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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Dianne Cossment Vie Sep 13, 2013 9:39 am

Nunca sabes que regalos te esperan
quien puedes encontrarte,
quien te condenará, quien te salvará…

Arañazos, rugidos por doquier. Así habían sido mis primeras semanas encerrada en este castillo. Castillo que se tambaleó sobre sus cimientos, pero el que no conseguí que se derrumbara ni siquiera. Estaba atrapada, atada en una de las torres, sin huida posible. Bajo el poder de un cruel mago, que había matado a sangre fría la que una vez consideré mi madre más cercana. La anciana que me adoptó y cuidó tras encontrarme en un parque desnutrida, desfallecida en un rincón. Al principio pensando que era una gatita, me llevo a su casa, donde me presenté como cambia formas, y sin que me lo esperara, decidió adoptarme. Apenas para aquel entonces no era más que una niña pequeña. Durante años fue mi familia hasta que un mal día reapareció su hijo Juliox, quien le había abandonado años atrás para aprender más de magia oscura y secretos que era mejor no descubrir. Y con su llegada, todo cambió.

Enamorándose de mi, nos condenó a ambas, matando a su madre en cuanto se enteró de los planes de su hijo, que no eran otros que atarme a él mediante magia, hipnotizarme hasta que mi voluntad fuera solo la suya y a mí, tomándome con la guardia baja me encadenó con magia, imposibilitando mis transformaciones en felina hasta que me encontré en su castillo, donde tras negarme a ser su criada, su mascota, decidió encerrarme en la torre mas alta, sin mas que compañía que la completa oscuridad y aquel frió gélido que se calaba en los huesos.

Permanecí tres semanas en esa oscura torre, sin comida, solo con agua. Menos aquellos días en que se encontraba de buen humor y decidía darme algo de comer y dejarme dar un baño. Con agua fría… pero aquello era mejor que nada. Pasaron los días y el brujo siempre intentaba hacerme cambiar de parecer sin usar la magia en mí, tras darse cuenta de que los cambia formas no siempre la magia les hacia efecto alguno en ellos. No obstante, mi negativa nunca cambió…No iba a ser mascota de nadie, no como mis padres, los que solo fueron títeres de unos inquisidores y seguramente aun seguían siéndolo.

Yo preferiría morir antes de aceptar ese destino.

Pronto mis ropas al paso del tiempo, se volvieron simples harapos de tela, que no cubrían mas de lo necesario, por lo que me acostumbré a permanecer días enteros como felina, así gastaba menos energías y todo parecía mas sencillo.

**

Había perdido la noción del tiempo, si era de noche, de día.. Que importaba ya, yo de aquí no saldría.

Esta noche pero en el castillo reinaba una sensación extraña, casi de felicidad por parte del brujo quien llevaba todo el día oyéndolo ir de un lado para otro por todo el castillo, organizando y preparando cosas. ¿El que? No me importaba, mientras no fuera sobre mi… un nuevo intento de no se qué, que la ultima vez intentó hacer sobre mí sin éxito, me daba igual.

A mis oídos de gata, llegaban los ruidos de las criaturas del bosque a lo lejos. En un rincón famélica y muy cansada, dejé de pensar hasta terminar centrándome en aquellos ruidos, relamiéndome los bigotes y frunciendo el morro, al percibir el olor a un ratón del bosque y un saltarín conejo que tras un ruido había huido saltando por el bosque. Añoraba salir al exterior y caminar entre las sombras o echándome en los parques y dejando que los curiosos se acercaran para acariciarme, a lo que encantada me dejaba. Perdida en mis pensamientos, no me di cuenta hasta que fue tarde de la cercanía del joven brujo quien picó la puerta y empezó a abrir las cerraduras.

- ¡Transfórmate en humana¡ ¡Ahora! Vengo a buscarte…No provoques mi furia viéndote como felina como estos anteriores días, por que hoy te estampare contra la pared como oses desobedecerme y retrasar mis planes – Me amenazó.

El ruido de las llaves y la cerradura abriéndose produjeron temblores en mi cuerpo. Me encontraba débil para poder transformarme en tigre o hasta en leopardo, solo podia convertirme en gata de angora y aquello resultaba inútil, mas si no, solo servia para que la gente te confundiera con un animal de compañía. Como cualquiera pensaría solo con verme ahora mismo, tumbada sobre mis patas lamiendo mi pelaje, acicalándome. Pensando seriamente en transformarme en humana y encararle, harta de sus juegos, me sorprendí como él cuando un perro empezó a ladrar, descubriendo a quien fuera que se acercara hacia allí.

- ¡Maldición! - Oí que refunfuño el brujo – No tenían que haber venido, no todavía... se los dije, venir a media noche, no antes! – añadió con voz molesta – Ahora vengo Aleida, piensa en lo que te he dicho – Me recordó antes de que sus pasos volvieran a perderse en el inmenso castillo, en dirección al exterior donde alguien inesperado había llegado con anterioridad.

Curiosa olfateé el aire, sin descubrir no más que un olor a humano, hasta que cayendo en las diferencias de los aromas, logré descubrir una esencia más picante y fuerte. No era un humano normal…humanos normales, me corregí al descubrir y escuchar los latidos de un grupo de hombres a caballo. Se parecía al olor de los inquisidores, aquella misma sensación.. Pero no la misma, eran diferentes.
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Mensaje por Gwendolyn Nylander Mar Sep 17, 2013 11:27 am

No recordaba la última vez que estaba esperando a que me tocara la oportunidad para volver a una misión en la que pudieran recompensarme por ello. Me recompensaban en cada una en las que estaba y las que hacía a placer y satisfacción, iba por doquier, de cabo a rabo haciendo todo lo que me pedían, algunos me daban mucho dinero, otros no y simplemente me dedicaban a matar para obtener un precio mayor y así obtener ganancias mayores. Esta noche sabía que iba a ser diferente, algo me llamaba la atención en el ambiente que hacía que me sintiera vivo.

No era muy difícil. Se supone que la misión era fácil. Me tenía que reunir primero con los que iba a trabajar esa noche, 8 jinetes más mi presencia que sería el líder, dirigiendo a esos orangutanes. Entre el grupo habría un brujo con una dilatada experiencia en el ámbito de la brujería negra que quería recuperar el alma de su mujer, otro más, otro brujo con una confianza más pura y en la que y postraría la mía sin dudar. Están aquí solamente porque también quieren seguir vivir. Mi trabajo seria eliminarlos, pero a mí me pide mi consciencia que solo mate aquello que mato a mi hermano, aquel ápice de venganza que quiero recuperar para el apellido Navratinov.

Éramos tres contando conmigo, ahora se reunirían dos cazadores más, seriamos cinco, y del resto, sabía que eran esas criaturas de las que se servían de la sangre de los humanos, me estremecía cada vez que lo pensaba. No eran cazadores los que me acompañaban, sino expertos inquisidores en los que ellos querían verme de líder algún día dirigiendo una pequeña guardia, un pequeño grupo con mis hombres. Me sorprendía la confianza que algunas personas pensaban tener en mí, yo simplemente no les encontraba la lógica a ello, pero a ellos les gustaba que no se les llamara inquisidores, sino cazadores de sombras o de vidas en pena.

Todos, reunidos en lo que era una pequeña pero grande mansión dentro de la zona residencial, pero bastante alejada de la zona rica por así decirlo. Vivía en la parte media, no me gustaba compartir mi riqueza y competir con los otros ricachones. En eso era muy celoso, celoso a mi intimidad cuando estaba solo, pero obviamente las cortesanas de burdel que no fueron muchas, solamente ya me cansaba de contratar sus servicios. Quizás seria hora de que  yo mismo cambiara mi estrella, cambiara mi destino…pues los días avanzaban, yo me hacía más viejo y el linaje Navratinov se quedaría congelado si no pongo algo de mi parte. Niños. Eso me hacía gracia. ¿Yo con niños? Negué varias veces la cabeza, no me veía con niños alrededor.

11:30 pm
Zonas Alejadas, París, Francia.


Habíamos estado varias horas planeando que hacer, el brujo negro, como le llamábamos, nos hizo un espectáculo con los muebles de cocina, comía como un cosaco y solamente después de que termino de comer, me dejo vacía la despensa, le aplaudí muchísimo porque gracias a él, después no iba a tener nada que comer ni siquiera de poder hacerme un tentempié.

-Genial…-Dije sin más ganas de seguirle la bola al mago que a pesar de su delgadez, ¡NO SABIA DONDE METIA LA COMIDA QUE SE METIA AL CUERPO! En fin, ahora estaba sin comida. Iría…Lo dudo que hubiera algo de reservas en el sótano o que algún mercado estuviera abierto.  A no ser que cazara unos lobos después, pero solamente pensé en que mejor me concentraba en la misión o de verdad habría una prematura muerte en mi casa, pero ni quería sangre en mi casa ni quería perder al mejor brujo de mi equipo. Ultimando las cosas, nos montamos en los caballos equipados con armas, las suficientes para poder parar a aquel brujo que solía estar molestando a quienes lo habían ordenado. Inquisidor, aun me lo estoy pensando. La capa que me había puesto, bailaba con las fuertes ráfagas de aire que aparecían conforme íbamos todos a caballo.

Para terminar ya estábamos cerca de donde nos habían mandado ir. Era un palacio que parecía que se iba a caer de un momento a otro por la ennegrecida piedra, observando el lugar y los alrededores me daban un poco de repelús. Seguramente esperaban que la palmáramos intentando hacer algún acto heroico, pero como siempre esto parecía un juego de niños comparado con lo que hacía en la guerra. Dios me salve ahora que estaba a punto de enfrentarme a un brujo al que desconocía-Ahí esta…-Dije sin demasiada emoción. Tras haber planeado un plan de ataque, lo íbamos a seguir a raja tabla, enseguida nuestros caballos oscuros como la noche, comenzaron a cabalgar hacia nuestro objetivo, lo vi algo aturdido al vernos tan de repente, el brujo vi que ya empezó su teatro cerrando la puerta, dejándolo sin escapatoria-….Vaya, vaya, vaya….¿Que tenemos aquí?-pregunte con cierta gandulería a lo que los demás respondieron con risas burlonas, si, parecía que querían dejar el show en mis manos-…Verás según este pergamino, este informe…-Saque un pergamino de mi chaqueta el cual lo desplegué-….. Juliox, se te acusa de:
+Robos
+Pedofilia a menores de 12 años….-
Solamente me quede mirándolo, mi pie estaba sujeto en el estribo el cual levante para golpear sin pudor alguno la cara del desgraciado –y yo pensando en críos- -….También se te acusa de maltrato al género femenino y prevalecer ritos satánicos tomando a bellas mujeres vírgenes como sacrificio…y solamente para tener más poder…-Iba a arremeterle otro estribazo en su cara, pero uno de los que nos acompañaban, me detuvo. Pegar a una mujer, que poca dignidad masculina tenía el sujeto al que teníamos que matar-…Y también…-esto lo diría al azar, seguramente no tendría a nadie vivo dentro de aquel oscuro palacio-…Venimos a buscar a una mujer que no nos han dicho el nombre….¿sabes de lo que te estoy hablando? –Cuando me quede mirándolo fijamente a los ojos, este parecía que iba a escupirme, uno no entendió la “trampa” pero enseguida fue en cadena, la indirecta fue entendida por todos y uno de ellos, se puso detrás del brujo, agarrándolo de los cabellos y poniendo el filo de una espada sobre el cuello del brujo-….¿Y bien? –Pregunte nuevamente. Al parecer con la trampa, había dado en el clavo.

-Nunca daréis con ella….-
mostro su torpeza el brujo aun siendo molestado por uno de los inquisidores-….La tengo bien separada en el torreón de…-el brujo enseguida se dio cuenta de su torpeza y ahora las cosas habían dado un cambio. Los planes que habían sido planeados, habían de ser cambiados.
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Mensaje por Dianne Cossment Mar Sep 17, 2013 3:48 pm

No existe el miedo a la muerte,
sino a lo desconocido.

Con mis sentidos, sentí la vibración en el aire, el corretear de animales huyendo de las pisadas de los corceles que se acercaban, y leves voces de aquellos hombres que habían interrumpido el ritual que aquella noche planteaba realizar Juliox. El brujo ante aquella interrupción, había bajado creyéndose que los conocía ¿Les esperaba acaso?. Confundida y temerosa, me acurruqué contra la pared. Mi blanco pelaje –  O el que una vez se suponía que había sido de un blanco puro- se topó contra la pared, donde me quedé alerta, en aquella profunda oscuridad, oyendo como las pisadas del mago salían al exterior de la casa, confiado en su andar. Pero algo en mi cabeza seguía con la sensación de peligro, de histeria y terror. Arañe el suelo con mis finas garras, nerviosa. Un atroz miedo me invadía, ahogándome, mientras contaba los segundos que faltaban para que aquellos visitantes llegaran finalmente.

Un, dos, tres….hasta veinte segundos, para que finalmente el olor de aquellos hombres me llegara al olfato más fuerte que nunca…y ahora sí, me temí lo peor. No llegaba a ver las auras, ya que la única ventana que tenia, estaba cerrada por maderas – las que incontables veces traté de sacar resultándome imposible llevar a cabo aquel acto- así que no podía ver que eran con seguridad aquellos hombres, pero aquel olor me recordaba a ellos, a aquella pareja de inquisidores vampiros los que me abandonaron por no servirles en su causa. Por nacer como gata y no como lobo o león. Con lo cual me separaron de lo que fueron mis padres, y me echaron a un rio donde esperaban que algún cocodrilo les ahorrara la faena de terminar conmigo. Y así tal cual me echaron al agua, se fueron desconociendo mis otras pieles felinas.

Muchos inquisidores tenían como mascota a los cambia formas y hasta alguno de ellos se lucraba de aquello, entrenando y domando, para luego venderlos a un alto precio. Como simple mercancía, como unos esclavos. Por este motivo al oler a los vampiros, temblé. Eran inquisidores y venían por el brujo. Cerré los ojos, callada sin apenas hacer un ruido esperando que así tras terminar con Juliox se fueran, deseando que no entraran a rastrear la casa o a descubrir que secretos guardaba, ya que en aquel castillo en ruinas lo único valioso que había en aquellos momentos era yo. Una cambiaformas famélica y herida que no duraría más de un segundo antes de encontrarse atada y siendo arrastrada tras uno de aquellos seres diabólicos. Gruñí sin poderlo contener, estaba atrapada de todas las maneras posibles.

El último ladrido de perro, resonó en el exterior. Y como si de fantasmas fueran, aparecieron al galope con sus caballos tomando por sorpresa al mago. Con las orejas en alto, intente adivinar cuantos serian. Parecían ser ocho o nueve. Unas contagiosas risas empezaron a reverberar entre ellos hasta que una voz se alzó sobre los demás dirigiéndose al mago callado y silencioso. Sentí los golpes y las risas de nuevo de los inquisidores. Aquella situación me recordaba a los rituales del brujo, ya que desde la torre oía sus invocaciones y aquellas risas estridentes de sus compañeros brujos, quienes les ayudaban en secuestrar a doncellas y asesinarlas.

Ahora mismo no podía jurar que era mejor, si terminar muerta en uno de los rituales de Juliox o en manos de los inquisidores. En silencio escuché aquella voz cantante, aquel que parecía ser el líder. Todo ocurría muy rápido, el mago iba a ser silenciado y con él a poder ser mi escondite y mi presencia. Entonces llegó aquella pregunta, tomándome por sorpresa, visualizando mi muerte en cuando aquel brujo reveló mi existencia. No...No por favor, rogaba, pero ya era tarde.

- ¿Una mujer? – Uno de los inquisidores condenados olisqueo el aire a consciencia. Intenté no hacer ruido y ni siquiera respiré, pero aquello no bastó. Debía de encontrarme muy débil ya que apenas pude ni esconder mi naturaleza cambiante…No me veía con fuerzas de usar cualquiera de mis poderes. – Ilya, en efecto hay una mujer o lo que parece ser una de ellas… - El joven inquisidor dejó la frase al aire, provocando la risa generalizada de los demás que me habían olido.

- ¿Qué hacías con una gata en tu castillo, viejo diablo?- Preguntó uno de los inquisidores al mago, que impotente les observaba sin poder hacer nada  - ¿Una mascota?- Preguntó otro. Oí un grito de Juliox rompiendo la tensa calma que se había producido desde mi revelación, algo le habían hecho que lo habían dejado jadeando y me estremecí.

- Ilya… ¿Qué hacemos?- Le preguntó uno al líder de aquel grupo.

No supe si se referían a mí o al mago, pero en cuanto oí los pasos acercándose hacia la entrada del castillo y como mas de una persona irrumpía en su interior, completamente erizada y bufando por lo bajo, decidí transformarme en humana. Si tenía que morir de alguna forma, lo haría como humana y no como un animal. Apresurada tras devolverme a mi estado de humana, me vestí con los únicos harapos que tenia y volví a mi rincón donde me encogí con la espalda contra la pared. En cuanto se abrieron las puertas pesadas de los torreones, mi cuerpo tembló. Se acercaban.

- Es por aquí - Indicó uno a los demás. Yo negué con la cabeza asustada. No podían matar al brujo e irse? – Iros…por favor, no…iros. No os acerquéis - rogué en mi mente, cuando sus pies pisaron el rellano de la entrada de donde me encontraba. Aún tenían que abrir aquella vieja puerta que me separaba de ellos. – Vete... Iros! Por favor- esta vez sí esperé que todos me oyeran. Tenía miedo y no podía volverme ninguno de mis felinos fuertes por que moriría del cansancio, solo me estaba permitido volverme gata una última vez y si lo hacía, hasta que no me recuperase y si no comía rápido, me moriría igual. -Yo no he hecho nada…Iros, dejadme aquí. Os lo ruego…dejadme morir aquí - Si, aquello sería lo mejor. Mil veces prefería morir en esta oscuridad que en manos de un inquisidor por una espada o algo más cruel que terminar decapitada- vete... - Susurré con voz temblorosa ahora dirigiéndome a la sombra que se encontraba más cerca de la puerta.
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Mensaje por Gwendolyn Nylander Mar Oct 01, 2013 3:34 pm

Piensa en lo siguiente…piensa solo…como vas a morir o cual puede ser tu último pensamiento, cual puede ser tu último lugar que puedas ver a través de tus ojos, o quizás el último soplo de aire que saques de tus pulmones hacia el exterior, nada piensa en cómo te puedes ver después de muerto, no, eran carnosos sin sentido y solo eran dirigidos por mi mano a la que yo solo daba órdenes. Se puede volver al tiempo en el que todo estaba correcto, podríamos buscar la felicidad con solo unas palabras y ahora todo bastaba con un propósito o una meta a alcanzar. Mi meta estaba clara, mi meta era aquel cambiaformas el cual oso usar la fuerza para quitar la vida de mi hermano, dejando así impregnada a mi hermana menor del miedo.

Pasaron varios años desde entonces, y finalmente un brujo menos de la lista fue eliminado. Un Brujo, Juliox, había sido eliminado esta noche en la que además de un trabajo hecho, mis hombres, aquellos que me habían acompañado habían encontrado un premio que cuando después de inspeccionar aquel insignificante palacio que por dentro era más pequeño de lo que se veía por fuera, habían encontrado a una muchacha con voz quebrada hasta la saciedad, pedía que se alejaran de la puerta en la que yo, ahora mismo estaba observando. Tenía un bello gravado.

-Dime que ves a través de la puerta Gilles….-Dije con exasperación un poco tranquila, observando la tela de mis guantes de oscuro cuero, observe de reojo como el otro se acercaba a la puerta, parecía confundido. Yo suspire exasperado.
-No veo nada….solo soy un maldito brujo…-La confusión del compañero era evidente, pero mi impaciencia iba a ser más palpable hasta que lo transmitiera a golpes sobre ese desfigurado rostro que ya de por si el brujo tenía en su cara, mi mano fue a su rostro por la parte delantera en la que de inmediato la moví a placer, estampando contra la puerta su cogote, nuca, la parte trasera de su cabeza-..¡Aggh! ¡ILYA!-Grito algo sorprendido o quizás alarmado por si perdía la cabeza. Yo estaba en ventaja, era cazador y él brujo, él más feo y yo más guapo que ningún otro de los que nos habíamos reunido en ese pasillo de aquel oscuro castillo. Podría ser él un brujo poderoso, pero yo tenía influencias en varios círculos, en Rusia, Francia y en otros países de los que si se enteraba que el hijo de un gran ruso salía herido por algo, lo sabrían enseguida y algo harían en contra del atacante.

-Gilles….-Iba a comenzar a hablar cuando vi los ojos en blanco del cual sujetaba la cara contra la pared, del brujo que parecía que había entrado en trance-…Solo rompe lo que quieras….-Inmediatamente, me separe dando un salto hacia atrás, cubriéndome con los brazos de los demás, mi mano estaba sobre el mango de mi espada que estaba esperando a ser desenfundada, preparándome por si alguna amenaza saliera a flote, pero solamente, ahora ese brujo parecía que estaba poseído por algún ente maligno, solo esperaba que Juliox no lo hubiera poseído, pero en cuanto vi que tomaba la madera de la puerta, tiraba de las clavijas de la puerta, como queriendo abrir la puerta que estaba con llave, yo me relaje, esperando a que abriera la puerta-…¡Mirad como se mueve! ¡Parece como si estuviera bailando en un escenario…! –Obviamente dije eso para hacerle rabiar más, y el resultado fue el mismo, vi como el brujo se volvió más inestable y ya de un solo movimiento, agarrando las maderas, abrió la puerta, tirando los restos de la madera por el hueco de la gran ventana de piedra-…Alguien que le dé un premio….-miré fijamente a Gilles-…¡Gilles! ¡Ven aquí…!-Dije lentamente para que cuando viera a Gilles acercarse hasta mí, darle un premio una recompensa. Lo hizo, pero lentamente hasta que por fin ya lo tuve enfrente no se arrodillo ante mí-…Exacto…perrito faldero, sabes muy bien quien manda aquí….-susurré estando cerca de su rostro-…Deberías quedarte como estabas….Anda, deja el ocultismo para cuando seas mayor…-Últimamente todos me hacían caso cuando parecía que les mandaba o me burlaba de ellos. Era evidente que esto me divertía. Observe antes de mover mis pies que dos de los guardias, habían atado a Gilles hasta que pudiera volver a su “yo” interior.

-Bien….Veamos…que tenemos detrás de la puerta numero un…o….-Iba de burla, si, la vida para algunos es algo de burla, para mí lo era, no tenía vida, solo cazaba, cobraba, comía y dormía en mi cama hasta el día siguiente. ¿Para las mujeres? No había tiempo, excepto por lo que me encontré cuando cruce la puerta, el umbral de la puerta de aquella mugrosa habitación en la que había una muchacha con un vestido hecho harapos-…Vaya, vaya…Parece que el condenado hereje tenía un chochito el cual follarse…-sonreí sin poder evitar, acompañando la burla con las demás risas a mis espaldas-…¿No creéis que será un buen trofeo sobre la repisa de la chimenea?

-O sobre la encimera de la cocina…-Aquello hizo que los demás, incluyéndome a mí, rompiéramos a risas, gastando bromas a costa de la muchacha con las hebras cual ébano-No, no, no…-Comenzó a participar otro siguiendo la broma-…O quizás podríamos enseñarla como es un buen casquete contra la pared…-Vale, una cosa era ir en broma, pero otra cosa era ya formar un chiste colectivo de parvulario.

-Chicos…a veces os pasáis y habláis en voz alta…-Dije algo molesto, comenzando a encender un cigarrillo que enseguida me lo puse entre mis labios-….Bien…putita…-dije sin tener el menor cuidado de mis palabras, acercándome a la rubia que tenía delante de mis narices-…¿Qué haces aquí? –Simplemente ahora sí que me mantuve a distancia de la muchacha de cabellos dorados, observándola con cuidado y teniendo cerca mis armas, vi por las sombras de los demás como querían meterse dentro de la habitación, pero les miré, les hice una señal de que esperasen fuera de la habitación. Volví a mirar a la muchacha-…Bueno…dame nombre y razones por las que estas aquí…-suspire-…si no, no vamos a poder ayudarte…
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Mensaje por Dianne Cossment Dom Oct 06, 2013 2:36 pm

El colmo de la infelicidad es temer algo,
cuando ya nada se espera.

Oía sus voces pero aterrada en aquel rincón no les di importancia. Lo único importante era que no parecían querer alejarse de la puerta y dejarme en aquel lugar sola y desamparada. Al menos si fueran unos visitantes, o genes de buenos corazones... pero no, eran inquisidores y por lo poco que oía y paraba atención, también había un mago entre ellos. Me encogí mas en mi rincón, temblando. ¿Por qué todo me tenía que pasar a mí? No había echo nada a nadie nunca. Si fuera mala... pero aquello no era mi caso. ¿Entonces por qué?

Finalmente oyendo de fondo sus voces, decidí parar atención, llegando a discriminar de quien era la voz de quien se veía como el líder de aquel grupo de asesinos de sangre fría. Absorta intentando descubrir cuantos inquisidores había detrás de la puerta y buscando una salida alternativa, que quizás se me pasara por lo alto. Alguien se echo encima de la puerta, provocando un fuerte ruido, y sobresaltándome grité aterrorizada.

- Ahhh! ¡Dejadme!...por favor os lo pido – Rogué alzando la voz escuchando las risas de los inquisidores tras la puerta antes de que otro golpe resonara en la puerta.

¿Que eran aquellos ruidos? Parecía como si estuvieran arrancando la puerta, capa por capa. Me levanté con miedo y empecé a recorrer la habitación buscando desesperadamente una salida. No tenía fuerzas ni para andar, me encontraba débil, aún así quería salvar mi vida, si me agarraban aquellos inquisidores, no podría soportarlo... o ellos me matarían o yo moriría de pena. Acaricié las paredes buscando algún resquicio de algo, un pasadizo secreto, una ventana escondida o hasta algo con lo que quitarme la vida en mi desesperación. Pero nada, ni una cosa ni otra.
Tras recorrer la habitación y volver al rincón de antes, oí perfectamente las burlas de los demás y como de repente la puerta se astillaba por completo, abriendo un agujero por donde podrían caber los inquisidores.

No...No, no –susurré por lo bajo paralizada mirando fijamente al agujero completamente aterrorizada. De allí solo veía sombras de los inquisidores, aún seguían riéndose y en el suelo pude ver unas maderas, con las que Juliox me tenía encerrada en esa habitación atrancando la puerta. Desfallecida caí de vuelta al rincón, encogiéndome todo lo que pude, con la vana ilusión de que quizás así desaparecería o que al verme tan débil e indefensa, decidirían terminar conmigo rápidamente o dejarme libre, en el mejor de los casos.

Entonces fue cuando las sombras se hicieron más claras, y se asomó uno de los inquisidores, tras burlarse de mí, algo que no me sorprendió viniendo de inquisidores. Mi débil vista recayó en las sombras de su rostro, los que por un momento en cuando me localizó dejaron mostrar su rostro sorprendido. Pero aquel joven tardó poco en devolverme con una mirada burlesca y hasta doble intencionada, llena de maldad, lo que provocó que mi cuerpo temblara y aún mas oyendo sus burlas de a continuación.

Iba a replicarle, una parte de mi quería luchar contra ellos hasta el fin, demostrándole que mis bestias aún tenían por que guerrear, pero mi otro lado, el más humano aterrorizado no podía dejar que hicieran daño a sus otras pieles y las usaran de abrigo. Podía alimentar a los animales de bajo de tierra, pero nunca seria un adorno en los cuerpos ajenos, como trofeos de cacería. Así que me callé temblorosa, mirándole. Entre sus burlas me sonrío, y yo no pude más que acercarme más a la pared, buscando cierta distancia entre él y yo. Aquella habitación no era muy grande y en unos pasos podía llegar a mí fácilmente.

- Déjame por favor... - rogué mirándole cuando dejó de burlarse de mí.

Pero su silencio, solo dio pie a un comentario de otro de los inquisidores, el cual ante el tono lujurioso del mismo, negué con la cabeza aterrorizada. Con suerte el joven que se encontraba en la habitación ante ese comentario se molestó e hizo callar a los demás. Encendió un cigarro y como si su última intervención donde de cierta forma los había hecho callar, se dirigió a mí con total desprecio, sin tener ningún cuidado con las palabras empleadas y luego empezó a preguntarme qué hacia aquí.

Me cayeron unas pocas lágrimas de mis ojos, ante la situación mirándole. ¿No podían ir más rápidos y decirme que seria de mí? Alargar el sufrimiento era perverso... Me pasé los brazos por mis piernas, llevándolas hacia mi cuerpo, protegiéndome así de aquella manera. Tras un silencio aterrador, que no deparaba nada bueno para mí, fui a abrir la boca para contestarle, cuando tres inquisidores se asomaron por el agujero, y uno de ellos decidido a entrar. – No... -susurré débilmente. Dando gracias a dios cuando el líder que se encontraba ante mi les hiciera retroceder.

- Aleida... -dije al final tras un nuevo silencio, en donde intenté dejar de temblar. Pero la debilidad y el miedo eran permanentes en mí, sintiéndome mas que nunca desprotegida por completo.- Juliox se encaprichó de mí...pero creo que me quería para el ritual de hoy...No sé mas, se lo prometo. - me apresuré a decir mirándole. – Por favor si termináis conmigo...terminad rápido, no me hagáis sufrir mas – unas lagrimas de nuevo mojaron mis mejillas- porque no creo que vengáis a ayudarme...si no, todo lo contrario. Por favor... no dejes que me toquen, no quiero que los inquisidores jueguen conmigo. Matadme ahora, antes de entregarme a ellos – le miré con dolor visible en los ojos, pero también con decisión y valentía.

Su aura me decía que no era un inquisidor, al menos no de los condenados. Era humano y por consiguiente pensé en un cazador. Ellos no tenían siempre nada en contra de los cambia formas, pero alentado por un grupo de inquisidores, cualquiera podría ser capaz de hacer todo y más.

- ¿Que pasa ahí dentro, Ilya?- Preguntó una voz del otro lado de la puerta – Si no nos dejas entrar para jugar con ella, dinos que sucede y si es una gatita tan dulce como dulce huele su sangre – Terminó diciendo, acompañado de la risa de los demás, provocando que me estremeciera y bajara la mirada al suelo.

- Por favor Ilya – le dije con voz temblorosa, llamándole esta vez por su nombre.

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Mensaje por Gwendolyn Nylander Mar Oct 29, 2013 8:44 am

Se había quedado mirándola fijamente a los ojos, viendo sus ojos de súplica a lo que no pudo decir “te dejare aquí para que puedan violarte los demás” pero no, no le dijo eso. Solamente suspiro angustiado ¿Cómo saldría de ahí? No supo cómo lo haría, solo tendría que rezar para que los demás no pudieran darse cuenta. Estuvo un rato pensando, los demás le atosigaban a que mostrara ya a quien escondía, pero inmediatamente, Ilya se quitó la capa para poder cubrir a la pobre muchacha- Te sacare de aquí…-susurro con su otra faceta de bueno-…pero tendrás que colaborar ¿sí? –Le tendió una mano, no sabía que haría a continuación y solamente la ayudo a subir del suelo. Terminando de pensar en que haría, le susurro “duérmete en mis brazos” Con tal de que la cogiera en brazos, bien envuelta como si fuera un cadáver.

-….No hay nada que ver…-Se acercó al caballo que cabalgaba y vio que este se agachaba para poder subirse el encima, con el cuerpo de la joven en sus brazos, termino por subirse el caballo con lentitud mientras Ilya se sujetaba con firmeza. Sentía la mirada del brujo, poco le importaba, la verdad es que estaba más pendiente de sacar a la pobre muchacha de ahí, de las miradas de su camarada el brujo, de la de todos. Estos se habían fijado en Ilya para poder darse cuenta de que intentaba sacar algo vivo del recinto, la mentira no estaba en los planes eclesiásticos de la iglesia, pero intentaba salvar un alma.  Los vampiros, fieles seguidores del señor a pesar de querer seguir malditos, estos veían las buenas intenciones de Ilya, uno asintió disimulando mientras se cruzó con la mirada de Ilya, después miro a la muchacha que llevaba entre sus brazos-….No te muevas…-suspiro lentamente, azotando al caballo con un poco de energía, salían ya de aquel mugriento castillo, seguía mirándola fijamente hasta que pudo notar el frio tocarle la piel de su rostro, sentirlo en sus ropas-…Mierda…-suspiro después dándose cuenta de que el sí tenía frio.

Enseguida, conforme habían caminado hasta colocarse en el puente de piedra, Ilya dio la orden de que con varias antorchas pudieran incendiar el interior del castillo, después quien se trataba del brujo, este había seguido en su forma monstruosa, deforme y visceral, seguía en esa forma y no había hecho falta dar orden de que comenzara a demoler aquella inmensa mansión. En llamas se quedó un recuerdo que se quedaría en el olvido. En ningún momento había dejado de abrazar el cuerpo envuelto en su capa y el que seguramente le costaría convencerla de que ahora estaba a salvo. No supo con quién, hubo un momento en que quería llevársela a su piso y no a su mansión, sería mucho a primeras. Como si fuera otra prisión….U otra prisión en la que pudiera tenerla encerrada.

Volvió su mirada hacia el brujo, transformado, Ilya mando a que le encadenaran, lo ataran contra un poste hasta que se le pasara la deformidad de esa forma monstruosa. Hubo pasado varios minutos, casi una hora hasta que finalmente le dieron cese a la tortura del mago, volviendo a su forma humana, cayendo sobre el suelo, siendo ayudado por otros dos compañeros y vestido finalmente, pudieron retomar la marcha. Conforme pasaron varios tramos a caballos, uno de los vampiros se acercó tranquilamente hasta estar lado a lado cerca de Ilya. Este lo miro, sujeto el bulto entre sus brazos, como si vallara a perderlo de alguna forma. El vampiro solamente sonrió-

-¿Sabes que no es humana?-Burlo el vampiro-
-Lo sé…-miro de reojo a la muchacha-…pero…-miró al vampiro-…Sé que odio a un cambiaformas en particular, pero si aún esta pobre mujer no me ha hecho aún nada…
-Eres confiado al igual que confías en tu vanidad….-Susurro con cierto glamour en sus silabas-
-No te puedes fiar de nadie, que de ti mismo….-asintió con un movimiento burlesco, orgulloso hacia el vampiro-….Vampiro…
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Mensaje por Dianne Cossment Lun Nov 04, 2013 8:53 am

Al forjar nuestro destino,
trazamos nuestro camino.


El cazador se me quedó mirando fijamente, como pude, sacando toda mi fuerza pese a estar asustada de morir, le supliqué con la mirada que lo hiciera, que me matara, que terminara con mi vida de esclava en aquel lugar y del destino que me esperaba aún más cruel si esos inquisidores lograban poner sus manos encima de mí. Pasaría primero por cada inquisidor y luego seria enjaulada, donde empezaría mi entrenamiento como cambiaformas mascota de quien quisiera tenerme. Como le había pasado a quien me dio la vida, mientras que mi supuesto padre ya había nacido y criado por inquisidores, con lo cual nunca había conocido la libertad.

Pensando aquello solo me daba ganas de volverme tigre y terminar con todos los inquisidores que esperaban por mí, aunque terminaran con mi vida, pero antes me aseguraría de llevarme a alguno conmigo al otro lado. Volví mi atención al joven, quien permanecía desde hacía unos minutos pensativo cuando de repente se quitó la capa y acercándose a lo que yo pensé que serian mis últimos latidos de mi corazón, me puso la capa por encima, cubriéndome con ella. Le miré sin entender ¿Me iba a sacar de aquí? Podría ser todo una vil mentira y luego dejarme en manos de los inquisidores. Temblé pero finalmente le di la mano y me ayudó a ponerme de pie. Cuando escuché su ultima orden, fruncí el ceño — ¿Dormida?

Él asintió y yo algo desconfiada dejé que me tomara en sus brazos y me envolviera en la capa. Por suerte era una joven ligera, por lo que no debía de pesarle demasiado. Al ver que me llevaba hacia la salida, temblé angustiada y cerré los ojos, no quería ver a los inquisidores, sus colmillos, sus caras deseosas de compartirme. De solo pensar en ellos se me ponían los pelos de punta. Por suerte el cazador cumplió su palabra y en ningún momento dejó que los inquisidores se me acercaran. De reojo mire donde estábamos y me encontré con que ya habíamos salido y la montura del joven se tumbaba al suelo esperando que él subiera con ella.

Al subir al caballo, cerré los ojos con fuerza, pese a ser una felina, en mi parte humana tenia vértigo y montar a caballo me horrorizaba por mas que me gustaran esos animales.
No me sueltes, tengo miedo a caer… — Le susurré en un momento que los demás parecían absortos en la faena de quemar el castillo, sintiendo sus brazos sujetarme con más fuerza.

Sentía las miradas puestas en mí, con lo que me acurruque mas contra el fuerte y duro pecho ajeno y en la negra capa que me cubría. Las llamas del fuego creaban sombras por todo el bosque, asustándome cuando mirando para un lado me encontré con la mirada fija de un inquisidor quien me sonrió mostrándome sus colmillos. Tragué saliva asustada y bajé la mirada aterrada en brazos de Ilya.

Esta gatita será tu perdición vanidoso amigo. Deja que enseñe sus garras y quizás... – me miró fijamente y se río al verme como temblaba– Quizás veas que en ella también hay un monstruo — Concluyó volviendo la mirada a Ilya, espoleando su caballo a moverse y alejarse de ellos — Es mejor lobo que se muestre de frente que lobo disfrazado Ylia. Tu veras si puedes controlarla.

Me daban ganas de ir hacia él y arañarle aquel rostro frio y muerto que tenia. Nunca le había hecho daño ni a una simple mosca, como dañaría a quien me estaba salvando de la muerte y de la esclavitud con los inquisidores?

No le hagas caso…yo nunca he hecho daño a nadie. Solo por supervivencia y ni así pude hacer nada… —Susurre esperando que me oyera, cuando el inquisidor se encontraba ya lejos de nosotros. Solo había habido una vez cuando el loco del brujo  fallecido me arrastró por el castillo por los pelos y me defendí. Solo esa vez había hecho algo en contra de alguien y ni así me enorgullecía. E igualmente había vuelto a tomarme de los pelos.

Me acurruqué mas contra él, agotada y cansada con los nervios a flor de piel.
¿Dónde vamos? —Pregunté de nuevo en un susurro, no quería hablar y que los demás se fijaran todavía más en mí. — ¿No vamos a la inquisición, no? — añadí temblorosa, rezando para que no fuera aquel mi destino. Me había dicho que me sacaría del castillo y así lo había hecho, pero no habíamos hablado nada de lo que pasaría después. Y me alejaba de todo lo que conocía… ¿Dónde iría a parar yo ahora?
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Mensaje por Gwendolyn Nylander Jue Nov 28, 2013 12:53 pm

Hombre, esa oferta era tentadora, pero no era como sus compañeros que a la primera de cambio la encerrarían en otra jaula después de violarla. Los primeros obviamente los vampiros que le habían aconsejado. Después los cambia formas y después por último el brujo. Menudo espécimen. Mientras iba caminando el caballo por aquella senda, se pensó en donde podía esconderla, era una muchacha asustada, estaba cansada, la miro a los ojos y simplemente se quedó pensando en que hacer. Estaba poniéndose nervioso con esa mirada azul tan profunda que tenía la muchacha – Bellos ojos…-murmuro hacia Aleida que parecía aun desconfiada con él y con el resto. Ilya se quedó mirándola.

- …Sujétate fuerte…-
murmuro antes de que su caballo comenzase a trotar por el pantano que estaban atravesando, ninguno del resto se extrañó en que Ilya quería largarse con el premio gordo. En realidad, estaba deseando tener un poco de intimidad con la joven que tenía entre sus brazos, a la que en un momento en un bache, él la sujeto aún más fuerte, pero ¿Adónde se dirigían? Él lo sabía, pero los demás no. La noche estaba siendo oscura para variar, dejando a las nubes que se pusieran delante de la luna, de aquella que les guiaba poco a poco el oscuro sendero del pantano. Paro. La luz se fue y las antorchas no hacían mucho ánimo en iluminar el sendero-…Diantres….-Observo que los demás llegaron, uno le pregunto preocupado que había tomado el sendero de aquel que nunca salió con vida -¿Hablas de aquel brujo el cual nunca se supo? –Bufo – Me estás hablando de historias medievales, vampiro…-murmuro con cierta con trascendencia – Este sendero es oscuro, si, pero…
-¿Pero qué? ¿No sabes que cualquiera que se ha equivocado de camino, ha acabado aquí y simplemente no ha vuelto a vérsele con vida? –Estaban asustándole, cosa que no funcionaria, no conocía cuentos de hadas ni creía en ellos si es que leyó alguno.

Era cazador, se ocupaban precisamente de hacer verdades esas historias y que pudieran hacerlas leyenda.
-Diantres…Esta bien, volvamos…-murmuro lentamente, comenzando a salir todo el grupo de aquel oscuro sendero en donde la luna no alumbraba. Sus caminos eran oscuros pero iban con un ritmo lento. Ilya miro a Aleida y para su sorpresa esta se había dormido en sus brazos. Maldijo algo en un susurro, pero la sujeto con fuerza, procurando que en ningún momento se cayera del trayecto. Sentía que tenía que hacerse cargo. Le daría trabajo o simplemente algo que hacer….Estaba confundido. Mejor se centraba en el presente que es donde estaban ahora.

-Bien…Yo me disperso por aquí…-miro al brujo, le señalo-…Asegúrate de entregar el informe mañana por la mañana…-murmura mirándole fijamente, como si quisiera partirle el cráneo. Ilya entonces miro a Aleida-….Yo me llevaré a esta preciosidad a un lugar seguro…-miro al resto-…-No dijo nada, vieron que los que estaban de su lado asintieron con obediencia, el brujo también asintió pero no le quito la mirada de encima. Ilya entonces se quedaría vigilándole muy de cerca al igual que el brujo se quedaría cerca de probar bocado de quien tenía entre sus brazos. Eso era asqueroso. No sabía el brujo donde se metía al pensar que podía obtener algo de su víctima, algo de la superviviente de un brujo loco que si no hubieran llegado a tiempo, a saber lo que hubiera pasado.


11:56pm

Casi media noche.

Casi es el momento en el que las bestias salen de sus tumbas para
obtener venganza…

01:30am

Ilya había caminado un largo camino para poder encontrarse con la puerta de su casa. Su labio se había hinchado, abierto un poco de la pelea que había tenido previamente con el brujo tan solo porque el brujo no quería que se la llevara a su mansión, pero ahora estaba todo bien, tenia, seguía teniendo a Aleida entre sus brazos. Aquello al menos le aligero la pesadez de su consciencia. Parecía un ángel, y se estaba ganando el cielo con aquella siesta que se estaba dando. Finalmente llego a su mansión y vio que los sirvientes y doncellas le esperaban preocupados. Él estaba bien, tomo con cuidado a Aleida en sus brazos y se bajó con gran agilidad, comenzando a bajar con lentitud a la vez que el caballo se bajaba y se tumbaba también cansado. La sujeto bien, las órdenes fueron dadas a la servidumbre y él se ocupó de acostar a Aleida.
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Mensaje por Dianne Cossment Jue Dic 05, 2013 3:47 pm

Sin saber que sucedería conmigo esperé por sus palabras, las que no llegaron nunca a mis oídos. Alcé la mirada y le miré esperando encontrar respuesta en el brillo de sus ojos, encontrándome con que el cazador parecía absorto, fascinado por los míos de color azul cual claro cielo. Observándole temerosa de que aquel silencio pudiera ser un indicio de un destino incierto para mí, no llegué a creerme cuando simplemente musito lo bello que eran mis ojos, tras lo que me ordenó que me sujetara fuerte, lo que hice con las últimas fuerzas que me quedaban en mi tembloroso y exhausto cuerpo, al tiempo en que ponía el caballo a trotar por el pantano alejándonos de los demás.

En uno de los saltos del caballo en su magnífico trote, sintiéndome muy ligera, tanto que temía caer en cualquier momento, me encontré sujetada por sus brazos fuertes los que impidieron que cayera desafortunadamente del caballo. Suspiré y acercándome más contra su pecho, dejé que me sostuviera contra sí. Nos adentrábamos en lo que parecía un paisaje oscuro, el pantano se encontraba a nuestra derecha en el camino, mientras la luna a nuestras cabezas era tapada por una gruesa capa de nubes que no dejaba que su luz guiara el camino a los moradores de la noche. Oyendo la respiración y el tranquilo corazón del joven, siendo mis ojos atrapados por la oscuridad de nuestro entorno, donde el cazador me llevaba a paso rápido con su caballo, finalmente cansada, sin muchas energías, lentamente fui cerrando los ojos.

Intenté debatirme, pero era tarde para negarme al sueño quien cada vez tomaba mas de mi voluntad, hasta que logré cediendo pese a mis miedos de que entonces si me encontrara desvalida y completamente en manos de quien me llevaba, dormirme. Mis parpados se cerraron y así como la oscuridad del bosque, me adentré por mi misma en la oscuridad del sueño, tras asegurar que mi cuerpo se encontrara recostado y a salvo entre sus brazos.

Pese a mi sueño, me desperté al sentir los gritos ajenos de los demás inquisidores, quienes seguían al cazador. Gruñí por lo bajo maldiciendo que no pudieran dejarme ni dormir y medio dormida permanecí escuchándoles, sin entender mucho de lo que decían. Solo atinando a comprender tras un buen rato de volver con el resto del grupo, que él y yo nos separábamos de todos y el cazador me llevaba con él, a un lugar seguro… o eso había dicho él.

Con una dulce sonrisa agradecí sus palabras.Hacía mucho, casi demasiado ya, que nadie decía nada amable sobre mí. Desde la muerte de la anciana que me cuidó todo la vida que me había encontrado bajo el yugo de aquel brujo maloliente y completamente demente, por lo que las palabras que me había expresado aquel diabólico ser, no podían considerarse agradables de oír, ni de recordar. —Gracias Ilya… —Susurré recostando mi cabeza en su hombro dormitando de nuevo, ignorando aquella sensación de que todos me miraban, particularmente la mirada violenta del brujo del grupo de inquisidores, que mi instinto me decía que aquel era quien me miraba de peor forma que el resto, quienes muchos solo sentían lujuria y hambre y unos pocos sentían pena por mi estado y lo que suponían que habría pasado en manos de aquel brujo al que mataron. Pero para nada se lo imaginaban. Mi cuerpo tembló de solo imaginarme de nuevo mi vida junto a aquel ser, e inconscientemente llevé los brazos ajenos a agarrarme mas fuerte. Y así en sus brazos, empecé a relajarme de nuevo, olvidándome de todo, plácidamente dormida.

Pero la calma no duró poco tiempo, cuando su compañero brujo se apareció exigiendo que me soltara y me entregara a él, que me llevaría a la inquisición, pero antes a su castillo donde debía de hacerme hablar. Despertándome confundida, temblé nuevamente y en mi desesperación pensé en transformarme en gato y saltar del caballo perdiéndome, intentando huir, pero en cuando los brazos me dieron un apretón y Ilya bajó a enfrentarse con el brujo, solo pude quedarme allí gimoteando de dolor al ver cada golpe que se profesaban, hasta que Ilya ganó dejándolo tumbado en el suelo. Era tan oscuro que me era imposible verle el rostro, los moratones… olía sangre, pero sin mis fuerzas no podía ver más. Tirándome hacia adelante en cuanto él subió al caballo, él volvió a agarrarme contra él y con fuerza alentó a su caballo a acelerar el paso, hasta ponerse a cabalgar, alejándonos definitivamente de su compañero brujo.

Con intención de hablarle y disculparme por los problemas que le provocaba sin querer, me encontré silenciada por él quien me aseguró que no me preocupara y con esas palabras que me ofrecían consuelo y seguridad terminé ahora sí, dormida junto a él.


***
Las 02:00h de la noche...



No sabía cuánto tiempo había pasado dormida pero finalmente empecé a removerme levemente, sintiendo una suave y cálida seda bajo mi cuerpo. Fruncí el ceño desconcertada y lentamente empecé a abrir los ojos, encontrándome de lado y justo sentado a mi lado estaba él mirandome, observandome. Parpadeé confundida, hasta que me acordé de todo lo sucedido, sin creerme todavía que ya no me encontrara en aquel sucio castillo en el que me había encontrado en tan mal estado.

Buenas noches… ¿Cuánto tiempo he dormido? —Pregunté con un hilo de voz débil. Aún me encontraba muy cansada, exhausta y la debilidad podía con mi cuerpo. El cuerpo cual  me pedía que me transformara en gato, ya que así todo resultaba más fácil y todo lo que sentía, dejaba de sufrirlo en la misma medida.

Mirándole fijamente a los ojos, caí en la herida de su labio y lo hinchado que todavía lo tenía. — Lo siento por lo sucedido… Yo nunca quise que te hicieran daño. —Dije levantándome con esfuerzos hasta quedar a su lado. Una vez allí con lentitud, sin querer asustarle llevé mi mano a sus labios y los acaricié suavemente —Te duele? Tendrías que ponerte algo frio en los labios, así se te irá el hinchazón más rápidamente que dejándolo que el tiempo lo vaya sanando. —Mencioné acordándome de las curaciones sencillas de la anciana que me cuidaba, quien muchas veces me curó en mi juventud de heridas provocadas por la malsana curiosidad de los felinos. Observando unos segundos la habitación en que me encontraba sonreí suavemente aligerada de que no hubiera jaulas ni sintiera malas vibraciones o auras sobrenaturales, más que la mía propia y la del cazador.

Estoy… a salvo? ¿Dónde estamos?  —Pregunté queriendo saber donde me había llevado y que podía esperar de aquella nueva situación. —Y por cierto…gracias por salvar mi vida. Me salvaste de él y de los inquisidores. — La mano con la que acariciaba anteriormente sus labios fue a una de sus mejillas, acariciándole su piel, quedándome absorta por unos segundos en su tacto. Hacía mucho tiempo no tenía contacto con nadie, ni un inocente acercamiento como aquel… Sonrojándome  dejé caer mi mano. — Lo siento —Balbuceé sin saber si le habría molestado aquel movimiento. —Hace mucho que no tenía compañía…ni alguien en quien poder confiar.
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