Las paredes no hablan [Libre]

por **Stefano Giuliani** Lun Sep 02, 2013 11:22 pm

Callejones de París, Francia.

Ebrio... empapado de alcohol hasta la médula, Stefan caminaba por los oscuros callejones de la ciudad de París. Como era de costumbre en sus noches de insomnio, salía en busca de un trago y ambiente perturbador que lo sacaran de su obsesión. Aunque ni siquiera borracho dejaba de pensar en las historias de las cartas de su madre. En ocasiones, como la de esta noche, contaba esas historias a cualquier persona que lo escuchase. Antaño lo hacía con la idea de encontrar a alguien que supiera sobre el tema, pero con el tiempo se convirtió en indiferencia.
Estaba seguro de que su padre era uno de ellos, un vampiro, y tenía la esperanza de encontrarse con él al final de todas las cosas. Nunca lloró la muerte de su madre, aún no. Tampoco visitó su tumba donde fue enterrada. Sólo huyó... Se alejó de todo lo que conocía, dejando atrás su vida, como queriendo congelar el tiempo, congelar la historia, hasta conseguir respuestas. Pero cada día que pasaba, se sentía más alejado de ellas, y confundido, se veía inmerso en un cuento sin escribir, pues cualquier palabra, decisión o paso que tomara, lo llevarían al mismo lugar una y otra vez. Sentía que no avanzaba, simplemente cumplía años cada primavera, y deterioraba su vida con vanos placeres que hacían que se detestara aún más.

El momento de vuelta al hogar siempre llega cuando sus piernas empiezan a temblar. Nulo de pensamientos, sale a la calle, intentando mantener la dirección a su casa. Edouard, su mayordomo, siempre se ofrecía a esperar en la puerta de las tabernas para llevarlo de vuelta, pero Stefan se negaba. A pesar de ir bebido, recordaba perfectamente por dónde había venido. Lo único que debía hacer era mantenerse en pie y no desmayarse en mitad del camino, o algo peor...
Sus manos acariciaban las paredes, sus pies arrastraban por el suelo adoquinado, intentando no tropezar el uno con el otro. Le pesaban. Su mirada, apagada.
Al llegar a una esquina, donde la tenue luz pintaba la estampa, no tuvo más remedio que detenerse. Tanto líquido barato dentro debía de salir por algún sitio...

por **Clarice Briand** Mar Sep 03, 2013 10:17 am

Clarice abrió los ojos, se levantó de la cama y abrió uno de los armarios, sabia que había anochecido aunque su dormitorio estuviera totalmente a oscuras; aquella habitación era como cualquier otra, la única excepción es que se encontraba en el sótano donde no había ventanas y no permitía encender velas allí (era innecesario y expulsar el olor resultaba muy difícil). Solo ella y su mayordomo entraban allí, en el segundo piso habían unas habitaciones para cuando invitaba a alguien a acompañarla a pasar la noche.
Eligió un vestido azul de manga larga y una capa negra, se suponía que estaban en invierno aunque ella no notara el frio. Mientras se vestía planeó mentalmente lo que haría aquella noche, aquel día no tenia que actuar en el threatre de les vampires así que podría ir a montar a caballo por las afueras o entrar en la representación que hicieran aquella noche en el teatro humano. Cuando estuvo lista decidió ir a cazar primero y después ir a cabalgar, se despidió de Claude mientras salía por la puerta y se encaminó a los barrios bajos.

Las calles estaban llenas de nieve, Clarice levantó el rostro e inspiro, en invierno las noches eran más largas y el aire se impregnaba de un olor a frio y nieve (no era algo que se pudiera explicar con palabras igual que no se puede describir el olor a tierra mojada). Paseó tranquilamente, cuanto más cerca estaba de los barrios bajos más amarilla se volvía la nieve y el ambiente más hediondo.
Cuando al fin llegó decidió entrar en un bar cualquiera y se sentó sin preguntar en una mesa en la que estaban jugando a las cartas, los hombres la miraron de arriba abajo pero le permitieron jugar creyendo que la desplumarían, Clarice jugaba bien, tenia siglos de practica así que tras ganar unas cuantas partidas salio de aquel antro con una sonrisa triunfal; una de sus diversiones particulares era dejar que la subestimasen.
Tras unas horas Clarice retomó lo que le había traído hasta aquellas calles de Paris, no tardó en encontrar a un hombre ebrio vestido con ropas caras que avanzaba penosamente hacia la calle donde ella se encontraba, una de las razones por las que Clarice bajaba a aquellos lugares era por que los que vivian allí no solían tener familia o nadie que los reclamara pero aquel día decidió hacer una excepción y darse un capricho . Lo observó como un gato observa a un ratón que no sabe que va a ser cazado, sus colmillos se asomaron mientras sonreía, se disponía a acercarse a él cuando este vomitó sobre el suelo.
Clarice arrugó la nariz ante aquel espectáculo soltando un "agh" en voz alta sin importarle si aquel hombre la escuchaba.

por **Stefano Giuliani** Mar Sep 10, 2013 7:49 am

- ¿Qué?, ¿nunca has visto a alguien vomitar? - La observó al percatarse de su presencia. - Sí... seguro que sí. Incluso cosas peores. - Dijo a la vez que escupía y limpiaba su boca con la manga de su camisa. La apariencia que presentaba aquella chica era algo sugerente, y Stefano pensó que se trataba de alguna dama de burdel a la caza del borracho de turno que aflojara sus monedas.
Parpadeó unos segundos, intentando aclarar la imagen que se enfrentaba a él. Se acercó unos pasos, y sin decir nada escudriñó la figura con la mirada. Frunció el ceño, pues no era usual encontrarse con una chica tan joven en aquel lugar, como tampoco lo era la belleza que traía consigo. Ladeó la cabeza, mirando a ambos lados en busca de un segundo o tercero. Pensó que se trataba de alguna clase de engaño para robarle, pero no vio a nadie. Sólo estaban él, y aquella hermosa chica.
- No es un lugar muy apropiado para ti, ¿no crees? - Su voz sonaba indiferente. Se giró para mirar la calle donde se encontraban, sin saber qué estaba buscando. Era una situación realmente extraña. Tornó su mirada a la chica. - Deberías ir a otro sitio más... acorde contigo. - Señaló con su mano observando su atuendo. Entrecerró sus ojos mirando los de ella, pensativo, imaginando la vida de esa persona, intentando averiguar qué hacía allí. Pero su mente estaba demasiado abotargada y las ideas que surgían no eran muy coherentes que se diga.

por **Clarice Briand** Mar Sep 10, 2013 9:13 am

La reacción del hombre ante su presencia le resultó divertida; los humanos eran seres curiosos, habían perdido casi por completo su instinto de supervivencia y no sabían cuando estaban en peligro.
- ¿Qué?, ¿nunca has visto a alguien vomitar? -comentó mientras se aseaba(si se podía llamar asearse a limpiarse el vomito de la boca) un poco con la manga - Sí... seguro que sí. Incluso cosas peores.
El muchacho se acercó a ella y comenzó a observarla de arriba a bajo, tras aquello comenzó a buscar algo en las calles desiertas. ¿Tal vez había llegado con alguien más y se habían separado? Clarice no había encontrado a nadie en las calles por las que había llegado pero no sabia si alguien aguardaba en la dirección de la que provenía él, decidió no bajar la guardia por si era una trampa de algún inquisidor o cazador aunque no era muy probable ya que había decidido salir a alimentarse sin pensarlo demasiado así que no podían estar esperándola.
El hombre volvió a hablar sin dejar de vigilar la calle .
-¿Qué lugar seria apropiado para mi, monsieur? -le preguntó mirándolo a los ojos con una sonrisa encantadora- Estos lugares son peligrosos ¿decidme habéis venido solo?
Clarice jugó un poco con el fingiendo inocencia, como se suele decir no hay que jugar con la comida pero ya que el agrio olor a vomito le había quitado el hambre por lo menos se divertiría.

por **Stefano Giuliani** Miér Sep 11, 2013 5:23 am

- ¿Lugar? - Aclaró su garganta. - Cualquiera menos éste. - Stefan comenzó a caminar calle abajo, siguiendo el camino que había emprendido hacía un momento. - Aunque parece ser que te va el riesgo... - Esbozó una media sonrisa, sin embargo no dejaba de preguntarse qué hacía allí esa joven.
Desde que se mudó a Francia, Stefan se negaba a entablar cualquier tipo de relación, ya sea de amistad, negocio, o romance, por lo que siempre mostraba un atisbo de rechazo a su ofertante. Daba por sentado que la conversación que estaba teniendo con esta dama no iba a ningún lugar, independientemente de su estado de embriaguez, y por supuesto, iba a ser una conversación breve, como todas las demás. De ahí su actitud, y su deseo de poner rumbo a su morada y caer redondo en el catre.
- ¿Qué importancia tiene eso? - Se giró para mirarla, sospechando de sus intenciones. Entrecerró sus ojos y frunció el ceño levantando la barbilla. Era casi evidente que carecía de compañía.
Estaba mareado, y la imagen que observaba se tambaleaba. No quiso seguir dandole vueltas al asunto, y dio por hecho que se trataba de una prostituta que buscaba compañías caras. - Está bien, puedo pagarte... - Dijo a la vez que hacía un gesto con la mano, indicándole que lo acompañara. - No vivo muy lejos de aquí. - Balbuceó.
Puso rumbo nuevamente por aquella estrecha calle carente de luz. Se tocó la frente, se aflojó el cuello de la camisa... su estado era deprimente.

por **Clarice Briand** Miér Sep 11, 2013 2:45 pm

Clarice rió suavemente ante el comentario de aquel humano, este sonrió hubiera sido una sonrisa atractiva si no tuviera un aspecto tan lamentable.
Pero el sentimiento de diversión fue sustituido rápidamente por el de enfado, "Puedo pagarte" había dicho, la había tomado por una prostituta. Debía de estar muy borracho para aquello, Clarice siempre vestía ropas caras e iba siempre aseada y arreglada.

-Entonces os sigo-dijo dedicándole su mirada más seductora, jamás mostraba su enfado en publico si podía evitarlo, controlar las emociones era mucho más ventajoso.
Clarice siguió al hombre por las callejuelas de los barrios bajos hasta que llegaron a las residencias humanas de clase alta, el viento era frio y aunque era suave había conseguido disipar gran parte del olor que antes envolvía a aquel hombre; insultarla no le saldría gratis .
Mientras el humano se dirigía a una casa en concreto Clarice buscó un callejón apropiado donde pudiera acorralarlo lejos de los ojos curiosos, no tardó mucho en encontrar uno cerca de la casa a la que el hombre la llevaba.

-Perdonadme Monsieur pero me estaba preguntando como debería llamaros, estoy segura de que tenéis un nombre encantador que pueda susurrar-dijo para distraerle mientras le cogía del brazo con gesto cariñoso y lo llevaba al rincón que había escogido, aquello hubiera sido divertido si no fuera por que ser confundida por una chica de burdel era degradante.
Cuando estuvieron donde Clarice había planeado lo cogió por el cuello de la camisa y sus colmillos se extendieron.

por **Stefano Giuliani** Sáb Sep 14, 2013 9:08 am

- Llámame Stefan. - Tras decir ésto, aquella chica, haciendo uso de una fuerza arrolladora, estampó a Stefano contra la pared. Él pensó que se trataba de una dama de compañía muy fogosa y, aunque extrañado, que estaba algo excitada de más... Pero todo esto se vino abajo cuando la chica dejó al descubierto el cuello de Stefano, haciendo alarde de su deseo incontrolado de sangre, mostrando sus inquietantes colmillos y esbozando un rugido estremecedor.
- Oh, joder... - Ahí estaba. La evidencia que tanto buscaba Stefano la tenía ahora enfrente de él, a escasos centímetros de causarle la muerte. No había ingerido tanto alcohol como para tener alucinaciones, así que esos ojos, esos colmillos, ese momento, eran tan reales como que estaba apunto de perder su insípida vida...
Habiendo asumido su final, Stefano no pudo contener un alarido de impotencia, estridente. Un grito ahogado por el silencio de la noche.

Edouard, su mayordomo, se encontraba casualmente a las puertas de la mansión. Con un farolillo en la mano, se acercó al lugar de donde procedía aquel grito, y al contemplar aquella estampa, a su señor, cautivo de aquel rostro inquietante, quedó congelado en el camino. - ¡Señor Giuliani!... ¿¡Qué...!? -. Se apresuró inconscientemente hacia él, y sin dejar de correr, lanzó el farolillo a escaso medio metro de los pies de aquel terrorífico ser, bañando de fuego el suelo, irrumpiendo en el momento. - ¡Demonio! - Gritó aterrorizado.

por **Clarice Briand** Lun Sep 16, 2013 2:04 pm

Los momentos antes de morder era casi tan excitante como calmar la sed en si, estaba apunto de acabar con aquello cuando un humano se acerco a ellos gritando y estrellando un farolillo contra en suelo.
Clarice soltó un leve grito de sorpresa, el fuego se propagó alcanzando el extremo de su vestido. Ella se aparto de su salto de los dos humanos y de las llamas que se extendían, miró al recién llegado con odio soltando un rugido de ira y se arranco el extremo del vestido que ardía. Tras aquello saltó al tejado vecino y desapareció de la escena a una rapidez que solo su especie podía alcanzar, mientras se marchaba los gritos advirtiendo del fuego llenaron la calle y no tardó en oír a los bomberos algunas calles más abajo llegando para apagar el incendio antes de que fuera a más.

Clarice estuvo corriendo mucho después de dejar el lugar donde había dejado a aquel Stefan, no era por miedo a que la atraparan sino por que estaba enfadada, no solo con el humano sino también consigo misma por ser tan descuidada, "¿Es que eres una maldita neófita incapaz de oír si alguien se te acerca mientras cazas?" se grito a si misma "¡Estúpida! da gracias que no era un cazador ni un inquisidor"

Cuando al fin se calmo se dirigió a su casa, tendría que cambiar de lugar de caza durante algunos meses y evitar las fiestas de la alta sociedad o podría encontrarse con su casi victima de nuevo.
- ¿Habéis tenido una buena caza mi señora? -preguntó Claude cuando al fin llegó.
- Silencio -gritó frunciendo el ceño, pocas veces perdía los nervios de aquella forma y su mayordomo sabia que era mejor no entrometerse.
Clarice bajo las escaleras hasta llegar a su habitación, allí se deshizo del vestido de un tirón dejándolo echo girones en el suelo y se tiro sin más en la cama.

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