En el ombligo de la Luna

En la memoria de mi gente siempre ha existido el impulso de caminar, las leyendas dicen que vinimos del mar, caminando desde eras lejanas en que hubo otros mundos que ahora yacen bajo las aguas.

Venimos caminando siempre en espiral y cuando nos detuvimos en algún sitio tan solo fue para descanzar, siempre salían a nuestro encuentro los espíritus, los guías que hablaban a nuestro pueblo diciendo: Aún no has de detenerte. ¡No para siempre aquí! En esta tierra. Caminar estaba inscrito en nuestra sangre, hasta tocar las cuatro esquinas y entonces regresar.

Sólo entonces tras ese gran retorno al centro de la espiral habríamos ganado nuestro lugar, nuestro derecho sobre la tierra. Así era la consigna de los que primero pisaron tierra.

Los ancianos, que guardan nuestra memoria dicen que vinieron del mar.

Los hombres llegaron siguiendo la guía de las estrellas, venían formando familias o tribus, y estas tribus se organizaban en sociedades mayores llamadas Clanes. Tras la pista de las señales que en el cielo aparecían y con la guía de los espíritus que los Dioses enviaron a la tierra para instruirles.

Estos seres espirituales eran considerados como un clan aparte. Los Kachina. "La gente que vino de las estrellas"

De entre todos los Clanes de los hombres uno llegó hasta el final. Sin ningun Kachina que los guiase, ni bajo la luz de ninguna estrella, los que pisaron tierra de últimas, cuando todos los otros clanes habían inciado cada cual, su camino hasta las cuatro esquinas.

Mucho tramo les llevaban por delante por delante todos los Clanes, a éstos. Los últimos humanos en llegar a Tierra. El pueblo que no era guíado por ninguna estrella.

El clan del Arco.

Siempre rodeados de un aura oscura, Los del clan del Arco eran vistos con recelo por los otros clanes, cuando se encontraban con ellos durante su largo peregrinar por todo el continente y no pocas veces en el transcurso de estas largas migraciones se enfrentaron en sangrientas batallas. Esto sucedió como sucede siempre entre los humanos, cuando algunos de los clanes decidieron acentarse por demasaido tiempo en un lugar, formando ciudades.

Entre mas crecía una ciudad, mas dificil era abandonarla, de modo que los Dioses tenían que provocar sequías y otras calamidades que hacían a la gente continuar su peregrinaje. Por eso cuando el clan del Arco llegó a las tierras de la Gran Ciudad Roja, la encontraron abandonada.

A cobijo de aquellas antiguas ciudades, donde aún moraban los espíritus de "Los que llegaron antes" permanecieron un tiempo antes de continuar con su recorrido.

Se dice que eran siete las tribus que conformaban el Clan del Arco. Que siete fueron las familias que llegaron al lugar sagrado, y - al cabo de un tiempo - lo pasaron de largo. Tenían en el corazón la consigna de la espiral. Penaron mucho en el camino, padeciendo hambre y sed, pero no podían detenerse. ¡Su consigna era el camino! Fue así que llegaron a la Divina Montaña de la Cumbre Torcida, La cumbre Espiral.

El lugar entre nubes que guarda la flor de siete pétalos. La cueva de los siete nichos donde habrían de refugiarse. El cerro que se levanta en medio del agua. Allí habitaron nuestros ancestros por muchos años.

Siete eran las familias que vinieron a habitar el Lugar de las Garzas. Los nombres con que fueron llamados con el tiempo cambiaron según fueron fundando otros pueblos y ciudades por donde pasaban en el camino de sus incesantes migraciones, pues cada Tribu va fijando su peculiar comportamiento en el nombre de lugar en el que actúa o se desplaza. Va depositando en aquel nombre de lugar la señal inequívoca de su expresión cultural e histórica. Grabando en sus signos un momento determinado, eternizado en un Nombre.
Pero en un principio, tan sólo eran siete familias ordenadas según fueron ocupando las cuevas de la Cumbre Espiral y en aquel entonces conservaban los antiguos nombres que llevaron en otras eras, estos eran: Niebla, Refugio, Cielo, Agua-Clara, Caña-Alta, Viento y Dos-Cuernos.

(* Tal vez estos nombres den alguna pista de cómo fue que el Clan del Arco consiguió sobrevivir a la destrucción del Mundo Antiguo) En aquel monte que según la leyenda se hallaba plantado en medio del agua, los del clan del Arco crecieron y prosperaron, esperando alguna señal, alguna clase de guía.

Las siete tribus del clan del Arco consultaban año con año sus oráculos y cada familia, de acuerdo a las señales en el cielo; que ocurrían con varios años de distancia unas de otras, fueron saliendo de la Montaña Espiral en la búsqueda de la tierra en la que habrían de establecerse definitivamente.
Pasados varios siglos de que las primeras seis compañías de gente habían salido de aquellas cuevas donde vivían, en la tierra de las Garzas, al pie del rio de las nueve corrientes, aún quedaba una tribu, a la espera de la señal que les hiciera reanudar camino, y tanto había esperado ya que comenzaban a angustiarse.

Viendo esto, un espíritu de los que guardan este mundo, un espíritu de esos que los hombres conocen con el nombre del Clan Kachina, decidió ir en pos de aquella gente. La leyenda dice que era un gran príncipe entre los Kachina por lo que su madre, la reina temía por su hijo, pues desde que nació había despertado la envidia de otros espíritus. Se cuenta que recién nacido tuvo que luchar por su vida contra sus hermanos que querían asesinarlo para evitar que se cumpliera el designio divino.  

El nombre de este Kachina es "Todas-las-Aves" pues encarnaba en sí, el alma de cada una de las aves que surcan el cielo. Así habló este espíritu a su madre antes de partir:

Madre mía, no me detendré mucho en dar la vuelta, nomás de cuanto llevo a estos hombres y los aposento en donde han de habitar y poblar aquella tierra que les es prometida. Y habiéndolos asentado y poblado y consolado, luego volveré y daré la vuelta...
... Esto será cumpliéndose los años de mi peregrinación y el tiempo que me es señalado, en el cual tengo que hacer guerra a todas la provincias, ciudades y villas y demás lugares y someterlos. Sujetarlos a mi servicio. Pero por la misma orden que yo los ganaré por esa misma orden me los han de quitar y tornar a ganar gentes extrañas. Me han de echar de aquella tierra.
Entonces vendré acá y me volveré a este lugar, porque aquellos que yo sujetare con mi espada y rodela, esos mismos se han de volver contra mí y han de empezar desde mis pies a echarme cabeza abajo, y yo y mis armas iremos rodando por el suelo.  Entonces madre mía, es cumplido mi tiempo y me volveré huyendo a vuestro regazo, hasta entonces no hay que tener pena

Caña Alta, fue un líder de su tribu, en aquellos días en que el líder también era el principal sacerdote, (pues entre estos hombres religión y gobierno eran una misma cosa)  Hasta él llegó Todas-las-Aves, en la forma de un pequeño colibrí que entró un día a la cueva diciendo:

- Tlahui!  Tlahui! (*  Es hora!, Es hora!)

Esta fue la señal que estaba esperando para iniciar su peregrinación, y así reanudaron su andar Caña Alta y su gente por el terreno a veces inhóspito a veces paradisiaco, pero aunque en muchas ocaciones su gente quería rendirse, su Vocero (* que así se referían ellos a su líder) les lanzaba siempre el mismo discurso:

"Nosotros somos el pueblo de Dios, hemos sido llamados para marchar victoriosos, para caminar con gozo a nuestra tierra, estamos en camino y es posible que hoy estemos en el desierto de la desesperanza, en valle de sombra de muerte, en el valle de los huesos secos. Tal vez nos hemos refugiado en algo que no puede proporcionarnos ayuda, ni cobijo, menos ánimo o entereza. Pero escucha, el Espíritu de Dios, que habita en tu corazón, está cantando. Porque esta leve tribulación momentánea, y nuestras almas son eternas”

Donde sea que se detenían demasiado tiempo, volvía a aparecer el colibrí que los llamaba a continuar con su canto “Tlahui, tlahui”  y a pesar de que su gente refunfuñara, Caña Alta siempre interpretaba esto como una señal que les decía: Levántense, porque largo camino les resta.

En su camino se fueron encontrando con los otros clanes, en sus respectivas peregrinaciones. La mayoría recelaba de la gente del Clan del Arco, pues quienes tenían memoria recordaban que habían sido ellos, su perversidad sin límites, lo que había causado la destrucción de Antiguo Mundo.
Sin embargo el clan que iba delante de todos, el Clan del Oso, que por aquellos días se había dividido entre los que se continuaban peregrinando y los que decidieron quedarse en las tierras tropicales donde la vida era fácil. Estos últimos ahora se hacían llamar el Clan del Tlacuache, pues este el espíritu del Tlacuache los había adoptado y les enseño la cultura de los Kachina.

Los del Clan del Arco se referían a estos pueblos como “Los Antiguos Moradores” pues para cuando iniciaron sus migraciones aquellos ya habían construido grandes y hermosas ciudades de piedra algunas de las cuales parecían haber sido abandonadas muchos siglos antes de que ellos pasaran por ahí. De estos Antiguos aprendieron ellos los rituales y la cultura de la que formaban parte, mas nunca olvidaron su origen y la propia historia de su Clan.

Pasaron siglos caminando, siempre trazando espirales sobre la tierra, hasta que llegaron a un gran valle, en el centro del cuarto mundo, Este gran ojo de agua estaba justo en medio del territorio al cual los Antiguos llamaban “Amadetzana” que quiere decir "En medio de la Luna" por tener aquella enorme extensión de tierra la forma de una luna creciente.  Era un valle hermoso y muy rico rodeado ya desde hacía cientos de años por los Clanes de los Flechadores de Pájaros y del Venado.  

El belicoso clan del Arco le hizo la guerra por mucho tiempo y ahora dominaba por medio de las armas todo el valle.  Esto los volvió algo engreídos de modo para cuando llegó al valle de la Luna la última de las tribus, fueron tratados con rudeza, como extraños por sus propios hermanos.

Ahora dominaban grandes territorios, y habían cambiado  su nombre por el de la tierra que reclamaban para sí,  Xochimilcas,  Chalcas,  Tepanecas,  Acolhuas y Tlahuicas y Tlaxcaltecas.  

Pero la ultima tribu en llegar no fue bien recibida por sus otrora hermanos del Clan, por lo que no tenían todavía una tierra a la cual llamar hogar. A ellos les llamaban Aztecas, por venir del Lugar de las Garzas, y les decían así con la secreta esperanza de que en algún momento se regresaran por donde habían venido.

Pero ellos ignoraron las amenazas de los otros pueblos y siguieron siempre en pos de aquella tierra que les habían prometido, sin saber que ya habían llegado. Buscaban una señal muy especifica para detener su andanza. Aquel Espíritu de Colibrí, también llamado “El Zurdo” (* que no es otro que el espíritu de Todas-las-Aves) les había dicho que no podían detenerse hasta que no encontraran el lugar donde la energía de la tierra (* que sube a la tierra en ondas de calor, como serpientes de agua) se encontrara con la radiación del sol, que se extiende en forma de rayos de luz (* como un águila en su alto vuelo extiende las alas) Así les había dicho el pequeño Colibrí de Oriente. Esa era la señal que esperaban encontrar pero esta ocurrió donde menos se lo imaginaban, en un islote en medio del Lago que llamaban Texcoco. (* Y sin embargo era tan parecido a aquella memoria que tenían de la montaña en medio de agua, de su originaria Aztlán)

Ocurrió que; mientras acapampaban a la vera del Lago que representaba para ellos ese ombligo imaginario de su madre tierra, el lugar donde querían permanecer, captó su atención un águila posarse en el centro de un Islote, y en aquel momento toda esa gente tuvo la misma visión. El sol parecía posarse bajo las garras del águila, haciendo que del agua brotaran serpientes transparentes que no eran otra cosa mas que energía pura (* en forma de vapor) Supieron de este modo que aquel sitio sería el mismo centro del Universo, no por que lo fuera ahora; pues apenas era un humilde pedazo de tierra. Pero lo sería un día. Así se los había prometido el Kachina que los trajo hasta aquí – Así que este inmenso Valle es la tierra prometida por los Dioses a nosotros, sus hijos – sin embargo esta tierra prometida aún no les pertenecía verdaderamente. Tuvieron que someterse la tribu que tenía mayor poder en aquel entonces, los de la tierra de las Hormigas. La tribu Tepaneca.

Ellos reclamaban para si el control del todo el Clan del Arco, pues habían llegado primero guiados por su estrella hasta el Lugar de las Hormigas, donde se establecieron y desde ahí controlaban las entradas y las salidas. Mucho se rieron cuando escucharon el proyecto que tenían en mente aquellos bárbaros, por lo que consintieron de buena gana cederles ese pedazo de tierra. Ese insignificante sitio en el centro de la Laguna. A pesar de todo debían trabajar y rendir tributo, si querían permanecer en aquel lugar, rendir pleitesía al señor de Azcapotzalco, como todos los demás.

¡Ya no eran más una tribu! Pero aún eran, en cierto modo, como niños. En cuanto despertaron a la vida, intentaron encontrarse y conquistarse a sí mismos en medio del caos en que rodaban confundidos con todo lo demás. Pero al haber llegado de últimas, tan sólo podían afirmar a cada paso su dependencia. Porque si cada tribu se preocupa por sí misma, al mismo tiempo choca con otras tribus y la lucha por la autonomía y la supremacía es inevitable.

Vencer o ser vencido, no hay otra alternativa. El vencedor será el amo, el vencido será el esclavo. Uno disfrutará de la soberanía y de los “derechos del señor” y el otro cumplirá con respeto sus “deberes de súbdito”.

Y sin embargo los enemigos jamás bajan las armas; cada uno permanece al acecho, espiando las debilidades de los otros, los hijos de los padres, los patrones de los siervos; el que no da golpes los recibe.

¡Pero detrás de los golpes se levantará, más poderosa que ellos, nuestra audacia y nuestra obstinada libertad!

Resultaron ser muy buenos estos Mexicas en las artes de la guerra, prestaban sus servicios como mercenarios a los Señores Tepanecas, asegurando así su prosperidad por muchos años, pero el recelo también crecía entre las otras tribus acerca de estos Mexicas que habían conseguido fincar sus viviendas, mitad en tierra, mitad en el agua, además de iniciar la construcción del templo que sería el centro de su Tlatocayotl, su Gobierno.

Para Tezozómoc; señorde los Tepanecas en la época de su mayores conquistas, los Mexicas no eran más que un instrumento para la expansión de su reino. Contaban con su venia las Sociedades  del Jaguar, el Águila y el Coyote, verdaderas escuelas militares donde se formaba a los jóvenes para las artes de la guerra. Un descendiente de Caña Alta, a quien llamaban “Pluma de Colibrí” era el líder de los Mexicas en ese tiempo y además estaba casado con una hija de Tezozomoc, llegando así a la alta esfera de poder, para envidia de los de Azcapotzalco.  Participando activamente en la conquista de Tultitlán, Cuautitlán, Chalco, Tollantzingo, Xaltocan, Acolman y Otompa.

El viejo Señor de Azcapotzalco no se daba cuenta que estaba creando el arma que destruiría el imperio que él había levantado; no vivió para verlo.  Pero la caída de los Tepanecas ya estaba fraguándose para cuando su hijo Maxtla le sucedió, tras su muerte.

La conspiración vendría de manos de Nezahualcóyotl (*Coyote-Hambriento), que quería vengar la pérdida de su Señorío en Texcoco a manos de Tezozomoc, del mismo modo que Itzcóatl (* Serpiente de piedra), quería vengar la muerte de su sobrino Chimalpopoca, (* Escudo Humeante) tlatoani Mexica que fuera asesinado por Maxtla. Nezahualcóyotl e Itzcóatl pactaron una alianza, a la que se añadió a Totoquiyauhtzin líder de Tlacopan, que a pesar de ser Tepaneca su origen, también quería liberarse de la tiranía de Azcapotzalco. Desde entonces estos tres pueblos formarían una Unión, llamada Extlan Tlatoyan; que, tras la caída de Maxtla iría poco a poco controlando todo el Valle de la Luna.

La ciudad que sería el centro de este Imperio tomó el nombre de Tenochtítlan; que era una reivindicación de su Héroe, pues en aquellos tiempos se había extendido el rumor de que los Mexicas eran descendientes del mítico líder del clan del Arco: Tenoch.
Decían que se había quedado solo en la Montaña Espiral, sobreviviendo apenas, abandonado por su gente, tan sólo con una perra por compañía. La leyenda decía que al regresar Tenoch a su cueva después de cazar, encontraba siempre agua del río en un cántaro y tortillas recién hechas en el comal.

Día tras día, contaban, le sucedió lo mismo a Tenoch hasta que decidió quedarse a espiar lo que ocurría en su ausencia. Lo que descubrió fue a su perra, que se transformaba en una mujer. La cual al verse descubierta se covirtió en su esposa dando a luz a la raza de la Gente Perro.
Así decía la leyenda (* que los Tepanecas se encargaron de extender como si fuera la historia verdadera), para mejor burlarse de los Mexicas, llamándolos hijos-de-Perra. (*Gente-perro o Chichimecas)

La palabrita junto con la leyenda de Tenoch ya existían desde mucho tiempo antes. La usaban los ancianos para designar a la gente nómada de costumbres bárbaras; “los que no saben hablar” y que habitaban la zona árida muy al norte. Se contaba de esas personas que eran todos Gente Perro y así los comparaban con los Mexicas, olvidándose los Tepanecas que en todo caso también ellos alguna vez habían sido Chichimecas.

Por eso con el consenso de los tres señores, la ciudad se llamaría Tenochtitlán, para recordar a aquel legendario personaje, aunque algunos Mexicas estaban convencidos de que ese tal Tenoch ni siquiera existió y que toda esa historia no era más que una fabricación de los de Azcapotzalco (* Ciudad que ahora se había convertido en mercado de esclavos)

Realidad, leyenda o mito sea como fuese la ciudad pasó a llamarse por acuerdo de la Extlan Tlatoyan: México - Tenochtítlan y los que en ella habitaban eran llamados a veces Mexicas, a veces Tenochcas, sobre todo por sus enemigos.

Y para cerciorarse de que el nombre de Tenoch fuese puesto en alto, Itzcóatl, Huey Tlatoani (Noble Vocero) de su pueblo; mandó destruir todo registro histórico de tal forma que se reescribiera la historia a partir de su Tlatocayotl. (* Ganándose con esto el odio de sacerdotes que eran encargados de preservar la memoria de sus ancestros) Reescribiendo la historia para orgullo y mayor gloria de su raza, los Tenochas.
No sería la última vez que sucede…

Trece años después de la fundación, en medio de la laguna de México-Tenochtítlan, decidieron fundar otra ciudad, ya en tierra, a la que llamaron México-Tlatelolco, que era algo así como una hermana menor de la primera y que pronto creció para convertirse en un gran centro cultural.

Ante el avance de la ultima tribu del clan del Arco, los sacerdotes suspiraban:

Este mundo que parece extenderse ante nosotros como tierra de ensueños, variados, hermosos, nuevos...  carece de alegría, de amor, de luz, de certidumbre, paz o compasión.

Henos aquí como en una llanura a oscuras barrida por terrores confusos de luchas y huidas, en que entrechocan sus armas los ejércitos de los que en otro tiempo fueran hermanos. ¿Es este el mundo que para nosotros habían destinado nuestros Dioses? ¿Para esto nos trajeron los Kachinas aqui?

Pero los Mexicas tan solo seguían el patrón de conquista de la tribu Tepaneca. Continuaron las conquistas de pueblos lejanos a los que primero destruían, saqueaban y luego sometían a tributos, controlando las rutas de comercio, creciendo a costa de la esclavitud de otros pueblos. Se erigieron templos y fueron bañados en sangre de los pueblos vencidos. Mas la sangre a la sangre llama y los rencores se fueron dando forma a prejuicios en contra de estos "extraños" venidos de afuera que por medio de la violencia y la muerte imponen inclusive su visión de las cosas.

Ya entonces, y desde siempre esa ha sido la oscura naturaleza que siempre toma forma en el otro... el extranjero, el advenedizo. El Chilango. Eso eran los Mexicas para el Otomí (* flechador de pájaros), para el Mazateco (* Clan del Venado), para el Tolteca (* Entiendase por tolteca, el heredero de aquellos "Antiguos", los del clan Oso y del Tlacuache) Doblemente rechazados también por los de su mismo clan del Arco, como arribistas. Aquella tribu que se impuso por la fuerza, y que por las armas dominó, se ganó por su vertiginoso ascenso, y posterior soberbia, el rencor de los pueblos sometidos. Sin embargo las cosas se mantuvieron de ese modo por mucho tiempo, hasta que el Imperio bajo control de la Extlan-Tlatoyan llegaba de costa a costa de aquel territorio conocido como "La Luna"

Los Mexicas habían crecido en poder e influencia desde la derrota de Maxtla, se volvieron gente orgullosa y el mejor ejemplo de ese espíritu que parecia imparable era Moctecuzomatzin (* Furioso señor) Ilhuicamina (* flechador de Estrellas) el joven príncipe, nieto de Huitzilíhuitl (* Pluma de Colibrí) Heroe que dirigió al ejercito Mexica desde el frente de Tlacopan en la batalla contra Maxtla (* el Fachoso o Mal vestido).  

Una vez en el trono, las victorias de Moctezuma fueron cada vez más frecuentes, por lo que sus súbditos lo consideraron como el supremo juez y señor, a quien nadie osaba contradecir. sirviéndose del poder de los sacerdotes, estableció una monarquía teocrática y gobernó asumiendo ambas funciones.

Aliado con el genio de Nezahualcoyotl, su gran amigo el tlatoani de Texcoco, engrandecieron con magnificas obras la ciudad de México-Tenochtitlán y realizaron campañas de conquista para someter a todas las otras tribus y pueblos a pagar tributo en forma de oro, plata, piedras preciosas, plumas, cacao, maíz, plantas medicinales y esclavos.

Acostumbrados a esta etapa de bienestar económico, fue difícil para el pueblo de Tenochtitlán enfrentarse (* al rededor de 1446) a la terrible crisis provocada por diversas sequías y plagas que arruinaron la agricultura y sumieron a la ciudad en la desesperación y el hambre.

Apenas habían pasado seis años de haber subido al trono Flechador de Estrellas, supremo sacerdote y jefe del pueblo, cuando estas desgracias acaecieron sobre México  
Los sacerdotes aconsejan levantar un templo nuevo a su Guía Espiritual. El Guerrero Kachina conocido como Huitzilopochtli. Solo un pueblo se rehusa a enviar materiales y mano de obra para la construcción del templo de Huitzilopochtli.  Los Chalcas.

Una guerra seria estalló entonces contra El Chalcayotl, el Altépetl (* Reino) de los Chalcas. Eran una Cuádruple Alianza de cuatro ciudades- Nauhcan(* cuatro) Tlahtoyan (* señoríos) - en el centro de México.  La primera llamada Tlalmanalco o Tlacochcalco, la seguna llamada Amaquemecan, la tercera Tenanco y la cuarta Chimalhuacán-Chalco.

Resistieron la guerra contra la Extlan Tlahtoyan de los Mexicas, pero en 1465 fueron finalmente derrotados y sometidos. Sus ciudades saqueadas y repartidas sus tierras y riquezas entre los aliados del Flechador de Estrellas, el Furioso Señor Moctezuma. Mientras que los nobles Chalcas eran exiliados en Huexotzinco.

Después de Chalco, el Flechador de Estrellas puso la mira aún mas lejos, hacia la Huaxteca por el norte y hacia Oaxaca por el sur. Fue gracias a los pueblos sometidos y la las guerras que brindaban esclavos para trabajo y sacrificio que México-Tenochtitlan sobrevivió a las terribles condiciones que enfentaban por el clima y de hecho creció convirtiendose a la muerte del tlahtoani Ilhuicamina en la ciudad mas grande de todo elcontinente, e inclusive que la mayoría de las grandes ciudades Europeas contemporáneas.

A pesar de todo el corazón de Ilhuicamina no estaba contento. Huitzilopochtli su guía y protector permaneció en silencio durante todo ese tiempo. Así, fue como se implementarion las llamadas Guerras Floridas como una practica común por todo su imperio. ¡Tal como narraban sus leyendas, los Dioses exigían grandes sacrificios! ¡Sacrificios Nobles!

(* El concepto de Guerra Florida poco o nada tiene que ver con las guerras humanas tal como las conocemos, principalmente porque nada tiene que ver con la violencia o el intento de destrucción de nada, ni de nadie. Esto es un poco difícil de captar en una cultura como la nuestra en la que la palabra guerra, nos remite a una de las más frecuentes actividades del hombre común, ya sea en lo individual o en lo social y que se refiere siempre al intento de imponer a otros nuestras propias condiciones, a través del uso sutil o descarado de la violencia.)