Solo regresar, encontrarte... [Privado]

De nuevo, París. Ya hacía seis años desde que decidí partir, dejar atrás mi esclavitud con un vampiro que me consideró suya, el tiempo en que residí en su mansión encarcelada. El que finalmente rompió mi corazón y huí desolada a enfrentarme con el mundo, con unos dieciocho años recién salidos del horno y sin miedo a los vampiros, lo que me había hecho pasar factura en muchas ocasiones, en las que confiada me enfrenté ante vampiros, y de a poco terminaba saliendo entera. Esos seis años, fuera de París, me enseñaron muchas más cosas de las que jamás imaginé que aprendería. El sobrevivir en parajes hostiles y desconocidos, te hacia estar más alerta, llegar a discriminar, la brisa del viento de las pisadas de un extraño. Ahora reconocía cada aspecto y ruido de los bosques, los bramidos de los animales, la sensación de alerta y responder en un ataque siempre con cabeza. Lecciones que solo se aprendían una vez en la vida, y bien consciente de eso, había tomado nota en mi memoria de cada conocimiento de mi larga aventura. También me había hecho amigos, en el viaje conocí a un licántropo, el que sin intuir que se encontraba ante una cazadora, me enseño supervivencia básica y confiando ciegamente en mí, me llegó a relatar los puntos débiles de los licántropos, y el quehacer en cada situación con uno de ellos. Todo había resultado más provechoso, de lo que el inocente joven se imaginaba. Tras el encuentro con el lobo, en una de mis cacerías, tuve problemas y casi me tenían, cuando apareció un vampiro y me salvó. Se llamaba Jacques Roman, un vampiro antiguo, que sin miedo a nadie, me ofreció su hospitalidad y su maestría, para enseñarme a protegerme y derivar a vampiros, como él o inferiores. Pasé unos meses con él, en que descubrí que no todos los vampiros eran viles criaturas del infierno, unos monstruos que había que aniquilar, ya que él mismo, solo se mantenía con la sangre de asesinos y malhechores, no de almas inocentes. Y sí, alguna vez haya recurrido a las almas inocentes, pero siempre dejándolas vivas, practica no demasiado común en una mayoría de vampiros. Quizás solo fuera por la edad, y los vampiros como más antiguos fueran, mas disciplina y control, tuvieran…pensé ensimismada en mis pensamientos, andando tranquilamente por el centro de la ciudad.

Había llegado hacia dos simples días con sus noches, y ya me había encontrado con tres neófitos y un extraño vampiro, sanguinario y temible, que logré vencer. Todo gracias a una poción que me tomaba antes de salir de cacería- eh aquí, el secreto de por qué es bueno aliarse con brujas- que envenenaba mi sangre, y cualquier vampiro que bebiera de ella, se encontraba paralizados unos efímeros segundos, pero efectivos, dándome tiempo para recular y con mis manos, arrancarles sus muertos corazones y cortarles las cabezas, prendiéndoles fuego a sus cuerpos, dejando que el fuego limpiara las calles de sus presencias. Sonreí y proseguí camino. Andaba buscando un lugar en que descansar de lo que esperaba ser una movidita noche, quizás una taberna, sería lo mejor. Un lugar para ir, tomar algo y charlar con algún desconocido. Sí, me parecía buena idea. No conocía muy bien la ciudad, por lo que guiándome por la gente, tras un rato de dar vueltas, logré entrever una taberna, donde apresuradamente entré.

Tras abrir la puerta, el eco de las voces, las habladurías y risas, no me dejaron imaginar nada más que no fuera, un lugar lleno de gente, a rebosar de ella. Y así fue, ya que solo llegar, y preguntar por una mesa alejada, me indicaron un asiento en la barra, y que esperara, que me avisarían en cuando hubiera una mesa libre. Sonreí y asentí, sentándome de mala gana en el asiento. No me gustaba estar en primera fila, yo era una observadora innata y para eso necesitaba ocultarme, donde la gente no reparara en mí.

-¿Quiere algo, madame? ¿Qué le sirvo?- La voz del joven me hizo voltearme hacia él, pegando un bote en la silla, sorprendiéndome. Reí divertida. No me asustaba de los vampiros y me venía un joven a pedir nota de lo que quería para beber... y como si aún fuera la niña inocente que fui, me asusté. No tengo remedio… - Una copa de lo más fuerte que tenga, por favor- contesté sonriéndole. Si en esta noche me aguardaba alguna sorpresa, mas me valía estar despierta y preparada. ¿Y por qué no, despertarme con la copa del más fuerte alcohol? Esperé en el lugar, a que viniera con mi tan ansiada copa. Me desquité la capucha de mi rostro, provocando que mi dorada melena, cayera a mis hombros y espalda, creando un sinfín de bucles. Así como atrayendo miradas, de los comensales del lugar.

Impaciente esperé a que volviera el joven camarero mientras mis dedos repiqueteaban impacientes contra la madera de la barra, cuando una ráfaga de viento penetró en la estancia. Alguien había entrado y una sensación extraña, hizo poner en tensión mi cuerpo. ¿Quién sería el bienaventurado desconocido? Quizás mi mente me hacía de nuevo de las suyas…no era ni sería la primera vez, que por una leve ráfaga de viento, todo mi ser se estremeciera, sin duda, albergado por el cansancio extremo, de las cacerías habituales que día tras día llevaba a cabo, en mi ajetreada y solitaria vida.

Habia llegado recientemente a la ciudad y aun no conocía del todo la zona, por mas que miraba a mis alrededores aquella noche se notaba cargada y podía sentir el hecho de que estuviera las personas demasiado activas y no sabia el motivo. Al parecer el tiempo que había estado fuera de Paris no hizo que nada perturbara el momento de que estuvo presente algunos humanos pasando frente a mi dejando su aroma a alcohol y no solamente la sangre que fluia por sus venas. Me daba mucha curiosidad desde que interés los hombres por perder el sentido con la bebida pero no obstante tampoco me interesaba demasiado. Habia perdido mucho interés ya que las costumbres eran totalmente diferentes de unos que de otros. Las personas de cada lugar es como un mundo aparte por no tener nada de igualdad. Sabia que tenia que hacer un esfuerzo por entender comportamientos, costumbres y como se movían las personas en estos tiempos y en la ciudad. No seria muy difícil pero optaba por no hacerlo en cuestiones de que muchos tomaban hasta tal punto que la bebida reaccionaba por si sola.

Avance por las calles con las manos en los bolsillo teniendo en mente todo lo que había vivido incluso mi familia que tiempo atrás se me había quedado demasiado tiempo. Eso era lo que mas me costaba acostumbrarme a tener una nueva vida y otro año mas en el mismo lugar donde había comenzado. Encontrando mi pasado de frente para darme tan fuerte que hasta los fantasmas me seguían, porque no distraerme un poco en la noche y sabia que tan tarde lo único abierto seria la taberna o el burdel, teniendo en cuenta la diversión del momento porque no dirigirme a la tarberna donde seguro había algo interesante y algunos espectáculos de borrachos que se tambaleaban de un lado a otro como si fueran una misma balanza que no se mantenía quieto en ningún momento ya que el alcohol que tenia en su interior lo hacia imposible. Me era imposible aguantarme la risa que producia tales pensamientos aunque la visión seria mas espectacular para reir a gusto.

No tarde demasiado en llegar a la taberna mirando desde algo lejano las personas que habían hesta en la misma entrada hablando unas con otras, miles de conversaciones sin sentido hasta la voz aguda de algunos. Avance lentamente fijándome en cada rostro que estaba pasando por mi lado. Cuando entre me dirigi a la barra arrugando la nariz por tan repugnante olor de la bebida y olor corporal pero algo me llamo la atención no era un olor normal… Como podía alguien oler tan delicioso y dulce. Con los ojos cerrados disfrutaba de ese aroma que me hacia sobretodo incrementado a poco me acercaba a la barra. Cuando llegue me pedi la bebida observando a la joven que estaba allí tomando. Pedi un wisky mientras giraba la mirada hacia ella con una sonrisa en los labios.- Un lugar poco corriente para una dama… teniendo en cuenta los hombres que no paran de observarla.- comente con la mirada de soslayo hacia ella.- Se bien que no eres una humana normal y corriente.. pero se bien que tienes formas de defenderte aunque no podrias con un grupo bastante abundante.- Tome el vaso mojando mis labios con el mismo whisky.

Quien fuera que hubiese entrado, llegó hasta sentarse a mi lado, pidiendo una copa de Whisky, tras la que por primera vez en mucho tiempo antes d preguntarme qué hacia una joven sola o como me llamaba, me nombraron humana poco normal. Sonreí tras aquellas palabras mojando mis labios en la cargada copa que me habían servido, solo un vampiro se dignaría a hablarme así-Nunca subestime a una mujer por mas inocente que pueda parecer- contesté encogiéndome de hombros ante aquellas palabras. Nada me daba miedo, y menos los de mi propia condición de mortal… lo único que tenía mis respetos era la muerte y con ella lidiaba cada noche de cacería, así que, por que amedrentarme ante unos locos borrachos? Negué con la cabeza ante aquella absurda idea. Terminando de beber mí copa, en un trago. Haciendo caso a mis instintos observé a mi acompañante de barra dándome cuenta al acto de que el estremecimiento que me recorrió hacia unos instantes no había sido a causa de la ráfaga del viento al abrirse la puerta, si no de la presencia de una criatura de la noche, un vampiro el que justamente lo tenía sentado al lado.

Ladeé la cabeza mirándole mientras esperaba que me atendieran para pedir otra copa, esta noche no iba a dedicarla a cazar o quizás si…hiciera lo que hiciera, necesitaba hacer entrar en calor a mi cuerpo, y eso mismo pensaba hacer, solo que con bebida y no con otros actos más satisfactorios. -Simples mortales… no me asustan, con ellos podría con los ojos cerrados aún fueran más numerosos- giré mi mirada hacia detrás, observando a los jóvenes que el vampiro se refería. Los borrachos seguían en su mesa mirándome y hablando entre ellos, uno intentó levantarse para ir al baño, cayéndose mareado al suelo al instante que se soltó del agarre de la mesa. Volví mi mirada de nuevo hacia el vampiro con una son Risa en mi cara – Unos minutos mas y no serán ni simples molestias- comenté por lo bajo.

Me pedí en cuanto pude, otra copa. - ¿Qué desea?- me preguntó el joven. Sin saber bien lo que quería observé el vampiro tomando su vaso de Whisky – Lo mismo que el señor- pedí, el joven asintió alejándose de nosotros de nuevo, preparando la copa. Esperando para que mis labios volvieran a mojarse en la bebida y última copa de la noche, seguí observando con curiosidad al vampiro. Como todos los vampiros tenia aquella apariencia irresistible para nosotros, su aura misma se hacía seductora hasta para mí que llevaba a mis espaldas muchos años de cacerías a tales criaturas. No tenía ni un ápice de locura, iba impecable, su movimiento al coger la copa, mojar sus labios con el whisky...demasiado formal, lo que daba a pensar en que o se trataba de un vampiro que aparentaba ser lo que no era o uno sumamente antiguo, y de ser la ultima opción ante mí tenía todo un reto, un misterio que descubrir.

Fruncí el ceño observando su bebida, era la primera vez que me encontraba con un vampiro bebiendo en una taberna una copa de Whisky.- ¿Un whisky señor? Pensé que a los de su condición os iban más los dulces y picantes vinos- le sonreí desviando la mirada al joven que se acercaba con mi trago- No tengo nada en contra del whisky pero nunca me lo pensé, siempre imaginé que antes de tales banales y repugnantes bebidas os apeteceria mas los licores carmesí…si no me falla la memoria- los licores más parecidos en color que la misma sangre lo que todos y cada uno de ellos ansiaba. - Como los rosados vinos del norte,toda una exquisitez...¿No cree?