Mi guía en una extraña ciudad -Colette-

por **Nikolay Von Talleyrand** Vie Jul 05, 2013 3:01 pm

* Un amigo suyo le habia expresado sus condolencias por un malentendido que habia tenido lugar a un "casi duelo". Al parecer, aquel hombre no sabia manejar a su esposa pensando que aquesta tenia una aventura con él, todo lo contrario ya que no conocia a su esposa pero aquel hombre lo unico que tenia en mente es que era extranjero y atractivo aquel amante que se había fornicado su esposa, más, despues de aquello una noche en taberna y una amistad, no demasiado solida claramente pero que beneficiaba a ambos le pidio un favor, Nikolay aun no conocía totalmente la ciudad asi que lo único que pidio fue un tour por aquesta, pero no en los sitios que llevaban normalmente a los ricos sino en los sitios donde, por el momento, no conocian muchas personas, a los ricos siempre los guiaban como marionetas donde estaba lo mejor.

El mejor vino, el mejor hostal, el mejor blah-blah-blah, el caso era sencillo para conocer a una ciudad se debia de conocer hasta donde era el orinal preferido de los vagabundos, saber donde se frecuentaban las peleas callejeras o para decirlo de otro modo donde podia conocer a gente que aun cuando no estaba en su ajustado nivel de clase podrían serle de provecho cuando fuese necesario. Era egoista y lo usaria para sus propios fines pero todos los hombres eran asi, aquel amigo, llamado Paul, habia insistido en que aunque el no iba a ir sabia de una chica que por un buen precio, dentro de lo que cabia, Barato, sería capaz de guiarle por Paris.

Nikolay habia aceptado, no sabia muy bien como era fisicamente la mujer, a pesar de las alabanzas de Paul, el habia insistido en no creer nada hasta que lo viese, se habian citado en una de las principales calles parisinas, para poder conocerla, a esas horas, en un atardecer tardío no habia mucha gente, preferia las visitas nocturnas ya que las diurnas el podia ser de suficiente ayuda, aunque no estaba del todo anocheciendo, sino atardeciendo mas bien, las mujeres se apresuraban a ir a sus casas y las unicas caras emocionadas eran la de los jovenes que, seguramente aquella noche estarian bien acompañados por damiselas*