We were born in blood and night

por **Vali Nørgård** Vie Jul 26, 2013 7:44 pm

Allí se encontraba, con una virgen doncella en su mandíbula, con los colmillos bien clavados en su muslo drenando lentamente la sangre de su cuerpo; robando la esencia vital, como lo pone Vali; con una rodilla en el suelo y en la otra apoyando el cuerpo dormido de la joven, rodeándola con sus largos brazos para no dejarla caer, con suma atención a los latidos de la muchacha para no dejarla al borde de la muerte. En un oscuro y estrecho callejón de París donde nadie los pueda seguir, donde solo la luna lograba dibujar el contorno de sus cuerpos en una luminosa silueta. Valí prefería morder en lugares mas íntimos como los muslos pues ademas de ser mas seductor dejaba la mordida oculta a los ojos curiosos.

Por mucho tiempo detesto tener que hacer esto, pero como pasaba el tiempo aprendió que no había otra alternativa, la sangre animal no era buena para vivir dignamente, es por eso que era muy cuidadoso al morder humanos, ya que de un modo espiritual de verlo, Vali respeta la naturaleza y los alimentos que eta ofrece, un modo pagano de pensar, pero es común en las eras donde la humanidad vivía en conjunto con su entorno. Aunque despreciaba muchas cualidades humanas no por eso les tenia menos respeto, y si se alimentaba de personas inocentes les dejaba vivir, borraba sus recuerdos y ellos vivirían por siempre felices, en cambio a los hombres atroces solía devorarlos vivos dejándolos despiertos para que sientan el dolor que ellos provocan.

Despegó sus colmillos de los carnosos muslos de la joven, lamió las heridas para evitar que gotas de sangre escurrieran por las piernas de ella y acaricio por ultima vez esas voluptuosas extremidades para voltear y ver de reojo a una persona que se encontraba a algunos metros detrás de él; le sonrió sin apuro. –Este callejón esta ocupado, pero no tengo problema en compartir. –Invitó a acercarse. De inmediato descubrió que se trataba de una joven vampiro, claro, comparados con su edad incluso vampiros de mil años son jóvenes. Bajo el vestido de su compañera y en solo rocé que le dio en la frente borró de sus recuerdos esta noche en la que fue la cena de un vampiro. Así viviría en paz.– Espero hayas comido ya, esta humana no soportaría que otro se alimente de ella. –Se levantó con la dormida muchacha en sus brazos y camino hacia la vampira.

por **Kahina D'Emion** Vie Jul 26, 2013 10:04 pm

¡Parad! ¡ Por favor! - grité con toda la fuerza que podía. Mamá se reía desde el rincón de la habitación y el hombre abusaba de mi como si el sexo fuera lo único que le importaba. Hambrientos de mi esencia y de mi espíritu como lobos en plena caza de luna llena. - ¡Detened esta locura! ¡Madre! - nadie me escuchaba, estaba de cierta forma sola en esa habitación. Poco a poco el dolor iba cesando, la sangre dejaba de recorrer mis venas y mi cuerpo estaba ansioso por que aquella nueva forma de vida le colmara por completo. ¿Esto era un complot? Había muerto, de eso no tenía dudas, pero sin embargo continuaba respirando. A paso lento y corto se aproximaban las sombras hacia mi silueta delgada casi al punto de la anorexia. Luego, no recuerdo que ocurrio...

Desperté en la misma habitación donde se encontraba mi madre el día en que se convirtió en la abominación más terrorífica que había visto jamas. Aterrorizada pero con la fuerza suficiente alcancé a levantarme y recorrer con sumo cuidado las instalaciones. Al parecer, me encontraba en un hospital corroído por los años que llevaba abandonado. Creía que estaba completamente sola pero no era así, no iba a estarlo por mucho tiempo. - Maldita... - murmuré rodeando aquella piel blanquecina. Sus ojos negros me observaban fijamente y la luz de la luna resaltaba mis propias pupilas rojas. - De nada - dijo apática sonriendo con total ironía. - Supongo que debería agradecerte por hacer esto por mi ¿No? - agregué con desdén mirando con determinación su cuerpo entristecido por los años que llevaba muerta. - Eres la mujer más hermosa que he visto - murmuró un hombre que se aproximo desde las sombras con tal rapidez que casi fue posible que se haya teletransportado frente a mi. Me acarició con el frío tacto de sus dedos y sus labios, paspados por la época de invierno se acercaron a los míos. No tomé razón del tiempo que había durado aquel horrible beso, pero sí sabia que había correspondido como una fiera. Descendí mis manos hacia el pantalón de aquel hombre, desabrochando los botones con lentitud solo para distraerlo. Mis ojos se abrieron con tal rapidez que podría haber asustado al mismísimo Satanás y la fuerza con la que arroje a aquel maldito vampiro contra la pared, derrumbando esta y causando que los escombros cayeran sobre la silueta de mi madre. Solté un bufido y me arroje de la ventana hacia el bosque que se encontraba debajo.
Nunca más volvieron a saber de mi.

Desde que había podido concebir la idea del estado en que se encontraba ya no fue la misma. La joven que siempre había sido ahora vivía muy dentro suyo, obligada a estar entre paredes de hierro forzado y candados sin llave. Aquella muchacha dulce e inocente que solía ser sentía que todos los ángeles le señalaban, analizando sus actos y su inmadurez. Qué pronta era la ira de Dios. Ni la juventud ni la falta de comprensión lo eximían a uno de ser juzgado.
Y con el tiempo se daba cuenta que nada de lo que hacía estaba bien. Los errores se acumulaban en su lista y el rendirse frente a aquel ser satánico había terminado por quitarle todas las oportunidades que se le habían presentado. Recordaba que su padre le decía que desde el momento que le vio nacer se había enamorado de sus rasgos y de aquella risa que podría despertar hasta esperanza en el propio Infierno. Pero más recordaba que luego de que su madre los abandonara y jurara que volvería por ella, él le había dicho: Un hombre enamorado es capaz de hacer cosas fuera de lo común. Me da igual que el maldito mundo se destroce. Tu eres mi ángel y no dejaré que te vayas...
Esa promesa jamás se cumplió y la joven, decepcionada, terminó rindiéndose ante las garras de aquel monstruo devorador de sueños. No tenía opciones... sabía que si intentaba suicidarse ella la encontraría y la manipularía para transformarla. Y si intentaba huir la perseguirían hasta el fin de los tiempos. ¿¡Para qué!? ¿¡Por qué!? No podía lograr que las piezas encajaran en aquel rompecabezas, no podía lograr comprender nada de lo ocurría en su vida. Y ya nada importaba, ya no tenía razones suficientes para luchar. A veces es mejor dejar que las cosas encajen. La vida misma no es tan definida, siempre hay zonas grises. Y ella, ella era la zona más gris que existía.

Mientras vagaba por los bosques comenzó a pensar que si volvía a su ciudad estaría de nuevo junto a su gente, pero también completamente sola, con el resto de la eternidad para suspirar por las muertes que podría haber cometido y por aquello que había perdido cuando aún estaba con vida. Ya no sabía que pensar de ella misma y no sabía que hacer. Kahina se distanció de la sociedad y creo un lugar en su mente. Un sitio al que podía acudir si alguna vez se sentía sola, se perdía o necesitaba pensar en silencio. Ese era el único sitio que nadie sabrá nunca cómo encontrar. Vagando por las calles de Francia escuchó ruidos provenientes de un callejón y el olor a sangre comenzó a abrumar todo tipo de pensamiento que se tornó en su mente. Sus sentidos se acoplaron para poder determinar cuanto dolor estaba sufriendo aquella joven gracias a la voracidad con que le succionaban la sangre. Sonrió de lado y se acercó lentamente con su aspecto más inocente.
Un hombre corpulento y alto se acercó con aquella mujer en brazos, que parecía no saber que acababa de morir una parte de ella. - Lo he hecho. - contestó fría y con cierta apatía en su habla. Lentamente, su silueta esbelta y coqueta se lucía alrededor del hombre, resonando sus tacones como el eco en una cueva. - Kahina, ese es mi nombre. - respondió a sus pensamientos, recorriéndole con la mirada de arriba a abajo. Por más mujer que se mostrara, podía sentirse el miedo de su esencia virgen... ¿Que podría ocurrir? ¿Había algo de que temer?

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