|| El Amanecer de un Amor Eterno || Devany Vixen ||

Una noche más, ella tenía que haberse ido directo al burdel, pero salió de su casa y en vez de dirigirse a aquél sitio que noche tras noche la esperaba se había desviado, sabía que nadie la buscaría, que no la necesitarían, así que se tomó el tiempo para ella, quizá hacía tiempo que no buscaba estar sola, pero en esa ocasión así lo quería, no se sentía mal, simplemente intentaba relajarse.

Posó las manos en el interior de los bolsillos de su abrigo mientras iba caminando, sentía como el viento se colaba rozando sus piernas, realmente debajo de aquella cubierta no había demasiada ropa, lo bueno es que nadie lo notaba. Sonrió para sí, a pesar de todo su cabello se mantenía perfectamente acomodado en su cabeza, lo llevaba completamente recogido, en su cuello pendía una gargantilla bastante ligera aunque al final de esta se localizaba una esmeralda, tallada de tal forma que daba lugar a un corazón, le gustaban ese tipo de formas, al menos reemplazaba el que hacía falta en su pecho.

La noche se veía cada vez más serena y ella se encontraba mucho más relajada, al menos su motivo principal se había cumplido, toda una ventaja. Logró salir de las calles parisinas para internarse un poco con la naturaleza, tampoco es que se fuera a meter al bosque, era arriesgada más no estúpida, una diferencia bastante importante. Terminó de adentrarse un poco en aquellos campos, se quitó las zapatillas y comenzó a sentir el pasto en sus pies, era perfecto, ella no era alguien que se conformaba con pocas cosas o con poco valor, pero en esa ocasión la sensación del viento y las hierbas bajo sus pies le hicieron sonreír.

Detuvo su andar cuando logró escuchar un ruido proveniente de algún sitio que por motivos de oscuridad no lograba vislumbrar ahí, no era de aquellas que tenían miedo por algo, así que dejó las zapatillas junto a un árbol y prosiguió su camino mientras intentaba que sus sentidos la alertaran de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Los sonidos la hacían pensar que se trataba de algo ¿Un animal? Lo dudaba pero podía pasar -¿Quién está ahí?- preguntó sin más y alcanzó a ver como una sombra se movía lentamente hasta que se desvaneció -¿Quién está ahí?- repitió la pregunta, sin embargo en esta ocasión caminó hacia donde había visto que la sombra se perdía.

Se abrió paso hasta que llegó y vio a aquél hombre que de algún modo conocía bastante bien, ni siquiera recordaba por qué se habían topado –Tú…- sonrió de lado, mientras terminaba de acercarse al que yacía casi a sus pies -¿Qué se supone que te pasó?- desconfiaba de todos, incluso él, o mejor dicho más de él que de cualquier otro, sin embargo en uno de sus ligeros movimientos se logró colar la luz que brindaba la luna dejando ver que las ropas negras se teñían de carmín –Joder…- mencionó al tiempo que se ponía de rodillas a su lado, sus manos se posaron en el hombro del ladrón y negaba con la cabeza -¿Quién fue? ¿La corona? ¿Aún te persiguen?- miró de un lado a otro sintiendo como sus manos quedaban bañadas de la sangre real de aquél que parecía en cualquier momento moriría… Devany estaba segura de que no lo dejaría, no quería que nadie muriera en sus brazos y mucho menos él.

En ese momento quería decirle que sí, que se muriera, pero no, no podría, lo miró mientras hacía presión con sus manos notando como por estas corría el líquido carmín que abandonaba el cuerpo del ladrón -Vamos, es que ni para esto sirves ¿Sabes? Tenías que estar muerto para cuando yo llegara, pero no, no te daré el gusto de morir en mis brazos...- mencionó con cierto asco aunque la realidad es que estaba preocupada porque en verdad le fuera a pasar algo -Un rasguño... No, no creo que sea un rasguño, no seas estúpido y déjame ayudarte, creo que te prefiero callado...- sonrió de manera maliciosa, negando casi de inmediato con la cabeza, sus pensamientos siempre habían viajado demasiado rápido, no sabía si era una virtud o un defecto, pero ahí estaba.

Abrió parte de su abrigo y rompió la falda, sacando un trozo de tela para poder hacer un poco más de compresión -¿Entonces quién demonios fue, Aldebaran? No quiero que me digas quien no, pero es obvio que hay alguien mucho más astuto que tú como para matarte, aunque no lo suficiente... Yo no hubiera fallado...- quizá por eso ellos se llevaban "bien" tenían un humor bastante raro. Puso la  tela en el hombro del ladrón mientras que intentaba hacer que la sangre dejara de salir -Deja de decir idioteces, ¿Quieres?- lo miró un tanto enojada -Siempre me has traído problemas... Pero joder, ya te dije que harás lo que sea, ¡Menos morirte en mis brazos! ¿Entendiste?- de alguna manera de se colocó detrás de él y dejó que su cabeza reposara sobre su pecho intentando limpiar aquella herida -No cierres los ojos, el burdel no está lejos, podemos ir... Necesitas que alguien te suture, ¿Crees que te puedas levantar?- acarició el cabello sudoroso del hombre cuidando que nadie se acercara -Que idiota eres...- bufó molesta, aunque no sabía si era con él o con ella misma, no tenía la respuesta exacta, logró hacer una pequeña compresa con la tela aunque se comenzaba a manchar de rojo con rapidez.

Escuchar aquellas palabras la hicieron hacer una mueca con los labios, pero de alguna forma tenía razón -Si sigues con lo mismo... Haré como que no te vi y dejaré que terminen de matarte, Rosa Negra...- enfatizó aquél mote para que no hubiera ningún reclamo por parte de este -Da igual si le ponen precio a mi cabeza o no, digamos que todo mi cuerpo siempre ha tenido uno...- rió de manera despreocupada mientras lo sostenía por debajo del codo y el otro brazo le rodeaba la cintura -Creo que sería mejor si te quito el antifaz... Así estaríamos un poco más seguros, aunque la corona me interrogará mil años para saber si yo te estaba intentando matar o no... Joder, contigo ninguna cara es segura- frunció el ceño un tanto frustrada con aquellas ideas. Sus pasos eran lentos y se detuvo a mirarlo unos segundos -¿Por qué suspiras?- preguntó, aunque inmediatamente las ganas se saber aquello se fueron, no quería escuchar las respuestas de este.

-Claro, te extraño demasiado en el burdel... No hay clientes como tú... De los que no pagan...- una mueca se dibujó en sus labios por breves segundos -Dime quién fue y por qué lo está haciendo y sabré como moverme... Pero si no me dices nada, me atas de manos- menciona observando de nueva cuenta su hombro y apretando levemente, no podía decir que se encontraba tranquila, estando el hombre tan cerca, pero ¿Qué más hacer? No lo iba a dejar ahí por más que él insistiera -Mira ladroncito, vuelves a decir que me vaya y lo haré, así que tienes de dos, apurarte y caminar o seguirme contemplando mientras intentas ayudarme a seguir viva, cuando debes entender que sin mí... Tú no duras demasiado- se cruzó de brazos y lo soltó, pero casi de inmediato volvió a coger el brazo del hombre, no quería que fuera a dar al piso -Tienes para decidir ahora... Vienes conmigo y te cuido o te quedas aquí a morirte... ¿Qué quieres?- la mano libre subió a sus cabellos apartándolos de la frente del hombre notando como la palidez cubría su rostro, no se veía como siempre... No se veía con vida.

-Vamos, realmente nadie me paga por contar chistes, sé hacer mejores cosas que esas, e igual se divierten- río mientras en sus labios se dibujaban rasgos de entera satisfacción, sabía como hacer que aquél hombre se enfadara y aquello sencillamente a Devany le agradaba, aunque era por el simple hecho de que se sabía con el poder suficiente para manejarlo a su antojo, a veces, pero con eso para ella era más que suficiente -Y como quieras, sólo intenta caminar más aprisa, que pesas y me maltratas la ropa- no le importaba demasiado su aspecto en ese momento, pero ella no sabía como perder el orgullo, tampoco podía permitírselo, eran demasiados años con eso y siempre le había costado, más aún después de lo pasado con Iván, su hermano.

Rodó los ojos -¿Quiere algo más su real majestad?- preguntó con evidente sarcasmo en el tono de la voz y lo miró -Ya sabes que a mí no me mandas, no estás con las que acostumbras, así que te atendrás a lo que a mí me dé la gana darte y disfrazarme para ti... No, estás moribundo y no me pones ni tantito- el olor a hierba y tierra mojada cada vez era medio impercetible y comenzaba aquél hedor putrefacto a borrachos que iban a alguna taberna o burdel, muy pocos a su casa, pero así eran las cosas, precisamente por todo eso le costaba trabajo creer en el "amor" pero sobre todo en la fidelidad, eran cosas que no existían, algo que para Dev eran letra muerta, sólo eso -Ahora que si me vas a pagar, podemos arreglar el disfraz... Y lo que tú gustes- sonrió de lado y un calosfrío recorrió el cuerpo de la cortesana a medida que el viento soplaba con mayor fuerza.

-Tú ni medio muerto dejas de decir tonterías, en verdad no sé que necesitas para quedarte callado...- lo miró de reojo -Quizá si te amordazo...- sin pensarlo, un gesto en reflejo acompañó sus palabras, su labio inferior se vio apresado por sus dientes  con un recorrido lento de sus ojos por el cuerpo del ladrón, negó con la cabeza y siguió con unos pasos más -Tenemos que entrar por atrás...Aunque ya sabes donde queda así que... Sólo sigue caminando- en vez de ir por la calle iluminada, Devany hizo que los pasos de ambos siguieran hacia el callejón que se encontraba detrás del burdel, una pareja intentaba esconderse entre las sombras y ella se rió un poco -Pensé que esa pared era sólo tuya, ahora veo que no- a pesar de no demostrarlo, la preocupación de que el hombre se mantuviera con vida estaba latente en su interior, no sabía que pasaría si esa noche fuera la última del Conde, pero los nervios que le recorrían de sólo pensarlo, sabía que no era buena idea.

-Sólo muerto guardarás silencio, pero para tu desgracia no será el último día de tu vida, tampoco seré la última persona que veas así que tendré que soportar tus tonterías hasta que puedas mantenerte de pie por ti mismo- soltó un poco al ladrón dejándolo sobre la pared mientras buscaba las llaves y abría la puerta trasera, ella tenía el acceso a cualquier sitio del burdel, después de todo el 50% era suyo, además de que trabajaba ahí -Nuestra... Tú y yo no tenemos nada en común, excepto que somos cínicos, no más- mencionó observando de reojo a los chicos, aquellos que comenzaban a elevar la temperatura sin importar el aire que hiciera en las calles, era un buen lugar, ella no podía negarlo, y mucho menos, criticarlo, sería bastante hipócrita, aunque ella se metía sólo en sus problemas o asuntos no en los de los demás, ya cada quien sabía como hacerle para poder estar bien o si no lo lograban... Que hicieran sus propias cosas, Devany con lo propio tenía suficiente, aunque ahora, ahora ella estaba velando por una vida que no era la de ella y eso en verdad era extraño.

Comenzó a subir las escaleras al lado del hombre, sólo iba rogando, no sabía a quién, pero casi rezaba, para que alcanzara a llegar, después vería que haría con él, pero no podía morirse, no quería que lo hiciera, se negaba a aceptar que estaba viendo los últimos momentos de Rosa Negra, no quería, una angustia enorme le carcomía por dentro cada que tan siquiera lo pensaba, pero por fuera parecía que nada le afectaba, llevaba tantos años ocultando sus sentimientos que un poco más no le hacía demasiado daño o eso era lo que Vixen creía -No me agra...- corrió hacia la cama y lo sacudió un poco-¡Aldebarán! No te mueras, por favor, no te mueras- las manos le tiemblan y le quedan completamente manchadas de sangre, pero no interesa demasiado -Por favor, Rosa Negra, no te mueras...- desgarró por completo la camisa del hombre, observando la mancha de sangre y la herida, no sabía que hacer pero algo tenía que hacer y rápido.

Se levantó, hablándole a una de las chicas de ahí, ella sabía que era enfermera de día, pero por la poca paga se dedicaba a prostituirse, cosa que no hacía que el corazón de la rubia se ablandara, pero que ahora serviría -Kay... Necesito un favor... Necesito que cures a un hombre, tiene una herida en el hombro, ha perdido mucha sangre... Pero no se puede morir aquí y no puedo llevarlo al médico, sólo júrame que nunca dirás que lo viste en mi cuarto, ni que le salvaste la vida, te daré el dinero que quieras, todo lo que quieras, incluso para que puedas dejar el burdel y darle una vida estable a tu hijo, sólo sálvalo- las manos se movían nerviosas entre ellas mientras que le miraba, afortunadamente la mujer asintió y ella le dejó pasar al cuarto -Sólo sálvalo...- mencionó de nuevo con una suave voz, se sentó al lado de la cama, colocando sobre sus piernas la cabeza del moribundo, quitando los cabellos sudorosos de la frente -¿Quieres qué haga algo? - la mujer negó con la cabeza mientras tomaba un poco de hilo y aguja, Devany desvió la mirada, rogando que al menos el dolor hiciera que él volviera en sí para decirle que seguía vivo.

"Maldita sea, maldita sea, maldita sea..." eso era lo único que pasaba por su cabeza en aquél momento, ella no podía pensar en nada más, sus pensamientos estaban completamente nublados, quería llorar, quería gritar, quería pegarle a él, matarlo con sus propias manos por haber dejado que le hicieran daño, pero no podía, no hasta que supiera que seguía vivo, tenía que seguir vivo. Sus dedos se aferraban a la nuca del hombre, había desespero en cada una de sus acciones, por ese motivo pensaba que era bueno que Aldebarán estuviera inconsciente, era lo mejor, así nunca sabría como había estado ella al verlo de aquella forma.

Dejó que Kayra hiciera lo que necesitara mientras en su cabeza trataba de encontrar las palabras que había aprendido de pequeña, sus ojos se levantaron hacia el techo ¿En verdad existía un Dios? Tendría que salvar la vida de aquél hombre para que ella lograra creer, pero... No, nunca había creído en algo superior que hiciera ese tipo de milagros, aunque lo hubiera deseado con todas sus fuerzas, al menos en ese instante, por un breve segundo para poder decirle... ¡No! No diría nada, no había absolutamente nada que decir, él... Él era un maldito canalla y ella era tan idiota como nunca podría llegar a reconocer, ero ya era tarde.

-Ya...- escuchó la voz de Kayra pero antes de que pudiera ver que había hecho con el hombro del ladrón un estruendo la asombró, acompañado del grito de la otra cortesana -¿Quién...?- cuestionó la rubia mientras intentaba no moverse, no quería dejar a Rosa Negra solo, pero... ¿Qué demonios? Sólo vio como la mujer salía corriendo, bajando a gran velocidad las escaleras dejando mucho ruido detrás de sí -Lárgate...- mencionó con energía suficiente, dejando que sus manos soltaran la cabeza del español -Sucia e inmunda es tu forma de irrumpir en un lugar en el que no has sido invitado, así que te pido de favor que te salgas...- las palabras de ella iban cargadas de coraje. No sabía ni siquiera porque lo había hecho, pero sin dudarlo puso los dedos sobre la espada que alcanzaba a rozar la piel del hombre que yacía en sus piernas -Déjale en paz ¿No te basta con lo que le has hecho? Te apuesto que es mucho mejor persona que tú- logró moverse de forma que se puso de pie, sin soltar la arma empuñada -Si lo quieres matar, primero pasas sobre mí...- claro, ahora la cabeza a Devany no le funcionaba del todo, pero... Podía ser lo que quisiera, una puta, lo era, pero ¿Asesina? O ¿Cómplice de uno? No, y menos si ese le causaba tanta repugnancia con sólo verlo.

¿En qué momento Ballester se había ganado como enemigo al que tanto alardeaba de no querer ensuciarse las manos? No lo sabía y ahora no importaba, sólo necesitaba que este tipo saliera exactamente por donde había entrado, aunque ¿Cómo le había hecho? Mataría a quien lo haya dejado salir del cuarto o que le permitió el acceso hasta donde ella se encontraba, parecía que estaba rodeada de incompetentes. Al menos, debía admitir que el coraje que ahora sentía podía llegar a devolverle la parte de ella que había perdido mientras se encontraba hecha un manojo de nervios, esa definitivamente no era Devany y mucho menos una Vixen, pero eso sería un asunto que ya arreglaría ella sola con su almohada, tan confundida, tan estúpida, Él era el único que lograba que ella se insultara sola, generalmente siempre era... Perfecta, pero ahora... No, ahora era un retazo de persona que no sabía ni siquiera por donde comenzar, como si su vida comenzara a desmoronarse delante de sus ojos y ella no pudiera hacer absolutamente nada, aún así... El orgullo la mantenía de pie, serena, al menos ante los demás.

El movimiento repentino del ladrón la hizo sorprenderse mientras la calidez de aquellos labios le dejaban un sabor salado en los propios, no pudo evitar sonreír -No soy tu amor y tú no eres un hombre que se encuentre en sus cinco sentidos, así que deja de hacerte el valiente ¿Qué no te cansas?- mencionó con cierta molestia, mientras su rostro se endurecía en sus facciones, no le molestaban los motes, tampoco que estuviera vivo, pero sí que a pesar de todo siguiera pensando que estaba completamente entero, eso debía de ser una broma, una mala broma, o una verdadera estupidez por parte del integrante de la realeza -Aldebarán, si tú haces algo lo haces fuera de este lugar... Más te vale volver a la cama... Deja de joder... En serio, usa la maldita cabeza, pero en esta ocasión ¡Usa la correcta!- el tono de voz de ella era desesperado, temía que ahora sí lo mataran, sí, tenía temor, en un acto reflejo su mano se colocó sobre el hombro sano del ladrón haciendo una ligera presión -¡Y tú ya te dije que te largues! No eres bien recibido aquí- parecía que ninguno de los dos iba a ceder y ella ¿En serio quedarse fuera? Estaba mal.

-¡Ya basta!- dio un paso delante colocándose entre Ballester y el hombre del cual no sabía nada más que su nombre: Mark -Cuando lo quieras matar lo haces fuera de aquí, prometo que no le vuelvo a salvar, pero en este sitio no hacen destrozos-no le importaba el burdel, pero... Pero era ella y no se podía permitir sentir, no ahora, siempre había sido calculadora, siempre precisa, siempre pensando antes de actuar y en esta ocasión no podía ser diferente. Empujó con fuerza por los hombros de aquél, sintiendo como las manos le punzaban, la realidad es que ya estaba muy cansada y la tensión no hacía más que lastimarla -Aldebarán, por favor...- se giró hacia él observándolo fijamente, tal vez con ello haciendo el peor error de todos.

Sentía como los brazos le punzaban pero ¿A quién podría engañar? Lo único que la estaba manteniendo de pie era la adrenalina que le estaba corriendo en ese momento por las venas, era sólo eso, por dentro estaba desmoronada, un hombre estaba a punto de morir y... Ella tenía que impedirlo, pero no era por los demás, era por ella misma, Devany era la que se obligaba a querer mantenerlo vivo, y sabía el por qué, pero no diría nada, nunca, sólo... Sólo quería que aquello terminara lo más pronto posible para así comenzar a odiarse así misma, los necesitaba fuera de ese cuarto y que se mataran... O lo dejaran para después.

-¿En serio crees que decirme "puta" es un gran insulto? ¡Oh, por favor! Es un gran honor que lo hagas, pero sé que te duele que sea una a la que nunca le llegarás al precio... Por otro lado su cabeza no me interesa, al menos no la que piensas arrancar- le guiñó con cierto desenfado, había momentos en los que la lucidez podría llegarle, y debía de aprovecharlos o en verdad terminaría hundida en algún hoyo del cual no sabría como salir, así que... Debía mantener el cerebro frío... Igual que el corazón, aunque eso era más fácil, no podía negar que era bastante explosiva, pero necesitaba serenidad, no estaba en una posición que fuera sencilla de manejar.

Apenas terminó de observar al ladrón y un golpe le cruzó la cara, había recibido el impacto también en parte de su hombro la cual la hizo doblarse un poco y terminar de rodillas, no había sido demasiado fuerte, pero ella no estaba bien parada y tampoco con el cien por ciento de su energía. Apretó las manos en puño, a pesar del ardor no se tocó la zona -Tal como esperaba... Ni siquiera eres un hombre... No para no golpear a una mujer, sino para hacerlo de frente... Así como lo he hecho yo...- levantó la mirada, primero topándose con los ojos castaños del ladrón, una descarga de odio iba dirigida a él, era la primer vez que humillaban tanto a Devany y todo era culpa de él... O de ella, pero... Aldebarán sería ante los ojos de los demás quien había causado tal situación.

Se mantuvo en el piso, se sentía mal, pero aunque quisiera ponerse de pie... No podía, no debía, no seguiría en aquél juego en donde al enmascarado ni siquiera le importaba su vida, ¿Por qué ella tendría que mantenerla si él se empeñaba en perderla? Se quedó ahí, sintiendo náuseas ante la situación, podía notar como las marcas de los dedos ajenos habían quedado perfectamente dibujados en su nívea piel pero no importaba -Ya estarás contento, Rosa Negra, ahora ambos salgan de aquí...- su cabeza giró un poco más hacia el cazador -No me importa si lo descuartizas y lo das a los cerdos... Sólo recuerda que hasta los animales tienen dignidad... Algunos, claro está, así que no creo que coman a uno de su especie- el coraje que sentía por Mark era mucho, pero el choque de sentimientos que ahora tenía en contra del ladrón la hacía hablar.

Seguía en el piso, humillada como nunca antes o como al menos no recordaba en ese momento, nunca se había sentido tan mal, no, sabía cuál había sido su error y a pesar de todo prefería seguir callándolo antes que aceptar cualquier cosa, no se lo podía permitir, aunque no sabía si en algún momento ya lo había hecho. Miró al ladrón y después al idiota de Mark ¿Cuál era más estúpido? Todavía no lo averiguaba. Sólo sabía que eran ellos dos, y que al parecer uno de ellos terminaría sin vida, la de uno le importaba un carajo, la otra... Todo era diferente cuando de Aldebarán hablaban, incluso Devany era diferente.

Se hizo un poco hacia atrás cuando escuchó los gritos, al parecer se habían olvidado de ella, sin embargo escuchó "puta" y supo que aún seguía en el tema de conversación -Aldeb...- No valía la pena seguir hablando y simplemente apretó los puños mientras observaba a ambos, sus ojos iban y venían de uno a otro hasta que se situaron en el ladrón, logrando vislumbrar por en medio de la camisa un brillo familiar que la hizo dibujar una suave sonrisa en los labios, de pronto todo se agolpó en su cabeza, aunque todavía tenía los sentidos alerta y logró hacerse atrás lo suficiente para que su espalda quedara pegada en la pared, los recuerdos querían jugarle una mala pasada.

Flashback:
Abrió los ojos y lo primero que vio fue unos pectorales que respiraban tranquilos y ella había reposado sobre estos su cabeza -Joder...- se enderezó y terminó de cubrirse con la sábana mientras terminaba de localizar toda la ropa que había perdido la noche anterior, intentó no hacer absolutamente nada de ruido mientras se vestía, estaba cansada y por ella se hubiera quedado en aquellos brazos, pero no podía... No debía, hacía demasiado tiempo que no despertaba en los brazos de alguien y aquello sencillamente le parecía raro, además de que el ego del hombre subiría al cielo... Aún más. Sujetó su cabello en una coleta y terminó de ponerse el abrigo para poder irse. Tomó su bolso y sacó de este un rosario de oro, ella no creía en esas cosas, pero le habían dicho que cuidaba a la gente, suspiró y se acercó a la cama para acariciar los cabellos del hombre que yacía ahí y con un beso en los labios dejó sobre su pecho aquél pequeño detalle -Para que te cuide... Por mí- murmuró con calma y haciendo gala de haber aprendido del mejor, se desapareció por las sombras sin saber si aquél la había escuchado o no, pero ya no importaba, ella se marchaba, era lo mejor, al menos para ella.

Ahora ese brillo se alcanzaba a ver en el pecho del ladrón y recordaba que nunca le había preguntado por él, ni tampoco habérselo quitado en alguna noche en donde el deseo había ganado al orgullo, pero ahora eso no importaba -¡Aldebarán!- un grito salió de sus labios mientras se ponía de pie casi en automático al notar como el cazador asestaba un golpe con la espada, en ese momento se estaba dando cuenta de que no era capaz de ver la muerte de alguien, al menos no la de "Él".