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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por A. Markov Duncan Jue Ene 28, 2016 3:47 am

Blood Night


Era en el momento después de la cena, cuando el Burdel de Bianca abrió sus grandes y majestuosas puertas de madera. Markov estaba en el sótano de esta, entre barriles grandes de vino y cerveza, el olor a sangre seca y el traqueteo del recuento de las monedas que caían de un lado a otro con una melodía metálica. Markov se erguía imponente supervisando a todos los “contables” del negocio. Se había adueñado de un gran trozo de madera que le servía a veces de puntero y otras veces de bate- Más vale que acabéis de contar las monedas para hoy- dijo mientras daba otra vuelta por todo el  sótano y abría la puerta para salir a ver a sus perros. Este se arrodillo con una sonrisa y acarició las orejas de todos- Sr. Duncan- dijo una voz temblorosa tras ellos lo que hizo que Markov se levantara y se dirigiera hasta el hombre menudo que estaba ahí- La señora le requiere arriba, según parece algún hombre ebrio intenta tocar a las chicas sin pagar- elevó una ceja y sonrió pasando la mano por el hombro del hombre en señal de aprobación- Logan te dejo al mando hasta que baje- dijo mientras subía las escaleras de piedra hasta dar a una puerta de la mancería particular de Bianca. Se sacudió las manos y sonrió a más de una chica de las que estaban allí y ya conocía. Se cruzó de brazos y se acercó a Bianca por detrás. Aquella Madame se hacía respetar, tenía la lengua de una víbora y el porte de una reina. Sin duda alguna había sabido buscar la forma de camelarse al grandullón y este, en cuento escuchó la palabra “poner orden” no se lo pensó dos veces antes de aceptar el trabajo. No tardó en fijarse en el hombre que estaba montando aquel espectáculo en el “honrado” trabajo de la Sra. De Léance. Pero sin duda eso podría ser una falta de respeto hacia ella y eso sí que no podía tolerarlo. Ladeó el rostro y paso de largo a Bianca, a la mujer que atendía en la entrada y después posó la mano en la nuca del hombre, con una diferencia considerable de altura- ¿Qué crees que estás haciendo?- dijo mientras apretaba la mano en torno a su nuca y el rostro divertido y prepotente del hombre se alejaba sin dilación hasta dar paso a una mueca de dolor y miedo- Pídele disculpas a la Sra. De Léance- dijo propinándole un empujó con la misma mano que lo sujetaba y postrándole a los pies de la madame. El hombre tembloroso elevó las manos y pidió disculpas a la mujer. Y Markov satisfecho lo cogió del pelo, arrastrándolo fuera entre gritos y pataleos- Me dijiste que le pidiera disculpas y eso hice- protestó el individuo. A lo que Markov gruñó y lo llevó a un callejón oscuro que había a un lado entre balbuceos- Te dije que lo hicieras, pero no te dije que te librarías así del castigo- respondió el grandullón. Le cogió de los pels levantándole la cabeza y le dio un puñetazo tras otro. Le rompió un par de dientes y probablemente la mandíbula- Bien esto es lo que haremos- dijo arrodillándose ante el hombre que yacía ahora apoyado en la pared con el rostro hinchado y cubierto de sangre- Si por mi fuera, estarías en el fondo del Sena dando de comer a los peces. Pero como la señora es más generosa que yo, y seguramente sé que su deseo no es matarte. Correrás a a decir a todo el mundo quien te ha hecho eso, y que el Local de la Srta. Leánce no es un sitio para calaña grosera y mal educada- dijo mientras le daba tortazos leves en la mejilla para que no se quedara inconsciente.

Markov se levantó del suelo y sacó un pañuelo del bolsillo de su pantalón, se limpió las marcas de sangre de los nudillos y después se lo lanzó a la cara del individuo- Espera- se arrodilló y de la billetera sacó todos los francos que tenía a excepción de uno que se lo dejó a él- Para que vuelvas a casa- dijo alejándose por el callejón y entrando en la estancia de nuevo. Se encontró de frente con la impasible Bianca que sin mediar palabra, con sus ojos había interrogado a Markov en menos de un minuto- Está vivo- respondió mientras se acercaba a la barra del establecimiento y servía un poco de Whisky en un vaso ancho de cristal. Se lo tomó de un solo trago- Esto es por las molestas, me lo ha dado para ti- mintió y se lo entregó a Bianca con una sonrisa abierta de lado a lado de la cara. Aunque los dos sabían que no lo había dado voluntariamente- Necesitas más papel y menos metal- dijo recordando el traqueteo metálico del sótano y andando hasta posicionarse a su lado- Le he dicho también que diga a sus amigos, que la próxima vez que vengan mantengan la compostura- y se cruzó de brazos mientras la camisa blanca remangada se estiraba lo que podía por la envergadura de su espalda y sus brazos. Esperando alguna palabra u orden de aquella mujer que le indicara el camino. Aunque la noche había empezado aburrida, Markov deseó mucha más sangre esta noche. O sino tendría que esperar a que alguna muchacha del Burdel dejara de serle útil a Bianca para poder hacer con ella lo que le diera la gana. Sino se aburriría, eso enturbiaba su ánimo y llegaba a enfadarse. Si no era por una vía era por otra, pero siempre encontraba entretenimiento. El único problema era que no podía tocar a las chicas de Bianca a no ser que esta le diera permiso.

La música era la engarda de romper el silencio, también algun que otro gemido o una risa bobalicona del local eran algo que mantenía aquel silencio negro y vacío en la estancia antes de que Bianca abriera la boca. Esa boca que a Markov le costaba dejar de mirar cada vez que se movía. Justo cuando iba a responderla, el mismo mensajero de antes, subió las escaleras e irrumpió en la puerta principal junto a ellos. Markov cerró los ojos crispado por tan poco decoro y antes de que fuera a recriminar su actitud- Logan ha escapado con todo el dinero recaudado de anoche- gritó mientras Markov fruncia el ceño cargado de ira y miraba a Bianca a los ojos- Hay que haber algún tipo de interrogatorio a los empleados antes de que entren a trabajar aquí. ¿Quién es tan estúpido como para robarte? preguntó de modo evidente- Usted, dirá- dijo esperando a las órdenes de Bianca.


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Mensaje por Bianca de Léance Vie Ene 29, 2016 3:07 am

El momento en que se encontró con semejante pared quedó impactada, no siendo esto muy fácil de conseguir. Dado que su sola presencia era imponente quiso averiguar hasta qué punto su personalidad cuadraba con ello y de nuevo quedó gratamente satisfecha. En ningún momento se le pasó por la cabeza que un hombre de la posición social de Markov quisiera trabajar para ella sino más bien pagar como todos los demás y disfrutar del local, pero la personalidad del milenario iba más allá de formalismos y riquezas. En el mundo en el que se movía ahora no había apenas cabida para alguien como él y eso lo fue descubriendo Bianca a medida que charlaba con él. Parco en palabras y más dado a soltar gruñidos de asentimiento o negación, acabó por contarla a grandes rasgos la historia de su vida, siempre sin entrar en detalles. No era difícil hablar con ella pues nada le asustaba y tenía conocimiento de cada una de las razas sobrenaturales existentes, ya que de lo contrario estaría en desventaja –sobre todo en su negocio-. Un vampiro de la complexión, personalidad y edad de Markov era perfecto para mantener el lugar limpio de maleantes y borrachos, de muchos se ocupaba ella misma pero con otros prefería no enfrentarse y para eso estaba allí el vampiro. O al menos ese fue el motivo de que le contratara, pero poco a poco se fue ganando el respeto de la madame y esta el suyo; extraña pareja. Disfrutaba viendo a esa fiera gobernar a sus subordinados, era divertido ver la diferencia de trato que tenía ella y la que empleaba él. Ella siempre ladina y autoritaria, él arrasando con todo sin temor alguno a destrozar al contrario.


Esa noche no era distinta a otras, salvo por lo que acontecía en el sótano. La cantidad de dinero que había allí acumulada no era segura y esa situación crispaba a Bianca. Todas las ganancias del mes anterior estaban siendo minuciosamente contadas para ser transportado a primera hora de la mañana al banco, por lo que la presencia de Markov estaba ausente de los salones que solía patrullar cuando no andaba magreando a alguna de las chicas en la zona de bebidas. En un principio le reprendió por esa actitud pero acabó por comprender que era otra de las maneras de pagarle y mientras dejara capaces a las jóvenes para trabajar cuando acabara con ellas, Bianca no diría nada. Ella misma cedía a los brazos de aquel bárbaro de vez en cuando y no ocultaba la predilección que sentía por él por encima de los demás trabajadores.


La entrada de Markov en la parte superior de “El Jardín de las Delicias” no fue tan rápida como Bianca esperaba y esto se vio reflejado en el rostro impasible de la madame. No hubo cruzo alguno de miradas con el vampiro, ni una sonrisa o gesto cómplice. Quería que hiciera el trabajo y lo hiciera ya. Más tarde descubriría si era Markov el que se había entretenido de camino o había sido el emisario quien se había tomado su tiempo para hacerle llegar el aviso de la patrona. Fuera quien fuera el responsable sería debidamente castigado por ello pues en ese caso se trataba de un mediocre que quería aprovecharse de la ausencia de seguridad, pero ¿qué hubiera pasado si se tratara de un asesino? No era una posibilidad descabellada y Bianca necesitaba confiar en las personas que allí trabajaban y su eficacia. Retiró los pies del hombre que suplicaba perdón e hizo el gesto pertinente al grandullón para que lo sacara de allí, sabía las normas y sabía cuándo debía tan solo echar a los intrusos y cuando hacer que tuvieran otro final; aunque bien temía que algún día tuviera un problema por la falta de autocontrol de este. En cuanto le vio de vuelta clavó sus ojos claros en él esperando el veredicto y asintió conforme a su respuesta y cuando se disponía a alejarse tuvo que detenerse por las palabras de este, tomó el dinero y se lo tendió de vuelta -quédatelo, será tu paga por esta noche -. No, quien había tardado no había sido él, de eso estaba segura con tan solo ver el gesto que mantenía siempre hacía ella. Cumpliría cualquier mandato que esta impusiera y si estaba allí era porque de alguna manera quería proteger la vida de la cambiante, por lo que a quien reprendería más tarde era Logan. -Los francos son los francos, da igual que pesen o que no -, le corrigió por su comentario. Ya se ocuparían en el banco de cambiarlo si era necesario.


Captó la mirada de una de las prostitutas a Markov y enarcó una ceja dejando claro que no era el momento de juegos sino de trabajar. -Si tus encuentros interfieren en su rendimiento habrá problemas Markov. Tendré que decidir entre despedir a todas mis chicas o dejar de contar contigo -, hizo el gesto de balanza con las palmas de las manos hacia el techo y se aseguró que la idea que le presentaba no fuera agradable para él. Si Bianca había conseguido tener éxito no había sido por dejar las cosas pasar sino por mantener todo bajo su control y así seguiría. Siempre podría irse el vampiro si decidía que aquello no le interesaba. -Ahora llama a Logan, tengo que hablar con los dos en mi despacho -. Antes de darle tiempo a protestar por la tarea se alejó de él, si le dejaba hablar o más bien hacer acabarían en el despacho pero de otra forma como prácticamente cada vez que discutían por lo que –en ese caso- era mejor poner tierra de por medio.
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Mensaje por A. Markov Duncan Dom Ene 31, 2016 2:05 pm

Cuando la orden llegó de la boca de la cambiaformas, Markov no tardó en asentir obediente. Se giró hasta el mensajero al que arropó con sus brazo por detrás de los hombros, mientras juntos se encaminaban escaleras abajo, para dar al sótano y ver el vacío que había dejado aquel individuo en las arcas del establecimiento. Markov se pasó la mano por la barba, acariciándose el mentón. Faltaban al menos dos contables y Markov no tardó en preguntarse donde se encontraban. Aunque el razonamiento era lógico, estaban muertos, escondidos entre los ajados barriles del sótano, bien escondidos y camuflados para intentar despistar a Markov. Sin mucho tardas este con su característica forma de caminar abrupta y taciturna se arrodilló ante los recientes cadáveres y suspiró- Coge la carreta, envuelve a estos dos en telas y esperame junto al Sena. En la parte de las alcantarillas- dio instrucciones al mensajero que a pesar de ser alguien nerviosos y algo tartamudo era servicial y confiable, sobre todo con Bianca y con el tiempo, con Markov. Diligentemente el hombre sudoroso y más nervioso que nuca se frotaba las manos antes de ponerse al trabajo que le habia encomendado. Mientras Markov, cogió la chaqueta oscura, se puso el sombrero y encendió un puro mientras caminaba con paso lento hasta el primer lugar donde sabía que tenía que buscar.

Se lo tomo con calma, caminaba de noche, saboreando el puro con tranquilidad cuando llegó a la primera casa de empeños, que no solo se dedicaba a ello, sino que había unos pequeños prestamistas que dejaban dinero, de forma que no saliera reflejado en ningún libro. Y por tanto no tenían que pagar ningún impuesto al Estado, ni al país ni al monarca.

Mantuvo el puro en la boca cuando los nudillos de Markov se posaron repetidas veces sobre la puerta de madera que tenía una mirilla. Impaciente por que no le abrieran a escasos segundos, se dedicó a aporrear la puerta con más impetu hasta que escuchó una voz quebrada detrás -Ya va, Ya va.- se quejaba hasta que decubrió la mirilla para ver los ojos fieros de Markov- Abre la puerta anciano- dijo sin pararse a saludar- O tiro la puerta abajo- amenazó y en ese mismo momento la puerta se abrió mientras el hombre de la voz quebrada gruñía- Acaba de llegar una rata llena de dinero, que no le pertenece. ¿Dónde está?- dijo Markov tirando el puro al suelo y pisandolo. En el momento que el hrombe elevó el dedo acusador y delató el paradero del ladrón.

Markov subió las escaleras hasta una puerta, afinó el oído en esa dirección y descubrió aquel corazón podrido de avaricia y de traición, entre la melodía del dinero al ser contado por los hombres del prestamista. Markov pegó una patada a la puerta haciendo que saltara la cerradura y metió las manos en los bolsillos- Vengo a llevarme a esa rata y el dinero que ha traido con ella, no le pertenece- y en ese momento se hizo el silencio.

Un par de horas más tarde, aquella misma noche. Markov caminaba arrastrando de la pierna al ladrón, sin preocuparse por su ropa o por si su piel terminaba ajada por el asfalto. Se quedó en la puerta del burdel y se agachó para cargar el cuerpo inconsciente del hombre en su hombro derecho, como si fuera un fardo de paja, dispuesto a subir las escaleras con él, y en la otra mano una gran bolsa de monedas que se había incrementado considerablemente su volumen. Cuando llegó entró en la estancia y sentó al hombre en la silla. Dejó la bolsa de monedas en la mesa de Bianca y mientras esperaba a que llegara la Madame, se dedicó a coger una cuerda e inmovilizarlo mientras esperaba.

Se percató que tenía el rostro manchado de sangre fresca, algún resto por la barba reflejaba que la noche había sido lo cruel que él quería que fuese. Se había librado de todos aquellos hombres que se interpusieron en su camino, a excepción del prestamista, el cual sería un asesinato que traería más repercusiones que beneficios. Sin embargo, se lavó en una pequeña tina apartada con agua y se acicaló un poco esperando a que Bianca apareciera.

No tardo en hacerlo, parecía que esa noche le estaba dando más problemas que otra cualquiera, la mujer tenía una mueca en los labios que no dictaminaba un buen humor, pero Markov sabía que eso no era culpa de él. Había cumplido, como siempre que alguien le ordenaba que hiciera algo- Ya estamos aquí los dos, aún que Logan está un poco desmejorado, la noche no le sienta nada bien- dijo revolviendo el pelo mojado que tenía el individuo, aún inconsciente, como si fuera un juguete de madera o porcelana carente de vida y por tanto carente de importancia para nadie y en especial para Markov.
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Mensaje por Bianca de Léance Lun Feb 01, 2016 10:14 am

La espera no se le estaba haciendo especialmente pesada, contaba con las artes de Markov –hombre que jamás había vuelto sin cumplir una tarea- y la rata a la que perseguía no podría ir muy lejos con todo aquel dinero. Las opciones estaban claras y sabía que la eficacia del vampiro se haría notar. Le estaban poniendo de mal humor esa noche y no era quizás la anfitriona a la que se habían acostumbrado sus clientes pero se estaba esforzando en recibir a cada cliente con una sonrisa. De cuando en cuando se paraba a pensar en las mujeres de aquellos hombres con los bolsillos generosos, cuántas de ellas conocerían el paradero de sus esposos, cuántas lo permitirían por miedo a quedarse solas y cuántas llorarían ante la cama vacía cada noche. Todas, como ella años atrás, habían sucumbido al amor, a las falsas promesas y pocas aprendían; Bianca era una de las que sí lo había conseguido y como tal ahora se lucraba de la naturaleza de los hombres. El aviso de que Markov y Logan habían regresado fue suficiente para que dejara en la recepción a otra de sus chicas con un hombre de seguridad y desapareciera. Quizás era el club más seguro de todo París, nunca –salvo en las salas- había una prostituta ni bailarina a solas y siempre que atendían a un cliente había un guardia al otro lado de la puerta dispuesto a intervenir si era necesario. Por ello, higiene, diversidad y secretismo se había convertido en poco tiempo en un club elitista y de obligada visita para todos quienes querían disfrutar de los placeres de la vida. Drogas, sexo y alcohol.

Una vez en su despacho privado Bianca cerró la puerta por dentro. No quería interrupción alguna pues aún no sabía qué iba a ocurrir en aquella sala, pero sí sabía que iba a hacer pagar a Logan por aquella falta de respeto y lealtad. Siempre había pagado salarios justos y generosos a todos sus empleados, más de lo que acostumbraba a cobrar la gente que se dedicaba a esos negocios, por lo que no iba a permitirle salir impune. Paseó la mirada por la habitación reconociendo la bolsa de dinero sobre la mesa, asintió de forma seca a Markov en agradecimiento y se giró hacia el que yacía inmóvil y sin conocimiento. -Levántale-, pidió con tono firme, podría haberlo hecho ella pero siempre tardando más y para el vampiro levantar aquel cuerpo aún fijado a la silla no suponía un esfuerzo. Una vez este lo hizo tiró de la alfombra descubriendo el suelo. Por nada del mundo querría manchar semejante obra de arte persa y las manchas de sangre no salían con facilidad. Se situó delante de Markov dándole a espalda y se retiró el pelo dejando al aire las ataduras de la parte posterior del vestido, -con delicadeza por favor, vale más que esa bolsa de francos-. Al igual que con la alfombra, el vestido no iba a sufrir la ira de la cambiante y lo dejó en un armario antes de regresar frente al que ya parecía medio cadáver. Vestir tan solo los ropajes interiores hacia sus movimientos mucho más libres y rápidos, cosa que seguramente le vendría a la perfección. Con decisión tomó la tina en la que Markov se había aseado y lanzó el contenido contra la cara de Logan consiguiendo al fin que despertara de su trance. -Buenas noches Logan-.

Una vez este hubo recuperado el conocimiento, el temor por lo que le fueran a hacer le mantendría despierto por lo que no tenía que molestarse en andar con prisas. Sin importarle que ninguno de los dos pudiera fijarse en la piel que mostraba con esa ropa, se dirigió hasta uno de los cajones tomándose su tiempo para escoger su juguete. Dada ya la vuelta, dejaba a la vista la fusta con la que empezaría aquel castigo, -en otra situación lo podríamos haber pasado bien, no es este el caso-, anunció antes de asestarle el primer golpe en la mejilla dejándole una marca roja. El hecho de que Markov le hubiera inmovilizado era demasiado útil como para no aprovecharlo, le amordazó y abrió la camisa de par en par dejando su pecho al aire, lo mismo hizo con el resto de su cuerpo bajando los pantalones hasta los tobillos junto a la ropa interior. Por irónico que fuera la hombría de logan lucía entre sus piernas dura ante la visión de la que había sido su jefa. El orgullo femenino de esta sonrió mientras su castigo continuaba con golpes por todo el cuerpo incluido su miembro y los testículos. Las lágrimas que caían por las mejillas eran el único modo de saber el dolor que le estaba infringiendo pues no tenía modo alguno de chillar ni hablar. Una vez Bianca se consideró satisfecha por las marcas que había dejado en la piel pálida de Logan, posó la fusta sobre el escritorio.

-Ahora te voy a quitar la mordaza, pero no vas a protestar ni a chillar o volveré a empezar, ¿está claro?- tan solo cuando este hubo asentido, Bianca le liberó. Sabía que todo su cuerpo estaba sensible, vibrante, conocía esa sensación aunque no a un nivel tan cruel. La estatua que parecía Markov junto a la ventana habría visto cosas mucho más agresivas y brutales que aquella. Alcanzó la bolsa de monedas que este había dejado sobre la mesa y la posó sobre las piernas de Logan mientras la abría, sabiendo que este estaba valorando las posibilidades que había de que le hiciera algo con ellas. Mientras con una mano le obligaba a abrir la boca, con la otra le metió una moneda, -traga-. Así una a una fueron cayendo las monedas en el estómago del ladrón. -Ya tienes tu dinero, ¿te sientes bien ahora?- El peso del metal debía suponer un dolor tremendo haciendo que el estómago se descolgara lentamente en su interior, pero eso no iba a durar demasiado. -Como sé que te arrepientes de haberme robado, porque te arrepientes ¿verdad?- sujetó su cara para que la mirara a los ojos esperando a ver cómo asentía, -bien, te libraré de semejante carga-. Acto seguido clavó una daga en el vientre del joven hasta la empuñadura y subió por su pecho hasta el inicio de la garganta, abriéndole en canal. Las monedas, junto a sus tripas cayeron al suelo con él aún vivo. -Todo tuyo, si es que consideras que algo de ahí se puede aprovechar-, musitó jadeante al vampiro.
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Mensaje por A. Markov Duncan Miér Mar 09, 2016 4:29 am

Aquella doncella de la muerte, no se limitaba solamente a torturar a la gente, cosa que para alguien de su posición y condición social era raro que disfrutara, sino que su labor era la de educar. Sin duda el dinero era el mayor factor de riesgo para la lealtad de la gente que trabajaba allí, pero esta mujer de negocios tenía claras las preferencias sobre sus empleados y lamentablemente no muchos lo cumplieron, costaba creer que el desdichado de Logan, que había estado tantos años en servicio de aquel lugar, ahora lloriqueaba antes de que tus entrañas oxidadas por las moneras, se desparramaban en el suelo de forma explícita y a borbotones. Quizás no apto para la mayoría de las personas, pero si para ellos. Bianca se separó del cuerpo y le indicó a Markov que se deshiciera del muerto y probablemente de la carísima alfombra persa que se encontraba bajos sus pies.

Se acercó hasta Bianca y sacó un pañuelo algo arrugado del bolsillo de su camisa. Tomó el rostro de Bianca por el mentón y en silencio, ante aquel espectáculo macabro de casquería, limpió las pequeñas gotas que salpicaron el rostro con suavidad. En contraposición a lo que Markov era, con Bianca y exceptuando alguna que otra mujer, les concede la delicadeza que no tenía si quiera para las palabras. Después tomó las manos firmes de la mujer y se las llevó a los labios para besarlas con respeto- Habrías sido de las mejores guerreras de mi tiempo- le obsequió aquel cumplido y le sonrió con complicidad bajo aquella barba frondosa y firme. Cuando terminó de lidiar con la cambiaformas dirigió su mirada al suelo, el olor a sangre era casi palpable en el aire de la instancia, así que arrodillándose cogió la alfombra y la fue enrollando hasta recoger en su interior el cadáver y las tripas de este de forma firme. Puso después los brazos en jarras y miró a Bianca- Es una gran mancha de sangre...-dijo ante el suelo húmedo que empapaba la madera y seguramente haría que goteara al piso de abajo- Llevamos un buen ritmo de cadáveres esta noche, seguramente tengamos problemas en el futuro y tendrás que estar preparada- le miró a los ojos para saber que Bianca le escuchaba- Todos los problemas que hemos tenido hoy, a pesar de este que podría ser por puro egoísmo, es que era para una tercera persona. Así que habrá que mantener los ojos abiertos- se acercó hasta ella, posando las manos en los hombros de ella e intentando por fricción darle el calor que su piel no poseía- Lo que quiero decir es que tengas cuidado- ordenó sus palabras intentando se conciso con ella- No es ningún secreto que me preocupe o mire por ti- acercó sus labios a los de ella, para besarlos con suavidad- No quería nadie en la faz de la tierra si te pasara algo. Quemaría la ciudad, destruiría todo lo que encontrara a mi paso, como si el apocalipsis llegara- y una vez dijo eso cargo la alfombra enrollada y se dirigió a la puerta, deteniéndose antes de salir por ella- Tu solo, toca la trompeta del juicio final y yo lucharé para ti.

Dejó de lado el burdel y cargando con la alfombra se dirigió al lugar en el que solía deshacerse de los cadáveres, aunque el Sena tuviera suficiente profundidad y caudal para su objetivo, se había deshecho ya de un bulto. Tampoco quería tentar a la suerte, porque de ser descubierto no cesaría esa noche de cadáveres. Así que como segundo lugar predilecto para deshacerse de ello, se dirigió al campamento gitano, situado a las afueras y pagó una cantidad de dinero considerable de su propio bolsillo para que eliminaran el cuerpo. Las hogueras que tenían en los campamentos eran casi eternas, casi un símbolo de identidad de aquel campamento, pues las noches eran largas y festivas y se dedicaban a bailar y cantar alrededor de ella. El cadáver cayó en la pira que empezó a devorar el tejido sangrante y a tornar el aire de un olor nauseabundo. Se pasó la mano por el rostro y notando la luz en el horizonte, se aventuró a resguardarse de la llegada del amanecer.

Dormía en la ciudad, en un pequeño apartamento, situado en la segunda planta de un edificio rectangular, casi le recordaba a una construcción romana, y aquello fue lo que le hizo decantarse por aquel lugar. No tenía intereses materiales, pero tampoco se privaba de los camprichos de las cosas que le gustaban de verdad. Con las ventanas casi siempre cerradas se metió en el ataúd aterciopelado para cerrar la tapa y evitar el sonido y las luces del día. Aunque las leyendas dijeran de los ataúdes como simbolo morboso eran muy prácticos. Además de ser cómodos, evitaban que el ruido, el calor y la luz atacara sus sentidos durante las horas del día en el que más tránsito solía haber. Markov en ese momento desaparecía de la faz de tierra durante unas horas hasta que tuviera que volver a su trabajo.

Horas más tarde, llegando la hora del ocaso, Markov se levantó y miró por la ventana como cada noche. Saboreó un puro habano de importación y contrabando que tanto le gustaban y se estiró con su torso desnudo y casi completamente tatuado. Se estiró cuan ancho y alto era y abrió el armario para coger un pantalón, los tirantes correspondientes, que muchas veces los llevaba colgando por incomodidad y una camisa normal. La chaqueta lejos de ser de gala, como casi todo el mundo, lo llevaba abierto, sin atar y sin pañuelo en el suello, aquellas cosas eran la perversión de la moda, era incómodo, picaba y oprimía todo el cuerpo, al menos el suyo que no era pequeño. Y una vez estuvo preparado se dirigió al trabajo, donde encontró con pintura oscura en la puerta en la que se ilustraban unas caricaturas de Markov y Bianca en posición sexual muy explícitas entre otras amenazas e insultos.

Markov elevó la mirada con un ojo cerrado, se rascó la mejilla y tiró lo que le quedaba de puro al suelo siendo consciente. Entró en la instancia saludando a quien recibía- Si, parece que tenemos a un par de artistas deseosos en arreglarle el establecimiento a la señora. ¿Bianca dónde está?
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Mensaje por Bianca de Léance Miér Mar 23, 2016 6:08 am

No había actitud en el vampiro que Bianca pudiera reprochar. Había sido, junto a Konrad, el único hombre que se había ganado la confianza y total respeto de la cambiante. No se cansaba de verle actuar, sus movimientos seguros y firmes, la manera ruda e incluso tosca de hablar con los demás, su mirada crítica y fiera… Lo más seguro es que de ser un humano Bianca acabara enamorándose de él y tratando de formar esa familia que una vez perdió. No eran muchas las ocasiones en que se descubría fantaseando de esa manera pero sí en determinados momentos como ese. No parecía real el cambio de Markov con ella respecto al mundo, la suavidad con que retiraba esas diminutas manchas de sangre y besó sus manos, ¿Qué era eso que tenían? Pero jamás hablaban de ello, ninguno de los dos movería ficha en su relación y era algo que ambos sabían con certeza. Sonrió por sus palabras y asintió en agradecimiento antes te contestar un escueto, -lo sé-. Mientras ella limpiaba el arma que había usado para asesinar a Logan, y la fusta con que también le había golpeado con dureza; el vampiro se encargaba de recoger los restos del hombre y envolverlos en una alfombra que valía más de lo que él podría ganar en un año entero. -De la sangre me encargo yo-, le tranquilizó para que continuara con su labor de salir de allí y que nadie pudiera unirlos con la muerte de Logan. Con rapidez fue a por todas las telas posibles y las colocó en el suelo mezcladas con sal, con un poco de suerte esto empaparía la sangre antes de que goteara al piso inferior. Tenía razón en lo que decía el grandullón, no podía mantener la madame ese ritmo de muertes en el local o todos los dedos apuntarían al Jardín de las Delicias en cuanto apareciera un cuerpo. Pero por otro lado, Bianca no era conocida por su bondad o piedad, cada persona que entraba allí era consciente de que si la traicionaba se iría al hoyo.

Y de nuevo ahí estaba el Markov cariñoso. No habría mujer en el mundo que pudiera mantener una relación con él pues jamás sabría por donde iba a salir. La cambiante, por otro lado, simplemente bebía de cada momento que le regalaba pues sabía que eran efímeros y al momento volvería a ser el guerrero bajo su mando. -Tendré cuidado, siempre lo he tenido y por eso sigo viva. Los dos cuidamos el uno del otro Markov, no olvides que yo también estoy tras tu espalda si hay problemas-, se echó a reír por su último comentario y le dio con el pie en el culo para que saliera de una vez de allí. ¿Quién podría bromear en una situación así? Pues esa pareja. Aprovechó toda su ausencia de esa noche para cerrarse en el despacho y fregar a conciencia el suelo, que quedó bastante decente. Si bien era cierto que se había quedado un poco más rojiza la madera, no era algo que llamara la atención y incluso le daba un toque más elegante; de cualquier manera volvería a comprar una alfombra y todo quedaría oculto. Cuando la hora de cerrar llegó, no se dirigió a su casa, sino a la de su hermana. Hacía tiempo que no la veía ni a ella ni a su sobrina y después de esos incidentes sentía que debía comprobar que todo las iba bien. Cada una de las veces que pasaba tiempo con ellas tenía una sensación paralela, por una parte se relajaba totalmente y dejaba de lado a la Bianca fría y arpía, a la jefa para ser solo una mujer con su familia; pero por otro… ver a Arabella junto a Sofía le recordaba una y otra vez la pérdida de su hija, el hecho de no poder tener esas veladas que ellas compartían.

Todo el día que pasó junto a Arabella y Sofía fue digno de marcar en el calendario. Las tres mujeres aprovecharon para ir a pasear después del desayuno, Bianca se gastó una fortuna en regalos y ropa para la niña y ciertos detalles para su hermana, comieron en uno de los mejores restaurantes de la ciudad y ¡en la terraza! Como bien le gustaba a las hermanas, llevaron a Sofía al parque para que montara en lo que quisiera y así ellas poder aprovechar para ponerse al día, momento que escogió la mayor de las mellizas para contar cómo estaba la situación en su local. Así mismo la dijo que mandaría a Markov a revisar la casa cada noche cuando saliera del club, que era de su total confianza y no se negara a nada de lo que este la dijera. Arabella era mucho más tranquila que ella pero no por ello menos desconfiada y la iba a costar lidiar con ese gladiador, además de que relacionarse con los demás no era su punto fuerte, lo eran más bien los libros o los muertos como buena rata de biblioteca que era. Llegada ya la hora de dejarlas solas, Bianca fue a su casa para darse un baño y cambiarse de ropa una vez más.

Ya delante de la puerta del local tuvo que detenerse al ver ciertos dibujos en los que estaban representados ella y Markov. Sin parar de reír entró para comenzar a preparar las bebidas, las salas y todo lo necesario. -Ya lo has visto por lo que veo- comentó tras su espalda esperando a que se diera la vuelta. -No sé si te ha enfadado pero yo me he dado cuenta de que hay posturas que no hemos probado, te parecerá bonito gladiador…- ya había mandado a borrarlo a una de las mujeres de la limpieza pero quería picarle, había recargado pilas después del día en familia y nada iba a hacer que se fuera abajo. Tirando de la mano del vampiro se lo llevó a una de las salas que ya estaban preparadas y sin gente que pudiera oírles, -necesito que me hagas un favor-, comenzó para que le prestara atención, -no sé si te había comentado que tengo una hermana y una sobrina, viven solas con su servicio. Visto como están las cosas, me gustaría que pasaras por su casa cada noche cuando salgas de aquí-, si accedía le daría la dirección, en caso contrario sería ella misma quien fuera a vigilar la casa.
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Mensaje por A. Markov Duncan Dom Abr 03, 2016 3:50 am

Esto parecía que iba de mal a peor, las pintadas en el establecimiento de Bianca no solo habían sido de carácter satírico, sino que era un punto de mira para todos los pequeños establecimientos clandestinos cercanos. Aquella jungla urbana obligaba a hacer pactos entre jefes, como pequeñas mafias, para mantener a flote el ir y venir de los clientes, del opio de exportación y por supuesto de las chicas. Markov intentó tomárselo como Bianca, el grafiti y el arte callejero con caricaturas eran algo típica en la Roma antigua, así que no le resultaba escandaloso eso, pero si le parecía una barbarie intentar ultrajar a una mujer como Bianca públicamente, cuando todos y absolutamente todos los que estuvieran en la vida nocturna conocían su nombre, carácter y reputación.

No fue la mano que guio a Markov a una de las habitaciones, sino su respeto y la pérdida inconsciente de facultades al escuchar su voz y oler su perfume, que eran el bálsamo que amansaba a la fiera. De hecho porque Bianca se lo hubiera tomado con humor, él se había relajado considerablemente, pero el hecho de que necesitaran hablar a solas, hacía que el gesto de Markov se tornara tan serio como cabía.  Markov escogió un pequeño tocador de madera en el que apoyarse y cruzó ambos brazos sobre su pecho- Te escucho- le indicó ahora con todos sus sentidos puestos en ella. Era increíble que aquella víbora no temiera por su vida y si por la de su familia. Markov dejó cabeza su cabeza con una risa sarcástica- Existen muchas mujeres en el mundo, pero más generosa. No la hay- le indicó elevando con lentitud sus ojos hasta los de ella- Lo haré- le respondió a la orden- Con placer y gusto, hasta el Alba. Dejaré en tu propiedad dos de mis canes- le respondió más tarde- Esa es mi condición, en el amanecer y las mañanas no puedo hacer nada, si no estoy escondido. Pero mis perros están entrenados. Si tienes cobertizo puedo estar ahí el tiempo que necesites, sin ser visto. Sin hacer ruido. Al acecho- le ofreció aquel trato. No tenía cosas de las que le costara desprenderse, ni ropa que llevarse, ni tina, ni ostentosidad que necesidad para vivir. Le valía con un camastro. En su pasado tuvo que dormir de las peores formas posibles, así que era un hombre que sabía adaptarse a cualquier circunstancia y aquello, no solo le daba más posibilidades, sino que le hacía letal.

-Bianca- La llamó y dios dos pasos lentos para acercarse a ella- ¿Y tú qué harás? No puedo estar en dos sitios a la vez, aunque sepas defenderte y cuidarte por ti misma, mi trabajo no es hacer de niñera. Mi trabajo es protegerte a ti- le recalcó aun con los brazos sobre su pecho- No me fío de nadie de aquí- miró de reojo en dirección a la puerta que estaba cerrada- Y menos después de lo de estos días. Y no es el dinero lo que me preocupa, es el miedo- le respondió- Eso saca lo peor del hombre. Deberías plantearte darles una lección de fidelidad- y el único gesto que hizo para enfatizar la conversación fue llevarse el pulgar al labio inferior que le picaba.

No era una mala idea, en la legión o en casi todos los ejércitos la deserción se castigaba con crueldad. En algunos la crucifixión era ejemplar, los latigazos en la espalda en otros y en extremos la muerte, pero eso dependía del error cometido. Markov no se llevaba bien con la tortura, por mucho que le gustara era mucho más pragmático. Si las cosas se podían hacer de una sola vez, mejor no dejar cabos sueltos. Era más fácil desgarrar el cuello de un hombre, romperle la cabeza con las manos o matarle a patadas, como un animal. Que los castigos recreativos. La sangre para él no podía esperar, quizás su punto débil era ese, la impaciencia. La poca frialdad ante la provocación y los insultos.
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Mensaje por Bianca de Léance Vie Abr 22, 2016 2:22 pm

Si habiá algo que Markov no parecía tolerar ni aceptar era que Bianca se valía por sí misma. La forma en que siempre quería estar junto a ella para protegerla de cualquier cosa que pudiera pasarle lo dejaba claro, pero ella era igualmente tozuda y no cedería a todo lo que él había expuesto. -No, acepto lo de los perros pues me vendría bien que avisaran si alguien trata de entrar en mi propiedad, pero de ninguna manera dormirás en un cobertizo. En mi casa me ocuparé yo de mi seguridad por el momento-, se veía perfectamente cualificada como para defenderse de un ataque y no le daría pie a dejar de tener su vida privada por una serie de accidentes en el local los últimos días. -Sabes que soy cambiante Markov, tan sólo tengo que usar una de mis formas animales para destrozar cualquier cuerpo, incluido el de alguien como tú-, respondió serena pero contundente refiriéndose a su cocodrilo. No recibía órdenes de nadie, ni siquiera de él por mucho cariño y respeto que le tuviera pues cuando necesitaba ayuda sabía pedirla y no era ese el caso. -Solo con una gota de mi veneno mataría a un hombre adulto en minutos-, le recordó tanto como para que se quedara tranquilo como para que no insistiera más con ese tema. Quien la preocupaba era su hermana, sabía que ella también era cambiante pero desconocía por qué motivo jamás había experimentado un solo cambio a forma animal y eso la dejaba en desventaja frente a un ataque. De igual manera Arabella no era como ella, su carácter pese a ser duro no tenía la facilidad de Bianca para los enfrentamientos y el miedo por perder a su hija le obligaría a ceder con una facilidad pasmosa ante un chantaje por ejemplo.

-Soy consciente de que no eres una niñera. Y por eso no te he pedido que me cuides, tan solo que pases por casa de mi hermana. Esas dos mujeres son lo único que tengo y quiero, ellas están en desventaja. Yo no-. Zanjó cuando este hizo un comentario de Markov. Ahora que estaba todo claro tocaba hablar de los negocios una vez más. El gesto del vampiro consiguió desconcentrarla, le retiró la mano de la boca y mordió ese maldito pulgar. Le tenía dicho que no hiciera tal cosa a no ser que tuvieran ganas y tiempo para echar un buen polvo. Más allá del físico de Markov, estaban sus gestos y esos detalles enloquecían a la cambiante. En ese caso lo que no tenían era tiempo, porque ganas…

-El equipo que trabaja aquí nunca me ha dado motivos para desconfiar. Las chicas cobran bien y de los demás es fácil saber si roban…-, realmente Bianca pensaba que si sus trabajadores temían a alguien era tanto a ella como a Markov y por ello no debía preocuparse de momento por quienes trabajaban allí, -si hay alguien de quien dudes dímelo y mantendré un ojo puesto en él o ella, de lo contrario todo seguirá como hasta ahora-, sentenció con el mismo aplomo de siempre. Pero sí tenía razón en algo, debía reunir a todos y hablar con ellos para recordarles quien estaba al mando en el local y avisar de lo que les sucedería si se les ocurría traicionarla. Tiró de la camisa del vampiro hacia ella y se regaló un momento con él antes de ir a cumplir con su deber. Se recreó en el beso, apretando y arañando los brazos marmóreos de Markov, notar el frío contra su pecho no hacía más que excitarla y hacer que deseara alargar aquel beso, pero, ¿acaso no lo sabía ya? A regañadientes se separó de él y retocó su maquillaje frente a un espejo antes de guiñarle el ojo y abandonar la sala.

-Cuando haya llegado todo el mundo cierra y subid a mi despacho-, le dijo a la mujer que se ocupaba de la entrada y siempre era de las primeras en llegar. Antes de que fueran todos al despacho ella ya se encontraba allí, debería dar el mismo discurso que todos habían escuchado cuando habían solicitado un trabajo en el local, pero más valía prevenir que curar y después de los incidentes era necesario. Si no tomaba ella la iniciativa acabarían preguntando qué pasaba y perdería el poder que ahora ostentaba sobre ellos. Se levantó cuando todos hubieron entrado y rodeó la mesa hasta acabar medio sentada en ella frente a todos, -os he hecho llamar a todos porque como habréis podido comprobar estamos teniendo ciertos problemas últimamente-, comenzó mientras paseaba la mirada por todos y cada uno de ellos. -Bien, debéis saber que ninguno de ellos os involucra y por tanto nada va a cambiar por aquí. Pero tal y como os dije cuando me pedisteis trabajo, os recuerdo que no perdono la traición. De la misma forma que soy generosa no me cuesta castigar a quien juegue en dos bandos. Creo que he sido dura pero coherente a la hora de gestionar el local y todos nos vamos con dinero en el bolsillo cada noche, por lo que… respeto-. Ya estaba, por el momento no tenía opción alguna respecto a quienes se plantaban frente a ella, Markov quedaba excluído pues en él sí confiaba ciegamente, vampiro que casualmente se había ganado la enemistad de más de uno por su relación cercana con la patrona y ahora mismo entraba por la puerta del despacho con cara de pocos amigos.
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Mensaje por A. Markov Duncan Mar Abr 26, 2016 3:17 am

Después de haber conseguido hacer entrar a en razón a Bianca y que recibiera las órdenes de salvaguardar de forma discreta a la familia de esta, se encontró con ese beso tan generoso como necesario para que las baterías de Markov se recargaran por completo. Aun en la estancia que había abandonado Bianca se percibía su aroma, las moléculas de perfume fino y casi efímero de la mujer había conquistado toda la estancia sólo con su presencia y a Markov le había desarmado con un beso. Sin embargo, recreándose en la boca de aquella mujer, un mensajero irrumpió en la estancia con un papel mugroso en la mano, era un joven, más bien un niño de 12 años que hacía de recadero para “Les Enfants Terribles” Markov odiaba ese sitio, era un pequeño orfanato comunitario católico, en el que usaban a los niños como monedas de cambio, los vendían, los prostituían e incluso abusaban de ellos. Pasaban hambre y se veía que aquel chico había librado de una mala noche para poder darse un paseo y hacerle llegar la nota. ¿De qué conocía Markov aquel orfanato? Pues porque querían hacer negocio en esta casa, proponía suministrar a los niños y niñas para el lupanar de Bianca, ya que en ella se cumplían casi todas las fantasías de todos los hombre sy mujeres de parís. Se permitía la Sodoma y Gomorra, se permitía el consumo de estupefacientes, las orgías, todo. Era un constante torbellino de lascivia y perversión, pero aquello no.

Markov cogió el papel y lo leyó en silencio, según parecía el orfanato había escuchado de los altercados y proporcionaba su protección ante los medios y la gente, bajo el respaldo católico encubierto si a cambio permitía Bianca que su mercancía entrara y se vendiera. De lo contrario, dejarían de lado su “paciencia y lealtad al interés del establecimiento y buscarían nuevos aliados con los que posicionarse”. Aquello iba de mal en peor, lo que parecía solo una pelea en un callejón y un robo de fondos, el efecto dominó se extendía como un fósforo sobre un tanque de óleo. Miró al niño con pena, sus ropas estaban ajadas, vestía con un harapo blanco mugroso, tenía también la cara sucia y era de una estatura baja y muy pequeño. Markov le dio dos francos para que él por el servicio, después se dirigió a la cocina del establecimiento y le dio un trazo de pan, aceite y queso, sin mediar palabra- ¿Te pidió respuesta inmediata?- dijo sentado a su lado mientras comía- Si, señor- dijo el pequeño con la boca llena- Bueno chico, pues espera aquí. Iré a hablar con la señora- dijo levantándose y miró a la cocinera siempre amable y le hizo un gesto para que le vigilara, a lo que la joven asintió y le guiñó el ojo a Markov.

Esperó detrás de la puerta a que el discurso de Bianca terminara y después irrumpió en la sala. Su cara era reflejo de las noticias – Fuera todos de aquí- dijo Markov señalando con el dedo la puerta que él había dejado abierta. Se acercó a Bianca y le dejó en el escritorio el trozo del papel que el niño había traído- Se está aliando toda la escoria contra nosotros. Y quiere una respuesta ahora está el niño en la cocina comiendo algo de pan con aceite- le informó cruzándose de brazos a su lado y mirando el rostro de Bianca. Él sabía que quería hacer, pero necesitaba su ayuda- Es una declaración de guerra-le dijo acariciándose la barba- Hay que matarles, a todos. Eliminar la competencia de todos. Porque aceptar el trato que proponen no es una opción, Bianca. Trafican con niños-dijo mientras apretaba la mandíbula. Parecía poco coherente pues ellos traficaban con drogas, mujeres y algún hombre pero era algo relativamente aceptado en la sociedad, de hecho Bianca tenía el mejor establecimiento por la calidad y la demanda de gente que iba a esos lugares. Sin embargo, la pedofilia y la explotación de niños era otro cantar. Markov no estaba dispuesto a eso, porque carecían de atributos eran inocentes y nadie debía robar la inocencia a un niño- Les prefiero a todos muertos-dijo refiriéndose a los niños- que hacer lo que piden- la miró a los ojos preocupado- Tenemos que ir a por ellos todos y cada uno de ellos. Destruirles a todos, matarles. Quedarnos solos y tener el monopolio. Sustituir la casa de apuestas o de empeños, los muelles de carga y descargar, y poner hombres de nuestra confianza. Pero es solo mi opinión- añadió finalmente-Lo que digas se hará- recordó su fidelidad- Pero no te manches las manos con sangre de esos niños- dijo con ironía, pues el hacía un momento-Porque de ser así prefiero apuntarlo en mi cuenta, que tiene más números rojos.
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Mensaje por Bianca de Léance Jue Jul 14, 2016 5:33 am

Rodó los ojos con aire de desesperación y espero a que todos y cada uno de los empleados de su loca salieran de su despacho para alzar una mano ante Markov. Debía pararle antes de que siguiera hablando,  -hay algo que creo que no has comprendido bien del funcionamiento de todo esto-, llevaba ya varios días bajo más presión de la normal y cualquier cosa que escapara a su control o le pareciera una falta de respeto hacía saltar un resorte de mal humor, -si bien es cierto que he depositado confianza en ti, que te he dado más control y poder aquí que a ninguno de los demás; debes tener claro quién da las órdenes cuando estamos los dos.- Le miró fijamente hasta ver en él tanto la atención que esta requería como el mal genio que sabía que se instauraría en su rostro, -No voy a tolerar que les digas qué hacer estando yo presente, no como ahora Markov. Ten en cuenta que te lo he dicho en privado y no delante de los demás, la siguiente no me portaré igual.- Todo el mundo lo decía, mezclar trabajo y placer era un enorme error y quizás esa relación paralela que llevaban había llevado al vampiro a tomarse más libertades de las que debería con ella y su gente. Se dejó caer de nuevo en su asiento y tomó el vaso que tenía sobre el escritorio con whisky, no podía demostrar un signo de flaqueza ante nadie o los lobos se la comerían viva. -No lo tomes como un ataque, simplemente así tienen que ser las cosas.- Eso era lo más parecido a una disculpa que Markov oiría de su parte por el tono con que le habló.

Le hizo nuevamente un gesto, este –en cambio- para que le contara lo que había ido a decirle y escuchó todo con el vaso apoyado en el labio inferior sujeto por ambas manos. Las cosas iban de mal en peor pero no se rendiría, nunca en su vida lo hizo y esa no sería la primera vez. -No aceptaré semejante acuerdo con ellos-, posó el vaso en la mesa y meditó una posible actuación para librarse de ellos. A su favor tenían la oferta y el tiempo para reaccionar, en contra que eran inferioridad de número y ya tenían mucha gente jugando en el bando opuesto. -Los niños no pueden morir, ni uno de ellos-, tenía la vida de su hija demasiado presente cada día desde que lo descubrió y una de las muchas posibilidades es que estuviera en un lugar como aquel. -Iremos los dos esta noche, cuando cerremos el local. Nadie ha de vernos. Pediremos hablar con el director del centro y le mataremos. A él y a todos los responsables y trabajadores de ese falso orfanato. Una vez acabemos llamaremos al orfanato real y ellos se harán cargo de los niños, hablaré con alguna encargada y le explicaré la situación que vivían los críos. Con eso y una elevada suma de dinero guardarán silencio.- Con tan poco tiempo no había otra opción que actuar así. Sabía que ese plan no entusiasmaría a Markov por el simple hecho de que ella iría también, pero ni siquiera un hombre como él podría lidiar con tantos como habría en Les Enfants Terribles, no tenían ni idea de cuántos eran ni de qué condición por lo que no habría pie a réplica por su parte. -Avísame cuando estemos solos, por favor.-

En ese momento necesitaba estar sola en su despacho, dejar que cada uno hiciera su trabajo en el local y ella mentalizarse de la batalla que estaba a punto de enfrentar. No jugaría aquella partida como humana, a menos no todo el tiempo. Sabía que sus cambios serían necesarios y para ello necesitaba conectar con su esencia animal. Las serpientes eran fáciles, solía transformarse en ellas a solas para recoger el veneno y guardarlo en pequeños botecitos de cristal que guardaba bajo llave, pero el cocodrilo era otro cantar. Se trataba de un animal de unos cinco metros y más de doscientos kilos de peso, y seguramente el que más usara esa noche. Las serpientes estaban muy bien para un solo acto de asesinato pero no para luchar, eran fáciles de matar, en cambio el cocodrilo tenía un escudo natural que no se atravesaba con facilidad y una mandíbula capaz de romper a un hombre por la mitad. La noche se le pasó volando y para cuando quiso darse cuenta Markov estaba plantado en el marco de la puerta y el silencio reinaba en el lugar. -Vale, vayamos a la guerra. Una vez que entremos serás tú quien mande, tienes más conocimientos bélicos que yo. Esté en la forma que este te escucharé.-Poco les quedaba ya de camino y la tensión era palpable entre ambos, ninguno quería entrar en aquel lugar maldito pero no les quedaba otra opción. Aquello era todo o nada.
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Mensaje por A. Markov Duncan Vie Ago 19, 2016 6:09 am

Tiempo atrás Markov también tenía que tener mano dura con sus subordinados y a pesar de ser un vampiro antiguo, no podía ser tan prepotente para doblegar la voluntad de Bianca. Era un soldado, como siempre había sido y aunque a veces se le olvidara, aquella víbora tenía razón, él aceptó ese trabajo para recibir y acatar órdenes, pero no podía dejar de lado aquella barbaridad. El ser humano era cruel, cruel por naturaleza y los vampiros eran la máxima expresión, pero no podía dejar que la inocencia fuera corrompida, no así. De haber tenido un hijo, Markov se habría asegurado de que tuviera una buena educación, no de conocimientos sino de valores, algo que a la gente de aquella época poco parecía importarle. Con el tiempo, el milenario vampiro había descubierto que la gente que menos clase económica tenía, mejores valores poseía, su bandera era la lealtad por el prójimo, mientras que los adinerados y fanfarrones envueltos en sus ropas de snobs se criticaban los unos a los otros en una eterna lucha por ver cual poseía más cosas. Materialistas.

Markov le dedicó un silencio a Bianca, un silencio que le daba la razón aunque a regañadientes, no estaba acostumbrado a los sermones y no permitía que nadie se los diera, poco le importaban los demás, poco le importaba lo políticamente correcto, los modales o la buena conducta, pero cuando alguien como Bianca le exigía respeto y profesionalidad, tenía que hacerlo. No podía ser de otra manera- Tendremos que cerrar antes, cuánto antes solucionemos este problema mejor. El tiempo juega en nuestra contra, al menos en la mía- le puntualizó, recordando que el amanecer abrasaría la piel del vampiro en contacto directo y que en ese caso o quedaría atrapado en el lugar o muerto en la calle. Y dicho esto markov dejó sola a Bianca en su despacho, el único lugar en el que aquella mujer podía respirar tranquilamente, un lugar en el que ella parecía tenerlo todo bajo control y estaba contenta con ello.

Mientras Bianca se preparaba, Markov hizo lo mismo pero de distinta manera, como cuando era soldado, antes de una buena batalla, sacó un puro fino y de contrabando, lo fumó en silencio, en la parte de atrás mientras uno de sus perros descansaba a sus pies. La bodega en cambio era el lugar predilecto de Markov, lejos de las vagas miradas, lejos de bullicio y el contoneo de las chicas. La oscuridad y la soledad eran lo único que le reconfortaba y echó la cabeza hacia el cielo dispuesto a rezar a Marte, dios de la guerra. Era un hombre que tenía muy arraigada su cultura, de hecho nunca dejó de ser legionario. Así que la noche merecía que honrara a su familia y a los dioses. Cogió de su pequeño y mugriento despacho en la bodega un bulto envuelto en tela, en ella estaba la mismísima espada de Damocles. Con ella, Markov impartía su propia justicia y esta noche, eso haría junto a Bianca. Ató el arnés en su espalda y dejó la espada descansando detrás, se puso el abrigo que solía ponerse y dejó que el mango sobresaliera para un desenvaino rápido. En cuanto apagó el puro en el suelo, subió a encontrarse con un local vacío y una Bianca preparada.

-Bueno, Hace tiempo que las técnicas de guerra se han modernizado, pero en mis tiempos, lo que hacíamos era estar juntos los unos de los otros, protegiendo el costado y la espalda de los enemigos mutuamente. En el caso de ser una gran formación, pero era un combate de choque- le explicó a Bianca y después se cruzó de brazos- Creo que lo que tenemos que hacer es entrar con sigilo, llegar al menos intactos hasta el director, sin hacer ruido. Cuando lo matemos, será cuando den la alarma y da igual el plan que tengamos porque tendremos que enfrentarnos a todo- dijo ahora emprendiendo el paso hacia el lugar de donde venía el niño- Prepárate para cualquier cosa ahí dentro Bianca. No sé si estás preparada para eso- le confesó su miedo. Sabía que el tema de los niños a Bianca le afectaba bastante más que lo que podría afectar a cualquier persona, es más cualquier madre tendría reparo al encontrarse semejante espectáculo.

Llegaron a la puerta custodiada por un hombre grande y corpulento, más alto incluso que Markov, lo cual le daba un aspecto peligroso. A lo que Markov se acercó con una gran y falsa sonrisa- Eh- le paró el hombre coropulento cuando intentaba entrar- No puedes pasar, a no ser que tengas dinero y por tu atuendo no lo parece- su voz olía a ginebra barata a kilómetros de distancia. Markov elevó la mano, cogió la nuca del hombre y le dio un cabezazo que lo dejó K.O en segundos. Hizo una seña a Bianca para que se acercara. Mientras se agachó para coger la llave del hombre inconsciente y abrió la puerta sin armar escándalo. Se presentaba ante ellos entonces el corredor de un pasillo, con el papel de las paredes ajado y húmedo, las luces parpadearon hasta que alguna de las velas se había apagado y olía a sangre, llanto y muerte. Markov cerró los ojos, escuchando y poniendo sus sentidos al servicio de la causa. Sacó la espada de Damocles y subió junto a Bianca al primer piso.

Lo que vio le hizo arder la sangre, dos guardias custodiaban la entrada del salón, al fondo uno de los abades estaba acariciando el pelo a un niño. Le frotaba la espalda y le susurraba al oído, el niño tenía el rostro sucio, exceptuando las lágrimas que se quedaron marcadas en el negativo de sus mejillas. El abad llevaba la mano del niño a su entrepierna y Markov miró a Bianca- Tenemos que seguir subiendo- le dijo con la sangre más fría que nunca. Las escaleras seguían subiendo, eran las escaleras del servicio y el despacho del director seguro que estaba en la planta de arriba. Ese lugar apestaba y si por el vampiro fuera, arrancaría las entrañas de todos los clientes. Miró a Bianca de reojo cayendo en la cuenta, de que a pesar de regentar un negocio como aquel, había cosas que no se podían superar- ¿Estás bien?- preguntó en un susurro, cerca de su oído, para que nadie más que ella les escuchara en aquel descansillo que cambiaba la dirección de la escalera y subía a la siguiente planta.
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Mensaje por Bianca de Léance Vie Oct 14, 2016 9:56 am

Por el momento no era la peor situación a la que se había tenido que enfrentar, ¿qué era ese puñado de hombres en comparación con los que había tenido que complacer para alcanzar el poder que en ese momento ostentaba? La capucha negra impidió que nadie pudiera reconocerla ni en el trayecto ni en el momento en que Markov dejó K.O. al primero de sus oponentes, si todos iban a ser así acabarían antes de lo pensado. Al poner el primer pie en el interior del edificio el olor a rancio, humedad, sexo y podredumbre inundó sus fosas nasales; tuvo que taparse durante un instante la nariz para soportar la arcada la que sobrevino. Sus sentidos, aumentados dada su naturaleza animal, en ocasiones le dificultaban permanecer ajena e impasible ante la suciedad o la descomposición. El pasillo que se presentaba ante ellos era largo y mal iluminado, daba la impresión de que quien regentaba aquel lugar no tenía dinero ni para velas cuando la realidad es que todos aquellos curas estaban podridos de dinero, qué irónico…

No era una guerrera como Markov, él había sido adiestrado para ese tipo de situaciones, era rápido, astuto y bestia; mientras que Bianca tan solo contaba con sus sentidos y las lecciones que la vida le había dado. Era rápida, pero con un hombre bien entrenado seguramente saldría perdiendo. Sentía miedo, mucho, esa guerra no tenía por qué librarla ella pero era consciente de que las autoridades conocían ese lugar y permitían las barbaries que allí se cometían; la mera idea de que su hija pudiera haber pasado un solo día en aquel lugar la hizo aceptar el reto que Markov la había propuesto y tratar de acabar con todos esos hombres de Dios. Si lo conseguían la matanza enviaría un mensaje a cualquiera que estuviera haciendo lo mismo o tuviera intención de ello.

Las ganas de gritar al abad se quedaron bloqueadas en su garganta gracias al contacto de Markov, si se dejaban ver todo se volvería un auténtico caos y tendrían menos opciones de salir con vida de allí. Soltó la empuñadora de la daga que llevaba sujeta y siguió los pasos del gigante escaleras arriba. La cambiante se llevó el índice a los labios haciendo callar a Markov tras su pregunta y acto seguido señaló el camino para que continuara, no iba a mentir y decir que estaba bien pero tampoco podía dar media vuelta llegados a ese punto. Los pasos de ambos quedaban opacados con gritos, susurros y gemidos aislados, la repulsión que se podía llegar a sentir en el “orfanato” era abrumadora. Una gran puerta de madera les bloqueaba ahora el paso, tan solo un tirador y estarían en el despacho que estaban buscando. Matar a quien dirigía aquello era el primer paso para dar fin a tan cruenta actividad. Asintió a Markov cuando la miró y cogió aire.

La mano del gladiador hizo girar la manilla y ambos se colaron en el interior. Un hombre mayor, canoso, vestido con sotana alzó la mirada tras sus lentes de lectura. No parecía asustado ni sorprendido de verles, es más sonreía como si de dos invitados se tratase; dio las buenas noches con amabilidad y Bianca miró al vampiro contrariada. Ese momento de despiste fue el tiempo suficiente para que el director gritara a todo pulmón “auxilio”. -Hijo de puta-. Sujetó del antebrazo a Markov para que no fuera a por él como iba a hacer, -ve fuera y contén a los que vengan, acabo con este y salgo-. Parecía lo más coherente, el vampiro podía despacharse a veinte hombres en lo que ella mataba a uno y tras deleitarse en el asesinato del director se transformaría y ayudaría a Markov a cargarse al resto.
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Mensaje por A. Markov Duncan Vie Ene 20, 2017 10:22 am

Cerró los ojos y estiró el cuello de ambos lados mientras suspiraba- Se acabó el ir poco a poco- dijo cogiendo la espada que solía llevar en la vaina de su espalda y la admiró un momento antes de moverla haciendo círculos con la muñeca. Escuchaba los pasos de los guardias corriendo, el sonido hueco de la madera enmoquetada intentaba refrenar los pasos de los hombres, en vano. Cerró los ojos y en cuanto el primero dobló la esquina, Markov lo cogió de la ropa y lo lanzó a un lado chocándose y resquebrajando la pared del pasillo. Un segundo oponente se abalanzó sobre él armado con un cuchillo y se lo lanzó, el arma se clavó en el hombro de Markov que lo miró con una ceja levantada, escéptico al dolor. se acercó a él y en dos zancadas logró hundir la hija afilada en el trapedio del hombre haciendo que rugiera y se arrodillara de dolor. El gritó llamó la atención de más guardas que corrían hasta él. Pero ahora por ambos lados del pasillo. El primero con un mosquete le apuntó y los perdigones de plomo se lanzaron sobre el hombro de Markov rompiendo el abrigo. Cerró los ojos y recibió el golpe de otro oponente por la espalda. A pesar de ser un vampiro, los ataques le dolían, de hecho aún mantenía el cuchillo hundido en su piel y lejos de languidecer le enfadaba y mucho.

Se lanzó sobre todos los oponentes y los mató, a todos. Con la mano derecha descuartizaba con su espada, como un bárbaro en la arena. Con la mano izquierda atraía las gargantas ajenas para beber de ellos. Lleno de sangre y adrenalina a partes iguales. Empezó a entrar en un frenesí que le encantaba, caminaba por encima de los cadáveres de 10 hombres mientras los oponentes intentaban acercarse y de entre todos ellos, sólo uno mantenía la calma. Esperaba detrás de todo el caos, enfundándose en unos guantes de cuero y un sombrero, tenía armas y una sonrisa pequeña pero ladina, de triunfo- ¿Qué tal si te las ves con alguien de tu talla?- dijo el hombre encapuchado mientras metía en el mosquete de cuatro salidas los perdigones que parecían de plata- Ah, ah- le dijo el hombre a Markov cuando este gruñó mientras intentaba andar entre los cadáveres para matarle- ¿Creías que ibas a ser tan fácil? Estos matones de poca monta son tu cena, eran necesarios para que estuvieras pletórico para morir. Y no me olvido de tu amiga, tengo una bala con su nombre aquí- dijo tocándose el bolsillo del abrigo. Por primera vez entre tanta muerte, Markov intentó doblegar sus sentidos y centrarse en el sonido de la habitación donde estaría Bianca, pero no escuchaba nada. El olor se desvanecía entre toda la matanza concentrada en el angosto pasillo- Nunca he huído de una batalla y no habrá una primera. Te mataré con mis putas manos- le amenazó Markov al cazador mientras este sacaba de su espalda una ballesta cargada con una estaba de madera- Se que eres rápido, pero el virote de esta ballesta es mucho más rápido. Es madera de pino, cuesta creer como algo tan barato y simple puede ser el talón de aquiles de una monstruosidad como tu- le respondió el cazador.

Aquella verborrea sin sentido era un competición de ver quien la tenía más larga, eran hombres a pesar de ser uno mortal y otro inmortal, pero el tiempo es relativo para ambos. Por ejemplo, para el cazador, aquella conversación era una forma de sentirse superior y de cazar a un monstruo, de cumplir su función; pero para Markov, el tiempo significaba otra cosa. Para él esa conversación superflua eran los minutos necesarios para que Bianca se uniera a la fiesta y sólo ella tenía la capacidad que a Markov le faltaba para acercarse lo suficiente al adversario y matarlo. En el amor y la guerra todo vale, pero para poder ganar, es muy importante conocer al enemigo y más aún a tus aliados.
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Mensaje por Bianca de Léance Lun Mar 20, 2017 9:52 am

Estaban solos. El estruendo en el exterior no hacía más que poner nervioso al viejo que se amparaba en el resguardo de su escritorio para no ser atacado por Bianca. Dudó si transformarse allí mismo y acabar con él de esa forma pero quería que lo último que este viera fuera a la mujer que le arrebató su último aliento de vida. Como era de esperar la forma física de Bianca superaba con mucho a la del director que apenas atinaba a dar algún puñetazo a la morena que solo se detuvo una vez le vio tendido en el suelo con la boca reventada a golpes soltando sangre. -Esto se hará público, los niños hablarán y tu nombre como el del resto quedará marcado de por vida-, susurró junto a su oído un momento antes de clavar la daga en su pecho. Obviamente debía dejar su marca y así lo hizo, no llevaba arma sin veneno en su filo y ese en concreto alargaría el sufrimiento del viejo, iría deteniendo sus funciones vitales poco a poco; y lo mejor era que en el caso de que alguien le encontrase no tendría el antídoto para salvarme ni ayudarle de manera alguna. Dedicó un segundo más a disfrutar del temor en los ojos ajenos antes de acercarse a la puerta y concentrarse en los sonidos exteriores, el ruido había desaparecido, había dado paso a una calma que en absoluto era positivo. La conversación que estaba manteniendo Markov con quién fuera que estaba hablando dejaba clara una situación para nada favorable, ¿pero acaso no lo sabían ya? Deberían ser más precavidos a la hora de actuar contra el cazador pero su plan no cambiaba en absoluto, tenían un objetivo marcado y no quedaría más alma con vida que los niños que se encontraban allí.

Buscó con la mirada un hueco, algún resquicio por el que deslizarse, siendo cambiante no tendría problemas en salir de aquella habitación sin ser vista. Era hábil y silenciosa y lo usaría para avanzar y acercarse al adversario que les esperaba al otro lado del pasillo. Un hueco de la pared, seguramente hecho por ratones, era perfecto para su forma más pequeña es áspid. Ante la mirada atónita del moribundo se despojó de sus ropajes y mudó a su nuevo cuerpo, serpenteando hasta deslizarse al pasillo. La esquina impedía al cazador verla pero el vampiro sí pudo percibir y mantener ocupado al hombre que pretendía matar a ambos. Los cadáveres de los guardias se apilaban a los pies de Markov, pero Bianca tomó un camino diferente; no podía avanzar por mitad del pasillo pues sería presa fácil del atacante, debía sorprenderle y para ello tenía que buscar un lateral, un flanco frágil. Con total sigilo se dejó guiar por sus sentidos, por la temperatura que percibía gracias a su lengua bífida… Hasta colocarse tras una puerta, justo al lado contrario estaba él. Ahora era cuando el vampiro y la cambiante se lo jugarían al todo o nada, si no se sincronizaban todo se podía ir a la mierda y el riesgo –al no poder verse ya el uno al otro- era inmenso. Hacía mucho tiempo, quizás años que Bianca no permitía a su cuerpo transformarse en aquella monumental bestia que vivía en su interior, pero ahora debía hacerlo por el bien de los niños, el de Markov y el suyo propio. La lánguida serpiente fue transformando su morfología hasta convertirse en un cocodrilo de cerca de cinco metros y más de doscientos kilos de peso. Gracias a la charla que Markov estaba forzando, el cazador seguía con los sentidos atentos a él, ignorando la bestia que se situaba a su derecha con la única barrera de una puerta de madera. Pero ahora el menor movimiento de Bianca le alertaría, por lo que suplicó mentalmente que el vampiro hubiera percibido el cambio físico de esta y estuviera listo para atacar en cuanto ella lo hiciera.

Con toda su fuerza bruta y el impulso de sus patas chocó contra la puerta haciendo que las maderas cayeran contra el cazador, Markov ya se movía a toda velocidad hacia él también, pero su reacción fue rápida y tuvo la capacidad de disparar una sola bala antes de caer al suelo entre las fauces de Bianca y los golpes de Markov. Las dentelladas del cocodrilo le rompieron las piernas y sujetaron su vientre hasta que no tuvo fuerza para moverse, el vampiro tuvo su final de fiesta bebiendo de él pero la bala no había chocado contra la coraza natural de la parte superior del cocodrilo sino en el lateral, en lo que sería el vientre de Bianca, que dejó a su cuerpo regresar a la forma humana viendo la herida que tenía en el costado. -No hay salida Markov, tienes que sacarla-, había orificio de entrada pero no de salida, la bala continuaba en su cuerpo y si no la sacaba de ahí…
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Mensaje por A. Markov Duncan Miér Abr 26, 2017 7:26 am

Cuando algo te duele o te rompe el corazón, parece que sucede a cámara lenta en tu cabeza. En el recuerdo sucederá lo mismo, pues el cerebro asimilará esa información como algo malo y querrá defenderse de ello en un futuro. Aquella situación parecía haberse salido de sus planes, Markov ahora estaba lanzándose a cámara lenta, a pesar de poseer poderes sobrehumanos, sobre el cuerpo de Bianca. La sangre impregnó las fosas nasales del vampiro haciéndole consciente de que aquello no era una pesadilla, sino una realidad. El proyectil era diminuto y se había incrustado en la piel de Bianca. Notaba el latir de su corazón a ritmo frenético por el miedo. Markov rugió y dio un golpe con su mano al suelo antes de llevarla y presionar la herida. Bianca tenía razón, no había salida y tenía que sacarlo, de lo contrario moriría por infección en la sangre. No era médico, de hecho cuando era soldado no lanzaban proyectiles, usaban espadas y fuerza bruta y lo mejor era coger un metal incandescente y cauterizar la herida lo antes posible. Esto sin embargo requería un poco más de profesionalidad. Asintió, intentaría coger la bala, no parecía estar profunda. Introdujo sus dedos en la herida y sangrante de Bianca, estaba caliente y sus colmillos empezaban a vibrar por aquel manjar que se escapaba literalmente por sus dedos. Rozó la bala y la sacó a duras penas, peno eso desencadenó que el vientre de Bianca se cubriera de sangre. Si la bala no podía matarla, ahora podía desangrarse. Rompió un trozo de su camisa improvisando una gasa y lo apretó contra el vientre. Necesitaba ayuda y con urgencia- Aguanta, por favor- dijo viendo como el rostro perlado de sudor de la mujer que tenía en sus brazos empezaba a dejar los ojos en blanco y empezaba a perder el conocimiento-¡Joder!- La cogió en brazos y fue lo más rápido hasta una ventana. Rompió el cristal en el momento que tomó impulso para saltar contra él y caer en la carretera con Bianca en brazos. Cubierto de sangre, de cristales y astillas de madera que quemaban su piel fue lo más rápido que pudo hasta el local donde trabajaban. No hicieron falta palabras, echaron el cierre y rápidamente pusieron un camastro en el centro del salón. El doctor privado que tenía Bianca contratador se remangó y pidió explicaciones a Markov que le dedicó una mirada fría y llena de súplica -¿Qué le ha pasado?- inquirió el doctor. La voz de este parecía escucharse en un eco lejano, pues los ojos de Markov no se despegaban del rostro de la cambiaformas, que parecía empalidecer por momentos - Sacadlo de aquí- gritó el médico mientras dos hombres de seguridad empujaban de Markov hacia afuera- No, Joder. Tengo que estar con ella. ¡DEJADME! - se zafó del agarre y se arrodilló junto a Bianca- Le saqué la bala- enseñó el proyectil en sus dedos, que empezaban a arder al contacto. No había reparado en todas las heridas que se había hecho, ya fuera por la plata o por toda la madera que habían roto a su paso, pero sabía que podría sanarse sin problema. De Bianca no estaba seguro -Está incosciente- dijo el médico mientras cogía una jeringuilla y un líquido transparente. Las chicas de Bianca untaban paños en agua para refrescarla la frente y Markov fue directo hacia una botella de Whisky y se bebió la mitad casi de un trago - Haga lo que pueda- intentó controlar su humor, entrar en calma, tal y como siempre había sido, pero estaba enfadado por esa situación - Casi será mejor que esté inconsciente esto le dolerá- dijo el médico mientras limpiaba la herida, examina con instrumental si había alguna esquirla o astilla de madera. Después cosió y limpio la herida para cubrirla - Puede experimentar fiebre, necesita descansar y que mantengan la temperatura corporal. Es importante que no tenga calentura o podría morir- las palabras del médico fueron una losa en los oídos de Markov. Arrastró un butacón sin mediar palabra con nadie, corrió las cortinas y tomó asiento a un lado de Bianca. Tomó su mano, pues esta gélida en contraposición a la tez suave y caliente de Bianca. Esperó.
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