Sweet night, it was all about blood and sacrifice.

por **Karsten Chavanell** Vie Jun 09, 2017 7:27 pm

"I can choose what memories to keep, but I've never could remember the beast I am without bearing in mind the mortal I pretended to be"

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7 de Agosto de 1771, Roma, Italia.

De ser un poco más cauteloso, de protegerla…, quizás de haber sido un poco más fuerte nuestro mundo jamás hubiese colisionado contra la oscuridad. Aunque, después de todo, de estar Enaylen en lo correcto, aun al haber vivido una vil mentira a mano de nuestros padres, la oscuridad nos acompañó desde el inicio de los tiempos…

7 de Agosto de 1701, Roma, Italia
“…Jamás había vivido un verano tan caluroso como aquel, pasear junto a la fuente en el centro de la ciudad no surgía el efecto esperado, tampoco la limonada que mamá hizo nos sirvieran al llegar a casa. Enaylen insistía en que fuéramos de excursión por motivo de su cumpleaños, empero, era también el mío y recorrer todo el sendero hasta el lago y regresar a tiempo a la hora el baile de celebración exigía más del esfuerzo que estaba dispuesto a brindar. Irónico, pues ambos sabíamos a la perfección que de no ser por el amuleto que hice para ella apenas pudiera acercarse a la entrada principal.
No escucharla fue mi primer error, uno que nació la noche en que murió y dio paso a la masacre que gentilmente precedió a la fiesta como regalo de cumpleaños…”

Siete décadas no eran capaces de difuminar el recuerdo, las paredes manchadas de sangre lucían tan vividas en mi memoria como aquel entonces, no debería estar aquí, en lo absoluto no debería recorrer cada rincón donde mis hermanos fueron asesinados mas supongo que el masoquismo viene impregnado generación tras generación, como madre que huyó con el hombre que le acarreó su perdición y a quien tuve el privilegio de llamar padre, o tal vez como Enaylen que se empeña en desenterrar la noche más tormentosa que he experimentado en esta vida junto a la bestia que la transformó; no la culpo, dedicar el tiempo a develar los secretos que nuestra familia ocultaba, secretos que nos guío al fin, ha de ser con certeza menos atormentador que revivir la noche en la que permití que saliera de casa por su cuenta, caminando por su propia cuenta a una muerte certera.

“…Recito el hechizo por tercera vez, consciente de que toda magia en la mansión es prohibida.
—Madre estará furiosa —Niklaus nos reprocha. Siempre tan recto y decidido.
—Padre estaría furioso de saber que trotas por el bosque como animal salvaje —es Enaylen quien responde, salta de la cama hacia los brazos de Niklaus. No comprendía como nuestros hermanos no notaban la palidez en su piel, la falta de vida en sus ojos…, el aura de muerte danzando a su alrededor, pero ¿qué más podría esperar de una familia cuya principal habilidad no era la magia o transformarse en bestias nocturnas? Mentir era nuestro talento especial, fingir que lo sobrenatural no habitaba bajo nuestro techo…”

Paso los dedos sobre las paredes, echando de menos un tiempo en el que vivir era simple, o al menos nuestros padres nos hacían creer que así era. Un tiempo en el que mi otra mitad no esclava de la sangre y los trucos de magia era lo más osado que se nos podía ocurrir…, magia, si tan solo no hubiese sido yo, ella ciertamente hubiese sabido cómo lidiar con la responsabilidad; hubiese sido más fuerte.
—Karsten —su voz me arrastra de regreso. Antes de advertirlo se encuentra a mi lado sujetando mi mano—. ¿Has venido a torturarte? —pregunta.
—Al parecer, igual tú.
—No fue tu culpa…
—No, fue de ambos…
Tal vez…, tal vez jamás fui hecho para dominar tanto poder. A cada rincón que veo la noche se refleja, los gritos de los criados, el gruñir de mis hermanos. Todo tan vivido. Tan doloroso.

“Tan pronto como termino con el amuleto de Enaylen que desde entonces mejorarlo se convirtió en mi mejor forma de pasar el tiempo, un golpe sordo llega a los aposentos, la voz desesperada de nuestra madre y los gritos de las criadas corriendo por todo el lugar. En un aleteo, el día que al salir el sol hallé impertinente con tan horrendo calor, se tornó húmedo con el correr de nuestra sangre. Y aunque de pequeño se nos explicó por qué poseíamos tan extrañas habilidades, aunque nuestros hermanos entrenaban cada día sin parar mientras que Enylen y yo practicábamos cómo ocultar nuestros poderes, nada nos preparó para la masacre. Nos superaban en número, en estrategia…, en hostilidad.
Todo transcurrió a una velocidad espantosa, lanzas en los corazones de mis hermanos, madre recitando hechizos, su mano ensangrentada sosteniendo la mía y no hubo un segundo en el que alzara la mirada confundida en por qué su única hija luchaba feroz en vez de sostener su mano. Nunca había estado tan aterrado, ni siquiera la noche que descubrí en qué bestia se había convertido la persona con quien compartí el vientre de mi madre, en aquella ocasión recuperaba a mi hermana fallecida, esta, en cambio, veía masacrar a mi familia sin poder hacer nada.”

—Tu debiste ser quien obtuviera los poderes. De ser así la historia fuera diferente ahora.
—De serlo, todos estaríamos muertos. Sé que no agradeces esta existencia…
—No lo hago —sus manos atrapan mi brazo deteniendo mi salida.
—Karsten, no iba a dejarte morir…
—¿CUAL ES LA DIFERENCIA AHORA? NO PEDÍ QUE ME TRANFORARAS EN UNA BESTIA. QUIZÁS TU NO TUVISTE PROBLEMAS EN ACEPTARLO, PERO YO NO, PREERÍRÍA ESTAR MUERTO JUNTO A ELLOS A ESTA MISERABLE EXISTENCIA.
—El tiempo que se nos concedió como mortales no era suficiente para descubrir todo lo que nuestros padres jamás manifestaron —en ocasiones odiaba su capacidad de mantener la calma cuando necesitaba que me gritara, tanto como de seguro ella lo hacía cuando era su oportunidad de perder el control. Odiaba, en momentos como este que nos complementáramos—. De estar en mi lugar ¿me hubieses dejado a mi suerte? ¿De tener la oportunidad..., no me hubieses salvado?
—Una y mil veces...

"—Ya pronto llegaremos —su voz atraviesa el ruido sordo que atormenta mis oídos y, con el último aliento de consciencia remanente, fui avezado al ser testigo de la hermana que se preocupa, no la niña que retozaba en la ciudad, la mujer herida que también acaba de perder a su familia. Su ceño fruncido fue lo último que vislumbre en mi vida humana, la preocupación poblando sus cálidos ojos, la sangre de nuestra familia en mis manos y sus cabellos dorados…”

Durante las últimas siete décadas he guardado un rencor hacia mi hermana gemela a penas justificado, he odiado el monstruo en el que he sido transformado, el no ser capaz de dar lo que se esperaba de mí…, me odiado de tal manera sin detenerme a recordar que no fui el único que quedó solo aquella calurosa noche de verano. He dado de comer a tal sentimiento durante tantos años que no me detuve por un segundo a cavilar que ella también había sido dejada atrás en este infierno llamado mundo.