AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
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Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
- "¡Eh, mira por donde vas!" -Fue lo que escuché justo después de girar una esquina y estar a punto de ser arrollado por un carruaje. Solo vi pelos, crines, músculos tensos, madera y una mano enguantada cogida de la portezuela. La voz era grave, de la del hombre que llevaba las riendas, y en ese momento me alegré de que no portase uno de esos nuevos carruajes sin caballo que había oido que ya circulaban por algunas ciudades, no muchos, pero algunos y que cogían buenas velocidades. Esa voz me hizo visualizar al cochero, un hombre, seguramente con bigote poblado, buen cuerpo, marcado de arrugas, vestido con una amplia gabardina cerrada por ser de noche y un sombrero tipo chistera corta, chafado hasta las orejas para que no se volase. Miré como se alejaba mientras me recuperaba del susto y continué mi andanza hacia el parque.
Había ido a un pueblo cercano a por algunas hierbas. La noche anterior había atendido a un par de enfermos y tuve lo justo para el segundo así que no quería que aquello me volviese a pasar. El pueblo me hacía cruzar el centro de parís, los barrios bajos, los callejones, las casas del extraradio y unos pocos kilómetros de bosque junto a un camino, pero nada era comparable a las sonrisas y agradecimientos de la gente y mucho menos a la sensación de ayudar al prójimo. Palpé los botecitos en la bolsa de cuero que colgaba de mi hombro y golpeaba levemente mi cintura y me encaminé por los callejones, al fin de nuevo en París cuando la luna empezaba a llegar a su cénit.
A lo lejos escuchaba algunos pasos, el traquetear de algún otro carruaje acompañado del trote de un caballo contra el suelo. Pero había otro sonido, no era lejos de allí, pero estaba como apagado. Al principio me pareció una risa, pero una risa no era tan entrecortada ni tan aguda. Podía ser de un niño, pero era muy raro escuchar solo la risa de un niño sin ir acompañada de la de otros o de la regañina de un padre. Fruncí el ceño, pues algo no cuadraba en mi vuelta a París. No quise entrometerme pero la vida no te deja elegir en algunas ocasiones, o te deja pero tomas el camino equivocado sin darte cuenta, aunque a veces el equivocado pueda ser el necesario.
Unos pasos más allá, osea, un par de callejones oscuros más cerca del centro de París, pude ver dos sombras abrazadas. Enseguida me di cuenta de que aquellas dos personas eran las culpables de la risa que había escuchado y por la posición pensé que eran dos amantes, por lo que la sonrisa que muy pronto desaparecería de mis labios se permitió el lujo de presentarse. De pronto una de las figuras cayó al suelo y una luz cercana me permitió ver un rostro ceniciento, de labios azulados y semblante asustado, caer al suelo como un pelele. Entonces me di cuenta de lo ocurrido. Un asesinato; no sabía si de vampiro, loco, ladrón o ajuste de cuentas, daba igual, tenía que intentar salvar a ese hombre.
Clavé los pies en el suelo para impulsarme y salir corriendo contra la figura que seguía de pie. Tuve que dar unas doce zancadas rápidas y amplias con las que coger impulso suficiente para lo que tenía planeado. Sabía que me podía escuchar pero esperé que estuviese demasiado centrada, puesto que había reconocido curvas de mujer en la sombra, en su presa y no me detectase. Cuando llegué justo a su espalda desvié un pie en el sentido contrario al que pensaba golpear para ganar más fuerza y me impulsé. No se si golpee o si se me esquivó pero conseguí apoyar una rodilla en el suelo y lanzarme de vuelta hacia el cuerpo que había en el suelo. Busqué una posible herida y pude ver en la tenue oscuridad una mancha en el cuello, presioné y entonces todo cobró sentido.
Había dos pequeños agujeros y sangre seca a su alrededor, es más, no salía más sangre de aquél sitio, tan solo unas pocas gotas lentas y rezagadas que salían sin fuerza, sintoma de un corazón que ha dejado de latir hace poco. Una vampiresa y su presa y yo había llegado tarde para ese pobre infeliz. Miré mi mano manchada de sangre a medio coagular y luego hacia atrás con rostro iracundo.- "¿Porqué lo has...?" -Y ahí me quedé. No podía ser. Ese rostro... era ella... pero.... ¿Qué estaba pasando?
Había ido a un pueblo cercano a por algunas hierbas. La noche anterior había atendido a un par de enfermos y tuve lo justo para el segundo así que no quería que aquello me volviese a pasar. El pueblo me hacía cruzar el centro de parís, los barrios bajos, los callejones, las casas del extraradio y unos pocos kilómetros de bosque junto a un camino, pero nada era comparable a las sonrisas y agradecimientos de la gente y mucho menos a la sensación de ayudar al prójimo. Palpé los botecitos en la bolsa de cuero que colgaba de mi hombro y golpeaba levemente mi cintura y me encaminé por los callejones, al fin de nuevo en París cuando la luna empezaba a llegar a su cénit.
A lo lejos escuchaba algunos pasos, el traquetear de algún otro carruaje acompañado del trote de un caballo contra el suelo. Pero había otro sonido, no era lejos de allí, pero estaba como apagado. Al principio me pareció una risa, pero una risa no era tan entrecortada ni tan aguda. Podía ser de un niño, pero era muy raro escuchar solo la risa de un niño sin ir acompañada de la de otros o de la regañina de un padre. Fruncí el ceño, pues algo no cuadraba en mi vuelta a París. No quise entrometerme pero la vida no te deja elegir en algunas ocasiones, o te deja pero tomas el camino equivocado sin darte cuenta, aunque a veces el equivocado pueda ser el necesario.
Unos pasos más allá, osea, un par de callejones oscuros más cerca del centro de París, pude ver dos sombras abrazadas. Enseguida me di cuenta de que aquellas dos personas eran las culpables de la risa que había escuchado y por la posición pensé que eran dos amantes, por lo que la sonrisa que muy pronto desaparecería de mis labios se permitió el lujo de presentarse. De pronto una de las figuras cayó al suelo y una luz cercana me permitió ver un rostro ceniciento, de labios azulados y semblante asustado, caer al suelo como un pelele. Entonces me di cuenta de lo ocurrido. Un asesinato; no sabía si de vampiro, loco, ladrón o ajuste de cuentas, daba igual, tenía que intentar salvar a ese hombre.
Clavé los pies en el suelo para impulsarme y salir corriendo contra la figura que seguía de pie. Tuve que dar unas doce zancadas rápidas y amplias con las que coger impulso suficiente para lo que tenía planeado. Sabía que me podía escuchar pero esperé que estuviese demasiado centrada, puesto que había reconocido curvas de mujer en la sombra, en su presa y no me detectase. Cuando llegué justo a su espalda desvié un pie en el sentido contrario al que pensaba golpear para ganar más fuerza y me impulsé. No se si golpee o si se me esquivó pero conseguí apoyar una rodilla en el suelo y lanzarme de vuelta hacia el cuerpo que había en el suelo. Busqué una posible herida y pude ver en la tenue oscuridad una mancha en el cuello, presioné y entonces todo cobró sentido.
Había dos pequeños agujeros y sangre seca a su alrededor, es más, no salía más sangre de aquél sitio, tan solo unas pocas gotas lentas y rezagadas que salían sin fuerza, sintoma de un corazón que ha dejado de latir hace poco. Una vampiresa y su presa y yo había llegado tarde para ese pobre infeliz. Miré mi mano manchada de sangre a medio coagular y luego hacia atrás con rostro iracundo.- "¿Porqué lo has...?" -Y ahí me quedé. No podía ser. Ese rostro... era ella... pero.... ¿Qué estaba pasando?
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
“Madre, perdóname por no hacerte caso” era lo que me repetía una y otra vez mientras observaba jadeante el cuerpo de mi tercera víctima esa noche. Había perdido todo color, y ahora era una presa perfecta para los animales que desesperados buscaban algo de alimento en los callejones. Técnicamente, yo era igual a ellos, pero con una ansiedad que no podía controlar a la perfección aún. Aquella necesidad de sangre era lo que menos me gustaba de mi nueva condición, y prefería reprimir esos deseos antes de recurrir a animales o a seres humanos. Pero por desgracia, siempre terminaba en lo mismo.
Emití una última disculpa a aquel cuerpo y me marché ocultándome entre las sombras que se habían hecho mi hogar ahora que no podía observar la luz del sol más que en fotos y en pinturas. Mi respiración estaba agitada todavía, y aquellos impulsos todavía no se saciaban. Lo bueno era que podía hacer una especie de cálculo y supuse que con un humano más mi hambre terminaría. No me gustaba la idea para variar, pero no me quedaba de otra. Todavía no podía asumirlo, y eso me jugaba demasiado en contra.
No me costó mucho encontrar a quien necesitaba, y tampoco me costó someterlo. Bastó un poco de mi poder de persuasión y el resto fue apresarlo contra la pared fingiendo que era un abrazo previo a un polvo. Luego, los colmillos hicieron su trabajo hasta que no quedó absolutamente nada que succionar, provocándome una sensación de alivio realmente tranquilizadora.
El cuerpo cayó al piso cual saco de papas, y antes que pudiera pensar en regresar a casa percibí un aroma y unos pasos acercándose hacia a mí a gran velocidad. Atiné a evitarle en acto reflejo quedando un par de metros detrás de mi atacante. Lo analicé rápidamente, y algo en él era familiar…pero no lo supe hasta que se volteó. El corazón me dio un vuelco gigantesco. De todas las personas que podían ser…¿Tenía que ser él?
- A…Aemon…
Retrocedí un par de pasos, limpiándome la sangre de la boca de forma inconsciente como si con eso pudiera evitar el descubrimiento, pero ya me había reconocido. Mis piernas se quedaron como pilares en el piso, y mi cuerpo entero temblaba resistiéndose a mis deseos de escapar y no volver a verlo. – Yo… - No me surgían más que monosílabos, y volví a retroceder, para luego voltearme y pensar en qué hacer. Y en qué decirle.
Emití una última disculpa a aquel cuerpo y me marché ocultándome entre las sombras que se habían hecho mi hogar ahora que no podía observar la luz del sol más que en fotos y en pinturas. Mi respiración estaba agitada todavía, y aquellos impulsos todavía no se saciaban. Lo bueno era que podía hacer una especie de cálculo y supuse que con un humano más mi hambre terminaría. No me gustaba la idea para variar, pero no me quedaba de otra. Todavía no podía asumirlo, y eso me jugaba demasiado en contra.
No me costó mucho encontrar a quien necesitaba, y tampoco me costó someterlo. Bastó un poco de mi poder de persuasión y el resto fue apresarlo contra la pared fingiendo que era un abrazo previo a un polvo. Luego, los colmillos hicieron su trabajo hasta que no quedó absolutamente nada que succionar, provocándome una sensación de alivio realmente tranquilizadora.
El cuerpo cayó al piso cual saco de papas, y antes que pudiera pensar en regresar a casa percibí un aroma y unos pasos acercándose hacia a mí a gran velocidad. Atiné a evitarle en acto reflejo quedando un par de metros detrás de mi atacante. Lo analicé rápidamente, y algo en él era familiar…pero no lo supe hasta que se volteó. El corazón me dio un vuelco gigantesco. De todas las personas que podían ser…¿Tenía que ser él?
- A…Aemon…
Retrocedí un par de pasos, limpiándome la sangre de la boca de forma inconsciente como si con eso pudiera evitar el descubrimiento, pero ya me había reconocido. Mis piernas se quedaron como pilares en el piso, y mi cuerpo entero temblaba resistiéndose a mis deseos de escapar y no volver a verlo. – Yo… - No me surgían más que monosílabos, y volví a retroceder, para luego voltearme y pensar en qué hacer. Y en qué decirle.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/10/2011
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Mil recuerdos se agolpaban en mi cabeza y ninguno me aclaraba nada. Recordaba ese rostro en el burdel. Recordaba ese cuerpo bajo las sábanas. Recordaba esos ojos con frío y más tarde deseosos. Los recordaba tristes y alegres. Recordaba ese pelo y esa nariz en mitad de su rostro, como enmarcada. Sabía que la conocía pero mi cerebro no quería reconocerlo, no quería aceptar que ella fuese la asesina. ¿No quería o no podía?
Quería moverme, golpearla, insultarla por lo que había hecho, pero no podía. También quería lanzarme sobre ella y abrazarla, preguntarle porque hacía aquello y que le había pasado en ese tiempo que no la había visto, demasiado tal vez. Pero no podía moverme, me había quedado allí clavado, a merced de las sombras del callejón, bajo la atenta mirada de una luna divertida al ver semejante escena, con una mano sobre el hombro de la víctima y la otra caida junto a mi cuerpo. Solo una pregunta llegó a mi mente haciendo a un lado todos los recuerdos, la mayoría mejor que buenos. ¿Por qué?
Una suave brisa pasó como un fantasma por el callejón arrastrando consigo un par de hojas y un papelillo medio arrugado. Solo consiguió mover ligeramente la solapa del cuello de la camisa que llevaba en ese momento, un regalo de hacía poco como pago a un trabajo, pero fue suficiente para que mi cuerpo empezara a reaccionar, aunque demasiado despacio para mi gusto. Al principio solo fue un leve movimiento de la nuez, para tragar saliva en un intento de reaccionar. Después un leve movimiento de una pierna para apoyar el pie en el suelo. Poco a poco me fui levantando casi como un zombie. No miraba al cadaver ni a la joven, ni siquiera miraba algo en concreto. Si alguien viese mis ojos en esos momentos vería dos pozos negros.
A lo lejos, como en sueños escucho mi nombre y mi rostro se ladea ligeramente hacia el lugar de origen. Es una voz demasiado bella pero a la vez ¿triste? Cuando termino de ponerme en pie todavía tardo un poco en fijar la vista y es entonces cuando veo al fin, de nuevo, a Reika, dándome la espalda, quieta a unos pasos de mi en el callejón y si me hiciesen jurar diría que temblando. Me volví a quedar quieto allí, observando sus hombros y su cuello, su pelo cayendo sin temor entre ellos.
Finalmente fueron mis pies quienes me guiaron hasta ella dejandome, casi aparcándome, justo tras su cuerpo, desde donde podía oler su aroma, si estuviese llorando estoy seguro que habría olido sus saladas lágrimas. Fue mi brazo, sin que yo se lo ordenara, el que subió hasta cogerle el suyo. Se quedó quieto ahí otro par de segundos, pidiéndole que se girase. No se si lo hizo o no, pero estaba seguro de que si ella se giraba, si mis ojos veían los suyos, la abrazaría con fuerza y le susurraría al oido: "Ya pasó..." -Casi podía notar mi mano acariciando su nuca para tranquilizarla, ofreciendole mi hombro y tratando de comprender que ocurría a mi alrededor en ese instante.
Quería moverme, golpearla, insultarla por lo que había hecho, pero no podía. También quería lanzarme sobre ella y abrazarla, preguntarle porque hacía aquello y que le había pasado en ese tiempo que no la había visto, demasiado tal vez. Pero no podía moverme, me había quedado allí clavado, a merced de las sombras del callejón, bajo la atenta mirada de una luna divertida al ver semejante escena, con una mano sobre el hombro de la víctima y la otra caida junto a mi cuerpo. Solo una pregunta llegó a mi mente haciendo a un lado todos los recuerdos, la mayoría mejor que buenos. ¿Por qué?
Una suave brisa pasó como un fantasma por el callejón arrastrando consigo un par de hojas y un papelillo medio arrugado. Solo consiguió mover ligeramente la solapa del cuello de la camisa que llevaba en ese momento, un regalo de hacía poco como pago a un trabajo, pero fue suficiente para que mi cuerpo empezara a reaccionar, aunque demasiado despacio para mi gusto. Al principio solo fue un leve movimiento de la nuez, para tragar saliva en un intento de reaccionar. Después un leve movimiento de una pierna para apoyar el pie en el suelo. Poco a poco me fui levantando casi como un zombie. No miraba al cadaver ni a la joven, ni siquiera miraba algo en concreto. Si alguien viese mis ojos en esos momentos vería dos pozos negros.
A lo lejos, como en sueños escucho mi nombre y mi rostro se ladea ligeramente hacia el lugar de origen. Es una voz demasiado bella pero a la vez ¿triste? Cuando termino de ponerme en pie todavía tardo un poco en fijar la vista y es entonces cuando veo al fin, de nuevo, a Reika, dándome la espalda, quieta a unos pasos de mi en el callejón y si me hiciesen jurar diría que temblando. Me volví a quedar quieto allí, observando sus hombros y su cuello, su pelo cayendo sin temor entre ellos.
Finalmente fueron mis pies quienes me guiaron hasta ella dejandome, casi aparcándome, justo tras su cuerpo, desde donde podía oler su aroma, si estuviese llorando estoy seguro que habría olido sus saladas lágrimas. Fue mi brazo, sin que yo se lo ordenara, el que subió hasta cogerle el suyo. Se quedó quieto ahí otro par de segundos, pidiéndole que se girase. No se si lo hizo o no, pero estaba seguro de que si ella se giraba, si mis ojos veían los suyos, la abrazaría con fuerza y le susurraría al oido: "Ya pasó..." -Casi podía notar mi mano acariciando su nuca para tranquilizarla, ofreciendole mi hombro y tratando de comprender que ocurría a mi alrededor en ese instante.
Aemon- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 244
Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
No. No podía ser posible. Era un sueño. Sí, eso tenía que ser. Se suponía que no iba a volver a sufrir. Me lo habías prometido. Me lo aseguraste sin dudarlo antes de entregarte mi cuello, mi cuerpo y mi alma. ¿Significa que todo fue una mentira? ¿Un engaño? ¿Jugaste con mis sentimientos, como todos? Que el dolor se iba a terminar, me dijiste…que las cosas iban a cambiar, me dijiste….y yo te creí dentro de mi búsqueda desesperada por sentirme importante y valorada. Una farsa, un fraude, una maldita treta que dejaba como saldo mi inmortalidad. Por eso me abandonaste, ¿Cierto? ¿Por eso te fuiste para no regresar, Madre? ¿Para no enfrentarme con la verdad?
A pesar de que la brisa no me causaba efecto alguno en mi temperatura, me abracé a mí misma como expresión de la humanidad que estaba resurgiendo desde mi interior como algo que se ha sumergido pero que tiene el peso suficiente para flotar. El calor de dentro contrastó con el frío, el miedo y la frustración de fuera y empecé a temblar de pura angustia e impotencia, pensando el por qué no había escogido un camino más fácil para terminar con mi sufrimiento, en vez de, al parecer, prolongarlo por una eternidad que en ese momento no quería seguir viviendo.
Sentí sus pasos, y mis deseos enfermizos de escapar de allí se tradujeron en dos cascadas de lágrimas bajando por mis mejillas, llegando a manchar parte de mis ropas negras y el piso que me tenía firmemente sostenida como si me hubieran atornillado a él. Susurraba que no, que no se me acercara…pero en el fondo lo necesitaba. Necesitaba desde el fondo de mi corazón inmóvil que alguien me contuviera una vez más, y al menos con ese hombre que me cogía del brazo no podía desconfiar de que pudiera engañarme. Conocía suficiente a Aemon como para dar fe que no era ese tipo de personas.
Si hubo una cosa de la que no dudé, fue arroparme entre sus brazos, llorando enérgicamente sobre su hombro mientras las caricias en la nuca que antes me habrían excitado ahora eran un amansador que inicialmente no servía. Lo abracé de la cintura sin aplicar demasiada fuerza para lastimarlo, pero la verdad era que lo necesitaba cerca. Su cuerpo lleno de vitalidad y calor era lo que deseaba, para así poder recordar la débil y desdichada humana que terminé siendo antes de resignarme a las tinieblas. – Aemon…yo…ya no sé… - Intentaba darme a entender, pero mi tristeza y mi propia cabeza no me permitían pensar siquiera en por dónde empezar a hablar – Perdóname…te ruego que me perdones… - Susurré casi sin voz, deslizándome por su cuerpo hasta caer de rodillas, con tan poca fuerza para levantarme pero al mismo tiempo tanta pesadez en mis piernas para no volver a ponerme de pie. Me habían destrozado. Otra vez.
A pesar de que la brisa no me causaba efecto alguno en mi temperatura, me abracé a mí misma como expresión de la humanidad que estaba resurgiendo desde mi interior como algo que se ha sumergido pero que tiene el peso suficiente para flotar. El calor de dentro contrastó con el frío, el miedo y la frustración de fuera y empecé a temblar de pura angustia e impotencia, pensando el por qué no había escogido un camino más fácil para terminar con mi sufrimiento, en vez de, al parecer, prolongarlo por una eternidad que en ese momento no quería seguir viviendo.
Sentí sus pasos, y mis deseos enfermizos de escapar de allí se tradujeron en dos cascadas de lágrimas bajando por mis mejillas, llegando a manchar parte de mis ropas negras y el piso que me tenía firmemente sostenida como si me hubieran atornillado a él. Susurraba que no, que no se me acercara…pero en el fondo lo necesitaba. Necesitaba desde el fondo de mi corazón inmóvil que alguien me contuviera una vez más, y al menos con ese hombre que me cogía del brazo no podía desconfiar de que pudiera engañarme. Conocía suficiente a Aemon como para dar fe que no era ese tipo de personas.
Si hubo una cosa de la que no dudé, fue arroparme entre sus brazos, llorando enérgicamente sobre su hombro mientras las caricias en la nuca que antes me habrían excitado ahora eran un amansador que inicialmente no servía. Lo abracé de la cintura sin aplicar demasiada fuerza para lastimarlo, pero la verdad era que lo necesitaba cerca. Su cuerpo lleno de vitalidad y calor era lo que deseaba, para así poder recordar la débil y desdichada humana que terminé siendo antes de resignarme a las tinieblas. – Aemon…yo…ya no sé… - Intentaba darme a entender, pero mi tristeza y mi propia cabeza no me permitían pensar siquiera en por dónde empezar a hablar – Perdóname…te ruego que me perdones… - Susurré casi sin voz, deslizándome por su cuerpo hasta caer de rodillas, con tan poca fuerza para levantarme pero al mismo tiempo tanta pesadez en mis piernas para no volver a ponerme de pie. Me habían destrozado. Otra vez.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Conocía lo que sucedía, por supuesto. Lo había visto varias veces y todavía recordaba las pocas en que habían intentado hacer que yo estuviese en el lugar del cuerpo que yacía cerca de nosotros y había conseguido escapar por los pelos, tal vez por un conocido, un trato o, simplemente, nublando la mente del contrario con mi artes. Mi primera reacción, aunque odiaba pensar así, fue que era otro vampiro sádico, otro pura sangre que solo veía a los humanos como carnaza. No me gustaba tener prejuicios, pero tantas noticias, tantos encuentros, al final calan hondo y es dificil no tener impulsos instintivos, y más siendo de supervivencia en alguien con mi vida. Pero también existían convertidos, y de estos muchos detestaban esa parte que les hacía acabar con las vidas de los que en otro tiempo fueron sus semejantes, algunos incluso tenían la mala suerte de, al no querer beber, acabar dominados por la sed sembrando más caos del que habrían deseado.
Entre mis brazos, sollozando, tenía lo que creía que era alguien del segundo grupo. Más que creer lo sabía. Conocía a la persona que estaba dentro de ese nuevo cuerpo, de ese nuevo ser, y no era en nada parecida a lo que había visto minutos antes. Aquella muchacha era tierna, sensible, tal vez algo seria e introvertida en sus emociones, pero en ningún momento mostró ningún tipo de rama asesina o en contra de las personas, al menos no conmigo y dudaba que nadie me rebatiese ese hecho. Podía notar como, a través de su frío tacto, un ardiente corazón humano luchaba por sobreponerse a los actos que su nueva condición le estaba obligando a realizar. No sé como actuaría yo de encontrarme en su situación, ni siquiera podía imaginarlo. Mis brazos la rodearon con fuerza, a pesar de que el frío ambiente y su frío tacto hacían mella en mí. Notaba sus lágrima humedecer la tela de la camisa que llevaba, que no dudó en pegarse a mi torso para hacerme conocedor del dolor interno que atormentaba a la amiga que hacía tanto que no veía y que tanto había cambiado a pesar de, como me estaba demostrando, ser la misma de siempre; algo que no hacía más que empeorar el hecho presente, pues no hay mal peor que el que se hace siendo consciente de él mientras te atormenta sin descanso.
No podía dejarla así, y tampoco podíamos quedarnos en medio del callejón toda la noche. No sería bueno ni para ella y su estado emocional, ni para mí y mis pulmones. Besé su cabello y fue entonces cuando las palabras salieron de sus labios con aquella mágica voz rota por las lágrimas. Quería consolarla pero ahora no sería fácil. La noté caer y caí con ella; no iba a dejarla sola y quería que lo supiese. Acabé de rodillas un par de segundos después que ella, dejando que se desahogase. Acaricié su hombro y su cabello, besé su mejilla húmeda y su sien, sentí el frío de su cuerpo y su temblor y no pude estar más seguro de algo; quería ayudarla a recuperar esa vitalidad y alegría que tenía cuando la conocí. No dije nada, pues sabía que decir que la perdonaba ahora no la relajaría. Bueno, sí que lo haría, momentaneamente, pero más tarde lo vería solo como una frase de cortesía y no me creería cuando se lo dijese de verdad.
Sin esperar respuesta ni decirle nada, pasé una mano bajo sus corvas, tras las rodillas y la otra por debajo de sus hombros para cogerla en brazos. No pesaba mucho y eso me ayudó a levantarme con facilidad. Por suerte, la casa que Fiolette me había "regalado" estaba cerca. No solía usarla pero tenía todo lo necesario para pasar los días de invierno, sobretodo como esta noche fría en la que, durmiendo en el parque no estaba seguro de despertar al día siguiente; me consideraba afortunado por ello. Dejé que se acomodase o me apartase si no deseaba que la llevase en brazos mientras recordaba la forma de llegar hasta allí. Podía cruzar los callejones de las afueras entre las sombras, evitando problemas, y llegar hasta la zona donde se encontraba la casa, es más, si no me fallaba la memoria, podría salir por un callejón justo a la calle, casi en la puerta. Una vez allí la dejaría descansar y que se desahogase, e incluso le daría ese perdón que me pedía cuando, más calmada, su mente lo aceptase como real y no como simple cortesía hipócrita.
- "Ssshhhhh... Descansa." -Susurré a su oído mirando al frente. Me había puesto de forma que ella no pudiese ver el cuerpo de nuevo, con su cabeza apoyada entre mi pecho y mi hombro, como si fuese una niña pequeña, dejando suaves besos en su cabello. Si no me apartaba intentando bajarse comenzaría a caminar, pues mi pie derecho ya estaba dando el primer paso.
Entre mis brazos, sollozando, tenía lo que creía que era alguien del segundo grupo. Más que creer lo sabía. Conocía a la persona que estaba dentro de ese nuevo cuerpo, de ese nuevo ser, y no era en nada parecida a lo que había visto minutos antes. Aquella muchacha era tierna, sensible, tal vez algo seria e introvertida en sus emociones, pero en ningún momento mostró ningún tipo de rama asesina o en contra de las personas, al menos no conmigo y dudaba que nadie me rebatiese ese hecho. Podía notar como, a través de su frío tacto, un ardiente corazón humano luchaba por sobreponerse a los actos que su nueva condición le estaba obligando a realizar. No sé como actuaría yo de encontrarme en su situación, ni siquiera podía imaginarlo. Mis brazos la rodearon con fuerza, a pesar de que el frío ambiente y su frío tacto hacían mella en mí. Notaba sus lágrima humedecer la tela de la camisa que llevaba, que no dudó en pegarse a mi torso para hacerme conocedor del dolor interno que atormentaba a la amiga que hacía tanto que no veía y que tanto había cambiado a pesar de, como me estaba demostrando, ser la misma de siempre; algo que no hacía más que empeorar el hecho presente, pues no hay mal peor que el que se hace siendo consciente de él mientras te atormenta sin descanso.
No podía dejarla así, y tampoco podíamos quedarnos en medio del callejón toda la noche. No sería bueno ni para ella y su estado emocional, ni para mí y mis pulmones. Besé su cabello y fue entonces cuando las palabras salieron de sus labios con aquella mágica voz rota por las lágrimas. Quería consolarla pero ahora no sería fácil. La noté caer y caí con ella; no iba a dejarla sola y quería que lo supiese. Acabé de rodillas un par de segundos después que ella, dejando que se desahogase. Acaricié su hombro y su cabello, besé su mejilla húmeda y su sien, sentí el frío de su cuerpo y su temblor y no pude estar más seguro de algo; quería ayudarla a recuperar esa vitalidad y alegría que tenía cuando la conocí. No dije nada, pues sabía que decir que la perdonaba ahora no la relajaría. Bueno, sí que lo haría, momentaneamente, pero más tarde lo vería solo como una frase de cortesía y no me creería cuando se lo dijese de verdad.
Sin esperar respuesta ni decirle nada, pasé una mano bajo sus corvas, tras las rodillas y la otra por debajo de sus hombros para cogerla en brazos. No pesaba mucho y eso me ayudó a levantarme con facilidad. Por suerte, la casa que Fiolette me había "regalado" estaba cerca. No solía usarla pero tenía todo lo necesario para pasar los días de invierno, sobretodo como esta noche fría en la que, durmiendo en el parque no estaba seguro de despertar al día siguiente; me consideraba afortunado por ello. Dejé que se acomodase o me apartase si no deseaba que la llevase en brazos mientras recordaba la forma de llegar hasta allí. Podía cruzar los callejones de las afueras entre las sombras, evitando problemas, y llegar hasta la zona donde se encontraba la casa, es más, si no me fallaba la memoria, podría salir por un callejón justo a la calle, casi en la puerta. Una vez allí la dejaría descansar y que se desahogase, e incluso le daría ese perdón que me pedía cuando, más calmada, su mente lo aceptase como real y no como simple cortesía hipócrita.
- "Ssshhhhh... Descansa." -Susurré a su oído mirando al frente. Me había puesto de forma que ella no pudiese ver el cuerpo de nuevo, con su cabeza apoyada entre mi pecho y mi hombro, como si fuese una niña pequeña, dejando suaves besos en su cabello. Si no me apartaba intentando bajarse comenzaría a caminar, pues mi pie derecho ya estaba dando el primer paso.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
A pesar de haberme alimentado, y de tener más fuerza que un humano por el sólo hecho de ser lo que era, me sentía sin energías. Estaba abatida, con profunda vergüenza y arrepentimiento que no me permitían ver a Aemon a la cara. No pensaba en lo que podía pensar él de mí, sin embargo; el tenerlo allí a mi lado intentando consolarme me daba luces de una respuesta que quería y a la vez no quería escuchar. Mi temor inconsciente a las represalias por lo que había presenciado no me dejó tranquila en ningún momento hasta que le sentí cogerme en brazos como a una niña. Me aferré a él más por la sorpresa que por el hecho de que pudiera dejar de sostenerme –si como humana ya era ligera, imagínense como vampiresa-, y pareció predecir mis acciones irónicamente, impidiéndome mirar hacia atrás, hacia lo que había quedado de mi última víctima. Entre lágrimas me acurruqué en su pecho, dejándome cargar y mecer durante todo el trayecto.
El silencio fue nuestro acompañante y escolta durante el camino, ayudándome a tranquilizarme y pensar bien en lo que había sucedido y lo que iba a suceder, buscando palabras entre mis recuerdos asumiendo que tendría que darle explicaciones por lo evidente. Incluso sonreí un poco adelantándome a las circunstancias, imaginando cómo me regañaría por no haber acudido a él en ese momento de máxima desesperación previo a mi conversión. No tenía cómo encontrarlo, y tampoco había pensado en él. Ni en Alexei, ni en Uriel, ni en nadie. Me había cansado de pensar en los demás antes que en mí, y eso me tenía en donde estaba, decidiendo el derecho a vivir de otros para alimentarme, y frente a una puerta y a una espalda que conocía demasiado bien gracias a ciertas candentes circunstancias. En cuanto la puerta se abrió, me invitó con un ademán. Yo me adentré sin decir nada como si estuviera bajo un procedimiento policial, esperando que Aemon hiciera lo que tuviera que hacer además de entrar también. Estando los dos solos en un lugar así nos hubiera motivado a dejarnos llevar por nuestros deseos más pecaminosos hasta el amanecer, pero tenía la firme convicción de que ni un polvo con él cambiaría mi ánimo. Boté un poco de aire en un suspiro resignado, y me apoyé en la pared que tenía a centímetros, mirándole fijamente con una tristeza que ya no se reflejaba en el llanto de hace un rato, sino que en mi semblante demacrado y deprimido. No quise decir nada, y sólo cerré los ojos, abrazándome a mí misma, queriendo despertar de esa pesadilla…
El silencio fue nuestro acompañante y escolta durante el camino, ayudándome a tranquilizarme y pensar bien en lo que había sucedido y lo que iba a suceder, buscando palabras entre mis recuerdos asumiendo que tendría que darle explicaciones por lo evidente. Incluso sonreí un poco adelantándome a las circunstancias, imaginando cómo me regañaría por no haber acudido a él en ese momento de máxima desesperación previo a mi conversión. No tenía cómo encontrarlo, y tampoco había pensado en él. Ni en Alexei, ni en Uriel, ni en nadie. Me había cansado de pensar en los demás antes que en mí, y eso me tenía en donde estaba, decidiendo el derecho a vivir de otros para alimentarme, y frente a una puerta y a una espalda que conocía demasiado bien gracias a ciertas candentes circunstancias. En cuanto la puerta se abrió, me invitó con un ademán. Yo me adentré sin decir nada como si estuviera bajo un procedimiento policial, esperando que Aemon hiciera lo que tuviera que hacer además de entrar también. Estando los dos solos en un lugar así nos hubiera motivado a dejarnos llevar por nuestros deseos más pecaminosos hasta el amanecer, pero tenía la firme convicción de que ni un polvo con él cambiaría mi ánimo. Boté un poco de aire en un suspiro resignado, y me apoyé en la pared que tenía a centímetros, mirándole fijamente con una tristeza que ya no se reflejaba en el llanto de hace un rato, sino que en mi semblante demacrado y deprimido. No quise decir nada, y sólo cerré los ojos, abrazándome a mí misma, queriendo despertar de esa pesadilla…
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Mecidos por las sombras que nos brindaban los edificios de París nos fuimos acercando a nuestro refugio por esa noche. Por mucho que quisiese indagar en lo que podía pasar por aquella cabecita era imposible que tan siquiera pudiese ni imaginarlo. Una cosa era conocer aquella faceta de las razas que habitaban el mundo, otra haber visto los estragos que causaba en las mentes no acostumbradas o en amigos y otra, muy distinta, llegar a sentir lo que sentían aquellos que lo padecían. ¿Cómo aceptar un asesinato que tú mismo has cometido cuando toda tu vida lo has visto como un crímen? Era dificil encontrarle un sentido y mucho más aceptar el motivo del mismo. Realmente, era la cosa más sencilla del mundo. Era un crimen para humanos puesto que matabas sin otro objetivo que el de sesgar una vida de este mundo. Ahora, como le pasaba a mi querida Reika, no podías hablar de crimen puesto que lo hacía para alimentarse. ¿Acaso no sacrificamos animales para alimentarnos de ellos? Igual que los humanos necesitamos esas proteinas que las plantas no podrían darnos, ella necesita la sangre humana para estar "viva". ¿Es un crimen intentar sobrevivir? Que yo sepa, y tal y como me han enseñado toda mi vida, es instinto y protección de uno mismo. Sobrevivir no es un crimen, es una necesidad.
Mientras la llevaba en brazos por aquellos oscuros callejones noté como el ambiente se iba enfriando cada vez más, y su frío cuerpo no ayudaba. Mis músculos empeaban a dar breves tiritonas tratando de mantener la temperatura mientras la camisa se pegaba a mi espalda con cada ráfaga de viento. Pero me daba igual, era frío, una simple y llana sensación comparada con lo que debía sentir ella. Solo quería que se recuperase del shok en que parecía encontrarse. Aunque quisiese, y no diré que fugazmente no pasó por mi cabeza, cabrearme con ella por no avisarme cuando pasó por ese trance o por no saber nada de ella en tanto tiempo no podía. Era mi amiga y no conocía los caminos que su vida había tomado.
Finalmente llegamos al último callejón, el que daba casi hasta mi casa. Aspiré su aroma y dejé un último beso en su cabello.- "Es la hora." -Dije con voz suave llegando a la puerta y dejando que tocase suelo con los pies. Abrí con rapidez pero sin prisas y la invité a pasar. Suspiré al verla entrar; correcta, directa, pero sin fuerzas y en otro mundo. Tenía que recuperarla fuera como fuese. Cuando cerré y me encontré con su mirada pude escuchar como mi corazón se hacía pedacitos finos mientras sus ojos se cerraban y sus brazos la abrazaban. Dejé las llaves en una alcayata clavada en la pared y guardé los botecitos de mi bolsa de cuero en una cajonera del recibidor. Acto seguido me giré de nuevo hacia Reika y me quedé mirándola con una media sonrisa de preocupación.
Finalmente, me acerqué a ella y la tomé de las manos, evitando que se cerrase más allá de aquél autoabrazo.- "Reika, ven, estarás más cómoda en el sofá, o en la cama, donde prefieras. Necesitas cerrar los ojos y respirar. No me gusta como estás..." -Acarició la barbilla de la joven morena intentando que le mirase a los ojos de nuevo.- "¿Vienes? Aunque será mejor darte un baño primero..." -Dijo al verla así, había algo que no sabía y era como sentarían los baños a los vampiros, ni siquiera la obligaría a quitarse la ropa si ella no lo deseaba, solo quería que el agua la "limpiase" de malos pensamientos, que la relajase.- "¿Qué me dices? Vamos, solo quiero ver los ojos de mi amiga y esa sonrisilla que ilumina cualquier estancia en la que se deja ver. ¿Me dejarás verla esta noche, Reika?"
Mientras la llevaba en brazos por aquellos oscuros callejones noté como el ambiente se iba enfriando cada vez más, y su frío cuerpo no ayudaba. Mis músculos empeaban a dar breves tiritonas tratando de mantener la temperatura mientras la camisa se pegaba a mi espalda con cada ráfaga de viento. Pero me daba igual, era frío, una simple y llana sensación comparada con lo que debía sentir ella. Solo quería que se recuperase del shok en que parecía encontrarse. Aunque quisiese, y no diré que fugazmente no pasó por mi cabeza, cabrearme con ella por no avisarme cuando pasó por ese trance o por no saber nada de ella en tanto tiempo no podía. Era mi amiga y no conocía los caminos que su vida había tomado.
Finalmente llegamos al último callejón, el que daba casi hasta mi casa. Aspiré su aroma y dejé un último beso en su cabello.- "Es la hora." -Dije con voz suave llegando a la puerta y dejando que tocase suelo con los pies. Abrí con rapidez pero sin prisas y la invité a pasar. Suspiré al verla entrar; correcta, directa, pero sin fuerzas y en otro mundo. Tenía que recuperarla fuera como fuese. Cuando cerré y me encontré con su mirada pude escuchar como mi corazón se hacía pedacitos finos mientras sus ojos se cerraban y sus brazos la abrazaban. Dejé las llaves en una alcayata clavada en la pared y guardé los botecitos de mi bolsa de cuero en una cajonera del recibidor. Acto seguido me giré de nuevo hacia Reika y me quedé mirándola con una media sonrisa de preocupación.
Finalmente, me acerqué a ella y la tomé de las manos, evitando que se cerrase más allá de aquél autoabrazo.- "Reika, ven, estarás más cómoda en el sofá, o en la cama, donde prefieras. Necesitas cerrar los ojos y respirar. No me gusta como estás..." -Acarició la barbilla de la joven morena intentando que le mirase a los ojos de nuevo.- "¿Vienes? Aunque será mejor darte un baño primero..." -Dijo al verla así, había algo que no sabía y era como sentarían los baños a los vampiros, ni siquiera la obligaría a quitarse la ropa si ella no lo deseaba, solo quería que el agua la "limpiase" de malos pensamientos, que la relajase.- "¿Qué me dices? Vamos, solo quiero ver los ojos de mi amiga y esa sonrisilla que ilumina cualquier estancia en la que se deja ver. ¿Me dejarás verla esta noche, Reika?"
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
El silencio que rompió Aemon hubiera confundido a cualquier humano que estuviera o pasase cerca de ahí. Yo no necesitaba respirar, y aunque Aemon sí, no se notaba en absoluto. Recordaba sus apariciones sorpresivas producto de su sigilo, y una sonrisa hubiera aparecido en mi rostro de no ser porque mis músculos faciales no tenían intención alguna de moverse. Además, toda situación que implicaba tener que regresar al pasado me causaba dolor y me estremecía por dentro, chocando una y otra vez con lo que Arlett me predicó durante mis últimos segundos como humana y mis primeras semanas como vampiresa. En ese momento me di cuenta de la dolorosa realidad: me había mentido, y el costo de creerle fue la inmortalidad.
Sintiendo la ligera calidez de Aemon –podía percibir los efectos del frío en su cuerpo- entreabrí los ojos, desafiando el temor de verle a los ojos. Era evidente que no estaba molesto, y que hacía todo lo que estaba a su alcance para ayudarme, pero la culpa y el arrepentimiento permanecían en mí como el dolor de una inflamación, latiendo constantemente. Lo desafié. Tenía que hacer algo al respecto. No quería terminar consumida por el dolor –aunque lo sentía casi literalmente hasta el cuello-, y Aemon lo impediría aunque lo quisiera. Tenía más fuerza física que él, pero él tenía la fortaleza mental que yo tenía totalmente extraviada, como si nunca hubiera existido. Asentí en un movimiento que fue perceptible para él porque estábamos a una cortísima distancia y con un tenue “vamos” dejé que me guiara hasta el baño.
Como era de esperarse, me ayudó con mis prendas, haciendo que mi desviste fuera más rápido del que ya era. Y era también inevitable recordar y asociar a las casi incontables veces que nuestros gemidos se mezclaron entre las paredes y habitaciones del burdel y otros lugares; pero luego se separó de mí para verificar la temperatura del agua. Me miró y con esa sonrisa encantadora tan propia de él me hizo la invitación, accediendo yo con pasos lentos y cuidadosos, cubriéndome el agua hasta casi los hombros cuando me senté y me semi-sumergí. Me mojé la cara e instintivamente me cubrí el resto del cuerpo al ver su rostro. Era evidente que el tono pálido de mi piel le había causado cierta impresión. – Es fuerte…¿no? – pregunté con un hilo de voz- El cuerpo que viste y tomaste tantas veces…verlo así…
Sintiendo la ligera calidez de Aemon –podía percibir los efectos del frío en su cuerpo- entreabrí los ojos, desafiando el temor de verle a los ojos. Era evidente que no estaba molesto, y que hacía todo lo que estaba a su alcance para ayudarme, pero la culpa y el arrepentimiento permanecían en mí como el dolor de una inflamación, latiendo constantemente. Lo desafié. Tenía que hacer algo al respecto. No quería terminar consumida por el dolor –aunque lo sentía casi literalmente hasta el cuello-, y Aemon lo impediría aunque lo quisiera. Tenía más fuerza física que él, pero él tenía la fortaleza mental que yo tenía totalmente extraviada, como si nunca hubiera existido. Asentí en un movimiento que fue perceptible para él porque estábamos a una cortísima distancia y con un tenue “vamos” dejé que me guiara hasta el baño.
Como era de esperarse, me ayudó con mis prendas, haciendo que mi desviste fuera más rápido del que ya era. Y era también inevitable recordar y asociar a las casi incontables veces que nuestros gemidos se mezclaron entre las paredes y habitaciones del burdel y otros lugares; pero luego se separó de mí para verificar la temperatura del agua. Me miró y con esa sonrisa encantadora tan propia de él me hizo la invitación, accediendo yo con pasos lentos y cuidadosos, cubriéndome el agua hasta casi los hombros cuando me senté y me semi-sumergí. Me mojé la cara e instintivamente me cubrí el resto del cuerpo al ver su rostro. Era evidente que el tono pálido de mi piel le había causado cierta impresión. – Es fuerte…¿no? – pregunté con un hilo de voz- El cuerpo que viste y tomaste tantas veces…verlo así…
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
La guié hasta el baño, una estancia a la que no me acostumbraba. No quiero decir que no me duchase, pues lo hacía a diario en el burdel o en el río -antes de que este se ensuciase tras su paso por la ciudad-, sino que no me acostumbraba a aquella habitación. No era de lujo pero muchos de clase social media ya querrían tener uno de estos. Una amplia estancia con bañera, aseo y un asiento donde hacer tus necesidades. Una estantería con toallas y un par de albornoces colgados en una percha. Yo no había traido nada, todo me lo había regalado Fio cuando me entregó la casa y yo solo la usaba de vez en cuando, pues aunque ella se empeñase en que era mía a mí me daba la sensación de que abusaba de su bondad. Solo accedía a ir en invierno, cuando el frío era demasiado para un cuerpo humano, o en circunstancias de emergencia como ésta.
Dejé correr un poco el agua mientras la desvestía. En otro momento tal vez ya sonasen gemidos y yo me encontraría caliente y duro, pero no ahora. Ahora ni siquiera la miraba como algo erótico, ni como una amiga que me ponía cachondo, era una amiga que se encontraba mal y a la que no quería ver así. Haría cualquier cosa por verla sonreir de nuevo. Una vez desvestida, y puesta la ropa para lavar, la ayudé a pasar a la bañera. A la luz de la luna no pude verla bien, pero cuando pude fiarme en su cuerpo, en la blancura de su piel, al meterse en el agua fue un pequeño golpe de conciencia. Había visto vampiros, y me los había follado, claro está, pero no había visto a una gran amiga cambiar tanto y encontrándomela así, de sopetón.
Escuché su pregunta y sonreí, negando. Mientras respondía le acaricié el rostro con la mano, mirándola a los ojos.- "Es solo que... hacía tiempo que no te veía y se hace más fuerte la impresión. Pero no te preocupes, se que sigues siendo tú y ese cuerpo que tantas veces vi y tomé sigue siendo el mismo... y si no me falla la memoria es más rápido y fuerte." -Cogí una pequeña esquirla de una pastilla de jabón para empezar a frotarla suavemente, casi en un masaje, por los hombros y el cuello. Estaba arrodillado fuera de la bañera.- "Reika... no... no quiero que te tapes. Ya te he visto muchas veces y sabes que me encanta tanto tu cuerpo como tú, tu forma de ser." -Sonreí de medio lado para darle ánimos. Quería que supiese que la veía igual y que la había mirado un poco diferente más por el tiempo que hacía que no la veía que por lo que era ahora... mi amiga con menos color.
Mientras ella decidía si destaparse o no, pasé a frotar con suavidad el jabón por sus piernas. Desde la mitad de los muslos, para no incomodarla, hasta el tobillos. Primero una, luego la otra. Más adelante me encargaría de limpiarle la espalda, tenía algo en mente dependiendo de como se encontrase ella. Cuando terminé con ambas piernas, para saber si había caido esa parte de la coraza que parecía no dejarla confiar en mí del todo, como si la tratase como una extraña, me coloqué sentado, a los pies de la bañera -donde ella los tenía sumergidos- y sin dejar de mirarla con una sonrisa, le pregunté.- "¿Me permites?" -Dije extendiendo una mano sobre la superficie del agua con la palma hacia arriba para que me acercase un pie que poder lavar. ¿Se dejaría o seguiría encerrada incluso para mí?
Dejé correr un poco el agua mientras la desvestía. En otro momento tal vez ya sonasen gemidos y yo me encontraría caliente y duro, pero no ahora. Ahora ni siquiera la miraba como algo erótico, ni como una amiga que me ponía cachondo, era una amiga que se encontraba mal y a la que no quería ver así. Haría cualquier cosa por verla sonreir de nuevo. Una vez desvestida, y puesta la ropa para lavar, la ayudé a pasar a la bañera. A la luz de la luna no pude verla bien, pero cuando pude fiarme en su cuerpo, en la blancura de su piel, al meterse en el agua fue un pequeño golpe de conciencia. Había visto vampiros, y me los había follado, claro está, pero no había visto a una gran amiga cambiar tanto y encontrándomela así, de sopetón.
Escuché su pregunta y sonreí, negando. Mientras respondía le acaricié el rostro con la mano, mirándola a los ojos.- "Es solo que... hacía tiempo que no te veía y se hace más fuerte la impresión. Pero no te preocupes, se que sigues siendo tú y ese cuerpo que tantas veces vi y tomé sigue siendo el mismo... y si no me falla la memoria es más rápido y fuerte." -Cogí una pequeña esquirla de una pastilla de jabón para empezar a frotarla suavemente, casi en un masaje, por los hombros y el cuello. Estaba arrodillado fuera de la bañera.- "Reika... no... no quiero que te tapes. Ya te he visto muchas veces y sabes que me encanta tanto tu cuerpo como tú, tu forma de ser." -Sonreí de medio lado para darle ánimos. Quería que supiese que la veía igual y que la había mirado un poco diferente más por el tiempo que hacía que no la veía que por lo que era ahora... mi amiga con menos color.
Mientras ella decidía si destaparse o no, pasé a frotar con suavidad el jabón por sus piernas. Desde la mitad de los muslos, para no incomodarla, hasta el tobillos. Primero una, luego la otra. Más adelante me encargaría de limpiarle la espalda, tenía algo en mente dependiendo de como se encontrase ella. Cuando terminé con ambas piernas, para saber si había caido esa parte de la coraza que parecía no dejarla confiar en mí del todo, como si la tratase como una extraña, me coloqué sentado, a los pies de la bañera -donde ella los tenía sumergidos- y sin dejar de mirarla con una sonrisa, le pregunté.- "¿Me permites?" -Dije extendiendo una mano sobre la superficie del agua con la palma hacia arriba para que me acercase un pie que poder lavar. ¿Se dejaría o seguiría encerrada incluso para mí?
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
En ese momento no pude hacer nada más que admirar el temple de mi amigo en esa situación. Seguramente estaba muy dolido –no sé si tanto como yo, pero dolido al fin y al cabo- en el fondo, seguramente quería decirme tantas cosas que yo no quería escuchar, pero ahí estaba dedicándome una sonrisa de apoyo y de tranquilidad para hacerme sentir mejor. Intentaba ponerme en su lugar mientras le escuchaba, y me lo imaginaba realmente acomplejado aunque en verdad no fuera cierto o lo estuviera ocultando de mí. No iba a caer en jugarretas mentales para sacarle la información tampoco, no soy de ese tipo de gente…o de criatura para realizar esa clase de artimañas. Sonreí levemente con lo que yo interpretaba como un cumplido y me dejé lavar hombros y cuello no porque quisiera, sino porque no quería salir de ahí. Y ahí me vino un fuerte dejavu que me dejó en silencio, encogiéndome y tensándome un poco más.
Cuando se es inmortal es frecuente perder la noción del tiempo, por eso no recuerdo hace cuánto fue…pero creo que fue hace diez. Estaba en la bañera de la casa de aquel desgraciado al que nos atrevimos a llamar padre con Laisha, y precisamente ella fue la que me ayudó muchísimo ese día. El viejo quería violar a mi hermana y yo tomé su lugar, y estaba intentando sacarme la asquerosa sensación –en ese entonces- de haber sido tocada y ultrajada por un viejo roñoso. Mi hermanita me lavaba la espalda y el cuello, pasando por mis piernas…tal y como Aemon lo hacía una década después. Notó mi reacción y me rogó que no me cubriera, pero me sentía igual de “sucia”. Mi Madre no me había violado, pero entre mentira y mentira, sentía mis emociones y mis expectativas verdaderamente ultrajadas con motivos y objetivos desconocidos. Aemon intentaba animarme con palabras y con caricias en los tobillos, y pensé que se había resignado cuando dejé de escucharlo, pero simplemente se había sentado en la otra punta buscando que le pasara mis pies para continuar con ese extraño masaje. Tras unos segundos, me cohibí un poco más pero terminé estirando la pierna.
Mientras me jabonaba con sumo cuidado, me sentía intranquila. Él era mi amigo, sí…y lo seguía siendo a pesar de los años y a pesar de que yo técnicamente había dejado de existir. Le contemplé seguir su travesía con mis piernas con esmero, y una parte de mí deseo que sus manos llegaran más allá con otras intenciones. ¿Esa era señal de que estaba mejor? – Aemon…- le llamé, pidiendo un poco de su atención.- Yo…-me di valor, tomando el aire que no necesitaba para el impulso final – Gracias…- pero no pude hacerlo completamente, ya que había puesto mis ojos nuevamente a observar el agua. Sin embargo, la sonrisa no se fue. – …por esto…y por todo. Y también perdóname.
Cuando se es inmortal es frecuente perder la noción del tiempo, por eso no recuerdo hace cuánto fue…pero creo que fue hace diez. Estaba en la bañera de la casa de aquel desgraciado al que nos atrevimos a llamar padre con Laisha, y precisamente ella fue la que me ayudó muchísimo ese día. El viejo quería violar a mi hermana y yo tomé su lugar, y estaba intentando sacarme la asquerosa sensación –en ese entonces- de haber sido tocada y ultrajada por un viejo roñoso. Mi hermanita me lavaba la espalda y el cuello, pasando por mis piernas…tal y como Aemon lo hacía una década después. Notó mi reacción y me rogó que no me cubriera, pero me sentía igual de “sucia”. Mi Madre no me había violado, pero entre mentira y mentira, sentía mis emociones y mis expectativas verdaderamente ultrajadas con motivos y objetivos desconocidos. Aemon intentaba animarme con palabras y con caricias en los tobillos, y pensé que se había resignado cuando dejé de escucharlo, pero simplemente se había sentado en la otra punta buscando que le pasara mis pies para continuar con ese extraño masaje. Tras unos segundos, me cohibí un poco más pero terminé estirando la pierna.
Mientras me jabonaba con sumo cuidado, me sentía intranquila. Él era mi amigo, sí…y lo seguía siendo a pesar de los años y a pesar de que yo técnicamente había dejado de existir. Le contemplé seguir su travesía con mis piernas con esmero, y una parte de mí deseo que sus manos llegaran más allá con otras intenciones. ¿Esa era señal de que estaba mejor? – Aemon…- le llamé, pidiendo un poco de su atención.- Yo…-me di valor, tomando el aire que no necesitaba para el impulso final – Gracias…- pero no pude hacerlo completamente, ya que había puesto mis ojos nuevamente a observar el agua. Sin embargo, la sonrisa no se fue. – …por esto…y por todo. Y también perdóname.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
No sabía si se sentiría dispuesta o animada, y eso es lo que me preocupaba. Que fuese humana, vampiresa o cualquier otra cosa me daba igual. También me daba igual que ya no le gustase el sexo, que solo quisiese hablar o que estuviese con alguien en exclusiva. Lo que no quería era perderla a ella, a mi amiga, a Reika, que sabía que seguía allí y que tenía que entender que la quería conmigo, de vuelta, siempre, sin importar las consecuencias. Por eso cuando se encogió un poco me preocupé y mucho. Eso era precisamente todo lo contrario a lo que quería.
Al menos no duró mucho y pude soltar el aire que había retenido sin darme cuenta. Vi salir su preciosa pierna del agua, estirada y húmeda y no dudé en enjaboranla. ¿Cuántas veces habrían subido mis labios por ellas dejando besos y mordidas con un objetivo claro? ¿Cuántas veces habrían bajado mis manos por ellas para desnudarla, unas veces con tranquilidad y otras con furia ciega y animal? No lo recordaba, pero ver el muslo como un junco recortado en la superficie del agua me recordó los buenos momentos y cualquier extraño sentimiento provocado por su cambio pasó a otro mundo.
Paseé la mano con la esquirla de jabón por ella, desde el empeine hasta la rodilla y vuelta por los gemelos, el talón y la planta del pie, jugueteando levemente entre sus dedos. Sentí el impuslo de besarselos y mordisqueárselos como le hacía en otras ocasiones, pero no ahora, todavía no. Entonces pasé a la otra que me ofreció sin tanta espera. Me puse con ella de inmediato, disfrutando de nuevo al acariciar su piel. Aquél baño de pronto adquirió un aura de ensuño. Al fin la volvía a ver, de nuevo estaba allí y me dejaba ser parte de su vida de nuevo. Para alguien como yo, para quien los amigos lo son todo, aquella confianza era más de lo que podía pedir.
De pronto su voz me sacó de mi ensoñación.- "No tienes porque dármelas, Reika. Es lo menos que puedo hacer. Como dirían en mi tierra: "para eso están los amigos". Y ¿qué tengo que perdonarte? Me has dado alegría cuando estaba triste, me has dado cobijo cuando no tenía donde estar, me has dado calor humano cuando lo necesitaba y cuando no." -Besé su pie antes de devolverlo al agua.- "Somos amigos y eso es lo que cuenta." -Sonreí y de pronto sentí la necesidad de estar con ella como antaño, piel contra piel, aunque no hiciésemos nada. Necesitaba sentir su nueva temperatura, su nueva piel, sus nuevas sensaciones. Me levanté de donde estaba sentado y me quité la camisa de un tirón por la cabeza, prácticamente. En ese momento me di cuenta de que igual la estaba asustando.- "Reika... yo... ¿Me dejas bañarme contigo?" -Pregunté para que viese que el mundo no lo manejaba una sola persona sino que ella también tenía elecciones y sus decisiones marcarían el rumbo de su propia vida.
Al menos no duró mucho y pude soltar el aire que había retenido sin darme cuenta. Vi salir su preciosa pierna del agua, estirada y húmeda y no dudé en enjaboranla. ¿Cuántas veces habrían subido mis labios por ellas dejando besos y mordidas con un objetivo claro? ¿Cuántas veces habrían bajado mis manos por ellas para desnudarla, unas veces con tranquilidad y otras con furia ciega y animal? No lo recordaba, pero ver el muslo como un junco recortado en la superficie del agua me recordó los buenos momentos y cualquier extraño sentimiento provocado por su cambio pasó a otro mundo.
Paseé la mano con la esquirla de jabón por ella, desde el empeine hasta la rodilla y vuelta por los gemelos, el talón y la planta del pie, jugueteando levemente entre sus dedos. Sentí el impuslo de besarselos y mordisqueárselos como le hacía en otras ocasiones, pero no ahora, todavía no. Entonces pasé a la otra que me ofreció sin tanta espera. Me puse con ella de inmediato, disfrutando de nuevo al acariciar su piel. Aquél baño de pronto adquirió un aura de ensuño. Al fin la volvía a ver, de nuevo estaba allí y me dejaba ser parte de su vida de nuevo. Para alguien como yo, para quien los amigos lo son todo, aquella confianza era más de lo que podía pedir.
De pronto su voz me sacó de mi ensoñación.- "No tienes porque dármelas, Reika. Es lo menos que puedo hacer. Como dirían en mi tierra: "para eso están los amigos". Y ¿qué tengo que perdonarte? Me has dado alegría cuando estaba triste, me has dado cobijo cuando no tenía donde estar, me has dado calor humano cuando lo necesitaba y cuando no." -Besé su pie antes de devolverlo al agua.- "Somos amigos y eso es lo que cuenta." -Sonreí y de pronto sentí la necesidad de estar con ella como antaño, piel contra piel, aunque no hiciésemos nada. Necesitaba sentir su nueva temperatura, su nueva piel, sus nuevas sensaciones. Me levanté de donde estaba sentado y me quité la camisa de un tirón por la cabeza, prácticamente. En ese momento me di cuenta de que igual la estaba asustando.- "Reika... yo... ¿Me dejas bañarme contigo?" -Pregunté para que viese que el mundo no lo manejaba una sola persona sino que ella también tenía elecciones y sus decisiones marcarían el rumbo de su propia vida.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Mi corazón no latía, pero sus palabras me hicieron sentir viva por momentos. No pude evitar sonreír conmovida, incluso con un poco de angustia positiva por el hecho de que Aemon no estaba molesto ni tampoco me discriminaba por mi condición, aunque aquello fuera evidente debido a lo que estaba haciendo por mí. Si me odiara en verdad, no me habría consolado ni llevado a esa casa para hacerme sentir mejor, ni tampoco habría fortalecido su amistad de tal forma conmigo. Suspiré relajándome, despejando progresivamente la tristeza y dejé que la calidez del agua y del momento se llevasen mi negatividad. Poniéndome en su lugar, yo tampoco querría ver a Aemon deprimido y haría todo lo posible por arreglar eso.
Vi que el agua se movió a causa de él y alcé el rostro para preguntar qué sucedía, pero no necesité preguntar –o no quise hacerlo- gracias a lo que contemplé. Había pasado mucho tiempo desde que su torso y abdomen se expusieron ante mí la última vez, pero lo recordaba a la perfección. Quizás eran las habilidades vampíricas, o la costumbre de follar con él tantas veces, pero cada detalle llegó a mi mente como un rompecabezas que se completaba poco a poco. Sonreí más jovial ante su duda, y asentí lentamente como queriendo prolongar su espera en una tortura.- ¿Por qué preguntas eso? Yo esperaba que te pusieras detrás de mí desde el principio. – Bromeé ya despejada, dándome el gusto incluso de deleitarme una vez más con su cuerpo, así como de desearlo también. Me moví hacia adelante para dejarle el espacio necesario con cuidado de no lanzar agua involuntariamente hacia afuera y le esperé con un poco de ansiedad. Si sus palabras eran reconfortantes, su pecho lo era aún más. – Ven aquí – le llamé.
Vi que el agua se movió a causa de él y alcé el rostro para preguntar qué sucedía, pero no necesité preguntar –o no quise hacerlo- gracias a lo que contemplé. Había pasado mucho tiempo desde que su torso y abdomen se expusieron ante mí la última vez, pero lo recordaba a la perfección. Quizás eran las habilidades vampíricas, o la costumbre de follar con él tantas veces, pero cada detalle llegó a mi mente como un rompecabezas que se completaba poco a poco. Sonreí más jovial ante su duda, y asentí lentamente como queriendo prolongar su espera en una tortura.- ¿Por qué preguntas eso? Yo esperaba que te pusieras detrás de mí desde el principio. – Bromeé ya despejada, dándome el gusto incluso de deleitarme una vez más con su cuerpo, así como de desearlo también. Me moví hacia adelante para dejarle el espacio necesario con cuidado de no lanzar agua involuntariamente hacia afuera y le esperé con un poco de ansiedad. Si sus palabras eran reconfortantes, su pecho lo era aún más. – Ven aquí – le llamé.
Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Me hizo sonreír con la idea de que aquello era lo que estaba esperando. Parecía que el baño y algunas palabras la iban ayudando a mejorar pero no podía evitar pensar que lo hacía casi por cortesía, por evitar ella que yo me sintiese mal. Iba a preguntarle si estaba segura de aquello cuando me dijo que fuese. No me podía negar. En ese momento desee llevar ropa interior pero no tenía dinero para ello. Prefería comprar comida para los huérfanos o hierbas para las curas que realizaba que comprarme algo que veía innecesario. ¿Acaso no llevaba ya el pantalón para cubrirme? Despacio me lo quité para dejarlo con la camisa y los zapatos junto a las prendas pero en el suelo.
Cuando me acerqué a ella me asaltó de nuevo el tremendo cambio. Esa tez pálida antes siempre tan rojiza, esa mirada ligeramente perdida que siempre la acompañaba pero que ahora no tenía un toque de felicidad sino de extraña melancolía o ese frío tacto antaño tan cálido y apetecible. Intenté no pensar en aquello mientras me metía despacio en la bañera para no mover mucho el agua ni molestarla. Apoyé las manos en los laterales para sentarme lentamente con las piernas a ambos lados del cuerpo de la morena y una vez colocado la abracé por la cintura para dejar un beso en su cuello. Mi pecho se pegó a su espalda, mi falo a sus nalgas y mi frente a su nuca. Abrí la boca para decir algo pero solo salió un ligero aliento antes de que la cerrase de nuevo. Despacio fui acomodándome en la bañera para quedar ambos tumbados y abrazados, solo quería que descansase. Finalmente mis labios parecieron saber que decir.- “Se está bien aquí…” –Murmuré pues a pesar del frío de su cuerpo me sentía cálido junto a ella y a su cariño. Escondí el rostro en su cuello para aspirar su aroma y dejar un beso en su mejilla.- “Ahora descansa, Reika…” –Apreté ligeramente el abrazo acariciando su mejilla con la nariz y los ojos cerrados.
Cuando me acerqué a ella me asaltó de nuevo el tremendo cambio. Esa tez pálida antes siempre tan rojiza, esa mirada ligeramente perdida que siempre la acompañaba pero que ahora no tenía un toque de felicidad sino de extraña melancolía o ese frío tacto antaño tan cálido y apetecible. Intenté no pensar en aquello mientras me metía despacio en la bañera para no mover mucho el agua ni molestarla. Apoyé las manos en los laterales para sentarme lentamente con las piernas a ambos lados del cuerpo de la morena y una vez colocado la abracé por la cintura para dejar un beso en su cuello. Mi pecho se pegó a su espalda, mi falo a sus nalgas y mi frente a su nuca. Abrí la boca para decir algo pero solo salió un ligero aliento antes de que la cerrase de nuevo. Despacio fui acomodándome en la bañera para quedar ambos tumbados y abrazados, solo quería que descansase. Finalmente mis labios parecieron saber que decir.- “Se está bien aquí…” –Murmuré pues a pesar del frío de su cuerpo me sentía cálido junto a ella y a su cariño. Escondí el rostro en su cuello para aspirar su aroma y dejar un beso en su mejilla.- “Ahora descansa, Reika…” –Apreté ligeramente el abrazo acariciando su mejilla con la nariz y los ojos cerrados.
Aemon- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/03/2012
Re: Una luz al final del camino [Privado] [Reika & Aemon]
Sin importar cómo lo hiciera y en qué sentido lo hiciera, Aemon siempre terminaba por hacerme suspirar. Bastaba su sola cercanía para hacer que me estremeciera, ya que mi cuerpo estaba demasiado acostumbrado a tener el suyo cerca –muy cerca- Si mi corazón hubiera estado latiendo seguramente se habría acelerado y mis mejillas se hubieran enrojecido ligera e inconscientemente de continuar con vida por los contactos que se estaban produciendo, sobre todo por el que protagonizaba mi trasero con su miembro, ese que conocía demasiado bien. Me moví un poco para ayudarle a acomodarse y me recosté con él dejando que me abrazara y me besara el cuello, a lo que yo respondí con un beso en la mejilla y una caricia en aquel cabello que me cansé de agarrar las veces que el frenesí me invadía gracias a sus dotes en la cama, en la pared, en la calle y en donde se nos ocurriera.
Cerré los ojos, y el tiempo hizo el resto. El calor de Aemon me envolvió, haciendo que me acurrucara más contra él. Aquellos roces hicieron que cierta parte se endureciera entre mis nalgas y el deseo por el otro se incrementara. Al final terminamos haciendo lo de siempre, como si nunca me hubiera convertido en vampiresa y estuviéramos en una simple reunión de dos amigos con derecho que no tardan en violarse el uno al otro a punta de gemidos extremos y movimientos intensos, rápidos y fuertes. Lo que empezó en esa bañera continuó y terminó en la cama de la habitación que por cuyo tamaño se descifraba como la matrimonial, agotándose las energías de ambos pocas horas antes del amanecer. Me ofreció quedarme, pero con un beso y un movimiento de cabeza me negué. – No puedo, Ae…tengo que ponerme a salvo en mi mansión…- me excusé y me vestí con rapidez, agradecida de no tener esa sensación de agotamiento que siempre me venía después de una buena follada. Iba a poder escapar sin problemas. – Gracias por todo, jamás lo olvidaré. Menos ahora que soy vampiresa. – Con una sonrisa amplia lo abracé y besé, quedándome con él en la puerta por unos largos segundos que inconscientemente no quería que terminasen, pero el vampirismo tenía esas cosas que no podía desafiar, sólo obedecer. – Te quiero mucho. – Dije besándole la frente antes de darle la espalda y marcharme a paso y salto rápido, desapareciendo entre las calles y callejones con una sonrisa que por largo tiempo había estado ausente de mi rostro; la sonrisa que me hacía ser Reika Roux.
Cerré los ojos, y el tiempo hizo el resto. El calor de Aemon me envolvió, haciendo que me acurrucara más contra él. Aquellos roces hicieron que cierta parte se endureciera entre mis nalgas y el deseo por el otro se incrementara. Al final terminamos haciendo lo de siempre, como si nunca me hubiera convertido en vampiresa y estuviéramos en una simple reunión de dos amigos con derecho que no tardan en violarse el uno al otro a punta de gemidos extremos y movimientos intensos, rápidos y fuertes. Lo que empezó en esa bañera continuó y terminó en la cama de la habitación que por cuyo tamaño se descifraba como la matrimonial, agotándose las energías de ambos pocas horas antes del amanecer. Me ofreció quedarme, pero con un beso y un movimiento de cabeza me negué. – No puedo, Ae…tengo que ponerme a salvo en mi mansión…- me excusé y me vestí con rapidez, agradecida de no tener esa sensación de agotamiento que siempre me venía después de una buena follada. Iba a poder escapar sin problemas. – Gracias por todo, jamás lo olvidaré. Menos ahora que soy vampiresa. – Con una sonrisa amplia lo abracé y besé, quedándome con él en la puerta por unos largos segundos que inconscientemente no quería que terminasen, pero el vampirismo tenía esas cosas que no podía desafiar, sólo obedecer. – Te quiero mucho. – Dije besándole la frente antes de darle la espalda y marcharme a paso y salto rápido, desapareciendo entre las calles y callejones con una sonrisa que por largo tiempo había estado ausente de mi rostro; la sonrisa que me hacía ser Reika Roux.
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Reika Roux- Vampiro Clase Alta
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