Hoy es la noche [Nemurenai Darksaigo]

Es de noche, una bonita noche. Es la primera vez que rondo estas calles, mi primera vez en Paris y como siempre las primeras veces son demasiado confusas. No sé muy bien que hago aquí, ni tan si quiera sé hablar Francés correctamente pero la curiosidad me ha dirigido hasta esta inmensa y bella ciudad. Todo el mundo habla de París y yo soy curioso, demasiado curioso así que no podía faltar a mi cita con la ciudad del lujo y glamour. Quiero saber como es la gente por aquí, quiero encontrar seres a los que dar caza y sobretodo quiero tener victimas de esta gran ciudad, quiero sentir el placer de poder llevarme algunos buenos recuerdos de por aquí antes de regresar a Inglaterra y para mi no hay mejor recuerdo que haber matado a unas cuantas personas.  

Ha sido un largo viaje. Mi anterior destino fue un pueblito el cual ya no recuerdo su insignificante nombre en el sur de España. Llevo fuera de Inglaterra cerca de un año pero es el que deber no me permite regresar todavía. Me dedico a dar caza a los seres oscuros de la noche, me gusta hacerlo, es un hobby interesante el cual es bien pagado pero es obvio que estoy viajando por algo más, no hay nada más excitante para mi que poder matar a personas de diferentes nacionalidades, con diferentes acentos y con diferentes colores de piel. Es sencillamente muy pero que muy atractivo.

Acabo de cenar en un restaurante. La comida había estado buena, bastante mejor que lo ultimo que había estado comiendo en los últimos días pero no es algo que me importe tampoco. Hoy estoy hambriento de algo diferente a la comida. La gente está de regreso a casa. Camino entre ellos, me miran e incluso algunas personas con buena educación me desean una feliz noche. Yo les respondo con una enorme sonrisa, estrecho algunas manos y continuo caminando. Todo es una fachada, no me gusta sonreír, no me gusta interactuar con extraños y no me gusta estar rodeado de tanta gente pero me debo a mi fachada, me debo a mi doble apariencia. Para la gente soy simplemente un joven chico con algo de dinero ahorrado que se dedica a viajar por el mundo en busca de nuevas cosas interesantes que hacer, nadie jamás llegaría a sospechar lo que soy en realidad. Esta fachada me ha mantenido todos estos años y así va a seguir siendo, el mundo no está preparado todavía para conocer mi verdadera cara, aún no y no creo que lo esten nunca.

Tomo asiento en un banco en un parque cercano a la calle. Me quedo fijamente con la mirada perdida en los rostros de las personas. Todas ellas tienen una vida, todas ellas tienen deseos, metas que cumplir, familia o ganas de formar una, un trabajo, amigos e incluso puede que algunas tengan un lado oscuro como el mio. Pero para mi no son personas, no les veo de esa manera, para mi solo son un montón de victimas a las cuales podría matar en cuestión de segundos. Veo sus caras, veo sus ojos, veo sus preciosos cuellos los cuales estrangular o rajar y es que mi deseo de asesinar aumenta por segundos. Hoy no es la noche no obstante, hoy no voy a matar, solo tanteo el terreno en el cual me voy a mover en los próximos meses. Mi instinto me pide matar, mi deseo pide ser una victima  pero hoy no, hoy no va a ser. Hasta ahora mis ansias de matar pocas veces ha llegado a dominarme, es algo que puedo controlar pero en algún momento de estos días voy a necesitar quitar alguna vida, eso lo sé por seguro.  

De pronto mi momento de observación queda interrumpido al sentir que algo cae sobre mi rodilla, manchando por completo la tela oscura de mi pantalón. Alzo la vista y veo que un poco de helado acaba de caer sobre mi. Se trata de un mocoso de unos ocho o nueve años que ha tropezado y su helado se ha derramado sobre mi. El muchacho se pone en pie y al ver mi cara totalmente vacía, sin sentimiento alguno y mis ojos mirándole profundamente no dice nada, retrocede algunos pasos y parece asustado. Me gusta que la gente se asuste de mi, infundir miedo siempre ha sido algo que me ha emocionado demasiado pero yo no soy así, no al menos no actuo tal y como soy en publico así que intento sonreír e intentar calmar al pequeño. Él me dice que lo siente mucho y que le pedirá a su madre dinero para que me pueda comprar otro pantalón, yo le digo que no pasa nada, que ha sido un accidente y que estas cosas pasan, él sigue insistiendo y no deja de pedirme disculpas. Aquella mirada que le eché al principio le ha consternado, soy consciente de ello y por mucho que le diga no voy a convencerle, tampoco voy a matarlo, jamás lo haría, jamás he tocado a un niño, jamás he tocado a un ser tan lleno de inocencia como es un niño pequeño. Mi inocencia ya fue arrebatada por un ser perverso hace muchos años así que yo no soy nada para arrebatar tan preciado tesoro a un jovenzuelo. Ganas de partirle el cuello por lo que ha hecho no me faltan pero como he dicho anteriormente sé contenerme y aunque parezca imposible tengo unas bases morales en donde cualquier jovencito no entra dentro de mis objetivos como victimas.

Me acerco hasta él e insisto de nuevo en que no pasa nada, finalmente logro convencerle de que no necesito nada a cambio. Le digo también que vuelva con su madre, que vuelva a casa que la noche ya ha caido sobre todo París y hay gente que no es tan amable como yo, la noche es oscura y horrores la pueblan y un mocoso como este es una tentacion para muchos seres que hoy saldrán acechar a sus presas. El joven asiente con la cabeza y se marcha.

Tomo asiento de nuevo, disfrutando del placer de la fresca noche que avanza tan rapido que ni me doy cuenta; las calles empiezan a quedarse vacías.  

Veo desde mi banco como el muchacho cruza la calle, en busca de su madre que seguramente no debería andar muy lejos. Ha tenido suerte de toparse conmigo, si lo hubiese hecho con otro tipo de monstruo diferente a mi seguramente aquel error del helado no se lo hubiese permitido y ahora el chiquillo podría estar perfectamente muerto. Pero yo no soy así, nunca lo seré, soy un monstruo pero no soy un monstruo cualquiera, me gusta matar, he sentido el impulso de matar aquel niño pero no lo he hecho. Porque yo siempre domino a la bestia de mi interior y siempre lo haré, la bestia jamás me dominará a mi.

Tomo un pañuelo de tela de uno de mis bolsillos y me aseguro que la mancha del pantalón desaparece. Soy bastante pudoroso, limpio y ordenado, no me gusta que las cosas no salgan tal y como tengo en mente. He notado que por esta zona de la ciudad la gente suele ir bien vestida, bien arreglada, con bonitos sombreros los caballeros y exquisitos vestidos los de las damas, es un barrio interesante, gente con dinero, gente que cree que la vida puede ser manejada con el dinero, sí, conozco a este tipo de gente, no obstante agradezco estar en un lugar como en el que estoy, últimamente no he estado en mis mejores lugares y ya era hora de que me rodeara con gente con clase de verdad.  


Mi intención no fue entablar conversación con nadie. No me gusta fingir ser una persona que no soy, lo hago casi todo el tiempo cuando debo mostrar mi faceta humana y de buen chico pero intento evitar entablar relación con cualquier persona que no sea una de mis futuras victimas es por eso que no tuve ninguna intención de encontrarme con nadie, hoy solo era una noche para tantear el terreno. Lo del niño fue una excepción que no fue a más de un par de palabras pero lo que estaba apunto de ocurrir posiblemente si fuese a más de un par de palabras.

Noto como su mirada se clava en mi nuca, veo de reojo como se acerca hasta mi y lo único que puedo hacer es girar mi cabeza para observarla también. Es bella, no voy a negar eso, que no suela tener sentimientos por nadie no quita que no pueda reconocer la belleza cuando la presencio y la belleza de aquella señorita era evidente. Me puse en pie pues era descortés por mi parte no recibirla como era debido y es que si algo era yo sobre todas las cosas era educado, muy educado y es que a pesar de no tener todo el oro del mundo sabía como tratar a las personas, sabía como causar buenas impresiones y sobretodo cuando se trataba de mujeres, ellas eran mis debilidades en los crímenes y es que todas caían en la misma trampa.

—Buenas noches madame.—Tomo su mano posando mis labios en ella —.una bonita noche ¿No cree?...

Rápidamente separo mis labios de su piel. Ha sido solo un acto cortes, nada más e intento evitar todo actor físico que sea posible pero aquello era necesario, la educación es primordial en todo momento. Analizo disimuladamente a la mujer y es que aquella señorita podía ser cualquier cosa, desde un ser oscuro lleno de maldad como yo hasta otro tipo de monstruo el cual yo estaría encantado de cazar y por supuesto que podría ser una humana normal y corriente que se adaptaría al perfil de mis victimas perfectamente. Pero tal y como he dicho hoy no voy a matar, hoy no es una noche para asesinar a nadie, aquella mujer me estaba poniendo su cabeza en bandeja de plata pero hoy no le iba hacer nada al menos, quizás otro día si que podríamos divertirnos de verdad juntos pero hoy...hoy simplemente voy a mostrar mi lado humano con ella, a no ser que la situación cambie.

Nunca se sabe. Yo siempre estoy preparado para cualquier cosa...

Nunca se me ha dado bien relacionarme con la gente. Hubo un tiempo de mi vida que a mi me gustaba incluso tener amigos, tenía uno de hecho que era mi vecino y pasaba el mayor tiempo posible con aquel granuja. Toby se llamaba, lo recuerdo perfectamente. Aquel muchacho de cabello rizado y cara cubierta de pecas, era un buen amigo, pasábamos grandes tardes juntos haciendo de las nuestras pero sin duda alguna estoy seguro que si Toby pudiese ver lo que soy ahora se arrepentiría de ser mi amigo, de eso estoy seguro. No tengo ni idea de que fue de aquel muchacho, tampoco sé si sigue con vida o si las cosas le fueron bien, después de internar en el orfanato no le volví a ver de nuevo y es que aquel muchacho fue mi primer y único amigo en esta vida, aquellos tiempos eran muy diferentes para mi, en aquellos tiempos todavía podía sentirme humano pues ya no quedaba rastro alguno de humanidad en mi interior, solo oscuridad.

La mujer supo de inmediato de donde procedía. Arqueo las cejas quedando en completo silencio por unos segundos. Me perturba que sepa de donde provengo pero supongo que es algo evidente dado lo difícil que es disimular mi acento, supongo que es un riesgo que debo tomar y no me queda nada más que manejar la situación como siempre hago, no es nada difícil, lo he hecho otras veces y con esta mujer de cabello rojizo no va a ser diferente. Es una más, una importa, simplemente debo actuar bajo mi invisible mascara de buen chico.  
 
—Mi acento me ha delatado  — Reconozco ofreciendo una sonrisa ladeada  — Supongo que la pasión de viajar me ha traido hasta estas hermosas tierras, tenía curiosidad por conocer esta grandisima ciudad la cual todo el mundo habla.

Me volteo despacio echando a caminar calle arriba, con ella a mi lado, ambos vamos juntos a la misma altura caminando, incluso me parece bonito, siempre es bonito pasear por la noche con una dama y es que si tuviese sentimientos no me importaría invitarle a algo más que palabras pero resulta que yo no soy ese tipo de hombre. Le miro de reojo mientras vamos caminando, su pelo es lo que sigue captando mi atención y es que a decir verdad es curioso, muy curioso, ese color rojizo capta la atención de cualquier persona y eso es evidente. Puedo sentir en mi cara como el freso de la noche empieza a levantarse, las calles prácticamente están vacías y yo lo agradezco, prefiero que así sea. Montones de gente solo consiguen ponerme de los nervios y de mal humor, es mejor no cabrear a la bestia.

—Y supongo que también las bellas damas como usted han podido atraer mi atención hasta esta ciudad —  Decir algún que otro cumplido siempre viene bien para caer en gracia, sobretodo con las mujeres, no me cuesta hacerlo — Pero la pregunta que más ronda mi cabeza ahora mismo es porque una mujer como usted puede estar a estas horas de la noche paseando, sola, sin que nadie le acompañe — Comento sin poder aguantar la sonrisa que aparece en mi rostro, esta vez no fue fingida, no pude contenerla — La noche es oscura y hay demasiadas cosas temibles rondando por las calles en tiempos como estos, debería tener cuidado, la noche es terreno de monstruos y sería una pena que usted acabase cayendo en manos de un monstruo, sería todo un desperdicio...

Sin más la sonrisa desaparece de mi rostro y este se torna en un rostro completamente serio y frío. 

No sé a que punto quiero llegar con todo esto. Dicen que relacionarse con la gente está bien, yo evito hacerlo, solo lo hago cuando hay más remedio, no me gusta meter la pata con alguno de mis comentarios, aveces la mente se me queda en blanco y simplemente no sé que decir. Todo es culpa de tener que fingir ser una cosa que no soy, el mundo sigue sin estar preparado para saber lo que soy, todavía no es la hora y no creo que vaya a ser el momento nunca, no puedo actuar como el verdadero monstruo que soy y no lo podré hacer nunca, saber eso solo me frustra más y más y me ha replantearme muchas cosas pero por ahora debo seguir así, oculto tras mi mascara y asesinando a escondidas como he estado haciendo todo este tiempo.

La insinuación de la pelirroja me hace arquear las cejas de nuevo. ¿Era acaso una amenaza? ¿De verdad era yo quien debía tener cuidado? ¿No comprendería que era yo el que podría arrebatarle la vida en cuestión de segundos si me apetecía? No, no se daba cuenta y posiblemente nunca lo haría pero las insinuaciones de aquel tipo no me gustaban nada. Sé que tengo que tener cuidado, sé que tengo que tener cuidado de mis otros compañeros del gremio, sé que tengo que tener cuidado con los agentes de la ley pero no creo que una joven como ella o cualquier otra persona que pudiese estar rondando a estas horas por la calle fuese un peligro para mi. Quizás podría intentarlo, podría intentar hacerme algo malo pero el pez grande siempre se come al pez pequeño, esto es así y siempre será de tal manera. Y en este caso yo soy el pez grande, yo sería quien acabaría comiéndome aquel que intentase joderme de alguna manera, nadie me jode ni a mi ni a lo que hago o por lo contrario acaba con una raja en el cuello.

—¿Es eso una amenaza? — Pregunto, sonriendo de nuevo, no quiero que se sienta atacada o algo por el estilo, cuando quiera atacarla de verdad lo sabrá, mientras tanto solo quiero saber la intención de sus palabras —Yo la veo a usted más indefensa, las mujeres pueden correr más peligro en días como estos — Aquello no había sonado demasiado caballeroso, lo reconozco — Quiero decir...a no ser que usted un monstruo despiadado debería tener cuidado y estoy convencido que alguien con su bello rostro sería imposible de ser un monstruo. Es solo eso, solo quiero que tenga cuidado — En mi interior guardo la ironía de aquellas palabras. Los monstruos residen dentro de las personas que menos te esperas, nunca se sabe.

Ella se presenta. Ya era hora, se me había pasado por completo a mi también. Si algo soy educado, soy un monstruo pero un tipo de monstruo muy educado. No me críe en una familia de dinero, no estuve en uno de los mejores internados del pais pero crecí teniendo unos principios en cuestión de educación que hoy en día sigo conservando y espero poder conservarlos por siempre pues es algo de lo cual puedo presumir y estoy bastante orgulloso de ello.

—Sí, que descuido por mi parte también — Me disculpo — Bonito nombre — Reconozco, es la primera vez que lo escucho — Soy Damian Smith, un placer — Miento, obviamente no es mi verdadero nombre pero nunca doy mis datos a no ser que sea de vital importancia.  

Es cierto. Soy un extraño en extrañas tierras, lo que la mujer no sabe es que eso me viene perfecto para poder hacer lo que realmente me plazca sin tener que preocuparme por que alguien que me conozca pueda llegar hasta mi. Estar en tierras Francesas me viene de lujo, no tengo allegados, no tiene nadie que conozca mi pasado, no conoce lo que ocurrió con mis padres o las cosas terribles que me pasaron en el internado, estoy a salvo, no hay lugar en el mundo ahora mismo donde mi pequeño secreto pueda estar más a salvo que en este lugar. Puedo matar a cualquier persona que se me antoje sin correr ningún riesgo, así al menos es como veo la situación ahora mismo. Ella tiene razón, soy un extraño pero eso me da más poder del que ella o cualquier persona de este lugar pueda tener sobre mi.

—Oh sí. Ahí usted tiene razón, puedo ser un perfecto blanco para los ladrones y gente que intente aprovecharse de un turista, tiene razón —  Afirmo sonriendo, obviando por completo el hecho de que yo era el asesino y eran ellos lo que deberían tener cuidado de mi y no yo de ellos.

Sigo analizando la situación. En realidad no dejo de hacerlo en ningún momento y empiezo a comprender que esto cada vez está empezando a volverse más incomodo por partes de ambos. Ella no deja de mirarme, yo tampoco dejo de mirarla a ella y es que parece como si realmente la mujer estuviese haciendo lo mismo que hago yo con ella; analizarla. ¿Me estaba acaso analizando? ¿Sospechaba que era algo más que un simple humano? Tal vez, lo que estaba seguro es que aquella dama era especial, muy especial, nada que ver con las otras mujeres. Sonreí tras sus palabras, en realidad mi comentario nunca fue con aquella intención, solo quería advertirle que la noche está llena de horrores.  

—Nunca fue mi intención hacerle creer que usted no es capaz de defenderse por si misma, se lo juro, estoy convencido de que sí — Y cada vez empiezo a darme más cuenta de que ella es más lista de lo que en un principio pude imaginar.

Me invita a regresar a casa. No tengo hogar, me estoy hospedando en un pequeño hostal a las afueras de la ciudad, es bonito, barato y sin molestias de algún tipo, nadie pregunta a que hora salgo o a que hora vuelvo, no les importa mi horario mientras pague. No tengo intención de echar raíces por aquí, no tengo intención de encontrar otra viviendo, por ahora me conformo con la acogedora habitación del hostal, no necesito más, al fin y al cabo he venido hasta aquí para matar, para saciar mi sed de sangre, donde duerma es lo de menos.  

—Estoy de acuerdo, usted también debería volver, la noche es cada vez más profunda e insisto, no querría que nada le pudiese hacer daño, vuelva a casa, le deseo una hermosa noche —  Casi insistiendo tomo de nuevo su mano, poso mis labios en ella y compruebo lo que en un primer momento pensé pero lo guardé para mis adentros.

Se dibuja una sonrisa en mi rostro. Aparto mis labios de su pequeña mano y con sin borrar esa sonrisa de mi pálido rostro echo a caminar en dirección contraria de la calle. Son ocho pasos los que doy, los cuento, cuando llego al octavo me paro de repente y me giro de nuevo captando la atención de la mujer otra vez. La sonrisa no se ha borrado de mi rostro, es una sonrisa extraña, escalofriante, muy diferente a las anteriores pues ahora no estaba fingiendo, ahora más que nunca mi parte oscura se estaba apoderando de mi.

—¿Y hasta cuando piensa alargar este juego? ¿A que espera para matarme, puta del demonio?.

Ya no voy a fingir más. Sé lo que es, al posar mis labios sobre su mano lo presentí y al hacerlo de nuevo lo confirmé. Es una chupasangre, una chupasangre bastante atractiva, no iba a negarlo pero era igual que las demás, se merecía lo peor en esta vida, merecía ser vejada y destruida y yo estaba dispuesto a cumplir eso. Esperará hasta su siguiente movimiento. Las cartas están sobre la mesa, ahora es cuestión de saber jugar bien la partida.

Debe funcionar, estoy seguro de ello. ¿Por qué no iba hacerlo? ¿Quien no se resistiría a ayudar a un joven herido que se presente ante tus ojos?. Mis ojos por momento se desvían hasta mi herida donde la sangre de color rojiza no para de fluir, ese color simplemente me atrae, me atrae demasiado y me produce un placer tan difícil de explicar que solo con el hecho de observarla puedo entender tal placer, me gusta, el rojo es un color bonito y es que a pesar de ser mi propia sangre no me deja de parecer algo digno de admirar. No soy un vampiro, tampoco veo la sangre como algo que beber, simplemente veo ese fluido como algo digno de admirar, como algo que es sinónimo de muerte y la muerte es lo que me gusta más en esta miserable vida.

La función había terminado. Ya no habría más juegos de palabras, ya no tendríamos que conocernos el uno al otro, ya no habría más risas fingidas y cumplidos inciertos por mi parta hacía aquella bestia de la noche. Ahora, por así decirlo había empezado el tercer acto donde yo ponía fin a la misera existencia de aquella mujer condenada al vampirismo, debería estarme agradecida de poder hacer aquello, tener una vida como la que tiene debe ser triste, muy triste. Yo soy un monstruo como ella pero soy un monstruo que puede conservar su condición de humano, no estoy condenado a portar la misma imagen por siempre, no soy un cadáver andante y no necesito la sangre para alimentarme, sin duda soy mucho más que ella.

Su risa perversa la delata, por muy señorita que aparente ser es un cadáver andante, no merece piedad, no merece mi piedad como tampoco merece mis modales, solo soy educado con la gente que lo merece, no soy educado con mis victimas al igual que tampoco soy educado con ella, una más de mis presas, prefiero guardar mi educación para la gente que de verdad lo merece y está claro que Nemurenai no lo merece para nada.

—Vaya vaya, reconozco que ese retrato no reproduce mi bello rostro con exactitud, pero sí, soy yo, estas en tú noche de suerte, tú quieres cazarme y yo quiero hacer un buen común para mi raza exterminandote, creo que las cosas están bien claras ¿Verdad? —  Sí, obviamente que estan claras, ella me quiere matar a mi y yo la quiero matar a ella, es sencillo, el primero que lo haga saldrá vencedor de este encuentro.

—No importa cual sea mi nombre, lo que importa es que voy a hundir una estaca en tu corazón —  Sabe mi nombre, sabe de donde procedo, sabe cuales son mis intenciones y todo aquello me hubiese preocupado de no ser una vampiresa, pero por suerte la mía lo es y su destino lleva escrito mucho tiempo.

Miro la calle. De un lado a otro, parece vacío, es un escenario perfecto para liberar una pelea. No porto ninguna de mis armas encima, gran error pero analizando el lugar puedo darme cuenta de que hay cosas que podría utilizar contra ella. Rápidamente me acerco hasta uno de los tenderetes que hay en el exterior de una tienda cerrada y de una patada lo parto, dejando caer todos los alimentos que portaba sobre el suelo.  De una patada rompo otro trozo y consigo crear una especie de estaca de madera, es perfecta para poder atravesar su putrefacto corazón.

—Interesante tu historia, una espía...—  Comento caminando alrededor de la pelirroja — Pero dejémonos de presentaciones y empecemos lo que ambos estamos deseosos de empezar, adelante, matame — Le provoco, abriendo mis brazos de par en par esperando que ella sea la que de el primer paso, no yo.

La batalla es inminente.

Siempre se me ha dado bien cazar vampiros. Alguno que otro ha podido darme alguna sorpresa desagradable y haber complicado mi cacería pero hasta ahora no había fallado en ninguna, todos ellos habían acabado con una estaca en su corazón eliminando cualquier rastro de la maldición que portaban.  Siempre solía pillarlos por sorpresa, algunas veces incluso a plena luz del día, encontraba su guaridas, me colaba allí y dejaba que el sol entrase en todo su esplendor e hiciese que ellos ardiesen en llamas tal y como merecían. Otras veces me hacía pasar por una entrañable victima la cual podían usar como cena sin problema alguno y cuando menos se lo esperaban mi daga ya estaba atravesando su pecho directamente hasta su corazon, pocas veces me he enfrentado directamente hacía estos seres pero las pocas veces que lo he hecho he ganado, volveré a ganar aquí y ahora, lo sé, debo hacerlo.  

Asiento con la cabeza cuando me pregunta si es una invitación. Oh sí, lo es, quiero que mi presa dé el primer paso, siempre me gusta que en un combate ellos den el primer paso para poder yo contraatacar con rapidez, un veloz y fulminante ataque. Pero me equivoqué, si algo he aprendido sobre los vampiros durante todos estos años es que son seres extraños y muy completos, demasiado para mi gusto. Algunos de ellos portan poderes ocultos que ningún humano podríamos llegar a comprender, en cierta manera les envidio pero cuando veo los monstruos que son realmente me considero muy orgulloso de ser un humano.

Mi cabeza empieza arder de repente. Es como si un fuerte fuego se estuviese desatando ahí dentro, nunca había sentido nada así, es doloroso, muy doloroso. Intento aguantar el dolor en pie pero no puedo, caigo de rodillas sosteniendo el trozo de daga improvisada en mi mano, grito, la maldigo y me retuerzo de dolor. No sé que me está pasando, me siento débil, indefenso y ahora más que nunca con probabilidades de morir, nunca antes me había visto y una situación como esta y todo lo que puedo hacer es gritar y maldecir.

—¡Maldita! ¡Maldita zorra! ¡Basta ya! — Grito furioso desde el suelo donde me sigo encontrando arrodillado — ¡Deja tus malditos trucos y enfréntate a mi como una verdadera vampiresa que eres! ¡Cobarde! — Veo como se acerca hasta mi e intento retroceder hacía atrás pero el dolor me lo impide. Solo siento rabia y dolor, tengo muchas ganas de matarla, ahora más que nunca debo ser yo quien acabe con aquella zorra inmunda.

Agarra mi oscuro cabello y alza mi cabeza encontrándose directo con sus ojos. Todo lo que puedo ver en ellos es muerte, ella tiene mi destino en sus manos, ella pude ser quien ponga fin a mi espiral de asesinatos y sufrimientos, ella puede poner fin a mi historia en cuestión de minutos, ella puede matarme, la temo, siento miedo por unos minutos, casi que tiemblo pero al escuchar sus palabras golpeo mi cabeza contra la suya, esa era mi respuesta. Antes de apartarme le golpeo con el trozo de madera en la cabeza en repetidas ocasiones para después alejarme algunos pasos intentando recobrar mis fuerzas.

—Y estas señales seguirán a los que creen; en mi nombre echarán fuera demonios — Cito un pasaje de la biblia, de dicho libro siempre he sido gran admirador a pesar de no tener demasiada buena relación con dicha sociedad —Tú eres un demonio, no mereces piedad, mereces que te destruya ¡Mereces ser erradicada! ¡Solo traes sangre y sufrimiento a este mundo! ¡Por culpa de seres como tú me he convertido en lo que hoy en día soy! ¡Mereces morir! — Me mantengo con la daga en alza, caminando hacía atrás, esperando su siguiente movimiento pues esta vez si voy a contraatacar, pienso hacerlo, me da igual el dolor que pueda infringirme, es más doloroso el dolor que siento en mi interior al verme derrotado por un monstruo como ella.

Debo asesinarla, debo matar a esa zorra, debo ganar, no hay otra opción.  

Son condenados y como tales merecen que alguien como yo les libere. Siempre he visto el vampirismo como una condena ¿Qué puede tener de nuevo aparentar siempre el mismo aspecto? ¿Qué puede tener de bueno tener que ser un esclavo de la sangre y depender siempre de esta? ¿Qué de bueno debe haber en tener una vida de ese tipo? Ya no están vivos, ya no, solo son cadáveres con el poder de andar y hacer vida como si estuviesen vivos pero no lo están, cuando muera aceptaré mi muerte ¿Por qué ellos no lo hacen? ¿Por qué ellos no aceptan lo que son? Son monstruos, yo también lo soy pero la diferencia entre ellos y yo es que yo sé muy bien lo que soy, lo reconozco, soy un monstruo despreciable pero no soy más monstruo que ellos. Ellos merecen ser exterminados, yo no.

Ella no es una mujer. Jamás trataría de esa manera a una mujer a no ser que fuese una de victimas y normalmente ni eso, suelo tomar bastante cariño a las personas que van a ser asesinadas por mi pues de algún modo me están ayudando a mantener la oscuridad de mi interior controlada haciendo ese tipo de acciones, matando. Pero ella no es una mujer, no lo es. No merece que se le llame con tal palabra, ni tan siquiera le tendría que tratar con modales, no lo merece, todo lo que merece es su inminente destrucción que cada vez está más cerca de llegar.

—Jamás le haría algo así a una mujer — Afirmo caminando a un lado a otro de la calle — Pero tú no eres una mujer, eres un demonio, eres monstruo, me repugnas y como demonio que eres mereces ser destruido, demasiado daño has hecho ya...— ¿Y el daño que he hecho yo? Me pregunto, siempre ha sido una cuestión que ha estado rondando mi cabeza, muchas noches me tumbaba en la cama y pensaba en todos los niños que quizás había dejado huérfanos al matar a sus padres, a todos los niños que les había dejado sin padres, tal y como hicieron los vampiros conmigo. Quizás son remordimientos, quizás solo son pensamientos sin sentido alguno pero yo acepto el dolor que he causado, soy consciente de ello.

—¿Todo esto es por una estúpida venganza? ¡Acepta lo que eres y acepta la muerte! ¡Tú ya estas muerta! ¡Eres un estúpido cadáver andante! ¡Debes ser destruida! — Exclamo y pienso, en realidad ella y yo no somos muy diferentes. Ella tiene una venganza en mente, yo ya cumplo mi venganza exterminando a todos los vampiros los cuales me cruzo. Quizás a ella también le fue arrebatado todo lo que amaba en esta vida como a mi, quizás le arrebataron a su familia, a su pareja o incluso a su hijo, lo desconozco y no quiero saberlo pero me voy dando cuenta que no somos tan diferentes  — Nadie es intocable, cuando más alto te creas que estas mas dura será la caída...— Y eso, era totalmente cierto.

Todo ocurrió muy rápido. Cuando fui a reaccionar ya estaba sobre mi, haciendo uno de sus nuevos trucos de poder sobre mi. Sintiendo dolor y quedando mis brazos completamente inmovilizados, mi unico modo de defensa y de ataque era usando mis manos y si estas quedaban bloqueada poco o nada podía hacer. Alcé mi vista hasta encontrarme con la de ella, no dije nada, solo le miré y quizás estaba algo asustado pero no temía lo que estuviese apunto de pasar, claro que no. La muerte siempre ha sido algo que he tenido presente en mi vida desde pequeño, si debo morir pues así será, no voy a suplicar.

—Nunca he suplicado por mi vida y no voy a empezar hacerlo ahora — Comento con mi voz entrecortada — Así haz lo que tengas que hacer...

Que ocurriese lo que tuviese que ocurrir.  

Dicen que tengo cierto don para la manipulación de las personas, que sé como meterme en sus cabezas y hacer justo lo que yo quiero usando las palabras correctas. No sé si esta vez podría ser una de esas veces, mi intención nunca fue manipular a la vampiresa, iba aceptar mi destino fuese el que fuese y ella me superaba en poder y antigüedad, tenía todas las de ganar, tenía todo a su favor para asesinarme. Si ese era mi final no me quedaba más remedio que aceptarlo y morir, tal y como dije nunca había rogado por mi vida y nunca lo iba hacer. Ella osaba a compararse conmigo, me quedaba en silencio con ganas de contestar pero por lo contrario no lo hice. Ella y yo no tenemos nada que ver, ella es una condenada, yo también estoy condenado pero a otro tipo de condena, soy muy diferente a la pelirroja que tengo frente mis narices. Definitivamente no vivimos el mismo infierno, puede ser un infierno parecido pero no somos iguales, nunca lo seremos.

Mi silencio perdura. Yo también sé que soy un monstruo pero soy muy diferente. He hecho cosas terribles, cosas que algún día deberé pagar, quizás hoy es ese día, lo desconozco. Pero nunca negaré de ello, sé que tipo de monstruo soy, vivo con esa carga a mis espaldas sabiendo que no tengo consciencia alguna y jamás la tendré pues cuando arrebato la vida a una de mis victimas solo se llena un vacio que hay en mi interior por los siguientes días pero sentimientos de de arrepentimiento nunca los han habido y nunca lo van haber. Soy lo que soy me costó mucho al principio aceptarlo pero hace años que tengo claro el monstruo que soy, no me importa ni lo más mínimo reconocer la oscuridad que habita en mi.

No. Ella no cometió ningún crimen contra mi o contra los míos, pero otros como ella si lo hicieron, al menos tres de ellos. Arrancaron toda mi inocencia para crear el monstruo el cual soy, ver a mi familia asesinada de aquella manera me traumatizó de por vida, los vampiros son los causantes de haberme transformado en lo que soy, es por eso que los odio, muy en el fondo también me odio a mi mismo por no ser una persona normal. Solo puedo tomar venganza, quizás nunca llegue a tomar venganza asesinando a los vampiros que realmente acabaron con mi familia pero tomaría venganza erradicando a este tipo de seres, era lo menos que podía hacer. No contesté, ni lo iba hacer tampoco, decir una sola palabra solo empeoraría las cosas.

Mis brazos me duelen, siguen inmóviles y duelen a rabiar. Ella me brinda una nueva información acerca la santa inquisición, me buscan, saben quien soy, van a ir a por mi. Siempre supe que este momento llegaría, siempre supe que en algún punto yo sería el cazador cazado pero no me importa, no me importa lo más mínimo, aquello no iba a parar mis actos, aquello no iba a parar mis crímenes, iba a seguir matando. Si la santa inquisición venía detrás de mi que así fuese, aceptaría cualquier destino que se me propusiese por delante.

Voy a recuperar la movilidad de mis brazos o al menos eso dice ella. Me pongo en pie cuando me deja libre. Fue toda una sorpresa, jamás esperé que lo hiciese. No iba a contraatacar, si pudiese lo haría pero ya me he arriesgado demasiado, quizás le de caza en otro momento pero hoy no iba a ser su noche, ella me había ganado al igual que me había perdonado la vida, tenía que otorgarle ese honor al menos.  Asiento con la cabeza cuando dice que no va a dejar de darme caza, yo tampoco lo haré. Camino, mirando de reojo como la mujer se marcha, es bella, muy bella pero es una bestia, una bestia a la cual acabaré exterminando en algún momento ¿Cuando? Eso no lo sé. Solo el tiempo lo dirá.

Yo vuelvo a mi hostal. Ha sido una noche larga, muy largo y prevea que van haber noches como esta de largas en los próximos días. París es una ciudad llena de oscuridad y vidas las cuales esperan ansiosas que sean arrebatadas por mi. Es una ciudad perfecta para mi, hoy he salido de dudas, si hay un lugar en el que debo estar es aquí, aún tengo mucho que aprender sobre estas hermosas tierras Francesas.