AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Little lion man {Libre}
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Little lion man {Libre}
"Rate yourself and rake yourself,
Take all the courage you have left
Wasted on fixing all the problems
That you made in your own head"
Little Lion Man {Mumford & Sons}
Take all the courage you have left
Wasted on fixing all the problems
That you made in your own head"
Little Lion Man {Mumford & Sons}
El crepitar de la hoguera se le hacía un sonido reconfortante. Sólo estaban él y el fuego en un mutismo tal que parecía casi un sacrilegio sacrificarlo con algún aullido de viento perdido. La única conversación que Stephan compartía era la que se desenvolvía entre Marcus y Antoine en las páginas de un libro ya ajado. Se conocía cada punto y cada coma de memoria, porque era el mismo libro que leía desde que tenía doce años.
No había nadie más en el campamento, y la noche era cerrada. Las luciérnagas también compartían la lectura del Hombre León, hasta que la luna fuese demasiada luminosa para ellas.
Un sonido entre los arbustos. El crujir de una rama seca. Dos figuras saliendo de la oscuridad, como dos fantasmas con grilletes, encadenados a la triste moral de que lo diferente es destructivo.
-Así que tú eres el Hombre León, ¿eh? Joder, vaya bicho más feo. ¿No crees, Gastón?
-Nunca he visto a un león, pero si se parece a este no me extraña que los cacen
Ambos individuos iban armados con barras de metal de las fábricas.
-Te he visto hoy en el circo, y una zagala se ha puesto a llorar al verte. ¿Te parece eso de bien cristiano, bestia?
Stephan no dijo nada. Sabía a lo que venían. Tenían la misma mirada de su padre cuando subía a la buhardilla de la casa Bibrowski. Uno de ellos, el más alto, de cara cuadrada y marcada e intenso cabello negro recogido en una coleta baja, le agarró el libro y lo tiró al suelo.
-Pero, ¿sabes leer? ¡Eh, Lefou! El bicho sabe leer -y, por alguna razón, aquel detalle parecía hacerle mucha gracia a ambos.
El primer golpe fue directo a las costillas. Stephan se dobló de dolor.
-¿Quién cojones te enseñó?
-Una bruja, seguro -comentó el alto fornido al que el otro había llamado Gastón-Seguro que hasta se la folló. ¡Qué asco me da este monstruo! -la patada le dejó sin respiración durante unos momentos. Después siguieron otras cuatro más.
-¿Es que no vas a decir nada? ¿Ni si quiera vas a defenderte? -era Gastón quien hablaba; por alguna razón le gustaba hacerlo.
Stephan soportó los golpes hasta que la voz de los asaltantes fue sólo un murmullo lejano. No se puso en pie ni una sola vez, ni si quiera lo intentó. Lo último que vio fue el libro sobre las llamas de la hoguera. "No. El libro, no. A mamá le gustaba mucho ese libro"
No había nadie más en el campamento, y la noche era cerrada. Las luciérnagas también compartían la lectura del Hombre León, hasta que la luna fuese demasiada luminosa para ellas.
Un sonido entre los arbustos. El crujir de una rama seca. Dos figuras saliendo de la oscuridad, como dos fantasmas con grilletes, encadenados a la triste moral de que lo diferente es destructivo.
-Así que tú eres el Hombre León, ¿eh? Joder, vaya bicho más feo. ¿No crees, Gastón?
-Nunca he visto a un león, pero si se parece a este no me extraña que los cacen
Ambos individuos iban armados con barras de metal de las fábricas.
-Te he visto hoy en el circo, y una zagala se ha puesto a llorar al verte. ¿Te parece eso de bien cristiano, bestia?
Stephan no dijo nada. Sabía a lo que venían. Tenían la misma mirada de su padre cuando subía a la buhardilla de la casa Bibrowski. Uno de ellos, el más alto, de cara cuadrada y marcada e intenso cabello negro recogido en una coleta baja, le agarró el libro y lo tiró al suelo.
-Pero, ¿sabes leer? ¡Eh, Lefou! El bicho sabe leer -y, por alguna razón, aquel detalle parecía hacerle mucha gracia a ambos.
El primer golpe fue directo a las costillas. Stephan se dobló de dolor.
-¿Quién cojones te enseñó?
-Una bruja, seguro -comentó el alto fornido al que el otro había llamado Gastón-Seguro que hasta se la folló. ¡Qué asco me da este monstruo! -la patada le dejó sin respiración durante unos momentos. Después siguieron otras cuatro más.
-¿Es que no vas a decir nada? ¿Ni si quiera vas a defenderte? -era Gastón quien hablaba; por alguna razón le gustaba hacerlo.
Stephan soportó los golpes hasta que la voz de los asaltantes fue sólo un murmullo lejano. No se puso en pie ni una sola vez, ni si quiera lo intentó. Lo último que vio fue el libro sobre las llamas de la hoguera. "No. El libro, no. A mamá le gustaba mucho ese libro"
Stephan Bibrowski- Gitano
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Fecha de inscripción : 09/02/2013
Localización : París
Re: Little lion man {Libre}
Aquella noche había salido amparada por las sombras al bosque. Sabía que la noche era un momento peligrosos pero si tenía planeado quedarse en París no podría depender eternamente del dinero que su había llevado de casa.
La idea de la herbolistería le había venido en un sueño, casi como si se tratara de una visión. Y le había gustado. Isobel siempre había amado las plantas, trabajar con ellas y definitivamente había aprendido mucho de ellas.
Por eso estaba dispuesta a arriesgarse esa noche. Algunos dirían que era una idiotez salir en busca de unas florecillas a esas horas pero no esperaba que nadie la entendiera.
El zurrón golpeteaba rictimacmente junto a su cadera. De vez en cuando se agachaba a mirar algunas flores nocturnas, las recogía y seguía su camino.
No se fijaba por donde iba. Ya había hecho un reconocimiento general de París y sus alrededores como para no necesitar que la guiaran nunca más.
Sin embargo no se había dado cuenta de que casi había llegado al campamento de los gitanos. El sonido de golpes la sacó de su ensimismamiento en la búsqueda. Aguzó el oido y se dirigió hacia un claro iluminado por una hoguera.
Escondida tras los árboles observó cómo dos hombres golpeaban a un tercero, encogido en el suelo. Ahogó un grito de espanto y concentró su poder. Ahora que había visto aquello no podía marcharse sin ayudarlo.
Creó una ilusión, una de las más potentes que había hecho nunca. Hizo aparecer un lobo en sus mentes, uno que mostraba los dientes y salivaba ante la idea de darles un buen mordisco. Lo hizo gruñir acercándolo poco a poco a ellos con la esperanza de que eso los asustara lo suficiente como para hacerlos huir.
La idea de la herbolistería le había venido en un sueño, casi como si se tratara de una visión. Y le había gustado. Isobel siempre había amado las plantas, trabajar con ellas y definitivamente había aprendido mucho de ellas.
Por eso estaba dispuesta a arriesgarse esa noche. Algunos dirían que era una idiotez salir en busca de unas florecillas a esas horas pero no esperaba que nadie la entendiera.
El zurrón golpeteaba rictimacmente junto a su cadera. De vez en cuando se agachaba a mirar algunas flores nocturnas, las recogía y seguía su camino.
No se fijaba por donde iba. Ya había hecho un reconocimiento general de París y sus alrededores como para no necesitar que la guiaran nunca más.
Sin embargo no se había dado cuenta de que casi había llegado al campamento de los gitanos. El sonido de golpes la sacó de su ensimismamiento en la búsqueda. Aguzó el oido y se dirigió hacia un claro iluminado por una hoguera.
Escondida tras los árboles observó cómo dos hombres golpeaban a un tercero, encogido en el suelo. Ahogó un grito de espanto y concentró su poder. Ahora que había visto aquello no podía marcharse sin ayudarlo.
Creó una ilusión, una de las más potentes que había hecho nunca. Hizo aparecer un lobo en sus mentes, uno que mostraba los dientes y salivaba ante la idea de darles un buen mordisco. Lo hizo gruñir acercándolo poco a poco a ellos con la esperanza de que eso los asustara lo suficiente como para hacerlos huir.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 7:51 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
Un lobo. Un gran lobo blanco se acercaba hacia él, con sus dos ojos feroces, animales y ambarinos mirándole fijamente. "¿Qué es esto? ¿Una broma? ¿Acaso es la Muerte animal que viene a por mi porque nunca he sido del todo humano?". A sus ojos, aquel lobo era sólo una estela, una mera ilusión brumosa. Pensó que se estaba muriendo a causa de las heridas, aunque lo cierto era que ya podía sentir ninguna de ellas. Sin embargo, los dos asaltantes también lo vieron. El lobo guardián mostró sus salvajes colmillos e hizo amago de abalanzarse sobre ellos, profiriendo un aullido a la luna. Para Stephan, fue el sonido más bello que había escuchado.
Los dos miserables no tardaron demasiado en soltar los garrotes. Cobardes. Nunca se atreverían a enfrentarse a un animal de verdad, salvo contra aquel que era diferente.
Le costaba respirar, pero no por ello dejaba de mirar al lobo blanco. Quería abrir la boca, quería pronunciar algo, aunque no sabía el qué. Pero el dolor le volvió de pronto y le hizo incapaz de articular palabra. Podía sentir el sabor de su propia sangre. Se puso en pie a trompicones, y se llevó la zarpa al costado. En el juego de luces y sombras de la noche cerrada todavía no se podían adivinar los verdaderos rasgos del Hombre León. Tan sólo un adulto de descomunal estatura y cabello largo.
-¿Qué diablos eres? -porque Stephan sabía que aquella no era una criatura corriente. Es más, dudaba incluso de que fuese una criatura real. ¿Seguía, pues, soñando?
Los dos miserables no tardaron demasiado en soltar los garrotes. Cobardes. Nunca se atreverían a enfrentarse a un animal de verdad, salvo contra aquel que era diferente.
Le costaba respirar, pero no por ello dejaba de mirar al lobo blanco. Quería abrir la boca, quería pronunciar algo, aunque no sabía el qué. Pero el dolor le volvió de pronto y le hizo incapaz de articular palabra. Podía sentir el sabor de su propia sangre. Se puso en pie a trompicones, y se llevó la zarpa al costado. En el juego de luces y sombras de la noche cerrada todavía no se podían adivinar los verdaderos rasgos del Hombre León. Tan sólo un adulto de descomunal estatura y cabello largo.
-¿Qué diablos eres? -porque Stephan sabía que aquella no era una criatura corriente. Es más, dudaba incluso de que fuese una criatura real. ¿Seguía, pues, soñando?
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Un pequeño e inaudible suspiro escapó de los labios de Isobel cuandolos hombres e volvieron hacia el lobo y dejaron de golpear al hombre. Hacía tanto tiempo que no intentaba una ilusión tan fuete que temía que alguno de ellos se diera cuenta de que en realidad no había nada allí con ellos.
Mantuvo la ilusión hasta que los hombres salieron huyendo. Aquello le dibujó una sonrisilla victoriosa en los labios. No deseaba un enfrentamiento físico con nadie y, confiaba, la próxima vez se lo pensarían dos veces antes de atacar a alguien desprotegido.
Se dejó caer contra el árbol tratando de recuperar la calma y tranquiñlizar los erráticos latidos de su corazón. Mientras tanto apenas se dio cuenta de que el hombre se levantaba y lanzaba aquella pregunta al aire.
A contra luz no se podían ver sus heridas pero al llevarse la mano al costado Isobel supo que el hombre posiblemente necesitaría más ayuda que un simple susto a unos agresores. Suerte que había traído su zurrón con medicinas.
Desvaneciendo la ilusión para conservar energías, salió de su escondite tras el árbol con las manos en alto, en señal de paz. Lo último que necesitaba era que el pobre hombre se sintiera amenazado. Claro que el aspecto de Isobel tampoco la hacía parecer demasiado ofensiva o poderosa en ese aspecto.
-Tranquilo- dijo en un susurro- no soy peligrosa- dijo ignorando la pregunta. Posiblemente luego le podría borrar de la memoria lo que había hecho para evitar que la delatara a algún Inquisidor.
Se acercó un poco más sintiéndose estrechamente observada por el hombre.
-Soy Isobel, y solo quiero ayudarte. ¿Me dejarás?
Hacía tiempo que Isobel había aprendido que solo quien quiere ser ayudado puede ser verdaderamente ayudado. Había veces que al sanar una herida física había abierto peores heridas en el corazón.
Mantuvo la ilusión hasta que los hombres salieron huyendo. Aquello le dibujó una sonrisilla victoriosa en los labios. No deseaba un enfrentamiento físico con nadie y, confiaba, la próxima vez se lo pensarían dos veces antes de atacar a alguien desprotegido.
Se dejó caer contra el árbol tratando de recuperar la calma y tranquiñlizar los erráticos latidos de su corazón. Mientras tanto apenas se dio cuenta de que el hombre se levantaba y lanzaba aquella pregunta al aire.
A contra luz no se podían ver sus heridas pero al llevarse la mano al costado Isobel supo que el hombre posiblemente necesitaría más ayuda que un simple susto a unos agresores. Suerte que había traído su zurrón con medicinas.
Desvaneciendo la ilusión para conservar energías, salió de su escondite tras el árbol con las manos en alto, en señal de paz. Lo último que necesitaba era que el pobre hombre se sintiera amenazado. Claro que el aspecto de Isobel tampoco la hacía parecer demasiado ofensiva o poderosa en ese aspecto.
-Tranquilo- dijo en un susurro- no soy peligrosa- dijo ignorando la pregunta. Posiblemente luego le podría borrar de la memoria lo que había hecho para evitar que la delatara a algún Inquisidor.
Se acercó un poco más sintiéndose estrechamente observada por el hombre.
-Soy Isobel, y solo quiero ayudarte. ¿Me dejarás?
Hacía tiempo que Isobel había aprendido que solo quien quiere ser ayudado puede ser verdaderamente ayudado. Había veces que al sanar una herida física había abierto peores heridas en el corazón.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 7:52 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
El lobo pronto se desvaneció en la nada. Se disipó de manera tan etérea a como había aparecido. De entre los restos de elevada bruma surgió otra figura; esbelta, delicada y sutil. Humana. Aquello hizo retroceder al Hombre León. No quería que nadie lo viese, fuera quien fuera aquel ser que, por su voz templada y serena, identificó como la de una mujer. Pudiera ser que, acostumbrado como estaba Stephan a que todo el mundo le temiese, a imponerse como la bestia que todos pensaban que era, no se sentía cómodo ante una situación en la que él era el desvalido. ¿Por qué no se había revuelto contra los asaltantes? Podría haberlos desgarrado, podría haberse comido sus entrañas. Sin duda, un castigo que bien se merecían. "Porque no soy el monstruo que todos piensan".
-Largo -ladró, y su voz sonó ronca, como un rugido. El dolor que sentía ahora mismo en las costillas debía ser el mismo que se padecía en los siete infiernos. Trató de intimidar a la joven con su brusquedad, agachó más la cabeza, ocultando su rostro con ayuda de la noche. "Si me ve, huirá". Como habían hecho tantos y tantos a lo largo de su todavía corta vida. Era un razonamiento ilógico para cualquiera, pero totalmente cabal para la mente fustigada del Hombre León, que había pasado por tantos rechazos. "Gritará. Saldrá corriendo". Sabía que, de no ser por su trabajo en el circo, los aldeanos lo perseguirían con antorchas por las calles adoquinadas, hasta que el fruto de sus terrores estuviera pudriéndose con la cabeza ensartada en una pica.
Si aquella dama fuese en verdad la muerte misma, él no tenía miedo a morir.
Pero aquella joven no era la muerte. Eso lo sabía muy bien Stephan. El lobo había sido creación suya. "Bruja". Debía de ser una bruja, como Angelique, la primera adivina que conoció en el Circo de lo Extraño. Luego pensó en el libro que le habían arrojado al fuego. El libro que le regaló su madre a la que él mismo había matado (porque Stephan lo sabía. Su padre se había encargado de hacérselo saber; su mera existencia no había hecho más que traer desgracias en el seno de los Bibrowski desde el primer momento de su nacimiento).
-Largo -ladró, y su voz sonó ronca, como un rugido. El dolor que sentía ahora mismo en las costillas debía ser el mismo que se padecía en los siete infiernos. Trató de intimidar a la joven con su brusquedad, agachó más la cabeza, ocultando su rostro con ayuda de la noche. "Si me ve, huirá". Como habían hecho tantos y tantos a lo largo de su todavía corta vida. Era un razonamiento ilógico para cualquiera, pero totalmente cabal para la mente fustigada del Hombre León, que había pasado por tantos rechazos. "Gritará. Saldrá corriendo". Sabía que, de no ser por su trabajo en el circo, los aldeanos lo perseguirían con antorchas por las calles adoquinadas, hasta que el fruto de sus terrores estuviera pudriéndose con la cabeza ensartada en una pica.
Si aquella dama fuese en verdad la muerte misma, él no tenía miedo a morir.
Pero aquella joven no era la muerte. Eso lo sabía muy bien Stephan. El lobo había sido creación suya. "Bruja". Debía de ser una bruja, como Angelique, la primera adivina que conoció en el Circo de lo Extraño. Luego pensó en el libro que le habían arrojado al fuego. El libro que le regaló su madre a la que él mismo había matado (porque Stephan lo sabía. Su padre se había encargado de hacérselo saber; su mera existencia no había hecho más que traer desgracias en el seno de los Bibrowski desde el primer momento de su nacimiento).
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Isobel permaneció quieta. No sabía que tan mal podría tomarse el hombre que se acercara a él cuando acababa de echarla del lugar. Sin embargo ella sabía que no podía dejarlo estar, como no podía haber evitado acercarse antes. Una cosa era que supiera que no siempre se puede ayudar y otra que se rindiera tan fácilmente ante aquella premisa.
Además, en su voz no había tanto enfado como dolor. Podía decir aquello sin hacer uso de poder alguno ya que los años la habían enseñado a escuchar lo que no se decía. El hombre estaba sufriendo y por la posición de su cabeza podría decir que lo que él sentía en ese momento era ago de humillación.
Estuvo tentada a resoplar. Los hombres y la maldita vanidad que les hacía sentirse así cuando una mujer era la que salía en su ayuda. No, no permitiría que el hombre sufriera por terquedad.
El hombre no tomaría nada de ella de aquella manera, lo sabía. Cualquier tipo de caridad sería un desperdicio. Se mordió el labio, indecisa sobre cómo actuar.
-Está bien, marchare- mintió. Lo primero tenía que ser acercarse a él, antes de que le permitiera hacer cualquier otra cosa- Pero me temo que no sé muy bien por donde e de ir. Precisamente me disponía a pedir guía a alguien cuando me topé con esta… Situación.
No dijo nada más por temor a herir aún más su ego y conseguir con eso que pusiera aún más distancia entre ellos pero si que adoptó una actitud fría, como si no se hubiera dado cuenta de su forma de hablarle.
-Si sois tan amable de indicarme os dejaré en paz de inmediato.
Además, en su voz no había tanto enfado como dolor. Podía decir aquello sin hacer uso de poder alguno ya que los años la habían enseñado a escuchar lo que no se decía. El hombre estaba sufriendo y por la posición de su cabeza podría decir que lo que él sentía en ese momento era ago de humillación.
Estuvo tentada a resoplar. Los hombres y la maldita vanidad que les hacía sentirse así cuando una mujer era la que salía en su ayuda. No, no permitiría que el hombre sufriera por terquedad.
El hombre no tomaría nada de ella de aquella manera, lo sabía. Cualquier tipo de caridad sería un desperdicio. Se mordió el labio, indecisa sobre cómo actuar.
-Está bien, marchare- mintió. Lo primero tenía que ser acercarse a él, antes de que le permitiera hacer cualquier otra cosa- Pero me temo que no sé muy bien por donde e de ir. Precisamente me disponía a pedir guía a alguien cuando me topé con esta… Situación.
No dijo nada más por temor a herir aún más su ego y conseguir con eso que pusiera aún más distancia entre ellos pero si que adoptó una actitud fría, como si no se hubiera dado cuenta de su forma de hablarle.
-Si sois tan amable de indicarme os dejaré en paz de inmediato.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 7:52 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
La observó mientras daba la vuelta, la figura entre la oscuridad del bosque se hacía mucho más difusa aún. "Pues muy bien. Que se marche. Es mejor para ella". Y peor para él. A veces, no entendía hacia donde conducía tanto orgullo. No. No es orgullo. Es autocompasión. Y la autocompasión es el arma más destructiva de todas. Supongo que en la mente del Hombre León ni si quiera era digno de que aquella muchacha, al parecer cálida y hermosa, fuese a prestarle su ayuda.
Sabía que estaba mintiendo. Podría saberlo porque una bruja no podría perderse así como así. "Tienen a los espíritus del aire, que las guían", le había comentado la adivina del circo una vez. Pero en realidad lo había descifrado mirándola a los ojos. Los tenía claros. Dos esferas de luz cristalina y verdosa en medio de la noche. Era imposible no quedarse detenido en ellos aunque fuera unos instantes.
-Pensaba que las brujas no se perdían -repuso con burla. Se rio un poco, lo que le dejaba la costilla.
"Huye. Sal corriendo. No mires al monstruo". Si ella se iba, si lo dejaba allí, probablemente moriría desangrado en pocas horas. Daba lo mismo; nadie echaría en falta a la Bestia. El rostro de su madre, ya difuso entre el sudor y los delirios acuciantes, murmuraba cosas que no comprendía pero, por algún extraño motivo, le calmaba. "Si esa dama es la muerte, ¿quién tiene miedo a morir?", entonó la melodía en su mente.
-Si sigues recto, hasta llegar... -tomó aire-...Hasta llegar a una fuente en ruinas. Desde allí, tuerce a la derecha. Verás las luces de las farolas. Ahora, largo -volvió a repetir, esta vez con la voz cada vez más débil. Iba perdiendo fuerzas, y la sangre se le empezaba a escurrir entre las garras.
Sabía que estaba mintiendo. Podría saberlo porque una bruja no podría perderse así como así. "Tienen a los espíritus del aire, que las guían", le había comentado la adivina del circo una vez. Pero en realidad lo había descifrado mirándola a los ojos. Los tenía claros. Dos esferas de luz cristalina y verdosa en medio de la noche. Era imposible no quedarse detenido en ellos aunque fuera unos instantes.
-Pensaba que las brujas no se perdían -repuso con burla. Se rio un poco, lo que le dejaba la costilla.
"Huye. Sal corriendo. No mires al monstruo". Si ella se iba, si lo dejaba allí, probablemente moriría desangrado en pocas horas. Daba lo mismo; nadie echaría en falta a la Bestia. El rostro de su madre, ya difuso entre el sudor y los delirios acuciantes, murmuraba cosas que no comprendía pero, por algún extraño motivo, le calmaba. "Si esa dama es la muerte, ¿quién tiene miedo a morir?", entonó la melodía en su mente.
-Si sigues recto, hasta llegar... -tomó aire-...Hasta llegar a una fuente en ruinas. Desde allí, tuerce a la derecha. Verás las luces de las farolas. Ahora, largo -volvió a repetir, esta vez con la voz cada vez más débil. Iba perdiendo fuerzas, y la sangre se le empezaba a escurrir entre las garras.
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Apretó los dientes preocupada, y reprimio una contestación un tanto mordaz a su pulla. No era momento ni lugar de gracias como aquella cuando el reloj estaba contando en su contra.
No necesitaba de sus poderes para ver como la debilidad se apoderaba del hombre cada vez más y más, hasta hacerle difícil incluso hablar. Desde luego comprendía que el orgullo a veces era más fuerte que el resto de las necesidades pero aquel no era el momento de permitirle salirse con la suya, por mucho que le hiriera en el futuro.
Asintió con seriedad a sus explicaciones pero no se movió. Le examinó con ojo critico desde la distancia, evaluando lo que podía con la escasa luz. Había mucha sangre por lo que lo primero sería parar la hemorragia. Después tendría que asegurarse de que ningún órgano interno había sufrido daños. Y tendría que hacerlo rápido porque algo le decía que aquel hombre no sería un paciente fácil.
-Os lo agradezco- dijo con cortesía mientras llevaba una mano al zurrón- Dejadme que os lo agradezca debidamente
Rápidamente se acercó a él sin darle espacio a contestar con la intención de tratarle antes de permitir cualquier tipo de cháchara inocua y vana, que no la haría desistir de su propósito.
Aunque intuía que no saldría como deseaba, esperó que el hombre tomara su agradecimiento con un simple asentimiento o un encogimiento o cualquier gesto que, si bien era de fastidio al menos no fuera para alejarla.
No necesitaba de sus poderes para ver como la debilidad se apoderaba del hombre cada vez más y más, hasta hacerle difícil incluso hablar. Desde luego comprendía que el orgullo a veces era más fuerte que el resto de las necesidades pero aquel no era el momento de permitirle salirse con la suya, por mucho que le hiriera en el futuro.
Asintió con seriedad a sus explicaciones pero no se movió. Le examinó con ojo critico desde la distancia, evaluando lo que podía con la escasa luz. Había mucha sangre por lo que lo primero sería parar la hemorragia. Después tendría que asegurarse de que ningún órgano interno había sufrido daños. Y tendría que hacerlo rápido porque algo le decía que aquel hombre no sería un paciente fácil.
-Os lo agradezco- dijo con cortesía mientras llevaba una mano al zurrón- Dejadme que os lo agradezca debidamente
Rápidamente se acercó a él sin darle espacio a contestar con la intención de tratarle antes de permitir cualquier tipo de cháchara inocua y vana, que no la haría desistir de su propósito.
Aunque intuía que no saldría como deseaba, esperó que el hombre tomara su agradecimiento con un simple asentimiento o un encogimiento o cualquier gesto que, si bien era de fastidio al menos no fuera para alejarla.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 7:53 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
Cuando el Hombre León la vio acercarse, su primera reacción fue la de echarse hacia atrás, evitando el contacto de la mujer. Sin embargo, aquella chica era casi tan cabezota como él mismo. No esperó, en realidad, aquel último gesto de altruismo, porque en el mundo en el que Stephan vivía eso no existía. Tal vez porque no le quedaban fuerzas para lanzar otro exabrupto a la entregada mujer, Stephan desistió de impedir el propósito de la bruja. Lo había salvado no una vez, si no dos veces.
El león sintió el experto tacto de la mujer operando en la herida. Tuvo mucho cuidado de no tocarla a ella con sus garras. "Con esas sucias garras de bestia". En medio de sus delirios, Stephan recordó ese momento -ese preciso momento- en el que, cuando quiso agarrar de la mano a su madre moribunda, su padre lo azotó con rabia, ira y asco. "No la toques. No la toques con esas garras de monstruo asesino". No había sido la primera vez que Stannislaw Bibrowski las llamaba así -"no son manos. Son garras de bestia"- pero sí la vez que se le quedó grabado por siempre aquellas crueles palabras.
-Ya os he dicho que largo -casi rugió, cubriéndose más entre las sombras. No. No iba a dejar que sus sucias garras de bestia le hicieran algún daño a la muchacha.
El león sintió el experto tacto de la mujer operando en la herida. Tuvo mucho cuidado de no tocarla a ella con sus garras. "Con esas sucias garras de bestia". En medio de sus delirios, Stephan recordó ese momento -ese preciso momento- en el que, cuando quiso agarrar de la mano a su madre moribunda, su padre lo azotó con rabia, ira y asco. "No la toques. No la toques con esas garras de monstruo asesino". No había sido la primera vez que Stannislaw Bibrowski las llamaba así -"no son manos. Son garras de bestia"- pero sí la vez que se le quedó grabado por siempre aquellas crueles palabras.
-Ya os he dicho que largo -casi rugió, cubriéndose más entre las sombras. No. No iba a dejar que sus sucias garras de bestia le hicieran algún daño a la muchacha.
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Aplicó un emplasto que debía cortar la hemorragia de las heridas inferiores y después pasó a examinar mediante el tacto los órganos interiores y los huesos. Aunque lo había pensado desde la distancia ahora estaba segura de que tenía tres costillas rotas pero al parecer no iban a afectar a nada vital.
Eso si se estaba quieto. Cuando se removió de nuevo, le dieron una tremendas ganas de darle un golpe en la cabeza a ver si inconsciente me dejaba trabajar. Una pena que no estuviera en su naturaleza actual actuar así. Sin embargo sí que tiró de él hacia la luz le obligó a tenderse boca arriba. Por suerte para ella estaba demasiado débil como para hacerme la contra en ese momento.
-Os he oído, milord, no estoy sorda- contestó con impaciencia. Aquel hombre no sería nunca un buen enfermo y la dejaría trabajar.
Solo en ese momento se fijó en su curioso aspecto. No dio muestras de haberlo notado mientras seguía trabajando e ignoraba sus gruñidos. No era la primera vez que veía a un hombre… Diferente. No diría que estaba acostumbrada, porque eso sería mentir, pero desde luego había visto de todo.
En aquel momento supuso que era por eso que se había estado apartando de ella constantemente, que era por lo que se ocultaba. El mismo rechazaba su aspecto. Isobel resopló y decidió que lo mejor sería no mencionar siquiera sus peculiaridades y tratarlo como trataría a cualquier enfermo rebelde.
-Si no os estáis quieto y me permitís trabajar tendré que ataros- amenazó- y creedme, se hacer nudos mejor que cualquier marino.
Eso si se estaba quieto. Cuando se removió de nuevo, le dieron una tremendas ganas de darle un golpe en la cabeza a ver si inconsciente me dejaba trabajar. Una pena que no estuviera en su naturaleza actual actuar así. Sin embargo sí que tiró de él hacia la luz le obligó a tenderse boca arriba. Por suerte para ella estaba demasiado débil como para hacerme la contra en ese momento.
-Os he oído, milord, no estoy sorda- contestó con impaciencia. Aquel hombre no sería nunca un buen enfermo y la dejaría trabajar.
Solo en ese momento se fijó en su curioso aspecto. No dio muestras de haberlo notado mientras seguía trabajando e ignoraba sus gruñidos. No era la primera vez que veía a un hombre… Diferente. No diría que estaba acostumbrada, porque eso sería mentir, pero desde luego había visto de todo.
En aquel momento supuso que era por eso que se había estado apartando de ella constantemente, que era por lo que se ocultaba. El mismo rechazaba su aspecto. Isobel resopló y decidió que lo mejor sería no mencionar siquiera sus peculiaridades y tratarlo como trataría a cualquier enfermo rebelde.
-Si no os estáis quieto y me permitís trabajar tendré que ataros- amenazó- y creedme, se hacer nudos mejor que cualquier marino.
Última edición por Isobel Twist el Lun Dic 16, 2013 7:55 am, editado 1 vez
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
El Hombre León supo entonces que había perdido. Aquella muchacha lo había ganado, de hecho. Se estaría quieto pues. Tal vez, con un poco de suerte, si dejaba a la luz su verdadera aspecto la muchacha se marchaba de allí de una vez y lo dejaba morir en paz.
Sin embargo, se equivocó. Era una de esas pocas ocasiones en las que todos sus pronósticos habían fracasado estrepitosamente. Una de las pocas ocasiones en las que, entonces, Stephan se permitía tener algo de fe. La joven no había huido, ni había gritado siquiera. De hecho, no había hecho ningún comentario, aunque para aquellos dos ojos claros y expresivos era imposible mentir. Lo había visto. Había visto al Hombre León en todo el esplendor de su derrota. Y, sin embargo, se había quedado igualmente.
La dejó trabajar esta vez. Demasiado cansado ya para protestar, mientras la escrutaba con la mirada. Era bella, de eso no había duda, y aquellas dos esferas de luz verdosa lo habían cautivado. También se la veía diligente, y con carácter. En definitiva, era una mujer fuerte.
-¿Cómo te llamas, muchacha? -inquirió de pronto. De una forma u otra, la joven había conseguido levantar la curiosidad del polaco. Y su tono brusco se suavizó un tanto.
Sin embargo, se equivocó. Era una de esas pocas ocasiones en las que todos sus pronósticos habían fracasado estrepitosamente. Una de las pocas ocasiones en las que, entonces, Stephan se permitía tener algo de fe. La joven no había huido, ni había gritado siquiera. De hecho, no había hecho ningún comentario, aunque para aquellos dos ojos claros y expresivos era imposible mentir. Lo había visto. Había visto al Hombre León en todo el esplendor de su derrota. Y, sin embargo, se había quedado igualmente.
La dejó trabajar esta vez. Demasiado cansado ya para protestar, mientras la escrutaba con la mirada. Era bella, de eso no había duda, y aquellas dos esferas de luz verdosa lo habían cautivado. También se la veía diligente, y con carácter. En definitiva, era una mujer fuerte.
-¿Cómo te llamas, muchacha? -inquirió de pronto. De una forma u otra, la joven había conseguido levantar la curiosidad del polaco. Y su tono brusco se suavizó un tanto.
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Un pequeños suspiro escapó de sus labios cuando finalmente se rindió ante sus cuidados y le dejó hacer. Se sentó un poco más tranquila junto a él y avivó un poco el fuego para poder trabajar mejor.
Por suerte sus padres le habían enseñado bien a trabajar en situaciones la mar de incomodas y la falta de luz no era un gran problema.
-Soy Isobel- dijo sin levantar la vista.
Evaluó cuanto poder le quedaba después de usar la ilusión sobre los hombres y cuanto necesitaría para limpiar su magia antes de decidirse a usar un hechizo sanador en él. Las heridas menores no le preocupaban en ese momento pero sospechaba que no se quedaría quieto mucho tiempo y sus costillas no podrían soportarlo.
-¿Puedo saber yo vuestro nombre?- preguntó mientras comenzaba a reunir el poder que le quedaba .
Le recostó en una mejor posición que haría que el proceso le doliera menos. Ella había tenido que pasar por aquella misma experiencia una vez que se cayó de un caballo y no le había gustado nada. Daba igual que fueran solo un par de costillas o un higado destrozao, la magia exigía un precio que en este caso le tocaría pagar al pobre hombre. Sin embargo no podía permitirle descasar en la inconsciencia, ya que podía llegar a hacer más bien que mal.
-Escuchad, ahora voy a repararos las costillas. Sé que duele- pasó las manos con cuidado sobre el moratón que comenzaba a formarse sobre su piel- pero necesito que os mantengáis lo más quieto que podáis y, sobre todo, consciente mientras lo hago.
Tomó una de sus manos y le cerró los dedos alrededor de su brazo. Se daba cuenta de que ella estaba casi tan falta de energía como él herido y aquel contacto le ayudaría a recordar por que tenía que hacerlo.
-Apretad si os duele- le dedicó una sonrisa- y no os preocupéis por mi, soy bastante fuerte. Si os ayuda tambien podéis contarme algo.
Esperó un momento por el consentimiento. Si no tenía la fortaleza para soportar el dolor y se desmayaba la mágia dejaría de actuar y ella no tendría la energía para volver a intentar otro hechizo. Además, si aquello salía mal, podía hacerle más mal que bien. Pero a veces hay riesgos que merecen la pena correr.
Por suerte sus padres le habían enseñado bien a trabajar en situaciones la mar de incomodas y la falta de luz no era un gran problema.
-Soy Isobel- dijo sin levantar la vista.
Evaluó cuanto poder le quedaba después de usar la ilusión sobre los hombres y cuanto necesitaría para limpiar su magia antes de decidirse a usar un hechizo sanador en él. Las heridas menores no le preocupaban en ese momento pero sospechaba que no se quedaría quieto mucho tiempo y sus costillas no podrían soportarlo.
-¿Puedo saber yo vuestro nombre?- preguntó mientras comenzaba a reunir el poder que le quedaba .
Le recostó en una mejor posición que haría que el proceso le doliera menos. Ella había tenido que pasar por aquella misma experiencia una vez que se cayó de un caballo y no le había gustado nada. Daba igual que fueran solo un par de costillas o un higado destrozao, la magia exigía un precio que en este caso le tocaría pagar al pobre hombre. Sin embargo no podía permitirle descasar en la inconsciencia, ya que podía llegar a hacer más bien que mal.
-Escuchad, ahora voy a repararos las costillas. Sé que duele- pasó las manos con cuidado sobre el moratón que comenzaba a formarse sobre su piel- pero necesito que os mantengáis lo más quieto que podáis y, sobre todo, consciente mientras lo hago.
Tomó una de sus manos y le cerró los dedos alrededor de su brazo. Se daba cuenta de que ella estaba casi tan falta de energía como él herido y aquel contacto le ayudaría a recordar por que tenía que hacerlo.
-Apretad si os duele- le dedicó una sonrisa- y no os preocupéis por mi, soy bastante fuerte. Si os ayuda tambien podéis contarme algo.
Esperó un momento por el consentimiento. Si no tenía la fortaleza para soportar el dolor y se desmayaba la mágia dejaría de actuar y ella no tendría la energía para volver a intentar otro hechizo. Además, si aquello salía mal, podía hacerle más mal que bien. Pero a veces hay riesgos que merecen la pena correr.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
"Isobel". Era un nombre melódico, armónico. Casi musical. Tal vez fuera por la conmoción, por el dolor, pero pensó que el nombre más bello que había escuchado. "Isobel". Era nombre de cervatillo, de pajarillo enjaulado. De animalillo del bosque. Casi sentía vergüenza ahora de pronunciar su nombre. "Stephan" era demasiado burdo y ordinario para un nombre como el suyo. Pero era el nombre que su señora madre le había puesto. "El Hombre León, sí. Ese es perfecto".
El Hombre León.
Basta. Deliras.
-Algunos me llaman Stephan -"algunos". Sus amigos los gitanos. Para ellos era sólo Stephan. Para el resto del mundo ni si quiera tenía nombre. ¿Cómo lo llamaba su padre? Ah, sí. Pequeño monstruo. Bestia. Esos, esos nombres también valían.
Quedó como ella había pedido. Quieto, inmóvil. Como un avecilla a la que se le había roto un ala. "Já. El Hombre León". Más bien un gato con la pata partida. Las manos de la mujer estaban frías, pero a Stephan no le molestó sino que refrescó la quemazón de la herida.
Iba a doler, pero Stephan creía que ya había experimentado todos los dolores del mundo -físicos y psicológicos-, ¿qué daño podría hacerle la cura de la muchacha? Ah, pero lo sintió. Sintió el dolor mientras el pajarillo hacía todo lo posible por reparar sus órganos masacrados. Apretó las fauces y volvió a fijar sus ojos en las dos lagunas claras de ella.
-¿Dónde habéis aprendido a sanar?
El Hombre León.
Basta. Deliras.
-Algunos me llaman Stephan -"algunos". Sus amigos los gitanos. Para ellos era sólo Stephan. Para el resto del mundo ni si quiera tenía nombre. ¿Cómo lo llamaba su padre? Ah, sí. Pequeño monstruo. Bestia. Esos, esos nombres también valían.
Quedó como ella había pedido. Quieto, inmóvil. Como un avecilla a la que se le había roto un ala. "Já. El Hombre León". Más bien un gato con la pata partida. Las manos de la mujer estaban frías, pero a Stephan no le molestó sino que refrescó la quemazón de la herida.
Iba a doler, pero Stephan creía que ya había experimentado todos los dolores del mundo -físicos y psicológicos-, ¿qué daño podría hacerle la cura de la muchacha? Ah, pero lo sintió. Sintió el dolor mientras el pajarillo hacía todo lo posible por reparar sus órganos masacrados. Apretó las fauces y volvió a fijar sus ojos en las dos lagunas claras de ella.
-¿Dónde habéis aprendido a sanar?
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Le sonrió con pesar. Podía ver el dolor reflejado en sus ojos. Si pudiera la anestesiaría como es debido, tal vez adormecerle un poco, pero las medicinas que conseguirían mantenerle despierto eran de acción lenta y no tenía tiempo. Prefería no prolongar el dolor del pobre hombre.
Mientras volvía a unir las cosas en su lugar, deseaba que no se tratara de huesos o articulaciones, que se tratara de mero músculo, más flexible y mucho menos doloroso. Sin embargo, la vida le ha enseñado que los deseos y las oraciones sirven para poco más que gastar el aliento.
Decidida a hacer lo que le ha prometido, contesta a su pregunta, tratando de darle algo con lo que mantenerse despierto por encima del dolor.
-Aprendí lejos, en las tierras del norte de Inglaterra, en Escocia- dijo en voz baja, en parte para transmitirle tranquilidad y en parte para no gastar demasiado aliento y Stephan notase como el cansancio iba haciendo mella en ella poco a poco- Puede que halláis oído hablar de ellas. Son tierras que parecen sacadas de un cuento. En cada esquina se tiene la sensación de que un hada puede salirte al paso, o que puedes encontrarte con algún enano buscando su pepita de oro.
Ella continuó hablando, describiendo las tierras de su adolescencia como ella las vio la primera vez que pisó tierra escocesa, como si hubiera entrado en un cuento y tratando de traérselo a su pobre paciente.
-Allí aprendí el nombre de las plantas, los remedios que de estas se hacían, y lo que con mis manos desnudas podían hacer siguiendo el ejemplo de otros como yo. Allí aprendí la pasión que puede despertar la vida en algunas personas. ¿Habéis pasado vos por algo así alguna vez?
Temía preguntar por su pasado, nadie mejor que ella sabía pues que para hablar del pasado hay que andar con pies de plomo. Pero temía que si no le hacía hablar cediera ante el dolor.
Mientras volvía a unir las cosas en su lugar, deseaba que no se tratara de huesos o articulaciones, que se tratara de mero músculo, más flexible y mucho menos doloroso. Sin embargo, la vida le ha enseñado que los deseos y las oraciones sirven para poco más que gastar el aliento.
Decidida a hacer lo que le ha prometido, contesta a su pregunta, tratando de darle algo con lo que mantenerse despierto por encima del dolor.
-Aprendí lejos, en las tierras del norte de Inglaterra, en Escocia- dijo en voz baja, en parte para transmitirle tranquilidad y en parte para no gastar demasiado aliento y Stephan notase como el cansancio iba haciendo mella en ella poco a poco- Puede que halláis oído hablar de ellas. Son tierras que parecen sacadas de un cuento. En cada esquina se tiene la sensación de que un hada puede salirte al paso, o que puedes encontrarte con algún enano buscando su pepita de oro.
Ella continuó hablando, describiendo las tierras de su adolescencia como ella las vio la primera vez que pisó tierra escocesa, como si hubiera entrado en un cuento y tratando de traérselo a su pobre paciente.
-Allí aprendí el nombre de las plantas, los remedios que de estas se hacían, y lo que con mis manos desnudas podían hacer siguiendo el ejemplo de otros como yo. Allí aprendí la pasión que puede despertar la vida en algunas personas. ¿Habéis pasado vos por algo así alguna vez?
Temía preguntar por su pasado, nadie mejor que ella sabía pues que para hablar del pasado hay que andar con pies de plomo. Pero temía que si no le hacía hablar cediera ante el dolor.
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
Hacía frío, pero Stephan no lo sentía. Le daba la sensación de que la joven Isobel hablaba con la nostalgia de quien añora su tierra. La escuchó y la observó. ¿Qué haría una muchacha tan joven lejos de su hogar? De pronto supo que estaba imaginando historias disparatadas. Que nada tenía sentido. Y que, después de todo, no le importaba. O no debía importarle. Porque a la mañana siguiente ella se habría marchado. O puede que se diera cuenta de la bestia que era, y huiría. Eso era lo que hacían las personas, ¿no? Huir. Él también lo hacía, a su modo. Siempre huía. Nunca se quedaba demasiado tiempo en el mismo lugar, por miedo a no poder despegarse de él nunca más.
Pudo imaginarse Escocia gracias a las palabras de la joven. Nunca había estado ahí, curiosamente. Debía ser uno de los pocos lugares que el Circo no había visitado. Trató de fantasear con las criaturas mitológicas y de cuento que Isobel le describía. Pero se encontró de bruces rememorando su casa de campo en Varsovia. Una figura enjuta contemplando absorta el bosque que se veía tras la ventana de un viejo ático. Parecía un niño que deseara salir a jugar. Pero el rostro leonado y las garras inhumanas marcaban lo extraordinario e insólito de tal criatura. No era hombre ni animal. No era nada, y, al mismo tiempo, lo era todo.
La criatura leonada contemplaba y añoraba. Siempre. Con la vista fija en aquel bosque de coníferas. Se pegaba más a la ventana, con la esperanza de que así pudiera oler la humedad de las hojas del otoño. Y casi, casi, podía olerla.
Un día que Maria Bibrowski leyó la añoranza en el corazón de su hijo, lo acompañó al bosque para dar un paseo. Cuando Stannislaw se enteró de ello mandó cubrir las ventanas del ático con tapias de madera para que Stephan no pudiera soñar con el bosque nunca más. Pero lo que su padre no sabía era que no podría tapiar nunca el recuerdo de las hojas secas de aquella tarde de otoño.
-¿Lo echáis de menos? Vuestro hogar -preguntó, y su propia voz ronca lo distrajo de sus recuerdos. Hablaba tanto para olvidarse del dolor como para conocer realmente los pensamientos de la joven que, poco a poco, le producía cierta simpatía. Después de todo, no era tan difícil ganarse el corazón del Hombre León, pese a lo que pudiese aparentar en un primer momento.
Se rió ante la pregunta de la muchacha. Era joven. Muy joven. A esa edad uno piensa que la vida siempre puede sorprender; que puede, todavía, existir algo más. Luego creces un poco más, y te das cuenta que la vida es la vida, y ya está. Stephan no era especialmente mayor tampoco, pero no resultaba curioso verlo pensar así; se había hecho viejo demasiado pronto.
-Já. La vida es una puta traicionera. Despierta pasiones en los jóvenes como usted, y luego se marcha dejándoos con la miel en los labios. Que no os engañe con sus falsas promesas. Sentir pasión por algo que al final pasará y morirá es muy peligroso -en parte la envidiaba, aunque no fuese capaz de reconocerlo a viva voz. Envidiaba su inocencia y credulidad. Ojalá él también pudiera llevar una venda en los ojos que no se le resbalara nunca.
Pudo imaginarse Escocia gracias a las palabras de la joven. Nunca había estado ahí, curiosamente. Debía ser uno de los pocos lugares que el Circo no había visitado. Trató de fantasear con las criaturas mitológicas y de cuento que Isobel le describía. Pero se encontró de bruces rememorando su casa de campo en Varsovia. Una figura enjuta contemplando absorta el bosque que se veía tras la ventana de un viejo ático. Parecía un niño que deseara salir a jugar. Pero el rostro leonado y las garras inhumanas marcaban lo extraordinario e insólito de tal criatura. No era hombre ni animal. No era nada, y, al mismo tiempo, lo era todo.
La criatura leonada contemplaba y añoraba. Siempre. Con la vista fija en aquel bosque de coníferas. Se pegaba más a la ventana, con la esperanza de que así pudiera oler la humedad de las hojas del otoño. Y casi, casi, podía olerla.
Un día que Maria Bibrowski leyó la añoranza en el corazón de su hijo, lo acompañó al bosque para dar un paseo. Cuando Stannislaw se enteró de ello mandó cubrir las ventanas del ático con tapias de madera para que Stephan no pudiera soñar con el bosque nunca más. Pero lo que su padre no sabía era que no podría tapiar nunca el recuerdo de las hojas secas de aquella tarde de otoño.
-¿Lo echáis de menos? Vuestro hogar -preguntó, y su propia voz ronca lo distrajo de sus recuerdos. Hablaba tanto para olvidarse del dolor como para conocer realmente los pensamientos de la joven que, poco a poco, le producía cierta simpatía. Después de todo, no era tan difícil ganarse el corazón del Hombre León, pese a lo que pudiese aparentar en un primer momento.
Se rió ante la pregunta de la muchacha. Era joven. Muy joven. A esa edad uno piensa que la vida siempre puede sorprender; que puede, todavía, existir algo más. Luego creces un poco más, y te das cuenta que la vida es la vida, y ya está. Stephan no era especialmente mayor tampoco, pero no resultaba curioso verlo pensar así; se había hecho viejo demasiado pronto.
-Já. La vida es una puta traicionera. Despierta pasiones en los jóvenes como usted, y luego se marcha dejándoos con la miel en los labios. Que no os engañe con sus falsas promesas. Sentir pasión por algo que al final pasará y morirá es muy peligroso -en parte la envidiaba, aunque no fuese capaz de reconocerlo a viva voz. Envidiaba su inocencia y credulidad. Ojalá él también pudiera llevar una venda en los ojos que no se le resbalara nunca.
Stephan Bibrowski- Gitano
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Re: Little lion man {Libre}
Apartó las manos finalmente de la herida. Había hecho todo lo posible para reparar el cuerpo de Stephan y ya no le quedaba más poder que aportar. Se apartó un mechón de pelo que le caía sobre la cara y se volvió para buscar un ungüento que aplicar sobre el moratón, para atenuarlo.
Su sonrisa se borró un poco ante su pregunta. Hogar. Durante un tiempo había llamado así a la casa de sus padres en Escocia pero ahora… No se atrevería a decir que tenía un hogar en ningún lado.
-Anhelo esas tierras, si- dijo evitando la palabra hogar a posta- pero Francia tampoco es tan mal sitio.
Escuchó la amargura que destilaban sus palabras. Si, se podía ver que el pasado no era un plato de buen gusto para ninguno de los dos. Isobel podía comprender perfectamente cómo se sentía, durante un tiempo aquella había sido su filosofía de vida incluso, pero el oírlo en boca de otros lo hacía más… Duro.
Tal por la empatía que le provocaba, tal vez porque se veía reflejada en aquel hombre y necesitaba consuelo, le dedicó un pequeño gesto de cariño, que dudaba que le hubieran dedicado muchos. Le acarició la cabeza suavemente, como una madre que repeina el pelo rebelde de su hijo y le dedicó una sonrisa.
-Cierto que la vida es una malnacida engañosa- contestó, palabras agrias que contrataban con sus gestos- No me engaña. He visto su lado menos amable. Pero me ha enseñado a agarrarme también a cada remanso de paz que ofrece antes de la tormenta. Esos son los momentos que yo vivo con pasión. Porque serán cortos pero depende de mí hacer que duren en mis recuerdos. Siempre he pensado que es mejor aferrarse a lo que le da la vida a uno que solo recordar sus putadas.
Se volvió por todos lados mientras buscaba una manta con la que taparle para evitar que se resfriara.
-¿Tienes alguna manta por aquí?
Su sonrisa se borró un poco ante su pregunta. Hogar. Durante un tiempo había llamado así a la casa de sus padres en Escocia pero ahora… No se atrevería a decir que tenía un hogar en ningún lado.
-Anhelo esas tierras, si- dijo evitando la palabra hogar a posta- pero Francia tampoco es tan mal sitio.
Escuchó la amargura que destilaban sus palabras. Si, se podía ver que el pasado no era un plato de buen gusto para ninguno de los dos. Isobel podía comprender perfectamente cómo se sentía, durante un tiempo aquella había sido su filosofía de vida incluso, pero el oírlo en boca de otros lo hacía más… Duro.
Tal por la empatía que le provocaba, tal vez porque se veía reflejada en aquel hombre y necesitaba consuelo, le dedicó un pequeño gesto de cariño, que dudaba que le hubieran dedicado muchos. Le acarició la cabeza suavemente, como una madre que repeina el pelo rebelde de su hijo y le dedicó una sonrisa.
-Cierto que la vida es una malnacida engañosa- contestó, palabras agrias que contrataban con sus gestos- No me engaña. He visto su lado menos amable. Pero me ha enseñado a agarrarme también a cada remanso de paz que ofrece antes de la tormenta. Esos son los momentos que yo vivo con pasión. Porque serán cortos pero depende de mí hacer que duren en mis recuerdos. Siempre he pensado que es mejor aferrarse a lo que le da la vida a uno que solo recordar sus putadas.
Se volvió por todos lados mientras buscaba una manta con la que taparle para evitar que se resfriara.
-¿Tienes alguna manta por aquí?
Isobel Twist- Hechicero Clase Media
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Re: Little lion man {Libre}
Tal vez había sido injusto con aquella muchacha, con más aspecto de hada que de mujer real, al precipitarse en su juicio fundamentado en un escaso intercambio de palabras. La había tomado por una entusiasta, de los muchos que había conocido en todos sus viajes. Él, madurando a sus escasos veintipocos años, pertenecía a otra raza menos amable y más predispuesta a las mentiras y los pesares de una vida que, desde que le dejó entrar una pequeña bocanada de aire en sus pulmones, le había tratado de manera cruel. Sólo por ser diferente. A menudo, la gente que tiene miedo de algo procura infravalorarlo hasta dejarlo arrastrar por los suelos. Algo así había hecho la vida, en forma de padre autoritario y despiadado, con Stephan Bibrowski.
No sabía qué clase de engaños y mentiras había podido ver la joven de la vida. Pero hablaba como si aquello no le importase, o como si le importase pero no se dejase arrastrar por ello. Una misión loable, en opinión de Stephan. Sin embargo, era un observación que procuró guardarse para sí mismo. Se limitó a observarla una vez más, con una curiosidad renovada por la particular hada del destino que no parecía verse atemorizada lo más mínimo por la leonidad singular de aquel monstruo de feria nómada y malhumorado.
-No. No tengo ninguna manta. Pero da lo mismo, volveré ahora mismo al campamento... -se incorporó de nuevo, con esfuerzo sobrehumano. Contrajo sus leonadas facciones en una mueca de esfuerzo. Sin embargo, consiguió ponerse en pie. Además de la características particular de tales felinos de la selva, Stephan parecía haber heredado también la fuerza sobrehumana de estos.
-Gracias por todo, Isobel -dijo, esta vez refiriéndose a ella por su nombre y no por cualquier otro apelativo como "muchacha" o "moza". La observó una vez más, con anhelo inusitado. Deseaba saber un poco más de aquella mujer de las hierbas. No se le había olvidado cómo había aparecido para salvarlo; transformada en un lobo de pelaje suave y salvaje. Casi parecía un maldito cuento de hadas. Lástima que, para Stephan Bibrowski, los cuentos de hadas no tenían cabida en su cuadrada cabeza.
No sabía qué clase de engaños y mentiras había podido ver la joven de la vida. Pero hablaba como si aquello no le importase, o como si le importase pero no se dejase arrastrar por ello. Una misión loable, en opinión de Stephan. Sin embargo, era un observación que procuró guardarse para sí mismo. Se limitó a observarla una vez más, con una curiosidad renovada por la particular hada del destino que no parecía verse atemorizada lo más mínimo por la leonidad singular de aquel monstruo de feria nómada y malhumorado.
-No. No tengo ninguna manta. Pero da lo mismo, volveré ahora mismo al campamento... -se incorporó de nuevo, con esfuerzo sobrehumano. Contrajo sus leonadas facciones en una mueca de esfuerzo. Sin embargo, consiguió ponerse en pie. Además de la características particular de tales felinos de la selva, Stephan parecía haber heredado también la fuerza sobrehumana de estos.
-Gracias por todo, Isobel -dijo, esta vez refiriéndose a ella por su nombre y no por cualquier otro apelativo como "muchacha" o "moza". La observó una vez más, con anhelo inusitado. Deseaba saber un poco más de aquella mujer de las hierbas. No se le había olvidado cómo había aparecido para salvarlo; transformada en un lobo de pelaje suave y salvaje. Casi parecía un maldito cuento de hadas. Lástima que, para Stephan Bibrowski, los cuentos de hadas no tenían cabida en su cuadrada cabeza.
- Off:
- ¡Isobel! He dejado esto así porque no sé si quieres continuar con el tema, o te apetece cerrar ya. Yo por mí no tendría problema en continuarlo, tal vez si Isobel decide acompañar a Stephan al campamento donde está el circo podríamos abrir otro tema allí. Lo dejo a tu elección ^^
Stephan Bibrowski- Gitano
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