El despertar de la vida ~ Cassiopeia

por **Lumarie L.R. D' Alembert** Jue Oct 17, 2013 4:23 am

No había pensado que iría a pasar la madrugada dentro de un hospital que parecía como el mismo purgatorio del propio Dante Alhigeri. Sinceramente, la oscuridad de esa pequeña habitación llena del silencio por parte del cuerpo de la joven que yacía durmiendo, era terrorífico... pero sosegado. Al menos respiraba, que era lo bueno, pero ella casi ni lo contaba. Los vampiros siempre habían estado rondando por la vida de los "no-muertos" y los habían estado atormentando... como aquel hombre de esta noche.

El suave sonido del viento hacía que me distrajese pensado en el leve susurro de la brisa nocturna. Las sábanas se balanceaban levemente, rozando mis espaldas. Mi mirada se entrecerraba del sueño que lentamente me entraba, pues aun no podía dormir en un colchón hasta que la chica se recuperase; la había rescatado cuando salí del palacio Royal esa noche y la lleve al hospital porque la veía realmente mal. Me entraba el sueño y el cansancio aun seguía en mi cuerpo, pues había perdido mucha sangre hace unas horas.
Tenía que resistir hasta ver un movimiento de aquella chica de cabellos chocolate. No se movía desde que la traía en brazos al hospital, corriendo con ese helor que golpeaba con fuerza en la calle. Me preocupé en ese momento y seguía con el corazón en un puño, pues me sentía identificado con la muchacha al ver como ese vampiro le había sacado algo de sangre y atracado, huyendo de mi presencia cuando la encontré en ese callejón por el grito que dio.

Me distraje mientras me peinaba el pelo y estiraba mis pies en el suelo, dando un gran bostezo. Alargué mis brazos y, después, los volví a colocar encima de mis muslos, dejándolos muertos. Se me volvían a cerrar los ojos y me los restregué, mientras me lamía los labios resecos del frío.
Ver a la chica me ponía bastante nervioso, no sabía si despertaría o no y aquella enfermera de turno de noche ya le administró un calmante y le dio una especie de bebida con hierbas que parecía aliviar su dolor o, al menos, eso pensé al ver aquellas exóticas hierbas mojadas.
Me volví a restregar mis ojos con el dorso de mi mano derecha y suspiré, cogiendo aire para que mi respiración no se entumeciese. Estaba empezando a coger frío de no moverme -solo movía mi pie en un movimiento sucesivo de arriba a abajo con rapidez- y envidia a aquella chica que tenía un paño de agua caliente en la frente, administrando calor, que se lo cambiaba cada corto periodo de tiempo (unos minutos).

- ¿Qué te habrá pasado para llegar a este lugar, bella dama? -Di un suspiro, encorbándome hacía delante y juntando mis manos.- ¿Por qué siempre los vampiros solo van a lo que van? ¿Es que solamente piensan en su manjar y no puede alimentarse de otra sangre de otros seres vivos? ¿A caso son los demonios de los humanos? No lo entiendo... -Volvía recostarme en la silla, crujiendo mis dedos mientras no dejaba de perder el contacto visual con la chica dormida.- Espero que no haya perdido mucha sangre.

por **Cassiopeia Cyrus** Sáb Oct 19, 2013 6:45 am

''Seguro que mis tíos estarán preocupados por no haber llegado a casa.''

Cuando aquel ser al que tanto odio se acercó a mí por mis espaldas, intentando matarme o que sé yo qué cosa, pensé que sería mi último día. No puedo morir hoy, me quedan muchas cosas por hacer. Tengo que amar, no puedo morirme hoy. Hoy no, mamá.

Nada más verlo fui presa del pánico, al instante. Pegué un chillido... espero que me sirviera de ayuda... No quería morir en ese callejón. Nada más soltar la señal de miedo por mi boca, mis ojos se volvieron al color de la oscuridad. Y caí al suelo, dándome en la cabeza.

Hoy no, por favor.

Cuando recuperé la consciencia, abrí mis ojos con cuidado, lentamente. No me gustaba el ambiente en el que me encontraba, así que es mejor ir con cautela... hasta en el más mínimo detalle. ¿Dónde estaba? ¿Por qué me siento tan rara? Y... ¿qué hace una mujer en una silla? No era mi tía.
Sentía calor en mi cabeza, y estaba húmeda. No era tonta, supuse que era un paño mojado en mi frente que me había puesto una enfermera... porque estaba en el hospital, ¿no?

Ese sentimiento térmico natural del invierno se colaba entre las sábanas que me intentaban calentar de una manera u otra. Moví las puntas de mis pies para asegurarme de estar entera. No sabía al cien por cien si la cosa que me atacó fue uno de esos asquerosos vampiros, pero si fuera uno de ellos, tampoco sabía lo que nos podían hacer a los humanos, así que mejor asegurar. Estoy entera.

Giré de forma leve mi cabeza hacia la ventana. Mierda, está lloviendo. Pensé.

Investigué el cuarto en el que estaba desde la cama, tumbada. Solo giraba mi cabezita. Qué habitación más oscura... Pensamientos y más pensamientos -muchos de ellos estúpidos- inundaban mi cabeza. Estoy bien, ¿qué estoy haciendo aquí?

Cerré de nuevo mis ojos, y la bella dama que estaba sentada en una silla a los pies de mi cama seguía allí cuando los volví a abrir. Me aburría, mucho. No sabía qué hacer, creo que era la primera vez que estaba en un hospital. ¿Cómo debería comportarme?

Me quité el paño húmedo de mi frente y me adapté, sentándome. Esa señorita estaba dormida. No quería despertarla, pero es que no sabía qué estaba haciendo ella ahí ni cuando iba a salir yo de este edificio. Creo que no me gustan los hospitales.

Perdone... , dije con un tono dulce, intentando despertarla. ¿No estaba incómoda durmiendo así? Señorita... perdone.... No me hacía caso. ¿Estaba muerta? Los estúpidos pensamientos me atacaban y empecé a reírme sola. No estoy bien, no. No me podía creer que me estaba riendo en ese momento.

Tras mi paranoia e intentar despertar a esa bella durmiente, me retorcí un poco sobre mí misma, cogiendo la almohada en la que estaba apoyada mi cabeza antes y tirársela.

¿Quién demonios es usted?

por **Lumarie L.R. D' Alembert** Lun Oct 21, 2013 9:46 am

El silencio inundaba la habitación de aquella sala vacía, con solamente una pequeña cama donde la joven dormía plácidamente tars su aventura de la que solo presencié el final. Había sido un día duro tanto para mi como para la chica, seguro, por eso, lentamente, el cansancio podía conmigo, al igual que los dulces retazos de sueños que aparecían en mi mente aun despierta. Voces infantes y paisajes en sueño hacían intermitente en mi cabeza y jugaban con mi despertar, cayendo al fin en un letargo sueño que anhelaba tras haber estado moviéndome por el lugar, de nuevo, observando las a fueras con aquel paisaje lluvioso.

El frío de la habitación fue lo que, lentamente, hacía que me despertase, con el añadido de la mala postura, pero mi sueño podía más, hasta que... ¡PLOF!
Unos suaves movimientos se escucharon en la cama que estaba frente a mi, con un leve desplazamiento de las sábanas. Lo que me despertó de golpe fue el lanzamiento de la gran almohada que casi hacía balancear el equilibrio de la silla y caer hacía atrás. Agradecí a mi peso, esta vez, por salvarme. Cuando abrí los ojos de golpe, bastante molesto, miré a la joven con mi ceño fruncido, pero, a la vez, algo alegre de su despertar.

- Oh, perdona por la espera, madamoaseille, pero tampoco es para que me haga un despertar como si fuese un perro. -Comenté en un tono un tanto irónico. Me levanté de la silla y me puse a su lado derecho, con una leve sonrisa al ver que estaba vivita y coleando. Cogí su mano y, tomandole la tensión con mis dedos en su muñeca, asentí y le besé el dorso de esta.- ¿Te encuentras mejor, querida? Te he encontrado herida en la calle y me he visto en la obligación de traerte aquí, pues no tendría buena vida pensando que te dejé como un perro ahí desagrándote. -Me encogí de hombros, sentándome en la cama con toda la confianza.

por **Cassiopeia Cyrus** Lun Oct 21, 2013 4:45 pm

Nada más tirarle esa almohada, esa bella dama que en realidad era un hombre hizo un raudo amago para levantarse de la inútil silla que, por los pelos, se destroza y cae al suelo llevando a la señorita, digo caballero consigo.

Se paró y empezó a hablar haciendo que no había escuchado mis torpes palabras de equivocación de sexo -o eso creo-. Hablaba mucho, demasiado. Parecía una cotorra. Vaya personaje..., pensé. Lo observé, mirándolo fijamente y con una expresión seria que, poco a poco, se iba convirtiendo en sorpresa. Pues no tiene pinta de mujer. Me dije a mí misma.

Terminó de andar -pero no de hablar- y se ancló a un lado de la cama. Me tomó la mano y dejó un dulce beso en esta. Si no supiera que era un hombre habría pensado que esta mujer sería bollera, mucho además.

Cuando por fin dejó de hablar me miró con una dulce sonrisa, y cuando me di cuenta de que ya había terminado, yo tenía una cara de asco impresa en mi rostro.

No dije nada, solo me empecé a reír unos segundos después. Hice un amago de sacar mi mano de la jaula que había formado alrededor de la mía para besármela.

Lo quería echar... pero se sentó.
Lo seguía mirando, pero esta vez con cara perdida. ¿Se iba a estar quieta, digo quieto?

Le eché de la cama con algo de bestialidad poniendo mis manos en su delgada espalda.

Espera, espera, espera. No me has dicho quién eres, y perdona que te diga, pero yo no sería un perro. Sería un cisne. UN CISNE. Reía y reía. Le dije lo anterior haciendo que se pusiera de nuevo a un lado de la cama, de pie.

por **Lumarie L.R. D' Alembert** Mar Oct 22, 2013 12:22 am

Me pregunté, en ese momento cuando la chica me echó, que es lo que hice mal para que esta me mirase con anterioridad como si mi rostro estuviese putrefacto y fuese uno de esos tantos mostruos de la noche. Pensé que había sido demasiado osado, pero cuando me levanté de la cama, tras haber sido echado por la joven, supe que su personalidad era así de... espaciosa y mal educada. La había cogido de la calle, por eso me cuadro todo. Aun así, dentro de mi seguía molesto por el gesto que esta hizo hacía a mi, cuando le intenté ayudar y tratar bien y esta me sacó de su cama -que no era suya, sino del hospital-, mientras volvía a preguntar por mi.
Sonreí de lado con algo de picardía. ¿Quería saber quien era? Sabía que si le decía mi título, al menos, se quedaría algo arepentida, porque: ¿Quién no conocía al barón de París, que ayudaba a los pobres y charlaba con los ricos?

Por un momento sentí que tenía ganas de dejarla sola, salirme fuera de la habitación, pero tampoco había sido para tanto. ¿No?

- Mi nombre es Lumarie Le Rond D'Alembert, madamoiselle, el barón de Francia. -Dije en un tono chulesco, intentando fardar de mi título. Me volví a sentar en aquella silla donde casi me mataba por culpa de la chica y, mientras esta seguía riendo como una payasa, intenté seguirle, con una sonrisa un tanto mal dibujada.- Bueno, solo era una manera de hablar, pero si quieres ser un cisnes... -Me encogí de hombros.- En fin, ¿Y vos quien sois? ¿Cómo llego a esa situación en aquel callejón?

Quizá había empezado con mal pie y no me había comportado como es debido, aunque la chica también había sido una osada... debía de andarme con cuidado, porque nadie sabía lo que podría pasar si seguía con la muchacha. ¿Y si en verdad era un ser de la noche? Digamos que ese aura que ella irradiaba era de una joven alocada, quizá demasiado... "corriente", de la que me podría fiar.

por **Cassiopeia Cyrus** Mar Oct 22, 2013 6:10 pm

Al fin ese hombre, que decía haberme rescatado de los callejones fríos de la noche por la culpa del ataque de un horroroso vampiro, se paró al lado de la cama. Objetivo cumplido.

Me miró con una sonrisa pícara... por lo que presentí, creo que no le había sentado demasiado bien. Mi sentido del humor con un alto nivel de ironía no lo había entendido.

Él me hablaba y yo pensaba, sintiéndome peor por ello por segundos. Espera, ¿quién había dicho que es?

Espera... ¿Has dicho Lumarie? ¿Tú eres... digo... vos sois el barón? Dije sorprendida, echándome un poco hacia él, apoyando mis manos sobre la cama.

Me paré rápido y le miré a los ojos. No levanté ni la cabeza: era más bajo de lo que me pensaba.

Había oído hablar de usted por boca de mis tíos y del pueblo, pero nunca te había puesto cara... Le dije algo extrañada. No me creía que estaba con uno de los solos dos barones que hay en la ciudad. En realidad, tras pensarlo un poco cambié algo de parecer, ¿por qué me sorprendía tanto? Su papel tampoco me parecía tan importante... Creo que soy la chica más rara de París.

De repente relajé mi expresión poniendo cara de indiferencia. Me alejé de él, dirigiéndome hacia la silla con la que él casi se cae hacía un rato. ¿Sabes qué? No, mejor... ¿sabéis qué? Me es igual. Vais fardando de títulos... Ayudar a los pobres... já. ¿Uno de la realeza ayudando a los pobres? Eso no existe. Nadie se acercó a mis calles cuando yo era una mocosa. Nadie nos ayudo, pero ni a mi familia ni a nadie. Mis padres se fueron de estos lares hace unos años muy, muy lejos... están muertos. Estoy viviendo con mis tíos desde entonces. No puedo decir que alguien me ayudó.

Sois un inútil, querido barón de París. Ahora sácame de aquí, quiero volver a casa, mi tía seguramente esté preocupada.

Me rebelé diciendo todo lo que pensaba, no podía más. ¿Me apresarían por eso?

Dejé salir toda mi ira... o toda mi mala educación como uno de la nobleza diría... ¿acaso alguien de ahí sabe lo qué es ser de una clase media o baja? Hipócritas inútiles.

Si estuviésemos en otra época, las probabilidades de que un puñetazo aterrizara en su cara sería bastante alta, pero por desgracia aún estamos en mil ochocientos.

Otra cosa no, pero después de decirle de todo, me dejé en manos de él para que me sacase del hospital. Nunca había entrado a uno. No sabía ni dónde estaba la salida ni qué hacer al pasar el marco de la puerta.

El dolor de cabeza, que empezó cuando comencé a hablar, aumentaba.

por **Lumarie L.R. D' Alembert** Miér Oct 23, 2013 12:50 am

Pensé que la chica solamente había cometido un error de palabras, pero al ver esa especie de ilusión, seguía sin saber como actuar. Era bastante rara, pero se veía buena persona, pues esa sonrisa y esa impresión cuando dijo que me conocía de pasadas, solamente sonreí de lado, sin saber que sonrisa poner, pues, a pesar de que muchas veces me decían eso, siempre me daba algo de corte compararme como un real de la nobleza cuando yo estaba en una mansión al lado de los barrios de clase media. Mis pensamientos se centraban en la chica, así como todos sus movimientos, pero cuando, de pronto, la chica cambió de personalidad -las mujeres a veces eran así de complejas-, me quedé un poco rayado, escuchando cada una de sus palabras mientras yo me sentaba en esa cama, de nuevo, cuando esta se fue hacía esa silla. Tenía razón en cada una de esas frases que sacaba con sentimiento de rabia, de impotencia... pero la comprendía, pues, a pesarde que nunca había vivido entre la pobreza, sabía lo que era pasar dolor de no poder alimentar a tu familia debido a amigos y familias a las que ayudaba con la mitad de mis riquezas.
No, esta chica no me conocía a mi, pues solamente había oído hablar de pasadas... y no sabía que, al igual que ella, yo también tenía historia que contar y palabras con las que defenderme.

- Señorita, usted tiene toda la razón. -Dije, cortando el silencio que se formó en esos segundos cuando ella se calló, después de pedirle que la sacase de aquí. Ahora no me iba a callar, pues había captado su atención y ya tenía todo pensado.- La situación actual esta bastante desequilibrada, todo el mundo pasa hambre y tiene un pasado duro los supervivientes de esta situación estamental, pero, ¿sabe qué? Yo mismo odia el título que se otorgaron en persona de su padre, pues yo soy un humano más como vos o como los niños que pasan hambre. Mi persona no se considera de la nobleza y solamente va a cenas estiradas por hacer acto de presencia. Mitad de mis gananciales siempre van a mi barrio, compartiéndolo con esos niños que ni pueden vivir y haciendo todo lo posible en poner fe al a humanidad. -Me levanté de esa cama, acariciando las finas sábanas mientras lo hacía. Caminé hasta la chica, poniéndome detrás de ella, con mis manos en el respaldo de la silla y, agachándome un poco, seguía hablando de todo lo que pensaba.- Usted, my lady, esta en todo su derecho de expresión, pero no judge solo una persona por si título, sino por el corazón y por sus actos que hace para cambiar este estamento social demasiado empobrecido. -Le dije en un susurro a su oído mientras hacía una señal tocándome el pecho a mi mismo, con mi dedo índice, cuando comenté sobre el judgamiento.- Pero, si usted quiere salir de aquí, así será. Al fin y al cabo, estarán preocupados por vos. -Me separé con una leve sonrisa, como si nada me hubiese afectado.. cuando en verdad si que me tocaba mi fibra.- Bien, saldrémos y me dejará acompañarla aunque sea andando, pues no me fío que usted vaya sola por las calles a estas horas de la noche. ¿De acuerdo?

Nunca llegué a pensar que lo soltaría todo de golpe, sintiendo como mi cuerpo aun temblaba de esos nervios en esos momentos en los que hablaba, pero me sentía bien y más relajado.

por **Cassiopeia Cyrus** Miér Oct 23, 2013 12:10 pm

Escuché con atención cada una de sus palabras, pero seguramente que fue por el repentino enfado por lo que no pude seguir con la discusión y ''debatir'' bajo la razón, aunque creo que no era ni el lugar ni el sitio adecuado para hacerlo.. No tenía ni ganas.

Estaba demasiado incómoda. El dolor de cabeza se mantenía en mi frente. ¿Tendría fiebre o aquel vampiro me había mordido? Me gustaría pensar que solo es un mísero dolor de cabeza por el clima.

Me quería ir ya de ese edificio, tenía sueño y frío, y a mí el frío... no me gusta. Fue por esas sencillas razones por la cual solo le contesté Vale. Ve delante mía, no sé salir de este sitio.

Lo siento. :

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