AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noche más
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Una noche más
-Vamos, hoy no quiero tu cama, necesito algo de adrenalina- el brazo de Claudia sintió el tirón que el hombre ejerció sobre ella haciendo que la peluca se desacomodara mientras le decía al dueño del burdel que quería un poco de perversión y necesitaba sacar a la joven del lugar. Después de cobrar un poco más de lo habitual todo se solucionó y ella tenía permiso de ir con aquél, sin embargo se quedó la amenaza "Si no vuelves..." la joven simplemente asintió. Dejó que los brazos del hombre rodearan su cintura por la espalda mientras sentía la excitación del mismo en sus caderas, ella ya no sentía nada.
Los pasos del hombre los dirigieron hasta los callejones en donde él la aventó contra la pared haciendo que su mejilla se enterrrara en los fríos ladrillos mientras su rodilla le abría las piernas, hizo todo lo necesario para hacer sus perversiones realidad -¿Y si nos miran?- pronunció en el oído de la muchacha al mismo tiempo que se notaba cada vez más la excitación que le provocaba que aquello pudiera suceder -Anda, vamos, perra, gime- Claudia se obligó a obedecerlo, la verdad de todo es que no sentía nada, simplemente se había quedado como muerta. Cuando él terminó se levantó los pantalones y la dejó ahí.
Ella se acomodó la peluca y se bajó las faldas hasta donde le daban acomodándose la ropa interior, sentía el frío en su piel. Se sentó en las escalinatas que había cercanas y ocultó el rostro en sus manos, tenía que regresar o estaría muerta, pero no quería, al menos descansaría un poco, sabía que el hombre le había pagado a su padrote todo lo que ella le daba a ganar en una noche.
Se dedicó a descansar, apoyó la espalda en la pared mientras hacía lo necesario para que su cuerpo no se enfriara, frotaba sus brazos, sus piernas, no quería que nadie la viera, por las ropas era evidente a que se dedicaba, y no podía negarse, de enterarse en el burdel la golpearían por haber dejado perder ese dinero.
Los pasos del hombre los dirigieron hasta los callejones en donde él la aventó contra la pared haciendo que su mejilla se enterrrara en los fríos ladrillos mientras su rodilla le abría las piernas, hizo todo lo necesario para hacer sus perversiones realidad -¿Y si nos miran?- pronunció en el oído de la muchacha al mismo tiempo que se notaba cada vez más la excitación que le provocaba que aquello pudiera suceder -Anda, vamos, perra, gime- Claudia se obligó a obedecerlo, la verdad de todo es que no sentía nada, simplemente se había quedado como muerta. Cuando él terminó se levantó los pantalones y la dejó ahí.
Ella se acomodó la peluca y se bajó las faldas hasta donde le daban acomodándose la ropa interior, sentía el frío en su piel. Se sentó en las escalinatas que había cercanas y ocultó el rostro en sus manos, tenía que regresar o estaría muerta, pero no quería, al menos descansaría un poco, sabía que el hombre le había pagado a su padrote todo lo que ella le daba a ganar en una noche.
Se dedicó a descansar, apoyó la espalda en la pared mientras hacía lo necesario para que su cuerpo no se enfriara, frotaba sus brazos, sus piernas, no quería que nadie la viera, por las ropas era evidente a que se dedicaba, y no podía negarse, de enterarse en el burdel la golpearían por haber dejado perder ese dinero.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Una noche más
Se desplazaba como la niebla entre los oscuros pasillos de la decadencia, solo un impulso le movía, uno que no desaparecería ni le dejaría en paz hasta que lo hubiese saciado. Su lugar predilecto para calmarlo era entre las derruidas callejuelas de París, en donde sentía que la noche caía de manera diferente, y donde las penumbras se formaban de una materia más sutil que en otros sitios.
Como todo, esto traía su contra-cara. Lelio paseaba sabiendo que no encontraría el espécimen ideal. Amaba el lugar, pero no la clase de seres que lo frecuentaban. Poseían un aura de corrupción que no le sabía bien. Sin embargo esa noche no tendería refinamientos, quería saciar su sed de una vez por todas.
Sintió una presencia en las cercanías, notó que alguien se acercaba descuidadamente a él. Lelio detuvo la marcha y aguzó el oído. Notó que no necesitaría desplazarse más, su presa vendría hacia el, en un acto de inconsciente entrega.
Divisó la figura cruzando una esquina. Bastó una mirada para darse cuenta lo corrompido que estaba aquel ser, no obstante decidió no pensar mucho en aquello, tenía que terminar con el deseo irrefrenable.
Optó por no dejarse ver y se desplazó como un reflejo momentaneo detras del sujeto dandole un abrazo mortal. Undió sus colmillos en él, y notó el grotesco hedor que expedía. Le entraron deseos de soltarlo cuando en el extasis sanginario le volvieron unas imágenes transmitidas por aquel al que le arrebataba la vida: Una joven portadora de unos rasgos hechizantes. Luego aquel sujeto... poseyendo su cuerpo por la fuerza... no, ella parecía acceder a ella, aunque en su mirada encontraba solo resignación.
Aquellas indignantes secuencias pasaron a Lelio entre el flujo que estaba bebiendo, produciendole una mayor aversión hacia su victima y en un arrebato de implacable furia despedazó su cuello con sus manos, dejando la cabeza separada del cuerpo, el cual se desplomó en el suelo.
Permaneció unos momentos respirando velozmente, algo agitado. Aquellas imágenes eran recientes, vio los callejones de esa misma noche, conocía ese lugar.
Rompió a correr hacia donde le guiaba su memoria y mientras se acercaba comenzó a percibir una presencia acompañada de un embriagador aroma.
Se acercó sigilosamente y la encontró sentada contra una de las demacradas paredes. Era ella.
No se preocupó en que ella lo viera. Caminó hacia la muchacha, la viva imagen que había robado de su victima, su belleza era genuina y exaltada. Pero notó que algo de todo aquello no cuadraba en su mente. ¿Aquel hombre la había violado? Y si fue así... ¿Por que ella no se había resistido?
Vió en la mente de la muchacha, y lo comprendió. Era una cortezana.
Se quedó estupefacto y comenzó a darle un arranque de cólera. Estuvo convencido una vez más de que ese lugar estaba degenerado. Pero ella, aun así, parecía un contraste salido de un paisaje luminoso.
-!¿Como os habéis convertido en un ángel caído?! Le dijo en voz alta una vez que estuvo enfrente de ella -¿Como osas corromperos de este modo!?
Como todo, esto traía su contra-cara. Lelio paseaba sabiendo que no encontraría el espécimen ideal. Amaba el lugar, pero no la clase de seres que lo frecuentaban. Poseían un aura de corrupción que no le sabía bien. Sin embargo esa noche no tendería refinamientos, quería saciar su sed de una vez por todas.
Sintió una presencia en las cercanías, notó que alguien se acercaba descuidadamente a él. Lelio detuvo la marcha y aguzó el oído. Notó que no necesitaría desplazarse más, su presa vendría hacia el, en un acto de inconsciente entrega.
Divisó la figura cruzando una esquina. Bastó una mirada para darse cuenta lo corrompido que estaba aquel ser, no obstante decidió no pensar mucho en aquello, tenía que terminar con el deseo irrefrenable.
Optó por no dejarse ver y se desplazó como un reflejo momentaneo detras del sujeto dandole un abrazo mortal. Undió sus colmillos en él, y notó el grotesco hedor que expedía. Le entraron deseos de soltarlo cuando en el extasis sanginario le volvieron unas imágenes transmitidas por aquel al que le arrebataba la vida: Una joven portadora de unos rasgos hechizantes. Luego aquel sujeto... poseyendo su cuerpo por la fuerza... no, ella parecía acceder a ella, aunque en su mirada encontraba solo resignación.
Aquellas indignantes secuencias pasaron a Lelio entre el flujo que estaba bebiendo, produciendole una mayor aversión hacia su victima y en un arrebato de implacable furia despedazó su cuello con sus manos, dejando la cabeza separada del cuerpo, el cual se desplomó en el suelo.
Permaneció unos momentos respirando velozmente, algo agitado. Aquellas imágenes eran recientes, vio los callejones de esa misma noche, conocía ese lugar.
Rompió a correr hacia donde le guiaba su memoria y mientras se acercaba comenzó a percibir una presencia acompañada de un embriagador aroma.
Se acercó sigilosamente y la encontró sentada contra una de las demacradas paredes. Era ella.
No se preocupó en que ella lo viera. Caminó hacia la muchacha, la viva imagen que había robado de su victima, su belleza era genuina y exaltada. Pero notó que algo de todo aquello no cuadraba en su mente. ¿Aquel hombre la había violado? Y si fue así... ¿Por que ella no se había resistido?
Vió en la mente de la muchacha, y lo comprendió. Era una cortezana.
Se quedó estupefacto y comenzó a darle un arranque de cólera. Estuvo convencido una vez más de que ese lugar estaba degenerado. Pero ella, aun así, parecía un contraste salido de un paisaje luminoso.
-!¿Como os habéis convertido en un ángel caído?! Le dijo en voz alta una vez que estuvo enfrente de ella -¿Como osas corromperos de este modo!?
Lelio de Vallencourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/06/2012
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Re: Una noche más
Claudia no quería volver, no deseaba tener que soportar un día más todo aquello, ser de uno, ser de otro... Ser de todos y de nadie a la vez, ni siquiera de ella misma, una lágrima dibujó la mejilla de la chica de cabellos rosados, los cuales eran cubiertos por una peluca, todavía no sabía que la mantenía ahí.
Apoyó ligeramente la cabeza en sus rodillas, tenía miedo, desconfianza, quería huir y no podía, no debía, el señor aquél que la había recogido para meterla a su burdel era muy poderoso y en cualquier momento la podría encontrar y matarla... ¿Qué era peor? ¿Vivir así o morir? Vaya que era todo un dilema para la cortesana.
A pesar de la oscuridad logró ver su muñeca, tenía una línea delgada, todos pensaban que se había querido suicidar, tal vez así fue pero su inconsciente no le decía la verdad, pero huir ya sabía que no era opción, además de los golpes había tenido que estar en la cama de aquél por muchas horas, haciendo realidad las fantasías que su mujer no le cumplía, su cuerpo había sido azotado, no sólo por castigo sino por deseo.
Al escuchar unos pasos levantó la cabeza, y sus piernas instintivamente se pegaron a su tórax, muchos creían que por ser cortesana ella abría las piernas o la boca por placer... Todo era tan diferente. ¿Cuántas veces no hubiera querido arrancarse la piel para no tener que volver a sentir aquello? ¿Cuántas veces se había castigado ella sola por ser una zorra en el burdel? Había perdido la cuenta de las ocasiones que ella misma se había flagelado mental o físicamente por hacer lo que los demás querían.
-¿Un qué?- murmuró levantándose acomodando la falda que apenas cubría la mitad de sus muslos, el viento era helado y el pecho y los brazos se le habían erizado al enderezarse para no estar en un estado tan indefenso como en el que se encontraba -No sé a que se refiere señor, yo... Sólo... Un amigo me ha dejado...- eso era lo que tenía que decir siempre que los bastardos que abusaban de ella noche tras noche eran sus amigos -¿Desea algo?- preguntó con cierto nerviosismo en la voz, quizá le tocaría de nuevo estar a merced de un loco que quisiera someterla de algún modo nuevo o que usara el callejón como su medio de fascinación y perversión.
-Mi casa está a unas cuadras de aquí, si acaso le molesté, lo lamento, me puedo ir...- bajó dos de los escalones acercándose más al hombre, tenía unos ojos azules impresionantes pero también le daba miedo, a pesar del lugar no parecía ser un vagabundo, parecía un hombre de dinero, pero Claudia ya sabía que no bastaba sólo tener posición económica, los depravados se encontraban en cualquier sitio.
Apoyó ligeramente la cabeza en sus rodillas, tenía miedo, desconfianza, quería huir y no podía, no debía, el señor aquél que la había recogido para meterla a su burdel era muy poderoso y en cualquier momento la podría encontrar y matarla... ¿Qué era peor? ¿Vivir así o morir? Vaya que era todo un dilema para la cortesana.
A pesar de la oscuridad logró ver su muñeca, tenía una línea delgada, todos pensaban que se había querido suicidar, tal vez así fue pero su inconsciente no le decía la verdad, pero huir ya sabía que no era opción, además de los golpes había tenido que estar en la cama de aquél por muchas horas, haciendo realidad las fantasías que su mujer no le cumplía, su cuerpo había sido azotado, no sólo por castigo sino por deseo.
Al escuchar unos pasos levantó la cabeza, y sus piernas instintivamente se pegaron a su tórax, muchos creían que por ser cortesana ella abría las piernas o la boca por placer... Todo era tan diferente. ¿Cuántas veces no hubiera querido arrancarse la piel para no tener que volver a sentir aquello? ¿Cuántas veces se había castigado ella sola por ser una zorra en el burdel? Había perdido la cuenta de las ocasiones que ella misma se había flagelado mental o físicamente por hacer lo que los demás querían.
-¿Un qué?- murmuró levantándose acomodando la falda que apenas cubría la mitad de sus muslos, el viento era helado y el pecho y los brazos se le habían erizado al enderezarse para no estar en un estado tan indefenso como en el que se encontraba -No sé a que se refiere señor, yo... Sólo... Un amigo me ha dejado...- eso era lo que tenía que decir siempre que los bastardos que abusaban de ella noche tras noche eran sus amigos -¿Desea algo?- preguntó con cierto nerviosismo en la voz, quizá le tocaría de nuevo estar a merced de un loco que quisiera someterla de algún modo nuevo o que usara el callejón como su medio de fascinación y perversión.
-Mi casa está a unas cuadras de aquí, si acaso le molesté, lo lamento, me puedo ir...- bajó dos de los escalones acercándose más al hombre, tenía unos ojos azules impresionantes pero también le daba miedo, a pesar del lugar no parecía ser un vagabundo, parecía un hombre de dinero, pero Claudia ya sabía que no bastaba sólo tener posición económica, los depravados se encontraban en cualquier sitio.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Una noche más
Se percató de que por un momento había perdido control de sí mismo segado por la indignación que le produjo internarse en la mente de la joven. Sin embargo notó que era temprano para sacar conclusiones y eligió tranquilizar sus pasiones.
Sin fluctuaciones, intentó leerla nuevamente. Descubrió lo mucho que ella odiaba ser lo que era, y el embrollo de dilemas que se cruzaban en su mente. El desprecio fue remplazado por unos aires de compasión y empatía. El conocía algo de aquel sentir.
Vio que la muchacha se puso de pie y comenzó a caminar hacia él con movimientos que soplaban un aroma exquisito y le hicieron entrecerrar los ojos extasiado. Se mantuvo quieto sin despegar los ojos de su figura, algo de la joven le cautivaba, aunque ignoraba si se trataba de un aspecto particular, o si era un rejunte de estímulos. Su rostro, aroma, movimientos; su cabello que le resultaba un tanto extraño. Le hacía pensar en una flor rosada en un infecto pantano.
-No os haré daño -Murmuró en voz baja -¿Como lo haces?... ¿Como lo soportas? ¿Por qué no huyes?
Aun así continuaba queriendo saber las causas de la joven, tanto que había olvidado presentarse. Retrocedió.
-Lo siento... Mi nombre es Lelio -Intentó sonreír -¿Cual es el vuestro madame?... No os lastimaré, lo prometo.
Sin fluctuaciones, intentó leerla nuevamente. Descubrió lo mucho que ella odiaba ser lo que era, y el embrollo de dilemas que se cruzaban en su mente. El desprecio fue remplazado por unos aires de compasión y empatía. El conocía algo de aquel sentir.
Vio que la muchacha se puso de pie y comenzó a caminar hacia él con movimientos que soplaban un aroma exquisito y le hicieron entrecerrar los ojos extasiado. Se mantuvo quieto sin despegar los ojos de su figura, algo de la joven le cautivaba, aunque ignoraba si se trataba de un aspecto particular, o si era un rejunte de estímulos. Su rostro, aroma, movimientos; su cabello que le resultaba un tanto extraño. Le hacía pensar en una flor rosada en un infecto pantano.
-No os haré daño -Murmuró en voz baja -¿Como lo haces?... ¿Como lo soportas? ¿Por qué no huyes?
Aun así continuaba queriendo saber las causas de la joven, tanto que había olvidado presentarse. Retrocedió.
-Lo siento... Mi nombre es Lelio -Intentó sonreír -¿Cual es el vuestro madame?... No os lastimaré, lo prometo.
Lelio de Vallencourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/06/2012
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Re: Una noche más
El sitio no le agradaba sin embargo se la vivía ahí por una u otra causa, no podía hacer demasiado al respecto. Después de acercarse un par de pasos se quedó a una distancia "segura" no quería que aquél hombre la jalara del brazo y la tomara de nuevo por la fuerza en aquél lugar, de hecho no quería que la tomara nadie en ningún sitio, pero no le quedaba de otra, para eso había nacido o al menos eso siempre le decía el dueño del burdel, tantas veces que al final ya se le había quedado en la cabeza.
-¿Hacer? ¿Soportar?- preguntó de forma calmada y después sonrió sin alegría -¿Huir?- por inercia acarició su muñeca que se encontraba marcada en la única ocasión que se había armado de valor para hacerlo -No puedo huir, no debo huir... Él tiene mucho poder...- murmuró sin darse cuenta de que las palabras se le estaban saliendo y que aquello no era correcto, debía callar o si alguien decía en el burdel que ella se había quejado le iría demasiado mal -Creo que si no requiere de mis servicios no tiene derecho de meterse en mi vida- murmuró con toda la seguridad que pudo mientras aguardaba las lágrimas y el temblor de la voz en la garganta.
Dio un par de pasos y observó al hombre -El mío es Lizbeth...- ese era el que le habían asignado y no dejaban que diera el verdadero hasta el momento sólo Alekshandro lo sabía, pero intentaría que no volviera a ocurrir algo así, ese había sido un error. Casi ríe al escuchar que le dijo madame y no pudo más -¿Acaso me veo como una señora? ¿Acaso siquiera me veo como una fina señorita? ¿Usted cree que aparento serlo?- una lágrima se había derramado por su mejilla mientras decía esas palabras -Si lo que busca es humillarme y hacerme sentir mal restregándome en la cara lo que nunca podré ser... Déjeme decirle que lo ha logrado- parecía que dentro de Claudia algo se había desmoronado haciéndola reventar, quizá no en un buen momento.
-¿Hacer? ¿Soportar?- preguntó de forma calmada y después sonrió sin alegría -¿Huir?- por inercia acarició su muñeca que se encontraba marcada en la única ocasión que se había armado de valor para hacerlo -No puedo huir, no debo huir... Él tiene mucho poder...- murmuró sin darse cuenta de que las palabras se le estaban saliendo y que aquello no era correcto, debía callar o si alguien decía en el burdel que ella se había quejado le iría demasiado mal -Creo que si no requiere de mis servicios no tiene derecho de meterse en mi vida- murmuró con toda la seguridad que pudo mientras aguardaba las lágrimas y el temblor de la voz en la garganta.
Dio un par de pasos y observó al hombre -El mío es Lizbeth...- ese era el que le habían asignado y no dejaban que diera el verdadero hasta el momento sólo Alekshandro lo sabía, pero intentaría que no volviera a ocurrir algo así, ese había sido un error. Casi ríe al escuchar que le dijo madame y no pudo más -¿Acaso me veo como una señora? ¿Acaso siquiera me veo como una fina señorita? ¿Usted cree que aparento serlo?- una lágrima se había derramado por su mejilla mientras decía esas palabras -Si lo que busca es humillarme y hacerme sentir mal restregándome en la cara lo que nunca podré ser... Déjeme decirle que lo ha logrado- parecía que dentro de Claudia algo se había desmoronado haciéndola reventar, quizá no en un buen momento.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Una noche más
Por un momento se preguntó ¿Quien era "él"? Pero en la turbia mente de la joven pudo rescatar uno de sus mayores miedos, y con esto tenía las respuestas suficientes para encajarlo todo.
-Ni un ser tiene el deber de intervenir en la vida de otro -Murmuró con toda su hipocresía, el apagaba las vidas de quienes se alimentaba. Aunque pensaba que se trataba de algo diferente -¿O vivirás eternamente temerosa y condenada a esto que tanto detestas? -Extendió una mano hacía ella, quiso tocarla pero decidió que no era lo mejor.
"Claudia", le llego en un susurro cuando se lo preguntó, aunque ella dijese otro nombre.
-No busco humillarle, madame. Vuestra belleza es doble por el hecho de que la ignoráis. ¿Hay algo que yo podría hacer? Os ofrezco lo que me pidáis, incluso la muerte.
-Ni un ser tiene el deber de intervenir en la vida de otro -Murmuró con toda su hipocresía, el apagaba las vidas de quienes se alimentaba. Aunque pensaba que se trataba de algo diferente -¿O vivirás eternamente temerosa y condenada a esto que tanto detestas? -Extendió una mano hacía ella, quiso tocarla pero decidió que no era lo mejor.
"Claudia", le llego en un susurro cuando se lo preguntó, aunque ella dijese otro nombre.
-No busco humillarle, madame. Vuestra belleza es doble por el hecho de que la ignoráis. ¿Hay algo que yo podría hacer? Os ofrezco lo que me pidáis, incluso la muerte.
Lelio de Vallencourt- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/06/2012
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Re: Una noche más
Él hablaba, decía, murmuraba, pensaba y juzgaba, pero ¿Realmente tenía el valor suficiente como para intentar bularse de ella? Claudia muy dentro de ella sabía que no era así, muy en su interior se gritaba con fuerza que no era menos que nadie de los que habían pasado por su cama, después de todo eran ellos los que mancillaban su cuerpo sin importarles si era lo que quería o no, sólo le separaban las piernas, le abrían la boca y tomaban de su piel lo que querían, pero nadie, nunca había preguntado ¿Qué quería ella?
-¿La muerte? ¿Cómo me ofrece eso?- preguntó medio aturdida, pero entre todo también quería, lo deseaba, quería morir, era la única forma de huir de ese sitio -¿Cómo lo haría?- dio un paso más hacia el hombre, había logrado cautivar la atención de la mujer, de cierta forma lo necesitaba, urgía que alguien hiciera algo por ella y si eso era la muerte, bienvenida fuera.
-Lamento haberme alterado, es que... Todos se burlan...- murmuró, ahora le interesaba que el hombre le dijera como podía acabar con aquél suplicio que vivía día con día y año tras año, era agotador, pero la súplica en la voz de la joven era evidente, prefería la muerte a cualquier otra cosa.
-¿La muerte? ¿Cómo me ofrece eso?- preguntó medio aturdida, pero entre todo también quería, lo deseaba, quería morir, era la única forma de huir de ese sitio -¿Cómo lo haría?- dio un paso más hacia el hombre, había logrado cautivar la atención de la mujer, de cierta forma lo necesitaba, urgía que alguien hiciera algo por ella y si eso era la muerte, bienvenida fuera.
-Lamento haberme alterado, es que... Todos se burlan...- murmuró, ahora le interesaba que el hombre le dijera como podía acabar con aquél suplicio que vivía día con día y año tras año, era agotador, pero la súplica en la voz de la joven era evidente, prefería la muerte a cualquier otra cosa.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Una noche más
Se arriesgó a acercarse más a la joven, y hasta tocarla no supo de que modo le atraía.
¿Quien era él para entrometerse en su vida?
-La muerte no es la única forma. -Le dijo. Se negaba a destruir aquella joven, su existencia continuaría siendo una luz entre las tinieblas aunque le traiga los pesares de la condena. Se preguntaba si podría ella salir por si misma, pero luego recordó que al fin y al cabo no era asunto suyo.
Su cercanía estimuló sus sentidos, había sido un error acercarse tanto al aroma embriagador que poseía la cortesana, y antes de darse cuenta sus labios rosaban su cuello en donde clavo sus colmillos. Abrazó el cuerpo de Claudia lo más suave que pudo, y en el fondo, Lelio sintió un escalofrío que rompió por un momento su propio ser en pedazos. Tal vez la estaba tomando por la fuerza y era igual que todos los otros, pero eso ya no importaba, la sangre fluía hacia su interior como una delicia única, inigualable, aunque sabía que aquello debía terminar para él en ese instante sino quería marchitar a la flor.
Lelio la soltó y se esfumó como una sombra sin una dirección específica, pensó que debía estar lo más lejos posible de aquel aroma antes de que le entraran deseos de volver por más.
Su sangre era exquisita como su presencia. Pero él no podía ser el responsable de extinguir la única luz de las tinieblas; él no podía cortar la flor del pantano.
"Adios Claudia..."
¿Quien era él para entrometerse en su vida?
-La muerte no es la única forma. -Le dijo. Se negaba a destruir aquella joven, su existencia continuaría siendo una luz entre las tinieblas aunque le traiga los pesares de la condena. Se preguntaba si podría ella salir por si misma, pero luego recordó que al fin y al cabo no era asunto suyo.
Su cercanía estimuló sus sentidos, había sido un error acercarse tanto al aroma embriagador que poseía la cortesana, y antes de darse cuenta sus labios rosaban su cuello en donde clavo sus colmillos. Abrazó el cuerpo de Claudia lo más suave que pudo, y en el fondo, Lelio sintió un escalofrío que rompió por un momento su propio ser en pedazos. Tal vez la estaba tomando por la fuerza y era igual que todos los otros, pero eso ya no importaba, la sangre fluía hacia su interior como una delicia única, inigualable, aunque sabía que aquello debía terminar para él en ese instante sino quería marchitar a la flor.
Lelio la soltó y se esfumó como una sombra sin una dirección específica, pensó que debía estar lo más lejos posible de aquel aroma antes de que le entraran deseos de volver por más.
Su sangre era exquisita como su presencia. Pero él no podía ser el responsable de extinguir la única luz de las tinieblas; él no podía cortar la flor del pantano.
"Adios Claudia..."
Lelio de Vallencourt- Vampiro Clase Alta
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Re: Una noche más
Sintió la cercanía del hombre y se puso nerviosa, siempre se ponía nerviosa, no toleraba que nadie se le acercara, pensaba que al final terminaría en alguna cama por las buenas o las malas y no le agradaba absolutamente nada. Sin embargo las palabras del hombre la hicieron fruncir ligeramente el ceño ¿No era la muerte la única opción? ¿Y entonces qué más había? Ella había intentado mil cosas y no había podido.
-Pero...- se quedó callada sintiendo como su cuello se abría, apretó las manos en las costillas del que sabía que era un vampiro, ahora su vida se extinguía, él se quedaba con su vida, al menos no podrían decir que ella lo había buscado todo podía ser un mal entendido y que había estado en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Sus fuerzas se iban de a poco de su cuerpo -Pa...Para...- murmuró mientras se desvanecía en el suelo, de algún modo morir no era tan satisfactorio, ni mucho menos una idea fácil de soportar o llevar a cabo, sus ojos se cerraron unos segundos mientras veía como él se alejaba, pero tan pronto como volvió a parpadear ya nada existía.
Las fuerzas eran nulas, el frío demasiado intenso, suspiró una vez y perdió el conocimiento por completo, no supo que sería de ella.
-Pero...- se quedó callada sintiendo como su cuello se abría, apretó las manos en las costillas del que sabía que era un vampiro, ahora su vida se extinguía, él se quedaba con su vida, al menos no podrían decir que ella lo había buscado todo podía ser un mal entendido y que había estado en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Sus fuerzas se iban de a poco de su cuerpo -Pa...Para...- murmuró mientras se desvanecía en el suelo, de algún modo morir no era tan satisfactorio, ni mucho menos una idea fácil de soportar o llevar a cabo, sus ojos se cerraron unos segundos mientras veía como él se alejaba, pero tan pronto como volvió a parpadear ya nada existía.
Las fuerzas eran nulas, el frío demasiado intenso, suspiró una vez y perdió el conocimiento por completo, no supo que sería de ella.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
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