Face à face // Privado - Roger MacCormack

por **Coralie Brodeur** Mar Nov 06, 2018 5:23 am

Era el tercer cadáver desollado que se encontraba en la ciudad en menos de un mes. Lo que más llamaba la atención era la precisión quirúrgica con la que se le extirpaba la piel a los cuerpos, dejando la musculatura intacta, por no hablar de órganos y esqueleto. Sin embargo, jamás encontraban la piel ni el cabello. Era como si alguien estuviera haciendo taxidermia con trajes humanos para prepararse su particular guiñol a tamaño real. La idea era espeluznante, pero era la que sonaba más verosímil en la torturada y retorcida mente de la policía que llevaba el caso. El trabajo con el cadáver era cosa de los forenses, pero el escenario del crimen era competencia directa de Coralie Brodeur, jefa de policía.

Ya se habían llevado el cuerpo y la casa había quedado a su merced. La morena, se dedicaba a analizar los detalles de la estancia. No había hecho falta ni dibujar el contorno de la víctima con carboncillo, pues la sangre había hecho ya ese trabajo al secarse alrededor de la figura despellejada. Con el bloc de notas se daba leves golpecitos en la cabeza mientras pensaba, paseando alrededor de la escena. Las tres víctimas habían sido hombres con edades comprendidas entre los veinticinco y los cuarenta años, de clase social media o alta, pero salvo eso, no había conexión alguna entre ellos. Ni en lo que a trabajo hacía referencia ni en vínculos familiares.

Se agachó junto a la mancha de sangre del lado derecho y como si dibujara con su dedo, entrecerrando un ojo, resiguió la silueta. -Cuando trabaja con ellos los tiene relajados, ellos no pelean, no hay salpicones alrededor excepto los que se general por los cortes y el desollado... Cuando termina junta sus manos en los pechos, como si les deseara un buen descanso. No son asesinatos pasionales, pero sí hay remordimientos…- Ladeó la cabeza, viendo un pequeño brillo bajo un armario y se levantó para ir a examinarlo. Lo sujetó con un par de pinzas que se sacó del bolsillo y lo observó con detenimiento. Era una punta de metal, ¿tal vez un cuchillo? Lo guardó en un pequeño saco de tela. -Después se lo llevaré a Ulises para que me dé su opinión.- No se mordía la lengua y poco le importaba si entraba algún detective y se la encontraba hablando sola. Le gustaba expresar sus hallazgos en alto, así sabía si sonaban absurdos o lógicos.

Terminado su trabajo allí, decidió ir a tomar algo a un bar cercano. Necesitaba despejar la mente y llevaba dos noches sin dormir. Un café le sentaría de maravilla para abrirle los ojos y hasta espabilarle las neuronas.

Se sentó en la barra y, tras dejar el bloc de notas en la madera, llamó al camarero. -Café doble, sin leche ni azúcar. Gracias.- Levantó las primeras hojas y observó el pequeño boceto que había hecho de la silueta del caso anterior, comparándolo con el que acababa de ver. Excesivamente parecidos, incluso en estaturas y ancho de hombros. ¿Pero qué significaba eso? No tenía la menor idea.

por **Roger MacCormack** Mar Nov 06, 2018 6:04 am

“Una vida sin homicidios es para mí como una vida sin alimentos para ustedes”.

Dicen que los psicópatas nacen y no se hacen, pero yo no estaba de acuerdo con dicha afirmación, cada uno de los giros de mi destino me habían llevado a ese punto de no retorno en el que me había convertido en un depredador.
Necesitaba rostros, unos que me habían arrebatado las llamas y saqué de mi debilidad una fortaleza y creé un hombre que no daba lástima.
Cansado de ser rechazado aprendí pronto que era un experto en crear lo que la gente ansiaba y era relativamente fácil entrar en las pieles, en las vidas de esos desgraciados que no apreciaban lo que tenían.

Solo un pequeño, minúsculo más bien, problema me acosaba, una policía que había subido recientemente al cargo y había encontrado en mis asesinatos un estimulante caso que investigar. Y así el depredador se convirtió en presa y la presa en depredador y ambos empezamos a jugar al gato y al ratón. Si antes para mi era estimulante robar identidades y fingir ser esos hombres, ahora lo que más dura me la ponía no era follarme a sus putas o fornicar con sus esposas, no, ahora lo que de verdad me ponía cachondo era dejar las pruebas que la preciosa policía encontraba. Así que ambos nos obsesionamos con el otro y así empezó esta historia.

La policía tomaba una copa en la barra de una taberna, con mi última nueva identidad, la de un joven banquero que había vuelto tras un par de años en el extranjero, me aproximé a ella, más bien a la barra pidiendo una copa de Bourbon para mi y otra para ella que el camarero no tardó en servirle. La chica alzó su mirada sin comprender, y fue el mismo camarero el que le indicó que el caballero la había invitado, logrando así captar su atención de inmediato. Elevé la copa en su dirección, relamiéndome los labios para apurar las gotas de licor que quedaban suspendidas en mi inferior.

Mientras el depredador acechaba a su presa, la víctima se conservaba por medio de magia en una sala especial donde nunca sería encontrada, nunca hasta que mi rostro se deteriorara y necesitara un nuevo golpe de suerte.

por **Coralie Brodeur** Mar Nov 06, 2018 6:04 am

Se tomó tranquilamente su café mientras seguía analizando los escenarios. Si algo bueno tenía su cabeza era la capacidad de retener información, algo a lo que llamaban memoria eidética. Parecía que su recuerdo era capaz de fotografiar momentos y recordarlos casi a la perfección pasado el tiempo. Obviamente algunas cosas se desdibujaban cuando no eran días, semanas o meses, sino años los que habían transcurrido desde el suceso, pero aún así era toda una ventaja que como policía ella explotaba continuadamente.

Estaba repasando con el carboncillo la silueta del último cadáver, una vez tras otra, como si con ello esperara descubrir algún detalle que anteriormente se la pasara por alto, cuando el camarero se le situó delante y colocó una copa con algún licor fuerte frente a ella en la barra. La policía elevó la mirada hasta que sus azules se encontraron con los pardos del barman que, sin decir nada pero, con un gesto de cabeza, le señaló hacia un lado, allí donde un joven caballero trajeado alzaba un vaso que parecía contener el mismo líquido de tinte dorado. Una de las cejas de la castaña se enarcó, porque no entendía a qué venía aquella invitación. No se conocían de nada y ella estaba, claramente, ocupada con algo. No tenía tiempo que perder con tonterías, aunque fuera incapaz de pensar en claro en ese instante mismo. Si fuera racional entendería que un descanso le era necesario y hasta le iría estupendamente, pero era testaruda como su padre.

Resopló antes de coger la copa y se levantó, no para darle un trago, sino con toda la intención de devolverla. -Agradezco su cortés ofrecimiento, caballero, pero estoy trabajando y no puedo ingerir alcohol ahora mismo.- Ella se pasaba cada minuto del día en el que estaba despierta laborando, así que esa respuesta la hubiese utilizado desde el mismísimo momento en que se despertara y hasta un segundo antes de apoyar la oreja en la almohada de su cama. -Ahora, si me disculpa...- Era una mujer del cuerpo policial y como tal era la cara visible de su oficio. Debía ser cortés siempre y dejar una buena impresión en los ciudadanos de París, aquellos a los que había prometido cuidar y proteger. Así que se comportó de manera educada aún y cuando estaba cansada y deseaba mandar el mundo entero a la mismísima mierda. Le dedicó una cordial sonrisa, una que tenía ya muy trabajada y que hasta se veía natural a pesar de ser completamente impostada. Se fue a dar la vuelta para regresar a su taburete frente a la barra y su pequeño bloc de notas, cuando el hombre, al parecer disconforme con su marcha, le dirigió de nuevo la palabra.

por **Roger MacCormack** Mar Nov 27, 2018 12:40 pm

Mi sonrisa se afiló al escuchar aquellas palabras atajando la distancia que nos separaba, me devolvía la copa porque no podía beber, demasiado ocupada para sacar la nariz de aquellos papeles que la obsesionaban sin ser consciente que tenía al lado al hombre del que hablaban.
El camarero se acercó para disculparse, peor lo que no sabía ni uno ni otro es que yo conseguía todo cuanto quería.

Susurré en el oído del mismo unas palabras y tras un rato en el que yo no paré de observar sus gestos y ella de ignorar a mi persona, el mismo camarero apareció ante ella con un bistec con patatas fritas y una bebida que no llevaba una gota de alcohol y que de seguro sería del gusto de la dama.

Alzó los ojos de su cuaderno y me buscó de nuevo con aire primero sorprendido y luego ¿enfadado?
-¿Tampoco cenáis? -pregunté con un deje de diversión -prometo no molestar si aceptáis que os acompañe.
La policía creo iba a negarse, pero no esperé respuesta y como alma que lleva el diablo me lacé de la mesa para unirme a la cena.
-Podrías traerme lo mismo y por favor una botella de vino -pedí ante la afilada mirada de la rubia.
-Yo no tengo que trabajar después, puedo permitírmelo -aseguré restando importancia.

Finalmente ambos quedamos cara a cara, claro que en ese instante ella desconocía cual era mi verdadero rostro, algo bastante cómico pues lo cambiaba cada poco tiempo.
-Se lo que os preguntareis si siempre soy tan insistente, la respuesta es si. También os preguntareis si mi atrevimiento no conoce parangón y la respuesta clara es no.
Yo como buen banquero o hijo de banquero valoro los pros y los contras de cada operación y vos sois el numero mas bello que jamas me he encontrado de frente.

La chica rodó los ojos, seguramente mas que acostumbrada a que los hombres la alagaran.
-Bueno ¿y que es eso que os causa mas interés que yo? -pregunté ladeando la sonrisa fijando mis ojos en sus documentos.

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