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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Rashida Mar Abr 24, 2018 6:20 am

Había llegado hacía un par de días a la ciudad de París aunque no era la primera vez que pisaba la capital francesa, había acudido en otras ocasiones a lo largo de mi vida cuando el entrenamiento había sido más intenso en la organización. Aunque yo normalmente residía en Egipto, lugar donde había otra de las bases que tenía la Orden alrededor del mundo, había viajado y visitado esas mismas bases alguna que otra vez por motivos de misiones principalmente aunque luego siempre volvía a Egipto porque las “raíces” siempre tiraban y yo me encontraba más cómoda allí. En esa ocasión había ido a París para cumplir con un encargo personal que me había pedido hacer Kenner, no era demasiado raro que me pidiera misiones y que me las encargara a mí dado que él había sido quien me había entrenado durante un tiempo, enseñándome parte de lo que sabía como mi maestro y mentor. Fue duro e implacable y eso formó el carácter frío y duro que ostentaba la mayor parte del tiempo, además de que el resto se encargaron de anular todo tipo de sentimientos que pudieran hacerme débil en algún momento durante una misión, anularon mis debilidades como por ejemplo la compasión, los escrúpulos e incluso también la empatía. Era la máquina perfecta de matar, silenciosa y ágil me camuflaba entre las sombras y mis aceros eran rápidos provocando una muerte “dulce” cuando así me apetecía que fuera, si se trataba de interrogar... bueno, podía decir que no era ni dulce ni rápido. No solo tenía el objetivo por el cual había sido llamada y solicitada mi presencia en París, sino que además tenía otros menesteres entre manos que corrían de mi cuenta y que no tenían tanta importancia como la misión principal, pero debía también de atenderlo porque eran misiones impuestas por la Orden. En otro momento incluso me habría negado a participar en dichas misiones puesto que ya tenía la mía, pero en esos momentos incluso hasta me convenía para ganar algo de dinero... no por nada era una mercenaria. Todo mercenario que se prestaba lo hacía casi todo por propios intereses, no nos importaba si era conseguir un objeto antiguo, una reliquia o causar la muerte puesto que también nos pagaban por matar. Pero mientras recopilaba información sobre la que más importaba podría pasar el rato haciendo otros “recados” que sin duda alguna me harían volver con mucho más dinero a Egipto, no es que no tuviera suficiente pero en París se pagaba más que allí por cada misión y cada encargo.

Mis ojos se alzaron hacia el cielo estrellado que contemplaba desde al balcón de la residencia donde la Orden tenía como lugar su sede, o al menos una de las tantas sedes que tiene a lo largo de todo el mundo en diferentes países. Llevaba un par de semanas en París y ya comenzaba a notar lo que en cierto modo echaba de menos mi ciudad natal; Egipto es muy diferente a la capital francesa y no veía la hora de volver de nuevo allí. No me esperaba nadie en Egipto y tampoco tenía planes de hace amigos en la ciudad Parisina, había estado varias veces pero suponía que todos de alguna forma tirábamos hacia nuestras raíces. Estaba en aquella ciudad tan diferente a la mía por una petición personal de mi jefe así que el tiempo que tuviera que estar allí tendría que enfocarlo también en hacer otras cosas. París era como un hervidero y su actividad por la noche era mucho más intensa que en mi ciudad, allí por lo que tenía entendido la Iglesia tenía sus propias leyes y sus propias normas y sabía que incluso hacía partidas de caza donde buscaban a seres sobrenaturales para matarlos o torturarlos, había escuchado mucho sobre la Inquisición y lo que hacía en la ciudad, la actividad que tenían y cómo parecía que cada vez más se sumaban a su causa. En la Orden no había nada que no se escuchara y los rumores corrían como la pólvora, apenas me había bastado un par de días de estar allí para que me dijeran todo lo que últimamente estaba haciendo la Inquisición, esa caza y quema de brujas, los sobrenaturales que iban a por ellos... en la propia Orden había vampiros y licántropos que alguno que otro había tenido un encuentro con dichos cazadores que trabajaban para la Iglesia. Y hablando de esta nos había llegado una de tantas peticiones que teníamos en la Orden y, al parecer, alguien había solicitado de nuestros servicios para que nos encargáramos de un miembro de la Iglesia. Al parecer se había estado excediendo en sus limitaciones y alguien lo quería muerto, por ello acudía a la Orden porque nosotros no hacíamos preguntas siempre y cuando nos dieran el dinero que pedíamos por dicho trabajo, éramos limpios y no dejábamos rastro algo de quién podría haber sido por lo que quien pidió dicho trabajo quería libre alguna de pruebas y saldría impune. La Orden no es que se metiera demasiado en temas de Iglesia pero por lo que tenía entendido la suma que habían pagado para que realizáramos dicho trabajo era una demasiado cuantiosa como para no tomarlo. Dada la importancia de la misma fue a mí a quien me encargaron que realizara el trabajo, reunía las cualidades perfectas para poder llevarlo a cabo sin que me pillaran y había sido entrenada desde muy pequeña para no dejar rastro alguno, ser limpia, perfecta y como una sombra. Lo único que tenía que hacer era encontrar información sobre la persona que me habían mandado asesinar, una información que nos había llegado un tanto vaga por lo que quería asegurarme primero de lo que iba a hacer, y quién era ese hombre que querían muerto.

Como ya había dicho los rumores corrían sobre la pólvora y el hecho de que un hombre que llevaba una armería clandestina en una zona alejada de la ciudad, pero que además, se había propuesto el matar a todos los que trabajaran para la Iglesia como si fuera una venganza personal era algo que llamaba la atención bastante. En el mundo en el que nos movíamos la información era poder, sabía que algún que otro miembro de la Orden había hablado en persona con aquel mismo hombre y por eso sabía de la existencia del mismo, decían que sabía bastante sobre la Iglesia y sus miembros así que ni siquiera dudé en sacar algo de información sobre ese hombre que al parecer tenía una armería clandestina, una pequeña fábrica, en las afueras de la ciudad para no llamar demasiado la atención y pasar desapercibido. Sería mi fuente de información así que cambiándome de ropa llevando las típicas que utilizaba para salir, ropajes oscuros que se ajustaban a mi figura, pantalones negros, un cinturón donde tenía guardadas mis armas y un abrigo que tapaba estas para que no estuvieran a la vista. Tomé uno de los caballos que teníamos y partí hacia las afueras de la ciudad con la intención de hallar más información sobre el hombre al que debía de matar, y seguramente aquel hombre podría dármela. No tardé mucho más de veinte minutos en llegar hasta las afueras de la ciudad, por lo que me habían contado sabía dónde tenía la fábrica así que esperé a que incluso al ser de noche estuviera en ella, sino tendría que acudir al día siguiente para buscarlo y ya habría perdido un día que era algo que no me gustaba en absoluto. Por suerte para mí provenía una luz del interior así que tras dejar al caballo atado para que no pudiera irse abrí la puerta adentrándome en aquel pequeño lugar en donde enseguida me fijé que habían varias armas colgadas de las paredes, mis ojos se pasearon por estas acercándome para ver que algunas tenían modificaciones diferentes de las normales mientras, ensimismada observando aquellas maravillas, no me percaté de que el hombre al que buscaba estaba tras el mostrador observándome. Quizás pensara que una mujer no tenía cabida en aquella tienda tan típica para hombres rudos y peligrosos, pero las apariencias engañaban y cuando mis ojos azules se encontraron con los suyos sonreí de lado desabrochando el abrigo dejando ver mis armas, no por amenaza, sino para que supiera que no era cualquier joven perdida que había entrado en aquel lugar.



-Loyd Granchester, ¿verdad? –Pregunté aunque ya sabía de sobra que sí que era aquel hombre al que estaba buscando, mis ojos seguían en los suyos observando cómo se extrañaba de que supiera quién era cuando era la primera vez que nos veíamos- me han hablado de usted y... creo que podría ayudarme –dije terminando de acortar las distancias que me separaban de aquel hombre hasta acercarme al mostrador sin borrar mi sonrisa ladeada de mi rostro- preciosa colección tiene usted aquí, me pregunto si tendrá algo mucho más interesante guardado y que no esté cara al público, algo que quizás haya hecho usted mismo –apoyé mis brazos en el mostrador inclinándome ligeramente hacia delante observando las armas que había a mi alrededor- el paraíso de cualquier mercenario –comenté en un murmullo observando las armas que había en el lugar. Yo tenía en mi poder una daga antigua que estaba imbuida en magia antigua y arcaica, una daga que tenía runas grabadas en su hoja que hacía que pudiera atravesar barreras mágicas y que me había salvado en más de una ocasión en alguna misión peligrosa. A juego con dicha daga poseía también el péndulo que colgaba de mi cuello, también imbuida en la misma magia salvo que su habilidad era un tanto diferente, ya que cuando había magia de por medio o me acercaba a algo que desprendiera magia vibraba y se iluminaba de forma tenue, objetos poderosos y muy valiosos que me acompañaban desde hacía años. Mis ojos volvieron de nuevo a los del hombre y mordí mi labio inferior porque seguramente estaría pensando que iba por algo de información, pero se equivocaba bastante- seguramente piense que he venido por alguna de sus armas, y quizás me interese alguna, sin embargo otra es la cuestión que me ha traído hasta usted; información –hice una pequeña pausa- Pietro Baldissieri –dije apoyándome en el mostrador estudiando las reacciones del hombre esperando a que me dijera algo más sobre aquel hombre.
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Mensaje por Loyd Granchester Mar Abr 24, 2018 8:51 am


He is like gravity,
everything ends up being attracted to him.”

Un día más de trabajo duro, entre los metales, los bocetos elaborados por el propio grandulón ¿Quién diría que tiene tal habilidad para dibujar en los papeles los pensamientos que luego torna en realidad? Los golpes en el lugar son incesantes, cuatro hombres dentro manufacturando lo que será el armamento pesado para combatir a los inquisidores y el séquito de la Iglesia. Un nido de víboras no merece más que fuego y pólvora para destrozarlas. Después de ello, una jarra de cerveza será el elixir del festejo. Mientras tanto, la acción sigue en esa pequeña fábrica en tanto, en otro lugar, otros están pensando la estrategia y más alejado, algunos entrenan para el golpe que se va a dar en semana y media.

Tras dar los últimos golpes con el martillo a la espada, Loyd la echa en el agua para que el metal se enfríe y endurezca. La espalda le mata. Sus brazos se alzan a la altura de sus codos haciendo fuerza con los puños apretados y lento, va echándolos atrás para que los hombros se alineen levanta los puños a la altura de su cabeza obligando a los músculos de la espalda a contraerse. El chasquido de sus vértebras resuena sintiendo el alivio con una sonrisa de satisfacción. Mueve los puños en círculos y el crujir de los músculos de los hombros viene acompañado de un suspiro y un silbido al fondo. Loyd voltea hacia el licántropo y pelirrojo Belmont que trae una caja llena de armas quien se ríe - te estás rompiendo, humanito. Cuidado que no llegas al amanecer - a las carcajadas del licántropo se suman las del vampiro.

Didier puede parecer inofensivo con esos cabellos rubios y cara de ángel. Nadie sospecha la fuerza que tiene con esos brazos delgados. La habilidad en la metalurgia es parte del atractivo del centenario inmortal. - Callad, Belmont. Interrumpes el ingenio de nuestro maestro de armas - con mucha habilidad, coloca los seguros a la granada antes de echarla al tonel donde ya hay dentro otras cuarenta y seis.  - ¿No tienes más metralla de plata? Me falta acá - Belmont toma la bolsa con el contenido, la cierra y se la lanza siendo atrapada por la mano del vampiro. ¿Por qué están conviviendo estas dos especies? Porque tienen un fin en común: exterminar a los inquisidores.

Loyd toma la pipa para darle una larga calada sentando el culo en un banco que chirria con su peso. El gran cuerpo del varón hace casi imposible que siga sentado en ese minúsculo mueble, por lo que termina cayendo en un sonoro golpe, contra la mesada que es mucho más firme. Sus pies casi tocan el suelo de la altura que tiene. Los ojos vagan por el lugar repleto de armas. La primera habitación, donde está Orson no se queda atrás. El cambiante hace de guardián, en tanto los demás trabajan. Por un momento, todo se detiene, pareciera que los otros dos han decidido que es el momento de descansar. Belmont toma la pipa para verter el opio en su interior, encenderlo y dar la primera bocanada. La droga hace efecto en su cuerpo, en lugar de aletargarlo, le acelera. Cuestiones de metabolismo.

Didier toma la petaca para dar un largo trago. El licántropo conoce de su contenido en cuanto la abre, sangre. Loyd no necesita de ese olfato para reconocer que es lo único que un vampiro puede consumir y le importa una mierda que lo haga. En silencio están cuando los otros dos se ponen en guardia - alguien viene - el garou busca con la mirada hasta tomar una escopeta y cargarla. El vampiro niega - deja que Orson se haga cargo, para eso está aquí - y sin embargo, apura el contenido de la petaca. Señal de que no confía tanto en el cambiante.

Tres sobrenaturales y un mortal. Quien quiera que sea, porque ahora que todos han callado, Loyd puede escuchar los pasos que no se ocultan, tendrá una bienvenida sorpresa. El propio humano toma una de las granadas jugueteando con ella entre las manos, echándola unos centímetros al aire y atrapándola. En el silencio, Orson mira a la mujer que se acerca al mostrador. El gural (cambiante oso) es tremendo como humano, mucho peor en su forma de oso grizzly. Abarca casi todo el lugar con su presencia amenazante y agresiva. Las heridas de su cuello no ayudan en nada. Provocadas por otros sobrenaturales hace un par de semanas, están en proceso de cicatrización.

Por instinto, Orson no desdice a la fémina. Cierto que quien no conoce a Loyd, puede confundirlo con él porque lo primero que dicen del humano es: "el hombre más grande, el de mayor altura y fortaleza de cuerpo, ese es Loyd" lo único que los diferencia son los ojos. Loyd es ojiverde, Orson tiene los ojos castaños. De lejos y en la noche, eso no puede notarse. Aprecia el cuerpo femenino con los ojos encendidos en curiosidad y deseo. No hay duda de ésto. La ve apoyarse en el escritorio y él da un paso atrás para mantener las distancias. Es celoso de su espacio personal, así que no permitirá que nadie lo invada. Se cruza de brazos, esos rematados de tanto vello que pareciera que su parte gural no le abandona ni cuando es humano. Las piernas se entreabren como advertencia. Una sola carga de ese cuerpo puede causar mucho daño.

Hasta que no pronuncia el nombre, Orson no habla - ¿Qué quieres saber de Pietro Baldissieri? ¿Quién te habló de este lugar? - su voz es tremenda, si hubo duda de que el vampiro y el licántropo no hubieran oído las palabras de la mujer, con ésto, queda aclarado. Incluso para Loyd, a quien Didier le ha estado mandando toda la conversación mentalmente. La fortuna de tener a un experto en telepatía en el lugar. Los tres se miran, por desconfianza el vampiro con su sigilo superior, se acerca a las ventanas para observar afuera y asegurarse de que nadie la ha seguido. En la tercer ventana se queda quieto. Eso advierte a Loyd y a Belmont quienes toman un par de armas por si las dudas. El cuerpo rígido del centenario vampiro es la señal de que no está sólo esa mujer ahí. Tiene compañía.

Al frente, Orson sigue observando a la fémina. Es una pena que lo haya confundido o quizá, es parte de la trampa en la que la metieron. - Estas armas son caras, ¿Podrías pagarlas? Son especiales - el péndulo de la mujer empieza a vibrar y a iluminarse. El gural levanta los labios mostrando los dientes que se muestran. No están sucios o llenos de caries, son lo más limpio que jamás la mujer haya visto. Y los colmillos parecen mucho más amenazantes si pudiera darse el caso de que todo él no lo fuera ya. Los hombros se elevan en tanto va bajando la cabeza. Si no fuera porque Rashida sabe que él es un humano, pensaría que está por cambiar. - ¿A qué veniste realmente? ¿Y por qué traes contigo a hombres que apestan a incienso? ¡Inquisidores! - da la voz en tanto atrás se escuchan un par de carreras.

Apostados en las ventanas tras haber corrido hasta ellas, Loyd y Belmont están preparados para recibirlos en tanto Didier sigue observando todo. "Son tres docenas de hombres, uno de ellos los guía. Es un sobrenatural. Un vampiro. Tengan cuidado, no son humanos, sólo no logro detectar bien quién es quién, se mueven demasiado. Y hoy no hay luna llena" el aviso llega a todos. Sin pensarlo, Didier hizo la advertencia a todos los presentes, incluida Rashida.

Fuera, las figuras van rodeando la fábrica. Sólo fue necesario enviar el mensaje para que la cazadora les llevara al lugar adecuado, avanzan con velocidad desquiciante con sus sentidos aumentados y las bendiciones que sus propios sinos les han otorgado. Vampiros, cambiantes y un par de brujos, están listos para atacar a aquél que tanto daño ha hecho a las filas de la Inquisición. Le han estado espiando a la egipcia. Si ella es astuta, ellos le llevan ventaja: tienen en ésto muchos más años de los que ella jamás ha imaginado. Dentro, se oye la voz del humano - Orson, vigila a la mensajera. Cualquier movimiento en falso, la matas - el gural se transforma en un instante mostrando los enormes colmillos, el gran oso grizzly se muestra en todo su esplendor ante la cazadora.
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Mensaje por Rashida Miér Abr 25, 2018 10:35 am

Fate whispers to the warrior
"you cannot withstand the storm"
And the warrior whispers back
"I am the storm"





El objetivo estaba más que claro y aunque cualquiera podría haber tomado el trabajo me lo habían entregado a mí para que fuera más discreta, sabiendo de mis capacidades y de mis habilidades. No me extrañaba que alguien quisiera matar a algún miembro de la Iglesia conforme se estaban poniendo en París últimamente, en Oriente ese tipo de cosas no pasaban porque nuestra religión era algo diferente a la suya pero sin duda alguna no perseguían a la gente de esa forma como lo estaban haciendo ellos y sin duda París se estaba convirtiendo en una olla a presión que pronto estallaría como siguiera así la cosa. Había muchas personas en la ciudad de diferentes lugares del mundo y por lo que había visto en mis visitas anteriores, y en aquella también, los sobrenaturales de alguna forma también se veían atraídos a París como si algo los estuviera llamando para acercarse a la capital francesa, como si hubiera algo que los “llamara” y todos acudieran porque cada vez se podía notar la presencia en mayor medida de sobrenaturales. Mi tiempo en París sería limitado pero si tenía que matar a un miembro de la Iglesia no iba a negarme pese a que a mí directamente no me habían dicho nada, pero esa era la vida de los mercenarios y lo que hacían: no hacíamos preguntas, tan solo escuchábamos lo que necesitábamos, tomábamos información y después ejecutábamos... las preguntas las dejábamos para lo último. Así que lo más sensato era encontrar información porque aunque no me extrañaba que quisieran matar a alguien de la Iglesia en lo que a mí se refería prefería ir con información y sabiendo a lo que me enfrentaba. Sabía que nunca se debía de dar nada por supuesto, y eso la vida de mercenaria con todos los encargos y misiones que había tenido era lo que había aprendido a lo largo del tiempo que llevaba ejerciendo como tal. Saqueaba tumbas pero también era una sicaria que no dejaba rastro alguno, limpia y perfecta con una ejecución fría ya que no tenía escrúpulos o siquiera pensaba en lo que estaba bien o mal. Sabía que aquel hombre, ese tal Loyd, podría darme la información que necesitaba porque en la Orden era algo conocido y parecía que su nombre iba tomando fuerza con el paso del tiempo. No solo era un fabricante de armas que, por lo que había oído, las modificaba y las mejoraba haciendo creaciones únicas, sino que también se conocía el organigrama de la Iglesia y se conocía a sus miembros... por lo que él era la fuente más fiable de la que podía extraer información.

Poco más sabía del hombre salvo que tenía una pequeña fábrica en las afueras de la ciudad y que además era un hombre alto y fuerte, no es que hubiera tenido una descripción más concisa del hombre y tampoco la había pedido, por lo que partí hacia aquella fábrica en las afueras esperando que al nombrar a mi objetivo quisiera colaborar y decirme qué era lo que debía de saber sobre dicho nombre. Nada más entrar el lugar estaba repleto de armas, armas que parecían como si fueran de una colección privada y que además parecía que su eficacia debía de ser explosiva y tremendamente interesante. Incluso podría comprar alguna de ellas porque el dinero era algo que no me preocupaba en absoluto, nos pagaban demasiado bien por los trabajos que hacíamos y había conseguido alguna que otra fortuna vendiendo los objetos que me encontraba en las misiones. Tampoco me esperé que la descripción que me dieron sobre Loyd se hubiera quedado algo corta cuando lo vi tras el mostrador, más grande y corpulento de lo que me había pensado con una pinta un tanto peligrosa que me hizo sonreír de lado. A veces los hombres se confundían conmigo y me tomaban por una mujer frágil, craso error para ellos, porque no lo era en absoluto. Sin embargo no me achanté por su aspecto y acabé finalmente por acercarme hasta él quedando frente al mostrador, apoyando mis brazos en este admirando las armas repasándolas con mis orbes azules hasta que de nuevo mi vista recayó en aquel hombre. No pensé en un principio que sería así pero como siempre solía decir: las apariencias engañan. No habló en ningún momento mientras no me quitaba ojo de encima e, incluso, se hizo un poco hacia atrás cuando resté el espacio pegándome al mostrador que había, cosa que me hizo sonreír de lado. Me preguntó si podía pagar alguna de esas armas y una risa fría y corta, casi sarcástica, salió de mis labios sin que pudiera contenerme mientras mis dedos tamborileaban en la madera del mostrador con una ceja enarcada observándolo, ¿acaso tenía pinta de que no pudiera pagar alguna de las armas que había allí? Tenía dinero más que de sobra y suficiente, aunque su pregunta inicial más bien tenía que ver por qué quería saber sobre Pietro Baldissieri y sobre quién me había hablado del lugar, a esa última pregunta podría responderla pero no iba a hablar sobre la Orden y que algunos de los miembros había ido allí para aprovisionarse de armas. Aunque sinceramente esperaba que me dijera algo más sobre por qué preguntaba sobre aquel nombre como si le hubiera extrañado que preguntara por el mismo.



-Podría decirle cuántas de sus armas podría comprarle, porque sí, tengo dinero y quizás más del que se piense –sonreí de lado con cierto deje divertido- pero vengo por información como ya he dicho. Un nombre a cambio de cierta información es todo lo que quiero –porque seguía sin pensar decirle acerca de la Orden o quién me había hablado sobre el lugar- en la ciudad todos tienen sus “pajaritos” que informan y que traen noticias... ¿cree que puede tener un lugar así y que nadie hable sobre el mismo? No le creo tan imbécil como para pensar lo contrario –mis dedos seguían tamborileando sobre la madera totalmente tranquila, el hombre era grande pero eso no quería decir que no pudiera enfrentarme a él porque me había entrenado un vampiro que aunque no era más grande en tamaño, sí lo era en velocidad, agilidad y fuerza. Pero lo que sí no esperé es que de la nada es que me hiciera la pregunta de con quién había ido, y por qué traía conmigo aroma a incienso, ¿incienso? No entendía lo que me estaba diciendo hasta que gritó lo único que podría traer ese aroma consigo: Inquisidores. Gruñí al pensar que me estaba tomando por alguna mujer enviada por ellos cuando yo no trabaja para la Iglesia ni lo haría nunca, que mi objetivo era mata a uno de ellos y no ayudarles porque yo nada tenía que ver con aquel hombre... sin embargo, una voz apareció rondando en mi cabeza, la voz de un hombre que avisaba que se acercaba un grupo numeroso hacia donde nos encontrábamos y me pregunté quién narices sería y por qué a mí también me mandaba dichas palabras sabiendo que era un vampiro, solo un vampiro con poderes telepáticos podría hacer algo como eso. Sin embargo mi péndulo comenzó a emitir una luz tenue y a vibrar ligeramente alertando de la presencia de magia en el lugar, alcé mis ojos azules al hombre cuando una voz llamándolo “Orson” le indicó que me vigilara como si yo fuera una “mensajera” y supe que aquel no era Loyd, sino que seguramente sería el hombre que había hablado- ¡no soy ninguna jodida mensajera! –Dije para que el hombre me oyera desde donde quisiera que estuviera mientras el hombre frente a mí comenzaba a transformarse en algo grande, su ropa se hacía jirones mientras su cuerpo se agrandaba y gruñía por el dolor que sin duda debería de estar sintiendo por la transformación- No he venido aquí para mataros a ninguno de vosotros, he venido aquí porque sé que tú tienes información sobre la Iglesia y el nombre que te he dado es el hombre por el que me han pagado que mate –saqué las dagas de plata dejando la daga imbuida en magia guardada en su funda mirando al hombre que se iba transformando en oso frente a mis ojos- no trabajo para la jodida Iglesia y no pienso hacerlo, así que dile a tú mascota que no me roce ni intente matarme porque te aseguro que me haré con su pelaje un bonito abrigo de piel –amenacé con la voz fría preparada  para la lucha, el péndulo comenzó a brillar con algo más de intensidad dándome cuenta de que se acercaban- mira, te lo voy a explicar rápido: los que vienen no son amigos míos y creo que son tus enemigos, ahora también convertidos en los míos... sé que no tienes suficientes hombres como para luchar contra ellos porque sois tres, cuatro si me haces caso y dejas que te ayude –sonreí de lado- no deberías de desaprovechar mi ayuda porque, sinceramente, no tienes las de ganar contigo –miré al oso que ya transformado frente a mí me gruñía mostrando sus enormes colmillos a lo que yo sonreí con malicia- acércate, osito, y como le he dicho a tu jefe me haré un abrigo con tú bonita y cálida piel –una amenaza más que velada en mis palabras, una advertencia de lo que haría en aquel momento. Podía escuchar pasos por el lugar y ya con las armas preparadas en mis manos fue que la puerta se abrió de golpe entrando uno de los humanos que había dicho por ella, por puro reflejo y con rapidez lancé una de las dagas que acabó incrustándose en la cabeza del hombre haciendo que cayera al suelo mientras yo pasaba tras el mostrador, de donde detrás había una puerta que llevaba seguramente al almacén, para encontrar un sitio que cubrir mi cuerpo de los futuros ataques siendo un blanco tan abierto delante del mostrador. El oso, que al parecer no había quedado muy satisfecho con que hubiera matado a aquel hombre intentó darme un zarpazo pero rodé por el suelo aprovechando que, aunque grande, era algo más lento que yo en su reducido espacio tras el mostrador y me colé por la puerta de improvisto donde me encontré con otros dos hombres más uno, del cual, no sabía ni quién era y el otro parecía que era realmente Loyd y a quien andaba buscando en un principio. Su sorpresa, porque hubiera traspasado a su amigo el oso y cogiendo de la camisa al hombre, en su sorpresa inicial, llevé la daga que tenía a su cuello dejando el frío filo en su piel apretando mientras el otro me apuntaba con una de sus armas pero mi mirada estaba puesta en aquel hombre alto, corpulento y rudo en su apariencia- creo que no hemos empezado con buen pie, Loyd, pero como te he dicho en un principio no tengo nada que ver con esos y el nombre que te he dado es el del objetivo que tengo que asesinar pero, como sabrás, es un tanto escurridizo y no hay demasiada información sobre él –los pasos seguían sonando por fuera reubicándose en el lugar esperando el momento para atacar- pero como también te he dicho solo sois cuatro, cinco conmigo, para poder salir de aquí y dado que escaseas de personal no creo que seas tan imbécil de despreciar mi ayuda. No te confundas, quiero matarlos tanto como quieres tú así que dile a tú oso guardián que se centre en el verdadero enemigo porque te aseguro que esa no soy yo –el otro hombre me pedía que me apartara pero el duelo de miradas que teníamos Loyd y yo era intenso como si ninguno quisiera dejar de mirar solo por proclamarse el vencedor- no tenemos tiempo, están a punto de entrarel péndulo vibraba con fuerza y emitía una luz azul que iluminaba un poco la estancia- los brujos tienen que estar muy cerca de aquí, así que dame armas para luchar y después aclararemos esto que tenemos pendiente –se escuchaban voces que provenían de cerca de la puerta y no dudaba que estuvieran incluso sobre el techo buscando la forma de entrar- tick tack Loyd –presioné pero seguramente vio que no mentía y decía la verdad en mis palabras, pidió que dejara de apuntarme y que su oso amoroso no fuera a por mí mientras miraba por el lugar, apartando mi daga de su cuello, qué podía coger para intentar cargarnos a los que pudiéramos, pero sabíamos que matarlos a todos sería imposible- por cierto, me debes una maldita daga. En pago por ayudarte –dije moviéndome por el almacén buscando un arma que poder utilizar justo cuando la pared de uno de los lados de la tienda fue destruida por acción de los magos mientras los hombres comenzaban a entrar- que empiece el baile.
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Mensaje por Loyd Granchester Vie Abr 27, 2018 1:29 pm

La primera vez que Loyd vio a Orson transformarse, casi se orina en los pantalones. No sólo por el miedo que le provocó, si no por su agresividad. Si Orson es un sujeto duro de tratar como humano, en su forma animalesca es mil veces peor. El característico sonido de la ropa al rasgarse aunado con los quejidos lastimeros por el crecimiento de los huesos y la dislocación de sus articulaciones es suficiente para saber que su orden ha sido oída y ejecutada. La voz al fondo de la fémina hace que Belmont se quede intrigado. Ni siquiera es suficiente para distraer a Didier que sigue observando todo el exterior con esa vista magnífica que le adorna. El siguiente argumento es sopesado por los tres varones antes de que Orson empiece a avanzar con esos pasos que hacen temblar la tierra del tremendo tamaño que tiene.

- Parece sincera, si es así, entonces la engañaron también. Se quieren deshacer de ella tanto como de ti - el vampiro toma la primer granada a la mano. Juguetea lanzándola al aire y atrapándola cuando cae. Loyd toma entre las manos la escopeta regresando la mirada a Didier - dile telepáticamente a Orson que no la ataque, que sólo observe sus movimientos y como haga algo en su contra, ahí sí que le dé - el vampiro lo hace en tanto Belmont empieza a meter las armas en los bolsos con velocidad impresionante. Se tienen que largar de ahí y tienen por dónde. Algo que caracteriza a Orson es su desconfianza por todo y por nada, por lo que están preparados para casos como éstos.

El enorme oso babea frente a la mujer con los músculos contenidos cuando la puerta se abre. Por instinto el rugido inunda la estancia como advertencia haciendo que el humano se quede paralizado por la presencia de tan enorme animal, lo justo para que su cabeza sea atravesada por la daga de la cazadora quien aprovecha la distracción para colarse al lado del gural. Por instinto, Orson lanza el garrazo más lo contiene al ver que ella escapa. En su cabezota entiende que la fémina estará mejor atrás porque no tiene demasiada protección. Él se coloca en medio de las dos puertas, la de la entrada y la que da al almacén per se. Los dos humanos que ingresan al cuarto son recibidos por las garras y los dientes del gural que los destaza como si fueran simples cucarachas aplastadas por un pie humano. Imposible escapar, sus tripas y pedazos de piel ensangrentados adornan el suelo y algunas de las armas ahí exhibidas.

La entrada de golpe en medio de las carreras por guardar las armas los toma algo desprevenidos, Didier es el que reacciona apuntando con un revolver hacia la mujer. Belmont hace lo propio con una escopeta. Loyd tiene las armas tan al alcance de la mano, que los sobrenaturales se sorprenden de ver cómo le permite que la fémina le tome por la camisa. Hay una diferencia brutal de estaturas y complexión física entre hombre y mujer. Es el humano más grande y ancho de los de ahí, su fuerza es descomunal para ser un simple mortal. Y deja que ella le presione el frío metal contra el cuello - be carefull, girl, que si se derrama algo de sangre, te haremos pagar caro - reafirma las palabras el licántropo cortando cartucho. El vampiro regresa la mirada hacia el exterior - se acercan, están dos de los cambiantes muy cerca de la puerta, no creo que Orson pueda con todos - la presión continúa y la mujer se dedica a parlotear.

Ciertas son sus palabras, más son eso, palabras. Las explicaciones están fuera de lugar en esa situación, se ayudan o se mueren todos. De momento, el enemigo de mi enemigo es mi aliado, es la prima que va a reinar en el sitio. Loyd aleja la mano de la fémina de su cuello para asentir con un cabeceo. Belmont sigue llenando las bolsas con velocidad de miedo, Didier empieza a ayudarle antes de oír un estruendo en la recepción y tomar un par de armas - tengo hambre - es todo lo que pronuncia antes de entrar por esa puerta para empezar a pelear y disparar. - ¡Orson! Vuelve a transformarte, necesitamos llevarnos todo - es la voz que da en tanto Belmont cierra los seis bolsos para asentir a Loyd.

La primera bala sale del arma de Loyd cuando destrozan la pared de la entrada y avanzan hacia el interior de la trastienda. Los disparos continúan hasta que no queda ninguno por matar. - ¡Esa fue la avanzada! Vámonos ya - entra Didier con un Orson desnudo por completo sosteniendo cuatro bolsos cada uno corriendo hacia una puerta en particular. El propio Belmont la abre llevando a un cuarto pequeño, una bodega en la que a duras penas entran los cinco apretujados. - ¡Orson, apestas! ¿Cuántas veces te he dicho que te bañes? - reniega el licántropo en tanto Loyd toma de la cintura a la cazadora para hacerla a un lado para que Didier se agache y abra la puerta oculta que conduce a una escalera de madera y debajo, puede escucharse el correr del agua.

Baja Didier, le sigue Belmont, la puerta empieza a ser golpeada por los hombros de los inquisidores. Desciende Orson y Loyd mira a Rashida - ve con ellos, todavía tengo que hacer algo - saca una esfera del bolsillo del abrigo antes de voltear hacia ella - ¡Que te vayas! - ruge y cuando es obedecido, espera el momento exacto para lanzar por debajo de la madera que obstruye la entrada a la bodega, la esfera que la atraviesa. Ni siquiera busca bajar peldaño a peldaño, se tira dentro tomando la puerta para cerrarla cayendo los dos metros que hay hasta el suelo. Logra apoyar los pies debidamente, el peso de los bultos le lleva hacia atrás por lo que cae de espaldas contra el agua.

Están en el drenaje, el sonido de arriba es brutal, es una explosión que les deja aturdidos un par de minutos antes de que algunos pedazos de pared y madera caigan encima del hombretón que gime de dolor. Belmont jala hacia adentro de la alcantarilla a Rashida para mirar a Loyd y ayudarle a quitarse los restos de lo que fuera la bodega - vamos, vamos, no tardarán en saber que venimos por acá y seguirnos, además, no va a resistir demasiado el piso con todo el peso que le viene encima -le levanta a duras penas llevándolo hacia el interior del lugar, entre chapoteos, olores nauseabundos y ratas. - ¡Orson! Ésto huele como en la pocilga que llamas hogar, apesta a mierda - bromea el pelirrojo en tanto el gural ruge molesto.

- ¡Silencio! Mientras menos hablemos, menos posibilidades hay de que nos encuentren, yo guío - empieza a avanzar por la oscuridad. Los ojos del vampiro están adaptados para ello, por lo que pronto empiezan a alejarse del sitio. Belmont lleva a Loyd en brazos hasta que el humano asiente - Ya está, ya puedo moverme ¿Alguien sabe quién fue el bastardo que nos puso esta trampa? - se reafirma los bolsos para continuar. Han perdido casi un veinte por ciento de la producción. Ésto del golpe en una semana va a tener que retrasarse.
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Mensaje por Rashida Mar Mayo 01, 2018 10:29 am

Si algo tenía claro en aquellos momentos es que nos la habían jugado, y eso era algo que no me gustaba en absoluto y que me tenía bastante enfadada y cabreada, porque nadie me utilizaba de esa forma y en el momento en que aquel hombre grande que posteriormente se había transformado en oso me preguntó por qué había traído a la Inquisición conmigo supe que todo había sido urdido para atrapar al hombre al que, precisamente, había acudido para buscar información. Odiaba muchas cosas en el mundo, odiaba muchas actitudes de la gente pero por encima de todo estaba la mentira y la traición... dos cosas que sacaban el peor lado de mí y que me hacían querer que lo destruyera todo a su paso, y es lo que pasaría si salíamos de allí y podía coger al desgraciado que me había utilizado como si fuera una marioneta dirigiendo mis pasos con sus hilos. Mataría al hijo de puta que urdió todo el plan y sobre todo al mensajero que había entregado aquel encargo en la Orden para deleitarme con mi venganza porque aquello no lo dejaría pasar por alto y me cobraría la jugada sucia que habían hecho. Todo había sido un plan meticulosamente trazado y planeado para llevarles precisamente ante Loyd y que me utilizara como chivo expiatorio era algo que no me gustaba en absoluto, yo no tenía nada contra la Iglesia y su particular caza contra los seres sobrenaturales y demás... pero desde que había llegado a París y me había topado con un par de Inquisidores admitía que en el fondo se estaban ganando mi odio y podía notar cómo este se gestaba en mi interior de forma lenta, cociéndose y tomando forma conforme más cosas me hacían. Mataría a todo aquel que me encontrara por el camino y disfrutaría de su muerte mientras me regodeaba con una sonrisa ladina, por utilizarme para llevar a cabo sus planes. Odiaba que me manejaran como les diera la gana y pensaba cobrármelo, al final averiguaría quién había dado la orden y lo encontraría para acabar con su vida y con su existencia de una manera lenta y agónica, disfrutando con su sufrimiento porque así es como debía de ser, para que viera que se había equivocado metiéndose conmigo. Sabía que se estaban acercando porque el péndulo emitía un destello azul y parecía que cada vez lo hacía con más intensidad, por lo que pasando del oso que en aquel pequeño espacio tras el mostrador no podía maniobrar bien debido a su enorme tamaño me colé a la parte de atrás donde por fin, esa vez sin engaños, conocí al hombre que había ido a buscar y que al parecer la Inquisición quería muerto por motivos que no conocía pero que tampoco me importaban.

Nada más tenerlo frente a mí mi mano fue a su pechera y lo estampé contra la pared poniendo mi daga en su cuello dejando que notara el frío filo en su piel, dos más que estaban con él me apuntaron con sus pistolas y uno de ellos incluso me amenazó que si le derramaba una gota sería una mujer muerta, algo que me hizo reír entre dientes mientras no apartaba mis ojos de aquel enorme hombre. Alto, corpulento y con una apariencia rudo me contemplaba mientras exponía que no era de la Inquisición y que con mi ayuda quizás hasta podríamos tener una oportunidad de huir, dos manos le venían bien en aquella situación. Los Inquisidores no se hicieron de esperar y pronto hicieron un boquete en una de las paredes con sus hechiceros de los cuales el cambiante se hizo cargo mientras parecía que Loyd aceptaba mi ayuda mientras los otros dos hombres habían dejado de apuntarme y llenaban las bolsas con armas y munición varias como si quisieran rescatar todo lo que pudieran meter con rapidez. Loyd apenas asiente con la cabeza aceptando mi ayuda y su mano puesta la mía aparta el filo de mi daga de su cuello, dejo que lo haga y no opongo resistencia porque en esos momentos estábamos rodeados y necesitábamos movernos, más tarde podríamos pararnos a charlar sobre lo que pasaba en el lugar y por qué me habían metido en una trampa como aquella para encontrarlo a él. El vampiro que había oído hablar en mi cabeza cargado con pistolas salió por la puerta para enfrentarse a los Inquisidores en lo que yo buscaba armas para utilizar en la batalla, me había dado cuenta de que ellos utilizaban armas de fuego aunque yo estaba acostumbrada más a las dagas que a las pistolas en sí. Otro estruendo más y otro pequeño grupo que avanzaba hacia nosotros intentando abrirse paso por la tienda hacia donde nos encontrábamos en la parte de atrás, cargada con armas que había cogido me encargué también de lanzar alguna que otra daga, además de algún arma arrojadiza que había visto y que había cogido, para matar a esa pequeña avanzadilla que habían enviado pero sabíamos que no sería la única, fuera habían más y mi péndulo seguía brillando con la luz azul y aquello solo era sinónimo de que andaban cerca. Volvimos de nuevo a la pequeña trastienda mientras ellos parecían coger unas bolsas cargadas con armas y munición, el cambiante volvió a entrar desnudo en su forma humana y no pasé inadvertida la mirada que me lanzó cuando entró por la puerta. Se dirigieron hacia una pequeña puerta que había en uno de los lados y que daban a una pequeña bodega, nos adentramos y miré alrededor para ver por dónde íbamos a salir de aquel lado, las manos de Loyd tomaron mi cintura para apartarme y dejar que uno de ellos la abriera una pequeña puerta en el suelo que al abrirla se podía oír el ruido del agua al correr. Los tres comenzaron a bajar mientras podíamos escuchar que los Inquisidores se acercaban, pese a la puerta cerrada sabíamos que no tardarían en derribarla y mi péndulo seguía brillando. Solamente quedábamos Loyd y yo arriba cuando este me miró y me pidió que bajara con ellos, fruncí el ceño porque pensaba sacar información de ese hombre para saber en qué mierda me había metido cuando lo vi sacar una esfera del bolsillo, se giró hacia mí y me gritó que me largara haciendo que gruñera. Apreté los puños con fuerza y ganas me dieron de darle un sonoro guantazo en su rostro porque nadie me mandaba, nadie que no fuera mi “jefe” me gritaba y me mandaba, no estaba acostumbrada a que lo hicieran y no era algo que me gustara en absoluto.



-Ni se te ocurra volver a gritarme –dije cuando tras hacerlo él tomé su muñeca con fuerza parando en cierta forma su avance y que se girara, lo contemplé un segundo de forma fría y finalmente descendí por las escaleras de madera hasta llegar bajo del todo donde el resto nos esperaban, podía sentir las miradas de todos puestas en mí a lo que gruñí por ello como si le hubiera hecho algo- tranquilos chicos, vuestro querido jefe ya baja –dije apartándome de la escalera mientras el agua corría por nuestros pies mojándonos a todos. No pasó siquiera un minuto cuando Loyd bajó cayendo la altura desde arriba, cargados con bolsas cae al suelo y antes de que nadie vaya en su ayuda un sonoro y fuerte estruendo hizo que todos nos tambaleáramos teniendo que buscar apoyo en las paredes, los oídos pitaban por la explosión y parte de la puerta que conducía a la bodega cayó sobre Loyd, uno de ellos me apartó para acercarse a él para comprobar cómo se encontraba alzándolo para ayudar a que caminara, fue el vampiro quien nos guio por el lugar mientras avanzábamos por aquel reducido lugar alejándonos de la tienda tanto como pudiéramos, suponía que tenían un plan de huida para aquellos momentos y los seguí por aquel lugar poco iluminado, apenas por una antorcha, donde olía francamente mal y las ratas que nos acompañaban en nuestro camino. Loyd decidió caminar por sí mismo cargado también con los sacos y cuando hizo la pregunta y sus ojos recayeron sobre los míos como buscando explicaciones enarqué una ceja, ¿se pensaba que yo había urdido algo de aquello?- estoy tan metida en esta mierda como lo estás tú –exclamé frunciendo el ceño porque no me gustaba que me utilizaran para nada- pero si salimos de aquí podré darte el nombre que andas buscando –porque podía averiguarlo tirando de algunos hilos, pero para ello debíamos de salir del lugar antes de que los Inquisidores nos pisaran los talones. Volvimos a emprender camino avanzando por el lugar hasta que finalmente tras unos cuantos minutos llegamos a una puerta de rejilla que parecía dar con el exterior aunque el agua continuara por otro lado, como si hubieran hecho aquella salida ellos para poder escapar. El vampiro fue el primero que salió y tras pasar la puerta de rejillas que abrió con una llave había un camino un poco empinado de tierra que llevaba a una trampilla que intuí conducía al exterior. Estaba bien escondida y no se apreciaba demasiado que estaba allí así que comenzamos a salir sacando los sacos, a pocos pasos había un carruaje preparado que había estado escondido previamente, tenían todo calculado por si en algún momento pudieran ser atacados. Tras acercar el carruaje comenzamos a meter los sacos, no había pasado más que un par de minutos cuando de nuevo el péndulo que llevaba comenzó a emitir pequeños destellos tenues en color azul, alcé mi mirada hacia Loyd quien estaba cerca de mí y que parecía haberse fijado por primera vez en el péndulo mientras llevaba mis manos a mis dagas- están aquí –afirmé sabiendo que si se iluminaba era por la presencia de magia, dos segundos más tarde de avisarlo oímos un primero disparo mientras veíamos que un pequeño grupo corría en dirección hacia donde nos encontrábamos. Empezaron a disparar mientras terminábamos de cargar los sacos para poder partir y tomar ventaja sobre ellos, el cambiante era quien más regazado estaba y el que sufrió el impacto de una bala en su costado, de la herida comenzó a salir sangre cuando vi que otro terminaba de cargar su arma para volver a dispararle aprovechando la debilidad que tenía por la herida. Rauda saqué una de las dagas que le había cogido entre sus armas de la tienda y la lancé, por fortuna atravesó el pecho del hombre antes de que pudiera apuntar bien y apretar el gatillo, cayó hacia atrás y por la inercia del cuerpo desvió el arma que al final disparó la bala contra uno de los árboles. Loyd y otro hombre más cargaban al cambiante sujetándolo y llevándolo entre ambos para subirlo al carruaje y poder partir, distinguí a uno de los magos que había en el grupo cuando de sus manos pareció salir algo de luz como si estuviera lanzando un hechizo, pero apenas me dio tiempo a matarlo cuando sentí como si unas cuerdas invisibles ataran mis pies y los juntaran, una soga entorno a mi cuello que comenzó a apretarse oprimiéndome. Llevé mis manos al cuello como si intentara quitarlo pero fue imposible porque no había nada, mis muñecas fueron también apresadas extendiendo mis brazos mientras sentía que el oxígeno me faltaba. De esa forma era un blanco más que perfecto sin poder moverme, bien para capturarme o bien para matarme como a ellos les diera la gana. Sentía que me costaba respirar en esos momentos y vi como otro de los soldados se preparaba para apuntarme, pero el ruido de un disparo a mi espalda hizo que la bala atravesara la cabeza del soldado, un segundo disparo desde el otro lado mató al hechicero haciendo que el hechizo se desvaneciera y me soltara pudiendo respirar por fin, estaba algo mareada pero eso no iba a impedir que saliéramos de allí. Mis piernas habían fallado al verme libre del hechizo y mis rodillas golpearon el suelo, fue Loyd quien me alzó con rapidez con todo ya cargado y preparado para salir del lugar antes de que llegara otro grupo. Como no cabíamos los dos dentro junto a los tres hombres y en especial teniendo al cambiante herido por una bala de plata nos pusimos delante mientras el vampiro le gritaba que nos marcháramos de allí antes de que las cosas empeoraran. Era extraño que hubieran podido encontrar aquella salida por lo que alguien, cercano a ellos, tendría que haberles avisado de aquella salida secreta que tenían- parece que tienes más de un topo –comenté mientras los caballos galopaban comenzándonos a alejarnos, pero un último disparo sonó en el lugar cuando no lo habíamos esperado ninguno. Mi cuerpo se tensó y al llevar mi mano al hombro me di cuenta de que mis dedos se manchaban de sangre, el disparo había dado en mi hombro y el dolor se extendía por todo mi cuerpo como si fuera un rayo atravesándolo- maldita sea... –fue lo que dije mientras comenzaba a marearme, no solo el dolor del disparo sino la abrasión de la herida sintiendo la sangre que manchaba mis ropajes oscuros, a la par que la visión se me nublaba y aunque escuchaba la voz de Loyd parecía que sonaba muy lejana a mí hasta que todo se tornó oscuridad y perdí el conocimiento.
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Mensaje por Loyd Granchester Vie Mayo 04, 2018 6:05 am

Oscuridad, humedad, ratas pululando con esos ojos que se reflejan todavía en la ausencia de la luz. Los sonidos de la parte superior son menores tomando en cuenta que los oídos del humano están aturdidos tras la explosión. La herida del costado derecho, un recuerdo que la Inquisición le infringiera semanas atrás, no ha podido sanar. Recuerda a Yendra, la cambiante que le ayudó en esos momentos de acuciante necesidad. Hijos de dios se hacen llamar, no son más que títeres que permiten a otros dominarlos y conducirlos a la muerte inminente. No van a volverlo a atrapar. No va a regresar al potro para ser torturado.

Adelanta el cuerpo cuando siente mejor las piernas. Avanza con dificultad los primeros pasos, toma el ritmo con los bolsos en la espalda para escapar de ahí con rapidez. Abre la boca para pronunciar en voz alta sus molestias cuando la fémina piensa que está acusándola. Blasfema con tono gutural. - Si lo fueras, ten por seguro que estarías arriba ya muerta - quita la acusación sobre ella con esa sencilla oración. Sus pasos son más pesados por el agua, le cuesta afianzar bien los pies entre los sedimentos bajo sus botas. Al menos no va en bolas como Orson, más el gural está acostumbrado a ésto.

Belmont también blasfema - Como dice la mujer, estamos hasta la mierda, puedo olerlos a la distancia, tendremos que ser precavidos al salir. Hay que armarnos, Loyd, de tus bolsas olvídalo, han de estar mojadas de cuando te caíste, así que ten - con su visión nocturna, saca una escopeta para tirársela al humano que la atrapa a duras penas - oh, lo siento, olvido que no puedes ver en la oscuridad - el gural se ríe con maldad - cuestiones de humanidad. ¿Decidiste si te van a morder o no? ¿Luna llena o cualquier noche? - deja caer. Sus palabras dan las dos opciones: lobo o vampiro.

Loyd se mantiene en silencio procurando mantener el arma a salvo del agua, avanzar y seguir a los demás. No hay sonido que emane de su boca. Es hombre de muy pocas palabras, con los otros tres, es demasiado parlanchín como lo fuera en el pasado. Quizá porque la confianza se ha ganado con esfuerzo, sudor y sangre. - Nadie se burla de mí, mujer. Quiero ese nombre. Quiero cazarle. Si vas tras él, no te interpongas - su voz es oscura. Ya está disfrutando de la sangre que el católico derramará en sus manos. Se imagina la escena, una sonrisa aparece en su rostro oculto por las sombras. Mortal, sádica, cruel. No hay piedad para ellos, no existen consideraciones.

Loyd va a matarle, así tenga que convertirse en un licántropo o en un vampiro. Va a asesinarle no sin antes ejercer sus métodos de tortura para investigar sobre Hernán. Tiene que encontrar su pista. Atraviesa con ese pensamiento obsesivo la reja que separa la fábrica del campo. El camino se torna menos húmedo gracias a la tierra sedimentada en el sitio. Avanza con empeño, poniendo fuerza en las piernas por la inclinación de la pendiente. Una vez fuera, el carruaje está listo, apostado para salir de ahí. Belmont podrá ser un boca-floja, un idiota con sus bromas, aún así, su seguridad y bienestar son protegidos con celo. Es un arquitecto de estrategias y escapatorias propias del mejor en ese ramo.

Los bolsos son acomodados, Orson saca del carruaje unos pantalones con un hechizo en ellos. Se los coloca. Si es transformado, las prendas se agrandarán y cuando vuelva a regresar a su forma humana, éstas encogerán. Un truco de Nona para no quedar en bolas como dice con gesto irónico. Belmont se detiene con un saco a medio camino de ser introducido en el carruaje. Está olfateando. Loyd nota una extraña luz sin comprender, proviene de un colgante que la mujer trae en el pecho. La mira asombrado, sus palabras son suficientes para que Didier tome las armas, el vampiro aspira aire profundo sin necesitarlo, más está percibiendo olores para prepararse. La retaguardia ataca. Orson no duda en transformarse para recibirlos con amorosos rasguños tan profundos que desmiembran a algunos.

Belmont, inhabilitado por la falta de luna llena, toma la escopeta para disparar. Tiene una puntería endemoniada, su visión y reflejos lupinos le permiten ser un experto tirador. Didier se dedica con su velocidad suprema a meter los sacos. Orson gruñe con dolor en la voz, Loyd alcanza a ver la herida, le van a rematar cuando la mujer ataca. Eso le gana puntos con el humano que toma bien la escopeta para liquidar a otro que apuntaba hacia ésta. Lo justo para correr a donde Didier ya llegó para levantar a un Orson homínido y llevarlo con él. Le apoya en la jugada, uno de cada brazo. Belmont hace la cobertura. Cambia de arma cuando las balas se terminan para que los disparos contrarios no den en cualquiera de los tres que son un blanco muy grande y fácil.

Una vez que introducen a Orson en el carruaje, Belmont empieza a replegarse. Loyd voltea justo para ver cómo la fémina es presa de unos extraños movimientos como si de ataduras se tratase. Toma el rifle disparando a la cabeza al inquisidor que busca atacarla. Sus ojos encuentran la causa de la indefensa postura de la mujer. Otro disparo aniquila al hechicero. Avanza hasta ella para tomarla en brazos como si de una princesa se tratara. Corre hacia el carruaje, el peso extra no es para el enorme varón un problema. - ¡LOYD, VIENEN MÁS! ¡NOS MOVEMOS O SALGO A MATARLOS! - ni de broma va a dejar a Didier en medio de la trifulca. Sólo pocos conocen la capacidad del vampiro de perder el control con el primer trago de vitae hasta ser una máquina asesina perfectamente aceitada y sin control. Dejarlo probar la sangre es perderlo y no va a darse ese lujo. Didier es, ante todo, un excelente herrero y forjador de armas. El que mejor le entiende con los bocetos.

Son demasiadas personas en el pequeño espacio del interior del carruaje, por lo que opta en colocarla al frente, subiéndose de un muy ágil salto para su corpulencia a su lado, tomar las riendas y azuzar a los caballos para que avancen a todo galope. El inicio es complicado por el peso de todos los rebeldes, pronto van ganando velocidad. Más es tarde para uno de ellos. La voz femenina repite lo que él ya está pensando. Hay un topo en su escuadrón. En cuanto estén sanos y salvos, mandará a Orson a investigarlo. Nada se escapa de ese cambiante cuando de mentiras se trata. Y quien sea, pagará caro la traición. Entre disparos, logran avanzar, sin embargo, una bala alcanza a la mujer que maldice llamando la atención del humano.

Niega con la cabeza, no puede ser, - mantén la conciencia, no te dejes llevar, no puedo tenerte desmayada - exige, más parece que la mujer es mucho más tozuda puesto que desobedece. Con un bramido de rabia, echa el tronco de ésta sobre sus piernas pasando la mano para sujetar con el antebrazo el peso de forma precaria en tanto sigue espoleando a los caballos - ¡Didier, necesito ayuda acá! - exige porque sabe que se le caerá, tarde que temprano esa mujer caerá al vacío y será atropellada por el carruaje. El vampiro logra escuchar, aún con el vehículo en marcha, abre la puerta para impulsarse y subir al techo del carruaje. Belmont está intentando hacer torniquetes a las heridas de Orson que no son pocas. Hurga con sus dedos en las aberturas para desprenderle de las balas y que su proceso de regeneración sea efectivo.

Didier camina por el techo hasta caer al lado de Loyd tomando las riendas. Al humano no le queda más que tomar a la mujer y sentarla sobre sus piernas revisando con rapidez la herida que está perdiendo mucha sangre. El vampiro gruñe de ansiedad - ¡DETÉN ESA MALDITA HEMORRAGIA O ME LA COMO AQUÍ MISMO! - quizá no haya sido una buena opción pedirle a éste que viniera. Rompe la camisa del vampiro para no dejarla caer, hace un torniquete rápido. Le desprende del abrigo ensangrentado para tirarlo a un lado del camino y evitar así una macabra escena.

El vampiro apresura a los caballos en tanto el humano sigue atendiendo a la mujer - déjame en el cementerio - tiene que desviar a Didier de la distracción. El otro asiente, sabe que necesita alejarse de esa fuente de sangre rápido. Por fin, el cementerio está a la vista. En cuanto llegan a la puerta, Loyd baja con su carga mirando a Didier - ¡Nos vemos mañana con Nona! - el vampiro ni siquiera escucha demasiado, arrea a los caballos para escapar de ahí. Apenas unos metros más adelante, su diestra se desprende de las riendas para, temblorosa, acercarse a la sangre dejada en el asiento, mojar sus dedos con ella y llevarlos a la boca gimiendo de ansiedad. Limpiará todo el lugar regodeándose en el sabor, controlándose apenas hasta llegar a su destino. Orson sanará bien, no por nada es un cambiante fuerte.

En el cementerio, Loyd corre a toda velocidad hacia una de las enormes criptas. Se acomoda el cuerpo de la mujer en un hombro para abrir con la llave la puerta. Se introduce cerrando de nuevo para dirigirse a una compuerta escondida, hacerla a un lado con el hombro y bajar las escaleras con rapidez. Abajo, tiene al menos una mesa, varios estantes con medicinas y armas, cuatro sillas y al parecer, Nona mandó algo de reserva culinaria. Pan, queso, vino y agua. Es una bendita entre los cambiantes. Deja el cuerpo de la mujer en la mesa para correr a por sus elementos sanitarios para curarla.

Dos horas después, se deja caer en una de las sillas con un suspiro de profundo cansancio mirando al techo. Hace una mueca tocándose el costado donde le hiriera la Inquisición. Se abre la camisa poniéndose frente a un espejo. La hinchazón y los moretones sólo son indicio de algo peor: la costilla que tuviera fracturada y que debiera estar en reposo, ha vuelto a resentirse con toda esta actividad. Se frota con cansancio el rostro antes de tomar unas mantas para cubrir a la mujer que descansa sobre la mesa. Con otra manta, se va colocando dos sillas enfrentadas co una distancia justa para sentarse en una y subir los pies en otra. Echa para atrás la cabeza habiéndose cubierto el cuerpo para cerrar los ojos y descansar. Está agotado. Ni siquiera el pensar que la fémina está semidesnuda en su mesa, puesto que tuvo que quitarle todas las prendas de la cintura para arriba para atenderla, le quita el sueño.

Ni siquiera el desorden de los medicamentos, vendas, el colgante de ella en el piso, la ropa también, le preocupa. Ya arreglará cuando despierte.
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Mensaje por Rashida Miér Mayo 09, 2018 10:43 am

Sabíamos que salir de aquella situación sería un tanto peliaguda y complicada por el hecho de que los Inquisidores no eran idiotas y, si me habían hecho mandar con la única intención de dar con el hombre al que esos tres hombres tan diferentes seguían unidos por una misma causa, estaba convencida de que sabrían de aquel pequeño atajo por el cual nos adentrábamos para escapar y alejarnos. Si estaban tan convencidos de que yo lo encontraría era porque el plan trazado estaba muy bien urdido, no habrían dejado cabo suelto y seguramente nos estarían esperando a la salida. Aquello no podía ser solo simple casualidad y algo más debía de esconderse detrás de todo el asunto, uno que pensaba averiguar en cuanto saliéramos de aquella alcantarilla que olía bastante mal mientras nos mojábamos los pies avanzando. El vampiro, el cambiante y el lobo eran los que más opciones tenían para escuchar si fuera al subir habrían más soldados aunque estaba convencida de que sí y que no nos lo pondrían nada fácil para escapar. Esperaba que tuvieran un buen plan de fuga porque íbamos a necesitarlo, no era partidaria de salir corriendo pero debía de admitir que en esos entonces eran demasiados para que pudiéramos matarlos y salir con vida de aquella encrucijada. Yo no tenía nada que ver con la Iglesia pero admitía que se habían puesto en mi punto de mira, pasaba de ellos porque sus creencias y las mías no eran las adecuadas y tampoco es que casaran demasiado... por lo que si antes pasaba de ellos ahora, si sabía de algún miembro de la Inquisición que se cruzara por mi camino lo mataría por lo que me habían hecho. Loyd me dejó muy claro, de una manera clara y concisa con voz fría, que nadie se burlaba de él y me dieron ganas de darle un sonoro guantazo cuando me dijo que no me interpusiera si pensaba cazarlo, ¿acaso estaba loco? O más bien, ¿qué le hacía pensar que él frenaría o pararía mi búsqueda si encontraba con el hombre que a él lo había vendido y a mí me había metido en metido de todo aquello? Pues que le quedara claro que no me apartaría por mucho que él me lo dijera, ni su envergadura, ni su corpulencia ni absolutamente nada me pararía de encontrar a ese hijo de puta y darle la lección que se merecía por intentar matarme a mí también como si fuera el chivo expiatorio, un daño colateral en una guerra que de lejos no era la mía pero que al meterme de lleno habían cavado su propia tumba. Los cazaría, a todos y cada uno de ellos... ya haría por enterarme de sus nombres, de dónde vivían y de atemorizarlos hasta que me suplicaran por una piedad que no conocía en absoluto.

Tal y como habíamos previsto arriba nos esperaban muchos más de los que habíamos visto en la trastienda, a pesar de que habíamos huido y recorrido un trecho alejándonos de la tienda sabían dónde acabaríamos porque a los pocos minutos de comenzar a cargar la mercancía en un carruaje nos alcanzaron. El cambiante fue el que peor parte se llevó con las balas mientras nos ocupábamos de intentar retenerlos en lo que terminaban de cargar las bolsas. Un hechicero casi me dejó sin respiración de no ser porque Loyd se dio cuenta y me salvó disparándolo a la cabeza para que su hechizo finalizara al su portador quedar inerte sin vida. Todo estaba preparado para largarnos y poner distancia con la intención de despistarlos cuando una de las balas me alcanzó el hombro, estaba acostumbrada a los golpes y a las heridas, pero pocas veces había sido por causa de una bala y dolía y quemaba demasiado. Intenté mantenerme despierta pero fue una tarea bastante complicada pese a que Loyd me decía que me mantuviera despierta, sabía que no era el mejor momento para desfallecer pero ¿acaso yo podía decidir si hacerlo o no? Caí, caí presa del dolor de la herida, de la pérdida de sangre y no supe qué pasó en cuanto mis ojos se cerraron y mi cuerpo se desplomó contra el hombre que azuzaba y espoleaba a los caballos para que fueran más rápido poniendo más y más distancia con los soldados que la inquisición había mandado para matarnos. Tampoco supe el tiempo que pasé inconsciente solo supe que para cuando abrí los ojos estábamos en lo que parecía una habitación, habíamos dejado el carruaje y me encontraba sobre una superficie plana tumbada, el lugar estaba un poco en penumbras y al mirar me di cuenta de que era una habitación pero que esta no tenía ventana alguna. Parpadeé intentando hacer memoria de lo que había pasado pero nada recordaba después del desmayo, una manta cubría mi cuerpo y cuando miré a mi alrededor me encontré con Loyd sentado en una silla, con una manta cubriendo su cuerpo, y sus piernas estiradas en una silla. Parecía que estaba durmiendo así que me incorporé para sisear de dolor, me dolía el hombro horrores y al levantarme sentí como si la carne tirase de la herida al hacer fuerza, maldije en mi idioma a la inquisición, a esos malditos bastardos que cazaría y mataría por haberme metido en algo que no me concernía y en lo que no tenía nada que ver. Lancé un suspiro tomando aire y me incorporé de nuevo pese al dolor del brazo, me di cuenta de que la sábana cubría mi cuerpo pero que, bajo esta o al menos de cintura para arriba, no llevaba nada de ropa que vi que estaba en una pequeña mesa llena de sangre. Me vi el vendaje que llevaba en el hombro y luego miré a Loyd otra vez, tendría que habérmelo hecho él aunque no sabía si me había llevado a algún sitio, en realidad no sabía nada. Cuando volví a mirarlo se había despertado, o quizá es que estaba despierto pero simplemente mantenía los ojos cerrados.



-¿Qué ha pasado?
–Pregunté quedándome sentada sobre la mesa improvisada en la que estaba tumbada, como si fuera una camilla que utilizaban los médicos. Por inercia llevé mi mano al cuello para ver que tenía el péndulo como colgante y luego dirigí mi vista hacia donde estaba mi ropa, todas mis armas estaban sobre la silla junto a la ropa que me faltaba- ¿dónde estamos? –Pregunté volviendo mis ojos hacia él, el péndulo y la daga imbuida en magia eran dos objetos importantes para mí de gran valor que siempre me acompañaban, nunca salía sin ellos y esperaba que la daga siguiera en su funda junto al resto de mis armas. Mis dedos fueron de nuevo al vendaje que llevaba en el hombro repasándolo con mis ojos para, otra vez, subir mis ojos a los suyos- ¿me has curado tú? –Esperaba que tuviera nociones sobre ello, aunque si regentaba una tienda de armas y tenía una especial cruzada contra la inquisición supondría que sabía lo que se hacía en cuanto a curar se trataba, esperaba que no se me infectara más adelante por su culpa. Me quedé sentada mirando de nuevo el lugar, no me había dicho dónde nos encontrábamos y que me dijera que estábamos en “un refugio” tampoco es que ayudara demasiado, porque que las cosas se me escaparan y se descontrolaran no era algo que me gustara en absoluto- ¿y dónde está el refugio? –Pregunté enarcando una ceja para que me dijera su ubicación exacta, al menos quería saber en qué parte de la ciudad estábamos- ¿y tus hombres? –Volví a preguntar mientras pensaba en el hecho de levantarme, ponerme la ropa y largarme de allí para comenzar con la búsqueda de información para saber quién era el topo que les había dado información sobre la tienda, pero sobre todo, quién había sido el cerdo que me había metido dándome información falsa tendiendo la trampa- gracias por la ayuda pero no pienso quedarme aquí escondida –ese no era mie estilo, yo jamás huía, yo jamás me escondía de nada y mucho menos iba a empezar a hacerlo en ese momento. Bajé las piernas para apoyarlas en el suelo con la intención de levantarme, él me dijo que no debería de hacerlo y que llevara cuidado con la herida, mis orbes azules subieron a los suyos y enarqué una ceja- ¿crees que soy una damisela en apuros que no puede con una herida? No me tengas tanta estima –dije en un tono sarcástico para ponerme en pie con cuidado, reconocía que la herida del hombro dolía y quemaba horrores, pero no podía permanecer vete a saber cuánto tiempo escondida sin al menos buscar información de los hombres que llevaban su nombre escrita en mi lista- no me quedaré de brazos cruzados mientras esos hijos de puta campan a sus anchas, buscaré el que dio la orden falsa así como el topo que es más que evidente que tienes dentro, porque de lo contrario jamás hubieran descubierto esa salida –lo miré antes de andar dirigiéndome hacia mi ropa llegando hasta la silla, el único problema es que con el hombro como lo tenía me iba a ser un poco complicado el vestirme. Dejé que la sábana cayera al suelo sin importarme que viera mi cuerpo, ¿acaso no lo había visto ya mientras me curó? Ladeé mi rostro para observarlo- ¿piensas venir a ayudarme para vestirme, o te vas a quedar ahí mirándome todo el rato? –Pregunté mientras comprobaba que la daga, efectivamente, estaba guardada en su sitio- ¿tienes por costumbre desnudar a todas las mujeres que se te desmayan heridas, o tengo el placer de ser la primera? –Me giré con la primera pieza de mi ropa para que me ayudara a ponérmela, no me avergonzaba de mi cuerpo ni de que él pudiera mirarlo, ya lo había visto y suponía que no sería la primera mujer que viera desnuda frente a él.
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Mensaje por Loyd Granchester Vie Mayo 11, 2018 7:39 am

Es el agotamiento la medicación por excelencia para dormir de un tirón. Sin siquiera sueños que le saquen de su estado de confort. La respiración es tranquila, acompasada en tanto mantiene el cuerpo en equilibrio sobre las dos sillas. La espalda a veces se estira o se contrae, en ocasiones este último movimiento lo obliga a reacomodarse. Las mantas cubren su cuerpo en su totalidad proporcionándole calor en este lugar tan solitario y frío. La actividad suena en sus oídos, su cerebro está negado a despertarlo. La mente se va de viaje otra vez por un lapso de veinticuatro minutos más cuando un quejido le pone alerta abriendo los ojos de golpe antes de que su mirada se fije en el cuerpo sobre la mesa que va incorporándose. Recarga el cuerpo en el respaldo de la silla admirando a la fémina, su columna vertebral y el cabello oscuro.

Cierra los ojos un instante para sacudirse la tela del orbe derecho que en las mañanas le falla enfocando. Cuando los abre, su visión es perfecta. Las miradas se cruzan, Loyd toma las mantas para cubrir mejor su cuerpo intentando mantener el calor unos instantes más antes de que la actividad le exija levantarse y continuar con su vida. Y como si incitara a la bestia, ella dispara pregunta tras pregunta. La cabeza del hombretón todavía no está para responder con fluidez por lo que sólo alcanza a decir algunas palabras - Te hirieron. En un refugio - contesta por pura inercia. Aspira profundo llenando los pulmones de aire, la costilla le regala una punzada de dolor que le recorre todo el costado. Debería cambiarse el vendaje que se ha soltado por la actividad nocturna y que ni siquiera atendió por el agotamiento - sí, te curé - susurra bajo empezando a bajar primero una pierna, la diestra, al piso frío.

Aún conserva las botas así que lo helado del suelo no traspasa la plantilla. La otra extremidad inferior imita a la primera. - En un cementerio - responde sin ocultarlo. De todas formas se dará cuenta cuando salgan. Se restriega los ojos con los puños para activar por fin toda esa enorme constitución física incorporándose. La frazada caliente cae a sus pies antes de que él la tome para echársela sobre los hombros como si fuera una capa. La camisa abierta deja a la vista un vendaje que cubre todo su tórax. - Se fueron - intentaría estirarse, más el temor porque la fractura se profundice lo evita. La adrenalina se ha ido dejando un cuerpo resentido por los acontecimientos de hace unas horas. Siente cómo todos sus músculos exigen descanso. No puede darles lo que buscan, así que tendrá que seguir adelante. Tienen que volver a planear su ataque.

Ella parece que va a imitarlo para empezar el día - está contraindicado que te pongas en pie tan rápido y que hagas sobre esfuerzos, la herida es reciente y para curarse debes tener reposo - susurra de nuevo. Bosteza abriendo grande la ya de por sí enorme boca. La que le hiciera sufrir tanto con el Condenado en su paso por la base sur de la Inquisición. La contestación femenina en estas alturas de la mañana le cae como patada en los huevos. ¿Que no era una damisela en apuros? Que le dijera eso la noche anterior tras su desmayo. Inicia con una palabrería que a Loyd le da dolor de cabeza sobre que tiene que ir a buscar a quienes la traicionaron y al topo que él tiene dentro. Cierra los ojos agotado. De las personas, de los sobrenaturales, de la Inquisición, de su asquerosa vida. Se pasa la mano por la frente antes de repasar con ésta toda la cabellera quedándose en la nuca para darle alivio.

Sus costillas le matan. La herida contraria también. Quisiera un vaso de un buen vino y se acerca para cumplir su deseo descorchando, sirviendo y bebiendo de un trago la mitad del contenido. Al menos le da buen sabor a su boca. ¿Que no habrían encontrado esa salida? Le parece que ella tiene en muy baja concepción a la Inquisición. Les debieron estudiar demasiado y los grupos desperdigado por todos los caminos posibles. El que tomaron era uno de los menos transitados, más no secreto. Su músculo bucal pasa por sus labios lubricándolos. La escucha atrás caminando, él no le da la cara porque no tiene ganas de estar en ese momento ni despierto, ni ayudando. Quiere ser egoísta por una vez en su existencia y olvidarse del mundo.

- ¿Has cambiado de opinión respecto a que no eres una damisela en apuros que no sabe cuidarse una herida? Vístete tú misma. Sí, soy médico, para atenderte tengo que deshacerme de todo para ver la circulación de tu sangre, para analizar hasta dónde debo cortar para evitar que la hemorragia o la profundidad de la bala me compliquen la operación. ¡Soy médico! No un idiota que sólo quiere ver tus pechos, como si no conociera la anatomía humana - da otro trago al vaso terminándoselo. Está cansado de esa arrogancia femenina - Haz lo que quieras, desoye los consejos médicos que te doy, vete como puta loca a matarlos a todos. Me tiene sin cuidado. Y vístete tú, si eres tan bravucona ¿Por qué me pides entonces ayuda? - voltea hacia ella acomodando la espalda en la pared para paliar con la frialdad la herida.

El vaso sigue en su mano. La venda en el pecho muestra algunas marcas rojizas, señal de que él también está herido. Por la coloración, deben ser de la noche pasada. - Ahora dime ¿Quién te mandó conmigo? Lo del topo en MI organización es eso, MI topo. Te metes y te descuartizo, humana y cuidado con venir con tu daga inmunda a amenazarme, estoy harto y cabreado - advierte con tono oscuro. Aprieta las cejas hasta que parecen unirse formando arrugas en la parte alta de su tabique nasal. Se mueve dejando el vaso para abrocharse la camisa con movimientos lentos. - Apúrate a vestirte para que te vayas - tras acomodarse la camisa dentro de los pantalones, empieza a recoger el lugar con rapidez y eficacia.

Deja algunas vendas y trapos que usó la noche pasada en la mujer para lavarlos con posterioridad. Coloca algunos frascos, hasta que juguetea con el bisturí - notarás que la herida sana más rápido de lo normal. Ese es secreto de la casa. Sólo ponte fomentos de árnica con miel diario, cada noche estaría bien. Venda la herida y pasa toda la noche con los fomentos. Eso activará la poción y seguirá su curso de curación acelerada - echa en una tinaja los utensilios médicos desperdigados. No va a ayudarla a vestirse, que se joda por prepotente y engreída. Loyd no está para cumplir deseos y enderezar jorobados. No está en su naturaleza obedecer caprichos. Y ella, es una caprichosa de lo peor por más bella que sea.
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Mensaje por Rashida Dom Mayo 20, 2018 10:21 am

Si había algo que más odiaba en el mundo era el hecho de verme débil, desprotegida, herida y con la “necesidad” de ayuda de alguien del que apenas conocía y con el que había cruzado apenas un par de frases en condiciones. Odiaba que la gente me viera débil y herida, odiaba que vieran un lado “vulnerable” de mí como si yo tuviera algo de eso... no por nada me había convertido en una asesina fría y despiadada que no necesitaba absolutamente nada de nadie, porque yo no tenía puntos débiles y flacos, yo jamás me veía derrumbada y el hecho de haberme desmayado frente a ellos me jodía mucho más de lo que aquel impertinente hombre pudiera llegar a pensar en algún momento. No sabía cuánto tiempo había pasado pero para mí el suficiente como para seguir ahí metida, aunque no supiera dónde estaba exactamente, y tenía la firme intención de levantarme y de poner rumbo hacia la base que tenía la Orden para empezar a buscar información que pudiera ayudarme a encontrar al maldito desgraciado que me había metido en aquella mierda mintiéndonos, utilizándonos para dar con Loyd porque era más que evidente que la intención era dar con él o enviar a alguien para luego arremeter y arrasar con todo como más bien parecía que había sido. Habíamos escapado por los pelos y los inquisidores estaban más que informados sobre todo lo que debían de saber y conocer de aquel hombre, y de su lugar de “trabajo”. No sabía qué relación tenían ambos con la iglesia, sí sabía que Loyd tenía una especie de venganza contra la Iglesia y que por ello era conocido por reconocer y saber el organigrama estructural de la iglesia y de la inquisición, aunque empezaba a darme cuenta de que había algo mucho más de fondo que no lograba vislumbrar y que podría ser el peso y la razón fundamente por la que había caído en aquella maldita trampa. Ya odiaba el hecho de que me hubieran engañado y utilizado, algo que no me gustaba en absoluto, pero que además hubiera caído herida y me hubiera mostrado débil frente a aquel era ya lo que había terminado por sobrepasar todo. Cuando encontrara a quien había urdido aquel maldito plan pensaba torturarlo y matarlo lentamente hasta que gritara por piedad, me suplicara por su vida... solamente para dejarle atado y que el tiempo y la tortura que se me ocurriera para él en ese momento hiciera el resto del trabajo acabando con su vida, porque una muerte rápida no se merecía y no se la daría en absoluto. Él me había curado la herida de bala y por eso llevaba aquel vendaje, pero a pesar de que me dijo que no era recomendable moverme en mi estado lo miré clavando mis azules en sus ojos de una manera fría, ¿reposo? Yo jamás había conocido esa palabra y no me quedaría quieta mientras los demás se juntaban y volvían a trazar un plan para cazarnos, porque era más que evidente que no dejarían que yo me fuera como si nada después de lo que sabía y lo que habían intentado hacer... pero si pensaban que me esconderían no sabían con quién se habían metido.

Algo me decía, desde el principio en el que había conocido a aquel hombre, que no íbamos a llevarnos bien precisamente y que habíamos empezado con el pie izquierdo. Pero eran sus formas de hablar y el tono que empleaba lo que me enervaba y no me gustaba en absoluto de él, había algo como si pretendiera dar órdenes y estar por encima de mi persona que mi orgullo y mi ego no me permitía dejar que sucediera. Contestó a mis preguntas de una forma bastante seca a lo que supe que estábamos en el cementerio y que, como pensaba, había sido él quien me había curado la herida vendándome el torso quedando semi desnuda. Sus compañeros se habían ido quedando únicamente los dos solos, volvió a repetirme que debía de hacer reposo para que la herida curara pero hice caso omiso a sus palabras poniéndome en pie acercándome a la silla donde estaba el resto de mis prendas con la intención de ponérmelas y de largarme de allí. La herida me tiraba demasiado, al ser tan reciente, y me impedía el ponerme bien la ropa que él me había quitado para curarme así que le pregunté qué esperaba para que me ayudara, no le pedí ayuda porque aunque en cierto modo si se la había “pedido”, no iba a preguntarle como el resto de las demás personas. Sin embargo con lo que me encontré fue una réplica a mis anteriores palabras cuando le dije que no era una damisela en apuros, haciéndome ver que si no había necesitado ayuda antes en esos momentos a la hora de vestirme tampoco la tendría mientras escuchaba sus palabras en lo que él llevaba un vaso en su mano y apoyaba su espalda contra la pared. Lo miré con el ceño fruncido mordiendo mi labio odiando cada vez más por momentos al hombre que tenía frente a mí, sacándome de mis casillas de una forma que no muchos podrían decir que tenían el “honor” de provocar en mí. Me dieron ganas de hundir mi daga en su pecho, silenciarlo, romperle el rostro a puñetazos hasta que este sangrara y no pudiera gesticular ninguna palabra más en lo que durase mi estancia allí. Sus ojos se mantenían fijos en los míos esperando a que me vistiera yo sola tal y como él me había indicado que debería de hacer puesto que no me ayudaría, indignado porque él era un médico que me había quitado la ropa para ayudarme y no para contemplarme desnuda a lo que ladeé levemente la sonrisa. Mis ojos observaron la venda que también llevaba en su pecho y que había estado tapada por las mantas que llevaba encima cuando estuvo sentado, se le veían marcas rojizas que no parecía tener buena pinta pero como él había dicho era médico y desde luego que no pensaba decirle nada en absoluto. Comencé a vestirme ignorando en cierta forma el dolor que sentía cuando movía el vaso pero antes muerta que pedirle a ayuda a aquel desgraciado, lo único que tenía ganas era de darle una paliza y desquitarme con él la rabia que llevaba encima. Escuché sus preguntas cuando había conseguido con cierto esfuerzo ponerme el corsé, enarqué una ceja y me giré para contemplarlo en el mismo lugar que estaba antes de empezar a cambiarme.



-¿Qué mierda te hace pensar que voy a decirte, o siquiera contestarte, una sola de tus preguntas?
-¿Quién se creía que era para hablarme con ese tono autoritario como si fuera mi superior exigiendo unas respuestas que no iba a darle? Fruncí el ceño girándome para quedar de cara a él cuando me amenazó que, si me metía para encontrar al topo de “su” organización acabaría descuartizándome... algo que sinceramente hizo que me riera entre dientes- me meteré en donde me de la maldita gana y si tengo que investigar e ir tras tu topo entonces lo haré, ¿acaso te crees que te tengo miedo? Yo también estoy harta y cansada de tus palabras y del tono autoritario que empleas conmigo como si fuera uno más de tus empleados, me importa una mierda todas y cada una de las amenazas que dirijas hacia mi persona y por supuesto que si tengo que encontrar a ese topo y matarlo con mis propias manos lo haré, así que si quieres encontrarlo tú antes de que lo haga yo... –sonreí de lado- más te vale darte prisa, hombretón –dije con cierto tono mordaz porque por muy grande y corpulento que fuera no me intimidaba en absoluto, estaba acostumbrada a lidiar con hombres que solían utilizar su condición física para achantar a los demás, por lo que conmigo no tenía el mismo efecto- yo no soy nada tuyo para darte explicaciones, podría haberte dado el nombre de la persona ¿pero sabes qué? Me da mucho más placer saber que vas a tener que empezar un pie, quizás dos, por detrás de mí con lo cual eso me da una ventaja que de haberte comportado podrías haber utilizado –comencé a terminar de vestirme mientras él se movía por el lugar y yo lo ignoraba, habría colaborado con él para intercambiar información de una forma mutua, ¿pero después de su comportamiento? Ni de coña, su tono amenazador no había servido para nada porque igualmente acabaría por buscar al topo y el que había mandado dicha petición que me había llevado hasta él, sería un nombre falso pero con los interrogatorios oportunos y el saber a quién preguntar sería más que suficiente. Me costaba terminar de vestirme porque elevar un poco el brazo hacía que la herida doliera y quemara, los puntos tiraran de mi piel pero incluso así no volví a pedirle ayuda ni hice comentario alguno, era demasiado orgullosa como para caer ante ese hecho. Ni siquiera paré a mirarlo cuando comenzó a hablarme sobre la herida y que notaría que curaría más rápido, escuché sus indicaciones de lo que debía de hacer para curarla pero en ningún momento desvié mi vista hacia él mientras terminaba de vestirme con evidente esfuerzo, levantar el brazo era una tremenda tortura pero no emití ningún quejido de mis labios, apreté la mandíbula con fuerza y mordí mi labio para que no me escuchara, no le pensaba dar el gusto bajo ningún concepto. Cuando terminó de hablar lo miré con una ceja enarcada, cogiendo mis armas para ponerlas en el cinto guardándolas en sus fundas, el abrigo de cuero fue lo último que cogí en aquel silencio que se había instaurado en ese momento, cuando ya lo tenía todo a unos pasos de distancia el uno del otro mis ojos azules se clavaron como dagas en los suyos, no iba a negar el atractivo que tenía pero su comportamiento dejaba bastante que desear y era más que evidente que no pensaba hacerle caso en nada de lo que me había dicho- suerte para encontrar al topo, yo que tú me daría prisa si no quieres encontrártelo muerto. No te metas en mi camino o el ponerte la daga en tú cuello será la menor de tus preocupaciones –me giré encaminándome hacia la puerta porque nada más podía ni quería hacer allí, quería volver a la Orden y empezar a buscar la información necesaria para encontrar no solo al topo, sino al que ideó todo aquel plan perfectamente orquestado y urdido. Hubiera compartido la información pero desde luego que había perdido aquel “derecho” con sus formas de ser y sus palabras, yo no era nada suyo para que me hablara de esa forma y me amenazara tan libremente. Para cuando llegué a la puerta y la abrí, antes de salir por la misma, ladeé mi rostro para mirarlo- vete a la mierda –dije cerrando la puerta de forma brusca mientras salía de aquel lugar queriendo marcharme de allí y comenzar mi búsqueda por mi cuenta, y más le valía a él no meterse en mi camino o esa vez no todo se quedaría en amenaza, sino que más bien acabaría cumpliéndolas todas y cada una de ellas sin importarme las consecuencias, él se lo había ganado a pulso.
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Mensaje por Loyd Granchester Dom Mayo 27, 2018 7:04 am

Pasos acelerados rodean la casa con rapidez, los sobrenaturales apostados en lugares estratégicos esperan la indicación, van tras el topo después de haberlo descubierto. Sólo dos días pasaron para que pudieran saber quién era y lo han estado persiguiendo como locos durante cinco días más. Una semana después de que todo se saliera de madre en la fábrica y perdieran armas preciosas e indispensables para la guerra, el grupo de Loyd logra su objetivo de encontrarlo. La cacería va a ser inhumana porque no está en la naturaleza de los inmortales perdonar algo así, que les traicionen es algo inaceptable, que estuvieran a punto de diezmar su equipo llevándose entre las patas a Loyd no es bien recibido en este grupo. Y quien lo hizo pagará caro la afrenta. Los pasos continúan hasta entrar a la casa para sacar a todos los que ahí están, los disparos inician, los golpes continúan seguidos por las garras y colmillos.

Los gritos se suceden unos tras otros, algunos por el fragor de la batalla, otros de miedo y nerviosismo. La histeria se instala entre los habitantes de ese hogar en tanto Loyd observa afuera fumando un habano con total tranquilidad. Si alguien se entromete en su empresa de vengarse de la iglesia será muerto sin compasión alguna. En tanto van sacando al topo, uno de los cambiantes gruñe erizándose, Loyd le coloca una mano encima del morro del tigre antes de empezar a caminar hacia el sujeto que ahora lo mira aterrorizado con las marcas de las caricias que le dieron en el proceso - no debiste entrometerte, ahora la muerte es la más hermosa salida que puedas tener. ¡Llévenlo a donde ya saben! - es metido a un carruaje para ser transportado a otro lugar más seguro.

Loyd se termina el habano mirando el humo que sale de sus pulmones pensativo en la mujer que le abandonara en el cementerio y de la cual no volviera a saber - te gané - sonríe con oscuro sentimiento antes de dirigirse a su caballo, montar y mirar a los demás - ¡Revisen el lugar, saquen todo lo que nos pueda servir y luego quémenlo todo! - empieza a cabalgar con rapidez siguiendo el carruaje. Va a torturar a este hijo de puta hasta que le cuente cuántas veces ha cagado en el mes. Así de rígido lo va a hacer y después de que la Inquisición le tomó, no va a acobardarse. Tiene que vengarse de la afrenta, así que se dirige directo a sus dominios donde podrá hacer uso de todos los utensilios dispuestos para su labor.
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Mensaje por Rashida Lun Jun 04, 2018 12:30 pm

Había pasado ya una semana desde que había visto por última vez a ese imbécil con aires altaneros y el ego subido al que había acudido para sacar información de cierta persona en concreto sobre la Inquisición. Todo había resultado ser un fraude y una estratagema para que los condujera hasta Loyd y que estos pudieran cargárselo por algo que no sabía y en el que me había visto en mitad de todo el meollo del asunto haciéndome partícipe, y eso suponía que habían intentado también acabar con mi vida matándome y de hecho, si no hubiera sido por ese maldito engreído al sacarme la bala del brazo lo hubieran podido conseguir con todos los hombres que habían llevado para la emboscada. Sin duda alguna no esperé que la noche acabara de esa forma y sobre todo que él tuviera que llevarme a su escondrijo para curarme y extraer la bala incrustada en mi brazo. No me había caído demasiado bien ese hombre desde el momento en que me lo había topado en su trastienda, algo en él hacía que todas mis alarmas se activaran sin saber por qué, quizás porque parecía ser un hombre demasiado propenso a meterse en peligro y a meterme en problemas como había pasado con la Inquisición, sin embargo quizás a muchos pudiera parecerle un hombre temible por la envergadura que tenía y lo alto que era, pero a mí no me daba ningún miedo acostumbrada a tratar con vampiros y con licántropos más fieras que el humano. Eran sus formas de ser y sus “modales”, si es que tenía de estos, los que hacía que me enervara porque no habíamos empezado con buen pie y desde luego que en su escondite tampoco lo habíamos terminado de buena manera. Era un engreído pretencioso al que no le tenía demasiada estima aunque sabía que nuestros caminos se volverían a cruzar de nuevo porque sabía que ambos buscaríamos al topo que le había dado la información a la Inquisición y les había dado el soplo, lo que había hecho que nos emboscaran de esa forma y tuviéramos que salir huyendo cuando era algo que odiaba por encima de todas las cosas para salvar nuestra vida, y que ese maldito imbécil me hubiera curado no era algo que mejoraba en absoluto. Había que decir que lo que me había dado había surtido su efecto y había curado la herida de forma más rápida de lo normal, al par de días ya había desaparecido la marca y ya no quedaba rastro de ella en mi hombro... y había sido eso precisamente lo que había hecho que pudiera buscar la información que necesitaba porque sí, yo también había encontrado al topo que lo delató a la Inquisición y el cuál me había advertido que no me entrometiera si no quería acabar muerta porque él lo encontraría primero, sabía que ese hombre al igual que yo no dejaría pasar la ocasión de encontrar al topo para darle su merecido por lo que sabía un punto “débil” de ese hombre que pensaba utilizar en mi favor y a mí total conveniencia, porque si pensaba que no iba a ir por el topo solamente por su amenaza estaba más que equivocado al respecto.

Había conseguido averiguar tras tirar de hilos, tras interrogatorios y moverme como ya sabía por los barrios bajos quién había osado traicionar a ese hombre que era conocido para algunas personas y ciertos sectores. Sobre todo por la tienda clandestina que tenía de armas y no me fue demasiado difícil dar con el nombre del desgraciado que lo pagaría caro, pero sabía que al igual que yo también había podido dar con su paradero él lo haría... por lo que vigilé desde la distancia en las sombras los movimientos de cada uno. Era una experta en eso, había sido entrenada para el espionaje así como para el asesinato sin que nadie se enterara, pertenecía a la élite y por ello pude saber cuándo pensaba dar el golpe contra el topo, porque sabía que lo habían estado siguiendo y además me valía de algunos objetos que había encontrado a lo largo de mi vida para pasar desapercibido. Tenía dos objetos en concreto, además de mi daga y de mi péndulo, que utilizaba en algunas misiones y que me ayudaban en mi labor. Una de ellas era un anillo que durante un periodo corto de tiempo camuflaba mi apariencia haciéndome pasar por otra persona, algo muy útil para el espionaje y pasar desapercibido. Otro era una pulsera que hacía que no fuera “detectada” incluso por el olfato más fino de todos, como si no pudieran verme pero ahí estaba aunque imperceptible para ellos. Ambos estaban imbuidos de magia y de ahí el gran potencial que tenía, eso me había permitido acercarme tanto a él que ni su oso, su lobo y su vampiro habían sido capaces de detectarme y por eso supe cuándo daría el golpe... y allí estaba yo, desde la lejanía observando todo lo que ocurría desde la distancia esperando el momento oportuno para pasar a la acción. Debía decir que lo tenía todo planeado a la perfección ese hombre y sonreí ladina porque seguro que no pensaba que lo tenía controlado y vigilado, como si hubiera ganado esa batalla pero no era así. Vi como metían al hombre en el carruaje y espoleé a mi caballo para que bajara del lugar donde estábamos y poder seguirlos a una distancia en la que no fueran capaces de detectarme, preparada con la ballesta preparada y montada especialmente a mi medida y diseño, en realidad más que una ballesta se podría decir que era un modelo de cerbatana pero que eran disparados como una ballesta, mi intención era más que obvia: quitarle la presa a Loyd. Para ello me aseguré de quedar a una altura paralela con el carruaje donde preparada y lista disparé la “ballesta” donde un pequeño dardo, lleno de un poderoso sedante, impactó contra el conductor del carruaje, aunque disparé enseguida al segundo para que no diera la voz de alarma, los caballos seguían solos su camino así que espoleé al mío para acercarme hasta que pude saltar tirando a los dos hombres que guiaban al carruaje, sentándome para desviar a los caballos con el preso en el interior desviando el camino hacia otro lugar donde al girar pude ver perfectamente el rostro del cambiante al que le sonreí mientras nos alejábamos y cambiábamos de ruta, oh, ¡cuánto iba a enfadarle aquello a ese maldito hombre! Sabía que me seguiría porque no dejaría marchar su presa, el error que había cometido es dejar detrás una pequeña comitiva terminando su trabajo para él. Había encontrado un pequeño escondrijo en mitad del bosque donde podría llevar a cabo mi plan, así que en el momento dado paré el carruaje y me bajé para abrir la puerta de la celda de esta mirando al hombre apuntándolo con la daga.


-Ni te muevas, baja del carruaje y no hagas ninguna tontería –comenté con voz firme y fría, clavando mis azules en los ojos del hombre que suplicaba por su vida aunque me reí de ello- ¿así es como suplicas por tu vida? Oh, seguro que puedes hacerlo mucho mejor. ¡Andando! –Dije tomando al hombre para guiarlo, di una palmada a los caballos para que siguieran su camino y despistara a Loyd para tirar del hombre y adentrarnos en el bosque hasta llegar a la cabaña que tenía preparada. Al entrar lo tiré hacia una silla donde lo até de pies y manos, una mordaza en su boca para que no pudiera decir nada y sabiendo que el hombre me esperaría preparé la “ballesta” con esos dardos para cuando llegara, iba a darle una bonita bienvenida.
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Mensaje por Loyd Granchester Mar Jun 05, 2018 8:07 am

Aún pegado al carruaje sigue su camino en esta alocada carrera cuando mira algo que le llama la atención por el bosque. Es una figura con un arma en la mano que le dispara a uno de los que conducen el carruaje. ¿Está loco? Acelera el paso del caballo demasiado tarde, el siguiente cochero es atacado y la figura se sube a la diligencia tomando el control. A los cuantos metros cae el primero de sus hombres al tiempo que Loyd desmonta para revisarlo con rapidez. Se tranquiliza al ver que está narcotizado. Llama a un par de hombres para que lo suban a grupa de uno de los caballos para llevarlo a su hogar. Unos cuantos metros después repite la operación, sólo que en esta ocasión se deshace de un pañuelo para vendar la cabeza puesto que se dio un buen golpe al caer. Una vez listos, siendo llevados a un refugio seguro, Loyd levanta una mano para que se acerquen seis de los ocho jinetes que sobran. El séptimo, está con el gural siguiendo el rastro - alguien se metió donde no debía, vamos a darle una lección - les anuncia antes de montar de nuevo para avanzar.

A metros de distancia puede observar a Orson moviéndose con rapidez habiendo bajado del caballo por lo que ordena desmontar quedándose en ese sitio a doscientos metros de distancia donde es observable el gural por la altura en la que la cabaña se encuentra. Éste va acercándose poco a poco, sin llamar la atención para que ella no sospeche. El gural se relame los labios poniendo los brazos en jarras para informar - es la mujer que condujera a los inquisidores a la fábrica, está sola - Loyd asiente mirando a su alrededor con curiosidad. El sitio está hecho de madera por lo que mira al gural con frialdad en la voz - vamos a enseñarle a que con nosotros no se entromete. Lleven el líquido para expandirlo por todo el perímetro de la cabaña cuidando de que no los vea. Es una humana, si lo hacemos en silencio, no va a notarlo hasta que sea muy tarde. Dejen la parte delantera libre por si quiere salir y cuiden de que no escape antes de que todo inicie - ordena y los demás empiezan a hacerlo. Dos se quedan apuntando hacia las salidas para que, en caso de escapatoria de la mujer, disparar a matar.

Lento, esparcen el líquido flamable por el perímetro de la cabaña cuidando de que ella no lo note, para eso Loyd se queda con los caballos atrás empezando a avanzar para fingir que se acerca con ellos y un par de hombres siguiendo el camino del carruaje. Con subterfugio el gural prepara las armas dejándolas al alcance de la mano para cuando Loyd vuelva. En cuanto están listos, el inglés vuelve con su gente caminando para pasar desapercibidos, tomar las armas y apuntar a la cabaña. Va a destriparla por meterse donde le dijo que no lo hiciera. Es una estúpida cabezota - ¡LISTA O NO, AHÍ VOY! - imita un juego de niños donde el lobo está siendo convocado y dice esa frase final antes de aparecer. Las balas empiezan a ser disparadas hacia la casa sin importar un poco si la mata o no. O incluso, si el soplón cae. Para ésto, la vigilancia es constante en todo el perímetro para que ninguno de los dos pueda escapar.

Esta vez la tiene bien rodeada, esta vez le mostrará lo que le pasa a quienes le desobedecen. Al tiempo que disparan, uno de sus hombres enciende el líquido alrededor de la cabaña para sofocarlos, así obligará a que salgan. El humo va incrementándose al tiempo que las llamas son las protagonistas devorando la madera de la cabaña. Los gritos del topo se escuchan desde el interior haciendo que Loyd sonría y las armas sigan disparándose sin piedad rompiendo los vidrios de las ventanas, destrozando las maderas por la potencia y el grosor de sus calibres. Bala por bala es golpeada y perforada la cabaña para obligarla a salir o bien, matarla. No le importa. Él dista mucho de ser el rey Salomón que pedía partir en dos al niño para que cada madre tuviera su porción. Él es más drástico. Matará al soplón para asegurarse de que fue él quien le dio el castigo en lugar de una arribista extranjera con ínfulas de grandeza.

Le está demostrando a esta mujer cómo se hacen las cosas en París. Debe obedecer cuando s ele pide que se aleje. Que se contenga para hacer justicia cuando se atrevió a indicar cuáles eran sus intenciones. Aquí, la traición se paga con muerte y el atrevimiento y la rebeldía por igual. Le importa un carajo lo que se avecine con tal de obtener su venganza, cegado por su obsesión de alcanzar a Hernán. Nada lo impedirá, mucho menos esta arrogante y petulante mujer.
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Mensaje por Rashida Mar Jun 12, 2018 1:03 pm

No había que dejar ningún cabo suelto con aquel hombre porque jamás sabías por dónde podía salirte y lo cierto es que, después de haberme llevado el carruaje donde transportaba al topo que nos había vendido a la Inquisición porque aunque yo no tuviera nada que ver al respecto me había metido en la boca del lobo como el chivo expiatorio contra el cual ser la cabeza de turco, estando más que claro que mi vida les importaba una mierda y que para llegar hasta aquel hombre si tenían que cortar más cabezas de las necesarias les daba exactamente igual. Sabía que aquel hombre no se podría resistir a la tentación de atraparlo y darle su merecido pasando por algo que yo también tenía algo que ver en aquel asunto así que en vez de hacerlo yo todo había ideado un plan secundario donde más bien dejaría que él se encargara de todo y como una astuta zorra en el momento oportuno esperaría para poder llevármelo sin haber hecho nada con el plan que tenía ideado. Conociendo a ese hombre y lo que había visto en su tienda clandestina de armas sabía que no iría solo y que llevaría a un séquito de su “grupo” para dar una lección al topo, por eso mismo había estudiado la zona a conciencia y por eso mismo en plan había sido uno más que claro; el punto clave estaría en la forma de interceptar al carruaje y desviarlo de su camino para llevarlo a la cabaña en el interior del bosque, una cabaña que había encontrado abandonada y que tenía una pequeña particularidad que me vendría bastante bien para lo que se me vendría encima cuando le arrebatara la presa a ese hombre, porque estaba más que claro que no le gustaba que nadie se entrometiera en sus asuntos y ya me había advertido que si tenía que matarme por ello lo haría, contaba con que hiciera eso mismo y que cuando viniera a por mí fuera a por todas. Otra cosa no pero conocía a los hombres como él, había trabajo con varios de ellos y tenían el mismo modus operandi, el mismo pensamiento cerrado en ese tipo de cosas... se le olvidaba que había sido yo a la que habían mandado engañada, como cabeza de turco, para acabar con mi vida con tal de encontrarlo y matarlo... porque lo joder, ¡claro que sí pensaba cobrarme venganza! Igual que lo haría él de estar en mi posición y dado que no pensaba compartir la presa había que hacerle ver que no podía ser un “ordeno y mando” porque yo no era una más de su grupo que lo seguía fielmente, yo iba por mi cuenta y si se pensaba que me achantaría por sus amenazas es que no me conocía en absoluto. Ese hombre se iba a dar cuenta de que toda su palabrería caía para mí en saco roto y que no lograba intimidarme por muy grande que fuera, y que tenía el mismo derecho que él a reclamar una venganza que, quisiera él o no, reclamaría porque era tan mía en el momento en que me metieron en aquella maldita mierda entre ambos.

Por eso mismo estaba todo preparado y cuando vi que era el momento oportuno tomé partida de la jugada que había pensado: mi idea noquear con sedante a los que llevaran el carruaje para tomarlo y desviarlo con el topo en su interior, Loyd me seguiría dispuesto a no soltar su presa e intentaría recuperarla a toda costa y de paso darme una “lección” por haberme entrometido. Para ella la función principal que había encontrado en aquella cabaña abandonada y que me sería de gran ayuda, por ello cuando llegué y até al topo en la silla esperé a que llegara pero ya sabía que no vendría solo, su séquito lo seguiría igual que habían ido a por aquel hombre que lo había delatado a la Inquisición y es que contaba con ello. Entregarme no era una opción bajo ningún concepto y mucho menos lo era el que se lo llevara de nuevo sin que yo pudiera participar en lo que le pasara a ese hombre, quería mi venganza por haberme metido en medio y no dejaría que se fuera así como así. Preparada para la llegada del hombre estuve atenta para comenzar el siguiente paso de mi plan, sabía que había llegado porque estaba convencida de que no dejaría pasar la “ofensa” y vendría a por mí con todo lo que tuviera, había visto las armas que tenía en su tienda y el daño que hacían, había visto las armas que llevaban y que seguramente utilizaría por lo que estaba más que preparada para el siguiente ataca. La cabaña no era el sitio original donde tendría lugar toda la tortura que recibiría el topo, tan solo era un mero trámite para llegar al verdadero sitio y que la fiesta privada comenzara. Miré por las rendijas de la cabaña viendo que el hombre había llegado, ¿se pensaba que era tan idiota que no prevería que iría con todo? A ese hombre le cegaba demasiado el ego y este cuando se era ofendido no se pensaba con demasiada claridad. Miré al topo con una sonrisa divertida en los labios porque la “fiesta” comenzaba, apenas habíamos empezado. Después de haberle visto actuar para atrapar al topo seguro que me hacía alguna encerrona, ¿tan tonta me creía para refugiarme en una cabaña de madera cuando tenía armas potentes de fuego, y de dónde no podría escapar? Por Ra, ¡era mejor que aquella estúpida idea de que me encerrara! Sin embargo que él pudiera pensarlo era lo que quería exactamente de él, por lo que en cuanto supe que habían llegado era hora de movernos y de salir de allí porque sí; ¿acaso iba a encerrarme en mi propia trampa? No era tan estúpida como eso y por ese motivo había elegido aquella cabaña: porque tenía un acceso de salida por un sótano que llevaba unos metros más alejados de la misma como si quien viviera en la misma sufriera porque lo encontraran y lo apresaran, como una vía de escape. Tomé al topo que seguía con la mordaza puesta en la boca, atado de manos, y le hice un gesto para que guardara silencio tirando de él hasta llegar a la trampilla que había, un acceso pequeño y estrecho pero que nos serviría de escape así que tras amenazarlo con el cuchillo le hice que bajara para salir de allí, apenas un minuto antes de que se oyeran los disparos que parecían atravesar la madera de la cabaña, le insté a que continuara hasta llegar a la trampilla que abrí donde daba a una pequeña colina por encima de la cabaña, donde tenía un caballo atado esperando para continuar nuestro camino. Até al hombre para que no se escapara y me alejé poniéndome la pulsera que ocultaba mi presencia incluso hasta a los cambiantes con el olfato más desarrollado. Observé que había destrozado la madera de la cabaña y que habían disparado desde diferentes ángulos mientras yo, escondida en lo alto observaba la escena y sonreía de lado.



-Es usted demasiado predecible, señor Granchester –exclamé cuando cesaron los disparos- ¿se creía que era tan estúpida como para encerrarme ahí? –Sonreí sabiendo que esto, precisamente, lo cabrearía aún más y que por lo visto y por la forma en que había disparado que le daba igual incluso matar al topo- le dije que yo también quería al topo, pero usted no me hizo caso y solo supo más que amenazarme... debería de saber que estas no van demasiado conmigo –preparé la hoja atada a la flecha que tenía y disparé de forma que la flecha cayó al suelo cerca de donde él se encontraba- si quiere al topo, y a la información que le aseguro querrá oír de su boca, venga a la dirección que está escrita en la nota y reúnase conmigo... usted solo. ¿No cree mejor un mano a mano con el topo? Le aseguro que sabré si viene o no solo, y como no cumpla esa única condición, mataré al topo antes de que le diga lo que quizá está deseando oír –sí, yo también sabía cómo provocar que el hombre de alguna forma hiciera lo que quería- usted solo Loyd, si no lo hace pensaré que realmente me tiene miedo –y con las mismas sin dejar pasar más el tiempo deshice mis pasos, hice que el hombre subiera al caballo para después darle un golpe que lo dejara inconsciente para serme más fácil el camino y espoleé al equino para que se alejara del lugar con velocidad sabiendo que Loyd no dejaría pasar la oportunidad. ¿Se creía que lo enfrentaría con toda aquella gente apuntándome? No confiaba en ese hombre y en sus “trampas”, por lo que tendría que venir a mi terreno donde yo me sintiera más segura. El lugar acordado era una mansión algo abandonada en las afueras de la ciudad de París, había hecho que un hechicero me ayudara con aquello y tenía la orden de que en cuanto llegara pusiera una barrera que solamente pudiera abrir él y dejara pasar a quien yo quisiera para asegurarme de que Loyd cumplía con el trato acordado de que llegara solo. Dejé al caballo en las escaleras de la entrada y ayudada por el hechicero llevamos dentro al hombre donde lo sentamos en una silla y lo atamos- ¿lo tienes todo listo? –Este asintió con la cabeza y avanzando hacia la puerta murmuró unas palabras creando así la barrera tal y como le había pedido- bien, esperemos que venga solo como le he dicho.
-Si no lo hace lo sabré, la barrera no es más que el primer paso para intentar adentrarse en el lugar, si alguien más se adentra se llevará una sorpresa que tengo preparada –sonreí de lado- esta magia sabes que es cara Rash, si lo hago es porque te debo un favor –reí entre dientes divertida recorriendo la mejilla del hombre con mis dedos.
-Oh, por supuesto que lo sé Dareh, solo quiero que entre uno de ellos y ya te he enseñado cómo es –asintió con la cabeza- pero luego quiero que no te quedes por aquí y que te alejes... no confío en él ni en lo que tenga preparado.
-Descuida, en cuanto haya cumplido con mi parte me largaré de aquí porque no quiero saber en qué andas metida. He puesto varios hechizos por la casa de confusión, si alguien más intentara entrar después de que me haya ido no sabrá exactamente dónde estará y tendrás eso para jugar a tú favor. Afectará solo a los que entren por lo que a ti no te hará nada, así que hagas lo que hagas ten cuidado. Aunque con la barrera que he puesto a la entrada debe de ser más que suficiente –bien, eso me daría el tiempo necesario contra aquel hombre porque sí, yo también tenía mis trucos.
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Mensaje por Loyd Granchester Miér Jun 13, 2018 12:55 pm

La jugada está hecha, la apuesta en la mesa y falla de una forma monumental. Orson le hace ver su error señalando antes de que la mujer grite a sus espaldas. Menuda arpía está hecha. Si fuera un sobrenatural, estaría corriendo a toda velocidad hacia la cazadora. Más al ser un simple humano, se planta cruzándose de brazos al tiempo que sonríe de lado por la jugarreta. ¿Quién lo iba a decir? Le tenía tomada la medida al parecer. Y algo en su interior se remueve, algo oscuro y antiguo que le esboza una maldita y retorcida sonrisa. Se ríe, se ríe a carcajada limpia antes de echar la cabeza atrás dejando a los demás anonadados. Pasea su músculo bucal por los dientes de diestra a siniestra en tanto la observa con ojos entornados. De pie, al lado del gural, pocos podrían decir quién es el cambiante de los dos.

Así de amenazantes parecen, esa es la virtud o más bien, la desgracia de Loyd. Ser tan amedrentador, más no para esta mujer, eso lo está notando y, si es sincero, le está agradando ese desafío constante a su mente y a sus estrategias. Decide algo antes de siquiera meditar demasiado el hecho, la quiere a su lado. Una mente así es lo que le falta en su equipo, ninguno de los otros es capaz de hacer tales osadías, tales retos y salir airoso de esta manera. Punto a su favor. La observa tensar el arco y en lugar de hacerse a un lado como algunos, se mantiene plantado en su lugar cual árbol. El proyectil cae cerca de sus pies al tiempo que sigue manteniendo en su visión a la mujer. Atrevida, osada, irreverente. Es la primera vez que se topa con alguien que puede darle vuelta a la situación. Sí, la quiere con él.

Se ríe de nuevo antes de acariciarse la nuca con la manaza propia de quien está acostumbrado a hacer valer su palabra. ¿Miedo? ¿Le tiene miedo? Por supuesto que no. Y si quiere matar al topo, que lo haga. Se restriega el largo del índice contra el labio inferior al tiempo que medita todo ésto, mirando la nota que Orson se acerca a tomar para entregársela. La guarda en uno de los bolsillos antes de mirar atrás, donde la cabaña arde en llamas ahora. Se queda calculando el daño, más está tan bien ubicada, que seguro terminará de consumirse en fuego y apagarse por sí misma. Así que se despreocupa para ocuparse de lo que tiene ahora pendiente. Hacer que los grupos vuelvan y después de ello, se piensa en ir al sitio que ella quiere.

Es como si lo tuviera donde y como quiere, algo que al humano le desagrada. Miedo por supuesto que es la razón inequívoca por la que faltará a la cita y es por el hecho de que todo está orquestado para que tenga varias actividades el resto del día. Monta en el caballo llamando a su gente para irse de ahí ya que poco es lo que se puede hacer. Se dirige a la ciudad, en tanto va hablando con Orson para ver qué estrategia tomar. Si había decidido con antelación que el soplón era prescindible, ¿Qué le impide dejarlo a su suerte para que a esa mujer le sea negado su capricho? En cuanto la civilización está a la vista, detiene el caballo pensando una y otra vez. Tamborilea los dedos indeciso cuando alguien aparece en su rango de visión - ¿Mataste al topo? Hay quien dice que sabe los nuevos movimientos del licántropo que te atrapó, deberías presionarlo - susurra un pequeño cambiante haciendo que Loyd abra los ojos como platos.

Orson blasfema al escuchar antes de mirar atento al humano que gruñe mirando hacia el cielo - bastardo de mierda - blasfema en tanto se queda pensativo. Saca el papel para mirar la dirección, una mirada intercambiada con Orson y el caballo sale a toda velocidad hacia allá. Más opciones no tiene si quiere ganarle la partida al maldito licántropo. Avanza a todo galope hasta llegar al lugar, lo observa antes de desmontar dejando al corcel en un lugar seguro para entrar al sitio mirando a su alrededor con curiosidad. Sólo trae una escopeta al hombro como signo de que si algo se sale de madre, estará disparando a la primera. Está modificada y las balas están recubiertas de plata. Sea quien sea, tendrá un bellísimo agujero en las tripas - ¡AQUÍ ESTOY! - brama iracundo, vaya que todo se tergiversa cuando el dios de la iglesia trama cosas en su contra.
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Mensaje por Rashida Jue Jun 21, 2018 12:21 pm

Todo estaba preparado para la llegada de Loyd e incluso si se atrevía a llegar con la caballería tenía todo preparado contra todo pronóstico porque si algo sabía de ese hombre por lo que había visto de haberlo estudiado es que no dejaba cabo suelto cuando daba un golpe. Como con el topo ya que lo tenía todo previsto y calculado, todo excepto que yo le cambiara la partida y tomara un camino que él no se había esperado bajo ningún concepto, ¿se pensaba que yo no sabía lo que estaba haciendo? ¡Por Ra! Era una mercenaria preparada para dar quiebros en los juegos y aparecer de forma inesperada, como le había sucedido a él, cambiando las tornas de la jugada para que no supiera por dónde le iban a salir las cosas ni qué podría pasarle. No había estado todo aquel tiempo estudiando y planeando algo para aquel hombre, para hacerle ver que por mucho que me dijera y me amenazara con no tocar al topo no podía hacer nada por evitarlo, porque yo también podía jugar a sus mismos juegos y darle una de su propia medicina haciéndole saber quién era yo realmente y lo que podía jugar con aquel hombre. Porque si había una forma en la que él hablaba, sin duda alguna, era de esa forma. Lo había estudiado cuando él pensaba que no lo hacía y sabía cómo manejarlo, después de todo ahora sí sabía cómo llevarlo o conducirlo por los lugares y sitios que yo más quería hasta que cayera en mi “trampa”, en verdad no iba a ser tan retorcida como él sino que simplemente le había dado la lección de su vida cuando se pensaba que lo tenía todo bajo control, no podías prever que todo estuviera bajo control porque siempre había algo que no podías saber que pasaría y en su caso había sido ni más ni menos que yo. Todo estaba previsto para su llegada y esperaba que de verdad apareciera solo, por la forma en la que se había reído en el bosque cuando le hice aquella jugada maestra me dio la sensación de que se lo había tomado demasiado bien para lo que había esperado de ese hombre ya que se había reído cuando se dio cuenta de que simplemente había seguido las migas que yo le había dejado y que como un mero principiante había caído en la trampa que le había preparado. Un tanto a mí favor sin duda alguna, por lo que intuía que no dejaría pasar la oportunidad de interrogar al topo ya que querría información y de paso yo también la quería. Sin embargo el hecho de darle la dirección donde estaba no era, ni mucho menos, para batirnos en un “duelo” o en un mano a mano... tenía otros planes para aquel hombre y si sabía cómo jugar mis cartas hasta la jugada podía salirme tal y como la tenía planeada en mi mente. Para ello un hechicero me había ayudado con la seguridad de la mansión y a que solo pasara el hombre que yo quería, sabía que acudiría a la “cita” porque no dejaría pasar esa oportunidad y porque seguramente ahora me viera más a su “nivel”, algo que no había hecho cuando nos habíamos encontrado por primera vez cuando me tuvo que curar en su guarida secreta en el cementerio. No habíamos empezado ahí con buen pie y aunque no pretendía la paz entre ambos, por esa noche, sí quería una pequeña tregua en lo que interrogábamos al topo porque quizás, como mercenaria que era, también me vendría bien la información que él quisiera sacarle.

Tardó más de lo que había previsto pero por fin Dareh sintió que se acercaban y que había alguien al otro lado de la barrera que tenía, cuando me hizo una señal me puse a su lado viendo a lo lejos a través de la ventana una figura que se adentraba solitaria en el terreno de la mansión, miré de reojo al hechicero para que me confirmara que venía él solo y que no había nada más con él, porque ese hombre no iba nunca solo y no esperaba que cumpliera con esa pequeña petición, más bien esperaba al resto de su comitiva con él guardándole las espaldas. Cuando supe que no había nadie más le hice una seña al hechicero para que se fuera porque él nada tenía que ver con aquella situación, vi que llevaba un arma que colgaba de su hombro y que se acercaba hacia la entrada en lo que me quedé mirándolo durante unos segundos y no pude evitar sonreír, ahora jugábamos en mi terreno y ahora sabría de primera mano que no debía de amenazarme y mucho menos meterse conmigo, sabía cómo me las gastaba realmente y la pequeña jugada anterior seguro que le había quedado muy claro al hombre. La casa tenía varios hechizos por si algo ocurría pero, sobre todo, tenía un hechizo de ocultación sobre el topo que estaba amordazado y atado en una silla en uno de los salones del lugar, así que él no podría verlo a menos que yo rompiera el hechizo con la daga que tenía para que así pudiera interrogarlo. Todo estaba pensado pero no me fiaba de él ni de lo que pudiera hacer, así que andaría con pies de plomo en lo que a ese hombre se refería. Cuando gritó para hacerse notar en el lugar sonreí de lado y me dirigí hacia la puerta abriéndola apoyándome en el marco de la misma mientras nos observábamos, como si fuera un duelo, la intención de saber qué pretendía hacer la otra persona y qué intenciones tenía. Admitía que saber que había ganado la vez anterior contra ese hombre y haberle tumbado todo su plan me hacía sentirme poderosa, me gustaría incluso regodearme de mi pequeña victoria pero estábamos allí por un objetivo en común y si alguien sabía sobre la Inquisición ese era el hombre que se acercaba con su arma colgando del hombro en señal de advertencia, mientras que yo cruzada de brazos apoyada contra el marco, esperaba a que restara las distancias y quedara frente a mí sin dejar de sonreír por el tanto que me había marcado frente a él y que no se esperó para nada. Finalmente el hombre alcanzó la entrada de la mansión quedando a unos pasos de distancia conmigo, evaluándome mientras yo hacía lo mismo, no portaba armas a la vista haciéndole ver que mi intención no era atacarle porque de querer hacerlo lo habría hecho en lo que recorría el tramo hasta la puerta.


-Sinceramente no pensaba que aceptarías mi pequeña condición y vendrías tú solo, esperaba que te acompañara esa comitiva que te sigue a todos lados... al final resultará que es usted toda una caja de sorpresas, señor Granchester –sonreí poniéndome erguida en lo que él me sacaba una cabeza de lo alto que era, y su constitución mucho más amplia y gruesa que la mía- sígame –pedí adentrándome en el interior en lo que quizás él se sentía descolocado por lo que estaba pasando sin saber lo que le tenía preparada, quizás mi actitud tranquila le hacía ver que no iba a atacarlo salvo que él me hiciera algo en cuyo caso no me quedaría de brazos cruzados. Lo llevé pasando por las puertas hasta llegar a un enorme salón donde la lumbre ya estaba encendida e iluminaba toda la estancia, una mesa ovalada a un lado elegante con unas sillas a juego, una librería repleta de libros y de tomos antiguos y lado de esta un pequeño mueble donde sobre la mesa habían copas de vidrio llenas de alcohol- ¿una copa? –Pregunté dirigiéndome hacia allí llenando sendas copas para entregarle una- oh, le prometo que no está envenenada –sonreí de lado mientras daba un sorbo de la copa que tenía y me sentaba en el sillón que había cerca de la lumbre, frente a este una pequeña mesa y al otro lado otro sillón donde le hice una seña para que se sentara- seguramente te estrás preguntando para qué te he hecho venir aparte de para tomar una copa, ¿no es así? –Pregunté dejando el vaso de cristal sobre la mesa observándolo de manera fija, clavando mis orbes azules en sus castaños- no creo que vayas a necesitar esa escopeta que llevas al hombro ya que mi intención no es atacarte, de querer hacerlo lo habría hecho mientras te acercabas a la puerta y no ha sido así. Tampoco voy a ser una tramposa y he distribuido hombres por las cercanías para acribillarte a balazos y provocar tú muerte, tengo mejores modales que esos –le devolví lo que había hecho en la cabaña que, de no haber tenido una salida, habría muerto sin lugar a dudas- me gusta más el mano a mano y de querer matarte hacerlo por mis propios medios y yo solita, me gusta atribuirme una limpia victoria. Ahora, dejando eso a un lado me gustaría hablar sobre el topo –crucé una pierna sobre la otra- ¿recuerdas lo que te dije en tu pequeña guarida? ¿Creías de verdad que te dejaría salirte con la tuya, o que no iría en busca del mismo? Me subestimas, aunque creo que ha quedado claro la forma en la que trabajo y cómo me las gasto, ¿te ha gustado mi intervención, Loyd? –Pregunté con una sonrisa hasta finalmente volver a dar otro trago al vaso casi vaciándolo- supongo que querrás ir al grano; la verdad es que mi intención de traerte aquí dista mucho de una pelea... más bien me gustaría algo diferente de hacer contigo –me levanté para acercarme a coger otra botella dejándola sobre la mesa frente al sillón- por si no lo habías notado tenemos intereses en común como es el topo, y para ser sincera, siendo la mercenaria que soy no dejo pasar cualquier ocasión en el que pueda sacar información –dije subiendo una pierna sobre la mesa y poniendo la otra encima en una actitud relajada, en una situación que controlaba- me interesa saber qué información quieres del topo y a cambio de ello dejaré que lo interrogues, así como yo también interrogarle por haberme metido en la boca del lobo aun cuando no lo he pedido y no iba conmigo la cosa. El punto aquí y el motivo real es, no otro que hacer una interrogación conjunta –di de nuevo un trago al vaso- ¿sorprendido? Imagino que sí después de todo lo que ha pasado entre ambos, y no veo por qué no podemos interrogarlo juntos y obtener ambos lo que queremos de ese desgraciado. Evidentemente ambos estaremos delante en cada interrogatorio, lo que hagas con él una vez sepamos lo que queramos me es indiferente... aunque me gustaría torturarlo hasta la muerte –mis ojos se entrecerraron por eso y bajé mis piernas para inclinarme hacia delante- ¿tenemos un trato, Loyd? También te avanzo que el lugar donde se encuentra el topo está bajo un hechizo y que podrás pasar cientos de veces frente a él que no serás capaz de ver nada, solo yo puedo romper dicho hechizo –tampoco le iba a decir cómo- y por si lo estás pensando no, no es el único que hay en todo el lugar –sonreí ladina mientras extendía mi mano en su dirección- ¿tenemos un trato entonces?
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Mensaje por Loyd Granchester Dom Jun 24, 2018 9:43 am

Debería dar media vuelta para dejarla con un palmo de narices, suficiente tiene con que se crea tan importante por haberle quitado al topo cuando sólo fue cuestión de suerte. Estaba dispuesto a dejarla plantada si no fuera por lo que le indicaron. Que el maldito sabe lo que va a hacer el licántropo, ese condenado que aún invade algunos de sus sueños. De sus peores pesadillas. Se pasa la mano por el tórax recorriendo en descenso la herida infringida hace unos meses y que todavía le falta tiempo para terminar de sanar. En cuanto pone un pie en el sitio, observa a su alrededor. Desconoce demasiado la magia si no es para curaciones o bien, para algunos efectos básicos en sus armas por lo que atraviesa el umbral sin problemas, con su escopeta al hombro por si alguien más aparece.

A últimas fechas está demasiado metido en problemas. Hasta el cuello en ocasiones. Le abren la puerta tras el grito, la fémina tiene una cara de soberbia que le incordia. ¿A esto vino? ¿A darle el triunfo? ¿A hacerla sentir la puta más puta de todas porque le quitó al topo y de paso, escapó de la lluvia de balas y el incendio de la cabaña? Se calma pensando en Septimus. Frunce los labios mirándola con paciencia, poca es la que tiene, por supuesto. Más sabe bien cómo alargarla hasta el punto de quiebre. - Cumplo con lo que se solicita - es su respuesta en tanto juguetea con el culo de la escopeta aún echada al hombro. Le sigue cuando se lo pide, ni siquiera observa a su alrededor, de quererle muerto, ya habrían disparado en cuanto bajó del caballo.

Entra a la siguiente habitación mirando la biblioteca con interés, cada tomo es lo que capta su atención, se acerca para tomar uno de éstos leyendo la portada dejándolo de nuevo con los ojos vagando por los lomos. Ninguno le interesa, no a estas alturas donde ha leído eso y más. - No, gracias - contesta en automático. Rueda los ojos cuando le hace la aclaración - quizá a usted le sobre el tiempo, el mío es limitado. No estoy para hacer una visita social, creí que íbamos a negociar - le restriega en la cara con molestia, su dedo índice golpetea otro libro que le llama la curiosidad, lo jala un poco para verlo después en tanto sigue su inspección que es más interesante que escuchar todo lo que tiene por decir. ¡Cómo le gusta hablar y ser redundante! Un nuevo libro es movido un centímetro de su lugar. Ella insiste en que deje su escopeta, - ¿He venido a hablar y hablar? Ya le dije que mi tiempo es limitado - sin embargo, baja el arma dejándola sobre el borde que sobresale de la línea recta que es el librero cual apoyador, para tomar el último tomo, abriéndolo, leyendo la prosa por unos instantes antes de cambiar la página.

Se anota el título y el autor en la cabeza para buscarlo después. - Sí, tienes los estúpidos modales de correr para arrebatar lo que había conseguido con mi esfuerzo, como si fueras una traicionera serpiente y como tal, a esas se les corta la cabeza para que no muerdan - su voz resuena fría, sin sentimientos. Es como si leyera en voz alta la escritura que analiza durante unos instantes antes de devolver el libro tomando el segundo que seleccionara. - Más como tienes la costumbre de echar en cara lo buena que eres, lo magnífica que eres, me parece que estás compensando algo ¿Qué es? ¿Papi o mami no te quiere? Podrás ser lo mejor que quieras, mucho mejor que yo, que cualquiera de mis chicos, la diferencia radica, mujer, en que ni siquiera sabes para qué trabajas. Para quién, sólo eres una matona vulgar y cualquiera. Sí, la mejor podrás decir, pero ¿Tienes ideales? ¿Peleas hombro con hombro con alguien que comparte tu lucha en pos de algo mayor? No, sólo lo haces por dinero - escupe con asco dejando el libro de nuevo.

- Me importa una mierda que te sientas con los ovarios para matarme, que creas que eres mejor, que te sientas mejor. Sí, lo eres. ¿Y? ¿Eso quieres? ¿El reconocimiento? Te lo doy, eres mejor. Sería el colmo si no lo fueras, seguro que has entrenado toda tu vida mientras que nosotros llevamos apenas años en ésto. ¿Que eres mejor con las estrategias? Por supuesto. ¿Que eres mejor en un mano a mano? ¿Que puedes matarme solita y yo no? ¡Claro! Soy médico, soy un tecnólogo, no un guerrero - se pasa la mano por la nuca ¿Para qué explicarle? ¿Para qué hacer comprender a tan soberbia fémina? Mira a un lado su arma, la acaricia pensativo devolviendo el libro a su lugar. - No, no me ha gustado tu intervención. Me has quitado el tiempo, has provocado que todo lo que teníamos planeado, en nuestra ¿Cómo decirlo para que sigas así de arrogante y prepotente y altiva creyéndote una diosa y que nadie merece besar el suelo que pisas? ¡Ah claro! En nuestra mediocre forma de hacer planes, nos has quitado tiempo precioso que puede significar para nosotros, vidas preciadas. Necesarias, importantes. De amigos, de familia, de personas que nos importan. ¿A tí te importa alguien? - sacude la cabeza con asco.

Se ríe a carcajadas, con ironía, con sarcasmo, con cinismo - ¡NI SIQUIERA SABES POR QUÉ PELEAMOS! ¿Cómo puedes decir que tenemos intereses en común? Si los tuviéramos, jamás te habrías entrometido. Me habrías solicitado hacerlo juntos. Te dije que era mi gente y lo arreglaba solo porque de verdad, así era. Y para que te sientas mucho mejor, confesaré que sí, tu estrategia sacando al topo de la cabaña fue estupenda, te felicito. Eres la verga hecha mujer - su voz suena realmente convencida de ello - si no fuera porque me dijeron que el topo sabe algo que necesito, estarías aquí esperando a que apareciera horas y horas. ¿Acaso no te quedó claro que prescindía del topo cuando ordené destrozar la cabaña? - sacude la cabeza tomando la escopeta revisando con movimientos mecánicos las piezas como si necesitara algo por hacer.

- Ni un ápice estoy sorprendido. Haces las cosas con frivolidad, con tu pensamiento de que eres una fantástica mercenaria, que nadie se entromete en tu camino y logras todo lo que quieres sin darte cuenta de los daños colaterales. No necesito una interrogación conjunta, lo necesito un par de horas, después puedes hacerle lo que quieras. No confío en ti, eso fue lo que te ganaste. Te ayudé no dejándote tirada cuando te desmayaste porque reconocí que no tenías la culpa de estar ahí, te curé ¿Y qué recibí de ti? Ni las gracias. La arrogancia de que todos tenemos que besarte los pies. ¿Es lo que quieres? - se acerca a ella con paso rápido, vibrante, a grandes zancadas para hincarse y besarle justo un pie y luego el otro - Ya está ¿Satisfecho tu ego? Ahora necesito a ese hombre dos horas, sin ti. No me fío de ti y dime qué es lo que quieres, oh diosa de los mercenarios, para que por una puta vez en tu vida hagas lo que te pido porque ya dijiste que sólo tú sabes dónde está, que está recubierto de hechizos y no sé qué pendejadas más. De verdad, si no fuera tan importante para mí, dejaría que te lo metieras completito por el culo - se levanta con fastidio caminando hacia donde estaba.

Se restriega la nuca con la mano pensado que está bien agarrado de los huevos - puta madre el día que le confié a George, ¡Maldito sea! - golpea la pared con la violencia que ya no puede controlar. - ¡Pide qué quieres y te lo daré! Así tenga que matar a quien sea, te lo daré. Sólo ya déjame ver a ese imbécil, mi gente se puede morir y tú tan contenta bebiendo vino y sintiéndote reina ¿O acaso quieres que ahora te lamas las botas? Porque lo hago, no tengas dudas. A diferencia de tu ego, yo sí tengo un por qué pelear, por quién morir, por quién humillarme con tal de que ellos estén bien - aprieta los puños con la expresión tosca y tensa. Las mandíbulas están tan duras que podrían desencajarse.
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Mensaje por Rashida Dom Jul 22, 2018 11:35 am

Mentiría si no dijera que estaba sorprendida porque hubiera aparecido en la cita tal y como lo había indicado en aquel papel, él solo sin nadie más que lo acompañara y sin nadie por los alrededores que se colara con la firme intención de protegerlo por si algo le pasara, porque me había quedado más que claro que aquel hombre no se pillaba los dedos con lo que hacía y no daba pasos en falso, siempre intentaba estar con su gente como si así fuera todo más fácil y quizás lo fuera, tener un apoyo extra así hacía que las cosas fueran mucho más sencillas de lo que realmente sería. Pero yo quería una conversación con él a solas y quería entablar o, al menos intentarlo, un posible pacto entre los dos que pudiera beneficiarnos ya que ambos teníamos intereses en común aunque él no lo pensara o viera de esa forma, pero así era. El día que me curó de aquella herida en mi hombro me dejó bien claro que no me entrometiera y de alguna forma me “vetó” el que fuera a por el topo para sacar información... pero yo no dejaba pasar esas cosas de largo y quería justicia por haberme metido en algo que a mí no me importaba y de la cual nada tenía que ver... pero me había visto involucrada y no pensaba dejarlo pasar así como así por mucho que él me amenazar con que no podía entrometerme, y por el hecho de lo que había visto con sus hombres me quedaba más claro que no le había gustado para nada que interviniera esa noche de esa forma llevándome al topo conmigo, no podía ser tan ingenuo de saber que tras mis palabras iba a dejarlo pasar ya que le había dejado más que claro que lo encontraría y le haría pagar lo que había hecho involucrándome de esa forma, no podía ser tan imbécil como para pensar que sus palabras iban a tener efecto alguno en mí y que ya por eso desistiría de la búsqueda... porque no iba a ser así. También me había quedado claro que no le importaba matarme de ser necesario así como que no le importaba matar al topo si con ello acababa también con mi vida, sin embargo contra todos mis pronósticos lo tenía allí él solo aunque armado con esa escopeta no había aparecido con alguien más como acostumbraba a hacer y eso sin duda alguna me lo atribuí como una pequeña victoria a mi favor. Lo tenía justo donde quería, a él solo, casi desarmado en un entorno que no se conocía sin saber si podía haber alguien más en la mansión que pudiera atacarle con tan solo unas palabras de mis labios. Pero no, yo no era tan retorcida en ese sentido como él ya que iba de frente y sola ante lo que pudiera pasar, me había sentado demasiado mal que me dijera, más bien, me ordenara como si yo fuera uno de sus lacayos que no fuera a por el topo y no podía ser tan imbécil si pensaba que no iba a intentar ir a por este, ¿acaso se pensaba que mis palabras fueron amenazas en vano? Ahora se habría dado cuenta de que no, de que solamente estando yo sola era capaz de poner en jaque uno de sus planes y tornarlo a mi favor por completo, derrocando así lo que le había costado llegar hasta el topo y todo el operativo montado para atraparlo. Buscaba darle una lección y esperaba que hubiera entendido que aunque yo estuviera sola era perfectamente capaz de conseguir todo aquello que me proponía y si lo había citado era precisamente para poder interrogarlo de manera conjunta, poder hacer quizás una pequeña tregua entre ambos porque yo nada tenía en su contra ya que no me había hecho nada, pero no podía negarme una venganza que también me pertenecía.

Lo veía pasearse por la habitación observándolo todo, no me importaba que echara un vistazo porque esa mansión no era la actual donde yo residía, no iba a ser tan estúpida como para eso sino que más bien era un lugar que utilizaba cuando quería sonsacar información, en mitad del bosque, sin que nadie pudiera encontrarla ya que no solían pasear por el bosque muy a menudo. Se paró en la librería que tenía y lo vi observando algunos libros que había en esta viendo que la paciencia tampoco era uno de sus fuertes ni una de sus virtudes, ya que me pedía que empezáramos y fuera al grano porque según él lo había citado para negociar, y no se equivocaba en absoluto. Pese a todo me di el lujo, porque no podía decirlo de otra forma, de hacerle ver lo que había pasado esa noche echándoselo en cara, ¿por qué? Pues porque yo era así, porque podía, y para que viera que pese a ser solo una mujer que trabajaba en solitario era igual o más eficiente que todos los que trabajaban para él... y que hizo mal en tratarme como lo hizo en aquella guarida que él tenía. Mis ojos observaron su cuerpo en lo que él seguía frente a la librería con un tomo entre sus manos, sonreí de lado cuando intentó ser incisivo en un intento más que fallido de saber qué era lo que compensaba... pero se equivocaba por completo. En su momento me dijo que no era una persona habladora pero ahora, en esos momentos, estaba viendo que parecía no haber dicho la verdad del todo porque no hacía más que hablar y hablar echándome en cara, recriminándome algo por lo que él me había empujado a hacer, porque si me hubiera dejado actuar desde un principio no le hubiera jodido ningún plan. Lo escuché hablar mientras veía sus facciones, lo que decía con ellas, la rabia impregnada en su voz, el veneno que destilaba con sus palabras mientras yo callada lo escuchaba y lo observaba extrañándome que fuera tan hablador en esos momentos aunque fuera para recriminarme cosas, e intentar buscar hacer un daño que no estaba consiguiendo. Reconoció que era mejor sin que yo le dijera que lo hiciera, que era una buena estrategia en lo que diferenciaba lo que éramos; yo una mercenaria, él un médico tecnólogo. Me tachaba como una “reina” por mis palabras, por haberle restregado lo que hice para que supiera que era más de lo que aparentaba y que conmigo era imposible imponerse porque no me regía por los mismos órdenes. Su voz y sus gestos eran claros signos de cómo se encontraba, fruncí ligeramente el ceño cuando lo vi acercarse hasta quedar acuclillado frente a mí y dejar un beso en cada uno de mis pies otorgándome y concediéndome algo que no le había pedido, pero sí me molestaron un poco las palabras que dijo momentos antes en los que él había esperado un “gracias” de mi parte cuando me curó la herida, un “gracias” que no dije porque yo no era dada a ese tipo de cosas. Que no confiaba en mí y que debí de mantenerme al margen cuando él me lo dijo, o más bien a mi parecer me lo ordenó, porque él dijo que se encargaba y así es como iba a ser... pero él no me conocía y le advertí de que no me quedaría de brazos cruzados porque no estaba en mí. Me echó en cara que yo no luchaba por nada ni por nadie, que no lo hacía por proteger a la gente y que no tenía unos ideales, que no tenía nada por lo que luchar.... pero sin embargo se equivocaba, igualmente no dije nada al respecto porque eso no era algo que le concerniera y no tenía por qué saberlo, así que no tenía sentido decírselo y dijera lo que le dijera pensaría que se lo decía para que sus palabras no fueran ciertas. Volvió otra vez a su sitio y habló sobre el topo y el momento en que decidió confiar en él, algo que no debió hacer nunca, viendo que daba un puñetazo a la pared para luego girarse a mirarme y pedirme que le dijera lo que quería para dejarle a solas con él porque no confiaba en mí y lo interrogaría él solo. Que haría cualquier cosa para que le dejara hablar con ese desgraciado y que el tiempo para él era oro porque había gente que podía morir; su gente. Era el típico líder que se preocupaba por todos pese a su apariencia ruda y su porte imponente, uno que daría la vida por aquellos a los que cuidaba. Di otro trago a la copa acabando el contenido de ella y me levanté sin dejar de mirarlo acortando las distancias, su cuerpo entero tensado como las cuerdas de un arpa, su mandíbula apretada por la situación mientras lo contemplaba siendo más alto que yo teniendo que elevar mi rostro, hasta quedar a unos pasos frente a él.



-¿Te has quedado más a gusto soltando todo lo que tenías guardado sobre mí? –Pregunté porque parecía que había necesitado soltar todo eso aun cuando me dijo que él no era tan hablador en nuestro primer encuentro, y ahora no había parado de hacerlo desde que llegó a la mansión- no deberías de estar tan tenso y apretar así la mandíbula, como médico sabrás que no es algo bueno –elevé mi mano para llegar hasta su mentón y tirarlo hacia abajo para que agachara la cabeza un poco por la diferencia de altura entre uno y otro- no me apetece demasiado que me lamas las botas, tampoco es algo que te pediría en ningún momento –aclaré porque él pensaba que mis portes y mis aires eran como de una “reina”, y estaba totalmente equivocado- todo esto lo provocaste tú Loyd, desde el primer momento en que me confundiste con el enemigo no ha sido más que culpa tuya. Cierto que tú no me tendiste esa trampa pero sí fue tú culpa cuando tras despertarme de ayudaros a escapar, porque eso fue lo que hice cuando pudimos salir de tu tienda clandestina de armas, me dijiste que no me entrometiera en tus asuntos y que el topo era cosa tuya, ¿de verdad eras tan necio que pensabas que iba a dejar pasar un ultraje así y que dejaría que tú le dieras su merecido? Te lo advertí, te dije que yo también iría a por el topo, ¿no sospechaste en ningún momento que podría aparecer? Entonces si te pillé por sorpresa fue culpa tuya por no creerme capaz de cumplir con mi palabra –atajé soltando su mentón pero sin restar las distancias, podría ser un hombre corpulento, alto, fibroso con más musculatura que yo... pero estaba acostumbrada a rodearme de hombres así a lo largo de toda mi vida- dices que no puedes confiar en mí, ¿acaso yo puedo fiarme de tú palabra? Te recuerdo que has sido tú quien ha intentado matarme disparando todas esas balas a la cabaña sabiendo que no sobreviviríamos, sabiendo que nos matarías y con ello al topo para darte la información que tanto ansías en estos momentos. Dime, tú que tan justo eres, ¿cómo puedo confiar en ti sabiendo que te ha importado una mierda el matarme sin apenas hacerte nada? ¿Por un “robo” cuando ya estabas avisado y al tanto de que lo que pretendía hacer? No veo tú justica por ningún lado, ni las leyes y normas de las que tanto hablas y por las que te riges con rectitud en un grupo en el que lo das todo por los demás para salvarlos. Yo al menos no he intentado matarme de una forma vil y rastrera, y si tengo que hacerlo, será de frente para que veas el rostro de la persona que piensa arrebatarte la vida... cada cual mira por sus intereses, así que no me digas que no confías en mí y que me gané tú desconfianza cuando yo no he intentado matarte en ningún momento –di un paso hacia él clavando mis azules en sus orbes castaños de manera fija- no debiste prohibirme ir a por el topo, no debiste negarme una venganza que yo también me merecía por haberme hecho ser el cebo aun cuando no tengo nada que ver con toda esta mierda. Podría haberte matado antes de que llegaras aquí y no lo he hecho porque, básicamente, no es mi intención y aunque no me gusta que nadie me ordene ni me diga lo que tengo que hacer no tengo interés en matarte. Y dado que yo tampoco confío en ti porque de no ser porque lo tenía todo estudiado habría muerto en esa cabaña, aun cuando yo no he matado a ninguno de los tuyos, no voy a dejar que estés a solas con ese hombre porque ya sabes lo que quiero; información –hice una pausa, ladeé ligeramente mi cabeza hacia un lado, y después sonreí un poco sin dejar de mirarlo de manera fija haciéndole saber que no le tenía miedo, que no lo temía- ¿sabes Loyd la cantidad de información que se puede obtener sobre ti si sabes dónde buscar? –Pregunté consciente de que eso le haría saber que había investigado sobre él, porque una buena mercenaria es lo que hacía- sé cuáles son tus objetivos, sé cuál es tú meta y a lo que aspiras... o más bien; lo que andas buscando. Sé que tu interés en ese topo es mayor de la que dirías a nadie por lo valioso que es no como persona, como valor útil para tu empresa, o misión, tú cometido –elevé mi mano dejándola sobre su pecho- ¿qué pasaría si yo te dijera que tengo contactos que pueden serte útiles para lo que pretendes hacer? Contactos dentro de la misma Inquisición que te podrían decir más de lo que ese topo rastrero te diría jamás en toda su vida. Ah, pero claro, no confías en mí y tampoco en mis métodos –quité mi mano de su pecho y di un paso atrás para dar más énfasis a lo que estaba diciendo- ve e interroga a ese hombre, sácale la información que quieras y que tanto ansías... y cuando luego veas que no es tan satisfactorio como hubieras pensado e imaginado y recuerdes que podrías haber tenido una fuente más directa... no vengas a buscarme, el tren ya pasó –di otro paso más- mi intención era hacer una tregua entre ambos, hay cosas que son interesantes para mí y que necesito...y el único con el que podría conseguirlas eres tú, pero ya has dejado claro que no confías en mí y tampoco te gustan mis métodos así que –me encogí de hombros y me giré para volver a coger de nuevo la copa- está en la segunda sala, y te lo advierto Loyd, si sales por esa puerta y más tarde me buscaras pidiéndome ayuda; no te la concederé.
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Sins Of The Night ~ Privado Empty Re: Sins Of The Night ~ Privado

Mensaje por Loyd Granchester Miér Jul 25, 2018 2:40 pm

Por supuesto que el dedo acusatorio se le devuelve porque entre ellos hay algo que los separa llamado orgullo. Ninguno va a ceder en las ideas que tiene y que para su propia mente, son irrefutables. Su disputa podría terminar muy mal, haciéndose a un lado del camino del otro para no volver a reunirse en la vida y de hacerlo, desviar de nuevo los pasos. En alguno debería primar la coherencia. ¿Sucederá? Ambos podrían tener un buen futuro estando reunidos en cualquier batalla que se presente. En tanto la mente de la cazadora se dan las estrategias y la parte bruta, está el apoyo médico y logístico del hombre. Y volvemos a lo mismo: si hicieran a un lado ese orgullo tan grande que tienen como el océano, podrían entenderse. Las acusaciones van y vienen, se restriegan lo que para el de la voz, es la falla del otro. Justo cuando todo va a irse por el precipicio, cuando ella sentencia y amenaza, Loyd da media vuelta para alejarse sin mirar atrás.

Continúa caminando sin duda en su paso, sin un solo movimiento que pueda denotar su arrepentimiento. Y como si se tratase de un ángel guardián, alguien se entromete en este muladar para dar una cubetada de agua fría al grandulón "Creí que te importaba nuestra empresa, sin embargo te veo ahora en una actitud infantil cuando espero más de tu persona como líder" esa voz en la mente del humano le obliga a detenerse justo a tres pasos antes de atravesar el umbral de la mansión. "¿Y qué si desconfías de ella? Todos lo hacemos de alguna manera de los que nos rodean. Sin embargo, escucha lo que te dice, atiende a sus palabras. ¿No dices que eres un hombre inteligente? Demuéstralo. Veo en ti a un guerrero que tiene dos dedos de frente. Si en ésto no puedes seguir, si tienes que ser un soldado más que recibe órdenes, de acuerdo. Te las daré yo. Ve, discúlpate y escucha lo que tiene qué decir. Necesitamos de su apoyo. Si tú no, yo sí. Y con mi voz vienen muchas más que no pueden estar en el día. Basta, Loyd. Basta. Haz lo que todo líder tiene qué hacer" la voz resuena en su mente con ese tono dulce que exige una respuesta.

El grandulón se pasa la manaza por el rostro restregando su piel con fuerza desdibujando sus rasgos antes de resoplar - tú ganas, Aglaia - porque reconoce esa voz en su mente. Aquella vampiresa que no en una, en dos ocasiones le salvara el pellejo ahora exige sus respuestas que tienen que ser inmediatas. Regresa sobres sus pasos esperando que la fémina no se tome a mal que haya vuelto. Tendrá que bajar cabeza y sólo por eso, ya está rumiando. Al atravesar la puerta de la habitación donde está ella, se busca entre los bolsillos hasta encontrar un viejo habano a medio fumar que enciende con una cerilla antes de voltear hacia la cazadora - me disculpo por mis formas y conductas. Me disculpo por mis palabras y por mis sentencias. De acuerdo, hagamos una tregua y formemos equipo - da otra calada al habano acercándose a la mujer o eso parece, porque termina junto al vaso y al licor sirviéndose un poco para beber medio contenido de un trago como si realmente necesitara ésto. Algo de alcohol en las venas para llevar a cabo su cometido. La orden que la vampiresa diera en su mente es suficiente para él. Si no puede hacerlo por su orgullo, se lo comerá porque Aglaia se lo pide. Le debe la vida, cumplirá la orden.

Se sienta -más bien, se deja caer en el sillón- con visibles signos de agotamiento mental y físico. Observa el habano consumiéndose cuando obliga a la memoria a recordar todo lo que ella dijo antes, algo muy difícil puesto que su mal carácter dejó fuera muchas de las palabras con tal de alejarse lo más rápido posible. - ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué quieres que le torturemos por información? ¿Qué es lo que esperas escuchar? Hace tiempo un inquisidor licántropo me atrapó en unión de una cambiante. Me estuvo torturando durante horas y justo cuando pensé que no la libraría, me rescataron mis camaradas. Ahora, cuando llegué a nuestra base, uno de mis allegados dijo que el topo sabe de los movimientos del inquisidor. ¿El qué? Quizá sea cuándo va a ir a cagar, sólo que debo asegurarme antes de que muera - da otra calada dejando el humo dentro de su cuerpo para tranquilizar un poco los ánimos. Está concediendo más de lo que debería. Sabe que Aglaia no exigiría ésto sin tener una buena razón.

Se acaricia la siniestra sien con los dedos procurando disminuir el dolor de cabeza que amenaza con comerlo vivo. ¿Cuántas horas durmió en la última semana? Si son diez, son demasiadas. En parte es su cansancio lo que le impulsa a ser cabezota, lo demás es la propia personalidad del grandulón. No oculta el enorme bostezo que corrobora la idea de que debería estar durmiendo ahora en lugar de prepararse para una sesión de tortura. De sólo pensar en ello, se agota más. Cierra los ojos esperando la respuesta de la mujer que seguro estará sorprendida por su repentino cambio de parecer. Cuando se trabaja hombro a hombro con compañeros, se entiende que no por uno, los demás tienen que padecer. - Si me puse tan especial con el topo era para que el inquisidor no persiguiera tus pasos. Suficiente tengo con las muertes que se han dado al paso del mes como para echar otro cuerpo a la balanza - por fin da luz a sus razones del por qué es tan estúpido para querer resolver sus asuntos por su propia mano. Teme más muertos y que al final, ni siquiera tenga la oportunidad de ver el rostro de su esposa siquiera una vez más.


Última edición por Loyd Granchester el Sáb Sep 22, 2018 11:31 am, editado 1 vez
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Mensaje por Rashida Sáb Sep 22, 2018 10:44 am

Ya había puesto las cartas sobre la mesa y le había dejado las cosas muy claras a Loyd, le había dicho lo que pretendía y lo que quería de estar presente en ese interrogatorio. Estaba más que claro que no me fiaba de él y que quería estar presente en el interrogatorio porque todo lo que tuviera para decirle a él me interesaba, podría obtener más información como le había dicho a él pero quería saber por qué era tan importante y lo que tuviera que decirle. Eso sí, también le había dejado claro que como saliera por aquella puerta y luego más tarde volviera a buscarme no dejaría que lo hiciera ni le ayudaría, porque las oportunidades pasaban solo una vez y después del intento de matarme que había tenido conmigo lo último que quería era ayudarlo si se iba y luego volvía. Se daría cuenta que necesitaba a alguien como yo en su “equipo”, en lo que tuviera que hacer porque le había dejado más que claro que como yo no había nadie a su lado y que podía serle de ayuda... pero todo si aceptaba un par de condiciones que le había impuesto aunque algo me decía que no lo haría, que se largaría del lugar porque no lo veía dispuesto a formar equipo conmigo, hacer una tregua entre ambos. No habíamos empezado bien y desde luego que no continuábamos de la misma manera, chocábamos demasiado y eso hacía que estuviéramos enfrentados como estábamos, pero si dejábamos las cosas claras e intentábamos mirar quizás nos diéramos cuenta de que podíamos obtener lo que queríamos juntos sin estorbarnos el uno al otro. Entendía que su “misión” o cometido era más importante que el mío, no lo discutía aunque yo también necesitaba cierta información y tenía un objetivo que distaba mucho de la Orden a la que pertenecía, algo más personal y privado que no sabía nadie y que guardaba con recelo porque no quería que supieran lo que llevaba en mente, la importancia de dicho objeto para mí y lo que pensaba hacer con él. Mayormente comerciaba con objetos importantes y peligrosos, la Orden se encargaba de guardarlos o venderlos al mejor postor y a mí no me importaba en absoluto, sin embargo había un objeto en concreto que quería para algo que llevaba muchísimo tiempo pensando y que nadie sabía, ni sabría jamás, porque era algo que guardaba con recelo y nadie debía de descubrir. No tenía por qué decirle a Loyd lo que yo andaba haciendo en secreto incluso de la misma Orden, era evidente que no me fiaba de él y tras mis palabras esperaba su acción para ver qué era lo que había decidido y qué camino tomaría, esperaba que dijera algo y sin embargo con lo que me encontré fue que sin decir nada dio media vuelta alejándose, hasta que mi vista lo perdió cuando salió del lugar y dejó la mansión medio en ruinas donde lo había citado.

¿Acaso había esperado otra cosa? Después de todo lo que le había dicho, al menos, esperaba otra cosa distinta a lo que había hecho y no pude evitar enarcar una ceja por ello aun cuando ya se había ido del lugar. Había tomado ese camino pues, si después en algún momento nos volvíamos a encontrar y me pedía ayuda ya sabía que no iba a dársela. Lancé un bufido por ver que se había largado, así sin más, y que me había dejado allí. Mi cabeza fue hacia el lugar por donde estaba el topo encadenado y pensé que si él no lo interrogaba lo haría yo y le sacaría toda la información que quería además de la que pudiera decirme sobre aquel hombre. Había acabado ya la copa que me había servido cuando, de la nada y sin esperarlo, la presencia del hombre volvió de nuevo y su figura se dibujó en la habitación creando sombras por la luz de la chimenea en lo que mis ojos lo recorrieron cuán grande era. Alcé una ceja por ello en lo que escuchaba que se disculpa sin esperarme que dijera eso viniendo de él después del intercambio que habíamos tenido mientras lo veía encenderse un habano del cual comenzó a fumar. Se acercó hasta donde yo me encontraba para llenarse el vaso que antes le había ofrecido y que había rechazado sin decir nada esperando que dijera él algo. Dijo que quería formar equipo y algo me hizo querer decirle que se olvidara de ello, ya que le había dejado claro que si se largaba no lo haría pero sin embargo me vi mordiéndome el labio con fuerza, queriendo decirlo pero sin terminar de hacerlo del todo. Lo seguí hasta que se dejó caer sobre el sofá, se le veía realmente cansado y agotado y no dije nada esperando a que fuera él quien hablara ya que antes se había ido sin decir nada. Mis ojos lo contemplaron cuando lanzó aquellas preguntas sobre por qué quería yo la información, ¿Qué por qué la quería? Eso era más que obvio; porque quería saber en qué me había metido, quién quería matarlo y por qué usarme a mí de cebo. La información en el mundo en el que me movía era poder, y seguramente pudiera sacar algo de ese maldito topo que me fuera útil más adelante. Sabía las intenciones y lo que Loyd quería hacer, los que lo conocían lo sabían de sobra y no era un secreto que él pareciera ocultar, yo podría serle útil pero necesitaba saber más sobre todo. Al parecer él quería información sobre un Inquisidor que lo atrapó y lo torturó por horas, que precisamente este topo sabía información sobre el mismo y él la quería. Lo entendía, yo de estar en su situación también querría exactamente lo mismo y por ello no dije anda al respecto.



-Mis intereses son personales, no solamente porque me enviaron como cebo para matarme en una lucha en la que nada tenía que ver, por lo que ahora quiero saber quién lanzó la orden y por qué pedir algo así a una organización que bien podría mandar asesinos para matarlos por lo que han hecho. Sin embargo como ya te he dicho en el mundo en el que me muevo la información es poder Loyd, yo me muevo a base de ella y es gracias a esta que tengo los contactos por todas partes, tengo ojos en donde siquiera te llegas a imaginar –no dije mucho más al respecto mientras volvía a llenar mi vaso y daba un trago del mismo- quiero saber qué es lo que tiene que decirte, lo cierto es que yo no tengo tanto interés como lo puedes tener tú porque lo tuyo es algo que involucra a más personas, a cambio de dejarte solo te he pedido estar presente incluso cuando no me fío de ti porque has intentado matarme –lo miré de manera fija mientras él se acariciaba la sien con evidentes muestras de cansancio, se le veía agotado, mucho más que cuando lo conocí por primera vez- Sinceramente, estoy sorprendida con que hayas vuelto queriendo formar equipo y nos demos una tregua cuando te has ido sabiendo que, si lo hacías, yo no te ayudaría y me negaría a ello... demasiado atrevido. Me pregunto qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión para que vuelvas y me pidas perdón cuando veo que, precisamente tú, no eres de los que da su brazo a torcer fácilmente –me levanté tomando el vaso para llegar hasta el sofá donde él se había dejado caer sentándome en la otra punta, doblé una de mis piernas para estar de cara a él y apoyé el codo en el respaldo dejando mi cabeza apoyada en mi mano- me es interesante tu información así que no haré caso de las ganas que tengo de decirte que te olvides de nuestra tregua, y formaremos equipo –sus siguientes palabras no me las había esperado, ¿por qué querer encargarse del topo para que el Inquisidor no se acercara?- ¿Y por qué querías evitar que el Inquisidor siguiera mis pasos? ¿Acaso te preocupas por mí, Loyd? Te dije que yo querría vengarme por lo que me habían hecho, que buscaría respuestas y que también quería devolver ese golpe... y tú te afanaste en cargártelo sobre tus hombros cuando yo no te lo dije y querer solucionarlo por tú cuenta, ¿por qué? Eso era algo que solo me involucraba a mí –acabé diciéndole mientras daba otro trago a la copa y lo miraba, teníamos caracteres parecidos que chocaban y por eso estábamos en esa situación- sé lo que pretendes hacer, pero también sé que no tienes a nadie como yo en tu equipo que te ayude a realizar labores para las que, como bien dices, he sido entrenada. Quiero devolverles el golpe por el intento de matarme, por engañarme y llevarme a un camino sin salida con el firme propósito de eliminarme y a su vez utilizarme para sus propios fines... y es eso lo que me lleva a aceptar el formar equipo contigo y darnos una tregua –dejé el vaso sobre la mesita que había delante y me acerqué a él restando distancia- y sobre esto quiero dejar un par de puntos claros: no soy como los demás que están en tú equipo, lo que significa que no vas a poder darme órdenes como al resto porque no estoy bajo tú mando, sino que soy tú igual. Yo no utilizaré a tu gente para mis propios fines, me valgo por mí misma, así que no haré nada contra ellos ni tampoco los utilizaré porque están bajo tú cargo –esos dos puntos incluso hasta él los entendería y comprendería- compartiremos información de aquí en adelante, cualquier cosa que nos pueda beneficiar siempre se deberá ser expuesta aun cuando pensemos que no lo será... se trata de una colaboración entre ambos, pero sin pisarnos mutuamente. Yo no interferiré en tus asuntos ni así tú tampoco en los míos, tampoco nos cuestionaremos y lo que tengamos que hacer será pactado por ambas partes –mi mano en su pecho jugaba con los pliegues de su camisa de manera distraída- creo que son términos claros que ambos pensamos y aceptamos por igual, ¿alguno que quieras añadir? –Dije observándole ahora que lo tenía más de cerca, su altura, su constitución y anatomía podrían intimidar a cualquier sin embargo allí estaba, plantándole cara para hacerle ver que no era como el resto. Era atractivo pero su carácter distaba mucho de gustarme, quizás porque era demasiado parecido al mío y chocábamos- ¿y bien? –Pregunté alzando mi mano hasta apartar unos mechones de su pelo para verle bien el rostro.
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Mensaje por Loyd Granchester Sáb Sep 22, 2018 11:29 am

Está sumido en una vorágine de actividad constante que poco tiempo le deja para descansar o hacer alguna actividad que le permita distraerse. Los avances de sus compañeros son cada vez más ríspidos, sus encuentros con los inquisidores más cercanos y constantes. En cualquier momento, va a explotar algo y lo que menos quiere, es que las esquirlas terminen dañando a los que menos culpa tienen. Daños colaterales les dirán en el futuro y es lo que más evita. Esta mujer es una asesina entrenada, no puede comprender del todo a qué se dedica, pero sus movimientos son apreciados por el médico. Ella sí podría plantar cara en un combate cuerpo a cuerpo, algo que a él podría superar con creces si se enfrentan uno a uno a pesar de que la fuerza y la constitución física estén a su favor. Recargado en el sillón, con la cabeza contra el respaldo del mismo, mirando al techo en tanto reposa unos instantes dándose un pequeño momento de relajación, escucha las razones de la otra.

Sonríe con amargura antes de llevar el habano a la boca para responder - órdenes, también me manejo con otras personas más superiores de lo que podría pensar, así que ya ves. Soy un soldado como otros con algunas personas y con otras, soy el líder. Tan fuerte son que mentalmente me hicieron ver todo lo que estaba haciendo y eso, ofrezco disculpas - da un trago a la bebida pensativo, escuchando a la mujer porque esto se ha transformado en un toma y daca. Ambos deben salir beneficiados con esto. Le mira por el rabillo del ojo acercarse, toma asiento a su lado, la bien formada pierna se cruza contra la otra dejando una visión agradable. Siente el hormigueo en la manaza de las ganas de ponerla encima de la piel. Es una completa estupidez, es el cansancio sin duda para estar pensando en otra mujer que no sea Grace en formas diferentes a las acostumbradas.

- Me preocupo por ti, por todos los que me rodean. Suficiente tengo con las muertes que pesan a mis espaldas, escucha bien mis palabras, no soy un hombre común, tengo a la muerte rondándome y constantemente exige un precio que no puedo pagar, así que se desquita con los que me rodean. No es la primera vez que la Inquisición pide mi cabeza, lo ha hecho en incontables ocasiones. El inquisidor que me persigue es un licántropo y tras mi encuentro con él, tuve que pedir que me hechizaran para que no encuentre mi rastro. Y aún así, sé que sigue mis pasos - sabe de su inteligencia, de su sagacidad. No por nada fue del grupo que atraparon a Aglaia y a otras dos vampiresas. De pensar en lo que pudieron hacerles, se le hiela la sangre porque entonces la espartana no le hubiera rescatado y sería su fin.

Se acaricia la nuca con la manaza irascible, agotado, sacude la cabeza en un negativo movimiento, - no es por echarme a los hombros algo que no me corresponde, es que sé lo que implica. El licántropo va a ir por mí y si no me encuentra, sé que empezará a buscar a todos aquéllos que me rodean. Podrás ser buena, pero nadie es infalible, lo sé por experiencia - si no, ¿Por qué atraparon a Aglaia? Y era un ser cuidadoso. Acepta su ayuda, en su mente está intentando ver en qué parte de la gran maquinaria de personas puede entrar, como espía sería invaluable, porque puede hacerlo en soledad y no levantaría sospechas. Como ejecutora, mucho mejor, sólo que no le gusta echar al fuego a alguien si no le da apoyo.

Esto se torna cada vez más difícil y como tal, tiene el peso sobre los hombros que carga con estoicismo y agotamiento a partes iguales. Se resigna a sus palabras, a que ella haga lo que le plazca porque lo que le propone es justo. Compartir información, ser iguales, no ordenarle. - Eso de no ordenarte es algo que puede que no logre cumplir del todo. Tenemos ya una organización previa, así que tú vienes a completar el cuadro, no a crearla. Te compartiré lo que sucede y hablaremos al respecto para, en su momento, crear una estrategia y ver dónde puedes apoyar y dónde puedes ser ayudada. Porque no me gusta mandar a alguien a la guerra sin tener un plan de escape o un apoyo extra. Escucha lo que te digo, si bien eres experimentada, París es el lugar donde más sobrenaturales concentrados están y la inquisición tiene una rama que son los condenados. Esos son justo, sobrenaturales también, entrenados en técnicas y estrategias que desconocemos. Hace poco, atraparon a tres milenarias vampiresas. Las atraparon un licántropo, el que me persigue justo, un hechicero y un vampiro. Con un grupo entrenado de inquisidores que fue la carne de cañón. ¡Y lograron su cometido! Planearon esto por mucho tiempo, sospechamos. Entiende que esto es algo más grande de lo que puedes apreciar a simple vista - pasea su músculo bucal refrescando los labios, cuando observa la mano de la mujer acariciando la tela de su camisa.

Cierra los ojos buscando el contacto de su mano cuando le acaricia la cabellera. Se deja hacer, exhalando un largo suspiro contenido como si hace mucho que nadie tuviera ese acercamiento con él cuando es así y no porque alguna mujer careciera del carácter para acercarse. Es Loyd quien las evade como si fueran la plaga. La memoria de Grace está fresca en su mente como si fuera ayer cuando la encontrara a punto de morir y ninguna de sus habilidades le permitiera curarla. Murió en sus brazos y ese solo recuerdo le provoca una ira y una desazón a partes iguales que lo rompe por la mitad. Devuelve la mirada encontrándose con los orbes azules de la mujer, los suyos están llenos de pesar, de dolor, de aflicción antes de que todos esos sentimientos desaparezcan con un simple aleteo de las pestañas. - Ya te dije, somos un equipo y vienes a integrarte a él. Habrá cosas que no quiera que hagas, no es que seas incapaz de ello, si no porque nos conflictúa después. Sí, quise matarte, porque tenerte alrededor es igual que tener a un zorro intentando apoderarse de las gallinas cuando estoy atacando a un lobo que está a punto de matarnos. Me dejas en disyuntiva y odio eso. No puedo estar cuidando que me ataques y al mismo tiempo defenderme del licántropo, me metes en problemas dobles y pierdo gente. ¡No puedo permitirme perder a nadie más! - bufa con desagrado e impotencia, cerrando el puño, apoyando el codo en el reposabrazos para luego, restregar con esa mano su rostro con fastidio. - No puedo cuidar a todos, por lo que prefiero deshacerme de los que me causan problemas antes de que por sus acciones atrevidas, causen la muerte de alguien más - resume su vida en esas pocas palabras.
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