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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Éline Rimbaud Mar Ago 17, 2010 7:01 am

Era noche cerrada. La tormenta del día anterior aun dejaba sus rastros y la nieve adornaba las lápidas y las hojas de los cipreses. Como si se tratasen de las lágrimas congeladas de los árboles que lloraban la pérdida de aquellas gentes enterradas en el cementerio de Montmartre.
El frío cortaba las pieles de las delicadas damas de alta cuna y la ventisca revolvía las hojas caídas y podridas.
No había nadie más en el cementerio a esas altas horas de la noche. Pues lo parisinos sabían que no era prudente caminar por las calles al caer la noche, que es el refugio de las criaturas más temibles del Infierno.
Entonces, ¿quién esa jovencita de piel pálida y cabello anaranjado que camina entre las tumbas como si no hubiera escuchado las historias que se cuentan en las tabernas? Pues Éline, la loca.
Éline iba tarareando una canción que ella misma había inventado. Se trataba de notas alegres que luego bajaban hasta convertirse en una marcha casi fúnebre. La canción contaba la historia de una muchacha limpia, pura y casta que había sido pervertida y manchada por un siervo del demonio. La historia de Éline Rimbaud.
Cuando terminó la canción, Éline aplaudió emocionada.
-¿Le ha gustado, señor Maspero?.-Decía la pelirroja a su ruiseñor imaginario. La única compañía que tenía, y que actuaba como la voz de su cordura perdida.

Éline iba descalza por el cementerio, sintiendo el frío de la nieve bajo las plantas de sus pies. Pero ese detalle no pareció molestarle en absoluto. Porque Éline siempre iba descalza, ya que consideraba que los pies debían de estar expuestos a Dios.

Como no tenía ningún lugar donde refugiarse, entró en un mausoleo que quedaba abierto. Allí dentro apestaba a huesos roídos y a muerte. Al entrar, Éline aspiró el aire putrefacto y viciado.
-Los huesos de los muertos huelen a rosas.-Dijo. Acto seguido, se recostó sobre la tumba que decoraba el centro del mausoleo. Con los ojos muy abiertos mirando el techo.
-Los muertos no hacen daño, señor Maspero. Este es el lugar más seguro donde podríamos estar.-Comentó, como respondiendo a una pregunta que sólo ella podía oir.

Éline dejó inconscientemente la puerta entreabierta, y el frío glacial se colaba por ella provocando que se cerrase y se abriese bruscamente. Éline tiritaba pero no parecía darse cuenta de ello. Posiblemente, si nadie se apiadaba de ella, la joven moriría congelada dentro de aquel mausoleo de Montmartre. Una alma más de tantos miserables que había muerto en las calles de París.
Muerte, dulce muerte.
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Mensaje por Invitado Mar Ago 17, 2010 9:58 am

Francesc había comprado una costosa parcela del cementerio de Montmartre, esa misma mañana habían finalizado las obras de construcción del extraño mausoleo que había encargado que su cuerpo descansase en un futuro lejano. Este de planta rectangular y con forma de arca, relucia bajo la tenue luz de la luna, con su pulida superficie de rebosante marmol cristalino.

No había tenido tiempo de verlo finalizado pues esa mañana unos papeleos en Paris habían ocupado su tiempo. Esa noche era el unico hueco antes del dia siguiente, que había logrado obtener para vislumbrar la gran obra de arte que había encargado. Y no solo por sus medidas, iba pensando Francesc, una vez se hubo bajado del vehículo y partia rumbo a su encuentro.

Lo cierto que pese a que el panteon estaba preparado para acoger hasta cuatro miembros diferentes en su interior, su objetivo primordial no era ese, si no el de ocultar un acceso secreto a una cueva natural que había bajo el cementerio de Montmartre. La cual conectaba directamente con diversas localizaciones alrededor de Paris. Fue un golpe seco lo que le distrajo de sus pensamientos, y es que, al observar se dio cuenta de que finalmente se encontraba frente a su destino. Pero sin ir mas lejos, parecía haber sido mancillado con mayor rapidez de la que esperaba. Las puertas del mausoleo se encontraban abiertas.

Apreto los puños, aferrando fuertemente su baculo y comenzo a maldecir a los siervos de Satan, mientras puso paso firme hacia la entrada.

Sin decir nada y como una sombra proyectada por la luna, aparecio bajo el dindel de la puerta, observando silencioso el interior de la pequeña edificacion. Callo unos segundos para despues soltar su ira sobre aquello que parecia ser una mujer la cual yacia sobre el ataud central.

-Hablad y no cometais ninguna estupidez o juro que no vereis un nuevo anochecer! ¿Quien demonios sois?

Sujetaba su cetro con fuerza, con los musculos tensos por si tenia que aplicar la tan innecesaria (a veces) violencia.
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Mensaje por Éline Rimbaud Vie Ago 20, 2010 4:44 am

-Entrez, entrez, petits enfants. Il y a d' la place assurément....-Éline continuaba sumergida en la melodía medieval que de niña había cantando a voz en grito junto con sus hermanos y hermanas.

De pronto, la pelirroja calló, escuchando lo que el señor Maspero le estaba diciendo. Después, esbozó una sonrisa que hizo que sus facciones se asemejaran a las de una gata.
-Claro, señor Maspero. Al final los niños de la canción logran escapar.-Contestó riendose.

La noche continuaba su curso. Las horas seguían pasando y Éline estaba a punto de dejarse llevar al mundo de los sueños. Aunque para ella se habían convertido en el de las pesadillas. De pronto, alguien penetró en el mausoleo. Éline abrió los ojos de sopetón y su respiración se aceleró. Su corazoncito empezó a latir desenfrenadamente, como el de un animalillo asustado.

Éline sólo lograba divisar una sombra proyectada en la pared de piedra; Era la Muerte. La Muerte había venido a por ella con su guadaña, para llevarla arrastrola al Infierno. Porque ella era una pecadora. Estaba marcada con la saliva del Diablo. Y ahora Dios había enviado a su ángel para que pagara el precio de su deshonra.

Éline se puso en pie con la agilidad y la gracia de una ninfa de los mitos griegos y corrió a esconderse tras los ataúdes. Se hizo un ovillo, con las manos tratando de proteger su cabeza. Pero su respiración apresurada delataba su posición.
Los lagrimones escapaban de sus ojos al pensar en los castigos que le tenían reservados en el Hades. Ardería en llamas por toda la eternidad. Porque Éline era un ser impuro y monstruoso.
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Mensaje por Invitado Vie Ago 20, 2010 6:15 am

Ante el desacierto de la joven y su intento de esconderse, en vano. Francesc emitio un chasquido con su boca, al tiempo que negaba con la cabeza.

-Creo que no me has entendido….y no me gustan los jueguecitos del raton y el gato, como te abras dado cuenta este sitio no es demasiado grande, asi que contestame o verdaderamente lamentaras el haberte introducido en mi propiedad.

El de Touluse, se adentro unos pasos en el interior del mausoleo, al tiempo que buscaba la llave de la puerta (la cual se encontraba detrás de la misma, posada sobre el cerrojo). La corrio dejando el mausoleo completamente sellado.

*Asi evitaremos improvistos….

De pronto la oscuridad envolvió toda la estancia, el sabia perfectamente a lo que se estaba arriesgando, por eso fue que no paso demasiado tiempo hasta que una pequeña llama comenzo a iluminar (tenuemente) de nuevo la estancia.

La chica no se habia movido de su escondite pues su respiración la delataba claramente.

-Esta bien…volveremos a empezar….¿Que haces en el interior de mi propiedad?

La joven no podia verle desde su posición, pero si pudo escuchar un sonido metalico proveniente de la posición de Francesc.
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Mensaje por Éline Rimbaud Vie Ago 27, 2010 1:41 pm

La voz de la Muerte retumbó en toda la pequeña edificación, provocando un eco casi fantasmal. Éline seguía agazapada en su rincón.
-Los monstruos marinos devoran las entrañas de las moscas, los monstruos marinos devoran las entrañas de las embarazadas, los monstruos marinos protegen a los miserables que esperan las campanas del Día del Juicio Final.-Murmuraba Éline. Como si esas frases extrañas y macabras tuviesen el extraño poder de calmar y apaciguar su corazón que palpitaba vertiginosamente.

Finalmente, y sin saber qué más podía hacer para salvar su alma, Éline salió de su escondrijo. La palidez de su piel contrastaba con la oscuridad del mausoleo. Éline se arrojó a los pies de su verdugo, resignada a su inminente destino.
El hombre se hallaba ante ella amenazante, con su báculo alzado, dispuesto a defenderse si la situación así lo requería. Sus miradas se cruzaron y todo el miedo que sentía Éline se disipó instantáneamente, dando paso a una creciente curiosidad. Pues la demente no había detectado, en los ojos del hombre, la mirada gélida e inexpresiva de los muertos.
Acto seguido, Éline se puso en pie, ignorando el báculo que el hombre aún sostenía. Daba vueltas a su alrededor, evaluándolo de arriba a abajo.
-¡No lo es, señor Maspero!-Gritó la pelirroja a su ruiseñor imaginario.-Este hombre no puede ser Caronte. ¿No ves que, en el fondo de su alma, teme que los mosquitos le piquen igual que cualquier otro mortal? ¿No ves que las esfinges han pertubado su sueño?-Continuó Éline, haciendo ver al señor Maspero el error tan grave en el que habían caído. Éline se mostraba cada vez menos temerosa y más apaciguada ante la idea de que aún la Muerte no había predispuesto llevársela a cumplir con su castigo.-Y su olor...-Éline aspiró el aroma que desprendía el caballero.-¡Es pura carne y hueso!-Éline fijó nuevamente sus azules ojos en el hombre.-Tú sólo eres ¡hueso! ¡hueso! ¡hueso!-Exclamó, mientras pulsaba con sus delgados dedos el pecho del hombre con cada palabra que pronunciaba, como queriendo recalcar sus palabras.

Éline subió a la tumba central con un salto ágil y casi animal. La perturbada se recostó encima de la sepultura, dejando que sus cabellos anaranjados se desperdigasen sobre la superficie de mármol blanco.
-Sólo eres polvo y morirás igual que yo.-Éline rió. Fue un sonido diáfano, claro, transparente; puro. Quizá el último rastro de pureza que le quedaba a la enferma.

-¿Quiere saber que hago aquí, monsieur?-Preguntó retóricamente, dibujando una sonrisa gatuna, ronroneando, mientras se acomodaba más en su posición. Como si el frío mármo fuese el colchón más lujoso sobre el que había tendido en años.-Escuchar a los muertos.Soy su amante y confidente. La única que quiere oir sus lamentos después de que los vivos se hayan olvidado de ellos.

Éline bajó, haciendo gala de nuevo de su ligereza de bailarina, de la tumba donde momentos antes se había reclinado cómodamente. La perturbada pelirroja se acercó a una de las tumbas dispuestas unas encima de las otras, dejando al descubierto los huesos ya casi roídos de los cadáveres. Y como queriendo corroborar sus anteriores palabras, la pelirroja besó dulcemente la pútrida frente de una calavera. Luego recorrió con sus dedos el perfil de ésta, con la ternura de una verdadera amante.


Off: Siento la tardanza :S



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Mensaje por Invitado Sáb Ago 28, 2010 2:59 pm

Se hubiese apiadado de la pobre y aparentemente asustadiza joven, pero su experiencia le indicaba que no debía de bajar nunca la guardia con desconocidos, y mucho menos si el desconocido se encontraba en una de sus propiedades y para colmo la noche le amparaba.

-Tranquiizate...aqui como podras observar no hay monstruos marinos, estamos a varios kilometros del Sena y dudo que aguantasen demasiado tiempo fuera de su habitat natural.

El de Touluse, intento tranquilizar a la chiquilla, pero esta salio de su escondite con cara de verdadero panico y se postro a sus pies. Intuitivamente Francesc dio unos pasos hacia atras para poner tierra de por medio entre ambos al tiempo que sacaba del interior de su chaqueta, un objeto....un objeto sagrado, una reliquia. De pronto la mujer como poseida comenzo a hablar con el vacio de la instancia al tiempo que intentaba golpearle el pecho, pero con un rapido movimiento de su baculo aparto la mano de la mujer mirandola con desconfianza.

-Asi es, solo uns aco de carne y huesos como puedes ver.

Le extendio al palma de la mano en la que portaba el objeto dejandolo ver. A simple vista era un trozo de madera pero el sabia su verdadero significado. Ese objeto le había sacado de bastantes aprietos es por ello que habia pagado lo "necesario" para hacerse con el.

-Toma esto y cogelo, si lo haces prometo no hacerte daño.

Las palabras del hombre sonaban sinceras pero su rostro no mostro apice de cambio alguno, seguia mirandola detenidamente con un gesto serio. Su voz sonaba dura y cortante. La mujer con un agil movimiento se subio sobre la tumba central, algo que enfurecio al de Touluse, el cual cerro los ojos unos instantes a modo de desaprovacion.

-Sera mejor que bajes de ahi ahora mismo, entiendo que estes perturbada, pero eso no te da derecho a mancillar asi el descanso de los que ya no estan entre nosotros.

Paciente espero que la mujer cogiese el trozo de madera entre sus manos, para cerciorarse de su verdadera naturaleza, si se negaba lo tenia claro...

fdi: no te preocupes ^^ me gusta el rol, eso te libra de la regañeta, jaja, es broma Razz
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Mensaje por Éline Rimbaud Vie Sep 03, 2010 3:10 pm

Éline observó con cierto halo de desconfianza el objeto que el extraño personaje le tendía. Con la suma cautela de un felino, la pelirroja se acercó frente al hombre y tomó la mística reliquia de madera entre sus manos. Pero algo en su rostro cambió. Éline soltó un grito a la par que dejaba caer el objeto de nuevo en las manos del hombre. Como si aquel relicario sagrado le quemase su alma, su cuerpo, su piel. Aunque ésta permanecía tan intacta, blanquecina y perfecta como hacía unos minutos. La demente tapó sus oídos con las manos. Tratando de evitar escuchar las voces que resonaban en su cabeza.
-¡Llévate ese objeto sagrado! ¡Llévatelo de mi vista!-Decía la perturbada, entre gritos, para tratar de hacer oír su voz entre una marea de susurros que sólo ella podía escuchar.-Los serafines me prohíben tocarlo. No soy merecedora de ello. Estoy manchada. ¡Llévatelo, he dicho!-Dijo, en un grito airado.

La enferma tomó un puñado de polvo entre sus manos y comenzó a brotarse todo su cuerpo con él. Tal fuerza empleaba la pelirroja en la tarea que incluso sus mismas uñas se le clavaron en la piel, desgarrándola y produciéndole severos cortes y arañazos que empezaban a sangran.
Pero la demente no parecía dejarse obcecar por el dolor y continuó febrilmente con su extraña labor de purificación.
-Los malvados son como paja arrastrada por el viento, por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos.
Éline se puso en pie, dejando caer los restos de polvo que manchaban su blanca piel de un tono grisáceo. Obstinada por la cólera y el arrebato, Éline extendió un dedo acusador hacia la persona que tenía frente suyo y pronunció las siguientes palabras:
-¡Aléjate de mí, alma descarrilada! ¿No ves que yo soy la peor de las criaturas? ¿No ves que Satán me poseyó y ahora me tiene por su concubina? ¡Las gárgolas son las únicas que comparten mi angustia y ellas me engullirán y quemarán en los Infiernos!- Acto seguido, la perturbada escupió a los pies del hombre; donde hacía unos minutos se encontraba postrada.

Una vez hubo descargado toda la rabia, furia y asco que sentía hacia sí misma. La joven demente se derrumbó allí mismo. Cayó sobre sus rodillas y se cubrió la cara con sus delgadas manos. Sus hombros se convulsionaron levemente. Lo que podría indicar que estaba sollozando, pero de su garganta salió otro sonido bien distinto; estrambótico, espantoso, cruel. Era una carcajada. Una carcajada cargada de ¿odio? ¿Irritación? ¿Diversión, quizá? ¿Qué estaría sintiendo en esos momentos la pelirroja? No se sabía. Nadie, en realidad, podía saberlo. Quizá los ángeles. Quizá los demonios. Quizá el mismo Dios era el único que podía entenderla. O puede que el señor Maspero.

Éline rodó por el sucio suelo del mausoleo, aun con la cara tapada y sin dejar de reír turbadoramente. Después se puso en pie nuevamente y miró a los ojos a aquel hombre. Poco a poco, la pelirroja se serenó y sus labios y ojos se tornaron tristes, taciturnos y lúgubres.
-Bien, caballero. Los violines han tocado las sonoras notas de las nubes y, ahora que las garras de los leones me protegen de cualquier mal; es tu turno de hablar.-Éline entrecerró los ojos, como queriendo retar al hombre que tenía frente suyo.-Sabes mi secreto, sabes que no soy digna de Dios nunca más. Sabes ahora que Él me obliga a caminar descalza para que Su Omnipresencia pueda contemplar mi alma corrupta. Es justo que tú me contestes a estas preguntas; ¿Por qué has venido a alterar mi paz alertando a los ángeles que lloran mi historia? Dime, ¿por qué me has ofrecido algo que nunca podré volver a tener?-La pelirroja sacudió la cabeza hacia el relicario que aún reposaba en la palma del hombre, haciendo que sus cabellos anaranjados se moviesen al compás de tan grácil movimiento.-¿Tienes miedo acaso de que te pique…-Éline arqueó sus finas cejas en un gesto casi de autosuficiencia.-Ah…Ya veo, es eso. ¿Crees que soy emisaria del Diablo? ¡JA! Lo único que soy es un títere de los basiliscos. Ellos juegan conmigo y yo trato de tapar mis oídos para no escuchar el llanto de los arcángeles.


Off: Siento de nuevo la tardanzaa! :S Es que he estado super liada con las cosas del piso de la Uni y eso..Además que con Éline necesito tomarme mi tiempo para contestar xD. Pero bueno, es un mensaje largo, no te quejarás, ¿Eh? xDD y perdona de nuevo Embarassed


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Mensaje por Invitado Lun Sep 06, 2010 10:10 am

La perturbada mujer agarro el relicario, sosteniendolo entre sus manos unos segundos para después dejarlo caer y volver a esconderse en una esquina del mausoleo.
Intuitivamente se fijo en sus manos al tiempo que agarraba fuertemente su cetro.

*¿No tiene las palmas quemadas? ¿Cómo es posible?....Un segundo…

Francesc, decidio no alterarse por el caos que provocaba la mujer con sus gritos demenciales y le pregunto con voz tajante.

-¿Cómo sabes que es un objeto sagrado? No recuerdo habertelo dicho.

Avanzo unos pasos hacia ella y se detuvo, su semblante cambio a uno mas tierno y comprensivo.

-¿Los arcángeles te han hablado? ¿Por qué dicen que estas manchada?

Enarco una ceja y como un padre comprensivo se acerco unos pasos mas hasta la joven y se arrodillo frente a ella, adoptando una postura en cuclillas, mientras que dejaba su cetro apoyo sobre el frio suelo.

Sabia que aquellas palabras de la mujer podian estar siendo afirmadas por la locura que en ella habitaba, pero a ciencia cierta sabia que la mujer no engañada, ahora tan solo debia de averiguar si aquella mujer que preferia la compañía de los muertos a la de los vivos, realmente estaba loca, o simplemente había sido marginada por la propia sociedad a causa de su singular don.

Ante su repentino gesto, la agarro suavemente por ambos brazos al tiempo que le susurraba.

-Tranquila…no debes de temer… no volvere a hacerlo, lo prometo…mira ves…(dijo señalando el relicario tendido en el suelo unos metros mas halla por detrás de el) esta ahí, ya no pasa nada. No debes de temer pues los bondadosos de corazon encontraran siempre refugio dentro de mis moradas.

De pronto un nuevo ataque de locura, que obligo a el de Touluse a ponerse de pie y retroceder unos pasos, mientras la mujer le escupia a los pies.
Tras el numerito que acababa de montar la desquiciada, parecia volver a recobrar la compostura cuando comenzo a hacerle preguntas, de una forma muy poco digno de una dama. Pero en vez de enfadarse, la tristeza le invadio al comprobar como a cada paso que daba podía comprobar que la oscuridad había llegado a alcanzar mas almas del rebaño de dios de las que hubiera podido imaginar, pero no se rendiría, no lo haría.

-Te pienso contestar inmediatamente, pero antes me gustaría que supieses, que a veces nuestro señor decide ponernos a prueba para comprobar si somos dignos de su redención, y que por muy duro que nos parezca el camino has de saber que si somos persistentes y noble de corazon, el camino tiene un final, y un final bien iluminado.

Le tendio la mano a la mujer mientras recogia el cetro del suelo y la reliquia que la mujer tiro. Indicandole que le acompañase hacia la puerta. La volvio a abrir dejando que el refrescante frio otoñal de la noche parisina, invadiese el angosto y oscuro mausoleo.

-Aunque la luna no invita a pasear, pues anda un tanto escondida, te pido por favor, que mantengamos esta conversación dando un agradable paseo, no pretendo que seas mi prisionera y como no pediros disculpas por mi comportamiento.

Volvio a cerrar la puerta del mausoleo, al tiempo que esperaba que aquella mujer aceptase sus disculpas. Para después invitarla nuevamente a que cogiese su brazo mientras comenzaban con el paseo.

-Francesc Touluse…este mausoleo es de mi propiedad, por eso estoy por aquí, habia venido a visitarlo. Respecto a la reliquia, antes de contestarte me gustaría saber como lo has adivinado…

Pero, la mujer se respondio a si misma, antes de que el acabase la frase.

-¿Los basiliscos? Vaya, adivino entonces que no es la primera vez que has visto un objeto asi, ¿no es cierto?

fdi: muy chulo y currado tu personaje, no te preocupes chica la uni es lo primero! ^^, mientras la trama se mantenga con este nivel puedo hacer excepciones. Nah es bromica, no te preocupes tia, el post muy currado y tu personaje muy interesante para el mio ^^
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Mensaje por Éline Rimbaud Dom Sep 19, 2010 4:11 pm

Poco a poco, las palabras del hombre hicieron que Éline se relajase y, fuera de todo pronóstico, decidió aceptar la invitación del caballero. Salieron fuera del mausoleo, Éline se adelantó unos pasos por delante del hombre. Dando brincos y saltos, dejando la marca de sus pisadas desnudas en la hierba.
Aunque parecía distraída en su quehacer tan singular, la demente escuchaba cada una de las palabras del hombre que la acompañaba.
-¿Pruebas, dice?-Éline soltó una risotada sin mostrar ni un ápice e alegría. Era un sonido apenado, o de disgusto.-No. Dios ya no me ama.-La pelirroja negó con la cabeza, haciendo que sus rizos se movieran al compás de tal movimiento.-La serpiente de Satán me poseyó y me penetró. Ahora soy suya. Por eso no merezco su perdón, ni su compasión.-Hizo una pausa, distrayéndose con la hoja de un árbol bañada por las gotas de lluvia. Éline la tomó e hizo resbalar el líquido por la superficie verdosa de la hoja, bebiendose el agua.-Sólo el señor Maspero me acompaña, ¿verdad que sí, señor Maspero? ¿Verdad que usted nunca me dejará?-Decía la pelirroja, acariciando la nada, acariciando a una presencia que se encontraba sobre su hombro izquierdo. Una presencia, aunque en realidad no existía, para ella era tan real como los monstruos marinos que habitaban en Sena.

-Francesc Touluse...-Repitió la pelirroja, como saboreando el nombre.-Yo conocí a un Francesc una vez. Era un duende, me dijo que los pianos muerden si no los tocas con suavidad. ¿Te acuerdas de él, señor Maspero?-Preguntó, dirigiéndose de nuevo al ruiseñor.
Acto seguido, se inició entre los dos extraños personajes una conversación igual de extraña y singular, ignorando la pelirroja por completo la última pregunta de Francesc. Aunque no se sabía si es que realmente no la había escuchado, o, simplemente, no tenía ganas de responder.
-Yo creo que las luces de los faros son las más bonitas que he visto. Los faros tienen luces en sus ojos. Son luces de colores claros. Algunas amarillas, otras azules...Pero las que más me gustan son las del color de la Muerte.-Por primera vez desde que tuvo lugar aquel encuentro, Éline sonrió. Sonrió simplemente, sin emitir ningún sonido. Dejando ver una fila de dientes completamente blancos y alineados. Parecía ser una sonrisa de una persona totalmente cuerda. Pero no lo era. Era la sonrisa de una demente.

De pronto, Éline pareció recobrar de nuevo la sensación de que había alguien más allí. Ya no era solo ella y el señor Maspero.
-No, no es la primera vez que veo un objeto sagrado.-Hizo una pausa nuevamente, y dirigió la mirada hacia la nada. Con la vista perdida.-Los ángeles me mostraban todas las cosas que era necesario aprender acerca de Dios. Pero el Diablo me arrastró con él antes de poder consagrarme plenamente a Dios. -Éline se encogió de hombros. Resignada a una realidad que, en realidad no había podido superar, y por ello utilizaba la locura como un bálsamo para su desazón y su sentimiento de suciedad.


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La nieve ampara a los miserables (Libre) Empty Re: La nieve ampara a los miserables (Libre)

Mensaje por Invitado Dom Oct 10, 2010 4:43 pm

Francesc recorria la vereda de celosias de piedra del cementerio, mientras contemplaba a la extraña mujer..

-Querida Eline, dios es piadoso y no reconroso, pero su perdon tan solo puede darse a quienes lo desean, y si tu no lo recibes no es por que no lo merezcas, si no por que primero debes de ser tu misma quien te perdones a ti. Entonces estaras preparada para recibir la bondad de nuestro padre y recibir con los brazos abiertos el amor que nos ilumina nuestro camino en forma de fuerzas renovadas dia tras dia, para cometer el designio que el nos a preparado a cada uno de nosotros.

El conde pensaba que probablemente aquella mujer se debía de haber escapado del manicomio local, pero no seria el quien la juzgase, no al menos aquella noche.En el fondo de su locura parecia mucho mas cuerda que alguno con los que se habia cruzado ese mismo dia.

-¿Un duende? Quizas tuviese razon ese extraño ser, pero yo no puedo contestar esa pregunta, pues el don de la musica no me fue concedido al nacer...Seguro que si intentase tocar alguno, acabaria por marcharse de mi propiedad el mismo (añadio sonriendo) con tal de que no lo martirizasen por mucho tiempo mis angostos dedos.


Llegaron caminando hasta un banco de piedra que parecia guardar la vera del camino. Alli tomo asiento el de Touluse, invitando a la joven a que le imitase.

-¿Sabes que veo yo en tus ojos cristalinos? Bondad... nada de maldad alguna, y...¿quien sabe? quizas esta noche el todo poderoso halla decidido que nuestros caminos se junten por alguna extraña razon. ¿Que opinas?

Espero a ver la reaccion de la joven, lo cierto, era que queriendolo o no, aquella mujer habia tocado algun resorte de su negro corazon, que había echo que la sustancia solida que lo recubria se ablandase por unos minutos aquella noche.
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Mensaje por Éline Rimbaud Mar Nov 02, 2010 6:51 am

-No lo entiende, hombre sabio.-Decía la pelirroja mientras negaba con la cabeza.-La luna, la luna es la que al final tendrá todas las respuesta. La luna, como Dios, es inmóvil e inmune a los espejos que vagabundean por la Tierra. Rotos están los espejos que pueden cortar la piel si no los agarras con cuidado.-La joven aceptó la invitación del hombre sabio y se sentó en el banco, cruzada de piernas, poniendo de manifiesto sus pies descalzos llenos de cortes y barro. Éline guardó la distancia prudencial que siempre guardaba con las gentes.

El banco de piedra, situado en uno de los bordes del sendero que daba a las lápidas estaba cubierto de nieve. Pero a Éline no le importó. La nieve le gustaba, porque era blanca.

-Creo que Dios no entiende. Dios no sabe. Sólo sabe de sí mismo. Pero no se le puede culpar, yo al menos no lo culpo. Él es demasiado infinito, tanto como el manto azul, y no puede abarcar todos los critales rotos.-Éline suspiró y dirigió su mirada hacia su hombro, donde estaba posado el ave imaginaria. Éline sonrió a la nada y se sintió mejor. Mucho mejor.

-Los caminos no se trazan solos. Son como los telares de las Moiras. Alguien tiene que tejerlos. Pero Dios no puede. ¿Hablas del Destino, hombre sabio? El Destino es sólo la campana que otros inventan para vender las entradas de su circo de títeres. La luna es la única que puede elegir.-Hizo una pausa y después continuó, murmurando con voz clara, infantil y cantarina:-La luna, la luna, la luna...Es el señuelo de la flecha.

A continuación, Éline se estiró, desperezándose y bostezando. Pero la pelirroja no tenía sueño. Éline casi nunca dormía. No podía. La enferma tenía miedo de eso que los escritores llamaban "El mundo de los sueños", el lugar donde el mosquito subcionaba toda la sangre de su víctima. Por ello, las marcadas ojeras redondeaban los ojos azules de la enferma, dandole un aspecto más demacrado si cabe.

Se hizo un breve silencio que Éline aprovechó para observar más detenidamente al hombre sabio.El astro lunar alumbraba con su escasa luz azulada la figura del hombre pero sin llegar a definirla del todo. Éline se sentía a gusto con aquella iluminación, porque no permitía distinguir las formas que los rodeaban. Y la demente lo prefería así. Fue entonces cuando la pelirroja se dio cuenta de un detalle que siempre lograba sorprenderla.
-¿Por qué lleva zapatos?-La pregunta era sencilla, ingenua, sin maldad y llena de desconcierto. Como la pregunta de un niño.


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