Now, amuse me [libre]

Clarice se acomodo tranquilamente entre el publico, miró los palcos, podía permitirse alquilar uno, incluso reservarlo pero prefería mezclarse entre los espectadores y observar cómodamente a los asistentes.

Aquella noche el teatro estaba completamente lleno, la gran mayoría de los eran humanos pero también habían unos cuantos licántropos, cambiaformas y vampiros (de estos últimos pudo reconocer a algunos por haberlos visto de asistentes en sus actuaciones en el threatre de les vampires), los palcos también estaban repletos (la gran parte por miembros de la alta sociedad y la realeza de distintas razas).

Clarice se dio la vuelta y se sentó erguida en su butaca, para aquella noche se había recogido el pelo en un moño y se había puesto un vestido azul que resaltaba sus ojos, a su lado monsieur Eluchans (un comerciante de tres al cuarto, entrado en los cincuenta y que acaba de empezar a enriquecerse lo bastante como para ir diariamente al teatro) no le había quitado el ojo de encima desde que se había sentado, aunque junto a él estaba su mujer haciendo su mejor esfuerzo por ignorar la actitud de su esposo. A Clarice aquel hombre le resultaba desesperante, entonces una idea divertida cruzó por su mente.

Las luces se apagaron y la actuación comenzó, fue un obra divertida, el resto del publico también pareció satisfecho y aplaudieron satisfechos cuando finalizó.
La sala se ilumino de nuevo y los asistentes se levantaron de sus asientos para dirigirse a las salidas, Clarice también se levantó, seguida de cerca por Eluchans tal y como había esperado.
Cuando llegaron al final de la fila de asientos para salir al pasillo principal Clarice comprobó si alguien miraba en su dirección, entonces se giró bruscamente y abofeteó a monsieur Eluchans soltando un grito escandalizado mientras respiraba agitadamente y fingía estar exaltada; todos los presentes se giraron hacia donde se encontraba y llegaron a la conclusión más obvia al ver la situación . Al instante un joven se apresuro a brindarle caballerosamente el brazo a Clarice para escoltarla hasta la salida, ella acepto mientras los asistentes miraban al avergonzado señor Eluchans y susurraban lo desagradable que era que un hombre de su edad se aprovechara de una pobre joven. Clarice se deshizo del chico que la había "ayudado" y salió de la sala con una sonrisa de diversión.

Más tarde en la pequeña fiesta que se había organizado para algunos de los asistentes a la obra, mientras recibía comentarios de comprensión sobre lo traumático que debía de haber sido para ella lo sucedido en el teatro y invitaciones a diversas veladas, Clarice se fijó en un vampiro que le había lanzado alguna mirada fugaz, le pareció un hombre apuesto, al preguntar sobre él le informaron de que era el barón Rybensky.