AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pisadas de titanes [Private] +18
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Pisadas de titanes [Private] +18
Bérénice estaba observando desde la ventana del hotel, la noche que caía vaga y oscura. Había habido un problema con la luz, las velas estaban escaseando y eso a ella le importaba bien poco, pues no necesitaría la luz para poder ver. En parte obviamente. Sus ideas de haber formado en secreto con sus hermanos la orden real escarlata, iban progresando pero aún eran una organización privada y escasamente conocida, quería que mucha gente los apoyara y vieran de lo que estaba echo la Orden, que muy a su pesar, la idea fue de su padre, ella solamente encontró los planos, ahora se reunía con alguien a quien no conocía de nada. Tenía que mantener esa aptitud en la que estaban ahora el cuarteto. Ella misma seria e indomable, su hermano estaba buscando el alma perdida de esa cortesana que perdió hace años, su hermana Alexindice...Seguramente estaría vagando lentamente por algún bosque como cual cuento de hadas y su serpiente estaría siendo más embrujado que a un gato negro.
No tenía mucho sentido estar encerrada. Quizás debería ir en busca de algo interesante que hacer en vez de buscar venganza por lo que le paso a los cuatro, solo terminaría aburriéndose y acabaría en el brillo de San Lorenzo, en el brillo del astro rey, en el sol y calcinada para siempre…la verdad que no querría ese destino. Quería en un pasado tener descendencia, pero acabo muriéndose y volver a la vida de nuevo sin posibilidades de poder tener acaso un momento para preocuparse en el futuro. Ahora estaba congelada en el tiempo y solamente veía la vida pasar ante sus narices.
Comenzó a quitarse la ropa, aquel molesto corsé que la molestaba tanto, después paso a ponerse un antiguo camisón de su madre, en el que le quedaba perfectamente y sus curvas se marcaban sin esfuerzo. Sus senos se aplastaban y se elevaban mostrándolos generosos, se puso un batín de seda y se puso a leer tranquilamente. Iba leyendo las historias de un indu que se habia quedado atrapado en la carcel del amor, que se habia enamorado de una princesa que estaba encerrada en lo alto de la torre. Estaba Bérénice leyendo ¿Y estaba deseando ser esa princesa? Quizás si, pero temía caer en esos juegos de tontos. No, no queria caer.
No tenía mucho sentido estar encerrada. Quizás debería ir en busca de algo interesante que hacer en vez de buscar venganza por lo que le paso a los cuatro, solo terminaría aburriéndose y acabaría en el brillo de San Lorenzo, en el brillo del astro rey, en el sol y calcinada para siempre…la verdad que no querría ese destino. Quería en un pasado tener descendencia, pero acabo muriéndose y volver a la vida de nuevo sin posibilidades de poder tener acaso un momento para preocuparse en el futuro. Ahora estaba congelada en el tiempo y solamente veía la vida pasar ante sus narices.
Comenzó a quitarse la ropa, aquel molesto corsé que la molestaba tanto, después paso a ponerse un antiguo camisón de su madre, en el que le quedaba perfectamente y sus curvas se marcaban sin esfuerzo. Sus senos se aplastaban y se elevaban mostrándolos generosos, se puso un batín de seda y se puso a leer tranquilamente. Iba leyendo las historias de un indu que se habia quedado atrapado en la carcel del amor, que se habia enamorado de una princesa que estaba encerrada en lo alto de la torre. Estaba Bérénice leyendo ¿Y estaba deseando ser esa princesa? Quizás si, pero temía caer en esos juegos de tontos. No, no queria caer.
Última edición por Bérénice Moriarty el Lun Sep 29, 2014 1:45 pm, editado 1 vez
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/01/2012
Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La noche y una carta de la iglesia llevan a un hombre movido por la fe a su crucifijo de plata que cuelga en su cuello a adentrarse en las trampas femeninas en un hotel, el nombre que le han dado es uno solo, un apellido de una familia de la cuales todos son seres nocturnos y asesinos sin piedad, que deben ser exterminados en nombre de nuestro señor, por días había seguido a la mujer en cuestión basándose en el plan de rastreo y encaramiento de la juzgada antes de darle los santos oleos, esa noche como casi todas las noches a fin de mes le tocaba ir al hotel, como todas las mujeres de la clase alta que les gusta ser tratadas como reinas, y más a esas criaturas de la noche que se creen dioses, paganos.
El hermano mayor de los Caruso envía a su hermano a otra misión menos riesgosa, a lo que él se enfrenta a la muerte en manos de aquella vampira, se dirige al hotel, pide una habitación la 168 justo aquella que quedaba junto a las 166 que era la habitación de la mujer, una suit elegante y hermosa y la de él no se quedaba corta, pero que el solo usaría para estar atento a los movimientos de la mujer, cuando le dan la llave va por las escaleras analizando todas las posibles ventanas de escape si es que la cosa se complica, antes de desaparecer en la primera planta, divisa a al mujer mencionada, aquella de facciones delicadas y dulces, pero con un aura de maldad y muerte, para aquel Caruso no le era necesario tener las habilidades de ellos, simplemente con mirar a los ojos podía darse cuenta y esa mujer era de cuidado, indicó al que llevaba su “maleta” con armas que se adelante mientras se pegaba una ligera fumada, bajó justo cuando la mujer paso a su lado, sin mirarle simplemente como si fuera un huésped más.
Cuando la vio desaparecer por las plantas superiores se acercó a la recepción del hotel preguntando por la joven, él sabía de ella pero quería fingir interés por ella pues bien sabía que aquellos seres se sienten egocéntricos cuando tienen a muchos a sus pies, y como hombre cuidadoso que era decidió mantener para sí mismo sus pensamientos verdaderos y crear unos nuevos para ver si la mujer podía leerlos y así hacerla caer en sus garras, aunque siempre y cuando tratando de caer él en las garras de ella
“Keane, recuerda muchos vampiros controlan mentalmente a sus presas y enemigos esto quiere decir que te puede obligar a hacer cualquier cosa o pensarlo por cuenta de ella, manten para ti esos pensamientos, no los muevas y si sientes que no eres tú quien realiza ciertos actos, reza, reza con la fe que tienes y toma este crucifijo en manos, tiene sangre, una sangre única que evitará que te posean mentalmente, esa la sangre de los santos, es algo experimental pero funciona un poco por cierto tiempo, así que solo te dará unos minutos para huir”
Esas palabras le llegaron a su mente pero rápido las desechó cambiado por la sonrisa y con el nombre de la mujer “Berenice Moriarty” una joven dama que siempre venía a pasar el tiempo en el hotel, subió rápido a su habitación para tomar un baño lo más pronto que pudo salió con un nuevo traje y con armas ocultas en él, en la chaqueta lleva unas armas de plata y la espalda una “O Tanto” y entre la chaqueta también unas estrella de plata, y en sus zapatos había unas dagas athames que eran de un brujo nigromante, en su dedo anular de la zurda llevaba un anillo de plata con la insignia de un león de dos cabezas con coronas, el símbolo de su familia. Entró al restaurante del hotel sentándose en una mesa pidiendo un café cargado sin azúcar mirando la puerta, esperando a ver si la mujer bajaba a su cacería de “cena” y por cada sorbo que daba mirada el reloj de plata de bolsillo que llevaba
Un hombre de armas tomar, capaz de matar a quien sea de la forma más sutil.
El hermano mayor de los Caruso envía a su hermano a otra misión menos riesgosa, a lo que él se enfrenta a la muerte en manos de aquella vampira, se dirige al hotel, pide una habitación la 168 justo aquella que quedaba junto a las 166 que era la habitación de la mujer, una suit elegante y hermosa y la de él no se quedaba corta, pero que el solo usaría para estar atento a los movimientos de la mujer, cuando le dan la llave va por las escaleras analizando todas las posibles ventanas de escape si es que la cosa se complica, antes de desaparecer en la primera planta, divisa a al mujer mencionada, aquella de facciones delicadas y dulces, pero con un aura de maldad y muerte, para aquel Caruso no le era necesario tener las habilidades de ellos, simplemente con mirar a los ojos podía darse cuenta y esa mujer era de cuidado, indicó al que llevaba su “maleta” con armas que se adelante mientras se pegaba una ligera fumada, bajó justo cuando la mujer paso a su lado, sin mirarle simplemente como si fuera un huésped más.
Cuando la vio desaparecer por las plantas superiores se acercó a la recepción del hotel preguntando por la joven, él sabía de ella pero quería fingir interés por ella pues bien sabía que aquellos seres se sienten egocéntricos cuando tienen a muchos a sus pies, y como hombre cuidadoso que era decidió mantener para sí mismo sus pensamientos verdaderos y crear unos nuevos para ver si la mujer podía leerlos y así hacerla caer en sus garras, aunque siempre y cuando tratando de caer él en las garras de ella
“Keane, recuerda muchos vampiros controlan mentalmente a sus presas y enemigos esto quiere decir que te puede obligar a hacer cualquier cosa o pensarlo por cuenta de ella, manten para ti esos pensamientos, no los muevas y si sientes que no eres tú quien realiza ciertos actos, reza, reza con la fe que tienes y toma este crucifijo en manos, tiene sangre, una sangre única que evitará que te posean mentalmente, esa la sangre de los santos, es algo experimental pero funciona un poco por cierto tiempo, así que solo te dará unos minutos para huir”
Esas palabras le llegaron a su mente pero rápido las desechó cambiado por la sonrisa y con el nombre de la mujer “Berenice Moriarty” una joven dama que siempre venía a pasar el tiempo en el hotel, subió rápido a su habitación para tomar un baño lo más pronto que pudo salió con un nuevo traje y con armas ocultas en él, en la chaqueta lleva unas armas de plata y la espalda una “O Tanto” y entre la chaqueta también unas estrella de plata, y en sus zapatos había unas dagas athames que eran de un brujo nigromante, en su dedo anular de la zurda llevaba un anillo de plata con la insignia de un león de dos cabezas con coronas, el símbolo de su familia. Entró al restaurante del hotel sentándose en una mesa pidiendo un café cargado sin azúcar mirando la puerta, esperando a ver si la mujer bajaba a su cacería de “cena” y por cada sorbo que daba mirada el reloj de plata de bolsillo que llevaba
Un hombre de armas tomar, capaz de matar a quien sea de la forma más sutil.
Última edición por Keane & Evan Caruso el Mar Abr 22, 2014 11:55 pm, editado 1 vez
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Localización : Donde menos te lo esperes
Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Todo son mentiras encerradas en versos y sonetos que al leerlos son efímeros en el corazón o en el recuerdo. Aun el recuerdo de su hermana perduraba en sus pensamientos y como recordaba la vez en que desapareció aquel golem de barro que les había estado engañando a los tres desde entonces. Seguramente quería saber los planes de su padre para que su tío se adelantara y formara una orden de inquisidores antes que ellos para poder matarlos o solamente obtener todos los beneficios del apellido Moriarty.
Detalles sin importancia le llenaban la cabeza impidiéndola leer. Ella intentaba leer pero le era imposible. Nada, seguía intentándolo pero no había ninguna manera de seguir. Ella misma sabía que la sed le aclamaría de un momento a otro, había insistido varias veces en no beber, morir al alba pero todas las ocasiones fueron evitadas por sus criados mandados por sus hermanos que siempre dormían, pero que después eran informados. Por algo se fue al hotel. A un lugar en donde tendría paz para sí sola y enseguida, sin pensarlo, la ansia de sed le entro de nuevo.
-Mmm….-Suspiró sin más. Alguien como ella tendría que tener la comida a sus pies, pero esta vez, tendría que usar sus artimañas para poder cazar una buena pieza. Del armario sacó un hermoso vestido de encaje negro, con el patrón de los vestidos de la época pero para su gusto, había sido re-diseñado con un escote en “V” y la cintura se ajustaba a su cuerpo dándole forma una cola de sirena con volantes de encaje de croché. Elegancia a mas no poder, el emblema de los Moriarty colgaba de su cuello, orgullosa de llevarlo haciendo juego con sus pendientes de diamante negro que se dejaban ver gracias al improvisado moño de altura que se hizo, dejando espalda y escote a la vista- …Debe de haber alguien que pueda estar desesperado….-Suspiro varias veces-…..Aunque me incluyo en ellas…-Dijo con pesadez pero la sed le reclamaba que actuara rápido o ella misma vería la muerte sin necesidad de que alguien la matara.
CAFETERIA DEL HOTEL
Ella seguía con su caminar lento y sensual que fue levantando las miradas curiosas de todo el mundo que la veía pasar por su lado. Bérénice creía en ella misma cuando se trataba de sacarse partido, cuando había que ir de caza. ¿Cómo había sobrevivido estos días? De los botones del hotel que traían las maletas a las otras habitaciones. Era lógico el último ascenso en los contratos para el servicio del hotel. No pudo evitar soltar una risa corta para sí misma, iba tan sumida en sus pensamientos, en su andar, en lo que haría después hasta que paró de pensar y pidió una mesa al fondo, cerca del radiador que aún estaban en funcionamiento por las locas subidas y bajadas de temperatura…pero ¿A ella que le importaba? Estaba muerta, pero tenía que disimular que era una del montón.
-Té negro….-murmuro a un mesero que estaba acercándose a ella, y como alguien que esperaba a su cita, se quedó en aquella mesa a esperar a su víctima de la noche.
Detalles sin importancia le llenaban la cabeza impidiéndola leer. Ella intentaba leer pero le era imposible. Nada, seguía intentándolo pero no había ninguna manera de seguir. Ella misma sabía que la sed le aclamaría de un momento a otro, había insistido varias veces en no beber, morir al alba pero todas las ocasiones fueron evitadas por sus criados mandados por sus hermanos que siempre dormían, pero que después eran informados. Por algo se fue al hotel. A un lugar en donde tendría paz para sí sola y enseguida, sin pensarlo, la ansia de sed le entro de nuevo.
-Mmm….-Suspiró sin más. Alguien como ella tendría que tener la comida a sus pies, pero esta vez, tendría que usar sus artimañas para poder cazar una buena pieza. Del armario sacó un hermoso vestido de encaje negro, con el patrón de los vestidos de la época pero para su gusto, había sido re-diseñado con un escote en “V” y la cintura se ajustaba a su cuerpo dándole forma una cola de sirena con volantes de encaje de croché. Elegancia a mas no poder, el emblema de los Moriarty colgaba de su cuello, orgullosa de llevarlo haciendo juego con sus pendientes de diamante negro que se dejaban ver gracias al improvisado moño de altura que se hizo, dejando espalda y escote a la vista- …Debe de haber alguien que pueda estar desesperado….-Suspiro varias veces-…..Aunque me incluyo en ellas…-Dijo con pesadez pero la sed le reclamaba que actuara rápido o ella misma vería la muerte sin necesidad de que alguien la matara.
CAFETERIA DEL HOTEL
Ella seguía con su caminar lento y sensual que fue levantando las miradas curiosas de todo el mundo que la veía pasar por su lado. Bérénice creía en ella misma cuando se trataba de sacarse partido, cuando había que ir de caza. ¿Cómo había sobrevivido estos días? De los botones del hotel que traían las maletas a las otras habitaciones. Era lógico el último ascenso en los contratos para el servicio del hotel. No pudo evitar soltar una risa corta para sí misma, iba tan sumida en sus pensamientos, en su andar, en lo que haría después hasta que paró de pensar y pidió una mesa al fondo, cerca del radiador que aún estaban en funcionamiento por las locas subidas y bajadas de temperatura…pero ¿A ella que le importaba? Estaba muerta, pero tenía que disimular que era una del montón.
-Té negro….-murmuro a un mesero que estaba acercándose a ella, y como alguien que esperaba a su cita, se quedó en aquella mesa a esperar a su víctima de la noche.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/01/2012
Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La de ojos rojos como la muerte apareció por la puerta de la cafetería en ese momento Keane ideó una forma de acercarse sin ser muy obvio pero todas le llevaron al fracaso en eso una joven doncella apareció una joven muy hermosa de cabellos rubios y ojos celestes como los cielos despejados, Keane la miro impresionado y supo entonces como acercarse a la vampira y que mejor que con una joven que llamaba la atención de todo aquel hombre y mujer del lugar por sus ojos y cabellos, su vestido era blanco como su alma pura, algo irónico que pudiese morir pero antes Keane la libraría de su mal.
Se levantó inmediatamente de su puesto inclinándose a la joven invitándola a tomar algo con él, un café y a conversar obviamente que fue odiado por los caballeros que añoraban tener a aquella joven entre sus manos, tomó la mano de la doncella dando un beso en su dorso se dignó a hablarle de forma muy dulce pero varonil, no como una orden sino más bien como una súplica
-Oh Virgen Maria que sin pecado concebiste, mira ahora la belleza encarnada entre los hombres, no hay ni existirá mujer más bella que usted My Lady, con sus ojos que aprecian el paraíso y sus ojos que emulan el sol naciente-
La joven sonrió sonrojada –Oh buen hombre pero que cosas dice, es que me está coqueteando, sepa usted que vengo con mis padres y no le gusta a mi padre que se me hable de esa forma-
Keane sonrió complacido porque eso mostraba de que la joven accedería a su petición –Entonces bella rosa de la más hermosa de este jardín, juro ante su padre para decir que no hay flor más bella que usted en este lugar, y para pagar mi pecado de haberla incordiado acepte pues un café o un postré junto a mí, no niegue a este infiel pecador el no poder contemplar a la creación más perfecta y hermosa de todas las criaturas vivas o muertas-
La pequeña accedió, no tendría ni veinte años al contrario su cuerpo era pequeño pero bien delineado y sus curvas no eran tan pronunciadas, su vestido era muy rectado pero dejaba ver algo de su busto, un poco no más pero lo justo para atraer la mirada de la vampira, o eso esperaba Keane; chasqueo sus dedos llamando al mesero que con una sonrisa atendió a la pareja, Keane se sintió complacido y pidió más café para él pero sin azúcar mientras en su cuestión la jovencita pidió un postre de fresas con crema para endulzar la vista del hombre.
-Lamento si no me presenté como debía, pero no podía dejar pasar a una bella flor como usted, me presento Keane Caruso a sus pies mi lady- la joven se sonrojó al ver los reinados modales del hombre ella sonríe inclinando la cabeza –Mucho gusto señor Caruso, para usted Flor Madeleine- Keane sonrió mirando hacia la vampira pero haciéndolo disimuladamente como si viera a todos los del lugar –Creo que en este momento desean matarme y matarla, a usted por sentarse conmigo y a mí por quitar el alimento a otros- guiña el ojo cómplice a la dama que no comprende las palabras del Inquisidor, pero solo se limita a sonreír educadamente.
Siempre ante todo plan que puede salir mal, los modales nunca se pierden y son los que arreglan todo.
Se levantó inmediatamente de su puesto inclinándose a la joven invitándola a tomar algo con él, un café y a conversar obviamente que fue odiado por los caballeros que añoraban tener a aquella joven entre sus manos, tomó la mano de la doncella dando un beso en su dorso se dignó a hablarle de forma muy dulce pero varonil, no como una orden sino más bien como una súplica
-Oh Virgen Maria que sin pecado concebiste, mira ahora la belleza encarnada entre los hombres, no hay ni existirá mujer más bella que usted My Lady, con sus ojos que aprecian el paraíso y sus ojos que emulan el sol naciente-
La joven sonrió sonrojada –Oh buen hombre pero que cosas dice, es que me está coqueteando, sepa usted que vengo con mis padres y no le gusta a mi padre que se me hable de esa forma-
Keane sonrió complacido porque eso mostraba de que la joven accedería a su petición –Entonces bella rosa de la más hermosa de este jardín, juro ante su padre para decir que no hay flor más bella que usted en este lugar, y para pagar mi pecado de haberla incordiado acepte pues un café o un postré junto a mí, no niegue a este infiel pecador el no poder contemplar a la creación más perfecta y hermosa de todas las criaturas vivas o muertas-
La pequeña accedió, no tendría ni veinte años al contrario su cuerpo era pequeño pero bien delineado y sus curvas no eran tan pronunciadas, su vestido era muy rectado pero dejaba ver algo de su busto, un poco no más pero lo justo para atraer la mirada de la vampira, o eso esperaba Keane; chasqueo sus dedos llamando al mesero que con una sonrisa atendió a la pareja, Keane se sintió complacido y pidió más café para él pero sin azúcar mientras en su cuestión la jovencita pidió un postre de fresas con crema para endulzar la vista del hombre.
-Lamento si no me presenté como debía, pero no podía dejar pasar a una bella flor como usted, me presento Keane Caruso a sus pies mi lady- la joven se sonrojó al ver los reinados modales del hombre ella sonríe inclinando la cabeza –Mucho gusto señor Caruso, para usted Flor Madeleine- Keane sonrió mirando hacia la vampira pero haciéndolo disimuladamente como si viera a todos los del lugar –Creo que en este momento desean matarme y matarla, a usted por sentarse conmigo y a mí por quitar el alimento a otros- guiña el ojo cómplice a la dama que no comprende las palabras del Inquisidor, pero solo se limita a sonreír educadamente.
Siempre ante todo plan que puede salir mal, los modales nunca se pierden y son los que arreglan todo.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Localización : Donde menos te lo esperes
Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Los hombres eran sin duda las criaturas más patéticas del mundo. Observaba de reojo a aquel que intentaba cortejar a la pobre muchacha inocente y virgen, pero cuando llego su té negro, Berenice vio que no tenía por qué demorar más en probar de la sangre de aquella joven. La engatusaría con maestría y después acabaría con ella, pero por las ropas de cuero que llevaba aquel hombre, solo le quedaba una pista y era una persona dispuesta a matarla si se disponía a descubrir sus encantos de vampira. El mundo está lleno de lobos disfrazados de corderos, ellos en realidad había sido engañados con tanta maestría que jamás supieron que en realidad su hermana estaba muerta y que era un mísero monstruo de lodo y tierra con el alma de su hermana dentro de dicho artefacto.
A aquel que lo hubiera estado manejando a su antojo, lo había hecho bien y ahora era uno como ellos, aparte, tenía que levantar de las cenizas la Orden que fundo su familia, los Moriarty que eran personas importantes. Pero uno se dedicó a jugar con cortesanas y en soñar cuentos de hadas, Alexindice creyó que también fue a Inglaterra para encontrar el amor de un príncipe y Darwyn se fue a explorar el África y otros lugares para seguir investigando.
¿Para qué?
Ella misma había ido al Sahara a luchar desde que se revelo ante su familia, sintiéndose la menos querida pero aquello le hacía fuerte….pero después de varias semanas, meses incluso años, volvieron a reencontrarse los unos a los otros, aunque hubieran cambiado un poco. Ahora estaba residiendo en el hotel porque se podía disimular el llevarse a una presa a la cama sin tener que utilizar la palabra sexo, pero sobre todo para desconectar de esa unión fraternal de la que disfrutan Freyback y Darwyn. Sentía una profunda envidia ya que ella ahora estaba prácticamente sola y estaría vulnerable contra las artimañas de cualquiera que quisiera su cabeza.
-Madame…-murmuro el mesero que traía consigo lo que pidió. Ella aparto los brazos de su melancolía sobre la mesa para hacer espacio y colocó el pañuelo sobre uno de sus muslos cubiertos por el encaje oscuro del vestido. Por un lado no pasaba nada por desconectar un poco de la vida familiar si es que no se empezaba otras relaciones.
-….Disculpe...mesero…-Bérénice molesto al mesero para poder hacer unas preguntas -….Es atractivo…usted…-rio con voz aterciopelada, era curioso sentirse bien mientras uno hablaba así-….¿Termina a una hora en particular…?-Bérénice iba a ser interrumpida por las palabras del mesero.
-Lo lamento Madame…usted es bellísima, pero….-miro en dirección a la muchacha que coqueteaba con aquel llamado Caruso-….aquella bella joven…-Bérénice observo como le brillaba la mirada.
-Ah…el amor de los jóvenes…que pintoresco…-Termino dando un sorbo a su té-….Si gustas y me sirves fiel….-Su mano fue hasta la cinturilla del pantalón de aquel mesero para ponerlo cara a ella, sonriendo aun deslizo la mano para acariciar con sutileza su entrepierna a la vez que se lamia los labios de una manera sensual-….y haces…todo lo que te diga…tendrás a tu amada en menos que canta un gallo…-Las palabras de Bérénice siempre eran fieles a promesas que después se veían cumplidas.
A aquel que lo hubiera estado manejando a su antojo, lo había hecho bien y ahora era uno como ellos, aparte, tenía que levantar de las cenizas la Orden que fundo su familia, los Moriarty que eran personas importantes. Pero uno se dedicó a jugar con cortesanas y en soñar cuentos de hadas, Alexindice creyó que también fue a Inglaterra para encontrar el amor de un príncipe y Darwyn se fue a explorar el África y otros lugares para seguir investigando.
¿Para qué?
Ella misma había ido al Sahara a luchar desde que se revelo ante su familia, sintiéndose la menos querida pero aquello le hacía fuerte….pero después de varias semanas, meses incluso años, volvieron a reencontrarse los unos a los otros, aunque hubieran cambiado un poco. Ahora estaba residiendo en el hotel porque se podía disimular el llevarse a una presa a la cama sin tener que utilizar la palabra sexo, pero sobre todo para desconectar de esa unión fraternal de la que disfrutan Freyback y Darwyn. Sentía una profunda envidia ya que ella ahora estaba prácticamente sola y estaría vulnerable contra las artimañas de cualquiera que quisiera su cabeza.
-Madame…-murmuro el mesero que traía consigo lo que pidió. Ella aparto los brazos de su melancolía sobre la mesa para hacer espacio y colocó el pañuelo sobre uno de sus muslos cubiertos por el encaje oscuro del vestido. Por un lado no pasaba nada por desconectar un poco de la vida familiar si es que no se empezaba otras relaciones.
-….Disculpe...mesero…-Bérénice molesto al mesero para poder hacer unas preguntas -….Es atractivo…usted…-rio con voz aterciopelada, era curioso sentirse bien mientras uno hablaba así-….¿Termina a una hora en particular…?-Bérénice iba a ser interrumpida por las palabras del mesero.
-Lo lamento Madame…usted es bellísima, pero….-miro en dirección a la muchacha que coqueteaba con aquel llamado Caruso-….aquella bella joven…-Bérénice observo como le brillaba la mirada.
-Ah…el amor de los jóvenes…que pintoresco…-Termino dando un sorbo a su té-….Si gustas y me sirves fiel….-Su mano fue hasta la cinturilla del pantalón de aquel mesero para ponerlo cara a ella, sonriendo aun deslizo la mano para acariciar con sutileza su entrepierna a la vez que se lamia los labios de una manera sensual-….y haces…todo lo que te diga…tendrás a tu amada en menos que canta un gallo…-Las palabras de Bérénice siempre eran fieles a promesas que después se veían cumplidas.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La sonrisa de la acompañante y el respeto que mostraba Keane era único, ningún joven podría darle aquel respeto y engalanarla con palabras tan suaves y ademanes tan finos, atrás habían quedado los deseos de conquistar a la joven doncella, atrás habían quedado los deseos de tener una esposa solo quedaba el presente de su trabajo y de sus hermanos, su familia era lo único que tenía.
Miró a la doncella que le entregaba su pañuelo rosa palo con el número de la habitación y las iniciales de la joven bordados, la joven se puso de pie a lo que Keane respondió levantándose para hacer una reverencia a la joven la cual paso su sonrisas de coquetería y elegancia al hombre, toma asiento esperando a su compañera con la promesa de pasar una muy buena noche en la habitación de él, pero realmente es todo un engaño por parte de Caruso que solo planea tenerla como una carnada a la joven, hay varios vampiros en el lugar los ve con ese deseo de acabar con la vida de una doncella en toda la flor de la juventud y la inexperiencia, él no lo permitirá.
Chasquea los dedos justo cuando llega el mozo que los atendió.
-A la cuenta de Evan- da el nombre de su hermano, era una característica de ellos dos dar los nombres del otro para despistarlos realmente –Y de paso envié un poco de vino blanco a mi habitación la 168, junto con dos copas y unas cerezas por favor- el joven con una reverencia se retira y ordena todo para cumplir las órdenes del hombre que acaba de hacerse huésped del lugar y ya ha conseguido una buena “amante”.
La joven sale del toilette refrescada y con un sonrojo en las mejillas, justo cuando Keane se levanta de su asiento, sabía que todos les miraban pues ella era una niña a los ojos de Keane y él era muy mayor pero era muy común ese tipo de relaciones en la época pero no dejaba de asombrarles como una hombre que jamás habían visto los huéspedes ganara tan rápido a una jovencita.
Antes de salir de la cafetería a la habitación deja unas palabras al aire que estaba seguro no solo su presa escucharía sino todos los vampiros del lugar –Vamos, es hora de salvaguardar la vida por algo mejor allá arriba- la joven lo toma como la invitación más elegante de tomar su tan ansiada virginidad, pero no era nada de eso, ella rodea el brazo de quien espera sea su prometido o amante, pero solo será un cuidador, un protector de su alma y vida.
Salen de la cafetería sonriendo y como siempre Keane dejando en la servilleta unas palabras para quien sea que la tome.
“Lo que no es tuyo, jamás será tuyo, así lo fuerces siempre será de otro y siempre será mío”.
Al subir las escaleras siente la mirada de mujeres sobre la jovencita y sobre él, humanas y sobrenaturales pero no de vampiros ya, lo que le hace suspirar. Llegan a la habitación de él y Keane se toma su tiempo para abrir la puerta luego de unos segundos la abre dejando que la oscuridad se coma aquellas figuras, el vino y las cerezas ya están en su lugar, la joven vuelve a ir al baño para volver a refrescarse, nervios, y cuando ella está ahí el inquisidor se asegura de dejarla dormida coloca un poco de vino en dos copas y en una de ellas deja un líquido incoloro que hará que la doncella duerma hasta el día siguiente.
Ella sale más sonrojada que nunca toma la copa y solo el sueño la vence por completo desfalleciendo en las manos de su cuidador el cual coloca el cuerpo adormilado sobre la cama arropándola, para al final arreglar sus armas y solo aguardar en la oscuridad de la habitación a que alguien caiga en la trampa.
Las cortinas cerradas solo el aroma a sangre de una doncella (de una falsa virginidad tomada, tenía él aparte algo de sangre de cordero para esta ocasión) y un sillón con un hombre sentado con una arma en manos, no hay velas no hay ni huella de luz solo el aroma embriagante de vino, cerezas y sangre.
Miró a la doncella que le entregaba su pañuelo rosa palo con el número de la habitación y las iniciales de la joven bordados, la joven se puso de pie a lo que Keane respondió levantándose para hacer una reverencia a la joven la cual paso su sonrisas de coquetería y elegancia al hombre, toma asiento esperando a su compañera con la promesa de pasar una muy buena noche en la habitación de él, pero realmente es todo un engaño por parte de Caruso que solo planea tenerla como una carnada a la joven, hay varios vampiros en el lugar los ve con ese deseo de acabar con la vida de una doncella en toda la flor de la juventud y la inexperiencia, él no lo permitirá.
Chasquea los dedos justo cuando llega el mozo que los atendió.
-A la cuenta de Evan- da el nombre de su hermano, era una característica de ellos dos dar los nombres del otro para despistarlos realmente –Y de paso envié un poco de vino blanco a mi habitación la 168, junto con dos copas y unas cerezas por favor- el joven con una reverencia se retira y ordena todo para cumplir las órdenes del hombre que acaba de hacerse huésped del lugar y ya ha conseguido una buena “amante”.
La joven sale del toilette refrescada y con un sonrojo en las mejillas, justo cuando Keane se levanta de su asiento, sabía que todos les miraban pues ella era una niña a los ojos de Keane y él era muy mayor pero era muy común ese tipo de relaciones en la época pero no dejaba de asombrarles como una hombre que jamás habían visto los huéspedes ganara tan rápido a una jovencita.
Antes de salir de la cafetería a la habitación deja unas palabras al aire que estaba seguro no solo su presa escucharía sino todos los vampiros del lugar –Vamos, es hora de salvaguardar la vida por algo mejor allá arriba- la joven lo toma como la invitación más elegante de tomar su tan ansiada virginidad, pero no era nada de eso, ella rodea el brazo de quien espera sea su prometido o amante, pero solo será un cuidador, un protector de su alma y vida.
Salen de la cafetería sonriendo y como siempre Keane dejando en la servilleta unas palabras para quien sea que la tome.
“Lo que no es tuyo, jamás será tuyo, así lo fuerces siempre será de otro y siempre será mío”.
Al subir las escaleras siente la mirada de mujeres sobre la jovencita y sobre él, humanas y sobrenaturales pero no de vampiros ya, lo que le hace suspirar. Llegan a la habitación de él y Keane se toma su tiempo para abrir la puerta luego de unos segundos la abre dejando que la oscuridad se coma aquellas figuras, el vino y las cerezas ya están en su lugar, la joven vuelve a ir al baño para volver a refrescarse, nervios, y cuando ella está ahí el inquisidor se asegura de dejarla dormida coloca un poco de vino en dos copas y en una de ellas deja un líquido incoloro que hará que la doncella duerma hasta el día siguiente.
Ella sale más sonrojada que nunca toma la copa y solo el sueño la vence por completo desfalleciendo en las manos de su cuidador el cual coloca el cuerpo adormilado sobre la cama arropándola, para al final arreglar sus armas y solo aguardar en la oscuridad de la habitación a que alguien caiga en la trampa.
Las cortinas cerradas solo el aroma a sangre de una doncella (de una falsa virginidad tomada, tenía él aparte algo de sangre de cordero para esta ocasión) y un sillón con un hombre sentado con una arma en manos, no hay velas no hay ni huella de luz solo el aroma embriagante de vino, cerezas y sangre.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La noche se estaba haciendo eterna más de lo que ella era en si. Sentía que aquel mesero joven que estaba enamorado de aquella muchacha, él mismo no iba a volver a verla. Bérénice era sádica y cruel, pero tampoco se pasaba por el arco el amor de otros o al menos los sueños que otros querían ver cumplidos. Estando pendiente de lo que hiciera el joven, de que si iba o no iba por donde se fue aquel hombre con la dicha muchacha, ella misma le seguiría solamente para que hiciera lo correcto.
Aquel muchacho parecía que no soportaba la lejanía de estar lejos de su amada, observo tranquilamente cuando le trajeron aquel café negro que el joven se quitaba el delantal para subir a paso ligero por las escaleras del hotel que le dirigía hacia las habitaciones.
-Estos jóvenes…-murmuro para si misma de lo que ya sabia que tenia que hacer. Saco unas monedas para pagar el café y acto seguido, se iba deslizando lentamente por la sala, con aquel hermoso vestido negro que se pegaba a su cuerpo delineándole una silueta deseable. Seguía al joven que no dudaba en acercarse mas y mas al peligro, Bérénice se estaba hartando de la insensatez que transmitía el estar enamorado. Rápidamente se acercó al joven para dormirlo, tumbarle en el suelo -…Es por tu bien querido…-Murmuro para después acariciarle la mejilla con el canto del dedo índice y terminar por besarle escuetamente en una de las comisuras del labio inferior.
Se recoloco el vestido lo suficiente y del interior de su vestido de noche saco una pistola de pólvora heredada de su padre, un famoso inquisidor que había combatido a muchos seres como ella en el pasado, una pistola que había llevado consigo hasta el fin del mundo, hasta la perdió y la volvió a recuperar. Si sobrevivía esta noche, la pistola que tenia en sus manos contaría una y mil historias. Podía oler claramente a sangre, pero una sangre…. ¡Ah! ¿Habría sido capaz aquel chacal de desvirgar a la pobre joven? – tsk…Los hombres solo carecéis de sentimientos…-murmuro para si misma conforme andaba hacia donde estaba el olor, se iba acercando mas y mas, pero entonces capto algo en el olor que no era sangre, no era sangre humana.
Bérénice había pasado tiempo sobreviviendo por tierras vírgenes y desoladas, aprendió de venenos, de como reconocer la sangre hasta curación herbal. Después el resto es historia.
Aquel muchacho parecía que no soportaba la lejanía de estar lejos de su amada, observo tranquilamente cuando le trajeron aquel café negro que el joven se quitaba el delantal para subir a paso ligero por las escaleras del hotel que le dirigía hacia las habitaciones.
-Estos jóvenes…-murmuro para si misma de lo que ya sabia que tenia que hacer. Saco unas monedas para pagar el café y acto seguido, se iba deslizando lentamente por la sala, con aquel hermoso vestido negro que se pegaba a su cuerpo delineándole una silueta deseable. Seguía al joven que no dudaba en acercarse mas y mas al peligro, Bérénice se estaba hartando de la insensatez que transmitía el estar enamorado. Rápidamente se acercó al joven para dormirlo, tumbarle en el suelo -…Es por tu bien querido…-Murmuro para después acariciarle la mejilla con el canto del dedo índice y terminar por besarle escuetamente en una de las comisuras del labio inferior.
Se recoloco el vestido lo suficiente y del interior de su vestido de noche saco una pistola de pólvora heredada de su padre, un famoso inquisidor que había combatido a muchos seres como ella en el pasado, una pistola que había llevado consigo hasta el fin del mundo, hasta la perdió y la volvió a recuperar. Si sobrevivía esta noche, la pistola que tenia en sus manos contaría una y mil historias. Podía oler claramente a sangre, pero una sangre…. ¡Ah! ¿Habría sido capaz aquel chacal de desvirgar a la pobre joven? – tsk…Los hombres solo carecéis de sentimientos…-murmuro para si misma conforme andaba hacia donde estaba el olor, se iba acercando mas y mas, pero entonces capto algo en el olor que no era sangre, no era sangre humana.
Bérénice había pasado tiempo sobreviviendo por tierras vírgenes y desoladas, aprendió de venenos, de como reconocer la sangre hasta curación herbal. Después el resto es historia.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La sonrisa engalana el rostro de aquel que entre las sombras se ocultaba fervientemente, solo el sonido del gatillo siendo jalado y sus pies arrastrados en un mar de movimientos violentos hasta posicionarse tras la vampira, la punta del arma apuntando a la nuca de la mujer a la espera, espera de la última petición de la vampira.
Tomó con la otra mano el arma de la mujer para dejarla sin ventajas más que las de la especie de ella, se guardó aquella antigüedad con la esperanza de dejarla como reliquia para la familia Moriarty, a la cual ya tenían en la mira, la dejó voltearse, encararlo para que conociera mejor a su verdugo. Los ojos de Keane se posaron sobre la mujer no había duda era hermosa pero eso era gracias a la maldición que corría por sus venas
La enfrentó con una mirada muy seria como de odio o rencor
-Di tu últimas palabras antes de que pases a mejor vida o al infierno que es donde perteneces- aquel hombre no estaba tomando rehenes, iba por todo y en este sentido todo era la mujer cuyos colmillos habían caído con la sangre –No tocarás a esa joven ni…- antes de terminar la frase si quiera, giró su cabeza hacia la puerta y solo el destello de un cuerpo sobre el suelo le hace enfurecer, asumió el hombre que la mujer había acabado con la vida de aquel muchacho y no le dio pena apuntó su arma al brazo de ella disparándole para que sintiera lo que sus víctimas sienten cuando ella los devora.
-Pide perdón hija de los infiernos, por semejante crimen, no sientes piedad entonces no tendré piedad contigo tampoco- el sonido del disparo se había escuchado por todo el hotel al punto de generarse un caos entre gritos y discusiones abajo, todos corrían por sus vidas –Maldición- no podía él acabar con la mujer y menos dejarla con los dos jóvenes y menos con una doncella, golpeo con el culata del arma la nuca de la mujer para darle unos segundos de tiempo, ya que se desmayaría pero no sería eternamente así que con eso pudo meter el cuerpo del joven y así se percató que no estaba muerto que la mujer no había bebido de él.
Carga a la vampira llevándola a la habitación de ella, la dejo sobre la cama pero antes de que pudiera hacerle algo comenzó a curarle el brazo, había preparado unos empastes a base de hierbas y algo azul que quemaba al contacto con las heridas, era une especie de sellador para no sangrar mucho. Espero al pie de la cama apuntándole con el arma hasta que ella se despertara.
Tomó con la otra mano el arma de la mujer para dejarla sin ventajas más que las de la especie de ella, se guardó aquella antigüedad con la esperanza de dejarla como reliquia para la familia Moriarty, a la cual ya tenían en la mira, la dejó voltearse, encararlo para que conociera mejor a su verdugo. Los ojos de Keane se posaron sobre la mujer no había duda era hermosa pero eso era gracias a la maldición que corría por sus venas
La enfrentó con una mirada muy seria como de odio o rencor
-Di tu últimas palabras antes de que pases a mejor vida o al infierno que es donde perteneces- aquel hombre no estaba tomando rehenes, iba por todo y en este sentido todo era la mujer cuyos colmillos habían caído con la sangre –No tocarás a esa joven ni…- antes de terminar la frase si quiera, giró su cabeza hacia la puerta y solo el destello de un cuerpo sobre el suelo le hace enfurecer, asumió el hombre que la mujer había acabado con la vida de aquel muchacho y no le dio pena apuntó su arma al brazo de ella disparándole para que sintiera lo que sus víctimas sienten cuando ella los devora.
-Pide perdón hija de los infiernos, por semejante crimen, no sientes piedad entonces no tendré piedad contigo tampoco- el sonido del disparo se había escuchado por todo el hotel al punto de generarse un caos entre gritos y discusiones abajo, todos corrían por sus vidas –Maldición- no podía él acabar con la mujer y menos dejarla con los dos jóvenes y menos con una doncella, golpeo con el culata del arma la nuca de la mujer para darle unos segundos de tiempo, ya que se desmayaría pero no sería eternamente así que con eso pudo meter el cuerpo del joven y así se percató que no estaba muerto que la mujer no había bebido de él.
Carga a la vampira llevándola a la habitación de ella, la dejo sobre la cama pero antes de que pudiera hacerle algo comenzó a curarle el brazo, había preparado unos empastes a base de hierbas y algo azul que quemaba al contacto con las heridas, era une especie de sellador para no sangrar mucho. Espero al pie de la cama apuntándole con el arma hasta que ella se despertara.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Flashback
Jerusalén, cuando la noche acechaba tras la noche…..
Bérénice, estando bajo los últimos rayos de sol, tendía sus ropajes de medio oriente en la terraza de su hogar allá donde estaba. El sol quemaba aun incluso estando en la sombra, por la noche refrescaría pero sus ropas estarían secas antes de que se levantara. Bérénice se había adaptado a la vida tranquila que llevaba en Jerusalén después de estar combatiendo día tras día, estando en vela por la noche a la espera de algún enemigo. Después de un tiempo ella volvió a la paz. Tenía la esperanza de declararse a una persona que parecía querer verla por la noche, a eso de cuando la luna estuviera sobre las dunas del desierto que rodeaba la pequeña ciudad. Tenía la esperanza de poder tener su vida, hijos, un esposo y una vida prospera, estar probablemente de nuevo en Francia y ver el atardecer en el porche con sus nietos jugando en el jardín. Bérénice soñaba demasiado y se dio cuenta de que próximamente estaría la noche sobre su cabeza. Lo único que también deseaba era volver a ver a sus hermanos.
¿Dónde estarían?
Fin Del Flashback
-Mmm….hermana…-Murmuro el nombre de aquella joven mientras despertaba poco a poco para descubrirse en su habitación personal, recordando que aquel desgraciado que la apuntaba con la pistola la había disparado, pero vio que ahora tenía el brazo curado. No sabía cómo reaccionar ante aquel gesto. Seguro que se habrá medio arrepentido de matarla al comprobar el cuerpo del joven ya que lo dejo como si hubiera muerto – Es que acaso no sabes comportarte con una mujer? –Sabía que la había golpeado en la nuca, sin oportunidad de defenderse, pero ahora ella estaba pendiente de que no le disparara mientras se sentaba contra las almohadas de la cama.
– No creo que quieras matar a una inquisidora –Habló con pasividad y sin ninguna prisa aunque no podía evitar echar un vistazo a la pistola que llevaba en la mano. No quería perder otro brazo aunque el que tenía herido ya lo tenía del todo curado –Oh cuando mis padres eran unos de los mejores inquisidores que habían habido en el mundo con lo que después construyeron una empresa que se quedó en hiatus –Decía cuando miraba aquel que aún le apuntaba. Solo suspiro – No conseguirás nada matándome…tengo más gente de mi lado –Dijo moviendo sus labios de una manera sensual, atrayente - ¿O acaso quieres que haya más sangre? ¿Qué pretendes hacer una vez me hayas matado? -murmuro intentando convencer a quien parecía ser algo más que un hombre armado debido al cuero que vestía en esta increíble velada.
Jerusalén, cuando la noche acechaba tras la noche…..
Bérénice, estando bajo los últimos rayos de sol, tendía sus ropajes de medio oriente en la terraza de su hogar allá donde estaba. El sol quemaba aun incluso estando en la sombra, por la noche refrescaría pero sus ropas estarían secas antes de que se levantara. Bérénice se había adaptado a la vida tranquila que llevaba en Jerusalén después de estar combatiendo día tras día, estando en vela por la noche a la espera de algún enemigo. Después de un tiempo ella volvió a la paz. Tenía la esperanza de declararse a una persona que parecía querer verla por la noche, a eso de cuando la luna estuviera sobre las dunas del desierto que rodeaba la pequeña ciudad. Tenía la esperanza de poder tener su vida, hijos, un esposo y una vida prospera, estar probablemente de nuevo en Francia y ver el atardecer en el porche con sus nietos jugando en el jardín. Bérénice soñaba demasiado y se dio cuenta de que próximamente estaría la noche sobre su cabeza. Lo único que también deseaba era volver a ver a sus hermanos.
¿Dónde estarían?
Fin Del Flashback
-Mmm….hermana…-Murmuro el nombre de aquella joven mientras despertaba poco a poco para descubrirse en su habitación personal, recordando que aquel desgraciado que la apuntaba con la pistola la había disparado, pero vio que ahora tenía el brazo curado. No sabía cómo reaccionar ante aquel gesto. Seguro que se habrá medio arrepentido de matarla al comprobar el cuerpo del joven ya que lo dejo como si hubiera muerto – Es que acaso no sabes comportarte con una mujer? –Sabía que la había golpeado en la nuca, sin oportunidad de defenderse, pero ahora ella estaba pendiente de que no le disparara mientras se sentaba contra las almohadas de la cama.
– No creo que quieras matar a una inquisidora –Habló con pasividad y sin ninguna prisa aunque no podía evitar echar un vistazo a la pistola que llevaba en la mano. No quería perder otro brazo aunque el que tenía herido ya lo tenía del todo curado –Oh cuando mis padres eran unos de los mejores inquisidores que habían habido en el mundo con lo que después construyeron una empresa que se quedó en hiatus –Decía cuando miraba aquel que aún le apuntaba. Solo suspiro – No conseguirás nada matándome…tengo más gente de mi lado –Dijo moviendo sus labios de una manera sensual, atrayente - ¿O acaso quieres que haya más sangre? ¿Qué pretendes hacer una vez me hayas matado? -murmuro intentando convencer a quien parecía ser algo más que un hombre armado debido al cuero que vestía en esta increíble velada.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La mirada de aquel hombre fue severa, le dejó decir todo lo que quisiera incluso las frasecitas de amenaza y de petulancia por haber sido hija de inquisidores, Keane caminó hasta la puerta escuchando lo más ligeros ruidos, una vez se hubo visto a salvo bajo su arma para tomar asiento en uno de los sillones frente a frente de la mujer, su pie cercó el cuerpo posado sobre la cama justo alado de la vampira, estaba medio reclinado.
Aspiro algo de tranquilidad para luego encontrar las palabras que tenía para ella –Primero, si no te mato no es por consideración a tu familia, si fuera por ello ya estarías muerta, y no no creas que hablar de tu antigua línea de inquisidores familiares hará que sienta algo para evitar ejecutar el plan al que se me envió, pero el objetivo es otro, no eres tú, es tu hermano Freyback se tiene noticias que está planeando tomar lo que llevo a tu padre a la muerte, aquella idea de su grupo de orgia o algo así- desenfunda nuevamente otra arma una cuchilla de plata bendecida por el mismísimo santo padre, juega con aquella filuda arma entre sus manos apuntando donde estaría el corazón de la mujer.
-Ustedes trajeron la sangre, así que decide, te unirás a nosotros para espiar a tus propios hermanos o prefieres morir aquí y ahora- su sonrisa desaparece y al contrario tiene un semblante apagado, extrañaba a sus hermanos sobre todo a la pequeña Caruso –por otro lado no solo te quiero para lo de tus hermanos, si no para algo más, algo más personal digamos- guarda la cuchilla poniéndose de pie para ver por la ventana –No creo que tus secuaces te encuentren y si tratas de gritar sería lo último que hicieras porque ese bello rostro se quedará sin lengua, y no queremos arruinar tan hermosa presencia, ¿verdad?-
Cerró las cortinas dejando la habitación más oscura y entonces un ápice de bondad surge de la nada –Es mejor que descanses mañana me dirás tu respuesta, por ahora duerme que has perdido mucha sangre- toma le sillón arrastrándolo hacia la puerta, ahí el descansaría, dándole la espalda –Sé que estas sola, te he observado por días, no tienes a nadie por eso vienes aquí para sentirte en familia tener a alguien que se preocupe de ti, y lo sabes, tus hermanos están cada uno por su lado y tu otra hermana asesinada por sus actos estúpidos, no vengas a decirme que tienes a alguien que vele por ti, ustedes los vampiros no saben de eso realmente- el odio por estar lejos de su hermana le hace hablarle así a la mujer, él sabe que ella no tiene la culpa pero aun así no puede evitarlo.
Aspiro algo de tranquilidad para luego encontrar las palabras que tenía para ella –Primero, si no te mato no es por consideración a tu familia, si fuera por ello ya estarías muerta, y no no creas que hablar de tu antigua línea de inquisidores familiares hará que sienta algo para evitar ejecutar el plan al que se me envió, pero el objetivo es otro, no eres tú, es tu hermano Freyback se tiene noticias que está planeando tomar lo que llevo a tu padre a la muerte, aquella idea de su grupo de orgia o algo así- desenfunda nuevamente otra arma una cuchilla de plata bendecida por el mismísimo santo padre, juega con aquella filuda arma entre sus manos apuntando donde estaría el corazón de la mujer.
-Ustedes trajeron la sangre, así que decide, te unirás a nosotros para espiar a tus propios hermanos o prefieres morir aquí y ahora- su sonrisa desaparece y al contrario tiene un semblante apagado, extrañaba a sus hermanos sobre todo a la pequeña Caruso –por otro lado no solo te quiero para lo de tus hermanos, si no para algo más, algo más personal digamos- guarda la cuchilla poniéndose de pie para ver por la ventana –No creo que tus secuaces te encuentren y si tratas de gritar sería lo último que hicieras porque ese bello rostro se quedará sin lengua, y no queremos arruinar tan hermosa presencia, ¿verdad?-
Cerró las cortinas dejando la habitación más oscura y entonces un ápice de bondad surge de la nada –Es mejor que descanses mañana me dirás tu respuesta, por ahora duerme que has perdido mucha sangre- toma le sillón arrastrándolo hacia la puerta, ahí el descansaría, dándole la espalda –Sé que estas sola, te he observado por días, no tienes a nadie por eso vienes aquí para sentirte en familia tener a alguien que se preocupe de ti, y lo sabes, tus hermanos están cada uno por su lado y tu otra hermana asesinada por sus actos estúpidos, no vengas a decirme que tienes a alguien que vele por ti, ustedes los vampiros no saben de eso realmente- el odio por estar lejos de su hermana le hace hablarle así a la mujer, él sabe que ella no tiene la culpa pero aun así no puede evitarlo.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Terminaría de escuchar a ese incompetente que seguramente estaba diciendo sandeces para su oído y estaba perdiendo el tiempo en amenazarla. Cuando todo estuvo en silencio y aquel inquisidor estaba casi dormido, Bérénice fue lentamente levantándose de la cama en la que estaba, se acercó con los brazos a los lados hacia la ventana para apartar un poco las cortinas oscuras y posar su mirada en el más allá. Allí en el horizonte, a las afueras de Paris se encontraban sus hermanos dispuestos a encontrar un manjar de doncellas para poder saciarse. Ella estaba con la mente en otra parte. No decidiría espiar a sus hermanos pero si sentía la ausencia de una tercera persona ajena a él.
Su hermana, sabía que era una hermana pequeña de la manera tan impulsiva de la que hablo de sus hermanos, se notaba el anhelo de ella. Su moño recogido solamente al deshacérselo quedo sobre su espalda en disimulados tirabuzones. Su cuerpo pálido y enfermizo se cubría por una elegante capa de encaje oscuro de la que se componía su vestido. Suspiro como si pudiera hacerlo. Sus brazos rodearon su cuerpo para así poder abrazarse a sí misma, sintiendo que estaba sintiéndose lo suficientemente sola en el mundo como tal había dicho aquel inquisidor. Quizás era verdad que no había solución hasta este momento. Solo quedaba esperar a que el nuevo día llegara, pensaba rendirse y dejar que la luz le abrasara para así poder morir….pero nadie la iba a dejar que aquello fuera así.
Su vestido de gala oscuro cayó al suelo dejando ver una hermosa figura esbelta y sensual, de un tono pálido y enfermizo pero tersa y hermosa. Bérénice estaba aún frente a la ventana y el conjunto interior se ajustaba sobre su cuerpo como una segunda piel. ¿Qué estuviera ahí el inquisidor le molestaba? Para nada. Si no le gustaba lo que veía que se quitara de en medio y la dejara ser como era ella. Libre. Entonces fue lentamente quitándose los zapatos para poder sentarse en el borde de la cama, observándose el brazo herido…no tan herido pero que ya estaba curado gracias a la poca ayuda del otro. Le miro de reojo y estaba durmiendo plácidamente. Se quedó viéndole más atenta. Se tumbó boca abajo con los codos apoyados en la cama y la barbilla sobre sus manos. Estaba observando como dormía y se atrevió a probar algo. Se puso antes una bata roja de gasta y se acercó al inquisidor, termino viéndole más de cerca, no como presa, sino como una compañía que pudiera tener.
Se le parecía a él. Recordaba a aquel caballero en Jerusalén que conoció y que estuvo a punto de casarse con ella, juntos poder haber tenido hijos y haber sido felices, pero entonces su destino fue otro que convertirse en lo que eran y ser perseguidos por la gente del que tenía justo al lado. Eso era ahora y de un modo u otro deseaba acurrucarse contra todo el cuero que llevaba aquel inquisidor. Sentía los ojos humedecerse. Seguramente sus hermanos habrían probado la sensación de un beso o una caricia.
Se lamio los labios lentamente, puso una mano sobre el torso del inquisidor y se iba acercando a este hasta que lentamente, aunque fuera imprudente, le beso, rozo, toco los labios ajenos con lentitud sintiéndose una inexperta pero consiguió encajar con los ajenos en un baile lento pero corto, se apartó, sintiéndose extraña….muy extraña. Rozaba los labios con sus dedos sintiéndose un poco rara al aun sentir esa sensación de primeriza. Tendría que alejarse para que no viera su vida inexperta en el amor y que él tuviera un motivo más de burla. A la cama volvió pero…regreso hasta donde estaba el inquisidor. Esta vez se quedó al lado de este y coloco la cabeza sobre el borde de aquel sofá elegante que había en la suite. Ahí, como si quisiera la compañía de él, como si quisiera su compañía y sus brazos alrededor de ella.
Su hermana, sabía que era una hermana pequeña de la manera tan impulsiva de la que hablo de sus hermanos, se notaba el anhelo de ella. Su moño recogido solamente al deshacérselo quedo sobre su espalda en disimulados tirabuzones. Su cuerpo pálido y enfermizo se cubría por una elegante capa de encaje oscuro de la que se componía su vestido. Suspiro como si pudiera hacerlo. Sus brazos rodearon su cuerpo para así poder abrazarse a sí misma, sintiendo que estaba sintiéndose lo suficientemente sola en el mundo como tal había dicho aquel inquisidor. Quizás era verdad que no había solución hasta este momento. Solo quedaba esperar a que el nuevo día llegara, pensaba rendirse y dejar que la luz le abrasara para así poder morir….pero nadie la iba a dejar que aquello fuera así.
Su vestido de gala oscuro cayó al suelo dejando ver una hermosa figura esbelta y sensual, de un tono pálido y enfermizo pero tersa y hermosa. Bérénice estaba aún frente a la ventana y el conjunto interior se ajustaba sobre su cuerpo como una segunda piel. ¿Qué estuviera ahí el inquisidor le molestaba? Para nada. Si no le gustaba lo que veía que se quitara de en medio y la dejara ser como era ella. Libre. Entonces fue lentamente quitándose los zapatos para poder sentarse en el borde de la cama, observándose el brazo herido…no tan herido pero que ya estaba curado gracias a la poca ayuda del otro. Le miro de reojo y estaba durmiendo plácidamente. Se quedó viéndole más atenta. Se tumbó boca abajo con los codos apoyados en la cama y la barbilla sobre sus manos. Estaba observando como dormía y se atrevió a probar algo. Se puso antes una bata roja de gasta y se acercó al inquisidor, termino viéndole más de cerca, no como presa, sino como una compañía que pudiera tener.
Se le parecía a él. Recordaba a aquel caballero en Jerusalén que conoció y que estuvo a punto de casarse con ella, juntos poder haber tenido hijos y haber sido felices, pero entonces su destino fue otro que convertirse en lo que eran y ser perseguidos por la gente del que tenía justo al lado. Eso era ahora y de un modo u otro deseaba acurrucarse contra todo el cuero que llevaba aquel inquisidor. Sentía los ojos humedecerse. Seguramente sus hermanos habrían probado la sensación de un beso o una caricia.
Se lamio los labios lentamente, puso una mano sobre el torso del inquisidor y se iba acercando a este hasta que lentamente, aunque fuera imprudente, le beso, rozo, toco los labios ajenos con lentitud sintiéndose una inexperta pero consiguió encajar con los ajenos en un baile lento pero corto, se apartó, sintiéndose extraña….muy extraña. Rozaba los labios con sus dedos sintiéndose un poco rara al aun sentir esa sensación de primeriza. Tendría que alejarse para que no viera su vida inexperta en el amor y que él tuviera un motivo más de burla. A la cama volvió pero…regreso hasta donde estaba el inquisidor. Esta vez se quedó al lado de este y coloco la cabeza sobre el borde de aquel sofá elegante que había en la suite. Ahí, como si quisiera la compañía de él, como si quisiera su compañía y sus brazos alrededor de ella.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Aquel hombre permaneció lúcido hasta que la divina providencia se lo permitió cayendo en un sueño algo profundo olvidándose por completo de aquella mujer, que, según sus “supuestos” estaría dormida también pero había olvidado un detalle es nocturna y él diurno una gran diferencia entre los dos, algo que lo llevo hasta la somnolencia y por tanto al sueño profundo.
En el mundo de los sueños, el recuerdo de dos pequeños hermanos que juegan y se divierten entre los campos de una mansión, un hogar lleno de amor y cariño cuyo progenitores profesan el amor verdadero sin mentiras ni engaños; los dos pequeños juegan alegremente trepando árboles y corriendo por el prado verde hasta que las nubes oscuras cubren todo el lugar, la densa niebla y la falta de luz solo muestran a un pequeño, algo mayor marchándose, lejos del hogar, lejos de su familia para un futuro incierto…luego el otro hermano alejándose con rabia y odio y tomada de las manos de su madre una niña, una pequeña que al parecer no tiene nada que ver con los propios varones fraternos.
El sonido de un cristal rompiéndose y una flecha disparada lo despierta cual rayo tomando su arma con garbo pero solo encuentra a una mujer recostada a su lado, se entalla los ojos los hombre apartando el sueño y la visión dudosa hasta que contempla aquel cuerpo semi desnudo, la mandíbula la tensa por completo, aun siendo su peor enemiga es una mujer y él un hombre y no se puede negar que aquella fémina tiene curvas de matar, guarda el arma asesina y devoradora de inmortales levantándose para tomar en brazos el cuerpo frágil pero engañoso de la vampira, la carga cual doncella hasta la cama depositándola con suavidad a que las sábanas de finas telas la abracen, cubre el cuerpo de la mujer con una manta sin dejar de observar ese rostro y esos labios.
Es ahí que recuerda los cristales y la flecha tocándose sus propios labios sintiéndolos diferentes, humedecidos y frescos como si hubieran sido deleitados con disposición de otros, sentían una leve hinchazón de haber sido besado y sobre todo un perfume en sus dedos, un perfume de un labial, lo que le lleva a mirar más de cerca a la mujer a sus labios para ser precisos, acerca su rostro tanto hasta percibir el mismo aroma dulce de aquellos labios, pero antes de que la mujer despierte aleja su rostro porque aun desconfía de ella.
Cansado mira la ventana asegurándose que no entrarán los rayos solares hasta el siguiente día que pueda él salir de ahí ileso, su cuerpo comienza a sentir una calentura extraña, mirando a la mujer alza los hombros para quitarle importancia a sus pensamientos dejando un susurro –Si no se fue antes que podía no lo hará ahora tampoco– sus pasos se escuchan muertos por la alfombra que recubre los pisos de la habitación pero se escuchan que andan directo hacia el tocador.
El sonido de las telas de cuero cayendo al piso es todo lo que se escucha y aun hombre apoyado contra aquel lavabo mirándose a la cara mientras espera que la tina se llene de agua completamente, sus ojos cansados y su cuerpo envuelto en una toalla fina -Que estás haciendo Keane, que estas haciendo ahora- cansado y sudado asi se hallaba en ese momento, su ropa sobre pequeño silloncito que está junto a aquel lavabo de gavetas donde hay implementos femeninos y masculinos de aseo.
En el mundo de los sueños, el recuerdo de dos pequeños hermanos que juegan y se divierten entre los campos de una mansión, un hogar lleno de amor y cariño cuyo progenitores profesan el amor verdadero sin mentiras ni engaños; los dos pequeños juegan alegremente trepando árboles y corriendo por el prado verde hasta que las nubes oscuras cubren todo el lugar, la densa niebla y la falta de luz solo muestran a un pequeño, algo mayor marchándose, lejos del hogar, lejos de su familia para un futuro incierto…luego el otro hermano alejándose con rabia y odio y tomada de las manos de su madre una niña, una pequeña que al parecer no tiene nada que ver con los propios varones fraternos.
El sonido de un cristal rompiéndose y una flecha disparada lo despierta cual rayo tomando su arma con garbo pero solo encuentra a una mujer recostada a su lado, se entalla los ojos los hombre apartando el sueño y la visión dudosa hasta que contempla aquel cuerpo semi desnudo, la mandíbula la tensa por completo, aun siendo su peor enemiga es una mujer y él un hombre y no se puede negar que aquella fémina tiene curvas de matar, guarda el arma asesina y devoradora de inmortales levantándose para tomar en brazos el cuerpo frágil pero engañoso de la vampira, la carga cual doncella hasta la cama depositándola con suavidad a que las sábanas de finas telas la abracen, cubre el cuerpo de la mujer con una manta sin dejar de observar ese rostro y esos labios.
Es ahí que recuerda los cristales y la flecha tocándose sus propios labios sintiéndolos diferentes, humedecidos y frescos como si hubieran sido deleitados con disposición de otros, sentían una leve hinchazón de haber sido besado y sobre todo un perfume en sus dedos, un perfume de un labial, lo que le lleva a mirar más de cerca a la mujer a sus labios para ser precisos, acerca su rostro tanto hasta percibir el mismo aroma dulce de aquellos labios, pero antes de que la mujer despierte aleja su rostro porque aun desconfía de ella.
Cansado mira la ventana asegurándose que no entrarán los rayos solares hasta el siguiente día que pueda él salir de ahí ileso, su cuerpo comienza a sentir una calentura extraña, mirando a la mujer alza los hombros para quitarle importancia a sus pensamientos dejando un susurro –Si no se fue antes que podía no lo hará ahora tampoco– sus pasos se escuchan muertos por la alfombra que recubre los pisos de la habitación pero se escuchan que andan directo hacia el tocador.
El sonido de las telas de cuero cayendo al piso es todo lo que se escucha y aun hombre apoyado contra aquel lavabo mirándose a la cara mientras espera que la tina se llene de agua completamente, sus ojos cansados y su cuerpo envuelto en una toalla fina -Que estás haciendo Keane, que estas haciendo ahora- cansado y sudado asi se hallaba en ese momento, su ropa sobre pequeño silloncito que está junto a aquel lavabo de gavetas donde hay implementos femeninos y masculinos de aseo.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Y no más el aroma de lo desconocido la llevaba a desarrollar deseos por lo pecaminoso, aquello en ella era inexperta más nunca yació y solo deseo hasta la saciedad, deseando y viéndose que no conseguiría nada de nadie sin que ella se moviera después para conseguir lo que deseaba y que era la calidez de un hombre sobre ella o una caricia, al menos una caricia sobre sus labios o sobre uno de sus pálidos brazos. El aroma del cazador y ella siendo la inocente caperucita envuelta en ropas oscuras de encaje, la atrajo, la hizo abrir los ojos en búsqueda de saciar su sed de sangre y sexo contenido por el paso del tiempo. Sus ojos abrían, observando la ancha espalda del inquisidor dándose a conocer con múltiples cicatrices de las que ella pudiera imaginar.
– Sufrimiento equitativo –Soltó conforme sus pies eran silenciosos al ponerse sobre la moqueta de la habitación, ella con pocas ropas sobre su cuerpo, atrapa con sus manos una bata de encaje negro sobre un biombo que había, el que solía ponerse cuando estaba medianamente cómoda en la habitación. Estaba sola pero escuchaba las ropas de cuero deslizarse por la figura masculina – Agh….-La sed aclamaba beber del néctar carmesí de su carcelero, se sujetó en un poste de la cama, intentando aguantar la necesidad de lanzarse sobre él, no, no, no.
¿Qué pasaba? ¿Era el deseo de su inexperto cuerpo por querer yacer salvajemente con el ajeno o era solamente porque la sed comenzaba a sobreponerse sobre ella, convirtiéndola en la sirviente de la sangre?
En su vida la necesidad estaba tan al límite, podía sentir como se humedecía al pensar ese sudado cuerpo sobre el de ella, ambos, restregándose el uno con el otro, finalmente su cuerpo cedió cayendo al suelo de manera sensual arrastrándose por el poste de la cama, aguantando la necesidad de saltar sobre el cuello ajeno – Maldita sea –Murmuro por lo bajo, queriendo quitarse la vida por no ser humana, por no poder aguantar su naturaleza de vampira, queriendo volver a tener la humanidad que antaño tuvo.
“Cuando te sientas perdida Bérénice, cuando lo veas todo oscuro, aférrate a aquello que más quieras y veras como la luz cubre toda tu oscuridad”
-Padre….-Susurro, su padre tenía razón, todo tenía que estar en su sitio, tenía que encontrar la paz, tenía que sentir la fuerza necesaria para poder sacar de su cuerpo la necesidad del mal en su interior, pero ¿acaso valió la pena dejar el futuro que tenía planeado? Hijos, una familia, un marido y ella poder envejecer junto a su amado, pero, no, jamás había encontrado aquello que los humanos llamaban amor, ella tuvo que sufrir junto a sus hermanos la maldición del sol, aquella que sublevaba a los inmortales salir de día, aquellos que se perdían en las sombras de la noche y su único castigo era castigar a otros con quitar sangre de un cuerpo humano.
“Levántate, Bérénice…Esta no es la Bérénice que conozco…”
Y lo siguiente que vio fue, la imagen de su antiguo amado, aquel que tuvo que dejar a orillas de la tierra santa, todo para tener que reunirse de nuevo con sus hermanos y acabar malditos, acabar como estaban – Adrian…-Los susurros fueron más que ayuda, eran suplicas para que se la llevaran consigo, pero hacia aire, estaba frio más de la cuenta y veía la luna brillar más que de costumbre.
“Ven, Bérénice, ya todo terminó….”
Seguía diciendo aquella alucinación de Adrian, acercándose más y más hacia el balcón de aquella habitación – Sí, Adrian…ya voy…-Dijo Bérénice medio ausente, levantándose y siendo hipnotizada por la alucinación, ella le seguía, se acercaba lentamente hacia el balcón, vio como Adrian la abrazaba y este se disipaba para ponerse al lado de la vampira, le susurro “Solo tienes que saltar, Bérénice….y estaremos juntos…” Y Bérénice, que parecía aun ausente, asintió estando en trance, se agarró de la barandilla para terminar recibiendo un disparo en su brazo, se despertó del trance, se quejó del brazo contrario tras haber sido herido, sus colmillos salieron de su dentadura amenazando a quien le había disparado, pero enseguida se vio dónde estaba.
¿Cómo había llegado al balcón si hace nada estaba en el suelo deprimida de su propia vida virgen?
-¿Cómo he llegado aquí? –Se preguntó a sí misma y vio a Keane aun apuntándola. Tenía miedo y lo único que pudo hacer es bajar su mirada y caer al suelo echa una bola, deprimiéndose aún más por haber bajado la guardia y haberse dejado llevar a una muerte segura.
– Sufrimiento equitativo –Soltó conforme sus pies eran silenciosos al ponerse sobre la moqueta de la habitación, ella con pocas ropas sobre su cuerpo, atrapa con sus manos una bata de encaje negro sobre un biombo que había, el que solía ponerse cuando estaba medianamente cómoda en la habitación. Estaba sola pero escuchaba las ropas de cuero deslizarse por la figura masculina – Agh….-La sed aclamaba beber del néctar carmesí de su carcelero, se sujetó en un poste de la cama, intentando aguantar la necesidad de lanzarse sobre él, no, no, no.
¿Qué pasaba? ¿Era el deseo de su inexperto cuerpo por querer yacer salvajemente con el ajeno o era solamente porque la sed comenzaba a sobreponerse sobre ella, convirtiéndola en la sirviente de la sangre?
En su vida la necesidad estaba tan al límite, podía sentir como se humedecía al pensar ese sudado cuerpo sobre el de ella, ambos, restregándose el uno con el otro, finalmente su cuerpo cedió cayendo al suelo de manera sensual arrastrándose por el poste de la cama, aguantando la necesidad de saltar sobre el cuello ajeno – Maldita sea –Murmuro por lo bajo, queriendo quitarse la vida por no ser humana, por no poder aguantar su naturaleza de vampira, queriendo volver a tener la humanidad que antaño tuvo.
“Cuando te sientas perdida Bérénice, cuando lo veas todo oscuro, aférrate a aquello que más quieras y veras como la luz cubre toda tu oscuridad”
-Padre….-Susurro, su padre tenía razón, todo tenía que estar en su sitio, tenía que encontrar la paz, tenía que sentir la fuerza necesaria para poder sacar de su cuerpo la necesidad del mal en su interior, pero ¿acaso valió la pena dejar el futuro que tenía planeado? Hijos, una familia, un marido y ella poder envejecer junto a su amado, pero, no, jamás había encontrado aquello que los humanos llamaban amor, ella tuvo que sufrir junto a sus hermanos la maldición del sol, aquella que sublevaba a los inmortales salir de día, aquellos que se perdían en las sombras de la noche y su único castigo era castigar a otros con quitar sangre de un cuerpo humano.
“Levántate, Bérénice…Esta no es la Bérénice que conozco…”
Y lo siguiente que vio fue, la imagen de su antiguo amado, aquel que tuvo que dejar a orillas de la tierra santa, todo para tener que reunirse de nuevo con sus hermanos y acabar malditos, acabar como estaban – Adrian…-Los susurros fueron más que ayuda, eran suplicas para que se la llevaran consigo, pero hacia aire, estaba frio más de la cuenta y veía la luna brillar más que de costumbre.
“Ven, Bérénice, ya todo terminó….”
Seguía diciendo aquella alucinación de Adrian, acercándose más y más hacia el balcón de aquella habitación – Sí, Adrian…ya voy…-Dijo Bérénice medio ausente, levantándose y siendo hipnotizada por la alucinación, ella le seguía, se acercaba lentamente hacia el balcón, vio como Adrian la abrazaba y este se disipaba para ponerse al lado de la vampira, le susurro “Solo tienes que saltar, Bérénice….y estaremos juntos…” Y Bérénice, que parecía aun ausente, asintió estando en trance, se agarró de la barandilla para terminar recibiendo un disparo en su brazo, se despertó del trance, se quejó del brazo contrario tras haber sido herido, sus colmillos salieron de su dentadura amenazando a quien le había disparado, pero enseguida se vio dónde estaba.
¿Cómo había llegado al balcón si hace nada estaba en el suelo deprimida de su propia vida virgen?
-¿Cómo he llegado aquí? –Se preguntó a sí misma y vio a Keane aun apuntándola. Tenía miedo y lo único que pudo hacer es bajar su mirada y caer al suelo echa una bola, deprimiéndose aún más por haber bajado la guardia y haberse dejado llevar a una muerte segura.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Tomando una ducha rápida para quitar el aroma de la cacería, para Keane no había nada mejor que la limpieza y justo era lo que quería y necesitaba olvidar toda la terrible noche que en ese momento y lugar estaba ocurriendo, aun podía escuchar los susurros de otras habitaciones pero era solo su mente quien no bajaba la guardia y cómo hacerlo cuando tenía a su peor enemiga en la misma habitación. Trato de silenciar las voces y especulaciones bajo el chorro de agua pero antes de poder siquiera llamar a la calma y dejarse ir un buen rato, un pequeño ruido le despierta como un golpe seco junto a la fricción de telas. Su mente inquisitiva enseguida aseguro que la vampira estaba escapando.
Con una toalla envuelta en la cintura sale y lo que ve es que la mujer camina hacia el balcón pero antes de que pueda saltar toma su arma y sin reparo apunta al brazo de la misma atinándole, dejando que la herida sea profunda y el aroma a sangre inunde el lugar; nuevamente olía a suciedad y ahora era sangre roja. Ver a la mujer tumbarse en el suelo lo confundió ¡otra en su lugar igual se habría lanzado ¿Por qué ella no lo hizo? ¿Por qué se sintió mal cuando me vio? ¿será un truco?! Se acerca a ella dejando el arma en la mesita de lado, la carga llevándola a la ducha.
En la regadera la coloca de pie para que se apoye en él mientras abre el grifo cayendo agua fría entre los dos, la toalla se le cae dejando su cuerpo completamente a la vista de la vampira que bajaba la mirada a sus zonas intimas pero él rápidamente le detiene con la otra mano en el mentón de ella –Mírame todo el tiempo mujer, no bajes la mirada– el ceño de él se frunció en enojo cuando ve los labios de ella entreabrirse soltando un gemido ¿acaso estaba excitada. La ira se estaba apoderando de él hasta soltarla y salí de aquella regadera. Sale en busca de su chuchilla cuando regresa la ve ahí sentada bajo el chorro de agua, se acerca tomándola del brazo herido, la cuchilla se hace presente cuando se incrusta en la piel, la carne y la sangre removiendo la bala hasta que la oye caer es entonces cuando ve la magia o maldición de esa especie, comienza a sanar rápidamente como si no hubiera pasado nada. Tira el cuchillo al suelo tomándole de la nuca pegando el cuerpo de ella contra los azulejos, la otra mano toma la pierna derecha para llevarle a la cintura de él y sus labios se funden en un beso fuerte y demandante que el obliga a la mujer a abrir la boca para dar paso a su lengua en busca de la de ella. Como un rayo fue lo que él sintió que así como se apegó a ella se aleja abruptamente recargándose en la otra pared –Sal, sal de aquí súcubo de los infiernos, lárgate a tentar a otro– masculla molesto con los ojos cerrados asegurando así la protección de su alma y de su ser.
Con una toalla envuelta en la cintura sale y lo que ve es que la mujer camina hacia el balcón pero antes de que pueda saltar toma su arma y sin reparo apunta al brazo de la misma atinándole, dejando que la herida sea profunda y el aroma a sangre inunde el lugar; nuevamente olía a suciedad y ahora era sangre roja. Ver a la mujer tumbarse en el suelo lo confundió ¡otra en su lugar igual se habría lanzado ¿Por qué ella no lo hizo? ¿Por qué se sintió mal cuando me vio? ¿será un truco?! Se acerca a ella dejando el arma en la mesita de lado, la carga llevándola a la ducha.
En la regadera la coloca de pie para que se apoye en él mientras abre el grifo cayendo agua fría entre los dos, la toalla se le cae dejando su cuerpo completamente a la vista de la vampira que bajaba la mirada a sus zonas intimas pero él rápidamente le detiene con la otra mano en el mentón de ella –Mírame todo el tiempo mujer, no bajes la mirada– el ceño de él se frunció en enojo cuando ve los labios de ella entreabrirse soltando un gemido ¿acaso estaba excitada. La ira se estaba apoderando de él hasta soltarla y salí de aquella regadera. Sale en busca de su chuchilla cuando regresa la ve ahí sentada bajo el chorro de agua, se acerca tomándola del brazo herido, la cuchilla se hace presente cuando se incrusta en la piel, la carne y la sangre removiendo la bala hasta que la oye caer es entonces cuando ve la magia o maldición de esa especie, comienza a sanar rápidamente como si no hubiera pasado nada. Tira el cuchillo al suelo tomándole de la nuca pegando el cuerpo de ella contra los azulejos, la otra mano toma la pierna derecha para llevarle a la cintura de él y sus labios se funden en un beso fuerte y demandante que el obliga a la mujer a abrir la boca para dar paso a su lengua en busca de la de ella. Como un rayo fue lo que él sintió que así como se apegó a ella se aleja abruptamente recargándose en la otra pared –Sal, sal de aquí súcubo de los infiernos, lárgate a tentar a otro– masculla molesto con los ojos cerrados asegurando así la protección de su alma y de su ser.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
¿Estaba jugando con ella?
-Maldita sea Keane…-Se deslizo por la pared de baldosas hasta quedar quieta en el suelo, estando desesperada por tener control de sí misma. Tenía en cuenta de que Keane le saco la bala para que sanara y ahora estaba dispuesta a compensarle – Keane No me trates así….no estoy embrujándote para nada….estoy demasiado débil como para utilizar mis poderes y podrías matarme pero podrías haberlo hecho hace tiempo ¿no crees? –Tosió un poco sintiéndose un poco humana, estaba siendo sensible, su humanidad afloraba cuando estaba débil – Si no hubiera sufrido esta maldición inmortal, hubiera tenido hijos, un marido que me quisiera….-Los recuerdos eran tan profundos que dolían como mil dagas en el corazón. Sus manos taparon las lágrimas de vergüenza y desahogo que no quería que Keane viera de ella, pero se limpió con la tela mojada de la bata de encaje que portaba en ese instante.
¿Sería capaz de levantarse del suelo?
No, no podía, pero lo intentaría.
Se situó dentro de lo que tenía de fuerzas en un trozo de baldosa, para apoyarse sensualmente contra la pared sintiendo que la tela de la bata se desliza un poco por su brazo con poca lujuria. Tenía un sulfuro, tenía un momento de atención en el que no soportaba estar sola y sin ser acariciada. Se rozó con los dedos sus labios que fueron besados fieramente por los de Keane – Y estas….deseando besarme otra vez –Siseo lentamente entre dientes para darse la vuelta y mirarle hacia su dirección, pero deslizo la bata fuera de su cuerpo y se fue como pudo, yendo en Ss por toda la habitación, siseando palabras que no venían a cuento o que habría soltado sensualmente a alguna de sus víctimas, pero ahora estaba después de dos disparos casi al límite de fuerzas. Su cuerpo cayo como en una nube esponjosa donde las sabanas se deshicieron rápidamente dejando su cuerpo medio cubierto, mostrando su lencería de encaje oscura como invitando a los fuegos fatuos de los oscuros avernos.
-Pero el deber nos llamó…una carta de un misterioso acertijo aclamo nuestra atención, mis hermanos y yo estábamos juntos en esto que todos caímos presos en el embrujo. Mi hermana era un golem tiempo atrás, magia judía, mis hermanos están desaparecidos – Un jadeo mientras sus manos deambulaban por su canalillo, abriendo de par en par el corsé de oscura tela, mostrando al inquisidor sus voluminosas facciones y que después se movia cuerpo abajo, restregándose por las sabanas insinuándose hacia el inquisidor – Muchas horas en esos músculos hay Keane….Muchas guerras escritas en tus ojos….muchas heridas que quisiera estudiar cada historia de cada una de ellas…..-Se lamio los labios y volvia a colocarse boca arriba con las sabanas cada vez enrolladas por su cuerpo – Ven y quita la virginidad a la puta del diablo….-Sonrio con la poca de decencia que tenia en su dignidad.
-Maldita sea Keane…-Se deslizo por la pared de baldosas hasta quedar quieta en el suelo, estando desesperada por tener control de sí misma. Tenía en cuenta de que Keane le saco la bala para que sanara y ahora estaba dispuesta a compensarle – Keane No me trates así….no estoy embrujándote para nada….estoy demasiado débil como para utilizar mis poderes y podrías matarme pero podrías haberlo hecho hace tiempo ¿no crees? –Tosió un poco sintiéndose un poco humana, estaba siendo sensible, su humanidad afloraba cuando estaba débil – Si no hubiera sufrido esta maldición inmortal, hubiera tenido hijos, un marido que me quisiera….-Los recuerdos eran tan profundos que dolían como mil dagas en el corazón. Sus manos taparon las lágrimas de vergüenza y desahogo que no quería que Keane viera de ella, pero se limpió con la tela mojada de la bata de encaje que portaba en ese instante.
¿Sería capaz de levantarse del suelo?
No, no podía, pero lo intentaría.
Se situó dentro de lo que tenía de fuerzas en un trozo de baldosa, para apoyarse sensualmente contra la pared sintiendo que la tela de la bata se desliza un poco por su brazo con poca lujuria. Tenía un sulfuro, tenía un momento de atención en el que no soportaba estar sola y sin ser acariciada. Se rozó con los dedos sus labios que fueron besados fieramente por los de Keane – Y estas….deseando besarme otra vez –Siseo lentamente entre dientes para darse la vuelta y mirarle hacia su dirección, pero deslizo la bata fuera de su cuerpo y se fue como pudo, yendo en Ss por toda la habitación, siseando palabras que no venían a cuento o que habría soltado sensualmente a alguna de sus víctimas, pero ahora estaba después de dos disparos casi al límite de fuerzas. Su cuerpo cayo como en una nube esponjosa donde las sabanas se deshicieron rápidamente dejando su cuerpo medio cubierto, mostrando su lencería de encaje oscura como invitando a los fuegos fatuos de los oscuros avernos.
-Pero el deber nos llamó…una carta de un misterioso acertijo aclamo nuestra atención, mis hermanos y yo estábamos juntos en esto que todos caímos presos en el embrujo. Mi hermana era un golem tiempo atrás, magia judía, mis hermanos están desaparecidos – Un jadeo mientras sus manos deambulaban por su canalillo, abriendo de par en par el corsé de oscura tela, mostrando al inquisidor sus voluminosas facciones y que después se movia cuerpo abajo, restregándose por las sabanas insinuándose hacia el inquisidor – Muchas horas en esos músculos hay Keane….Muchas guerras escritas en tus ojos….muchas heridas que quisiera estudiar cada historia de cada una de ellas…..-Se lamio los labios y volvia a colocarse boca arriba con las sabanas cada vez enrolladas por su cuerpo – Ven y quita la virginidad a la puta del diablo….-Sonrio con la poca de decencia que tenia en su dignidad.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Aquella frase jamás había sido pronunciada por labios femeninos de aquellas mujeres que habían estado frente a aquel hombre, al contrario, todas recriminaban frases de odio y desprecio pero ahora una se le ofrecía como la serpiente que sedujo a la misma Eva en el paraíso. Chasqueo la lengua aferrándose a la fría baldosa de aquella regadera pero su cuerpo había reaccionado a tales estímulos, no era un cadáver andante ni tampoco un santo, él era un ser humano, un hombre de carne y huesos con el pulso latiendo a mil por hora, con venas que transportan su sangre a todos los rincones de su cuerpo; ese era el momento justo en donde toda su sangre bombeaba a una zona específica.
Busco por todos los cielos no caer a la tentación de aquel cuerpo frío y mezquino de la vampira pero le era imposible ni el agua fría calmaba su exaltada respiración, ni a su compañero que imponente se despertaba palpitando por el deseo. No se resistió más a aquellos impulsos primarios de su cuerpo. Abandonó aquella regadera sin toalla alguna, mostrando su cuerpo lleno de músculos y una que otra cicatriz en ese esculpo ser. Acercándose dejó que sus manos se posaran sobre las rodillas de la mujer flexionándole las piernas, sus pies los dejó descansar sobre aquel colchón suave, atrajo el cuerpo de ella hacia el propio rozando aquella intimidad con su sexo endurecido, froto ambos sexos, al principio eran roces calmados moviéndose despacio pero a medida que el calor aumentaba frotaba más rápido –Esto quieres maldita puta del diablo verdad, un hombre que te folle y te haga gritar, eso te gusta tentar a los hombres con tu cuerpo para que depositen toda su esencia en ti y luego hacerlos tus títeres– la volteo boca abajo recargando su cuerpo sobre él de ella, sus manos acariciaron las piernas, subiendo por las caderas hasta aquellas nalgas, un poco más por su cintura hasta llegar al borde de los senos, subiendo hasta los hombros y cuello que se dedicó a acariciar para nuevamente descender pero esta vez por la espalda haciendo erizar todo su cuerpo con sus dedos.
Los gemidos que producía aquella vampira solo incitaban, ya estaba perdido –Si voy a perder, tú también perderás maldita zorra de los infiernos– –[/b] y sin más se adentró en ella de un solo golpe arremetiendo con fuerza en el interior de la vampira. Su estreches le obligó a soltar el aire contenido de sus pulmones, era entre un gruñido y bramido. No se movió, se quedó inmóvil unos segundos, salió de la mujer llevándose el cuerpo de ella hasta el borde de la cama donde las piernas de ella quedaron por fuera al igual que su cadera y él parado tras de ella. Volvió a remeter con la misma fuerza, ahora con sus manos subiendo a la espalda de ella hasta tomar los brazos de la misma vampira y colocarlos sobre la cabeza, la inclinaba más hacia las sábanas a medida que entraba y salía de ella de golpe.
Aun no comenzaba su verdadero tomento, primera quería ver que tanto lo deseaba ella. [/color]
Busco por todos los cielos no caer a la tentación de aquel cuerpo frío y mezquino de la vampira pero le era imposible ni el agua fría calmaba su exaltada respiración, ni a su compañero que imponente se despertaba palpitando por el deseo. No se resistió más a aquellos impulsos primarios de su cuerpo. Abandonó aquella regadera sin toalla alguna, mostrando su cuerpo lleno de músculos y una que otra cicatriz en ese esculpo ser. Acercándose dejó que sus manos se posaran sobre las rodillas de la mujer flexionándole las piernas, sus pies los dejó descansar sobre aquel colchón suave, atrajo el cuerpo de ella hacia el propio rozando aquella intimidad con su sexo endurecido, froto ambos sexos, al principio eran roces calmados moviéndose despacio pero a medida que el calor aumentaba frotaba más rápido –Esto quieres maldita puta del diablo verdad, un hombre que te folle y te haga gritar, eso te gusta tentar a los hombres con tu cuerpo para que depositen toda su esencia en ti y luego hacerlos tus títeres– la volteo boca abajo recargando su cuerpo sobre él de ella, sus manos acariciaron las piernas, subiendo por las caderas hasta aquellas nalgas, un poco más por su cintura hasta llegar al borde de los senos, subiendo hasta los hombros y cuello que se dedicó a acariciar para nuevamente descender pero esta vez por la espalda haciendo erizar todo su cuerpo con sus dedos.
Los gemidos que producía aquella vampira solo incitaban, ya estaba perdido –Si voy a perder, tú también perderás maldita zorra de los infiernos– –[/b] y sin más se adentró en ella de un solo golpe arremetiendo con fuerza en el interior de la vampira. Su estreches le obligó a soltar el aire contenido de sus pulmones, era entre un gruñido y bramido. No se movió, se quedó inmóvil unos segundos, salió de la mujer llevándose el cuerpo de ella hasta el borde de la cama donde las piernas de ella quedaron por fuera al igual que su cadera y él parado tras de ella. Volvió a remeter con la misma fuerza, ahora con sus manos subiendo a la espalda de ella hasta tomar los brazos de la misma vampira y colocarlos sobre la cabeza, la inclinaba más hacia las sábanas a medida que entraba y salía de ella de golpe.
Aun no comenzaba su verdadero tomento, primera quería ver que tanto lo deseaba ella. [/color]
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
La rudeza del inquisidor era el deseo que posiblemente estuviera contenido al igual como escucho la respiración del inquisidor cuando exhalo al penetrarla. Estaba preparada para aguantar toda una noche, pero ¿Lo estaría aquel que perdió contra la debilidad de la carne? El ansia que golpeaba contra ella, insistiéndola en los arrebatos que le daba con su falo en el interior de ella, agarrándola como la tenía agarrada, ella comenzaba a jadear, a soltar exhalaciones que parecía hacerla estar viva en la inmensa inmortalidad en la que se encontraba. Dispuesta a encontrarse con el placer, ella comenzó a mover recíprocamente las caderas contra los movimientos del inquisidor – aa...Aquí perdemos todos, inquisidor –Dijo entrecortadamente por los golpes contra su sexo, los testículos chocando secamente contra su clítoris acercándola más cerca al orgasmo.
¿Cuánto hace tiempo que no tenía este momento con alguien del sexo opuesto excepto para poder alimentarse? ¿Cuánto tiempo hace desde Jerusalén que estuvo de comprometerse con aquel raudo soldado que tenía su corazón y aunque aquel soldado desconociera sus sentimientos, igualmente la protegería hasta quedarse sin aliento? Quizás ambos estaban tan inexpertos en el campo de batalla del amor que temían perder la guerra sin más dilación. Así que nadie aposto, nadie de entre ambos comenzó a salir hacia delante y solamente el destino se hizo cargo de ella desde la noche en que fue transformada junto con sus hermanos en aquella vil y cruel trampa creada por su tío para ver si sobrevivían o caían en las llamas de Lucifer.
-¡AGH! - ¿Esto es todo lo que sabía hacer su castigador por ahora? – Aagh, Maldito, ¿esto es lo que te ha enseñado la vida? –Parecía burla aquel comentario que hizo pero no, era impaciencia por ver que más sabía hacer su acompañante de la noche, su cuerpo aun meciéndose contra las caderas ajenas, se estremecía como si estuviera aún viva y coleando, con un corazón palpitante en lugar de tenerlo parado y no poder sentir nada, pero aun así estaba viva, quería darse la vuelta pero termino por meterse más en el interior de la cama, que no sintiera que se caía de la cama para entorpecer el momento.
Las velas tintineaban, Las cortinas se movían por el aire que entraba por los enormes ventanales de la habitación, su cabeza se inclinó, moviendo, curvando su espalda para máximo placer de la misma, sintiéndose dichosamente llena de placer que poco a poco seria un poco más flameante que al principio – Aahh!! –De repente la necesidad de querer morder de la sangre humana retintinearon en sus colmillos, estos se tensaban, ella aguantaba - ¡AGh No…! –El poder de la seducción caía sobre ella, el poder de la necesidad de aquel cáliz del que solía alimentarse con constancia.
– No puedo….debo aguantar….-Sus colmillos pedían liberarse, pedían querer ser incrustados sobre la piel humana precisamente en la del inquisidor. En un momento, ella misma detuvo las embestidas que daba su acompañante, hizo que este se saliera de ella y cuando se dio la vuelta, le empujó contra la acolchada y cómoda cama, subiéndose sobre él y comenzando a lamerle con la punta de la lengua su glande, moviendo la mano arriba y abajo para después comenzar la mejor mamada que el inquisidor pudiera probar en su vida.
¿Cuánto hace tiempo que no tenía este momento con alguien del sexo opuesto excepto para poder alimentarse? ¿Cuánto tiempo hace desde Jerusalén que estuvo de comprometerse con aquel raudo soldado que tenía su corazón y aunque aquel soldado desconociera sus sentimientos, igualmente la protegería hasta quedarse sin aliento? Quizás ambos estaban tan inexpertos en el campo de batalla del amor que temían perder la guerra sin más dilación. Así que nadie aposto, nadie de entre ambos comenzó a salir hacia delante y solamente el destino se hizo cargo de ella desde la noche en que fue transformada junto con sus hermanos en aquella vil y cruel trampa creada por su tío para ver si sobrevivían o caían en las llamas de Lucifer.
-¡AGH! - ¿Esto es todo lo que sabía hacer su castigador por ahora? – Aagh, Maldito, ¿esto es lo que te ha enseñado la vida? –Parecía burla aquel comentario que hizo pero no, era impaciencia por ver que más sabía hacer su acompañante de la noche, su cuerpo aun meciéndose contra las caderas ajenas, se estremecía como si estuviera aún viva y coleando, con un corazón palpitante en lugar de tenerlo parado y no poder sentir nada, pero aun así estaba viva, quería darse la vuelta pero termino por meterse más en el interior de la cama, que no sintiera que se caía de la cama para entorpecer el momento.
Las velas tintineaban, Las cortinas se movían por el aire que entraba por los enormes ventanales de la habitación, su cabeza se inclinó, moviendo, curvando su espalda para máximo placer de la misma, sintiéndose dichosamente llena de placer que poco a poco seria un poco más flameante que al principio – Aahh!! –De repente la necesidad de querer morder de la sangre humana retintinearon en sus colmillos, estos se tensaban, ella aguantaba - ¡AGh No…! –El poder de la seducción caía sobre ella, el poder de la necesidad de aquel cáliz del que solía alimentarse con constancia.
– No puedo….debo aguantar….-Sus colmillos pedían liberarse, pedían querer ser incrustados sobre la piel humana precisamente en la del inquisidor. En un momento, ella misma detuvo las embestidas que daba su acompañante, hizo que este se saliera de ella y cuando se dio la vuelta, le empujó contra la acolchada y cómoda cama, subiéndose sobre él y comenzando a lamerle con la punta de la lengua su glande, moviendo la mano arriba y abajo para después comenzar la mejor mamada que el inquisidor pudiera probar en su vida.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Los combates más fieros a los que se había enfrentado con su hermano no se medían en igualdad con el que ahora estaba llevando a cabo, su corazón bombeaba apresuradamente la sangre llevándola a cada parte importante de su cuerpo, sus manos tomaron el cuerpo de la mujer examinando cada rincón sin dejarse espacio que recorrer, aunque solo uno lo dejó pero para el final porque no quería mostrarle todas sus armas. Sus ojos se maravillaban al ver el cuerpo de ella pegado al propio, como entraba y salía de su sexo humedecido por cada estocada que él daba, incluso con la violencia con que le tomaba que le llevaba a puntos álgidos del deseo adentrándose hasta la raíz en ella sintiendo su matriz.
“No era correcto” se decía en su mente mientras él solo se dedicaba a poseer el cuerpo de la vampira una y otra y otra vez, incluso tuvo reprimir un gruñido cuando esta lo apartó de su deleite. ¿Hace cuántos años que no está con mujer alguna? Eso es fácil de responder, desde que su esposa murió no ha vuelto a tocar fémina alguna, por respeto a la memoria de su difunta compañera. Y ahora estaba envuelto en el sexo de una vampira, ser que él caza sin piedad y remordimiento. Y eso era lo que estaba sintiendo ahora que la mujer empleaba su boca para darle placer, ninguna mujer lo había tocado tan íntimamente como ella, su lengua, su mano y sus…¿colmillos? Le tomó de la cabeza subiéndola hasta la vista de él mirándole los colmillos. –NO– gritó dándole una pequeña bofetada –si estás pensando usarla ahí más te vale retraerlos, porque no hincaras tus sucios colmillos en mi perra bastarda– la empuja contra la cama poniéndose él encima de ella frotando su miembro contra aquel sexo rosáceo que hace minutos atrás estaba poseyendo.
Colocó la mano de él sobre el cuello de ella apretando el agarre sintiendo su traque en sus dedos pero lo libero cuando se sentó en la cama con las manos enterradas en su cabeza, pasándolas por su cabello –Que diablos intentas hacer mujer, estás loca, que tonto fui, no dejas de ser una chupasangre y no puedes evitarlo, me engañaste– se levanta evitando que lo toque y entra al baño nuevamente abriendo la ducha sobre todo abriendo la llave de agua helada, se mete bajo aquel chorro y siente como el calor de su cuerpo baja, pero no había dejado la puerta con seguro y no le importo, en ese momento no dejaba de pensar en el sexo de la mujer y como lo poseía, como se ajustaba a él y le pedía que se quedara ahí. Lo hacía gruñir esa sensación tanto así que golpeo la pared de la ducha con los puños cerrados –Maldita mujer me va a quitar las armas y los pantalones así– ríe dejando que el agua baje todo lo duro de su cuerpo y enfríe su cabeza antes que cometa una locura mayor.
“No era correcto” se decía en su mente mientras él solo se dedicaba a poseer el cuerpo de la vampira una y otra y otra vez, incluso tuvo reprimir un gruñido cuando esta lo apartó de su deleite. ¿Hace cuántos años que no está con mujer alguna? Eso es fácil de responder, desde que su esposa murió no ha vuelto a tocar fémina alguna, por respeto a la memoria de su difunta compañera. Y ahora estaba envuelto en el sexo de una vampira, ser que él caza sin piedad y remordimiento. Y eso era lo que estaba sintiendo ahora que la mujer empleaba su boca para darle placer, ninguna mujer lo había tocado tan íntimamente como ella, su lengua, su mano y sus…¿colmillos? Le tomó de la cabeza subiéndola hasta la vista de él mirándole los colmillos. –NO– gritó dándole una pequeña bofetada –si estás pensando usarla ahí más te vale retraerlos, porque no hincaras tus sucios colmillos en mi perra bastarda– la empuja contra la cama poniéndose él encima de ella frotando su miembro contra aquel sexo rosáceo que hace minutos atrás estaba poseyendo.
Colocó la mano de él sobre el cuello de ella apretando el agarre sintiendo su traque en sus dedos pero lo libero cuando se sentó en la cama con las manos enterradas en su cabeza, pasándolas por su cabello –Que diablos intentas hacer mujer, estás loca, que tonto fui, no dejas de ser una chupasangre y no puedes evitarlo, me engañaste– se levanta evitando que lo toque y entra al baño nuevamente abriendo la ducha sobre todo abriendo la llave de agua helada, se mete bajo aquel chorro y siente como el calor de su cuerpo baja, pero no había dejado la puerta con seguro y no le importo, en ese momento no dejaba de pensar en el sexo de la mujer y como lo poseía, como se ajustaba a él y le pedía que se quedara ahí. Lo hacía gruñir esa sensación tanto así que golpeo la pared de la ducha con los puños cerrados –Maldita mujer me va a quitar las armas y los pantalones así– ríe dejando que el agua baje todo lo duro de su cuerpo y enfríe su cabeza antes que cometa una locura mayor.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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Localización : Donde menos te lo esperes
Re: Pisadas de titanes [Private] +18
Bérénice pudo escucharle cuando su necesidad de yacer con alguien ceso por unos instantes, se acercó hasta el umbral del baño para poder estar mirando aquel trasero que quería apresar en sus manos – Solo tienes que usar una de tus armas en mi interior Keane, llámame loca por conocerte poco de solo esta noche, pero por favor –Se acercó hasta que su aliento colisionaba en la cicatrizada espalda del inquisidor – dame de ti la sensación de volver a amar, de saber que se siente amar a alguien al menos ahora no me dejes así, sola y con mi temperatura fría Keane…-Se puso delante de Keane para poder acariciarle el rostro, dejando que el agua cayera sobre su desnudo ahora cuerpo, comenzó a besarle como humana sentía, siguiendo un instinto primitivo de querer al menos imitar el bombeo de un corazón latir.
Seguía besándole, o al menos lo que el inquisidor le permitía hacer, puso sus manos sobre aquel torso desnudo – Ven conmigo a la cama, por favor Keane –Levanto su rostro con sus manos para que el inquisidor le mirara – Mírame por favor –Murmuro con un temblor en su voz, queriendo ser dulce en ese momento, lo estaba intentando de verdad, ser una mujer dulce y cariñosa pero deseosa de yacer por primera vez con alguien, ya le daba igual si era delicadamente o brutalmente, ella lo aceptaría, Bérénice no evito comenzar a llorar lágrimas cristalinas sobre su rostro, pidiendo que los ojos fieros de Keane la mirara o su cuerpo – No…no me dejes apartada de lo que podríamos hacer juntos –Murmuro en el oído de este, acurrucándose bajo el agua en el pecho peludo del inquisidor ¿Qué estaban desnudos? No le importaba en absoluto. Ahora quería aprovechar el momento de estar ahí, en los “brazos” de un hombre tan corpulento que le recordaba a su antiguo primer amor.
-Sé Keane que no soy una mujer humana corriente y que me ves como un monstruo pero una vez fui humana, hace mucho tiempo atrás y que quizás supe amar, quiero amar ahora también…Keane, pero no puedo porque me ves con ojos diferentes de los que quiero que me veas –Siguió apoyada en aquel torso e inmediatamente le rodeo con los brazos la poca longitud de cintura que sus brazos podían abrazar de Keane.
Ambos, bajo la ducha de aquel baño, al lado de una habitación completamente oculta por las sombras de la noche, juntos o al menos lo que intentaba Bérénice conseguir que era sentir algo, aunque fuera lo que sea para poder sentir el amar a alguien de nuevo.
Seguía besándole, o al menos lo que el inquisidor le permitía hacer, puso sus manos sobre aquel torso desnudo – Ven conmigo a la cama, por favor Keane –Levanto su rostro con sus manos para que el inquisidor le mirara – Mírame por favor –Murmuro con un temblor en su voz, queriendo ser dulce en ese momento, lo estaba intentando de verdad, ser una mujer dulce y cariñosa pero deseosa de yacer por primera vez con alguien, ya le daba igual si era delicadamente o brutalmente, ella lo aceptaría, Bérénice no evito comenzar a llorar lágrimas cristalinas sobre su rostro, pidiendo que los ojos fieros de Keane la mirara o su cuerpo – No…no me dejes apartada de lo que podríamos hacer juntos –Murmuro en el oído de este, acurrucándose bajo el agua en el pecho peludo del inquisidor ¿Qué estaban desnudos? No le importaba en absoluto. Ahora quería aprovechar el momento de estar ahí, en los “brazos” de un hombre tan corpulento que le recordaba a su antiguo primer amor.
-Sé Keane que no soy una mujer humana corriente y que me ves como un monstruo pero una vez fui humana, hace mucho tiempo atrás y que quizás supe amar, quiero amar ahora también…Keane, pero no puedo porque me ves con ojos diferentes de los que quiero que me veas –Siguió apoyada en aquel torso e inmediatamente le rodeo con los brazos la poca longitud de cintura que sus brazos podían abrazar de Keane.
Ambos, bajo la ducha de aquel baño, al lado de una habitación completamente oculta por las sombras de la noche, juntos o al menos lo que intentaba Bérénice conseguir que era sentir algo, aunque fuera lo que sea para poder sentir el amar a alguien de nuevo.
Bérénice Moriarty- Vampiro Clase Alta
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Re: Pisadas de titanes [Private] +18
El agua que debía enfriarlo comenzaba a calentarlo, pero no era el agua que hacía eso sino el recuerdo de lo que en la habitación contigua había ocurrido, su cuerpo aún estaba tenso al recordar sus caricias y sus atenciones tan intimas, tan…¿humanas?, pero no, ella no era una humana era una vampira eso debía el tener siempre presente porque con esa clase de seres no se baja la guardia o si no te quitarán la sangre. Alzó el rostro a la regadera para que esta a su vez refrescara su mente y así poder apaciguar el espíritu de su miembro que aún seguía endurecido pero como por arte del demonio cuando ya estaba bajando la presión de flujo sanguíneo, aquella mujer aparecer sin ropa alguna acercándose con indecencia, moviendo sus caderas, sus senos.
Trato de ignorar a la mujer a toda costa, sus ojos estaban fijos en otros rincones de aquella ducha, pero era imposible, pues su cuerpo sentía la cercanía de esa serpiente, sus manos rodeándole y nuevamente su miembro despertó palpitando, deseoso de volver a sentir esa experiencia. Gruñó molesto porque se sentía un infiel al traicionar la memoria de su difunta esposa, la rabia y el deseo se mezclaron obligando a que tomara la mano de la mujer tirando de ella hasta la regadera, empujó aquella espalda a la pared para así alzarle la pierna derecha sobre su cadera, su diestra descendió por las caderas de la mujer internándose en su pubis, bajando un poco más hasta tocar aquello que deseaba, un suspiró abandonó sus labios al sentir su humedad, jugueteó con ella aun sin entrar en su cuerpo hasta que comenzó a torturar su botón hinchado en pequeños círculos, suaves y delicados y cuando vio que ella gimió la besó introduciendo su lengua dentro de su boca pero no la dejó mover la cabeza, la tenía inmovilizada con su zurda para así dejarle hacer a él todo, fue ahí cuando introdujo dos de sus dedos en el interior de la mujer.
Aquellos dedos se introdujeron hasta que los nudillos rozaban aquellos labios rosáceos, ahí se dedicó a explorar las paredes cálidas de la vampira, tocándola las paredes internas de su sexo, buscando aquel punto para hacerla explotar en el placer, empujando sus dedos al vaivén de las caderas de ellas, entraban y salían con fuerza para volver aquel punto. Ahí apartó sus labios viendo a la vampira disfrutar de toda esas sensaciones –Mírame– demandó con los dientes apretados –No es amor, tu especie no siente ni sabe que es eso, si, fuiste una humana pero ya no ahora eres una bestia que toma sangre de inocentes, esto es solo sexo– con esa última palabra introduce con mayor fuerza en el interior de la mujer ¿la quería lastimar? Quizás sí, quizás deseaba lastimarla física y psicológicamente ¿por qué? Esa es la pregunta correcta.
Trato de ignorar a la mujer a toda costa, sus ojos estaban fijos en otros rincones de aquella ducha, pero era imposible, pues su cuerpo sentía la cercanía de esa serpiente, sus manos rodeándole y nuevamente su miembro despertó palpitando, deseoso de volver a sentir esa experiencia. Gruñó molesto porque se sentía un infiel al traicionar la memoria de su difunta esposa, la rabia y el deseo se mezclaron obligando a que tomara la mano de la mujer tirando de ella hasta la regadera, empujó aquella espalda a la pared para así alzarle la pierna derecha sobre su cadera, su diestra descendió por las caderas de la mujer internándose en su pubis, bajando un poco más hasta tocar aquello que deseaba, un suspiró abandonó sus labios al sentir su humedad, jugueteó con ella aun sin entrar en su cuerpo hasta que comenzó a torturar su botón hinchado en pequeños círculos, suaves y delicados y cuando vio que ella gimió la besó introduciendo su lengua dentro de su boca pero no la dejó mover la cabeza, la tenía inmovilizada con su zurda para así dejarle hacer a él todo, fue ahí cuando introdujo dos de sus dedos en el interior de la mujer.
Aquellos dedos se introdujeron hasta que los nudillos rozaban aquellos labios rosáceos, ahí se dedicó a explorar las paredes cálidas de la vampira, tocándola las paredes internas de su sexo, buscando aquel punto para hacerla explotar en el placer, empujando sus dedos al vaivén de las caderas de ellas, entraban y salían con fuerza para volver aquel punto. Ahí apartó sus labios viendo a la vampira disfrutar de toda esas sensaciones –Mírame– demandó con los dientes apretados –No es amor, tu especie no siente ni sabe que es eso, si, fuiste una humana pero ya no ahora eres una bestia que toma sangre de inocentes, esto es solo sexo– con esa última palabra introduce con mayor fuerza en el interior de la mujer ¿la quería lastimar? Quizás sí, quizás deseaba lastimarla física y psicológicamente ¿por qué? Esa es la pregunta correcta.
Keane & Evan Caruso- Inquisidor Clase Alta
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