Gazes the horizon with sea winds in his face {Cassie Ainsworth}

El día estaba horrible aquella mañana, y me deprimía ver ese oscuro cielo gris, las nubes cargadas de agua, quería ponerse a llover y eso no me gustaba nada. Debía salir antes que se hiciera demasiado tarde y se colocara a llover, o al menos eso suponía yo.

Salí de la bañera de pocerlana y me envolví en la tela blanca, me sequé con otro paño el cabello mojado y recién lavado, caminé hasta mi habitación y me vestí, tomé desayuno sola en el enorme comedor de mi hogar, una vez completamente lista salí de mi hogar camino al Circo de los gitanos.

Iba al Circo a escondidas de mis padres, y no iba necesariamente a disfrutar de una función del circo, sino que iba a ver a la hermana de una amiga gitana que había conocido cuando llegué a París, pues le debía una. Iba prácticamente a la fe, pues ese día Saray me dijo que no estaría en el circo, ya que tenía que cumplir con un trabajo a medio tiempo que se había buscado con mucho esfuerzo para poder comprar medicamentos y paños para Kalima, la cuál no conocía, pero todo era por ayudar a una amiga.

Llegué al circo, y me recibió uno de los tantos gitanos que estaba rondando por el sitio árido, varias caravanas y otras tantas carpas pequeñas, jaulas con algunos animales, gente practicando, otras alimentando animales y uno que otro niño jugando haciendo malabarismo. La carpa principal era enorme, y se levantaba en lo alto, por su puesto que entré por la parte de atrás, lo que se llamaría ''tras bambalinas''. Jamás había estado allí, y parecía que restaba toda la magia que creía que tenía el circo cuando pequeña.

Me hicieron esperar, luego de que pregunté por la muchacha a la que debía ver y curar, pues había llevado algunas cosas para la fiebre y ungüento que tenía en mis teorías de lo que podía ser la causa de la extraña enfermedad que había atacado a Kalima, miraba a mi alrededor cuando se acercó un hombre, alcé la vista hacia él, y no pude evitar sorprenderme como era lo natural, tenía rasgos de felinos, más bien de un león, jamás en mi vida había visto a alguien como él, ni con facciones de esa clase, ¿acaso sería una especie de máscara? no lo parecía, o si lo era...Era muy real. No me podía explicar el motivo y lo extraño que era, pero parecía ser una persona ''normal'', aun que sus colmillos me hacían sospechar de una especie de vampiro, cambiaformas o licántropo.

No nos saludamos, yo simplemente asentí con un movimiento de cabeza. Le seguí hasta dentro de la caravana, en busca de Kalima, hasta que entramos a donde estaba la chica acostada en una litera, sudando y agonizando con lo que parecía ser la fiebre. Miré al sujeto que hablaba por el rabillo del ojo, pese que estaba en un lugar desconocido y a mi desventaja no me gustaba que me ordenaran ni me trataran de esa forma. Sonreí ladinamente y me acerqué a kalima dejando mi bolsa con los ugüentos y especias. Le sonreí a la joven, que apenas podía abrir los ojos, removí los mechones de su frente pegados a ella por el sudor, estaba débil y necesitaba que se fortaleciera para poder conectar con ella y saber que le había ocurrido, por lo que tomé una de sus manos, me arrodillé a su lado para quedar así a su altura y poder ayudarle. Cerré los ojos y comencé a susurrar un conjuro, el cuál servía para traspasarle algo de mi energía, una vez que lo logré, pude sentir su energía un poco más fuerte, pero no lo suficiente como para saltar de la cama y recuperarse, ni menos para hablar. Le coloqué uno de los paños húmedos que estaban en una especie de fuente con agua, lo estrujé y lo dejé sobre su frente, y sobre este coloqué mi mano cerrando los ojos, percibiendo que sucedía con ella.