lo vimos aparecer detrás de los árboles. Yo fijé la mirada en los ojos tiernos del chico y Gwen se incorporó para dirigirse hacia él con total confianza. Por detrás de la silueta de mi hermana pude ver la sonrisa del chico y supuse que entre ellos ya había algo. No me sorprendió entonces ver como Gwen lo tomaba por el cuello y arrimaba a su boca los labios del pobre cordero tembloroso. Permanecí inmutable, observando la dulzura de aquel encuentro.
Resulta que Gwen se había puesto a hacer amistad con algunos señores parisienses, lo cual me pareció atrevido, pero nada comparado con lo que vendría después. Así conoció a Philipe Dómine, un muchacho de 19 años, de aspecto sereno. Era alto para su edad. Su rostro era alargado con facciones muy bien marcadas. Sus ojos tenían una mirada suave pero que te atravesaba por completo. Era un encanto y más aún cuando hablaba de libros, poesía, música. Comprendía muy bien por qué Gwen se interesó en él.
Al principio Philipe nos proveía de alimento y algunos objetos de higiene personal y con el tiempo, nos contó a Gwen y a mí que su hermano mayor había aceptado que nos llevara a su casa. Para mi hermana y para mí fue la mejor noticia que podíamos haber oído en años. Ya estábamos cansadas de rondar por escondites de ladrones e iglesias abandonadas.
El día que entramos a la casa, apenas puedo recordar lo que aconteció. Es que luego de haber llegado y comido me dormí creo que por dos días enteros. Lo que sí recuerdo y recordaré para siempre es la imponente presencia de Jeremie, el hermano mayor de Phillipe. Él tenía 23 años. Se parecía bastante al joven Phillipe, solo que en su rostro se definía con mayor claridad la adultez. Nada me perturbó tanto como su mirada y su sonrisa. Deseé besarlo, poseerlo, caer a sus pies. Fue instantáneo, pero no hice más que reverenciar y sonreír como una niña bien.
Cuando amaneció esa fría mañana desperté con el suave cantar de los pájaros que se posaban en la ventana. Salí en busca de Gwen. La encontré sentada al final del pasillo, con la mirada distante, contemplando algo a través del ventanal. Me acerqué a ella y besé su mejilla, aunque creo que no lo percibió. –Qué ocurre, Gwen? Acaso no estás feliz?- Atiné a preguntar, ya que encontraba un dejo de angustia en el brillo de sus ojos.

por **Ludovique Leclercq** Miér Jul 10, 2013 7:38 pm

Podía haber mantenido su boca cerrada y limitarse al silencio, pero no, ella debía ser la embajadora del perdón. Detuve el caballo de pronto y le eché un grito. -Gewn!!- La vi detenerse y con su típica soberbia me miró como creyendo cargar con la absoluta razón. -Creo que te doy pena... o eso es lo que transmites con tu mirada. Me indigna, me produce asco porque tu no sabes nada, niña estúpida y caprichosa!!- Había comenzado a irritarme, sentía el veneno recorrer desde mi interior a través de mi venas, convertirse en palabras como dardos, misiles al ego, un dejo increíble de frustración. -Fuiste tu la que eligió entregarse a escondidas de nuestro padre, ser la pequeña traviesa de la casa, la que ponía los pelos de punta de todo el ejército de nuestro reino. Tu Gwen, fuiste feliz haciendo lo que querías, lo que te viniera en ganas. Adoraste siempre ser el centro de atención y cuándo lo cuestioné?.- Había comenzado a llorar, mas por el enojo que me embargaba que por cualquier sentimiento que se asemejara al dolor. -Yo, Gewn, siempre fui tu opuesto, eso era lo que nos complementaba, recuerdas?- Sequé mis lágrimas sintiendo en lo profundo de mi ser que Gwen sería incapaz de comprender... Quizás me equivocaba, no lo sabía. -Todos sufrimos, lo se, no soy yo precisamente la que vive en una nube de ensueños multicolores, mujer. Lo se muy bien!! Y no buscaba dar lástima, no, mujer, esa no era mi intención, eso buscaba tu nuevo gran amor, Lenin.- Escupí hacia un lado, en gesto de desagrado, como solía hacer cuando era una niña y fallaba un tiro con mi arco.
-Tu gran amigo, el pobre e inocente Lenin, el de noble y agrietado corazón fue el mismo que me arrebató de mi sueño y me ofreció a esos pervertidos. Fue el mismo que se negó a ayudarme por un par de monedas que le ofrecieron. Ese desgraciado fue el culpable, Gwen. Tu elegiste a quien entregarte, yo no. Yo no tuve esa posibilidad. Yo esperaba a enamorarme y casarme, creía en la estupidez del matrimonio. Yo no era como tu o como algunas princesas, pero sí como otras... el caso es que... tu no entiendes lo que significa que te tomen entre 4 hombres, te lancen sobre un barril, te unten con grasa de la cocina y te violen reiteradas veces. No sabes lo que es que mientras lloras ellos se rían y sean capaces inclusos de descargar su insana pasión sobre tu cuerpo. ¿Quieres oír los detalles, Gwen? ¿Quieres que te describa cada violación, cada embestida?- Había comenzado a llorar sin parar, sin reparo alguno de lo que sucedía. Imposible fue que el dolor no se hiciera eco allí mismo. Bajé de mi caballo y me senté sobre una piedra a llorar con mayor desesperación. Deseaba que estuviera Friedrich allí, incluso Jeremie hubiera servido de consuelo. -Al menos tu pudiste entregarte con amor, Gwen... así me iniciaron a mí... eso es tan claro, así.. Gwen... perdóname por no saber... lo siento- Fui inconsistente con mis palabras, estaba angustiada, regresar a ese momento. Cada palabra me desgarraba como me desgarraron esos sujetos aquella noche. Y allí quedé, sentada en el pasto, mis brazos rodeando mis piernas y mis rodillas junto a mi pecho. Miré a Gwen quien por primera vez mostró consternación... en definitiva, no sabía nada y entonces al oírme su rostro se convirtió en el reflejo de la impotencia y amé a mi hermana mas que nunca. Sin embargo el miedo regresó junto al dolor y allí quería permanecer un instante, entre las puntiagudas hojas de la hierba y la humedad del rocío. Me acosté entre sollozos y miré al cielo que se asomaba entre las hojas. Ya no quedaba nada más que pudiera decir. Ningún secreto...

por **Gwen Leclercq** Jue Jul 11, 2013 10:44 am

*Las palabras hirientes de Ludovique no ocasionaron más que odio dentro de mí, deseaba irme de allí, dejarla sola y rehacer mi vida, sus palabras lastimaban y poco le importaba. Pero me limite a escucharla, otra vez nombro a Lenin, pareciera que ella sola, encontraba buenos “hombres," suspire y la deje hablar.
Por más que mi cuerpo también pasó por varios hombres que ni siquiera conocía, y lo utilizaron de maneras que nunca me creí capaz, entendía perfectamente las palabras de Ludovique, me hizo recordar aquella tarde con ese bello pueblerino, dulce, travieso y atento. Suspire imperceptiblemente mientras seguía escuchándola.
Comencé a llorar cuando la escuchaba, me había ocultado todo aquello, entendía su dolor, pero no así su agresividad hacia mí.
Baje del caballo y me acerque lentamente hacia ella, me arrodille y la rodee con los brazos invitándola a que se sentara para sí poder abrazarla mejor*

-Lo siento Ludovique, no lo sabía-

*No podía decir más nada, no era una situación en donde se podría hablar. Pero no la ponía en una postura que pudiera agredirme como lo hizo, si ella me lo hubiera dicho antes mi trato con mi Lenin hubiera sido diferente. Lleve mi vida de la mejor manera que pude, y mi mundo “multicolor” como ella decía, me ayudo a superar muchas cosas, suspire angustiada con la mirada perdida mientras la abrazada pero cuando la vi, le regale una sonrisa y le seque las lagrimas.*

-Vamos hermanita que los muchachos comenzaran a preocuparse-

*Le sonreí con un tirón de brazos cuando la tome con ambas manos y la volví a abrazar. Mi cabeza estaba por explotar, pero sabía que iba a encontrar el momento de subsanar cada cosa*

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