AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
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Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Una noche bastante apetecible y fresca se presentaba justo frente a mi acompañada de las suaves ondas que provocaban las olas al chocar de forma sonora y con fuerza contra algunos roquerios posteriores a mi cuerpo el cual se encontraba en reposo.
Eché un rápido vistazo al pequeño reloj de bolsillo que descansaba en mi diestra, vaya, ¿la medianoche? El tiempo había transcurrido de manera tan ligera que en un abrir y cerrar de ojos el día estaba totalmente terminado dando paso a uno completamente nuevo. Era extraño, quizá se debía a la temperatura del clima que incitaba a dar uno que otro recorrido por ahí, o era una simple consecuencia de las distracciones que se encontraba en el camino, esos "obstáculos" de las personas que me cautivaban en temas que eran de mi completo interés. En las últimas horas, la lectura me había consumido al situarme en un íntimo lugar el cual contaba con la libertad de cualquier presencia humana, un lugar un tanto apartado que era frecuentado principalmente por seres no humanos por su tan complicado acceso entre las rocas, no se trataba más bien de un lugar en el cual prevalecía una concentración para cualquier transeúnte, era mi mayor hallazgo a decir verdad.
Hubiera continuado en la lectura de aquel libro de no ser por el insoportable dolor de cabeza, un golpeteo interno en mi sien derecha que me negaba toda capacidad de atención de un punto fijo; fue por esta razón que decidí buscar un lugar mucho más... abierto, o simplemente retornar a mi hogar, pero esta idea no paraba de parecerme un desperdicio de tiempo y espacio, lo que es aún peor para mi ¿era soportable el malestar? Claro que si.
Con esa positiva mentalidad me establecí una cierta distancia de recorrido justo por la orilla mas cercana a la laguna, donde mis pies dejaban su marca tras cada paso que avanzaba, siendo posteriormente las aguas las encargadas de difuminarlas.
Así me encontraba, sintiéndome dueño del lugar, espacios abiertos ¿que mejor? Aveces pasaba como un rayo por mi mente el asegurarme como un claustrofobico; así de simple, no contuve la sonrisa ladina que se dibujo en mis labios, menos aún cuando divise una silueta algo menuda caminando en dirección contraria a mi... y su aroma, era ella, tenía que ser ella - Loreena... - murmuré para mis adentros frenando mis pies, clavandolos al suelo casi como si estuviera esperándola solo a ella desde hace mucho, mis brazos llegaron a cruzarse a la altura de mi pecho ¿cuanto tiempo había transcurrido desde la última vez en que nuestras miradas se cruzaron? Bastante sin duda.
Eché un rápido vistazo al pequeño reloj de bolsillo que descansaba en mi diestra, vaya, ¿la medianoche? El tiempo había transcurrido de manera tan ligera que en un abrir y cerrar de ojos el día estaba totalmente terminado dando paso a uno completamente nuevo. Era extraño, quizá se debía a la temperatura del clima que incitaba a dar uno que otro recorrido por ahí, o era una simple consecuencia de las distracciones que se encontraba en el camino, esos "obstáculos" de las personas que me cautivaban en temas que eran de mi completo interés. En las últimas horas, la lectura me había consumido al situarme en un íntimo lugar el cual contaba con la libertad de cualquier presencia humana, un lugar un tanto apartado que era frecuentado principalmente por seres no humanos por su tan complicado acceso entre las rocas, no se trataba más bien de un lugar en el cual prevalecía una concentración para cualquier transeúnte, era mi mayor hallazgo a decir verdad.
Hubiera continuado en la lectura de aquel libro de no ser por el insoportable dolor de cabeza, un golpeteo interno en mi sien derecha que me negaba toda capacidad de atención de un punto fijo; fue por esta razón que decidí buscar un lugar mucho más... abierto, o simplemente retornar a mi hogar, pero esta idea no paraba de parecerme un desperdicio de tiempo y espacio, lo que es aún peor para mi ¿era soportable el malestar? Claro que si.
Con esa positiva mentalidad me establecí una cierta distancia de recorrido justo por la orilla mas cercana a la laguna, donde mis pies dejaban su marca tras cada paso que avanzaba, siendo posteriormente las aguas las encargadas de difuminarlas.
Así me encontraba, sintiéndome dueño del lugar, espacios abiertos ¿que mejor? Aveces pasaba como un rayo por mi mente el asegurarme como un claustrofobico; así de simple, no contuve la sonrisa ladina que se dibujo en mis labios, menos aún cuando divise una silueta algo menuda caminando en dirección contraria a mi... y su aroma, era ella, tenía que ser ella - Loreena... - murmuré para mis adentros frenando mis pies, clavandolos al suelo casi como si estuviera esperándola solo a ella desde hace mucho, mis brazos llegaron a cruzarse a la altura de mi pecho ¿cuanto tiempo había transcurrido desde la última vez en que nuestras miradas se cruzaron? Bastante sin duda.
Ostinh Mcdolz- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 10/05/2013
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Habían pasado un par de horas mientras permanecía tirada en su cama tratando de conciliar el sueño, pero al parecer el mago del sueño se había olvidado de irla a visitar esa noche. Daba vueltas, se llevaba las almohadas a su rostro, se cubría completamente con las sabanas y nada funcionaba, todo lo que intentaba era inútil para poder concertar el sueño. La noche estaba totalmente fresca, serena y silenciosa. Una noche ideal para descansar en paz, sin embargo aquello no aplicaba para Loreena que ya llevaba horas luchando con el insomnio que le invadió justo durante la vigilia nocturna.
Estuvo paseando durante todo el día por la ciudad junto con Vittorio, recorrieron cada rincón y convirtieron el recorrido en una pequeña aventura. El estar todo el día caminando de un lugar a otro mostró sus resultados luego de haber llegado a su hogar, el cansancio empezó a hacerse notar especialmente en Loreena, al contrario de Vittorio, que no parecía muy agotado pese al largo recorrido por la ciudad.
Finalmente ya había llegado el momento en el que podía descansar con total tranquilidad, ansiaba tanto poder estar en su cama, abrazar las esponjosas almohadas y sólo dormir y dormir. Esta vez no haría su acostumbrada lectura antes de irse a soñar, estaba tan cansada que lo único que pensaba era en cerrar sus ojos y no saber más nada hasta el siguiente día. Caso contrario, al momento en el que estuvo posada en su lecho no logró conciliar su anhelado descanso. El gato Vittorio, –quien disfrutaba estar más en su apariencia felina que humana– yacía postrado sobre la alfombra entretenido con una bola de estambre, ¿de dónde sacaba tantas energías? Se preguntaba Loreena mientras lo observaba discretamente, le causaba gracia como se le enredaban las patas con los hilos de estambre al felino de pelaje oscuro. Así pasaron muy lentamente los minutos hasta convertirse en horas, el gato que tanto le había entretenido su juguete se había quedado dormido boca arriba mientras inconscientemente movía una de sus patitas delanteras como si soñara que pateaba algo. La irlandesa envidiaba la facilidad con la que aquel logró dormirse, en cambio ella… Ella ni una pizca de sueño tenía a pesar del cansancio.
Quizás entretenerse con alguna lectura era lo que necesitaba. No había practicado dicho ritual como lo hacía cada noche antes de irse rendida al descanso. Tomó algún ejemplar cercano y se adentró en cada oración, en cada palabra, en cada letra, la lectura era fascinante pero no funcionó como método para poder dormir plácidamente al contrario su mente estuvo mucho más despierta. Le molestaba estar en esa situación ¿cómo era posible? Esas cosas sólo le pasaban a ella sin duda alguna. Se quedó con la vista fija en el techo de su habitación detallando cada elemento decorativo en el mismo, típico en las construcciones de la época. Su pensamiento divagaba por el mundo de los recuerdos, estos iban y venían como las olas del mar ¿acaso estaba en los últimos minutos de su muerte como para estar recordando todo aquello que pasaba por su mente? No, realmente no era así, sólo era inquietud de sus memorias.
Una imagen quedo estática en su cabeza, un recuerdo no tan lejano de sus primeras vivencias en París, cuando era tan sólo una aprendiz más del viejo Hans. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquellas vivencias, realmente no había pasado mucho tiempo si acaso un par de años cuando era una simple novata, –aunque todavía lo seguía siendo– sólo que había obtenido un poco más de experiencia sobre el manejo de ciertas habilidades.
Un lugar ideal para lograr poner en práctica el control de algunas artes, era una zona algo alejada de visitantes y curiosos, una laguna. Un precioso sitio, agradable y bastante tranquilo al que se podía ir con total confianza sin contar con la presencia de personas indiscretas. Se convirtió en el destino predilecto de los fines de semana para Loreena y su abuelo Hans. A pesar de no contar con muchos visitantes estaba algo cercana y se podía llegar cabalgando en menos de dos horas.
Aquel recuerdo despertó en la chica unos deseos de querer regresar de nuevo a ese lugar. Dichos deseos se convirtieron en una fantástica idea de escape nocturno. El sueño había huido de su ser y una evocación de una preciosa laguna le atormentaba ¿por qué no regresar luego de tanto tiempo? Claro, la ocasión lo permitía y ella no se quedaría de brazos cruzados mirando una y otra vez los detalles ornamentales de su habitación mientras al sueño se le daba la gana de aparecer. Tan pronto como se decidió en ir, se levantó rápidamente de su cama para iniciar con su huida. Quiso decirle a Vittorio que la acompañara, pero éste estaba tan concentrado en sus sueños gatunos que a la pelirroja le dio cierta pena despertarlo y sacarlo de su universo felino. Vistió sus acostumbradas prendas para no levantar sospechas. Vestir como chico le alejaba de muchos problemas, es extraño, pero así era, aunque honestamente parecía más un chico afeminado que un chico de verdad pero, eso le tenía sin cuidado, lo importante era evadir a la curiosidad de otros.
Salió sigilosamente de la mansión y fue directamente hasta donde se hallaba su fiel corcel. Subió con rapidez en el animal y emprendió su pequeño viaje hasta aquel anhelado lugar que reposaba en sus recuerdos. Cabalgó sin prisa, recordaba exactamente cómo llegar, su brillante memoria le permitía recordar con lucidez la dirección correcta. Se escabulló entre las calles, su silueta no despertaba interés alguno y así siguió el galopeo hasta encontrarse con una zona algo boscosa, de mediana arboleda, que guardaba a las afueras de sus entrañas una extensa laguna.
Ató las riendas del caballo en algún tronco cercano y dejó que su intuición la guiara hasta las orillas de la extensión de aguas calmadas que se hallaba frente a sus ojos. A esas horas de la noche no podía divisar a nadie cercano, ni humano, ni bestia, ni inmortal… ¡Nadie! Estaba totalmente sola, sólo contaba con la presencia de una pequeña porción de la madre naturaleza. Se quedó un rato de pie frente a la laguna contemplando el cielo estrellado y recordando todo cuanto había leído sobre astronomía, identificaba algunos grupos de estrellas que formaban figuras en la bóveda celeste y a las que los antiguos les atribuían funciones especiales. Estaba extasiada con tan magnífica imagen y daba gracias a los dioses por ser quien era y que la Vía Láctea guiara sus pasos.
El trance con el cielo nocturno había desaparecido en un largo rato. La joven irlandesa se puso de pie y estiró sus extremidades, el cansancio ya no estaba. Se sentía bien, era curioso, pero sí, las energías las había recuperado en todo ese tiempo que estuvo sentada rodeada de aquella paz y genialidad. Decidió dar una caminata alrededor de las aguas sintiendo la brisa fresca en su rostro la cual también jugaba con su rojiza cabellera elevando unos finos hilos de su cabello de vez en cuando. Sus pasos eran lentos y pausados, se detenía de vez en cuando a escuchar el sonido de las aguas que se movían con pereza hasta la orilla. Todo iba perfecto de no ser por algo que le inquietó repentinamente, ya no estaba sola. Otro tipo de energía chocó con la suya, le era extrañamente familiar, tan familiar que logró identificar de quien provenía. Gruñó al conocer la identidad del personaje que le acompañaba a la distancia. Su paseo nocturno había sido arruinado… Pero sólo el universo sabe el porqué pasan este tipo de cosas. Loreena no quería saberlo y decidió alejarse lo suficiente de aquel individuo al que sinceramente no quería volver a ver, aunque internamente sentía curiosidad por saber qué demonios hacia él ahí. Él justo él. Pero no, no era momento de andar de empática con nadie, la noche era demasiado cálida y hermosa como para desperdiciar su encanto en tonterías.
Estuvo paseando durante todo el día por la ciudad junto con Vittorio, recorrieron cada rincón y convirtieron el recorrido en una pequeña aventura. El estar todo el día caminando de un lugar a otro mostró sus resultados luego de haber llegado a su hogar, el cansancio empezó a hacerse notar especialmente en Loreena, al contrario de Vittorio, que no parecía muy agotado pese al largo recorrido por la ciudad.
Finalmente ya había llegado el momento en el que podía descansar con total tranquilidad, ansiaba tanto poder estar en su cama, abrazar las esponjosas almohadas y sólo dormir y dormir. Esta vez no haría su acostumbrada lectura antes de irse a soñar, estaba tan cansada que lo único que pensaba era en cerrar sus ojos y no saber más nada hasta el siguiente día. Caso contrario, al momento en el que estuvo posada en su lecho no logró conciliar su anhelado descanso. El gato Vittorio, –quien disfrutaba estar más en su apariencia felina que humana– yacía postrado sobre la alfombra entretenido con una bola de estambre, ¿de dónde sacaba tantas energías? Se preguntaba Loreena mientras lo observaba discretamente, le causaba gracia como se le enredaban las patas con los hilos de estambre al felino de pelaje oscuro. Así pasaron muy lentamente los minutos hasta convertirse en horas, el gato que tanto le había entretenido su juguete se había quedado dormido boca arriba mientras inconscientemente movía una de sus patitas delanteras como si soñara que pateaba algo. La irlandesa envidiaba la facilidad con la que aquel logró dormirse, en cambio ella… Ella ni una pizca de sueño tenía a pesar del cansancio.
Quizás entretenerse con alguna lectura era lo que necesitaba. No había practicado dicho ritual como lo hacía cada noche antes de irse rendida al descanso. Tomó algún ejemplar cercano y se adentró en cada oración, en cada palabra, en cada letra, la lectura era fascinante pero no funcionó como método para poder dormir plácidamente al contrario su mente estuvo mucho más despierta. Le molestaba estar en esa situación ¿cómo era posible? Esas cosas sólo le pasaban a ella sin duda alguna. Se quedó con la vista fija en el techo de su habitación detallando cada elemento decorativo en el mismo, típico en las construcciones de la época. Su pensamiento divagaba por el mundo de los recuerdos, estos iban y venían como las olas del mar ¿acaso estaba en los últimos minutos de su muerte como para estar recordando todo aquello que pasaba por su mente? No, realmente no era así, sólo era inquietud de sus memorias.
Una imagen quedo estática en su cabeza, un recuerdo no tan lejano de sus primeras vivencias en París, cuando era tan sólo una aprendiz más del viejo Hans. Una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar aquellas vivencias, realmente no había pasado mucho tiempo si acaso un par de años cuando era una simple novata, –aunque todavía lo seguía siendo– sólo que había obtenido un poco más de experiencia sobre el manejo de ciertas habilidades.
Un lugar ideal para lograr poner en práctica el control de algunas artes, era una zona algo alejada de visitantes y curiosos, una laguna. Un precioso sitio, agradable y bastante tranquilo al que se podía ir con total confianza sin contar con la presencia de personas indiscretas. Se convirtió en el destino predilecto de los fines de semana para Loreena y su abuelo Hans. A pesar de no contar con muchos visitantes estaba algo cercana y se podía llegar cabalgando en menos de dos horas.
Aquel recuerdo despertó en la chica unos deseos de querer regresar de nuevo a ese lugar. Dichos deseos se convirtieron en una fantástica idea de escape nocturno. El sueño había huido de su ser y una evocación de una preciosa laguna le atormentaba ¿por qué no regresar luego de tanto tiempo? Claro, la ocasión lo permitía y ella no se quedaría de brazos cruzados mirando una y otra vez los detalles ornamentales de su habitación mientras al sueño se le daba la gana de aparecer. Tan pronto como se decidió en ir, se levantó rápidamente de su cama para iniciar con su huida. Quiso decirle a Vittorio que la acompañara, pero éste estaba tan concentrado en sus sueños gatunos que a la pelirroja le dio cierta pena despertarlo y sacarlo de su universo felino. Vistió sus acostumbradas prendas para no levantar sospechas. Vestir como chico le alejaba de muchos problemas, es extraño, pero así era, aunque honestamente parecía más un chico afeminado que un chico de verdad pero, eso le tenía sin cuidado, lo importante era evadir a la curiosidad de otros.
Salió sigilosamente de la mansión y fue directamente hasta donde se hallaba su fiel corcel. Subió con rapidez en el animal y emprendió su pequeño viaje hasta aquel anhelado lugar que reposaba en sus recuerdos. Cabalgó sin prisa, recordaba exactamente cómo llegar, su brillante memoria le permitía recordar con lucidez la dirección correcta. Se escabulló entre las calles, su silueta no despertaba interés alguno y así siguió el galopeo hasta encontrarse con una zona algo boscosa, de mediana arboleda, que guardaba a las afueras de sus entrañas una extensa laguna.
Ató las riendas del caballo en algún tronco cercano y dejó que su intuición la guiara hasta las orillas de la extensión de aguas calmadas que se hallaba frente a sus ojos. A esas horas de la noche no podía divisar a nadie cercano, ni humano, ni bestia, ni inmortal… ¡Nadie! Estaba totalmente sola, sólo contaba con la presencia de una pequeña porción de la madre naturaleza. Se quedó un rato de pie frente a la laguna contemplando el cielo estrellado y recordando todo cuanto había leído sobre astronomía, identificaba algunos grupos de estrellas que formaban figuras en la bóveda celeste y a las que los antiguos les atribuían funciones especiales. Estaba extasiada con tan magnífica imagen y daba gracias a los dioses por ser quien era y que la Vía Láctea guiara sus pasos.
El trance con el cielo nocturno había desaparecido en un largo rato. La joven irlandesa se puso de pie y estiró sus extremidades, el cansancio ya no estaba. Se sentía bien, era curioso, pero sí, las energías las había recuperado en todo ese tiempo que estuvo sentada rodeada de aquella paz y genialidad. Decidió dar una caminata alrededor de las aguas sintiendo la brisa fresca en su rostro la cual también jugaba con su rojiza cabellera elevando unos finos hilos de su cabello de vez en cuando. Sus pasos eran lentos y pausados, se detenía de vez en cuando a escuchar el sonido de las aguas que se movían con pereza hasta la orilla. Todo iba perfecto de no ser por algo que le inquietó repentinamente, ya no estaba sola. Otro tipo de energía chocó con la suya, le era extrañamente familiar, tan familiar que logró identificar de quien provenía. Gruñó al conocer la identidad del personaje que le acompañaba a la distancia. Su paseo nocturno había sido arruinado… Pero sólo el universo sabe el porqué pasan este tipo de cosas. Loreena no quería saberlo y decidió alejarse lo suficiente de aquel individuo al que sinceramente no quería volver a ver, aunque internamente sentía curiosidad por saber qué demonios hacia él ahí. Él justo él. Pero no, no era momento de andar de empática con nadie, la noche era demasiado cálida y hermosa como para desperdiciar su encanto en tonterías.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 17/06/2013
Localización : Por aquí, por allá... Por ajullá.
Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
La observé detenidamente se le veía dudosa, cautelosa y por supuesto sus ropas terminaron por sacarme otra sonrisa que no me esforcé en contener; siempre vistiendo como un chico amanerado, un poderoso recuerdo invadió mi mente en ese instante logré verme a mi mismo sentado en la barra de la taberna, con una preciosa chica en mis brazos mientras en mi diestra danzaba un vaso con un exquisito vino rojizo; mis noches de perdición en que no deseaba nada mas, que eso, ahí la conocí, ella llego a mi vida cuando esta se encontraba en su mas remota perdición cuando no fui capaz de reconocer que necesitaba a alguien en quien confiar ¿una amiga? tal vez, pero tarde en darme cuenta y ella claramente se aburrió de mi jodida actitud alejándose.
El recuerdo mas reciente que guardaba de ella, era uno bastante similar al que estábamos viviendo en este preciso momento; la bruja caminando por la orilla de la laguna y yo observándola desde lejos intentando armarme de valor para acercarme, pero jamas lo hice y mi "disculpa" quedo en nada.
Fue el ruido de las olas el encargado de regresarme al presente, mientras mis parpados se cerraban una y otra vez buscándole por el lugar, se estaba alejando ¿y que esperaba, que viniera corriendo hacia mi diciendo cuanto se alegraba de verme? solo imaginar eso me hizo soltar una gran carcajada, pero esta vez no dejaría las cosas así como así, iniciando un ligero trote hasta alcanzarla.
Me preocupaba como podría recibirme ¿un gruñido, una mordida? muy Loreena todo eso, y claramente debía estar preparado para lo que gustara de entregarme y seguramente era algo que ella sentiría yo merecía por haber sido un completo idiota y no valorarla en el momento que pude, lo arruine todo pero por alguna razón el destino ponía frente a mi una nueva oportunidad.
Desacelere cuando estuve a escasos centímetros de ella y con cuidado roce su hombro, un claro que gesto que me nació sin meditar antes - Loreena ¿que haces? - le pregunté dejando caer mi brazo nuevamente hasta mi costado derecho, moviendo mi cuerpo hasta crear con el un obstaculo deteniendo su caminar - Se que me sentiste así como yo a ti, ¿no quieres verme pequeña, por eso te alejas nuevamente de mi? - esas ultimas palabras rasparon mi garganta, yo sentía un gran aprecio por ella y no tenía razónes para ocultarselo era absolutamente innecesario, mas siendo ella.
Deje que el silencio reinara mientras clavaba mis pupilas en las de Loreena, quien me miraba con cierto disgusto, casi podía sentir que me traspasaba todo su desagrado en estos, deseaba decirle que había cambiado, que mi vida de perdiciones y andanzas ya estaban en el pasado pero ¿me creería? lo dudo, la brujita era muy terca y cerrada en sus ideas, aunque sentí que debía intentarlo por lo cual me quedé a su lado aguardando primero que nada su recibimiento.
El recuerdo mas reciente que guardaba de ella, era uno bastante similar al que estábamos viviendo en este preciso momento; la bruja caminando por la orilla de la laguna y yo observándola desde lejos intentando armarme de valor para acercarme, pero jamas lo hice y mi "disculpa" quedo en nada.
Fue el ruido de las olas el encargado de regresarme al presente, mientras mis parpados se cerraban una y otra vez buscándole por el lugar, se estaba alejando ¿y que esperaba, que viniera corriendo hacia mi diciendo cuanto se alegraba de verme? solo imaginar eso me hizo soltar una gran carcajada, pero esta vez no dejaría las cosas así como así, iniciando un ligero trote hasta alcanzarla.
Me preocupaba como podría recibirme ¿un gruñido, una mordida? muy Loreena todo eso, y claramente debía estar preparado para lo que gustara de entregarme y seguramente era algo que ella sentiría yo merecía por haber sido un completo idiota y no valorarla en el momento que pude, lo arruine todo pero por alguna razón el destino ponía frente a mi una nueva oportunidad.
Desacelere cuando estuve a escasos centímetros de ella y con cuidado roce su hombro, un claro que gesto que me nació sin meditar antes - Loreena ¿que haces? - le pregunté dejando caer mi brazo nuevamente hasta mi costado derecho, moviendo mi cuerpo hasta crear con el un obstaculo deteniendo su caminar - Se que me sentiste así como yo a ti, ¿no quieres verme pequeña, por eso te alejas nuevamente de mi? - esas ultimas palabras rasparon mi garganta, yo sentía un gran aprecio por ella y no tenía razónes para ocultarselo era absolutamente innecesario, mas siendo ella.
Deje que el silencio reinara mientras clavaba mis pupilas en las de Loreena, quien me miraba con cierto disgusto, casi podía sentir que me traspasaba todo su desagrado en estos, deseaba decirle que había cambiado, que mi vida de perdiciones y andanzas ya estaban en el pasado pero ¿me creería? lo dudo, la brujita era muy terca y cerrada en sus ideas, aunque sentí que debía intentarlo por lo cual me quedé a su lado aguardando primero que nada su recibimiento.
Ostinh Mcdolz- Licántropo/Realeza
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Loreena quería alejarse cuanto antes de la presencia del ser que la observaba a lo lejos. No era buena idea seguir ahí y existían otros lugares en donde podía estar tranquila, no le importaba la hora, sabía defenderse muy bien, su soledad se la ganó gracias a su actitud esquiva y tosca. Maldecía internamente el día que conoció a aquel desagradable sujeto, no era necesario ser adivino para darse cuenta de la clase de personaje que era. Fue casi imposible borrar aquellas imágenes de su mente, sacudía su cabeza varias veces para evadir las escenas que le recordaban a la noche cuando se topó con el licántropo. Ella podía ignorar a la gran mayoría de tipos como él, no les daba mucha importancia y solía olvidarlos fácilmente, pero con este individuo era diferente y le irritaba que fuese así.
Se iba alejando a paso lento mientras se pateaba mentalmente por estar pensando en tonterías que no venían al caso. Ostinh Mcdolz ¿por qué no podía sacarse ese nombre de su cabeza? Era un estúpido inglés, arrogante y mujeriego, nadie importante. Pero su cerebro le jugaba bromas y detestaba que lo hiciera, quizás si debió despertar a Vittorio, se imaginaba al cambiaformas tomando la apariencia de un enorme felino para que el lobo no se acercara a ella, pero no… No se atrevió siquiera a despertarlo y se arrepentía por no haberlo hecho. El destino le estaba haciendo pasar un mal rato, pero, ¿por qué? Se preguntaba una y otra vez hasta que un simple toque en su hombro la hizo salir de sus pensamientos.
Se estremeció repentinamente y al observar de quién se trataba, no pudo evitar sentir repulsión. —Loreena, ¿qué haces? —preguntó el muchacho mientras obstaculizaba el paso de la pelirroja quien lo fulminaba con la mirada. Realmente lo detestaba, sus orbes estaban llenos de un profundo desprecio hacia él. Ella sólo guardó silencio, un silencio perfectamente interpretable. Bloqueó sus sentidos para no escuchar ni una sola palabra más que saliera de la boca de aquel. Aunque éste dijera otras cosas más, Loreena hizo caso omiso a sus palabras y se concentró en quién sabe qué.
Se cruzó de brazos y le observó de arriba abajo con indiferencia, preparándose para decir algo, —muérete… —le manifestó la irlandesa con un tono de voz gélido y cortante, dándole un empujón para iniciar de nuevo su caminata. —No te atrevas a seguirme… O te juro por todos los dioses que cortaré esa lengua que tienes, la lengua que te sirve para proferirle mentiras a todos —sin agregar nada más, pasó del sujeto y siguió su marcha como si nada. Estaba dispuesta a todo si éste se acercaba, ¿cómo podía una persona ganarse tanto desprecio por parte de la muchacha? Mintiéndole, tan sencillo como eso. Desde muy chica había sido bastante sensible. La joven pelirroja, como casi todos los miembros de su familia era empática. Le había ido muy mal con la gran mayoría de las personas por esta peculiar habilidad, a la que muchas veces detestaba, era mejor no estar en sintonía con las emociones de los demás, ni percibir sus intenciones. Su primo Quinn le halagaba haciéndole ver que tenía un don y no una maldición pero, Loreena sólo le gruñía, la empatía le había hecho desconfiar de medio mundo y Ostinh no era la excepción y al verlo en ese lugar especial le traía muy malos recuerdos, unos más tristes que otros. Empuñó su mano evadiendo a toda costa dichos pensamientos y maldiciendo por debajito mientras se dirigía hasta su corcel para poder retirarse del lugar.
Se iba alejando a paso lento mientras se pateaba mentalmente por estar pensando en tonterías que no venían al caso. Ostinh Mcdolz ¿por qué no podía sacarse ese nombre de su cabeza? Era un estúpido inglés, arrogante y mujeriego, nadie importante. Pero su cerebro le jugaba bromas y detestaba que lo hiciera, quizás si debió despertar a Vittorio, se imaginaba al cambiaformas tomando la apariencia de un enorme felino para que el lobo no se acercara a ella, pero no… No se atrevió siquiera a despertarlo y se arrepentía por no haberlo hecho. El destino le estaba haciendo pasar un mal rato, pero, ¿por qué? Se preguntaba una y otra vez hasta que un simple toque en su hombro la hizo salir de sus pensamientos.
Se estremeció repentinamente y al observar de quién se trataba, no pudo evitar sentir repulsión. —Loreena, ¿qué haces? —preguntó el muchacho mientras obstaculizaba el paso de la pelirroja quien lo fulminaba con la mirada. Realmente lo detestaba, sus orbes estaban llenos de un profundo desprecio hacia él. Ella sólo guardó silencio, un silencio perfectamente interpretable. Bloqueó sus sentidos para no escuchar ni una sola palabra más que saliera de la boca de aquel. Aunque éste dijera otras cosas más, Loreena hizo caso omiso a sus palabras y se concentró en quién sabe qué.
Se cruzó de brazos y le observó de arriba abajo con indiferencia, preparándose para decir algo, —muérete… —le manifestó la irlandesa con un tono de voz gélido y cortante, dándole un empujón para iniciar de nuevo su caminata. —No te atrevas a seguirme… O te juro por todos los dioses que cortaré esa lengua que tienes, la lengua que te sirve para proferirle mentiras a todos —sin agregar nada más, pasó del sujeto y siguió su marcha como si nada. Estaba dispuesta a todo si éste se acercaba, ¿cómo podía una persona ganarse tanto desprecio por parte de la muchacha? Mintiéndole, tan sencillo como eso. Desde muy chica había sido bastante sensible. La joven pelirroja, como casi todos los miembros de su familia era empática. Le había ido muy mal con la gran mayoría de las personas por esta peculiar habilidad, a la que muchas veces detestaba, era mejor no estar en sintonía con las emociones de los demás, ni percibir sus intenciones. Su primo Quinn le halagaba haciéndole ver que tenía un don y no una maldición pero, Loreena sólo le gruñía, la empatía le había hecho desconfiar de medio mundo y Ostinh no era la excepción y al verlo en ese lugar especial le traía muy malos recuerdos, unos más tristes que otros. Empuñó su mano evadiendo a toda costa dichos pensamientos y maldiciendo por debajito mientras se dirigía hasta su corcel para poder retirarse del lugar.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Todo indicaba que le sorprendía verlo ahí justo frente a ella, y a esa sorpresa no era apropiado llamarle "agradable", mas bien diferenciaba un sincero recelo contra el y su presencia, casi lograba percibir ese odio emanando de cada poro del pequeño cuerpo de la pelirroja se le veía irritada ¿y como no estarlo? toparse con una persona que siendo honesto, estaba muy claro que no le agradaba en lo mas mínimo.
La observó con sumo disimulo analizando sus cambios, por supuesto había pasado tiempo ya, estaba mas radiante y mas bella, siempre conservando en ella esas ganas, esa energía en un cuerpo tan pequeño que ahora le desafiaba con arrancarle la lengua, no le quedaba duda de que ahora sus típicos gruñidos y las miles de veces que se vio sometido a alguna mordida, eran poca cosa en comparación a eso.
Frunció el ceño recibiendo sus últimas y tajantes palabras lamentablemente para ella, Ostinh no se quedaría tranquilo menos si había conseguido por suerte localizarla esa misteriosa noche, sentía dentro de el que la vida le daba otra oportunidad y se arriesgaría - No esta en mi cabeza morirme aún ... Loreena Mckennitt.- pronunció su nombre como si saborease las palabras, ofreciendo una sonrisa sincera se alegraba de verla, definitivamente lo hacía.
Resoplo cuando su cuerpo recibió el empujón, que sin mas no logro moverle ni un centímetro, pero aún así se hizo hacia un costado permitiendole que retomara su ligero andar pero no que se alejara de el y con sus brazos caballerosamente tras su robusta espalda camino junto a ella - No tendría que seguirte si fueras capaz de detenerte y regalarme unos momentos contigo. - aclaró con un bajo tono de voz, sintiendo en su fuero interno que no era demasiado lo que pedía ¿o si?
Solo esperaba que reconsiderara, mientras tanto permitía que su vista se posara sobre el cielo en el cual se apreciaban algunos nubarrones sin la amenaza de lluvia ni nada similar, solo servía como un detalle mas en el, un adorno que por muy simple que pareciera acumuló su atención, expirando con cierta fuerza.
Su mente no recordaba fechas ni nada similar una desventaja para el, aunque estaba consciente que la joven conocía su secreto y su feroz naturaleza, no iba a lastimarlo y el mucho menos, ya que le agradase o no la idea, aún guardaba aprecio por la muchacha, sin haber recibido ningún gesto amable de su parte ni nada similar, solo era ella con sus actitudes toscas he indiferentes ¿pero que mas da? la había buscado, y ahora se arrepentía se haberse cansado de hacerlo - ¿Podrías hacerlo, por favor? - fue capaz de preguntar, preparándose para sostenerle de ser necesario, aún si ese sencillo gesto le llevara a una segura batalla campal.
La observó con sumo disimulo analizando sus cambios, por supuesto había pasado tiempo ya, estaba mas radiante y mas bella, siempre conservando en ella esas ganas, esa energía en un cuerpo tan pequeño que ahora le desafiaba con arrancarle la lengua, no le quedaba duda de que ahora sus típicos gruñidos y las miles de veces que se vio sometido a alguna mordida, eran poca cosa en comparación a eso.
Frunció el ceño recibiendo sus últimas y tajantes palabras lamentablemente para ella, Ostinh no se quedaría tranquilo menos si había conseguido por suerte localizarla esa misteriosa noche, sentía dentro de el que la vida le daba otra oportunidad y se arriesgaría - No esta en mi cabeza morirme aún ... Loreena Mckennitt.- pronunció su nombre como si saborease las palabras, ofreciendo una sonrisa sincera se alegraba de verla, definitivamente lo hacía.
Resoplo cuando su cuerpo recibió el empujón, que sin mas no logro moverle ni un centímetro, pero aún así se hizo hacia un costado permitiendole que retomara su ligero andar pero no que se alejara de el y con sus brazos caballerosamente tras su robusta espalda camino junto a ella - No tendría que seguirte si fueras capaz de detenerte y regalarme unos momentos contigo. - aclaró con un bajo tono de voz, sintiendo en su fuero interno que no era demasiado lo que pedía ¿o si?
Solo esperaba que reconsiderara, mientras tanto permitía que su vista se posara sobre el cielo en el cual se apreciaban algunos nubarrones sin la amenaza de lluvia ni nada similar, solo servía como un detalle mas en el, un adorno que por muy simple que pareciera acumuló su atención, expirando con cierta fuerza.
Su mente no recordaba fechas ni nada similar una desventaja para el, aunque estaba consciente que la joven conocía su secreto y su feroz naturaleza, no iba a lastimarlo y el mucho menos, ya que le agradase o no la idea, aún guardaba aprecio por la muchacha, sin haber recibido ningún gesto amable de su parte ni nada similar, solo era ella con sus actitudes toscas he indiferentes ¿pero que mas da? la había buscado, y ahora se arrepentía se haberse cansado de hacerlo - ¿Podrías hacerlo, por favor? - fue capaz de preguntar, preparándose para sostenerle de ser necesario, aún si ese sencillo gesto le llevara a una segura batalla campal.
Ostinh Mcdolz- Licántropo/Realeza
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Las palabras que le profirió Loreena a Ostinh al parecer no le afectaron al lobo en lo más mínimo. Él seguiría insistiendo en que la pelirroja le hiciera caso y le escuchara pero la bruja en su terquedad no quería hacerlo. Se había prometido a sí misma ignorarle y no creerle ni una sola palabra más, pero aquella noche las cosas quizás podrían empezar a cambiar. El destino les había querido dar una segunda oportunidad a ambos y en ellos estaba la decisión de querer aprovecharla o no.
Loreena seguía avanzando con la seguridad de querer irse de dicho lugar, ignoraba cada palabra de Ostinh, pero su intuición le insistía en muchas cosas que eran difíciles de evadir de sus pensamientos. Se sentía segura de detestarlo mientras él estuviera lejos, pero cuando éste se acercaba, la situación cambiaba. ¿De verdad estaba siendo sincero? Ó… ¿su intuición le estaba jugando bromas? Claro que no, aquellas emociones ajenas que percibía eran sinceras sólo que la irlandesa negaba rotundamente que fuera así. Se sentía bastante mal por lo ocurrido cuando lo conoció y no entendía por qué. Era la primera vez que vivía una situación de ese tipo con alguien como el inglés. Estaba confundida… y no quería aceptar algo contrario a lo que se planteaba a sí misma, quizás para protegerse, pero al final terminaba lastimándose de igual manera.
La muchacha mantenía su mirada fija en el horizonte sin demostrar flaqueza alguna aunque, por dentro estuviera hecha un mar de confusiones. Tenía miedo de que aquel que caminaba a su lado se enterara de ello. Creía que lo detestaba, eso pensó al momento en que notó su presencia en la laguna pero… ¿Qué pasó? No sabría responder a eso así de simple. Hacía mucho que no lo veía, su último encuentro fue bastante pesado pero esta vez las cosas estaban tornándose distintas. Una parte de ella quería creer en sus palabras y la otra las negaba considerándolas falsas.
Recordó alguna lejana conversación con su abuelo, en donde le hablaba acerca del valor del perdón. Tendría unos 12 años en ese entonces, pero aquella plática jamás la olvidaría, la había marcado desde el momento en el que el mayor dio inicio a la misma. Evocaba cada palabra en su mente como si estuviera presente de nuevo en aquel tiempo. Ese recuerdo despertó algo nuevo en su interior, sintió remordimiento y se dio cuenta que era demasiado dura con los demás y consigo misma. Las personas necesitan nuevas oportunidades que podrían abrir nuevas puertas, intentarlo no estaba demás y el Universo se estaba encargando de hacérselo saber. Estando a escasos pasos de su caballo, detuvo su paso observando algún punto ciego en el espacio que se extendía frente a sus orbes, se armaba de valor para dar el primer paso, se tragaría su orgullo y por primera vez aceptaría que el joven inglés le acompañara sin que éste tuviera que aguantar sus gruñidos e insultos.
Se dio media vuelta quedando frente al lobo, le miraba con seriedad preparándose para hablarle. —Bien, me detuve. Ahora, ¿qué es lo que quieres? Y sea lo que tengas que decir, se honesto por primera vez en tu vida. Si no, olvídate de mí y de que me verás de nuevo, Ostinh Mcdolz —le expuso la pelirroja con total honestidad. Aquellas palabras surgieron con un tono serio y gélido, ella no estaba bromeando con lo que decía y esperaba esperanzada que él aportara esa sinceridad que tanto anhelaba.
Loreena seguía avanzando con la seguridad de querer irse de dicho lugar, ignoraba cada palabra de Ostinh, pero su intuición le insistía en muchas cosas que eran difíciles de evadir de sus pensamientos. Se sentía segura de detestarlo mientras él estuviera lejos, pero cuando éste se acercaba, la situación cambiaba. ¿De verdad estaba siendo sincero? Ó… ¿su intuición le estaba jugando bromas? Claro que no, aquellas emociones ajenas que percibía eran sinceras sólo que la irlandesa negaba rotundamente que fuera así. Se sentía bastante mal por lo ocurrido cuando lo conoció y no entendía por qué. Era la primera vez que vivía una situación de ese tipo con alguien como el inglés. Estaba confundida… y no quería aceptar algo contrario a lo que se planteaba a sí misma, quizás para protegerse, pero al final terminaba lastimándose de igual manera.
La muchacha mantenía su mirada fija en el horizonte sin demostrar flaqueza alguna aunque, por dentro estuviera hecha un mar de confusiones. Tenía miedo de que aquel que caminaba a su lado se enterara de ello. Creía que lo detestaba, eso pensó al momento en que notó su presencia en la laguna pero… ¿Qué pasó? No sabría responder a eso así de simple. Hacía mucho que no lo veía, su último encuentro fue bastante pesado pero esta vez las cosas estaban tornándose distintas. Una parte de ella quería creer en sus palabras y la otra las negaba considerándolas falsas.
Recordó alguna lejana conversación con su abuelo, en donde le hablaba acerca del valor del perdón. Tendría unos 12 años en ese entonces, pero aquella plática jamás la olvidaría, la había marcado desde el momento en el que el mayor dio inicio a la misma. Evocaba cada palabra en su mente como si estuviera presente de nuevo en aquel tiempo. Ese recuerdo despertó algo nuevo en su interior, sintió remordimiento y se dio cuenta que era demasiado dura con los demás y consigo misma. Las personas necesitan nuevas oportunidades que podrían abrir nuevas puertas, intentarlo no estaba demás y el Universo se estaba encargando de hacérselo saber. Estando a escasos pasos de su caballo, detuvo su paso observando algún punto ciego en el espacio que se extendía frente a sus orbes, se armaba de valor para dar el primer paso, se tragaría su orgullo y por primera vez aceptaría que el joven inglés le acompañara sin que éste tuviera que aguantar sus gruñidos e insultos.
Se dio media vuelta quedando frente al lobo, le miraba con seriedad preparándose para hablarle. —Bien, me detuve. Ahora, ¿qué es lo que quieres? Y sea lo que tengas que decir, se honesto por primera vez en tu vida. Si no, olvídate de mí y de que me verás de nuevo, Ostinh Mcdolz —le expuso la pelirroja con total honestidad. Aquellas palabras surgieron con un tono serio y gélido, ella no estaba bromeando con lo que decía y esperaba esperanzada que él aportara esa sinceridad que tanto anhelaba.
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
No estuve seguro de sorprenderme en cuanto la observé detenerse y voltearse hasta mi o de prepararme para el golpe que podría darme luego de comenzar a hostigarla, Loreena siempre era demasiado impulsiva dejándose llevar por sus ideales; fuertes por lo demás haciendo considerablemente complejo el entablar una conversación amena con ella, su desconfianza vivía presente en su alborotada mente y sus ojos eran los encargados de regalarme la clara visión de eso.
Sostuve su hechizante mirada por algunas milésimas de segundos, introduciendo nuevamente las manos en los bolsillos recibiendo sus palabras con un ligero toque de amenaza que dejo en mi un semblante mas radiante, ya el que se hubiera frenado era un gran avance ahora iríamos por lo que realmente nos convocaba, tomé una gran bocanada de aire y comencé - No tienes idea alguna del gusto que me da encontrarte - de seguro no serían las palabras mas apropiadas pero era absolutamente sinceras, tan así que fueron las primeras en llegar a mi cabeza - Loreena yo... - resople antes de continuar no lograba acomodar ideas y no permitiría que escaparan de mi aquellas que la harían retomar el camino hasta su hogar - Lo lamento, nunca fue mi intención ser un descarado contigo ni nada que se le parezca, te lo aseguro - me vi en la obligación de remover mi visión de la bruja un momento, como era de esperarse todo se me volvía un tanto difícil de mantener.
Dejé que la brisa me refrescara un momento dando paso a que la misma despeinara ligeramente mis cabello sin ser capaz aún de volver a mirarla - Lo que si reconozco es que fui un completo imbécil al dejarte ir, pequeña - solté firme esas últimas palabras, forzando a mi cuerpo a dar un paso mas cercano a ella claramente sin inmiscuirme demasiado en su metro cuadrado para no incomodarla en lo absoluto - Llegaste a mi en un momento bastante delicado y complejo, ciertamente esto no fue tu culpa pero no me dejo pensar con claridad a mi y tomar las decisiones correctas contigo y como era de esperarse me equivoqué - me sentía liberado como si mi cuerpo rompiera las cadenas que le ataban a su desenfrenada vida dando paso a una que solo le importaba recuperar aquello que había sido verdaderamente valioso en el pasado - No te obligaré a quedarte conmigo ahora - tense mi cuerpo sintiendo como los músculos de este se contraían y mis manos en los bolsillos se empuñaban, obligándose a mantenerse dentro de estos y no extenderlos hacía la pelirroja en un inesperado abrazo que le podría costar caro - Pero te aseguro que es lo que me haría muy dichoso justo en este momento, Lore. - finalicé regresando mi incierta mirada hacía los ojos ajenos que me observaban extrañados ¿sorpresa? ¿duda? no tenía como saberlo hasta que ella abriera sus preciosos labios para lanzarme de sus; siempre directas palabras.
No sabía que mas decirle ¿como podría recuperar su confianza? las ideas se me agotaban y el silencio por parte de ella solo volvía mas denso el aire que entraba sonoramente hacía mis pulmones, me mantenía en una ansiedad enorme odiaba esperar y me inquietaba mas el saber que podría recibir un cortante deprecio de vuelta.
No la presioné mas con mis ojos permitiendole a estos que subieran hasta el cielo, perdiéndose en el para luego dejar que mis manos ascendieran a mi rostro, restregándomelo demostrando de cierta forma mi frustración ¿que me pasa con esta joven? ¿porque justamente ahora se me volvía tan necesario recuperarla? preguntas que nadaban en mi mente un tanto tortuosas doblegando mi aspecto serio y seguro, ella lograba dejarme en jaque y yo lamentaba que no fuera capaz de notarlo.
Sostuve su hechizante mirada por algunas milésimas de segundos, introduciendo nuevamente las manos en los bolsillos recibiendo sus palabras con un ligero toque de amenaza que dejo en mi un semblante mas radiante, ya el que se hubiera frenado era un gran avance ahora iríamos por lo que realmente nos convocaba, tomé una gran bocanada de aire y comencé - No tienes idea alguna del gusto que me da encontrarte - de seguro no serían las palabras mas apropiadas pero era absolutamente sinceras, tan así que fueron las primeras en llegar a mi cabeza - Loreena yo... - resople antes de continuar no lograba acomodar ideas y no permitiría que escaparan de mi aquellas que la harían retomar el camino hasta su hogar - Lo lamento, nunca fue mi intención ser un descarado contigo ni nada que se le parezca, te lo aseguro - me vi en la obligación de remover mi visión de la bruja un momento, como era de esperarse todo se me volvía un tanto difícil de mantener.
Dejé que la brisa me refrescara un momento dando paso a que la misma despeinara ligeramente mis cabello sin ser capaz aún de volver a mirarla - Lo que si reconozco es que fui un completo imbécil al dejarte ir, pequeña - solté firme esas últimas palabras, forzando a mi cuerpo a dar un paso mas cercano a ella claramente sin inmiscuirme demasiado en su metro cuadrado para no incomodarla en lo absoluto - Llegaste a mi en un momento bastante delicado y complejo, ciertamente esto no fue tu culpa pero no me dejo pensar con claridad a mi y tomar las decisiones correctas contigo y como era de esperarse me equivoqué - me sentía liberado como si mi cuerpo rompiera las cadenas que le ataban a su desenfrenada vida dando paso a una que solo le importaba recuperar aquello que había sido verdaderamente valioso en el pasado - No te obligaré a quedarte conmigo ahora - tense mi cuerpo sintiendo como los músculos de este se contraían y mis manos en los bolsillos se empuñaban, obligándose a mantenerse dentro de estos y no extenderlos hacía la pelirroja en un inesperado abrazo que le podría costar caro - Pero te aseguro que es lo que me haría muy dichoso justo en este momento, Lore. - finalicé regresando mi incierta mirada hacía los ojos ajenos que me observaban extrañados ¿sorpresa? ¿duda? no tenía como saberlo hasta que ella abriera sus preciosos labios para lanzarme de sus; siempre directas palabras.
No sabía que mas decirle ¿como podría recuperar su confianza? las ideas se me agotaban y el silencio por parte de ella solo volvía mas denso el aire que entraba sonoramente hacía mis pulmones, me mantenía en una ansiedad enorme odiaba esperar y me inquietaba mas el saber que podría recibir un cortante deprecio de vuelta.
No la presioné mas con mis ojos permitiendole a estos que subieran hasta el cielo, perdiéndose en el para luego dejar que mis manos ascendieran a mi rostro, restregándomelo demostrando de cierta forma mi frustración ¿que me pasa con esta joven? ¿porque justamente ahora se me volvía tan necesario recuperarla? preguntas que nadaban en mi mente un tanto tortuosas doblegando mi aspecto serio y seguro, ella lograba dejarme en jaque y yo lamentaba que no fuera capaz de notarlo.
Ostinh Mcdolz- Licántropo/Realeza
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Aún mantenía la vista fija en los ojos de aquel, como si estuviera indagando en su ser, no lo notaba pero empezaba a bajar la guardia, su orgullo empezaba a perder la batalla frente a sus sentimientos. Aquella posición sólo hacía más difícil pensar, quería salir corriendo pero no podía, su cuerpo se negaba a obedecerle, sólo deseaba permanecer ahí sintiendo suyas aquellas emociones ajenas que comenzaban muy lentamente a debilitarle. Ella internamente deseaba quedarse a su lado, pero no olvidaba los malos ratos que le hizo vivir el lobo hace un tiempo atrás. La irlandesa no aceptaba ni soportaba el hecho de pensar que estaba celosa de las actitudes de él hacia otras mientras que ella, simplemente era una pequeña para él. Ahogó aquel sin sabor de un mal recuerdo en su interior. Sí, clamaba atención por su parte pero jamás la obtuvo, salvo para burlarse de sus gruñidos. Esa sensación de ser la burla de otros le desquebrajaba el alma y con Ostinh no fue nada distinto, aunque se sentía aún más dolida y confundida.
Trataba de mantenerse serena y segura ante todo. Sus palabras estaban cargadas de sinceridad. Su cuerpo se tensó un poco, no podía creer lo que oía y lo que su intuición le profería. Alguna vez deseó sentirse segura de sus palabras como lo estaba sintiendo en esos momentos pero las dudas llegaban tal cual nubes de tormenta para arruinar todo. Un susurro. La voz de Quinn le hizo despejar su mente. No podía dudar de su intuición jamás, o su enemigo ganaría la batalla cada vez que lo hiciera y obviamente a Loreena no le gustaba perder batalla alguna.
Volvió en sí y notó al lobo un paso más cerca de ella, las manos empezaban a sudarle pero debía mantener su mirada dura y segura de sí misma, no quería dar indicios de la debilidad que sentía en su interior en esos momentos. —Debes confiar en tu intuición —pensaba para sí misma, armándose de valor, todo se estaba volviendo bastante tenso para ella pero no iba a quebrarse, tenía que permanecer firme y segura ante cualquier situación. El silencio se hacía espacio entre ambos. Las miradas de ambos se desviaron, no querían presionarse mutuamente. Las ideas se hallaban desordenadas y el orgullo amenazaba con afiladas dagas seguir lastimándolos más.
—La esperanza es la última flama que permanece encendida en la oscuridad cuando todo parece perdido.La voz muda de Quinn cargada de serenidad se apoderaba de su mente ¿le estaba hablando transmitiendo seguridad con el pensamiento? Quizás sí, porque su espíritu se regocijaba en aquellas ideas silenciosas. Sino sacaba todo eso que tenía por dentro, sino se arriesgaba siquiera un poquito, jamás podría saber si aquellas emociones ajenas de verdad eran tan sinceras como las sentía. Las tomaría como suyas y se atrevería a dar el primer paso. Su corazón latía con fuerza y una extraña sensación de tranquilidad se apoderaba de su ser como si se adelantara a eventos futuros.
—Ostinh... —Respiró hondo para luego dejar escapar un suspiro de su boca, asegurándose de organizar sus pensamientos —Yo… Bueno, por primera vez en mi vida le daré una nueva oportunidad a alguien que me dañó una vez —aquellas palabras surgieron como dagas de su garganta pero tenía que decirlas, ya estaba decidida a hablar y no callaría. Ya no. —No sé qué está pasando en estos momentos entre los dos. Te equivocaste conmigo, sí. Pero… Yo sola me hice ilusioné con alguien que quizá jamás se fijaría en mí. Así que ambos tenemos culpa en lo que pasó. Yo… Deseo quedarme contigo pero… Mi orgullo no me deja. —La mirada de la joven se clavaría en la de él, esta vez ya no era aquel semblante de dureza sino expresaba más bien calidez. Estaba clamando la verdad. — ¿Es verdad todo eso? Me da gusto sí, pero… Me asusta… No quiero salir lastimada de nuevo… Y menos por ti, Ostinh —se le hizo un nudo en la garganta mientras seguía observándole atentamente. Las lagrimas no escaparían de sus ojos, aún no. Sólo le bastaría acercarse a él y llevar sus manos hasta el rostro de él para que ambos cruzaran sus miradas. Ya era hora de ser honestos.
Trataba de mantenerse serena y segura ante todo. Sus palabras estaban cargadas de sinceridad. Su cuerpo se tensó un poco, no podía creer lo que oía y lo que su intuición le profería. Alguna vez deseó sentirse segura de sus palabras como lo estaba sintiendo en esos momentos pero las dudas llegaban tal cual nubes de tormenta para arruinar todo. Un susurro. La voz de Quinn le hizo despejar su mente. No podía dudar de su intuición jamás, o su enemigo ganaría la batalla cada vez que lo hiciera y obviamente a Loreena no le gustaba perder batalla alguna.
Volvió en sí y notó al lobo un paso más cerca de ella, las manos empezaban a sudarle pero debía mantener su mirada dura y segura de sí misma, no quería dar indicios de la debilidad que sentía en su interior en esos momentos. —Debes confiar en tu intuición —pensaba para sí misma, armándose de valor, todo se estaba volviendo bastante tenso para ella pero no iba a quebrarse, tenía que permanecer firme y segura ante cualquier situación. El silencio se hacía espacio entre ambos. Las miradas de ambos se desviaron, no querían presionarse mutuamente. Las ideas se hallaban desordenadas y el orgullo amenazaba con afiladas dagas seguir lastimándolos más.
—La esperanza es la última flama que permanece encendida en la oscuridad cuando todo parece perdido.La voz muda de Quinn cargada de serenidad se apoderaba de su mente ¿le estaba hablando transmitiendo seguridad con el pensamiento? Quizás sí, porque su espíritu se regocijaba en aquellas ideas silenciosas. Sino sacaba todo eso que tenía por dentro, sino se arriesgaba siquiera un poquito, jamás podría saber si aquellas emociones ajenas de verdad eran tan sinceras como las sentía. Las tomaría como suyas y se atrevería a dar el primer paso. Su corazón latía con fuerza y una extraña sensación de tranquilidad se apoderaba de su ser como si se adelantara a eventos futuros.
—Ostinh... —Respiró hondo para luego dejar escapar un suspiro de su boca, asegurándose de organizar sus pensamientos —Yo… Bueno, por primera vez en mi vida le daré una nueva oportunidad a alguien que me dañó una vez —aquellas palabras surgieron como dagas de su garganta pero tenía que decirlas, ya estaba decidida a hablar y no callaría. Ya no. —No sé qué está pasando en estos momentos entre los dos. Te equivocaste conmigo, sí. Pero… Yo sola me hice ilusioné con alguien que quizá jamás se fijaría en mí. Así que ambos tenemos culpa en lo que pasó. Yo… Deseo quedarme contigo pero… Mi orgullo no me deja. —La mirada de la joven se clavaría en la de él, esta vez ya no era aquel semblante de dureza sino expresaba más bien calidez. Estaba clamando la verdad. — ¿Es verdad todo eso? Me da gusto sí, pero… Me asusta… No quiero salir lastimada de nuevo… Y menos por ti, Ostinh —se le hizo un nudo en la garganta mientras seguía observándole atentamente. Las lagrimas no escaparían de sus ojos, aún no. Sólo le bastaría acercarse a él y llevar sus manos hasta el rostro de él para que ambos cruzaran sus miradas. Ya era hora de ser honestos.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
La sinceridad de Loreena se me hacía casi imposible de creer, casi, pero ¿importaba eso en este momento? en lo absoluto. Ella estaba diciendo el daño que le había causado y no restringí la mueca de desagrado en mi rostro al escuchar como me confirmaba aquello, la había herido. Pero ahora volvía a tenerla frente a mi; disculpándome, regalándome una segunda oportunidad para llegar a formar parte de su vida ¿quizás? que mas quisiera yo realmente al igual que si de haber estado en mis manos, volver al pasado y remediar todo el daño que cause y borrar definitivamente toda esa jodida reputación que Loreena mantenía de mi, lo haría sin dudarlo ni siquiera un segundo.
Mi linaje sencillamente me había vuelto un despreocupado, me importaba bien poco lastimar a personas inocentes las cuales realmente no se merecían todo lo que había llegado a hacerles, mi vida libertina me transformó en un ser repulsivo y para mi desdicha la preciosa mujer que tenía frente a mi era testigo presencial de eso, y sabía muy bien que en su mente aún reposaban algunos recuerdos, muy poco agraciados por lo demás era lógica su desconfianza hacia el, aunque no dejaba de parecerle molesto y hasta un tanto insoportable; era ella, sentir su frialdad claramente dañaba su ser.
Sentir sus diminutas y suaves manos contra su piel, fue un alivio que le recorrió por completo su cuerpo, regalandole ese calor que le hacía volver a sentirse mas vivo que nunca - Todo lo que has escuchado de mi no es nada mas que la verdad, quiero recuperar tu confianza y junto con eso, a ti- dije con voz decidida, aguardando a que ella estimara mis palabras, y conociera esa parte de mi que me esmeraba siempre por ocultar; la sentimental, irremediablemente salía a flote encontrándome frente a ella todo lo que imaginaba en ese instante era en recuperarla a toda costa.
Contuve su mirada con notable pesar reflejado firmemente en mis ojos, no estaba seguro de como continuar pero me di el empujón - No voy a lastimarte, jamas me perdonaría si te hiciera eso nuevamente - asegurando esto tomé la mano que se encontraba sobre mi mejilla y besé su dorso - Dame otra oportunidad, Loreena Mckennitt - le pedí con toda la humildad que me fue posible presionando aún mis labios contra su mano - No te defraudaré pequeña, permiteme cuidar de ti- continué hablando con calma y despacio dejando que las ideas se acomodaran en mi bruta cabeza, aún no me atrevía a mas era ella quien debía escoger si tomar o no mis palabras; pero ahí estaban puestas frente a ella mientras contenía mis emociones.
Claramente sucedió lo que me temía y mis impulsos cobraron protagonismo en el asunto, haciendo que mis grandes brazos la sostuvieran por su fina cintura ¿que mas da? pensaba en mi cabeza, si se marcha ahora podría guardar este momento. Sentí el dulce aroma de su pelirrojo cabello era tan agradable como delicioso, haciéndome cerrar mis parpados y gozar de aquello, tampoco la veía incomoda a ella que hasta se me ocurrió pensar que estaba a gusto en mis brazos; quizás era solo mi imaginación no tenía como saberlo con certeza si no era ella misma quien me lo decía - Lore...por favor- murmuré su nombre estrechando un poco mas el abrazo dejando caer mi mentón sobre su hombro, sintiendo las puntas de su cabello rozar mi rostro; y ahí me quedé en silencio aguardando ¿su rechazo? ¿su aprobación? no podía esperar mas después de todos los echos ocurridos entre ambos y debería estar agradecido de que ella aún siguiera aquí a mi lado y a esa lastimosa cercanía que solo me hacía desear no soltarla nunca mas.
Mi linaje sencillamente me había vuelto un despreocupado, me importaba bien poco lastimar a personas inocentes las cuales realmente no se merecían todo lo que había llegado a hacerles, mi vida libertina me transformó en un ser repulsivo y para mi desdicha la preciosa mujer que tenía frente a mi era testigo presencial de eso, y sabía muy bien que en su mente aún reposaban algunos recuerdos, muy poco agraciados por lo demás era lógica su desconfianza hacia el, aunque no dejaba de parecerle molesto y hasta un tanto insoportable; era ella, sentir su frialdad claramente dañaba su ser.
Sentir sus diminutas y suaves manos contra su piel, fue un alivio que le recorrió por completo su cuerpo, regalandole ese calor que le hacía volver a sentirse mas vivo que nunca - Todo lo que has escuchado de mi no es nada mas que la verdad, quiero recuperar tu confianza y junto con eso, a ti- dije con voz decidida, aguardando a que ella estimara mis palabras, y conociera esa parte de mi que me esmeraba siempre por ocultar; la sentimental, irremediablemente salía a flote encontrándome frente a ella todo lo que imaginaba en ese instante era en recuperarla a toda costa.
Contuve su mirada con notable pesar reflejado firmemente en mis ojos, no estaba seguro de como continuar pero me di el empujón - No voy a lastimarte, jamas me perdonaría si te hiciera eso nuevamente - asegurando esto tomé la mano que se encontraba sobre mi mejilla y besé su dorso - Dame otra oportunidad, Loreena Mckennitt - le pedí con toda la humildad que me fue posible presionando aún mis labios contra su mano - No te defraudaré pequeña, permiteme cuidar de ti- continué hablando con calma y despacio dejando que las ideas se acomodaran en mi bruta cabeza, aún no me atrevía a mas era ella quien debía escoger si tomar o no mis palabras; pero ahí estaban puestas frente a ella mientras contenía mis emociones.
Claramente sucedió lo que me temía y mis impulsos cobraron protagonismo en el asunto, haciendo que mis grandes brazos la sostuvieran por su fina cintura ¿que mas da? pensaba en mi cabeza, si se marcha ahora podría guardar este momento. Sentí el dulce aroma de su pelirrojo cabello era tan agradable como delicioso, haciéndome cerrar mis parpados y gozar de aquello, tampoco la veía incomoda a ella que hasta se me ocurrió pensar que estaba a gusto en mis brazos; quizás era solo mi imaginación no tenía como saberlo con certeza si no era ella misma quien me lo decía - Lore...por favor- murmuré su nombre estrechando un poco mas el abrazo dejando caer mi mentón sobre su hombro, sintiendo las puntas de su cabello rozar mi rostro; y ahí me quedé en silencio aguardando ¿su rechazo? ¿su aprobación? no podía esperar mas después de todos los echos ocurridos entre ambos y debería estar agradecido de que ella aún siguiera aquí a mi lado y a esa lastimosa cercanía que solo me hacía desear no soltarla nunca mas.
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Re: Y cuando menos te lo esperas... |Loreena Mckennitt|
Tenía miedo, claramente no sabía cómo reaccionar ante dicha situación, era la primera vez que se había involucrado en algo así y justo con él. Aquellas emociones que percibía de cierto modo la tranquilizaban pero, algo la hacía dudar y aunque, las memorias de Quinn trataban de hacerla sentir segura, el miedo a lo desconocido le invadía levemente. Esos terribles recuerdos la perjudicaban y odiaba que fuera así, ella deseaba que aquel encuentro fuera parte de un nuevo comienzo, era algo irónico pero estaba dejando a un lado su orgullo para darle una oportunidad a sus sentimientos. Su mirada reposaba aún en la ajena pero las palabras sencillamente se habían atascado en su garganta formando una especie de nudo imaginario. Eran los únicos seres presentes en aquella laguna, quién servía de testigo ante aquel encuentro inesperado, preparado por el destino como si estuviera dándoles a entender que ya era hora de dejar a un lado al pasado y que iniciaran de nuevo lo que en verdad tenía que pasar.
El lobo se estaba volviendo aún más sincero con sus palabras, lo que hacía sentir en Loreena un extraño sentimiento, algo que no había percibido nunca. La asustaba internamente pero también le agradaba que así fuera, era contradictorio pero ya en ese estado quería seguir a su lado. Lo sabía, él estaba siendo sincero, realmente ¿estaba arrepentido? Su mirada reflejaba ese pesar que hizo que la pelirroja empezara a asegurarse de que Ostinh si estaba siendo lo suficientemente honesto tanto con ella como consigo mismo, lo que le dio cierta seguridad, ahora ella también podría llegar a ser sincera y decir todo aquello que su orgullo reprimía internamente.
Las palabras que surgían de él la debilitaron, en su interior sus emociones hacían estragos y llegó al punto de qué ya no sabía qué hacer o qué decir ¿se estaba enamorando de él? No lo sabía, pero de un momento a otro quiso salir corriendo como una cobarde, huyendo de esa oportunidad que el Universo le estaba dando. Sus piernas no reaccionaban, los labios de él apegados a la piel de su mano la hizo temblar. Llorar, reír o darle una fuerte bofetada, no sabía qué hacer, así que sólo se quedó mirándole un tanto confundida. El lobo clamaba por otra oportunidad, quería recuperarla e internamente la irlandesa supo que así era. Los nervios se apoderaron de su ser ante aquella situación, miles de pensamientos contradictorios se hacían participes en su cabeza, se estaba dando cuenta de algo que se había preguntando hacía unos minutos atrás.
No podía permitirse huir, no ahora, pero estaba intranquila, aquello era algo totalmente nuevo, algo que no había experimentado nunca. Respiró profundamente buscando la calma necesaria para lidiar con todo lo que estaba pasando pero aún así no lo lograba. Siempre quería tener el control de todo pero, Ostinh le hizo perder ese control en aquel encuentro. Debió salir corriendo antes que él la alcanzara pero no, si lo hacía entonces iba a perder aquel momento que de cierta manera empezaba a ser valioso. Ya no sentía desagrado por él, ya no. Alzó su mirada justo cuando él la estrechaba en sus brazos, su corazón se aceleró en un instante por aquel contacto pero, extrañamente ese abrazo le brindó tranquilidad, la tranquilidad que tanto estaba buscando hace minutos. Permaneció un rato en silencio buscando las palabras adecuadas, pero todas las que se le venían en mente estaban cargadas de honestidad, se le complicaba un tanto aceptarlas y aún más, decirlas. Ese nudo en la garganta permanecía ahí, aunque menos tenso, recobraba la paz que tanta falta le hacía entre los brazos del inglés.
—Ostinh… Yo… No sé cómo decir esto pero… No vuelvas a alejarte de mí como lo hiciste. No otra vez —mencionó la muchacha casi en un hilo de voz, cargado de pesar. Esa frase sólo surgió de la nada, motivada por sus emociones. Tomó entre sus delicadas manos el rostro de él para posar sus ojos en los de él nuevamente —por favor… —Aquello sonó a una súplica. No quería que le fallase de nuevo, realmente le aterraba. En un impulso se aferró más él ocultando su rostro en el pecho masculino respirando su aroma. No podía creer que ahora mostraba ese lado frágil que siempre se empeñaba en ocultar. Sólo rogaba a los dioses que aquello no fuera un sueño.
El lobo se estaba volviendo aún más sincero con sus palabras, lo que hacía sentir en Loreena un extraño sentimiento, algo que no había percibido nunca. La asustaba internamente pero también le agradaba que así fuera, era contradictorio pero ya en ese estado quería seguir a su lado. Lo sabía, él estaba siendo sincero, realmente ¿estaba arrepentido? Su mirada reflejaba ese pesar que hizo que la pelirroja empezara a asegurarse de que Ostinh si estaba siendo lo suficientemente honesto tanto con ella como consigo mismo, lo que le dio cierta seguridad, ahora ella también podría llegar a ser sincera y decir todo aquello que su orgullo reprimía internamente.
Las palabras que surgían de él la debilitaron, en su interior sus emociones hacían estragos y llegó al punto de qué ya no sabía qué hacer o qué decir ¿se estaba enamorando de él? No lo sabía, pero de un momento a otro quiso salir corriendo como una cobarde, huyendo de esa oportunidad que el Universo le estaba dando. Sus piernas no reaccionaban, los labios de él apegados a la piel de su mano la hizo temblar. Llorar, reír o darle una fuerte bofetada, no sabía qué hacer, así que sólo se quedó mirándole un tanto confundida. El lobo clamaba por otra oportunidad, quería recuperarla e internamente la irlandesa supo que así era. Los nervios se apoderaron de su ser ante aquella situación, miles de pensamientos contradictorios se hacían participes en su cabeza, se estaba dando cuenta de algo que se había preguntando hacía unos minutos atrás.
No podía permitirse huir, no ahora, pero estaba intranquila, aquello era algo totalmente nuevo, algo que no había experimentado nunca. Respiró profundamente buscando la calma necesaria para lidiar con todo lo que estaba pasando pero aún así no lo lograba. Siempre quería tener el control de todo pero, Ostinh le hizo perder ese control en aquel encuentro. Debió salir corriendo antes que él la alcanzara pero no, si lo hacía entonces iba a perder aquel momento que de cierta manera empezaba a ser valioso. Ya no sentía desagrado por él, ya no. Alzó su mirada justo cuando él la estrechaba en sus brazos, su corazón se aceleró en un instante por aquel contacto pero, extrañamente ese abrazo le brindó tranquilidad, la tranquilidad que tanto estaba buscando hace minutos. Permaneció un rato en silencio buscando las palabras adecuadas, pero todas las que se le venían en mente estaban cargadas de honestidad, se le complicaba un tanto aceptarlas y aún más, decirlas. Ese nudo en la garganta permanecía ahí, aunque menos tenso, recobraba la paz que tanta falta le hacía entre los brazos del inglés.
—Ostinh… Yo… No sé cómo decir esto pero… No vuelvas a alejarte de mí como lo hiciste. No otra vez —mencionó la muchacha casi en un hilo de voz, cargado de pesar. Esa frase sólo surgió de la nada, motivada por sus emociones. Tomó entre sus delicadas manos el rostro de él para posar sus ojos en los de él nuevamente —por favor… —Aquello sonó a una súplica. No quería que le fallase de nuevo, realmente le aterraba. En un impulso se aferró más él ocultando su rostro en el pecho masculino respirando su aroma. No podía creer que ahora mostraba ese lado frágil que siempre se empeñaba en ocultar. Sólo rogaba a los dioses que aquello no fuera un sueño.
Loreena Mckennitt- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 609
Fecha de inscripción : 17/06/2013
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