AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Night Sins [Sweet]
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Night Sins [Sweet]
Su regreso a tierras parisinas no fue para nada como se lo había imaginado. El Lezarc se apartó de aquella ciudad con la única intención de buscar a su amada Leigh y aunque terminó por encontrarla, todo entre ellos parecía haber cambiado y para muestra le bastaba a él con recordar el trayecto de regreso a París, durante el que ambos escupieron su veneno contra el otro sin pensar en que eso no beneficiaba en nada a su ya desgastada relación. De hecho la discusión le puso de tan mal humor al ex prostituto que apenas y puso un pie en la mansión que desde su matrimonio se convirtiera en su hogar, se sintió enfermo y asqueado. Observar todo lo que le rodeaba y recordar todo cuanto se dijeron en el trayecto, le hizo tomar la decisión de salir a dar un paseo con la finalidad de despejar su mente, si es que eso le era posible. Del paseo que tenía planeado tomar, evidentemente no dijo nada a su esposa ya que no deseaba verla.
Una vez que se encontró fuera de la mansión, se mantuvo unos instantes observando la fachada. Nuevamente Ryley se veía a si mismo como un extraño, una pieza de rompecabezas que no pertenecía a aquel lugar y fue entonces que una sonrisa triste apareció en su rostro; él nunca había sido parte de aquel mundo, el suyo era otro que había dejado atrás por una promesa de amor a la que se la tragara el tiempo. Fue preciso pensar en su mundo, en su pasado lo que le hizo comenzar a caminar en dirección a su vieja casa, aquella que compartiera durante muchos años con su hermana Vanesa quien hacía verdaderamente poco abandonara la casa para vivir en la mansión de un hombre mayor a quien asistía como su enfermera personal. El antiguo hogar del Lezarc entonces se encontraba vació, justo lo que necesitaba en aquellos momentos ya que no quería ver a su hermana para que le cuestionara sobre lo ocurrido. Ryley no quería hablar de lo acontecido, lo que deseaba era olvidarlo todo al menos por una noche.
No se detuvo en ningún sitio, no devolvió los saludos amables de los transeúntes que se topaba y de hecho, al notar que estaba más cerca de su casa, apresuro más el paso para evitar toparse con alguno de sus antiguos vecinos, solo que no fue precisamente toparse con un vecino lo que le llevó a detenerse en seco apenas dos casas antes de llegar a la suya.
– ¿Sweet? ¿Eres tú? – su voz sonó cargada de dudas e incredulidad, pues no estaba completamente seguro de que la mujer de cabellos rubios que miraba en dirección a la casa del ex prostituto fuera aquella mujer con la que compartiera tantas noches, además de que le parecía extraordinario que fuera precisamente aquel día cuando se la encontrara después del tiempo que llevaba ya sin verla ni saber de ella. Sweet había sido no solo una de las mujeres que paso por la cama de Ryley, ella fue además una compañera suya en el burdel, una amante extraordinaria y durante un breve pero satisfactorio periodo de tiempo, la pareja del ahora cazador. Con la mirada completamente fija en ella, dio entonces un paso más en dirección a la fémina cuestionándose los motivos de ella para estar ahí y preguntándose qué había sido de la vida de la prostituta.
Una vez que se encontró fuera de la mansión, se mantuvo unos instantes observando la fachada. Nuevamente Ryley se veía a si mismo como un extraño, una pieza de rompecabezas que no pertenecía a aquel lugar y fue entonces que una sonrisa triste apareció en su rostro; él nunca había sido parte de aquel mundo, el suyo era otro que había dejado atrás por una promesa de amor a la que se la tragara el tiempo. Fue preciso pensar en su mundo, en su pasado lo que le hizo comenzar a caminar en dirección a su vieja casa, aquella que compartiera durante muchos años con su hermana Vanesa quien hacía verdaderamente poco abandonara la casa para vivir en la mansión de un hombre mayor a quien asistía como su enfermera personal. El antiguo hogar del Lezarc entonces se encontraba vació, justo lo que necesitaba en aquellos momentos ya que no quería ver a su hermana para que le cuestionara sobre lo ocurrido. Ryley no quería hablar de lo acontecido, lo que deseaba era olvidarlo todo al menos por una noche.
No se detuvo en ningún sitio, no devolvió los saludos amables de los transeúntes que se topaba y de hecho, al notar que estaba más cerca de su casa, apresuro más el paso para evitar toparse con alguno de sus antiguos vecinos, solo que no fue precisamente toparse con un vecino lo que le llevó a detenerse en seco apenas dos casas antes de llegar a la suya.
– ¿Sweet? ¿Eres tú? – su voz sonó cargada de dudas e incredulidad, pues no estaba completamente seguro de que la mujer de cabellos rubios que miraba en dirección a la casa del ex prostituto fuera aquella mujer con la que compartiera tantas noches, además de que le parecía extraordinario que fuera precisamente aquel día cuando se la encontrara después del tiempo que llevaba ya sin verla ni saber de ella. Sweet había sido no solo una de las mujeres que paso por la cama de Ryley, ella fue además una compañera suya en el burdel, una amante extraordinaria y durante un breve pero satisfactorio periodo de tiempo, la pareja del ahora cazador. Con la mirada completamente fija en ella, dio entonces un paso más en dirección a la fémina cuestionándose los motivos de ella para estar ahí y preguntándose qué había sido de la vida de la prostituta.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Night Sins [Sweet]
Tenía mil cosas en su cabeza, pero de una de ellas estaba segura y era que el cambio que había tenido lugar en su vida había sido bueno. “A veces tienes que romperte para saber exactamente que hay dentro “ y Sweet conocía bien como era esa sensación, el dolor había sido un pago con crecer por el tipo de vida que había elegido, con esas situaciones se había quebrado de una forma que no había considerado nunca y luego se encontró con una salida, una alternativa a ese estilo de vida que ya tenía hacia tiempo.
Lucciano le había abierto las puertas de Il Peccato Nostro, un club donde se seguían las costumbres de los burdeles con algunos matices mas fetichistas y en el cual los clientes no eran simples trabajadores sino gente de clase alta que estaban dispuestos a pagar demás por algunas prácticas extrañas pidiendo permiso por ellas primero.
Los golpes que en otro momento había sufrido en el burdel, al menos en ese lugar podían decidirlos de quiénes venían y además había dejado de alquilar, eso ya no era algo necesario, las prostitutas del lugar tenían una villa propia como parte del pago por permanecer en aquel Club y cautivar a los clientes. Aun así después de varias semanas la mudanza aun no la tenía completa. Esa tarde Sweet había sentido el impulso al levantarse de completar sus pendientes y devolver el que había sido su hogar a entera disposición de su antigua compañera de alquiler con quien había llegado a París. La despedida había sido algo fugaz en su momento, la tarde se les paso entre charlas y café frente la mesa que tantas veces habían compartido, sus caminos no se separarían jamás..
Ya comenzaba lentamente a desvanecerse el sol, tomó el bolso con las y después de una despedida sentimental comenzó a recorrer las calles que la conducían a la villa. No había caminado mas de tres cuadras cuando notó cierta congoja al ingresar al barrio donde muchas de sus compañeras habían alquilado. Y sus compañeros también. Y fue allí cuando una sucesión de imágenes la rodeó llevándola a ese pasado del cual no se arrepentía. Desde temprano el pasado la llamaba y ahora se encontraba nada mas ni nada menos que frente al domicilio de Ryley Ende.
¿Qué habrá sido de su vida? No había escuchado nada después de su partida del burdel y esperaba que su vida también hubiese cambiado, que al menos hubiera encontrado un lugar mas saludable donde ocuparse de lo que tan bien sabia hacer…
Su nombre en una voz imaginaria la estaba llamando. No era posible, pero podía escucharlo, aun recordaba su voz por mas tiempo que hubiese pasado.
Convencida de encontrarse en soledad con sus pensamientos giró para continuar con su marcha y se topó a escasos pasos de la mismísima concreción de sus pensamientos. No era posible…
Se ruborizó como primera reacción y pudo notarlo en el ardor de sus mejillas, se había frenado in situ. Estaba cambiado, mucho mas varonil de lo que lo recordaba, sus ropas eran mucho mas finas, su cuerpo parecía mas desarrollado aunque aún mantenía una postura totalmente sensual a sus ojos. Pestañeó varias veces sin saber cómo seguir ni que hacer. Como acto reflejo solo sonrió, para no mantener esa postura de niña sorprendida en plena fechoría.
- Monsieur Ende… no me lo creo…- dijo cuando abrió la boca, aun no daba crédito a lo que veían sus ojos. Achicó el espacio entre ellos dos y aun con algunas imágenes de ellos dos fue a tomar su mano solo para sentir su piel una vez mas.
Lucciano le había abierto las puertas de Il Peccato Nostro, un club donde se seguían las costumbres de los burdeles con algunos matices mas fetichistas y en el cual los clientes no eran simples trabajadores sino gente de clase alta que estaban dispuestos a pagar demás por algunas prácticas extrañas pidiendo permiso por ellas primero.
Los golpes que en otro momento había sufrido en el burdel, al menos en ese lugar podían decidirlos de quiénes venían y además había dejado de alquilar, eso ya no era algo necesario, las prostitutas del lugar tenían una villa propia como parte del pago por permanecer en aquel Club y cautivar a los clientes. Aun así después de varias semanas la mudanza aun no la tenía completa. Esa tarde Sweet había sentido el impulso al levantarse de completar sus pendientes y devolver el que había sido su hogar a entera disposición de su antigua compañera de alquiler con quien había llegado a París. La despedida había sido algo fugaz en su momento, la tarde se les paso entre charlas y café frente la mesa que tantas veces habían compartido, sus caminos no se separarían jamás..
Ya comenzaba lentamente a desvanecerse el sol, tomó el bolso con las y después de una despedida sentimental comenzó a recorrer las calles que la conducían a la villa. No había caminado mas de tres cuadras cuando notó cierta congoja al ingresar al barrio donde muchas de sus compañeras habían alquilado. Y sus compañeros también. Y fue allí cuando una sucesión de imágenes la rodeó llevándola a ese pasado del cual no se arrepentía. Desde temprano el pasado la llamaba y ahora se encontraba nada mas ni nada menos que frente al domicilio de Ryley Ende.
¿Qué habrá sido de su vida? No había escuchado nada después de su partida del burdel y esperaba que su vida también hubiese cambiado, que al menos hubiera encontrado un lugar mas saludable donde ocuparse de lo que tan bien sabia hacer…
Su nombre en una voz imaginaria la estaba llamando. No era posible, pero podía escucharlo, aun recordaba su voz por mas tiempo que hubiese pasado.
Convencida de encontrarse en soledad con sus pensamientos giró para continuar con su marcha y se topó a escasos pasos de la mismísima concreción de sus pensamientos. No era posible…
Se ruborizó como primera reacción y pudo notarlo en el ardor de sus mejillas, se había frenado in situ. Estaba cambiado, mucho mas varonil de lo que lo recordaba, sus ropas eran mucho mas finas, su cuerpo parecía mas desarrollado aunque aún mantenía una postura totalmente sensual a sus ojos. Pestañeó varias veces sin saber cómo seguir ni que hacer. Como acto reflejo solo sonrió, para no mantener esa postura de niña sorprendida en plena fechoría.
- Monsieur Ende… no me lo creo…- dijo cuando abrió la boca, aun no daba crédito a lo que veían sus ojos. Achicó el espacio entre ellos dos y aun con algunas imágenes de ellos dos fue a tomar su mano solo para sentir su piel una vez mas.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Night Sins [Sweet]
Cuando Ryley dejó el burdel no dio explicaciones a nadie. El amor que sentía por Leigh le había impulsado a decidir ser un hombre al que ella pudiera llamar su esposo y estuviese orgullosa de ello, sin embargo las circunstancias les llevaron a un camino diferente y la pareja que tanto amor se profesara antiguamente ahora solo parecía odiarse de manera casi mortal. Sumergido pues en deseos de soledad y con la idea de aclarar un poco sus pensamientos, así como librarse de todo lo que tuviera que ver con su esposa y su matrimonio, Ryley dirigió sus pasos al único lugar que podía llamar verdaderamente suyo; su antiguo hogar.
El camino hasta aquella humilde casa transcurrió sin percance alguno, siendo el momento cuando estaba por llegar el que llevó hasta él una sorpresa inesperada. Con duda en la voz, llamó el nombre de aquella mujer de cabellos rubios que para Ryley había significado más que una simple conocida y si bien en un principio dudó que se tratara de Sweet, solo fue necesario que ella volviera el rostro en su dirección para desvanecer todas sus dudas.
Por unos momentos ambos parecieron quedarse inmóviles, observando al otro con cierto grado de incredulidad y sorpresa. La sonrisa de Sweet provoco en Ryley una alegría que hacía mucho tiempo no sentía. La rubia seguía siendo una mujer sumamente hermosa y si bien se notaba un tanto más experta y madura, Ryley aún podía detectar en ella esa inocencia que le ayudaba a seducir a cualquier hombre que se propusiera; ¿Seguiría ella dedicando su vida a satisfacer a otros hombres? La pregunta floto en la mente de Ryley, al igual que ciertos recuerdos de sus aventuras juntos, algo que le provoco a él una sonrisa divertida; aquellos habían sido buenos tiempos, quizás tiempos que nunca debió abandonar por promesas que se desmoronaban cual castillos de arena al ser golpeados por las olas.
Agradeció enormemente el momento en que Sweet rompió con el silencio que existía entre ellos, así como con la distancia.
– ¿Desde cuándo existen tantas formalidades entre nosotros? No soy un desconocido para ti Sweet y puedes llamarme por mi nombre como siempre – no le gustaba que le llamase por su apellido (mucho menos uno que ya no lo era), pues aunque no se hubiesen visto durante un buen tiempo, Ryley creía que entre ellos aún existía la confianza suficiente para llamarse por sus nombres y tratarse tan bien como en el pasado; su creencia fue animada además, por la manera en la que ella tomaba su mano, acto que llevó al Lezarc a tirar de su mano para que ella estuviese mucho más cerca, tal y como siempre le había gustado tenerla – ¿No te crees encontrarme aquí? – sonrió divertido – Sweet, estabas frente a mi casa así que es completamente natural que me puedas ver por aquí – Pese a llevar algo de tiempo sin visitar su hogar, el ex cortesano solía ir a revisar el estado de la casa y cuando Vanesa vivía ahí, iba a visitarle y asegurarse de que estuviese a salvo – Lo que me parece de no creerse es verte a ti observando tan nostálgica mi casa – bromeo antes de acercar sus labios al oído femenino – ¿Sera qué me extrañas?
El camino hasta aquella humilde casa transcurrió sin percance alguno, siendo el momento cuando estaba por llegar el que llevó hasta él una sorpresa inesperada. Con duda en la voz, llamó el nombre de aquella mujer de cabellos rubios que para Ryley había significado más que una simple conocida y si bien en un principio dudó que se tratara de Sweet, solo fue necesario que ella volviera el rostro en su dirección para desvanecer todas sus dudas.
Por unos momentos ambos parecieron quedarse inmóviles, observando al otro con cierto grado de incredulidad y sorpresa. La sonrisa de Sweet provoco en Ryley una alegría que hacía mucho tiempo no sentía. La rubia seguía siendo una mujer sumamente hermosa y si bien se notaba un tanto más experta y madura, Ryley aún podía detectar en ella esa inocencia que le ayudaba a seducir a cualquier hombre que se propusiera; ¿Seguiría ella dedicando su vida a satisfacer a otros hombres? La pregunta floto en la mente de Ryley, al igual que ciertos recuerdos de sus aventuras juntos, algo que le provoco a él una sonrisa divertida; aquellos habían sido buenos tiempos, quizás tiempos que nunca debió abandonar por promesas que se desmoronaban cual castillos de arena al ser golpeados por las olas.
Agradeció enormemente el momento en que Sweet rompió con el silencio que existía entre ellos, así como con la distancia.
– ¿Desde cuándo existen tantas formalidades entre nosotros? No soy un desconocido para ti Sweet y puedes llamarme por mi nombre como siempre – no le gustaba que le llamase por su apellido (mucho menos uno que ya no lo era), pues aunque no se hubiesen visto durante un buen tiempo, Ryley creía que entre ellos aún existía la confianza suficiente para llamarse por sus nombres y tratarse tan bien como en el pasado; su creencia fue animada además, por la manera en la que ella tomaba su mano, acto que llevó al Lezarc a tirar de su mano para que ella estuviese mucho más cerca, tal y como siempre le había gustado tenerla – ¿No te crees encontrarme aquí? – sonrió divertido – Sweet, estabas frente a mi casa así que es completamente natural que me puedas ver por aquí – Pese a llevar algo de tiempo sin visitar su hogar, el ex cortesano solía ir a revisar el estado de la casa y cuando Vanesa vivía ahí, iba a visitarle y asegurarse de que estuviese a salvo – Lo que me parece de no creerse es verte a ti observando tan nostálgica mi casa – bromeo antes de acercar sus labios al oído femenino – ¿Sera qué me extrañas?
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Night Sins [Sweet]
Su mirada bajó, aun no podía mantenerla fija a esos ojos intensos que la habían visto como su posesión propia y habían recorrido su cuerpo desnudo en mas de una noche. Sonrió ocultándose como si pudiera evitar ser vista en un intento de no parecer totalmente feliz de poder encontrarlo una vez mas caminando por esas calles parisinas que los habían unido como vecinos en cierto tiempo ¿Qué había sido de él? Nunca se había animado a cruzar palabras con Vanesa para saber su paradero.
- Quizá será por estas ropas ¿No acostumbraba a usar usted otro tipo de prendas? – marcó la blonda con cierto toque seductor en su voz, Ryley no solía vestir antes con telas de marca, ropa de diseñador y mucho menos con tal estilo. Aunque ahora se lo notaba con clase no perdía el encanto de antaño, pero algo tenía que marcarle y además aprovechaba este comentario para revisar de cabeza a pies su cuerpo. No se perdían las mañas.
El encuentro los volvió mas cercanos, él aprovechando el agarre había usado su posición para acercarla un poco mas, su pecho escotado se levantó ante el asombro, obviamente no había perdido ese aspecto de la seducción por mas que lo ocultara. Su aliento la encontró y descaradamente no pensó bajar la mirada esta vez, buscaría acostumbrarse a esas orbes que la combatían y la incitaban a recordar esos momentos tan placenteros del pasado que no tenia fecha de caducidad por mas que sus vidas hubieran continuado. Algo le hacía ruido, entre otras cosas era su estomago, que por mas desayuno parecía haber volcado por el encuentro.
- Hasta donde había visto no vivías aquí hace mucho Ryley, paso siempre por aquí y no te había visto antes ¿Me evitas? – Mintió frente a la diversión latente en su mirada, ella no pasaba por allí siempre por el simple hecho que ya no vivía en la zona, se había mudado, y además prefería evitar toda relación con las demás personas del burdel que solían alquilar en el lugar.
Lo que mas la sorprendió era lo arrebatado en confianza que se había vuelto después de tanto tiempo sin verse o era que ya olvidó como era tratada por el masculino. Sus modismos eran sugerentes pero con un toque sensual que la engatusaba, este gato tampoco perdía sus mañas pensó Sweet - ¿Nostálgica? Si, puede ser que te extrañe porque hace mucho no te apareces por ningún lado, no envías postales, ni ropa interior por correo… - comentó tranquila simulando cara de niña desconsolada por la situación, aunque no era del todo cierto por estar sobreactuado, no había mentira completa que no revelara algo de verdad. Lo extrañaba, o al menos, no lo olvidaba, a veces su imagen volvía a aparecer entre las sombras - ¿Dónde has estado? – se animó a preguntar acercando su rostro al de él, su mano se liberó del agarre y reposó sobre la incipiente barba del caballero enmarcando su rostro.
- Quizá será por estas ropas ¿No acostumbraba a usar usted otro tipo de prendas? – marcó la blonda con cierto toque seductor en su voz, Ryley no solía vestir antes con telas de marca, ropa de diseñador y mucho menos con tal estilo. Aunque ahora se lo notaba con clase no perdía el encanto de antaño, pero algo tenía que marcarle y además aprovechaba este comentario para revisar de cabeza a pies su cuerpo. No se perdían las mañas.
El encuentro los volvió mas cercanos, él aprovechando el agarre había usado su posición para acercarla un poco mas, su pecho escotado se levantó ante el asombro, obviamente no había perdido ese aspecto de la seducción por mas que lo ocultara. Su aliento la encontró y descaradamente no pensó bajar la mirada esta vez, buscaría acostumbrarse a esas orbes que la combatían y la incitaban a recordar esos momentos tan placenteros del pasado que no tenia fecha de caducidad por mas que sus vidas hubieran continuado. Algo le hacía ruido, entre otras cosas era su estomago, que por mas desayuno parecía haber volcado por el encuentro.
- Hasta donde había visto no vivías aquí hace mucho Ryley, paso siempre por aquí y no te había visto antes ¿Me evitas? – Mintió frente a la diversión latente en su mirada, ella no pasaba por allí siempre por el simple hecho que ya no vivía en la zona, se había mudado, y además prefería evitar toda relación con las demás personas del burdel que solían alquilar en el lugar.
Lo que mas la sorprendió era lo arrebatado en confianza que se había vuelto después de tanto tiempo sin verse o era que ya olvidó como era tratada por el masculino. Sus modismos eran sugerentes pero con un toque sensual que la engatusaba, este gato tampoco perdía sus mañas pensó Sweet - ¿Nostálgica? Si, puede ser que te extrañe porque hace mucho no te apareces por ningún lado, no envías postales, ni ropa interior por correo… - comentó tranquila simulando cara de niña desconsolada por la situación, aunque no era del todo cierto por estar sobreactuado, no había mentira completa que no revelara algo de verdad. Lo extrañaba, o al menos, no lo olvidaba, a veces su imagen volvía a aparecer entre las sombras - ¿Dónde has estado? – se animó a preguntar acercando su rostro al de él, su mano se liberó del agarre y reposó sobre la incipiente barba del caballero enmarcando su rostro.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Night Sins [Sweet]
Una carcajada salió de sus labios ante la sinceridad que expresaba la rubia con respecto a las ropas que llevaba ahora, sin duda, lo que ahora usaba y lo que era, estaba muy lejos del Ryley que ella conoció. Sweet se encontró con un hombre que se dedicaba por completo a satisfacer los deseos de las mujeres pero ahora lo re encontraba como un cazador, un hombre de familia, uno que ya no dedicaba sus noches a cuerpos femeninos.
– Bueno, la verdad es que no solía usar muchas prendas – la miro de arriba abajo con descaro – y tu tampoco solías usar tanta ropa encima, quizás por eso es que nos ha costado un poco reconocernos – y claro, ellos se conocían por completo los cuerpos, sabían que zonas resultaban placenteras para el otro y cuales no. Sweet era después de todo, una de las mujeres que mejor le conocía.
Por un momento la cercanía parecía incomodarlos, pero fue cuestión de segundos cuando ambos parecieron recordar lo que causaban en el otro, dejando entonces los dos que esa conexión que poseían hiciera lo suyo. Ryley se acerco entonces más a ella y con esa familiaridad de antaño, comenzaron a charlar.
– Esta es mi casa, ¿Dónde más puedo vivir? – podía vivir claro con su esposa, pero al parecer, eso ya no sería posible durante mucho más tiempo así que lo mejor era volver a los lugares conocidos y propios, con las personas que abandono antes de decidir amar a una mujer que ya no existía. Negó con determinación – Nunca te evitaría y eso lo sabes bien, es simplemente que tuve varios asuntos que atender lejos de estas calles – la tristeza apareció en su rostro de manera pasajera – pero esos asuntos están por terminar, así que pronto me veras mucho más por aquí.
Con descaro entonces se acercó mucho más a ella, aspirando aquel aroma tan peculiar que ella poseía y que aún le afectaba sobre manera. Las respuestas de parte de la prostituta eran tan de ella, que Ryley no pudo evitar acercarse más a ella, rodeándole la cintura suavemente.
– ¿Extrañas solo las postales y mi ropa interior? – enarco la ceja divertido – ¿No extrañas nada más? – su voz entonces fue más baja y más seductora. Esa manera de actuar le salía tan natural que de manera inevitable volvía a sentirse un simple cortesano en compañía de una mujer hermosa. La mano femenina toco su rostro y un suspiro entonces salió de sus labios – Aquí en París, en las mansiones de los adinerados – la miro fijamente – y en Lyon, buscando la sombra de una mujer – confesó entonces, sin animarse aún a decirle que se casó, que tenía un hijo y que su vida se le había vuelto miserable al carecer del amor de la mujer por quien dejo todo; y no era que evitara hablar de eso por temor a ser juzgado o rechazado por ella, sino porque en la calle, no le parecía apropiado contarle aquello – Sweet, ¿Quieres pasar? – preguntó mirándole fijamente.
– Bueno, la verdad es que no solía usar muchas prendas – la miro de arriba abajo con descaro – y tu tampoco solías usar tanta ropa encima, quizás por eso es que nos ha costado un poco reconocernos – y claro, ellos se conocían por completo los cuerpos, sabían que zonas resultaban placenteras para el otro y cuales no. Sweet era después de todo, una de las mujeres que mejor le conocía.
Por un momento la cercanía parecía incomodarlos, pero fue cuestión de segundos cuando ambos parecieron recordar lo que causaban en el otro, dejando entonces los dos que esa conexión que poseían hiciera lo suyo. Ryley se acerco entonces más a ella y con esa familiaridad de antaño, comenzaron a charlar.
– Esta es mi casa, ¿Dónde más puedo vivir? – podía vivir claro con su esposa, pero al parecer, eso ya no sería posible durante mucho más tiempo así que lo mejor era volver a los lugares conocidos y propios, con las personas que abandono antes de decidir amar a una mujer que ya no existía. Negó con determinación – Nunca te evitaría y eso lo sabes bien, es simplemente que tuve varios asuntos que atender lejos de estas calles – la tristeza apareció en su rostro de manera pasajera – pero esos asuntos están por terminar, así que pronto me veras mucho más por aquí.
Con descaro entonces se acercó mucho más a ella, aspirando aquel aroma tan peculiar que ella poseía y que aún le afectaba sobre manera. Las respuestas de parte de la prostituta eran tan de ella, que Ryley no pudo evitar acercarse más a ella, rodeándole la cintura suavemente.
– ¿Extrañas solo las postales y mi ropa interior? – enarco la ceja divertido – ¿No extrañas nada más? – su voz entonces fue más baja y más seductora. Esa manera de actuar le salía tan natural que de manera inevitable volvía a sentirse un simple cortesano en compañía de una mujer hermosa. La mano femenina toco su rostro y un suspiro entonces salió de sus labios – Aquí en París, en las mansiones de los adinerados – la miro fijamente – y en Lyon, buscando la sombra de una mujer – confesó entonces, sin animarse aún a decirle que se casó, que tenía un hijo y que su vida se le había vuelto miserable al carecer del amor de la mujer por quien dejo todo; y no era que evitara hablar de eso por temor a ser juzgado o rechazado por ella, sino porque en la calle, no le parecía apropiado contarle aquello – Sweet, ¿Quieres pasar? – preguntó mirándole fijamente.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Night Sins [Sweet]
Se ensimismó cautivada por sus palabras, aun no podía determinar qué tipo de hechizo usaba Ryley para engatusarla como quería. Había algo que no tenía nada que ver con lo atractivo de su apariencia, su cuerpo en si o el dinero que profesaba su nueva condición económica.
La mente de Sweet lo imaginó como un brujo, con poderes en sus manos, seguramente sería por ello que apenas la tocaba creaba milagros con cada parte de su cuerpo. Contuvo esos pensamientos y los encerró en un espacio al lado de sus sentimientos. Aquí en la calle tampoco podía llegar a ser ella totalmente, un tanto por las apariencias en el barrio, otro tanto por las miradas que pudiera haber entre quienes tenían contactos con Lucciano, el mandamás del Club donde trabajaba ahora. No era bueno ser una prostituta compartida entre varios lados y había que mantener esas mascaras.
No podía hacerse la enojada con él. No era capaz. Una sonrisa chiquilina se le escapó de entre sus manos mientras se tapaba la boca.
La terminó bajando, la estaba invitando a pasar, y ella quería saber todo sobre él. Aun era temprano para confesarle que lo había buscado por los burdeles y no había tenido noticias, todo esto en la mas silenciosa tarea que emprendió alguna vez.
- Por supuesto que quiero… ¿esta Vanesa? – pregunta directa de por medio y su cabeza comenzó a darle vueltas a este tema de las mansiones y viaje a Lyon ¿en que vida extraña se había metido este hombre? Parecía ser el mismo, aunque algo en él había cambiado y no era solo que estuvieran un poco mas desarrollados ambos. Aguardó hasta que abriera la puerta y después de mirar sobre su hombro la calle se internó dentro de la casa tomando nota de los espacios conocidos y los cambios que se habían hecho en la misma.
- Por lo de afuera, debo confesarte que realmente te extrañaba a modo general Ryley… de verdad, tengo muchas cosas que contarte y me hiciste falta… - dijo inclinando un poco la cabeza y quitándose el saco dando por sentado que iba a quedarse un tiempo y que no se iba a retirar hasta que sus historias quedaran al día. Como tratándose de meros amigos buscó rescatar ese espacio que tenían antes que no era solo intimidad, sino también algo que ella pensó siempre como sinceridad.
¿Acaso no se habían conocido asi?
La mente de Sweet lo imaginó como un brujo, con poderes en sus manos, seguramente sería por ello que apenas la tocaba creaba milagros con cada parte de su cuerpo. Contuvo esos pensamientos y los encerró en un espacio al lado de sus sentimientos. Aquí en la calle tampoco podía llegar a ser ella totalmente, un tanto por las apariencias en el barrio, otro tanto por las miradas que pudiera haber entre quienes tenían contactos con Lucciano, el mandamás del Club donde trabajaba ahora. No era bueno ser una prostituta compartida entre varios lados y había que mantener esas mascaras.
No podía hacerse la enojada con él. No era capaz. Una sonrisa chiquilina se le escapó de entre sus manos mientras se tapaba la boca.
La terminó bajando, la estaba invitando a pasar, y ella quería saber todo sobre él. Aun era temprano para confesarle que lo había buscado por los burdeles y no había tenido noticias, todo esto en la mas silenciosa tarea que emprendió alguna vez.
- Por supuesto que quiero… ¿esta Vanesa? – pregunta directa de por medio y su cabeza comenzó a darle vueltas a este tema de las mansiones y viaje a Lyon ¿en que vida extraña se había metido este hombre? Parecía ser el mismo, aunque algo en él había cambiado y no era solo que estuvieran un poco mas desarrollados ambos. Aguardó hasta que abriera la puerta y después de mirar sobre su hombro la calle se internó dentro de la casa tomando nota de los espacios conocidos y los cambios que se habían hecho en la misma.
- Por lo de afuera, debo confesarte que realmente te extrañaba a modo general Ryley… de verdad, tengo muchas cosas que contarte y me hiciste falta… - dijo inclinando un poco la cabeza y quitándose el saco dando por sentado que iba a quedarse un tiempo y que no se iba a retirar hasta que sus historias quedaran al día. Como tratándose de meros amigos buscó rescatar ese espacio que tenían antes que no era solo intimidad, sino también algo que ella pensó siempre como sinceridad.
¿Acaso no se habían conocido asi?
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Night Sins [Sweet]
Ahí en medio de la calle, en compañía de Sweet y los recuerdos del pasado, Ryley se sentía en otro mundo. La comodidad que no sintiera más estando al lado de Leigh podía sentirla al lado de su ex amante, si es que alguna vez podía considerarla una ex y no como una amante del presente. Sweet era de hecho tan especial que una sola palabra no alcanzaba para describir todo el apreció y deseo que Ryley sentía por ella, incluso lo sentía en aquellos momentos donde su mente se suponía debía estar enfocada en su matrimonio y la manera en que ese mismo se desmoronaba.
Con una sonrisa pícara en los labios y el deseo no solo de ponerse al corriente en sus vidas sino de algunas otras cosas, el aún Lezarc invitó a Sweet a entrar en su casa, dejando completamente de lado el hecho de que en una mansión de aquella misma ciudad, su esposa y su hijo lo esperaban.
– ¿Aún evades a Vane? – preguntó con curiosidad y cierto grado de humor – Pero si te sirve de consuelo no creo que ella este en casa – aseguró al tiempo que comenzaba a abrir la puerta – de hecho ella tiene su propia casa ahora, solo cuida de esta para que no se venga abajo o alguien decida entrar a robar – una vez que abrió la puerta, hizo una seña para que fuera Sweet la primera en entrar dentro de la residencia, esa a la que la prostituta había entrado muchas otras veces, siendo en varias de esas ocasiones cuando se desarrollaron conflictos entre ella y Vane. La hermana del cazador nunca vio con buenos ojos a la rubia, algo que siempre molesto a Ryley, ya que sin importar que fuera su hermana la que le pidiera que no viera más a la rubia, él nunca dejaría su amistad (o romance) con Sweet y eso se lo dejo en claro en múltiples ocasiones a la menor de los hermanos quien aunque aceptaba la presencia de Sweet en el hogar, aprovechaba cualquier circunstancia para hacer de su estancia en la casa un completo infierno.
Una vez dentro de la casa, la cual se mantenía en perfectas condiciones gracias a los cuidados de Vanesa, Ryley avanzó, guiando a Sweet hasta el humilde y pequeño comedor que tenía.
– Yo también extrañaba todo de ti Sweet, mucho más de lo que te podrías imaginar – le dijo mientras que la observaba – aunque si crees que tienes mucho por contarme, espera a que veas lo que yo tengo para decirte – y tras aquellas palabras, el ahora cazador saco de uno de sus bolsillos la alianza que hasta hacía muy poco usaba en su dedo, esa que simbolizaba la unión que tenía con Leigh y la que con cuidado fue depositada sobre la mesa para que la rubia pudiera verla. La prostituta sabría a la perfección que significaba aquello y él no podía de primero enfrentarse a los ojos femeninos que seguramente estarían cargados de preguntas, por lo que antes de que ella pudiera observarlo o decirle algo, Ryley camino en dirección a la cocina – ¿Quieres un té o un café? – preguntó en un intento inútil por evitar el bombardeo de preguntas que sabía vendrían a continuación.
Con una sonrisa pícara en los labios y el deseo no solo de ponerse al corriente en sus vidas sino de algunas otras cosas, el aún Lezarc invitó a Sweet a entrar en su casa, dejando completamente de lado el hecho de que en una mansión de aquella misma ciudad, su esposa y su hijo lo esperaban.
– ¿Aún evades a Vane? – preguntó con curiosidad y cierto grado de humor – Pero si te sirve de consuelo no creo que ella este en casa – aseguró al tiempo que comenzaba a abrir la puerta – de hecho ella tiene su propia casa ahora, solo cuida de esta para que no se venga abajo o alguien decida entrar a robar – una vez que abrió la puerta, hizo una seña para que fuera Sweet la primera en entrar dentro de la residencia, esa a la que la prostituta había entrado muchas otras veces, siendo en varias de esas ocasiones cuando se desarrollaron conflictos entre ella y Vane. La hermana del cazador nunca vio con buenos ojos a la rubia, algo que siempre molesto a Ryley, ya que sin importar que fuera su hermana la que le pidiera que no viera más a la rubia, él nunca dejaría su amistad (o romance) con Sweet y eso se lo dejo en claro en múltiples ocasiones a la menor de los hermanos quien aunque aceptaba la presencia de Sweet en el hogar, aprovechaba cualquier circunstancia para hacer de su estancia en la casa un completo infierno.
Una vez dentro de la casa, la cual se mantenía en perfectas condiciones gracias a los cuidados de Vanesa, Ryley avanzó, guiando a Sweet hasta el humilde y pequeño comedor que tenía.
– Yo también extrañaba todo de ti Sweet, mucho más de lo que te podrías imaginar – le dijo mientras que la observaba – aunque si crees que tienes mucho por contarme, espera a que veas lo que yo tengo para decirte – y tras aquellas palabras, el ahora cazador saco de uno de sus bolsillos la alianza que hasta hacía muy poco usaba en su dedo, esa que simbolizaba la unión que tenía con Leigh y la que con cuidado fue depositada sobre la mesa para que la rubia pudiera verla. La prostituta sabría a la perfección que significaba aquello y él no podía de primero enfrentarse a los ojos femeninos que seguramente estarían cargados de preguntas, por lo que antes de que ella pudiera observarlo o decirle algo, Ryley camino en dirección a la cocina – ¿Quieres un té o un café? – preguntó en un intento inútil por evitar el bombardeo de preguntas que sabía vendrían a continuación.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Night Sins [Sweet]
Ya dentro le confesó la verdad – No es que solo evada a tu hermana… evado todo lo que me recuerde a las noche en el burdel durante el día. He tenido disputas muy grandes con los vecinos por el tipo de trabajo que teníamos… - rió al recordar que ella seguía ejerciéndolo de una forma diferente pero no tan lejana – Que tengo… mejor dicho – con un ademan de la mano le restó importancia al tema, miró al espacio del comedor y se acomodó en una de las sillas.
Era una alegría no tener que cruzarse con la chica, era odiosa, aunque podía entenderse teniendo un hombre como Ryley al lado como hermano.
Lo que la dejó asombrada era ese objeto que este hombre dejó sobre la mesa, no lo había visto bien cuando lo sacó del bolsillo, hubiera esperado cualquier cosa menos una alianza, y menos aún que esta estuviera fuera de un dedo anular o de una joyería. La tomó entre sus manos y estaba abriendo la boca cuando este le preguntó qué era lo que quería tomar. Se frenó – Café está bien – respondió con cara de circunstancia, su afirmación pareció mas una pregunta.
Respiró el aire que no tenía y decidió tomar todo de la forma mas tranquila que tenían o solían tener ellos en su momento – Realmente no sé si decirte “Si acepto” o reprocharte por robar una joyería Ryley… - claramente poniendo en duda la posibilidad que ese hombre que conoció en un burdel por un arrebato hormonal pudiera haberse entregado a una relación seria de una vez por todas. La incertidumbre le picaba como si fueran abejas, no la dejaban en paz, y dentro de su estómago las mariposas volvían a aletear como si se tratara de su primer amor.
Era una alegría no tener que cruzarse con la chica, era odiosa, aunque podía entenderse teniendo un hombre como Ryley al lado como hermano.
Lo que la dejó asombrada era ese objeto que este hombre dejó sobre la mesa, no lo había visto bien cuando lo sacó del bolsillo, hubiera esperado cualquier cosa menos una alianza, y menos aún que esta estuviera fuera de un dedo anular o de una joyería. La tomó entre sus manos y estaba abriendo la boca cuando este le preguntó qué era lo que quería tomar. Se frenó – Café está bien – respondió con cara de circunstancia, su afirmación pareció mas una pregunta.
Respiró el aire que no tenía y decidió tomar todo de la forma mas tranquila que tenían o solían tener ellos en su momento – Realmente no sé si decirte “Si acepto” o reprocharte por robar una joyería Ryley… - claramente poniendo en duda la posibilidad que ese hombre que conoció en un burdel por un arrebato hormonal pudiera haberse entregado a una relación seria de una vez por todas. La incertidumbre le picaba como si fueran abejas, no la dejaban en paz, y dentro de su estómago las mariposas volvían a aletear como si se tratara de su primer amor.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Night Sins [Sweet]
– Evadir el pasado no es bueno Sweet pues siempre termina por encontrarnos sin importar lo que hagamos – le aseguró mientras ambos caminaban por la casa del ahora cazador – Además que evitar recordar el burdel es casi como querer evitar recordarme – hizo una pausa y la miro simulando estar sumamente dolido por su comentario – Puedo comprender que no soportes a Vane pero ¿No te gusta recordarme? – sabía que la pregunta estaba de sobra. Ellos eran algo especial, algo que no podía evitar recordarse. Estuvieron unidos por la amistad, el amor y el deseo; aunque más que decir que lo estuvieron, lo más acertado era decir que aun lo estaban. Era imposible que conociéndose como lo hacían no se dieran cuenta de la tensión que existía entre ambos, de esa necesidad que con cada segundo se volvía más evidente. A Ryley de hecho le hubiera encantado arrancarle la ropa apenas entraron a la casa, sin embargo, existían cosas que hablarse antes, cosas que podrían llevar a Sweet a cambiar la percepción que tenía de Ryley.
Apenas habían llegado al comedor cuando Ryley decidió que era el momento de hacerle saber a Sweet en que era lo que estuvo metido. El cazador preguntó a la rubia qué deseaba para beber justo después de haber dejando su alianza de matrimonio sobre la mesa, a la vista de ella.
– Café será entonces – respondió desde la cocina. El Lezarc tenía pensado preparar el café antes de regresar al comedor y hacer frente a la rubia. Quería dar además un poco de tiempo para que los pensamientos de ambos no estuvieran basados en la emoción del momento, aunque claro, Ryley sabía que no se podía evitar sentir, mucho menos en una situación como en la que ahora estaban metidos ambos.
Después de un rato de silencio y al tiempo que salía de la cocina con dos tazas de café, Ryley escuchó con una sonrisa lo que Sweet usaba para abordar el tema. No había cambiado nada. Seguía siendo la misma muchacha por la que cayó completamente rendido varios años atrás.
– Jamás robaría joyería – aseguró al poner la taza frente a ella y después sentarse al otro lado de la pequeña mesa – pero al parecer si me robe a una mujer que yo no merecía – desvió su mirada de los ojos femeninos a la taza del café – Cuando desaparecí fue porque di el “Si acepto” – hizo una pausa – ¿Qué extraño no? Yo… Casado – levantó la mirada para encontrarse con la de Sweet – Y con un hijo.
Apenas habían llegado al comedor cuando Ryley decidió que era el momento de hacerle saber a Sweet en que era lo que estuvo metido. El cazador preguntó a la rubia qué deseaba para beber justo después de haber dejando su alianza de matrimonio sobre la mesa, a la vista de ella.
– Café será entonces – respondió desde la cocina. El Lezarc tenía pensado preparar el café antes de regresar al comedor y hacer frente a la rubia. Quería dar además un poco de tiempo para que los pensamientos de ambos no estuvieran basados en la emoción del momento, aunque claro, Ryley sabía que no se podía evitar sentir, mucho menos en una situación como en la que ahora estaban metidos ambos.
Después de un rato de silencio y al tiempo que salía de la cocina con dos tazas de café, Ryley escuchó con una sonrisa lo que Sweet usaba para abordar el tema. No había cambiado nada. Seguía siendo la misma muchacha por la que cayó completamente rendido varios años atrás.
– Jamás robaría joyería – aseguró al poner la taza frente a ella y después sentarse al otro lado de la pequeña mesa – pero al parecer si me robe a una mujer que yo no merecía – desvió su mirada de los ojos femeninos a la taza del café – Cuando desaparecí fue porque di el “Si acepto” – hizo una pausa – ¿Qué extraño no? Yo… Casado – levantó la mirada para encontrarse con la de Sweet – Y con un hijo.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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Re: Night Sins [Sweet]
Tomó nota de las palabras que este mencionó cuando ingresaban al domicilio, no podía dar crédito de esas preguntas o era una especie de juego que planeaba Ende. No lo veía hace tiempo pero eso no la hacía cambiar respecto a creer saber quién era realmente él, quien se escondía tras esa fachada de hombre de la alta sociedad. Se giró y lo miró con un gesto de incredulidad ¿Cómo iba a pensar tal cosa?
Indagó profundo en su mirada buscando resquicios, los encontró a medias asi que en vez de responderle revoleó los ojos y se giró en dirección al comedor revoleando la cola como si fuera un gato. Estaban demás las palabras entre ellos, sabía que a veces era lo mismo que hablar con la pared.
Ya con la alianza frente a ella la examinó como si fuera empleada de joyería, no entendía demasiado pero se notaba la calidad del objeto, aunque seguía sin asociar el objeto con el ex prostituto. Se la colocó en el dedo anular solo para comprobar que le quedaba grande, se la quitó y la volvió a dejar en la mesa notando el silencio en la cocina. Ya tenía ganas de ir a buscarlo allá y jugar por primera vez en ese espacio – Tu silencio me da que pensar Ryley… pero me queda grande…- dijo después de un rato mientras oía los movimientos de tazas en la cocina y cierta risa también. Para cuando ingresó en el comedor con ambas tazas de café ella estaba recostada contra el respaldo de la silla con una mirada que exigía explicaciones antes de atropellarlo a preguntas – ¿Y bien? – dijo lo mas neutra que su voz le permitía. La paciencia no era lo de ella. Siguió el recorrido de la taza hasta que la dejó frente a ella y comenzó a revolver el café con sus manos frías. Las respuestas que escuchó luego, la dejaron casi en estado de shock, su boca no quedó abierta, aunque bien podría haber pasado. ¿Ryley casado?... ¡y encima padre! - ¿Es broma?... Dime que si…- dijo con una sonrisa incredula y una punzada se le clavó en la boca del estómago a la prostituta al ver la mirada del otro. Aun no lo podía creer, como asi se había ido para casarse con una mujer, abandonando todo su pasado y en ese tiempo creado una familia. Además ese sentimiento que tenía… le daba celos, celos de la mujer por la que se había entregado de tal forma. Lo reprimió, él no conseguiría saber lo que ella internamente sentía. ¡No, señor!
Indagó profundo en su mirada buscando resquicios, los encontró a medias asi que en vez de responderle revoleó los ojos y se giró en dirección al comedor revoleando la cola como si fuera un gato. Estaban demás las palabras entre ellos, sabía que a veces era lo mismo que hablar con la pared.
Ya con la alianza frente a ella la examinó como si fuera empleada de joyería, no entendía demasiado pero se notaba la calidad del objeto, aunque seguía sin asociar el objeto con el ex prostituto. Se la colocó en el dedo anular solo para comprobar que le quedaba grande, se la quitó y la volvió a dejar en la mesa notando el silencio en la cocina. Ya tenía ganas de ir a buscarlo allá y jugar por primera vez en ese espacio – Tu silencio me da que pensar Ryley… pero me queda grande…- dijo después de un rato mientras oía los movimientos de tazas en la cocina y cierta risa también. Para cuando ingresó en el comedor con ambas tazas de café ella estaba recostada contra el respaldo de la silla con una mirada que exigía explicaciones antes de atropellarlo a preguntas – ¿Y bien? – dijo lo mas neutra que su voz le permitía. La paciencia no era lo de ella. Siguió el recorrido de la taza hasta que la dejó frente a ella y comenzó a revolver el café con sus manos frías. Las respuestas que escuchó luego, la dejaron casi en estado de shock, su boca no quedó abierta, aunque bien podría haber pasado. ¿Ryley casado?... ¡y encima padre! - ¿Es broma?... Dime que si…- dijo con una sonrisa incredula y una punzada se le clavó en la boca del estómago a la prostituta al ver la mirada del otro. Aun no lo podía creer, como asi se había ido para casarse con una mujer, abandonando todo su pasado y en ese tiempo creado una familia. Además ese sentimiento que tenía… le daba celos, celos de la mujer por la que se había entregado de tal forma. Lo reprimió, él no conseguiría saber lo que ella internamente sentía. ¡No, señor!
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: Night Sins [Sweet]
No podía escapar de Sweet por siempre, tenía que enfrentarla a ella y a sus propias decisiones por más difícil que eso fuera, pero al salir de la cocina y escucharla, no pudo evitar sonreír. La rubia aquella se tomaba siempre todo de una manera tan buena que quizás era eso lo que más le dolía a Ryley, saber que nunca se mereció una amiga, amante y pareja tan comprensiva como ella a quien abandono por un sueño que se convirtió en una completa pesadilla.
- ¿En serio te queda tan grande? Pensé que era el tamaño adecuado de anillo para una hermosa mujer a la que se le pedirá la mano en matrimonio – bromeó, tratando de relajarse un poco antes de soltarle la verdadera bomba a la rubia.
La sonrisa en el rostro del Lezarc se desvaneció a medida que iba hablando. Con dificultad le confeso a Sweet que era un hombre casado y encima, padre; algo que por la expresión en el rostro de su amiga deducía, resultaba sorpresivo para ella. Cuanto hubiera deseado Ryley que el tema de conversación primordial fueran sus buenos tiempos, las aventuras que tuvieron en el burdel y sus encuentros románticos; pero eso ya no era posible, no después de sus confesiones, esas que podían hacer que Sweet se levantara y lo dejara, de la misma manera en que él la había dejado antes, sin decir ni una palabra.
Sin saber que esperar, Ryley guardo silencio durante varios minutos en los que se limito a observar a taza de café frente a sí. El ex prostituto no consideraba prudente ser el primero en hablar pues suponía que Sweet le interrogaría en el momento que el shock inicial cediera.
– Que fuera una broma sería grandioso – sonrió con tristeza – pero desafortunadamente es la verdad Sweet – suspiró, levantando entonces la mirada y enfrentándose a aquellos ojos que no parecían juzgarle sino que por el contrario, parecían dolidos – Perdón… – susurró sin atreverse a decirle nada más. La rubia era una mujer muy importante en su vida, una a quien no quería dañar nunca y aún así, sabía que sus palabras lo habían hecho – Cuando pasó creí que era lo correcto pero no fue así, ya sabes que suelo tomar algunas malas decisiones – la miró fijamente – aunque tú nunca fuiste mala decisión – dijo aquello tratando de darle a entender que haberse quedado a su lado seguramente hubiera sido lo mejor, desafortunadamente el hubiera era algo que no existía y a Ryley solo le quedaba aceptar las consecuencias de sus actos.
- ¿En serio te queda tan grande? Pensé que era el tamaño adecuado de anillo para una hermosa mujer a la que se le pedirá la mano en matrimonio – bromeó, tratando de relajarse un poco antes de soltarle la verdadera bomba a la rubia.
La sonrisa en el rostro del Lezarc se desvaneció a medida que iba hablando. Con dificultad le confeso a Sweet que era un hombre casado y encima, padre; algo que por la expresión en el rostro de su amiga deducía, resultaba sorpresivo para ella. Cuanto hubiera deseado Ryley que el tema de conversación primordial fueran sus buenos tiempos, las aventuras que tuvieron en el burdel y sus encuentros románticos; pero eso ya no era posible, no después de sus confesiones, esas que podían hacer que Sweet se levantara y lo dejara, de la misma manera en que él la había dejado antes, sin decir ni una palabra.
Sin saber que esperar, Ryley guardo silencio durante varios minutos en los que se limito a observar a taza de café frente a sí. El ex prostituto no consideraba prudente ser el primero en hablar pues suponía que Sweet le interrogaría en el momento que el shock inicial cediera.
– Que fuera una broma sería grandioso – sonrió con tristeza – pero desafortunadamente es la verdad Sweet – suspiró, levantando entonces la mirada y enfrentándose a aquellos ojos que no parecían juzgarle sino que por el contrario, parecían dolidos – Perdón… – susurró sin atreverse a decirle nada más. La rubia era una mujer muy importante en su vida, una a quien no quería dañar nunca y aún así, sabía que sus palabras lo habían hecho – Cuando pasó creí que era lo correcto pero no fue así, ya sabes que suelo tomar algunas malas decisiones – la miró fijamente – aunque tú nunca fuiste mala decisión – dijo aquello tratando de darle a entender que haberse quedado a su lado seguramente hubiera sido lo mejor, desafortunadamente el hubiera era algo que no existía y a Ryley solo le quedaba aceptar las consecuencias de sus actos.
Ryley Lezarc- Cazador Clase Alta
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