Dejarse llevar por la melodía...( abdiel)

Aquella misma tarde llamaron a la puerta de mi casa, la cual fue abierta por uno de mis mallordomos que, en seguida, me subieron a mis aposentos una invitación para uno de los palcos en el teatro, según ponía, aquella noche harían una representación de la obra "El fantasma de la ópera" una de mis historias favoritas y que sin duda, presenciaría aquella noche.

No se me hizo extraño recibir aquella invitación, ya que a menudo las recibía para presenciar distintas obras las cuales casi nunca me llamaban la atención... Ais... aquello de ser inmortal y llevar tanto tiempo en vida, viendo todo y experimentando todas las sensaciones posibles a lo largo del tiempo, comenzaba a hacerse cansino. Nunca me había lamentado mucho de mi larga vida, pero había momentos tan sumamente aburridos que no sabía como salir de ellos.

Mis damas de compañía comenzaron a preparar mi ropa para aquella noche tras mi aviso, preparándome un baño caliente y perfumado en el cual me sumergí unas cuantas horas, quedaba tiempo y tenía la sensación de que aquella noche sería muy larga.

Tras salir y secarme, me ayudaron a vestirme colocándome primero el corsé que tanto odiaba pero que realzaba otro tanto mi figura, para continuarlo con todos esos cachibaches que utilizábamos las damas de la alta sociedad para ir a la completa moda.... Dios... que absurdo era aquel mundo al que pertenecía.

Terminaron de vestirme con un largo y precioso vestido rojo con bordados negros de encaje, recogiendo mi largo cabello negro en un moño semi echo del cual se escapaban barios mechones que enmarcaban mi cara. Tras todo aquel ritual diario, coloqué el anillo de lapislázuli que me permitía salir a la luz del sol sin envolverme en llamas en mi dedo mientras escuchaba los cascos de los caballos aproximarse a la puerta de mi villa para esperarme y llevarme a aquel espectáculo que realmente tenía ganas de ver.

Tras el viaje de ida al teatro y ensimisarme en mis pensamientos, llegamos finalmente a la puerta de este, siendo ayudada por el chofer para bajar mientras mis ojos escrutaban a las personas que esperaban para entrar, sonriendo levemente con algo de malicia al imaginar sus caras cuando me viesen entrar sin esperar ni un solo minuto de cola, a si que, agarré la falda de mi vestido para alzarla un poco y no pisarla y me encaminé hacia la entrada, cuando, de repente, un olor tan sumamente atractivo que me hizo imposible pensar, me hizo girar la cabeza en su dirección, encontrándome a un caballero bastante atractivo que sin duda, acompañaba al atractivo de su olor... Aquello no me había pasado nunca, había olido sangres dulces, pero no tanto como la suya a si que, sin decir palabra, me dediqué a quedarme observando a aquel hombre, intentando averiguar de algún modo que era, ya que sin duda, no podía ser humano.

Aquella tarde me había despertado de buen humor,la noche anterior había comido bien y los negocios iban viento en popa por lo que no tenía nada de lo que quejarme a parte de la obligación que se me había impuesto por no quedar mal delante de los demás: ir al teatro. No era que me desagradase, pero aquella obra en concreto no es que me hiciera demasiada ilusión, y además no tenía demasiadas ganas de verla, pero me habían invitado a ir y no podía negarme.

Después de tomar un baño me vestí para la ocasión, un traje negro con camisa negra, era una combinación extraña puesto que no era habitual, pero a mi me gustaba. Para poder soportar la velada en perfectamente y poder mantener el buen humor en el que me encontraba cogí una botella de whisky mezclada con sangre de una de, llamemoslas, invitadas. El alcohol a los vampiros nos afectaba de diferente manera, podía calmar la sed de sangre y teníamos que beber mas para que nos afectase igual que a los humanos. A pesar de que el mejor sabor era el de la sangre también disfrutaba de beber un buen alcohol.

Finalmente llego la hora de irme, iba a ir andando por lo que fui con tiempo suficiente, además no estaba demasiado lejos. Al llegas allí ya empece a encontrar a gente conocida, entre ellos el que me invito, que quería presentarme a otra gente la cual estaba interesada en ciertos articulos, pero no había ido a hablar de negocios por lo que simplemente me presente y di la información justa para que tuviesen ganas de venir a visitarme, en fin. No quedaba mucho tiempo para que la actuación comenzase y iba siendo hora de entrar. La gente normal estaba haciendo cola mientras que yo tenía una de esas entradas para poder pasar directamente, además de encontrarse bien posicionada. Cuando me dirigí a la entrada me fije en una chica la cual se giro a mirarme, estaba clara una cosa, ella no era humana, su aura era fácil de identificar, al final iba a resultar que no iba a ser tan aburrida la noche.

La chica entro antes que yo lo que me dio la oportunidad de seguirla hasta su asiento, tenía un buen asiento por lo que tenía que estar en una posición social alta, como me resultaba interesante, y más despues de la mirada que me habia mandado tenía decidido que hacer. Me acerque al que estaba en el asiento de al lado.
-Te has equivocado de asiento, ahora me dejaras sentarme aquí y te iras a tu asiento.- Le extendi mi entrada y el simplemente dijo que si con la cabeza, levantandose para irse a su nuevo asiento, yo me senté y le dedique una sonrisa a la chica justo antes de empezar a mirar hacia delante como si esperase la obra esperar, aunque lo que de verdad esperaba es que ella decidiese decirme algo.

De repente me percaté de que el muchacho se fijó en mi, se dio cuenta de que le observaba y nuestros ojos se encontraron, haciéndome saber al instante de que era un vampiro... pero el vampiro que mejor olía del mundo, aquello era muy extraño.
Algo avergonzada por que me había pillado mirándole, agaché la mirada y alcé mi barbilla, guardando mi pose de siempre mientras continuaba con mi camino y agarraba el faldón de mi vestido para terminar de subir las pocas escaleras que me quedaban y entrar al vestíbulo del teatro.
Observé la decoración de este, el cual estaba ambientado en el teatro de la obra, cosa que me hizo sonreír al sentirme como dentro de aquella historia, cerrando mis ojos durante un instante mientras mis dedos se deslizaban por la fría barandilla de las escaleras que me llevaban hacia mi palco, en el fondo era una mujer muy risueña y romanticona, pero aquello era algo que nunca le mostraría a nadie.

Cuando me percaté de que me encontraba en medio de todas las personas de "Clase alta" parisinas, abrí de nuevo mis ojos, mirando a todos los lados de forma disimulada para asegurarme de que nadie se había percatado de mi pequeña desconexión, sin encontrar tampoco de nuevo a aquel "Dulce" vampiro.

Suspiré algo decepcionada ante aquella última averiguación, soltando un leve suspiro mientras retomaba mi camino hacia mi palco, dedicándole una sonrisa a aquellas personas que la merecían al cruzarse conmigo, no era maja con todo el mundo, solía serlo con quien me interesaba, pero mi larga vida me había enseñado que los amigos no existían.

Con ese pensamiento entré en mi palco, recorriendo el escenario con mis ojos para aprobar este antes de fijarme en mi asiento y en los continuos, quedándome sin aire en mis pulmones y totalmente paralizada en la entrada, sin esperarme encontrar a aquel chico que tanto me había llamado la atención ahí, junto a mi a siento esperando que la obra comenzase.

Mi cuerpo volvió a reaccionar cuando el joven me dedicó una mirada, haciéndome parpadear varias veces como si así terminase de volver en mi, dedicándote una leve y algo vergonzosa sonrisa en mis labios, entrando en el palco, recogiendo dos copas de champan antes de sentarme en mi sitio, ofreciéndote la otra copa, mirando hacia los demás asientos, observando la gente que allí se encontraba.

--¿Le resulta cómodo el asiento caballero? Creo recordar que aquí estaba sentado mesié Dumont.

Tras decir eso, giré la cabeza para mirarte, dedicándote una amplia y dulce sonrisa, para finalmente dirigir la copa a mis labios y darle un trago al champan.

Aquella chica no pudo evitar una reacción de sorpresa al verme allí, obviamente no es algo que pudiese esperar por que aquel no era mi asiento, otra cosa es que no me hubiese resultado demasiado difícil el hacerme con él. Al entrar me sonrió y me alcanzo una de las copas de champan la cual acepte con gusto sonriendole mientras la observaba fijándome bien en como era ella. Su ropa demostraba clase y había sido perfectamente vestida, seguramente con ayuda, lo que mostraba alto estatus, y más juntando eso con la entrada que había echo y el palco donde se encontraba.
-Al parecer el mesié Dumont se había equivocado de siento querida, este es el mio, al menos ahora lo es.-  Le dije con una sonrisa picara dejando entrever que el que no estaba en el asiento que se le había asignado en un principio era yo.
-Seguramente se había sentado aquí, en mi sitio, con la esperanza de que no viniese yo, su verdadero dueño, para poderse sentar a su lado y poder entablar conversación contigo para conocerte y lo que surja.- Dije sonriendo para después dar un trago al champan. Observe la sala mirando hacia delante, era un lugar grande y en aquellos momentos se estaba llenando de gente, la mayoría de conocidos estaban en los palcos y en las zonas superiores mientras que los de clase media cubrían los inferiores, incluso se podía apreciar alguno de clase baja, aunque no había demasiados puesto que la mayoría no se lo podían permitir, por tiempo y por dinero. Mi mirada se volvió a dirigir a la chica de mi lado mientras le daba otro trago a la copa que me había entregado.
-El champan no esta mal, aunque la verdad, yo le agregaría otra sustancia para poder hacerla algo mejor, aunque fuesen unas gotas.- Me incline un poco hacía ella para poder susurrarle al oído.-Sangre.- Me volvi a separar agrandando mi sonrisa y mirando hacía delante de nuevo.
-¿No cree que mejoraría el sabor?.- Dije sin mirarla, mirando hacia el escenario.

Escuchaba atenta a aquel hombre, con una de mis perfiladas cejas alzadas con total incredulidad, sabía de sobra que aquel no era su palco, al igual que aseguraba no haberle visto con anterioridad en aquel lugar, aun que, en el fondo, me daba realmente igual que el viejo y aburrido mesié dumont no me acompañase aquella noche, soportando como baboseaba mirando mi cuerpo a escondidas cuando las luces del escenario alumbraban mejor mi cuerpo.

Caminé hacia la barandilla del palco, apoyando mi trasero en ella para girar levemente mi cabeza hacia la derecha y poder observar como poco a poco se iba llenando de gente, como iban ocupando sus asientos mientras, sin poder evitarlo, interiormente me rogocijaba por mi estatus, a sabiendas de que para ver un espectáculo así, tenías que estar en la mejor de las posiciones.

De repente la voz de mi acompañante me sacó de mi ensoñación, dejándome con mis labios, rojizos como la misma sangre, entre abiertos mientras clavaba mis ojos verdes como el jade en los suyos, tentada por aquella proposición que acababa de hacerme mientras un "Orgasmo" recorría mi cuerpo al imaginar el burbujeante champan con el dulce sabor de su sangre.. esa dulce sangre...

-Decirle que me sorprende su proposición, aun que, sería demasiado agetreo bajar a buscar un pequeño piscolabis... a si que... podría ofrecerse voluntario.

Tras decir aquello me acerqué a mi acompañante, sentándome en sus piernas de forma poco decorosa para un teatro, pero en aquellos momentos solo existía aquel olor que me inundaba por completo.
Acerqué mi rostro a su cuello sin invitación, pasando la punta de mi nariz por este, acariciándolo suavemente mientras cerraba mis ojos, dejándome llevar por la dulzura que me trasmitía aquel olor.

El escenario seguía tapado con la tela, aunque se podían apreciar las sombras trabajando en dejar el escenario preparado para la actuación. La gente seguía llegando y ocupando sus asientos, debían de quedar ya pocos minutos para el comienzo puesto que la mayoría de los asientos ya estaban ocupados, la verdad es que la obra no me interesaba demasiado, era más un evento social que otra cosa, por suerte había encontrado algo con lo que entretenerme un rato.

No pude evitar sonreír ante su contestación, no estaba muy seguro si es que realmente veía demasiado ajetreo en aquello de bajar a por algo de comer o es que simplemente quería probar mi sangre, realmente no me importaba demasiado que quisiera de la mía, era normal querer probar la sangre de cierto tipo de personas. Finalmente ella se acomodo en mis piernas y yo rodee su cintura con los brazos mientras notaba sus dulces caricia en mi cuello, seguramente esperando el momento para morderme.
-Eso de probarme a mi es un poco personal señorita, y ni si quiera nos hemos presentado.- Aparte mi cuello ligeramente y me gire para mirarla, dejando nuestras narices a escasa distancia. Me gustaba jugar de aquella forma un poco, no le iba a dejar probar mi sangre tan rápidamente.
-Además, la idea a sido mía, ¿no debería ser yo quien tomase algo de sangre primero?- Roce ligeramente mi nariz con la suya y le guiñe un ojo separandome un poco.
-Me llamo Abdiel, o al menos ese es mi nombre ahora.-

Observé el rostro del muchacho una vez este me rodeó con su brazo, observando sus rasgos que le hacían ser bastante atractivo para mi gusto, pero aquello era todo, atracción, me negaba a dejarme llevar por nada mas que eso y aun que a veces mi alma anelase el cariño, nunca le permitiría ese capricho... o eso quería pensar.
Observé sus movimientos con una de mis perfiladas cejas alzadas y con una dulce y torcida sonrisa en mis labios rojizos como la misma sangre, soltando una dulce risilla finalmente al sentir el roce de su nariz, entre abriendo mis labios al escuchar sus respuestas ante mi propuesta, respuestas que me hicieron mas entretenido aquel juego... adoraba los retos.
Retiré algunos mechones de mi pelo que se soltaron cubriendo un poco la pálida y suave piel de mi cuello, como si me los colocase de forma inocente detrás de mi oreja dejando al descubierto el pequeño lunar que adornaba mi cuello, aquel lunar que tan apetecible de besar le resultaba a los hombres.

-Mi nombre es Satine, aun que esta presentación no es suficiente como para tener el privilegio de probarme...

Me acerqué al oído de aquel muchacho para susurrarle en este mientras le acariciaba la oreja con mi cálido y suave aliento.

-Se te pondría como una roca y no sería algo agradable para su imagen señorito abdiel

Tras decir aquello me aparté con una sonrisa divertida dibujada en mis labios, guiñándole un ojo finalmente para, después, volver la vista hacia el resto del teatro, buscando algunos ojos curiosos que observasen nuestra escena sin permiso.

Con un ligero movimiento ella dejo una parte del cuello descubierta donde podía preciarse un lunar, ¿podía interpretarse como una pequeña provocación? a pesar de sus palabras que daban a entender que no me iba a dejar probar a mi tampoco su sangre tan fácilmente, se podría interpretar como tal y más por sus siguientes palabras, no pude evitar soltar una pequeña carcajada ante lo de "se te pondría como una roca".
-No se preocupe, si usted se queda así como esta encima de mi nadie notara el bulto, además, en cuanto empiece la obra las luces se apagaran y nadie vera nada de lo que pueda ocurrir aquí arriba.- La vi girarse para observar a la gente y yo también lance una mirada. Lo primero que mire fue a Mesier Dumont que miraba hacía nosotros, seguramente, a pesar de que el pensaba que estaba en el sitio correcto, seguía algo confuso, seguramente por el echo de no tener la compañía que esperaba. En aquella ocasión mi palco estaba únicamente para mi así que a su lado solo tenía una silla vacía. La demás gente de los palcos y gente de posiciones privilegiadas justo debajo de nosotros miraba hacía otros lados, o hablaba entre ellos o miraba en el escenario, al menos la mayoría, había un par de palcos que se volteaban hacía nosotros mirados curiosos, uno de ellos un cliente habitual al que salude con una sonrisa, al hacerlo dejo de mirar poniendo su vista en el escenario. Me acerque a la oreja de ella para susurrarle como ella había echo.
-Parece que hay algún curioso que le interesa saber que hacemos, sobretodo a tu amigo Dumont que parece ser que no le gusta demasiado su nuevo sitio.- Al acabar le di un pequeño mordisco juguetón en la oreja y mire hacia el escenario.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo como una descarga eléctrica, haciéndome estremecer en respuesta a aquel mordisco, era uno de mis puntos débiles aun que por supuesto, nunca se lo diría.
Mis labios se entre abrieron finalmente para dejar escapar un leve suspiro, profundo, de satisfacción. Justo antes de girar la cabeza en la dirección de mi acompañante, con una dulce y pícara sonrisa torcida que mostraba mis sentimientos en aquellos momentos.
Carraspee con la garganta de una forma sutil, como una buena dama sabía hacer, y te miré con un leve pestañeo un tanto seductor, clavando mis ojos azules como el mismo hielo en los tuyos.

-Mesie dumont está bien donde esta, sinceramente, me importa bien poco su estado... pero lo que si me importa es su opinión sobre mi mesie...

Dije sin apartar la mirada en ningún momento, hasta que al terminar aquella frase apoyé mi brazo en tu hombro para así acercarme mas a tu rostro, de nuevo hacia tu oído en el que volví a susurrar con una sonrisa en mis labios..

-Ya que yo no soy ninguno de sus muchos juguetitos sexuales... a si que tenga cuidado donde muerde, ya que tal vez se quede sin sus preciados dientes.

Pasé muy leve y ligeramente la punta de mi lengua por el borde de su oreja para, tras ello, levantarme cuando justo las luces se apagaron para dar comienzo a la obra tras los aplausos iniciales.
Caminé hasta la puerta de mi palco y giré mi cabeza para mirarte por encima de mi hombro con una casi invisible sonrisa, saliendo finalmente perdiéndome en las sombras, sin saber si captarías el mensaje.

La verdad era divertido ver la cara de Dumont mientras nos observaba y mientras Satine decía aquello de lo poco que le importaba lo que quisiese Dumont, al acabar la frase se acerco más a mi apoyando su brazo en mi hombre y seguir hablando en mi oído y soltando una pequeña amenaza, cosa que me pareció divertido.
-Le puedo asegurar que cuando muerdo a alguien de mi especie suele ser con consentimiento, aunque solo en la mayoría de las veces, yo me andaría con ojo señorita...por si acaso.- Ella paso la lengua por mi oreja y se levanto en cuanto apagaron las luces dirigiéndose a la salida del palco, mandándome una sonrisita antes de salir como invitándome a seguirla, la verdad es que no demasiada gente notaría nuestra ausencia ya que a penas se veía el interior de otros palcos, así que me levante y la seguí entre las sombras, cuando conseguí alcanzarla la abrace por la cintura desde atrás y apoye mi barbilla en su hombro.
-Tengo hambre... ¿Nos comemos a alguien del servicio? los lavabos suelen estar vacíos cuando la obra a comenzado, al menos hasta el descanso... podríamos llevarlo allí y disfrutar de una comida... siempre es mejor comer en compañía.- Al acabar de hablar le volví a morder la oreja y espere sin soltarla una contestación. Hacía ya un tiempo que no disfrutaba de la sangre de un pobre mortal en compañía de alguien de me especie.

Me encontraba de espaldas a la puerta de mi palco, disponiéndome a sacarme un cigarrillo de mi bolsito de mano cuando, de repente, sentí los brazos de Abdiel rodear mi cuerpo, dibujando de forma inconsciente una sonrisita en mis labios rojizos, alegrándome de que hubiese captado mi mensaje.
Continué con mi tarea sacándome finalmente el cigarrillo para ponerlo entre mis labios y encenderlo, dándole una larga calada a este mientras escuchaba la propuesta de mi acompañante, respondiendo finalmente tras soltar el humo.

-Hmm, hagamos una cosa, yo le consigo un tentempié y como recompensa mi tentempié serás tú ¿Qué te parece?

Pretendía añadir algo más cuando sentí sus dientes atrapar mi oreja, haciendo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo de nuevo, como una descarga eléctrica. Cerré mis ojos cogiendo profundamente aire antes de continuar hablando, ya que la oreja era mi punto débil totalmente.
Giré mi cuerpo para encararle, colocando mis manos en sus pectorales al tiempo que alzaba mis ojos verdes a los suyos, clavándolos en ellos con una pícara sonrisa torcida en mis labios, poniéndome de puntillas para quedar más cerca de su rostro y susurrar bajito..

Sería un buen trato mesié.

Después de sacar un cigarrillo para fumárselo se quedo de espaldas proponiendo un trato, uno realmente malo puesto que no era muy justo que digamos aunque estaba claro que ella sabía lo malo que era y que la única que realmente salía ganado con él era ella, aunque si colaba colaba, pero no le iba a ser tan fácil conseguir aquello que ella quería. Finalmente se giro hacía mi para mirarme con aquella mirada, alegando que era un buen trato.
-Dudo que haya nada de buen trato en ello, tu me consigues algo que me es fácil conseguir y tu consigues algo difícil: mi sangre. No te creas que, a pesar de mis años de vida, mi sangre la a probado tanta gente jovencita.- Seguidamente cogí su cigarro y lo tire al suelo para pisarlo y apagarlo.
-No me gusta el olor a tabaco, y es mas agradable besar a alguien que no le sabe la boca a cenicero.- Le dije dejando caer eso ultimo, se lo podía tomar como indirecta o no, ella sabría. Me apetecía jugar un poco así que me separe de ella y empece a caminar por los pasillos buscando algo o mas bien alguien para divertirnos, al llegar a una esquina me gire y le guiñe un ojo y seguí adelante hasta que oí unos pasos, parecía que era una sola persona pero no estaba seguro, de lo que estaba seguro es que seguramente había encontrado algo de diversión para nosotros y por desgracia, él iba a tener poca.

Entrecerré mis ojos al escuchar su respuesta, al parecer catar aquella sangre que tan apetecible me parecía iba a ser más difícil de lo que pensaba, pero no iba a rendirme, acabaría probando su sangre me costase lo que me costase, es más, que me lo pusiese difícil aumentaba mis ganas, algo que sin duda me divertía bastante.
No pude evitar entrecerrar mis ojos cuando tiró mi cigarro al suelo, clavando mis ojos azules en los suyos de manera asesina advirtiéndole que fuese la última vez que se le ocurriese hacer algo semejante, no era como esas escuinclas de señoritas que se dejaban dominar por los hombres, es más, en muchas ocasiones les dominaba yo a ellos y en aspectos que no son para todos los públicos.
Iba a responder cuando escuché lo del beso, cosa que me dejó boqui abierta sin saber muy bien como tomarme aquello, dirigiendo la mirada en seguida a sus labios carnosos para relamer los míos sin siquiera darme cuenta, lo cierto es que eran tentadores.

Salí de mi ensoñación cuando mi acompañante se apartó de mi en busca de algo, deduciendo que buscaba ese tentempie que no me dejaba darle a cambio de su sangre, a si que no me tocaría más que adelantarme a sus pasos y encontrar yo ese tentempíé para poder chantajearle, y creo que sabía muy bien como.

Una leve y algo tontorrona sonrisilla se dibujó en mis labios cuando me guiñó el ojo antes de desaparecer tras la esquina, agarrando la falda de mi vestido para correr un poco detrás de el hasta alcanzarle, parando en seco antes de chocar con su espalda al no esperar verle parado nada más girar la esquina, parecía que había visto algo, y si no actuaba pronto mi oportunidad se perdería.
Por el olor pude percibir que lo que se acercaba era un hombre, olía su horrible colonia masculina como si se hubiese echado litros de ella, camuflando ligeramente el olor de su sangre, aun que no lo suficiente como para que no me sintiese atraida por ella, aun que nada que ver con la atracción de la sangre de Abdiel.
Rápidamente, antes de que mi compañero reaccionase, me adelanté a el y le miré con una sonrisilla de victoria por encima de mi hombro, haciendo como que chocaba accidentalmente con nuestro nuevo juguetito, el cual no era de los más atractivos que había visto, a si que no me llamó la atención.

-Oh, vaya, disculpe, no le había visto...

Decía mientras le miraba entre mis largas y oscuras pestañas, parpadeando de una forma sensual mientras le dedicaba una de mis mejores sonrisas.