AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una dosis por ahora [Privado]
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Una dosis por ahora [Privado]
¿Qué alma en pena se ponía a la orden del verdugo? Terpsichore estaba dichosa esa mañana…
-Debería haber visto que sería de esta manera, debería haber visto de lo que es capaz, pero cuando estás enamorado y pierdes a alguien, en tu corazón ya sabes lo que es perder en realidad, no era como cualquier hombre que había llevado a mis sabanas…no era otro igual que un hombre que se elevaba entre la corte, haciéndose notar su pavonaría…era obviamente que yo era una barrera más a derribar, una táctica en el tablero de ajedrez, una ficha que comer de un solo movimiento…-Suspiro una vez que estaba mirando por la ventana de esa consulta. Le habían recomendado un médico en el burdel cuando pidió volver de nuevo, pero seguían negándole la entrada y diciendo que descansara. Le decían que no se había recuperado y menos de los pensamientos, confusiones, heridas que ocupaban ahora el lugar de su corazón. Sus brazos se colocaron alrededor de su cuerpo sin más, abrazándose a sí misma, sintiéndose protegida aunque no del todo. Le habían recomendado a un buen médico, en donde estaba ella prácticamente contándole sus penas como si se tratara de un psicólogo. De algún modo, fuera de lo íntimo, con ese hombre que seguramente estaría escuchándola a la fuerza.
\\\///
\\// ....Por la mañana…. \\//
\/
Anteriormente, la mañana había llegado después de la noche, se había despertado en su casa del bosque, bien escondida, lejos de vistas ajenas en las que pudieran formular más rumores de los cuales no eran verdad.
“Lo mejor...será...distancia” –Recordó-
Se había levantado en su cama de plumas, todo estaba desordenado y estaba desnuda, pero nadie a su lado. Una nota, tan solo una escueta nota a su lado descansaba sobre la almohada y que decía, con una letra en cursiva y muy pulcra: “Volveré querida Terpsichore….” La noche anterior, que la paso de nuevo con el casi-cardenal como a ella le gustaba nombrarle, él solo se removía de la incomodidad de ser nombrado así, pero al final acababa sonriendo, ambos lo hacían y todos estaban felices. Solo sabía que el frio de aquel lugar ahora permanecía a su lado. No tenía ánimos de levantarse e ir a presentarse a la cita de esa mañana, ir al hospital para visitar al médico que ¿La curaría? Terpsichore se rio de que eso pudiera ser posible ¿Ella curada? No estaba enferma, solamente herida…Entonces comprendió que se estaba victimizando a sí misma, se estaba castigando solamente por un hombre. Ella solamente terminó por levantarse de la cama, prepararse un baño caliente y estuvo ahi varios minutos, llegando a una hora. Miró un reloj que marcaba las ocho y cuarto de la mañana y la cita era a las nueve en punto. Deberia de darse prisa, pero obviamente no se la daría. una reina nunca llega tarde, pero entonces, algo en ella hizo que se animara y entonces ya si que se dio prisa por estar lista. Cuando estaba saliendo de su casa, enseguida vio un carruaje que la esperaba, no supo quien lo habia encargado, miro a todos lados, un muchacho le dijo que era un presente de alguien que la conoce todas las noches. Entonces ya supo, pero mas miserable por dentro se sintió.
10:30 am
Consulta de S.H.
Hospital de París.
-......¿Quiere que siga aburriendole? -seguia abrazada a si misma, mirando por la ventana de la consulta. Había ido a hablar con el médico de su herida, sus órganos, su manera de toser y el porque de toser sangre cada cierto tiempo. Escuchó algo producido por el estrés...pero Terpsichore tan solo no le creyó de ninguna manera. Eso no lo provocaba una sesion de estrés, aunque las ultimas semanas, las ha vivido muy intensamente, sin ningun descanso apenas y bueno...nadie a su lado para que pudiera darle un relajante masaje.
-Debería haber visto que sería de esta manera, debería haber visto de lo que es capaz, pero cuando estás enamorado y pierdes a alguien, en tu corazón ya sabes lo que es perder en realidad, no era como cualquier hombre que había llevado a mis sabanas…no era otro igual que un hombre que se elevaba entre la corte, haciéndose notar su pavonaría…era obviamente que yo era una barrera más a derribar, una táctica en el tablero de ajedrez, una ficha que comer de un solo movimiento…-Suspiro una vez que estaba mirando por la ventana de esa consulta. Le habían recomendado un médico en el burdel cuando pidió volver de nuevo, pero seguían negándole la entrada y diciendo que descansara. Le decían que no se había recuperado y menos de los pensamientos, confusiones, heridas que ocupaban ahora el lugar de su corazón. Sus brazos se colocaron alrededor de su cuerpo sin más, abrazándose a sí misma, sintiéndose protegida aunque no del todo. Le habían recomendado a un buen médico, en donde estaba ella prácticamente contándole sus penas como si se tratara de un psicólogo. De algún modo, fuera de lo íntimo, con ese hombre que seguramente estaría escuchándola a la fuerza.
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\\// ....Por la mañana…. \\//
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“Lo mejor...será...distancia” –Recordó-
Se había levantado en su cama de plumas, todo estaba desordenado y estaba desnuda, pero nadie a su lado. Una nota, tan solo una escueta nota a su lado descansaba sobre la almohada y que decía, con una letra en cursiva y muy pulcra: “Volveré querida Terpsichore….” La noche anterior, que la paso de nuevo con el casi-cardenal como a ella le gustaba nombrarle, él solo se removía de la incomodidad de ser nombrado así, pero al final acababa sonriendo, ambos lo hacían y todos estaban felices. Solo sabía que el frio de aquel lugar ahora permanecía a su lado. No tenía ánimos de levantarse e ir a presentarse a la cita de esa mañana, ir al hospital para visitar al médico que ¿La curaría? Terpsichore se rio de que eso pudiera ser posible ¿Ella curada? No estaba enferma, solamente herida…Entonces comprendió que se estaba victimizando a sí misma, se estaba castigando solamente por un hombre. Ella solamente terminó por levantarse de la cama, prepararse un baño caliente y estuvo ahi varios minutos, llegando a una hora. Miró un reloj que marcaba las ocho y cuarto de la mañana y la cita era a las nueve en punto. Deberia de darse prisa, pero obviamente no se la daría. una reina nunca llega tarde, pero entonces, algo en ella hizo que se animara y entonces ya si que se dio prisa por estar lista. Cuando estaba saliendo de su casa, enseguida vio un carruaje que la esperaba, no supo quien lo habia encargado, miro a todos lados, un muchacho le dijo que era un presente de alguien que la conoce todas las noches. Entonces ya supo, pero mas miserable por dentro se sintió.
10:30 am
Consulta de S.H.
Hospital de París.
-......¿Quiere que siga aburriendole? -seguia abrazada a si misma, mirando por la ventana de la consulta. Había ido a hablar con el médico de su herida, sus órganos, su manera de toser y el porque de toser sangre cada cierto tiempo. Escuchó algo producido por el estrés...pero Terpsichore tan solo no le creyó de ninguna manera. Eso no lo provocaba una sesion de estrés, aunque las ultimas semanas, las ha vivido muy intensamente, sin ningun descanso apenas y bueno...nadie a su lado para que pudiera darle un relajante masaje.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 134
Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Una dosis por ahora [Privado]
5:30 Am.
La mañana llega a todo hombre o mujer trabajador, debe levantarse demasiado temprano alistar sus cosas y partir a su “negocio” o laburo, en este caso, de los dos hermanos Tarja es la madrugadora, se encarga del desayuno “parte importante de la mañana” arreglar la casa y tener todo listo para partir con su hermano, mientras él aun en cama, pues el reloj anuncia aun temprano en la madrugada, tiempo para soñar y estar en cama envuelto en sabanas abrigadas por el invierno.
6:00 Am.
Tarja entra en la habitación de su hermano para levantarlo de la forma que lo hace habitualmente, lanzándole un vaso con agua al rostro, eso lo levanta de una y lo vuelve de sus pesadillas a su realidad de vida.
Con sonrisas y miradas de cariño y ternura se reciben en la mañana, Steph toma las manos de su hermana en un beso dulce de “estoy contigo” se va a dar un baño rápido para despejar la mente de los sueños malos que solo causan dolor en sus almas, luego de ello ambos están listos, Tarja lleva un hermoso vestido azul marino, todo cerrado con un broche en la parte del cuello con la insignia griega de su familia, algo que los unía al pasado.
Van por la calle en silencio, ¿Qué podrían decirse los hermanos si ya saben todo el uno del otro, los gritos y episodios nocturnos que vive Stephe, Tarja los conocía y sabía como tratarlos, Los miedos y fobias y “exageraciones” de Tarja, Steph las conocía muy bien y sabía como evitarlas, así que los más oscuros secretos de cada uno ambos conocían.
Llegan a su lugar de trabajo a su consultorio, Steph abre el lugar mientras Tarja coloca las flores en la mesa del centro abriendo las dos puertas que dan a los consultorios privados dentro del lugar, Steph recoge la lista de pacientes mientras van llegando uno a uno para ser atendidos en el turno reservado y los imprevistos.
9:00 Am
El lugar comienza a llenarse, uno a uno van pasando al consultorio de su hermana para tener las consultas de psicología, uno que otro pasa por Steph para hacerse una ocultación médica general, casi pacientes mujeres no tiene, solo hombres, por eso de la “vergüenza” pero él como médico veía el cuerpo de hombres y mujeres iguales y no había nadad e maldad ni perversión en su trabajo.
Tiene una cita, ¿una mujer? Él se admira por tener una mujer a la cual revisar, mira la ficha y ve si tiene historial con ellos, pero no lo encuentra, sale a la sala de espera llamando a la joven –Señorita Terpsichor- mira por la sala peor no la encuentra, la deja debajo de las otras carpetas llamando a los otros que estaban ahí esperando su turno.
10:00 Am
Sale de su puesto y va a ver a su hermana –Tienes un minuto- Tarja sale con una sonrisa, ambos con sus batas de médicos pulcros, mientras hablan sobre la cita de las 9 que no llegó, Tarja se queda pensando en atenderla ella, pues a lo mejor la joven estaría nerviosa al ver a su hermano al oscultarla.
Tarja espera mirando por todos lados negando, ¿acaso no habla? Con su hermano no mucho, entre ellos es poco, siempre hablan en la oscuridad de la habitación.
Tarja le mira a su hermano sonriendo y susurra con su voz cálida y dulce –ya vendrá, aún hay tiempo, solo espera- murmura con el positivismo en sus ojos
La mañana llega a todo hombre o mujer trabajador, debe levantarse demasiado temprano alistar sus cosas y partir a su “negocio” o laburo, en este caso, de los dos hermanos Tarja es la madrugadora, se encarga del desayuno “parte importante de la mañana” arreglar la casa y tener todo listo para partir con su hermano, mientras él aun en cama, pues el reloj anuncia aun temprano en la madrugada, tiempo para soñar y estar en cama envuelto en sabanas abrigadas por el invierno.
6:00 Am.
Tarja entra en la habitación de su hermano para levantarlo de la forma que lo hace habitualmente, lanzándole un vaso con agua al rostro, eso lo levanta de una y lo vuelve de sus pesadillas a su realidad de vida.
Con sonrisas y miradas de cariño y ternura se reciben en la mañana, Steph toma las manos de su hermana en un beso dulce de “estoy contigo” se va a dar un baño rápido para despejar la mente de los sueños malos que solo causan dolor en sus almas, luego de ello ambos están listos, Tarja lleva un hermoso vestido azul marino, todo cerrado con un broche en la parte del cuello con la insignia griega de su familia, algo que los unía al pasado.
Van por la calle en silencio, ¿Qué podrían decirse los hermanos si ya saben todo el uno del otro, los gritos y episodios nocturnos que vive Stephe, Tarja los conocía y sabía como tratarlos, Los miedos y fobias y “exageraciones” de Tarja, Steph las conocía muy bien y sabía como evitarlas, así que los más oscuros secretos de cada uno ambos conocían.
Llegan a su lugar de trabajo a su consultorio, Steph abre el lugar mientras Tarja coloca las flores en la mesa del centro abriendo las dos puertas que dan a los consultorios privados dentro del lugar, Steph recoge la lista de pacientes mientras van llegando uno a uno para ser atendidos en el turno reservado y los imprevistos.
9:00 Am
El lugar comienza a llenarse, uno a uno van pasando al consultorio de su hermana para tener las consultas de psicología, uno que otro pasa por Steph para hacerse una ocultación médica general, casi pacientes mujeres no tiene, solo hombres, por eso de la “vergüenza” pero él como médico veía el cuerpo de hombres y mujeres iguales y no había nadad e maldad ni perversión en su trabajo.
Tiene una cita, ¿una mujer? Él se admira por tener una mujer a la cual revisar, mira la ficha y ve si tiene historial con ellos, pero no lo encuentra, sale a la sala de espera llamando a la joven –Señorita Terpsichor- mira por la sala peor no la encuentra, la deja debajo de las otras carpetas llamando a los otros que estaban ahí esperando su turno.
10:00 Am
Sale de su puesto y va a ver a su hermana –Tienes un minuto- Tarja sale con una sonrisa, ambos con sus batas de médicos pulcros, mientras hablan sobre la cita de las 9 que no llegó, Tarja se queda pensando en atenderla ella, pues a lo mejor la joven estaría nerviosa al ver a su hermano al oscultarla.
Tarja espera mirando por todos lados negando, ¿acaso no habla? Con su hermano no mucho, entre ellos es poco, siempre hablan en la oscuridad de la habitación.
Tarja le mira a su hermano sonriendo y susurra con su voz cálida y dulce –ya vendrá, aún hay tiempo, solo espera- murmura con el positivismo en sus ojos
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/08/2013
Localización : En el Sanatorio / Hospital
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Estaba mirando hacia la ventana por donde la gente solía estar caminando. Estaba en esa consulta, había llegado tarde y no se había dado cuenta de que había preocupado quizás al doctor que la atendía. Se sentó sobre una de las sillas del consultorio en el que entonces se había quedado en silencio. El atendiéndola y ella hablando como si lo estuviera haciendo con una pared. Era bastante raro. La verdad es que se pensó que en verdad, lo estaría aburriendo con sus tertulias de su propia vida que a nadie en verdad le interesaban. Insinuante se acercaba a él, apoyaba los codos en la superficie de la mesa en donde ahora miraba fijamente a los ojos de aquel médico. Miró su placa: Dr. Stephen Hauks.
Volvió su mirada a él. Le dedico una sonrisa en donde se quedó puesta por varios segundos hasta que se fue tornando en una línea horizontal y bajo su mirada intentando ocultar el rubor que apareció inmediatamente en sus mejillas. Bostezo tapándose con el dorso de la mano, pero inesperadamente, no pudo evitarlo, comenzó a toser, se apartó del mostrador, alejo su silla con un simple empujón y se inclino hacia el suelo para poder toser, pero lo siguiente que vio, fueron gotas carmesís sobre su tersa y rosada piel de su mano. Y ya comenzó a asustarse, cogió su pañuelo para limpiarse pero ahora sentía su garganta arder.
Cayó al suelo por pura inercia, de rodillas y con las manos apoyadas sobre el suelo. Su angelical apariencia se chafo con aquel traspié de la tos. Estaba mas sonrojada, avergonzada y no quería que la viera, no quería que nadie la viera en ese estado o que pudiera reñirla. Aun teniendo 22 años, sabia cuidarse, lo había hecho durante toda su vida aunque con ayuda. Ahora vivía sola en aquella casita en mitad del bosque, no estaba mal acompañada la verdad. Tenia su tranquilidad y un amante del arto cargo papal que la visitaba de vez en cuando y otras veces le mandaba algún que otro carruaje para que fuera ella a su “residencia” que en verdad, solo llegaba a su habitación, a su baño y nada más.
-Lo siento…-Se escondió de la mirada de él-….no quiero que me vea asi…es …una imagen horrible…-Finalmente no pudo aguantar mas, la vista se le nubló, se vio interesante en esa pose a cuatro patas pero termino por desmayarse sobre el suelo de madera de aquella consulta. Estaba respirando con dificultad, sentía como todo le daba vueltas, su cabeza le iba a explotar. Se puso las manos en la cabeza y se la apretó como queriendo impedir que explotara, pero no iba a ocurrir nada. Estaba atrapada en esa sensación. Su torso hiperventilaba una y otra vez, se estaba ahogando-….So…¡Socorro! –Comenzó a cerrar los ojos y a respirar con dificultad. No quería morir… ¿Qué pasaría a continuación?
Volvió su mirada a él. Le dedico una sonrisa en donde se quedó puesta por varios segundos hasta que se fue tornando en una línea horizontal y bajo su mirada intentando ocultar el rubor que apareció inmediatamente en sus mejillas. Bostezo tapándose con el dorso de la mano, pero inesperadamente, no pudo evitarlo, comenzó a toser, se apartó del mostrador, alejo su silla con un simple empujón y se inclino hacia el suelo para poder toser, pero lo siguiente que vio, fueron gotas carmesís sobre su tersa y rosada piel de su mano. Y ya comenzó a asustarse, cogió su pañuelo para limpiarse pero ahora sentía su garganta arder.
Cayó al suelo por pura inercia, de rodillas y con las manos apoyadas sobre el suelo. Su angelical apariencia se chafo con aquel traspié de la tos. Estaba mas sonrojada, avergonzada y no quería que la viera, no quería que nadie la viera en ese estado o que pudiera reñirla. Aun teniendo 22 años, sabia cuidarse, lo había hecho durante toda su vida aunque con ayuda. Ahora vivía sola en aquella casita en mitad del bosque, no estaba mal acompañada la verdad. Tenia su tranquilidad y un amante del arto cargo papal que la visitaba de vez en cuando y otras veces le mandaba algún que otro carruaje para que fuera ella a su “residencia” que en verdad, solo llegaba a su habitación, a su baño y nada más.
-Lo siento…-Se escondió de la mirada de él-….no quiero que me vea asi…es …una imagen horrible…-Finalmente no pudo aguantar mas, la vista se le nubló, se vio interesante en esa pose a cuatro patas pero termino por desmayarse sobre el suelo de madera de aquella consulta. Estaba respirando con dificultad, sentía como todo le daba vueltas, su cabeza le iba a explotar. Se puso las manos en la cabeza y se la apretó como queriendo impedir que explotara, pero no iba a ocurrir nada. Estaba atrapada en esa sensación. Su torso hiperventilaba una y otra vez, se estaba ahogando-….So…¡Socorro! –Comenzó a cerrar los ojos y a respirar con dificultad. No quería morir… ¿Qué pasaría a continuación?
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Una dosis por ahora [Privado]
El tiempo pasaba, y El Hermano Hauks no se había percatado que la cita que le hacía falta no era de su consultorio sino del hospital, luego de unos quince minutos, se percató por el color de la carpeta, fue a buscar a su hermana pero lamentablemente ella estaba en una consulta que demoraría, con un paciente que siempre iba a ese mismo horario, dejó una nota pegada en la puerta para luego salir corriendo al hospital, corrió lo más que pudo lo más que quiso, porque el jamás dejaba una consulta sin atender era lo peor que podía hacer un médico.
Cuando llegó ya era tarde, miró a todos lados buscando la respuesta que tenía perdida ¿su paciente, dónde estaría?, miró a una de la enfermeras, algo cansado, estaban hablando, cuando la mujer le indicó que la joven había estado, esperando desde hace mucho, Stephen sonrió y caminó ya más lento a su consultorio del hospital, ahí se tranquilizó un rato tomando algo de agua para luego colocarse la bata del hospital.
Uno a uno fue llamando a los pacientes, hasta que tocó de nuevo a la joven – Terpsichore- anunció el nombre de la joven, volviendo a su escritorio a terminar de colocar en los papeles el nombre de la joven, cuando la vio entrar y tomar asiento, el lugar era amplio, tenía el escritorio cerca a la ventana que era de tamaño medio, tras es escritorio había una camilla y una cortina, justo al este se contaba con una botiquín como aparador, largo con medicinas e inyecciones, del lado oeste, estaba la balanza y una mesa cubierta con instrumentos de medicina, tras la espalda del doctor había una biblioteca con unos libros sobre medicina, anatomía, psicología, enfermedades, y un libro sin nombre (era el diario de él, sobre sus pacientes).
-Señorita, aquí está segura, soy el doctor Hauks, Stephen, si gusta y quiere sentirse más cómoda haré que mi hermana la ausculte, pero para ello tendré que salir a buscarla- una sonrisa mientras Stephen se ponía de pie caminando hasta estar apoyado contra el escritorio, casi sentándose sobre este frente a la dama, mirándole con ojos de tranquilidad, con sus manos sobre el escritorio. ¿no quería auscultarla?, no era eso, si no que respetaba el espacio de la dama, no deseaba importunarla más de lo que ya estaba. Los ojos de la joven lo cautivaron completamente no quería dejar de verlos hasta que escuchó como tosía y pedía ayuda, se levantó rápido tomándola entre los brazos, su mano tocó el corazón de ella sintiendo sus palpitaciones, contando cuantas tenía por segundo, luego le sonrió para que se calmase –Señorita, escúcheme, tranquila, todo está y estará bien, ahora concéntrese en mi voz, trate de calmarse, y respirar lento por la nariz, inhale y exhale por la boca- él comenzó a respirar tan calmado y relajado, como un ejercicio de respiración, su diestra no salía del corazón de la joven, mientras su mente contaba –Inhale y exhale, lento, tranquilamente, no hay nada de que asustarse o estresarse aquí, todo saldrá bien, señorita- una que vez que paso la crisis de taquicardia la levantó ayudándola a sentarse, para luego dirigirse a anotar en su libreta las palpitaciones de la joven, solo ahí noto que le temblaba la mano, quizás porque había estado tocando el seno de una mujer.
-Qué tal si va tras esa cortina, se coloca la bata que está ahí colgada, mientras voy por mi hermana y que ella pueda revisarla, tranquila todo quedará en secreto y por supuesto estaré aquí para anotar lo que mi hermana vea y diga sobre usted, luego la recetaré y podrá ir a su casa a descansar- la caballerosidad ante todo y sobre todo el respeto, a él no le importaba lo que la dama hacía, para él aquella mujer era otra paciente más a la que tenía que curar, y más porque aquella dama tenía una mirada muy melancólica, triste como de muerte, tal como la de Stephen. Conclusión le recordaba esos ojos a su difunta esposa, la veía en ellos con su sonrisa y sus ganas de vivir pero justo en los momentos antes de morir, por eso esa mirada de muerto se quedó en él aun cuando haga de todo para evitarlo, no puede, ahí esta sus ojos sin esperanza de un amor, sin esperanza de encontrar la cura para él y por ello busca la cura para otros, rogando así poder dar con la suya.
Cuando llegó ya era tarde, miró a todos lados buscando la respuesta que tenía perdida ¿su paciente, dónde estaría?, miró a una de la enfermeras, algo cansado, estaban hablando, cuando la mujer le indicó que la joven había estado, esperando desde hace mucho, Stephen sonrió y caminó ya más lento a su consultorio del hospital, ahí se tranquilizó un rato tomando algo de agua para luego colocarse la bata del hospital.
Uno a uno fue llamando a los pacientes, hasta que tocó de nuevo a la joven – Terpsichore- anunció el nombre de la joven, volviendo a su escritorio a terminar de colocar en los papeles el nombre de la joven, cuando la vio entrar y tomar asiento, el lugar era amplio, tenía el escritorio cerca a la ventana que era de tamaño medio, tras es escritorio había una camilla y una cortina, justo al este se contaba con una botiquín como aparador, largo con medicinas e inyecciones, del lado oeste, estaba la balanza y una mesa cubierta con instrumentos de medicina, tras la espalda del doctor había una biblioteca con unos libros sobre medicina, anatomía, psicología, enfermedades, y un libro sin nombre (era el diario de él, sobre sus pacientes).
-Señorita, aquí está segura, soy el doctor Hauks, Stephen, si gusta y quiere sentirse más cómoda haré que mi hermana la ausculte, pero para ello tendré que salir a buscarla- una sonrisa mientras Stephen se ponía de pie caminando hasta estar apoyado contra el escritorio, casi sentándose sobre este frente a la dama, mirándole con ojos de tranquilidad, con sus manos sobre el escritorio. ¿no quería auscultarla?, no era eso, si no que respetaba el espacio de la dama, no deseaba importunarla más de lo que ya estaba. Los ojos de la joven lo cautivaron completamente no quería dejar de verlos hasta que escuchó como tosía y pedía ayuda, se levantó rápido tomándola entre los brazos, su mano tocó el corazón de ella sintiendo sus palpitaciones, contando cuantas tenía por segundo, luego le sonrió para que se calmase –Señorita, escúcheme, tranquila, todo está y estará bien, ahora concéntrese en mi voz, trate de calmarse, y respirar lento por la nariz, inhale y exhale por la boca- él comenzó a respirar tan calmado y relajado, como un ejercicio de respiración, su diestra no salía del corazón de la joven, mientras su mente contaba –Inhale y exhale, lento, tranquilamente, no hay nada de que asustarse o estresarse aquí, todo saldrá bien, señorita- una que vez que paso la crisis de taquicardia la levantó ayudándola a sentarse, para luego dirigirse a anotar en su libreta las palpitaciones de la joven, solo ahí noto que le temblaba la mano, quizás porque había estado tocando el seno de una mujer.
-Qué tal si va tras esa cortina, se coloca la bata que está ahí colgada, mientras voy por mi hermana y que ella pueda revisarla, tranquila todo quedará en secreto y por supuesto estaré aquí para anotar lo que mi hermana vea y diga sobre usted, luego la recetaré y podrá ir a su casa a descansar- la caballerosidad ante todo y sobre todo el respeto, a él no le importaba lo que la dama hacía, para él aquella mujer era otra paciente más a la que tenía que curar, y más porque aquella dama tenía una mirada muy melancólica, triste como de muerte, tal como la de Stephen. Conclusión le recordaba esos ojos a su difunta esposa, la veía en ellos con su sonrisa y sus ganas de vivir pero justo en los momentos antes de morir, por eso esa mirada de muerto se quedó en él aun cuando haga de todo para evitarlo, no puede, ahí esta sus ojos sin esperanza de un amor, sin esperanza de encontrar la cura para él y por ello busca la cura para otros, rogando así poder dar con la suya.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Localización : En el Sanatorio / Hospital
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Estando sentada en aquella silla frente al escritorio en donde estaba sentado aquel médico que la ayudo a mantener al menos un poco la calma, pensaba que no quería a nadie más - …No…Hágalo usted mismo… -jacto seguro de lo que iba a hacer - ….¿Acaso no es usted medico? … ¿Acaso le da miedo tocarme nuevamente….?-susurro en un leve susurro que sonó de una manera sensual dentro de la cavidad auditiva del médico Hauks, se subió levemente, tiro varias cosas de aquella mesa en donde estaban sus papeles, se medió acostó sobre ellos, mostrando su sensualidad corrupta que tenía como objetivo excitar al médico que tenía delante, vamos, era un hombre, cualquiera querría tirársela en un hospital…y ahora no quería jugar a las escondidas, no quería verse en una camilla inestable.
-Dígame….Doctor…Hauks…-sonrió de lado, acostándose boca arriba sobre los papeles, quedando la cabeza por fuera de la mesa, sus senos en monte, elevados para que los tuviera a la vista y su mano se estiro para alcanzar la bata que se escondía sobre esa bata blanca de hospital, para tirar hacia el y comenzar a besarlo lentamente en aquellos insinuantes labios que deseaban volver a ser besados. Pero Terpsichore parecía estar quedándose con las ganas, si, pensaba que no lo estaba haciendo bien, así que solamente le fue soltando lentamente de su corbata, se dio la vuelta quedando boca abajo y sus senos en dirección al suelo aun cubierto por el escote de su vestido -…. Debería de estar excitado…-sonrió de lado -….¿Quieres que te ausculte yo con estas manos? –Se mostró bien inocentes para después sonreírle de lado, bajarse de la mesa por uno de los lados de la mesa y con paso lento y sensual a un ritmo rico de sus caderas, bajaba las manos poniéndola detrás de ella, interpretando a la niña inocente.
Se quedó cerca de él.
Le soplo en el oído para después ir descendiendo por la vena que se mostraba ansiosa - … ¿Es su primera vez o hace tiempo que no yace con una mujer? –Murmuro curiosa sobre su oído en un jadeante susurro, el que después fue silenciado por los besos que volvió a darle por su cuello. Pero enseguida noto el cambio de tensión en aquel cuerpo varonil, lo noto tenso y no nervioso, lo noto frio y como quería distancia entre ambos – Esta bien….-Suspiro alejándose con la misma inocencia interpretada que en la primera vez, después termino por verse sumida sobre la orden de que se desnudara detrás del biombo - …No me gustan esas batas…-susurro comenzando a quitarse el vestido sin cortina, sin ningún tipo de pudor, solamente para quedarse en unos finos pololos de tono rosa pastel y con lacitos de color pistacho, se podía ver su buen estilizado trasero, el cual se masajeo a posta para tentar al…”Doctor” - ¿Qué pasa Doc? ¿Nervioso? Porque si alguien va a meterme mano, prefiero que tenga el par de cojones que deba tener para auscultarme, es su sesión, no la de otra persona…-Murmuraba terminando de acariciarse su trasero, pero ya iba a ser “buena” chica.
Se tapó los senos con un brazo para después alcanzar aquella batita con el otro brazo. Suspiró y se la puso de una sola vez - ….Ya está…. ¿Empieza? –Fue acercándose de nuevo, otra vez esos papeles sobre la mesa -…Hay muchas cosas en la mesa….-se lamio los labios -. …No quiero la camilla, quiero esta mesa…-le guiño un ojo en donde volvió a cogerle de la corbata - ….y si hay suerte…-susurraba sobre sus labios-…te puedas llevar una mamada de agradecimiento….-levanto una ceja -….Y mira que te lo hago gratis…-bufo para terminar de ponerle la guinda al pastel.
-Dígame….Doctor…Hauks…-sonrió de lado, acostándose boca arriba sobre los papeles, quedando la cabeza por fuera de la mesa, sus senos en monte, elevados para que los tuviera a la vista y su mano se estiro para alcanzar la bata que se escondía sobre esa bata blanca de hospital, para tirar hacia el y comenzar a besarlo lentamente en aquellos insinuantes labios que deseaban volver a ser besados. Pero Terpsichore parecía estar quedándose con las ganas, si, pensaba que no lo estaba haciendo bien, así que solamente le fue soltando lentamente de su corbata, se dio la vuelta quedando boca abajo y sus senos en dirección al suelo aun cubierto por el escote de su vestido -…. Debería de estar excitado…-sonrió de lado -….¿Quieres que te ausculte yo con estas manos? –Se mostró bien inocentes para después sonreírle de lado, bajarse de la mesa por uno de los lados de la mesa y con paso lento y sensual a un ritmo rico de sus caderas, bajaba las manos poniéndola detrás de ella, interpretando a la niña inocente.
Se quedó cerca de él.
Le soplo en el oído para después ir descendiendo por la vena que se mostraba ansiosa - … ¿Es su primera vez o hace tiempo que no yace con una mujer? –Murmuro curiosa sobre su oído en un jadeante susurro, el que después fue silenciado por los besos que volvió a darle por su cuello. Pero enseguida noto el cambio de tensión en aquel cuerpo varonil, lo noto tenso y no nervioso, lo noto frio y como quería distancia entre ambos – Esta bien….-Suspiro alejándose con la misma inocencia interpretada que en la primera vez, después termino por verse sumida sobre la orden de que se desnudara detrás del biombo - …No me gustan esas batas…-susurro comenzando a quitarse el vestido sin cortina, sin ningún tipo de pudor, solamente para quedarse en unos finos pololos de tono rosa pastel y con lacitos de color pistacho, se podía ver su buen estilizado trasero, el cual se masajeo a posta para tentar al…”Doctor” - ¿Qué pasa Doc? ¿Nervioso? Porque si alguien va a meterme mano, prefiero que tenga el par de cojones que deba tener para auscultarme, es su sesión, no la de otra persona…-Murmuraba terminando de acariciarse su trasero, pero ya iba a ser “buena” chica.
Se tapó los senos con un brazo para después alcanzar aquella batita con el otro brazo. Suspiró y se la puso de una sola vez - ….Ya está…. ¿Empieza? –Fue acercándose de nuevo, otra vez esos papeles sobre la mesa -…Hay muchas cosas en la mesa….-se lamio los labios -. …No quiero la camilla, quiero esta mesa…-le guiño un ojo en donde volvió a cogerle de la corbata - ….y si hay suerte…-susurraba sobre sus labios-…te puedas llevar una mamada de agradecimiento….-levanto una ceja -….Y mira que te lo hago gratis…-bufo para terminar de ponerle la guinda al pastel.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Una dosis por ahora [Privado]
El trabajo para Stephen representó toda su vida un escape a su propia locura, un escape al tormento de su alma presa en los actos del pasado, siempre envueltos en la negrura de su porvenir imaginándolo siempre como algo más oscuro que el presente, huyendo a cada paso de casa mujer que se ha cruzado por su camino evitándoles así muertes dolorosas y trágicas, pero claro a todo mal tiene algo de bien, en este caso son las acciones que el realiza a diario ayudando a las personas como médico general y psiquiatra, como parte de su redención de alma; paso la mano por su cabello mirando a aquella mujer que al parecer lo que deseaba era tentarlo –Soy médico, pero siempre las damas buscan ser auscultadas por otro dama, y lo mejor en este caso estoy seguro que será mi hermana Tarja, ella le ayudará físicamente- desvió la mirada ¿por qué? Porque aquella dama para él era una paciente más, nada más, primero que nada estaba su código de ética profesional y eso era algo que él no rompería, jamás.
La cándida voz de la mujer provocó que la mirada del doctor fuera hacia arriba, así evitaría las tentaciones de la sirena de Odiseo, al verla sobre su escritorio dio unos pasos atrás dando la espalda a la mujer, miró aquellos libros que tenía en la estantería leyéndolos lentamente, pronunciando cada letra en su mente para olvidar los actos de la mujer, no lo iba a negar, para él la mujer era hermosa pero antes de su belleza estaba su profesionalismo y no podía dejarse tentar para caer en la peculiaridad de todo hombre, él no era así –Mejor vaya a cambiarse, y deje sus manos tranquilas- trató de retirarse para ir donde su hermana pero antes de poder siquiera dar un paso se vio impedido por la misma dama, sudando todo nervioso y tenso por la cercanía del cuerpo femenino.
Cerró sus ojos con los pensamientos para si, en su mente guardada en rezos.
Sus rezos aunque quizás eran inútiles, aquello calmaba a su cuerpo, porque solo pensaba en no hacer daño de nuevo a ninguna mujer, abrió los ojos mirando a la joven como una paciente más, como siempre él ha dicho su hermana que mirase a las damas, con una sonrisa en sus labios asintió –Madame, mi vida personal no está en discusión en el consultorio, además estoy aquí para tratar su enfermedad y poder ayudarla en todo lo que pueda- al extender la zurda observó su anillo de casado o mejor dicho de viudo y antes que la chica se diera cuenta metió la mano en su bata de médico con un deje de tristeza por su esposa, olvidando las palabras de la joven, la vio sentarse sobre su escritorio arrojando todo al suelo, sus ojos ya no estaban ahí con ella, estaban en su pasado, pero luego la miró con un sonrojo en su rostro ¿un hombre sonrojado? Imposible dirían algunas.
Se apartó de la mujer negando –Señorita yo llamaré a mi hermana, ella la auscultará, y no creo que sea cuestión de suerte, es mi trabajo ayudar a personas que lo necesiten, y usted lo necesita medicamente hablando claro está, no deseo pago alguno por mi labor, esto lo hacemos con mi hermana porque es nuestro deber, le ruego que no lo pida, y por favor vaya tras aquel biombo y espere sobre la camilla iré por mi hermana- sin darle tiempo a la mujer salió de ahí cerrando la puerta tras de sí, con la mano en el pomo de esta recostado sobre la madera del consultorio del hospital, su respiración agitada, un joven pasó mirándole, Stephen lo llamó indicando que debería ir por su hermana la doctora Tarja al consultorio que estaba en las calles del centro.
Los minutos pasan y él solo busca un lugar donde esconderse, hasta que fue al baño a mojarse la cara, sus manos temblaban por la cercanía que estuvieron de aquel cuerpo desnudo, sus piernas no podían mantenerlo de pie por mucho, lo que la mujer había preguntado era verdad, hace años que él no estaba con una mujer, no había tenido sexo con ninguna por miedo de asustarlas en la noche, solo su hermana estaba a su lado; pero acaso él podría pensar en otra mujer para ser su compañera eterna hasta la muerte.
No quería darse ese lujo, no podía, él pensó que no tenía derecho, porque ninguna mujer le dio esa seguridad que a él le faltaba, el verdadero amor.
La cándida voz de la mujer provocó que la mirada del doctor fuera hacia arriba, así evitaría las tentaciones de la sirena de Odiseo, al verla sobre su escritorio dio unos pasos atrás dando la espalda a la mujer, miró aquellos libros que tenía en la estantería leyéndolos lentamente, pronunciando cada letra en su mente para olvidar los actos de la mujer, no lo iba a negar, para él la mujer era hermosa pero antes de su belleza estaba su profesionalismo y no podía dejarse tentar para caer en la peculiaridad de todo hombre, él no era así –Mejor vaya a cambiarse, y deje sus manos tranquilas- trató de retirarse para ir donde su hermana pero antes de poder siquiera dar un paso se vio impedido por la misma dama, sudando todo nervioso y tenso por la cercanía del cuerpo femenino.
Cerró sus ojos con los pensamientos para si, en su mente guardada en rezos.
Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, (sobre todo en esta tentación)
y líbranos del mal. Amén.
llena eres de gracia,
el Señor es contigo.
Bendita eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación, (sobre todo en esta tentación)
y líbranos del mal. Amén.
Sus rezos aunque quizás eran inútiles, aquello calmaba a su cuerpo, porque solo pensaba en no hacer daño de nuevo a ninguna mujer, abrió los ojos mirando a la joven como una paciente más, como siempre él ha dicho su hermana que mirase a las damas, con una sonrisa en sus labios asintió –Madame, mi vida personal no está en discusión en el consultorio, además estoy aquí para tratar su enfermedad y poder ayudarla en todo lo que pueda- al extender la zurda observó su anillo de casado o mejor dicho de viudo y antes que la chica se diera cuenta metió la mano en su bata de médico con un deje de tristeza por su esposa, olvidando las palabras de la joven, la vio sentarse sobre su escritorio arrojando todo al suelo, sus ojos ya no estaban ahí con ella, estaban en su pasado, pero luego la miró con un sonrojo en su rostro ¿un hombre sonrojado? Imposible dirían algunas.
Se apartó de la mujer negando –Señorita yo llamaré a mi hermana, ella la auscultará, y no creo que sea cuestión de suerte, es mi trabajo ayudar a personas que lo necesiten, y usted lo necesita medicamente hablando claro está, no deseo pago alguno por mi labor, esto lo hacemos con mi hermana porque es nuestro deber, le ruego que no lo pida, y por favor vaya tras aquel biombo y espere sobre la camilla iré por mi hermana- sin darle tiempo a la mujer salió de ahí cerrando la puerta tras de sí, con la mano en el pomo de esta recostado sobre la madera del consultorio del hospital, su respiración agitada, un joven pasó mirándole, Stephen lo llamó indicando que debería ir por su hermana la doctora Tarja al consultorio que estaba en las calles del centro.
Los minutos pasan y él solo busca un lugar donde esconderse, hasta que fue al baño a mojarse la cara, sus manos temblaban por la cercanía que estuvieron de aquel cuerpo desnudo, sus piernas no podían mantenerlo de pie por mucho, lo que la mujer había preguntado era verdad, hace años que él no estaba con una mujer, no había tenido sexo con ninguna por miedo de asustarlas en la noche, solo su hermana estaba a su lado; pero acaso él podría pensar en otra mujer para ser su compañera eterna hasta la muerte.
No quería darse ese lujo, no podía, él pensó que no tenía derecho, porque ninguna mujer le dio esa seguridad que a él le faltaba, el verdadero amor.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 20/08/2013
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Solamente de pensar que estaba en ese mundo para el uso personal de otros, no le daba ninguna satisfacción a la cual, se sentía mal consigo misma. No pretendería dejar lo que era su profesión, no se atrevería a deambular por las calles solamente para poder comer, no. Estaba confinada a esta vida en la que tenía que vender su cuerpo abiertamente con el juego que conlleva aquello, pero haber conocido al hombre más tierno e imbécil no tenía precio. Ella misma no estaría ahí esperando a que una mujer la auscultase cuál era su problema, de hecho no le gusta que le toque una mujer, ni siquiera que sus compañeras de burdel quería que la tocasen ni siquiera para un golpecito de ánimos en el hombro. No tenía amigas fieles en el burdel y para cuando iba allí, solamente eran cuchicheos sobre ella, a sus espaldas y siempre acabando en alguna palabra obscena o que la pusiera de vuelta y media. Algunas veces sonreía ya que era la pura envidia que las corrompía hasta en sus entrañas.
Ahora, estaba sola en esa consulta, pero ya le había dado demasiadas excusas aquel medico de que no la iba a hacer ni puto caso, iba a quedársele mirando mientras una mujer le tocaba. Sinceramente, lo que hizo fue mover su precioso culo del escritorio para irse detrás del biombo, quitarse la bata que traía puesta y volver a ponerse aquella ropa interior que iba debajo del vestido que se puso después. El cierre del vestido se lo pudo abrochar ya a su dilatada flexibilidad de sus brazos aunque los hombros la limitaban un poco -…Ya está…-Suspiro tras decir esas palabras, volvió a ponerse los calcetines de media y los zapatos a juego con el vestido. Su peinado, suelto y elegante colgaba en cascada sobre su espalda en diferentes tamaños de tímidos bucles. Afuera hacia un tiempo nublado, gris, triste.
Se acercó un poco a la ventana solo para descubrir que la gente vestía de negro, apenas se veían tonos coloridos en la calle. Ella misma vestía un vestido granate pero no demasiado llamativo como para llamar la atención. Sobre sus hombros un abrigo a media cintura, elegante y con cuello de visón…un regalo extraoficial del trabajo. Sus guantes se deslizaban por las manos de ella hasta que quedaron cubiertas, flexiono varias veces las manos para ajustar los guantes y no tenía nada más que hacer en aquella consulta.
Si no había sido contratada para trabajar, se iría. No tenía sentido estar ahí por más tiempo más que seguramente, o sería una broma de mal gusto o simplemente alguien se preocupaba por ella.
Había sido notificada por carta de que la esperaban a las nueve en el día de hoy en la consulta del médico, en el hospital. Ella sinceramente no pensó que algo le pasara, pensó que la trajeron a la consulta para jugar a los médicos pero “alguien” no estaba muy por la labor. Que no. Que se iba y sinceramente no se quedaría a averiguarlo. Sus pasos la llevaron hasta la puerta, escucho como esta se movía, pero no vio que el pomo se girase. Así que ella lo tomo en su mano para hacerlo girar, pero no llego hacerlo ya que le llego a la mente la imagen de aquella alianza sobre el dedo del médico -….Claaaro….aunque no lo entiendo…-Se dijo para sí misma ya que estaba sola en la consulta-….Es raro, todos a los que me he tirado estaban casados….-seguía intentando averiguar ya que la curiosidad la ganaba-… ¿No será …? –Frunció el ceño, no quería pensar en aquella leyenda de “aquel quien tiene belleza, tiene un defecto orientativo” –Que pena de espécimen…pero juraría haberle visto excitado…-Sonrió, al menos dejándose con esa ilusión para sí misma.
Finalmente, abrió la puerta.
Aquel pasillo era oscuro, vacío, pero parecía en el ambiente como si hubiera más personas de las que deberían de estar. Terpsichore se adentró en aquel pasillo en que, habían dos o tres personas andando con andadores, solamente unos pocos la miraron fijamente, otros solamente tenían la mirada en el infinito, como si no les quedara más que el cuerpo que les da movimiento en el día a día. Terpsichore se rio, ya que la necrofilia no era una de sus más experimentadas disciplinas sexuales, pero escucho que algunas personas enfermas de este lugar, la practicaba y ella no se uniría a tal fiesta. Habría que estar completamente demente para hacerlo con un cadáver - …Demencial…-Murmuro asqueada, sintiéndose extrañamente angustiada y con ganas de vomitar solamente al pensar en eso.
Iba ya por el último y primer piso del Hospital, hasta que vio salir de los lavabos a aquel médico, maldijo, no quería que la arrastrara hacia la consulta nuevamente, así que, como en el primer piso ya había más gente con la que poder sentirse más segura, se mezcló entre ellas, haciendo que buscaba algo en su bolso…. ¡SU BOLSO! Se lo había dejado en la consulta, claro, como no paraba de darle a la cabeza, con la tontería, se lo dejo en la maldita consulta -…¡Mierda! Oh no…-murmuro yendo por un pasillo cualquiera solamente para tener tiempo, ocultarse de ese médico que ya de si era así de nervioso, no quería saber cómo se pondría si se enfadara –Oh...no…ahí tengo todo lo que me pidió Cesare…-Solamente aquello le importaba pues después de la consulta tenía que ir a hacer el trabajito de “Espía” -…Ah…¿Qué hagooo? –Su mente divagaba mientras se hacía una bola en una esquina de aquel pasillo, llevándose las manos con desesperación por sus bucles dorados, simplemente pensando en lo perdida que estaba -…Menuda encrucijada….-Solamente aquello era verdad. Tenía que volver si quería su bolso y la información de aquello, pero con un plus de que tenía que quedarse y se auscultada por una mujer.
Se le ocurrió incendiar el hospital o solamente que le entretuvieran para ella ganar más tiempo. Simplemente, no sabía qué hacer. Solo suspiro. Fue reincorporándose de la pose fetal en la que se había puesto solamente por un momento de desesperación. Volvió al hall de aquel hospital. No vio por ninguna parte al doctor Hauks así que solamente se fue a la entrada, al exterior donde había múltiples personas vistiendo con ropas tristes y apagados.
Ahora, estaba sola en esa consulta, pero ya le había dado demasiadas excusas aquel medico de que no la iba a hacer ni puto caso, iba a quedársele mirando mientras una mujer le tocaba. Sinceramente, lo que hizo fue mover su precioso culo del escritorio para irse detrás del biombo, quitarse la bata que traía puesta y volver a ponerse aquella ropa interior que iba debajo del vestido que se puso después. El cierre del vestido se lo pudo abrochar ya a su dilatada flexibilidad de sus brazos aunque los hombros la limitaban un poco -…Ya está…-Suspiro tras decir esas palabras, volvió a ponerse los calcetines de media y los zapatos a juego con el vestido. Su peinado, suelto y elegante colgaba en cascada sobre su espalda en diferentes tamaños de tímidos bucles. Afuera hacia un tiempo nublado, gris, triste.
Se acercó un poco a la ventana solo para descubrir que la gente vestía de negro, apenas se veían tonos coloridos en la calle. Ella misma vestía un vestido granate pero no demasiado llamativo como para llamar la atención. Sobre sus hombros un abrigo a media cintura, elegante y con cuello de visón…un regalo extraoficial del trabajo. Sus guantes se deslizaban por las manos de ella hasta que quedaron cubiertas, flexiono varias veces las manos para ajustar los guantes y no tenía nada más que hacer en aquella consulta.
Si no había sido contratada para trabajar, se iría. No tenía sentido estar ahí por más tiempo más que seguramente, o sería una broma de mal gusto o simplemente alguien se preocupaba por ella.
Había sido notificada por carta de que la esperaban a las nueve en el día de hoy en la consulta del médico, en el hospital. Ella sinceramente no pensó que algo le pasara, pensó que la trajeron a la consulta para jugar a los médicos pero “alguien” no estaba muy por la labor. Que no. Que se iba y sinceramente no se quedaría a averiguarlo. Sus pasos la llevaron hasta la puerta, escucho como esta se movía, pero no vio que el pomo se girase. Así que ella lo tomo en su mano para hacerlo girar, pero no llego hacerlo ya que le llego a la mente la imagen de aquella alianza sobre el dedo del médico -….Claaaro….aunque no lo entiendo…-Se dijo para sí misma ya que estaba sola en la consulta-….Es raro, todos a los que me he tirado estaban casados….-seguía intentando averiguar ya que la curiosidad la ganaba-… ¿No será …? –Frunció el ceño, no quería pensar en aquella leyenda de “aquel quien tiene belleza, tiene un defecto orientativo” –Que pena de espécimen…pero juraría haberle visto excitado…-Sonrió, al menos dejándose con esa ilusión para sí misma.
Finalmente, abrió la puerta.
Aquel pasillo era oscuro, vacío, pero parecía en el ambiente como si hubiera más personas de las que deberían de estar. Terpsichore se adentró en aquel pasillo en que, habían dos o tres personas andando con andadores, solamente unos pocos la miraron fijamente, otros solamente tenían la mirada en el infinito, como si no les quedara más que el cuerpo que les da movimiento en el día a día. Terpsichore se rio, ya que la necrofilia no era una de sus más experimentadas disciplinas sexuales, pero escucho que algunas personas enfermas de este lugar, la practicaba y ella no se uniría a tal fiesta. Habría que estar completamente demente para hacerlo con un cadáver - …Demencial…-Murmuro asqueada, sintiéndose extrañamente angustiada y con ganas de vomitar solamente al pensar en eso.
Iba ya por el último y primer piso del Hospital, hasta que vio salir de los lavabos a aquel médico, maldijo, no quería que la arrastrara hacia la consulta nuevamente, así que, como en el primer piso ya había más gente con la que poder sentirse más segura, se mezcló entre ellas, haciendo que buscaba algo en su bolso…. ¡SU BOLSO! Se lo había dejado en la consulta, claro, como no paraba de darle a la cabeza, con la tontería, se lo dejo en la maldita consulta -…¡Mierda! Oh no…-murmuro yendo por un pasillo cualquiera solamente para tener tiempo, ocultarse de ese médico que ya de si era así de nervioso, no quería saber cómo se pondría si se enfadara –Oh...no…ahí tengo todo lo que me pidió Cesare…-Solamente aquello le importaba pues después de la consulta tenía que ir a hacer el trabajito de “Espía” -…Ah…¿Qué hagooo? –Su mente divagaba mientras se hacía una bola en una esquina de aquel pasillo, llevándose las manos con desesperación por sus bucles dorados, simplemente pensando en lo perdida que estaba -…Menuda encrucijada….-Solamente aquello era verdad. Tenía que volver si quería su bolso y la información de aquello, pero con un plus de que tenía que quedarse y se auscultada por una mujer.
Se le ocurrió incendiar el hospital o solamente que le entretuvieran para ella ganar más tiempo. Simplemente, no sabía qué hacer. Solo suspiro. Fue reincorporándose de la pose fetal en la que se había puesto solamente por un momento de desesperación. Volvió al hall de aquel hospital. No vio por ninguna parte al doctor Hauks así que solamente se fue a la entrada, al exterior donde había múltiples personas vistiendo con ropas tristes y apagados.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Una dosis por ahora [Privado]
La paciencia es un ejercicio de amor, fe y humildad que hace crecer a las personas.
El doctor buscó aclarar su mente ¿por qué?, esa pregunta rondaba en su cabeza buscando una respuesta, quizás su hermana la hubiera encontrado más rápido que él con eso de “soluciones a plazo” pero ahora ¿por qué se sentía así? ¿Por qué se sintió mal? Hasta el punto de huir de la joven, sus ojos se reflejaban en el espejo, la luz comenzó a fallar dentro de esa pequeña habitación de servicio, el agua coteando de su rostro al lavabo sintió la sangre correr por todo su cuerpo enfriándose, como un muerto, como aquella noche, el sonido de los gritos, la lluvia, el trueno y su mujer yaciendo en el suelo junto a su hijo…Golpea el espejo con el puño lastimándose, al verlo trata de regresar a su estado de siempre, limpia la herida con agua saliendo de ahí.
Llega a su consultorio, al abrir la puerta se da cuenta que la joven ha salido, sus ojos se cierran negando leve con la cabeza, toma unas vendas de la gaveta de medicinas comenzó a vendarse la mano curando los rasguños que tenía por el espejo roto, al terminar alza la vista percatándose de que la joven se ha dejado su pequeño bolso lo tomó guardándolo, pero cuando sus dedos rozaron la tela con la que estaba confeccionada recordó el cuerpo de mujer poniéndolo aún más nervioso dejándolo caer, para suerte buena o mala, aquel artefacto femenino cayó al suelo abriéndose todo dejando a la vista pertenencias ajenas.
-Hmm ya veo porque Tarja no le gusta llevar estos y prefiere los bolsos cruzados- susurra para él agachándose a retomar cada cosa para dejar en su sitio, en ello encuentra un papel, un documento con datos de algo o alguien, estudia el papel detalle a detalla ¿órdenes? Lo deja todo en el sitio para a los minutos salir del consultorio, los pacientes han terminado por la mañana así que decide dejar su puesto de trabajo para buscar a la joven y darle su pertenencia, es lo que todo caballero debe hacer, sin preguntas sin reclamos.
Al bajar por las escaleras una de las enfermeras se cruza con él acompañándole, con una sonrisa muy amable la joven va conversando con él hasta la puerta de salida, Stephen ríe cuando la enfermera le comenta sobre la hermana de él, salen juntos caminando hasta el consultorio donde estaba su hermana, ingresan los dos, Stephen abre la puerta para la señorita y ella en agradecimiento roza con sus dedos el pecho de él, la mirada del doctor va hacia un lado pero luego sonríe al ver a su hermana que le toma la mano, ella también lleva una argolla de casada en su dedo.
13:30
El reloj de la plaza central suena entre campanazos anunciando la hora a todos, Stephen deja el consultorio caminando por las calles preguntando ¿por quién? Por la dueña de aquel bolso que lleva en manos, pero cada persona que le pregunta por la mujer dando la descripción y el nombre, todos le negaban, así que con resignación camino de nuevo al hospital, sabía que habría poca gente, ya era tarde pero lo hizo para tomar el expediente de la joven y al menos ver si había una dirección, al regresar solo se encerró en su consultorio recostándose sobre la camilla de ahí, pensando en lo ocurrido hace unas horas atrás.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Nadie le había dicho que estaba sola en el mundo hasta que se dio cuenta de ello tras observar a una pareja que se daba la enhorabuena por algo que había pasado o como después vio a una pareja entristecida por alguna mala noticia. Como deseaba sentir el cariño humano de alguien ya que nunca lo había sentido. Su vida era tan llena de vida pero al mismo tiempo de una fría muerte. Follaba para ganar dinero, pero entristecidamente volvía a su hogar sin nada en retorno. Sola y con su cuerpo frio y cansado. Le encargaría al diablo alguien para ella pero Dios por celoso, no la dejaría.
Eso le recordó los archivos, es decir un par de dossiers con información importante que le había entregado “la iglesia”. La cruz con la que se confesaba o con quien entraba en la cama, le otorgo algo de sentido a su vida. No podía revelar el que, pero era importante además, ¿Qué más podría hacer? Le dijo que le pagaría demasiado bien y entonces ella acepto. Pero ahora estaba en el dilema de ir o no a la consulta. De nuevo, esos dossiers eran importantes. No tuvo más remedio que intentarlo. Entraría, buscaría, cogería los archivos y se iría sin decir nada. Sí. Eso mismo haría.
-¿Por dónde se va a la consulta del D. Hauks? ¿Tiene cita señorita? –Preguntaba la enfermera en la recepción. El hospital era un laberinto y tardaría en llegar a la consulta. Lo que quería era que todo terminara y cuanto antes.
-Así es…Bueno, la tuve, pero se me olvido algo en la consulta y me gustaría ir a recuperarlo…-Con una sonrisa de niña buena, observaba a la mujer de cabellos grisáceos que la miraba a través de unas gafas de cristal con el ceño fruncido. Terpsichore era una mujer persuasiva y la mujer que aun observaba relajo el ceño.
-Siga escaleras arriba y por las indicaciones, no tiene perdida…-Dijo con sequedad dando a entender a Terpsichore de la poca empatía que le ofrecía. Solo con un “adiós” flojo salió por la izquierda, yendo hasta unas escaleras por donde todo el mundo iba -…Será por aquí –Y siguió hacia delante, teniendo en cuenta el orden de cómo estaban organizados los carteles -…Esto está hecho a posta…-Murmurando estaba observando lo mal que estaba organizado el hospital, pero una señal de esperanza hizo ver un pasillo que reconoció al instante de cuando salió de la consulta.
-¿se…-Entraba en la consulta pero observo al “Doctor” Hauks en la camilla. Se mantuvo en silencio hasta que cerró la puerta de un portazo, haciendo volar papeles que había en el escritorio y las cortinas que cubrían un escueto espacio con la camilla en donde descansaba -..Bien, ¿Durmiendo la siesta? –Pregunto sin más, pero se extrañó él porque del tono enfadado en la pregunta, o simplemente le molesto viendo hacer un descanso -...Vaya lo siento si soy demasiado efusiva…-Con gestos de una mano y de otra, Terpsichore gesticulaba las manos estando en verdad molesta, acabando por poner una mano en jarra sobre una de sus caderas, la otra señalándole sin más.
-…Si tiene tanto tiempo libre, ¿Por qué no atiende a otros pacientes? –Seguía como acusándole de haber hecho algo que iba en contra de sus criterios, pero no sabía por qué ahora estaba enfadada con él -…Yo...la verdad no sé qué pensar…Debo de estar lo..-Quería seguir replicándole, pero una pedrada entro por la ventana haciendo blanco en la cabeza de Terpsichore, dejándola inconsciente en el suelo.
Eso le recordó los archivos, es decir un par de dossiers con información importante que le había entregado “la iglesia”. La cruz con la que se confesaba o con quien entraba en la cama, le otorgo algo de sentido a su vida. No podía revelar el que, pero era importante además, ¿Qué más podría hacer? Le dijo que le pagaría demasiado bien y entonces ella acepto. Pero ahora estaba en el dilema de ir o no a la consulta. De nuevo, esos dossiers eran importantes. No tuvo más remedio que intentarlo. Entraría, buscaría, cogería los archivos y se iría sin decir nada. Sí. Eso mismo haría.
-¿Por dónde se va a la consulta del D. Hauks? ¿Tiene cita señorita? –Preguntaba la enfermera en la recepción. El hospital era un laberinto y tardaría en llegar a la consulta. Lo que quería era que todo terminara y cuanto antes.
-Así es…Bueno, la tuve, pero se me olvido algo en la consulta y me gustaría ir a recuperarlo…-Con una sonrisa de niña buena, observaba a la mujer de cabellos grisáceos que la miraba a través de unas gafas de cristal con el ceño fruncido. Terpsichore era una mujer persuasiva y la mujer que aun observaba relajo el ceño.
-Siga escaleras arriba y por las indicaciones, no tiene perdida…-Dijo con sequedad dando a entender a Terpsichore de la poca empatía que le ofrecía. Solo con un “adiós” flojo salió por la izquierda, yendo hasta unas escaleras por donde todo el mundo iba -…Será por aquí –Y siguió hacia delante, teniendo en cuenta el orden de cómo estaban organizados los carteles -…Esto está hecho a posta…-Murmurando estaba observando lo mal que estaba organizado el hospital, pero una señal de esperanza hizo ver un pasillo que reconoció al instante de cuando salió de la consulta.
-¿se…-Entraba en la consulta pero observo al “Doctor” Hauks en la camilla. Se mantuvo en silencio hasta que cerró la puerta de un portazo, haciendo volar papeles que había en el escritorio y las cortinas que cubrían un escueto espacio con la camilla en donde descansaba -..Bien, ¿Durmiendo la siesta? –Pregunto sin más, pero se extrañó él porque del tono enfadado en la pregunta, o simplemente le molesto viendo hacer un descanso -...Vaya lo siento si soy demasiado efusiva…-Con gestos de una mano y de otra, Terpsichore gesticulaba las manos estando en verdad molesta, acabando por poner una mano en jarra sobre una de sus caderas, la otra señalándole sin más.
-…Si tiene tanto tiempo libre, ¿Por qué no atiende a otros pacientes? –Seguía como acusándole de haber hecho algo que iba en contra de sus criterios, pero no sabía por qué ahora estaba enfadada con él -…Yo...la verdad no sé qué pensar…Debo de estar lo..-Quería seguir replicándole, pero una pedrada entro por la ventana haciendo blanco en la cabeza de Terpsichore, dejándola inconsciente en el suelo.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Silencio…Silencio…solo eso oigo
La oscuridad se vuelve más densa, más tenebrosa
El suelo ya no es suelo es un pantano negro y viscoso
En medio un camino de piedras que a su mitad esta una niña…
La niña que devora mi alma y mi corazón…en cenizas
La oscuridad se vuelve más densa, más tenebrosa
El suelo ya no es suelo es un pantano negro y viscoso
En medio un camino de piedras que a su mitad esta una niña…
La niña que devora mi alma y mi corazón…en cenizas
El sueño se iba mostrando con superficies dañadas, enmarañadas con palabras, con colores tenebrosos y el aroma de un perfume que se iba haciendo pesado hasta consumirle la respiración, poco a poco la niebla desciende a su persona se hace más pesado el ambiente, sus ojos observan a cuervos que vuelan y descienden, la risa de una mujer que solo escucha y los ojos con sangre que lloran de una niña, unas manos y enredaderas negras lo detienen lo van asfixiando más, van separando sus miembros hasta hacerlo explotar como un vidrio…un vidrio rompiéndose.
De un sobresalto abre los ojos –NO- un grito es todo lo que deja a que retumbe por todo su consultorio, sus ojos aún están algo adormilados lleva sin dormir por días y siempre son minutos en compañía de su hermana que controla sus pesadillas, miró por todo el lugar –Tarja…Tarja…Tarja- murmura con su cabeza desorientada –Dónde…oh si el consultorio- asume que esta solo recostándose nuevamente con las manos sobre su pecho tratando de tranquilizar su respiración -1…2…3…4…- cuenta lento tratando de ambientarse poco a poco hasta que un ligero ruido le hace mirar por su consultorio –Hola- murmura poniéndose de pie alejado de aquella camilla.
Esta vez luce menos profesional que antes, generalmente los Hauks son demasiado profesionales tanto que casi nunca dejan que los vean desarreglados con los cabellos alborotados (o sueltos en Tarja) y la ropa desacomodada (abierta botones y algo floja) son tan estrictos consigo mismo que parecen insensibles ante los demás pero son mentiras que nadie ve el profesionalismo de los médicos. Su camisa estaba abierta tres botones mostrando su pecho y los vellos que nacían y morían en este, las mangas de su camisa abierta sin los gemelos, su cabello revuelto, su cinturón fuera de su lugar, estaba como si estuviera en su casa ¿y acaso no era para él su hogar su consultorio? Quizás pero era uno de los pocos errores que cometía.
Miró a todos lados hasta que divisó unos cabellos rubios –Karen- murmura pensando que era que la enfermera que siempre le ayudaba –Eres tú?- pregunta mirando buscando al que haya realizado aquel ruido que le trajo de nuevo al mundo de la realidad, sus pies van moviendo por aquel suelo aun medio incrédulo de que alguien esté ahí, cuando mira tras aquella cortina que usa para hacer a sus pacientes cambiarse observa el cuerpo inconsciente de una joven de cabellos dorados, sus ojos se abren completamente y se abalanza contra la joven cargándola en los brazos para depositarla en el lugar donde él descansaba miró más aquellos ojos cerrados y aquellos labios de fresa hasta que recordó ¡era su paciente! Una sonrisa cálida se dibuja en sus labios acariciándole el rostro apartando unos mechones de ella –Espere, le ayudaré- murmura sabiendo que ella quizás no le escuche, va por algo de alcohol para curar aquella herida en su cabeza, la ausculta revisando que no tuviera alguna fractura o contusión mayor…preocupado estaba.
Luego de unos minutos la sonrisa regresa a los labios de él en muestra de alivio –Estará bien- vuelve a murmurar mirando a la joven como una bella durmiente, toma su mano acariciándole el dorso y los dedos tan suaves como guantes de seda, acerca sus labios a los labios de ella, está tan cerca, tan tentado a robar un beso a su bella durmiente pero se detiene, y solo sube sus labios a la frente de ella –Aquí podrá descansar- camina a su escritorio dejando el bolso de la dama sobre este, su cabeza comienza a meditar –Si no hubiera ido, si tan solo me hubiera quedado tú estarías viva con nuestra hija- murmura como si contara un secreto a alguien o a algo, era a su anillo el que movía en su dedo al que le estaba culpando, su anillo, su culpa, la culpa del portador del anillo.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Re: Una dosis por ahora [Privado]
Como de un sueño, Terpsichore se despertaba al sentir algo sobre su frente, algo suave, un tacto suave que calmaba el nerviosismo que sentía en ese instante de temer no poder volver a levantarse o a despertarse. No dijo nada. Se quedó observando el techo y solo escucho aquello que seguro no iba hacia ella. ¿Había estado casado? Que injusta había sido. Ella al menos no iba a saber cómo sería la sensación de tener un vestido blanco, estar en un altar con aquel que la quisiera como esposa y después vivir una vida nueva juntos, tampoco sabría cómo podría ser vivir una vida fuera del burdel ¿se moriría entre sabanas de seda? O ¿Moriría a manos de algún cliente sediento de sangre y lujuria? En este instante no estaba segura de nada, quería más que nada en el mundo ser otra persona que jamás podría llegar a ser. Hasta se preguntaba si en realidad tuvo una familia en alguna parte o por qué la dejaron a su suerte. Menos mal que salió hacia delante, sin necesidad de nadie, siendo astuta y eficaz en su trabajo desde una temprana edad.
Y ahora, estando en esa consulta descubría que aquel medico tuvo una familia. Deseaba acercarse a él y consolarle, pero solamente sabría hacerlo de una manera carnal y que ahora no tendría sentido sacar esa faceta suya tan “Pasional”. Estaba confusa en verdad. No sabía qué hacer, ahora tocaba hacia el lado vacío de la camilla, a su derecha más bien en donde su cuerpo por inercia se fue hacia el lado y nuevamente cayó sobre el suelo, quejándose y maldiciendo a varios demonios -…Maldita sea…-Continuo maldiciendo para su mala suerte, no se clavó nada, ya lo que le faltaba, aun mas heridas que no podría evitar pero que nada paso en ese momento -…Como desearía no existir ahora…-siguió murmurando como si nadie la estuviera escuchando, pero parecía que nadie venía a socorrerla, ella misma se ayudó sujetándose del hierro de la camilla, gimiendo del esfuerzo hasta jadear de pie de la falta de aire -…Estos vestidos me mataran algún día…-suspiro tras esas palabras llenas de sarcasmo, su mente iba de un lado a otro, como si hubiera estado un mes drogada de opio.
Seguramente aun no estaría preparada para poder ponerse de pie, la cabeza le daba vueltas, algo había acertado en su cabeza dejándola inconsciente sin tener pruebas de quien lo había hecho, y para rematar se había caído al suelo por el peso de su cuerpo. Además, por otro lado, quería saber del médico que estaba lamentándose de su vida -…¿Dónde estoy? –Se quedó con la idea de ser amnésica, a ver si así le contaba algo el pobre y se desahogaba de alguna manera si así no iba a utilizar su cuerpo - ¿Don…?-se dio la vuelta y entonces se dio media vuelta con cuidado, intento caminar un poco pero volvió a caerse al suelo como si fuera un recién nacido -…Au! –Se quejó porque esta vez pensó que se hizo daño de verdad -….Perdóneme…¿Puede ayudarme? –Se quedó mirándole fijamente a los ojos, desde su posición en el suelo hasta que después de dos minutos esperando ella misma volvió a hacer su camino hacia arriba.
¿Por qué no la ayudaba cuando se estaba cayendo como una anciana chocha de noventa años? Estaba pensando en verdad que este tío tenía problemas con las mujeres o que jamás había tocado a una, aunque lo dudaba de la manera en que la había auscultado.
Y ahora, estando en esa consulta descubría que aquel medico tuvo una familia. Deseaba acercarse a él y consolarle, pero solamente sabría hacerlo de una manera carnal y que ahora no tendría sentido sacar esa faceta suya tan “Pasional”. Estaba confusa en verdad. No sabía qué hacer, ahora tocaba hacia el lado vacío de la camilla, a su derecha más bien en donde su cuerpo por inercia se fue hacia el lado y nuevamente cayó sobre el suelo, quejándose y maldiciendo a varios demonios -…Maldita sea…-Continuo maldiciendo para su mala suerte, no se clavó nada, ya lo que le faltaba, aun mas heridas que no podría evitar pero que nada paso en ese momento -…Como desearía no existir ahora…-siguió murmurando como si nadie la estuviera escuchando, pero parecía que nadie venía a socorrerla, ella misma se ayudó sujetándose del hierro de la camilla, gimiendo del esfuerzo hasta jadear de pie de la falta de aire -…Estos vestidos me mataran algún día…-suspiro tras esas palabras llenas de sarcasmo, su mente iba de un lado a otro, como si hubiera estado un mes drogada de opio.
Seguramente aun no estaría preparada para poder ponerse de pie, la cabeza le daba vueltas, algo había acertado en su cabeza dejándola inconsciente sin tener pruebas de quien lo había hecho, y para rematar se había caído al suelo por el peso de su cuerpo. Además, por otro lado, quería saber del médico que estaba lamentándose de su vida -…¿Dónde estoy? –Se quedó con la idea de ser amnésica, a ver si así le contaba algo el pobre y se desahogaba de alguna manera si así no iba a utilizar su cuerpo - ¿Don…?-se dio la vuelta y entonces se dio media vuelta con cuidado, intento caminar un poco pero volvió a caerse al suelo como si fuera un recién nacido -…Au! –Se quejó porque esta vez pensó que se hizo daño de verdad -….Perdóneme…¿Puede ayudarme? –Se quedó mirándole fijamente a los ojos, desde su posición en el suelo hasta que después de dos minutos esperando ella misma volvió a hacer su camino hacia arriba.
¿Por qué no la ayudaba cuando se estaba cayendo como una anciana chocha de noventa años? Estaba pensando en verdad que este tío tenía problemas con las mujeres o que jamás había tocado a una, aunque lo dudaba de la manera en que la había auscultado.
Goldie- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2013
Re: Una dosis por ahora [Privado]
La sonrisa de una joven dama de cabellos negros, blanca como la nieve, con un cuerpo fino y delicado que asemeja a las curvas que posee la mujer sus caderas ensanchadas y sus pechos más grandes, sus manos sostienen su vientre, vientre que está abultado pues embarazada se haya, sus labios rojos muestran una sonrisa junto a sus verdes ojos que llorando de felicidad pues madre va a ser después de tantos años. Un hombre llega luego de un largo viaje de ocho meses todo contento abrazando a la mujer con fuerza pero ternura al saber que será padre.
La pequeña morada es tan cálida con un pequeño jardín en el cual hay un árbol de manzanas y el pasto siempre está verde justo para que los futuros padres pasen un momento gozando de dichas, y luego la visita entristecida de otra mujer aparece por la puerta que linda el jardín con la calle, el hombre le hace pasar para contarle la noticia, ella se alegra levemente y las lágrimas surgen es ahí cuando cierto comentario hace que los hermanos se abracen y este decida salir con su hermana en busca de aquello que les está haciendo daño, otra mujer que solo quiere el dolor de los Hauks, al parecer ambos se enteran de la verdad sobre sus pesadillas, su fortuna y su suerte.
Al salir no pasan ni medio día cuando ya entrada la noche el hombre regresa a su hogar sin esperanza de vida junto a su hermana y es cuando observa el cielo todo naranja y rojo y mientras avanzan por el campo la noche se va acercando más pero el color rojo no se va, el joven comienza a correr hasta llegar a su hogar el cual está consumido en llamas y los gritos de su mujer de dolor, lo pero se imagina él, su amor, su vida, su pequeño y su esposa muriendo entre las llamas, la desesperación de todo padre y esposo es correr a auxiliarlas pero algo se los impide pues cuando decide entrar un viento fuerte lo arroja lejos de la casa junto con la risa de alguien
-Eso querías verdad- murmura aquel hombre sujetando entre sus dedos aquel anillo de matrimonio –Solo querías apartarme de ella- una lágrima comienza a correr por el rostro del doctor que a poco a poco se van convirtiendo en lágrimas amargas, se había olvidado donde estaba y que estaba haciendo, y es entonces justo cuando los recuerdos le sumen en el dolor una voz le hace despertar, una voz que le llama, que le llama por su nombre, el nombre envuelto en la voz de alguien a quien la vida se la arrancó de su lado.
-MERIAN- un grito sofocado entre lágrimas deja para volver a la realidad, el aroma del alcohol antiséptico le despierta completamente recodando que tiene un paciente, seca sus lágrimas lo mejor que puede para ir donde su paciente –un momento señorita- responde ante la petición de ayuda de la joven dama, cuando llega a donde ella ve las cosas tiradas y a la mujer en el suelo, corre a tomar a en brazos para regresarla a la cama y con una mirada seria le mira –No debería exponer su vida de esa manera ¿acaso quiere morir? ¿por qué no se desea cuidarse? ¿tanto odia vivir?- le estaba llamando la atención, preocupado ¿por qué?, al percatarse de su tono de voz niega pasando la palma de su mano por sus cabellos alborotándolos un poco más –disculpe no debí hablarle así, le daré el alta para que pueda Salir y hacer lo que desee- suelta entre palabras mientras la deja en la camilla instalada y regresa a juntar los fragmentos que en el suelo se encontraban, levanta todo lo que se ha caído, los instrumentos de auscultación, una botella de alcohol vacía la cual sus pedazos están por todo lado; al terminar mira a la mujer esquivando la mirada –Espere ahí, por favor no se mueva iré por su orden médica y su salida-
Mete las manos dentro de la bata de médico con un suspiro la deja nuevamente para ir al escritor a llenar las formas ¿por qué estaba tan molesto? ¿Por qué su reacción? Él no lo entendía o quizás sí pero no quería decirlo pues temía estar confundiendo a su fallecida mujer con la joven que tenía en su consultorio.
La pequeña morada es tan cálida con un pequeño jardín en el cual hay un árbol de manzanas y el pasto siempre está verde justo para que los futuros padres pasen un momento gozando de dichas, y luego la visita entristecida de otra mujer aparece por la puerta que linda el jardín con la calle, el hombre le hace pasar para contarle la noticia, ella se alegra levemente y las lágrimas surgen es ahí cuando cierto comentario hace que los hermanos se abracen y este decida salir con su hermana en busca de aquello que les está haciendo daño, otra mujer que solo quiere el dolor de los Hauks, al parecer ambos se enteran de la verdad sobre sus pesadillas, su fortuna y su suerte.
Al salir no pasan ni medio día cuando ya entrada la noche el hombre regresa a su hogar sin esperanza de vida junto a su hermana y es cuando observa el cielo todo naranja y rojo y mientras avanzan por el campo la noche se va acercando más pero el color rojo no se va, el joven comienza a correr hasta llegar a su hogar el cual está consumido en llamas y los gritos de su mujer de dolor, lo pero se imagina él, su amor, su vida, su pequeño y su esposa muriendo entre las llamas, la desesperación de todo padre y esposo es correr a auxiliarlas pero algo se los impide pues cuando decide entrar un viento fuerte lo arroja lejos de la casa junto con la risa de alguien
-Eso querías verdad- murmura aquel hombre sujetando entre sus dedos aquel anillo de matrimonio –Solo querías apartarme de ella- una lágrima comienza a correr por el rostro del doctor que a poco a poco se van convirtiendo en lágrimas amargas, se había olvidado donde estaba y que estaba haciendo, y es entonces justo cuando los recuerdos le sumen en el dolor una voz le hace despertar, una voz que le llama, que le llama por su nombre, el nombre envuelto en la voz de alguien a quien la vida se la arrancó de su lado.
Steph…Steph…-risas- Vamos Steph debes ser más rápido- más risillas-
-MERIAN- un grito sofocado entre lágrimas deja para volver a la realidad, el aroma del alcohol antiséptico le despierta completamente recodando que tiene un paciente, seca sus lágrimas lo mejor que puede para ir donde su paciente –un momento señorita- responde ante la petición de ayuda de la joven dama, cuando llega a donde ella ve las cosas tiradas y a la mujer en el suelo, corre a tomar a en brazos para regresarla a la cama y con una mirada seria le mira –No debería exponer su vida de esa manera ¿acaso quiere morir? ¿por qué no se desea cuidarse? ¿tanto odia vivir?- le estaba llamando la atención, preocupado ¿por qué?, al percatarse de su tono de voz niega pasando la palma de su mano por sus cabellos alborotándolos un poco más –disculpe no debí hablarle así, le daré el alta para que pueda Salir y hacer lo que desee- suelta entre palabras mientras la deja en la camilla instalada y regresa a juntar los fragmentos que en el suelo se encontraban, levanta todo lo que se ha caído, los instrumentos de auscultación, una botella de alcohol vacía la cual sus pedazos están por todo lado; al terminar mira a la mujer esquivando la mirada –Espere ahí, por favor no se mueva iré por su orden médica y su salida-
Mete las manos dentro de la bata de médico con un suspiro la deja nuevamente para ir al escritor a llenar las formas ¿por qué estaba tan molesto? ¿Por qué su reacción? Él no lo entendía o quizás sí pero no quería decirlo pues temía estar confundiendo a su fallecida mujer con la joven que tenía en su consultorio.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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