Bajo el cielo carmesí [Sergei Vólkov]

(...) Bueno, ya saben a qué tendremos que enfrentarnos; pero tampoco nosotros carecemos de fuerza. Tenemos, por nuestra parte, el poder de asociarnos...Un poder que les es negado a los vampiros; tenemos fuentes científicas; somos libres para actuar y pensar, y nos pertenecen tanto las horas diurnas como las nocturnas. En efecto, por cuanto nuestros poderes son extensos, son también abrumadores, y estamos en libertad para utilizarlos. Tenemos una verdadera devoción a una causa y un fin que alcanzar que no tiene nada de egoísta. Eso es mucho ya.

Noche de cacería, oscura noche sangrienta la que se posaba a mi cabeza. Al fin los tenia, tras una incesante búsqueda del grupo de vampiros mas ruines del momento, los había encontrado, y estaban aquí, en París. Llevaba dos meses siguiéndoles la pista, pero siempre se escaqueaban antes de que yo llegase y me encontraba las victimas sin salvación. No sabía cuántos vampiros debían de ser, ya que solo un vampiro, podía causar la misma maldad, pero mi sexto sentido, me avisaba de que estaba contra algo que aún no me había encontrado en el pasado, y que se trataban de más de un sanguinario vampiro ¿Quizás una pareja o un trío? O algo más allá con uno o dos miembros más. No tenían nombre alguno que los identificara, pero nosotros, los cazadores, les llamábamos la purga negra, ya que cuando se alimentaban, lo hacían siempre de familias de clase baja y siempre, con todos los miembros aquel día. Purgaban del mundo a las familias más pobres, las gentes que por su estatus, poco podían hacer, y de las que nunca nadie se preocupaba de encontrar los responsables de sus sangrientas muertes. Habían empezado en Escocia, los primeros asesinatos en masa, pero solo se quedaban en los sitios pocas semanas, y antes de que los cercaran y destruyeran huían hacia un nuevo destino, donde sucedía lo mismo, una y otra vez. Eran inteligentes y muy rápidos, pero esta vez les seguía lo más cerca que podían imaginar y esta noche, me encontraba ya preparada, en la zona en que iban a saciar su eterna sed, en brazos de alguna pobre familia de nuevo...si yo, no lo evitaba primero.

Oculta bajo una capa negra, me dirigí jugando con las sombras de la noche, para pasar desapercibida, a los bajos fondos, de donde las próximas victimas saldrían. Para esta ocasión llevaba todas las armas que pude: mis dagas, unas espadas, una ballesta colgada a mi espalda, oculta bajo la capa y otras armas escondidas por mi cuerpo; escondidas precisamente para sorprender. Con mis instrumentos y el veneno que corría por mi sangre, fruto del hechizo de una bruja, me encontraba más que dispuesta a terminar de una vez por todas, con todos ellos.
En estos momentos odié no ser más que una mortal, ya que no poseía ni la fuerza ni el olfato o oída, que los vampiros poseían, y que mas fácil haría mi trabajo. Igualmente mi voluntad era la mayor de mis fuerzas, y no por ser inferior a mis presas, harían que cesara en mi afán de destruirlas. Seguí recorriendo las desgastadas y oscuras calles, vigilando, atenta a cada movimiento que pudiera alertarme de sus presencias, cuando inesperadamente un grito resonó por esas calles, un mortífero grito, que al segundo fue bestialmente callado.

¡No! Sin dudarlo me lancé hacia el destino del grito, tenía que llegar a tiempo !Tenía que llegar! En mi mente aún residían las imágenes de los pasados ataques, y de cómo quedaron las pobres familias, victimas de tal suceso. Esta vez no iba a dejar que pasará lo mismo, y los vampiros, perecerían o yo en el intento. Siguiendo mi instinto, me adentré en una oscura callejuela, de donde solo encontraba a mi paso, ruinas y algunas humildes viviendas. Seguí adelante, hasta que llegué en la única vivienda de donde salía una leve luz y que presentaba la puerta de entrada, un poco abierta. Este sería el hogar de la familia, escogida por aquellos seres.

Me dirigí hacia la puerta, en silencio, preparándome, con las manos ya sacando mis dagas, anticipándome a la acción. Mi instinto pese a encontrarse sumido en la tensión de la cacería, me aviso de un merodeador cerca de mí. Sin tiempo a descubrir de quien o que se trataba, quizás siendo una incauta, una inconsciente, algo bastante normal en mí, di un paso hacia la puerta abierta, adentrándome en ella, desconociendo que me encontraría dentro.

“Las personas más espirituales, suponiendo que tengan el máximo coraje, son también las que viven las tragedias más dolorosas: pero esas personas honran la vida justo porque ésta les opone su máxima hostilidad.” Friedrich Nietzsche


Algo lo había llevado a vagar por las calles de aquel frío y lucubre parís, siempre había visto como aquellos que poseían menos eran despreciados por la sociedad lo cual ciertamente era injusto porque después de todo…todos eran humanos con los mismos sentimientos y necesidades. Como director del hospital había recibido reportes de varios casos de asesinatos donde las víctimas quedaban prácticamente demacradas, destruidas y muy pocas veces se podía observar algún órgano interno en buen estado, como si una plaga de hambruna licántropa u vampírica se hubiese desatado contra aquellas personas. Casualmente todos eran de estratos sociales inferiores lo cual llevaba de la mano el hecho de que a nadie le importase en absoluto. Ciertamente Sergei se paseaba por esos lugares con la esperanza de poder entender qué era lo que llevaba a dichas criaturas a matar tan solo por el hecho de hacerlo.

Su trayecto se desvió cuando vio una pequeña niña caminando por las calles oscuras con una bolsa de lo que parecía comida, sabiendo cómo eran las cosas por ahí Sergei decidió sigilosamente seguir a la pequeña para evitar cualquier daño u imprevisto para la misma. Quizás la siguió durante unos 20 minutos cuando vió a un hombre salir de entre los callejones para seguirla –Hmmmm, ¿qué tan seguro estás de esto?- Dijo mientras aparecía detrás del hombre que se ponía pálido al escuchar aquellas rasposas palabras. Lentamente el hombre se giró para mirar a Sergei a los ojos e instantáneamente intentar golpearle el rostro con su puño. El vampiro arqueó una ceja mientras que atrapaba la mano del hombre con la suya y ejercía un poco de presión, no lo suficiente como para quebrar un hueso pero si como para generar una buena cantidad de dolor. Aquel hombre pediría clemencia y por su vida, haciendo que al final lo dejase escapar. Aunque tampoco era su intención matarle. Sergei pudo ver que la niña finalmente a lo lejos ingresó a su hogar sana y salva, haciendo que se dibujase una sonrisa en su rostro.

Un grito tan desgarrador que prácticamente hizo sentir su dolor inundó aquella zona. Sus sentidos se pusieron prácticamente a punto. Sus ojos se abrieron de golpe y su tono muscular parecía haber crecido un poco de golpe, se había tensado…sabía lo que estaba pasando. Sintió varios pasos, él sabía hacia donde ir gracias a esa capacidad de audición tan refinada. Dio un salto que le permitió subir a los techos de las estructuras que existían, pudo ver a una mujer a modo de sigilo, como si se tratase de una vecina que escuchó aquel grito e iba a corroborar que todo estuviese bien. Alrededor solo había ruinas (Una sobre la que él estaba parado) y unas casuchas muy humildes. Él sabía lo que pasaba, lo sentía…pero no era uno, eran más sus sentidos podían decirle cuantos eran…5 malditos bastardos. Sintió además la luz de dos seres apagándose y como su vida era consumida. De un salto prácticamente se materializó en la puerta luego de que la joven entrase dispuesto a ingresar y volar los techos si fuere necesario.

Y lo haría.

Abrí la puerta, lentamente, la que por mi sorpresa andaba medio abierta. Observé las paredes, la casa por dentro, tras la puerta se diferenciaba un pasillo, que llevaría a las pocas habitaciones que tenia la casa. En silencio entré con cautela, el lugar andaba en silencio, por el momento ni un solo ruido alteraba aquella extraña calma, pese que en aquel lugar estaban los mayores asesinos de la noche por el momento. Pasé mis manos por las viejas paredes, las que presentaban papel rasgado de tintar, viejo y demacrado, estaba a punto de caer, la casa en sí estaba por caer, pensé. Los pocos muebles que llegaba a adivinar, no se veían mejores que las paredes o el estado general de la casa. Me adentré unos pocos pasos, y me paré quieta a escuchar, era muy extraño que no se oyera ningún ruido.

-AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!- Un fuerte grito rasgó el aire, seguido de unos golpes y extrañas risas.

Estaban arriba en el segundo piso. Con el corazón acelerado me interné en la casa, al recorrer el pasillo, sin darme cuenta tropecé contra algo frio y caí de bruces.

-¡Estate quieta! –

-AHHHHH! DEJADMEE!!!...- gritó de nuevo una femenina voz, de miedo y ansiedad.

-¿Quieres hacer el favor de callarla ya? Me duele la cabeza – otra voz se oyó, parecía ser uno de los vampiros. Se oyó el eco de sus risas y tras una palabra que no llegué a entender, un nuevo grito de la joven me alertó. Me levanté del suelo y allí fue cuando caí en que me había manchado de sangre. Me miré las manos y bajé la mirada descubriendo dos cuerpos tirados en el suelo, desmembrados. El odio me recorrió tras observar los cuerpos, uno claramente seria el hombre, y el otro parecía solo un adolescente. Cerré los puños perjurando y sacando las dagas, volví a buscar el segundo piso, sin poder quitarme la imagen de aquellos dos cuerpos tirados. Seguramente habrían protegido a los miembros más débiles, ¿Habría niños?

-No por favor... ¿No hagáis nada a los pequeños…por favor por favor...matadme  a mí, pero dejad a mis hijos…os lo ruego…por favor- los ruegos de la mujer llegaron a mis oídos, y me temí lo peor, si que habían niños.

A los ruegos solo se volvió a oír aquella risa que ya tanto aborrecía y tenia grabada en mi mente, ese vampiro seria mío.

- ¿Creíste por un momento que no te mataríamos?- De nuevo los vampiros y el sollozo de la mujer  - Pensándolo mejor, ¿que tal si dejamos que sigan vivos para cuando te matemos delante de ellos?- se rió uno jugando con la mujer- ¡Que delicioso es el aroma del miedo! ¡Dulces sus lagrimas! ¡Fuerte el elixir de sus cuerpos!- canturreó otro en  una grave y maliciosa risotada.

Seguí buscando hasta que encontré unas viejas escaleras, a punto de derrumbarse.

-¡Mama! ¡Mama!- Me quedé estática al oír una asustada voz infantil.

-¡Los encontré, estaban escondidos bajo unos armarios-

-¡Tráelos tráelos!- escuché los forcejeos de los niños.

Rápidamente subí por las escaleras topándome con una puerta, intenté abrirla pero parecía cerrada o algo impedía que se abriera. ¡Maldición! Mientras intentaba desatrancar la puerta para acceder al segundo piso, que habían cerrado y no lograba abrir.

 - Que bellos eh mami?-

 -Mama mama! Mama!- Gritó el niño, débilmente se oía unos lloros y sollozos.

- les enseñaremos que les pasara..!Venga mami, grita de dolor ¡…a ver cuánto aguantas, para calmar a tus retoños- Al oír aquellas palabras me sobrecogió un escalofrío.

Rápidamente los alaridos de la joven llenaron el lugar.

-¡MAMII NOO MAMI!-

-¡Pequeño demonio! ¡Estate quieto y observa!-  

-¡mami mami mami! Yo te salvaré mami ¡mami!...!ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ahh..ah- el grito decidido de la criatura, termino convirtiéndose en un grito de puro dolor, tras escucharse un grave ruido de chasquidos… como si le hubiesen partido los hueso, hasta terminar callándose.

- ¿Qué te dije? Ahora ya no podrás moverte del suelo! Tú te lo buscaste!-

¡Maldición! Le habían destrozado los huesos a uno de los niños, como había indicado el horrible ruido que había escuchado. Aporré la puerta a punto de romperla. Me daba igual que les alertara de mi presencia, ¡debía acabar con aquello!

-Dani dani...- una voz que hasta entonces no había hablado, llamó llorando a su hermano.

¡Una niña! ¡Debia salvarla! No tenía idea de cómo estarían ni la joven madre ni el joven niño, pero aún la niña no la habían tocado. Iba a volver a arremeter contra la puerta, cuando mi instinto me aviso de la presencia de alguien a mis espaldas.

Me giré con una mirada furiosa, que demandaba sangre, y me encontré con un vampiro, de igual mirada que la mía. Arriba por el momento se habían escuchado las voces de cuatro vampiros, ¿seria ese, el quinto vampiro de aquel grupo de asesinos? Le miré, y caí en que no me atacaba, si fuera uno de aquellos, ya habría alertado a los demás… o quizás fuera una trampa y en cuando estuviera dentro se hiciera conocer como otro de ellos.

En cuanto un nuevo grito rompió el momento, le miré decidida - ¿Me ayudas?

La puerta no podía abrirla, algo lo impedía,, y con la fuerza de un mortal nada podría hacer y en cuanto lo consiguiera sería muy tarde ya. Desenvainé las armas, colocándome la ballesta cruzándome el pecho, decidida a embestir una de esas flechas en medio de la cabeza del horripilante vampiro, el que jugaba, el que llevaba por sus comentarios, la batuta de la matanza. Ese espécimen, terminaría muriendo en mis manos y en mis armas, así acabaría con él de una buena vez.




OFF ROL:

Spoiler:

El vampiro me observó unos efímeros instantes, debía de estar decidiendo si era confiable o no, finalmente sin pensárselo demasiado asintió aconsejándome de que tuviera cuidado y de que los vampiros que se encontraban en ese momento arriba, con lo que quedaba de la familia eran 5 vampiros. El grupo de vampiros que andaba buscando. Asentí  a sus palabras, con conformidad, dejando que pasara a mi lado directo a la puerta, la que de un golpe  derivo entrando sin mucha ceremonia.

Tras su patada inicial donde derivó la puerta, penetró en la estancia el primero golpeando un vampiro contra la pared, dejándolo atontado. Se recuperaría pero por el momento no era nada para nosotros. Al penetrar en la estancia fue cuando uno de los vampiros con su maligna voz se río, yo aún no era consciente de la situación en la que el vampiro se había encontrado. ¿Estaría toda la familia muerta? ¿Podríamos salvar a la niña?. Preguntándome esos detalles, el grito de uno de los vampiros irrumpió más fuerte que nunca. - ¡AYUDADME! ¡Ayudadme! Mi cabeza… ¡Matadlo! Viene a robarnos la comida… ¡Matadlo! ¡Mi cabeza! – Sus gritos, habrían dejado a un niño sordo de la intensidad de estos. El vampiro en ese momento, acallándole los gritos tras un salto donde terminó a las espaldas del moribundo vampiro, de un solo movimiento le separó la cabeza del tronco, echándola hacia donde estaban los demás vampiros. Los vampiros tras observar aquello, por su inexperiencia o porque por primera vez eran retados a luchar, empezaron a gritar.- ¡Víctor! ¡Víctor! - gritaban a un vampiro que no se encontraba con ellos. ¿Serie este el maestro de aquellos vampiros?- ¡VEN ENSEGUIDAAA! - Reí ante aquellas suplicas de ayuda de los vampiros.

El vampiro que me había ayudado, volvió a la puerta y me invitó a unirme. Seguía atento los movimientos de los vampiros, que seguían llamando lastimosamente a ese tal Víctor. – Juntos – Asentí a sus palabras entrando en la escena Solo entrar en lo único que pude fijarme fue en las paredes tintadas de rojo ¿Pero qué?. Estaban llenas de sangre. Mis ojos se abrieron con un intenso odio, no quería imaginar que habían hecho para conseguir que todo se tiñera de aquel carmesí, que ensuciaba todas y cada una de las paredes viejas, que alguna vez habían sido blancas.

Di un paso adelante, cogiendo con fuerza mis cuchillos, centrada en los que teníamos delante, fijándome un segundo en que la niña yacía en la cama tumbada…parecía respirar aún. Cuando un movimiento a nuestras espaldas me sorprendió. El vampiro que había dejado atontado, iba directo a sus espaldas, decidido a matarlo. Por lo que se veía no me tenían en cuenta, y eso era un error muy grande que pagarían esa noche. Avistando el vampiro a nuestras espaldas, antes de que llegará a la espalda ajena, me giré, tiré uno de mis cuchillos y con esa mano rápidamente cogí la ballesta la cual dispare sin ceremonia alguna hacia el vampiro, clavándole una estaca en el corazón, volviendo a dejarlo clavado en la pared, pero esta vez sin posibilidades de contraatacar. – Uno menos que preocuparse – Susurré orgullosa de haberme acordado de llevar conmigo la ballesta de estacas. A parte de cortar la cabeza, las estacas y el fuego eran lo más afectivo contra ellos.

- Faltan tres…pero aquí solo hay dos – Observé mirando los vampiros que estos ya tras chillar y pedir ayuda al vampiro que parecía ser su maestro, se encaraban a nosotros. Les miré con odio, iban a pagar el mal que habían hecho a aquella familia…y cuando la niña finalmente no respire... ellos lo iban a lamentar en el más crudo fuego eterno de los infiernos.