Encuentros inesperados (Parte I) (Privado)

por **Arek Cabrera** Miér Oct 30, 2013 11:28 am

Era una noche resplandeciente, la luna iluminaba una parte de parís, las estrellas brillaban como pequeños soles –Aunque en realidad lo son- a través de la ventana, un sujeto con complexión delgada se dejaba ver, su frente estaba recargada en la ventana con una mano sobre ella. Mirando como las pocas personas andaban de aquí para haya. Mientras él, solo saboreaba aquel manjar, sus ojos de un color rojizo brillante se podrían apreciar. Con un gruñir no nada grato salió de su garganta alejándose sin pensarlo de la ventana, no quería cometer un asesinato, no sabia del porque se estaba comportando como un recién convertido, tenia el autocontrol bien puesto, pero este día parecía que no.-Y ahora me comporto como si fuera un neófito, claro…-Su ceño se frunció ligeramente mientras salía de sus aposentos, pasó por un largo pasillo, hasta bajar por las escaleras, era una pequeña casa de dos pisos.

El hombre, llamado Arek, no le gustaba las mansiones, ni las moradas grandes, por eso trato de comprar una a su gusto, no fue fácil hallarla, pero un mes después la encontró, una casa, una vivienda donde pueda estar empezar consigo mismo, a decir verdad no le gusto donde estaba ubicada pero tenia que conformarse. Al momento de estar en la panta baja, observo la puerta, para el estaba muy lejos en ese momento.- ¡Maldita sea!-Exclamo el vampiro, sus puños estaba cerrados por completo, sus ojos rojizos como la misma sangre, sus dientes parecían que hubieran crecido consideradamente.-Lo siento My Lady…-Al finalizar esas palabras, salió, y no precisamente por la puerta, si no una ventana que tenia abierta, como si fuera un vil ladrón.

por **Aleya Dumkorth** Miér Oct 30, 2013 4:57 pm

El ambiente se llenaba de susurros, de pequeños ecos que anunciaban que las tornas entre inquisición y sobrenaturales, podían cambiar. Por lo poco que sabía y me había enterado, los inquisidores se movilizaban. ¿Por qué? Aún no tenía esa información, pero pensaba conseguirla. Bien me podría encontrar con Uriel Kattagary un día de estos y averiguar algo más.

Suspirando volví a mi realidad. Hoy había sido una noche movidita, había acudido a una pequeña cacería de unos neófitos que habían entrado en una casa de un matrimonio de clase alto, a lo que habíamos acudido en el acto. No había costado demasiado, solo había hecho falta que con mis cuchillos, me cortara un poco, apenas un rasguño en mi mano y estos cayeran como la miel encima de mí enloquecidos por el aroma a sangre, totalmente metidos hasta el cuello en la sed de sangre. No habían tardado nada mis compañeros cazadores, en decapitarlos en cuanto se lanzaron hacia mí, y así como empezó todo, se terminó.

Ahora andaba por los callejones, en dirección a mi humilde hogar. No era más que una pequeña casa que tenia para cuando visitaba la ciudad y no me escondía en mi hogar en los bosques, donde tenía mi propia casita, en lo alto de una ladera. Solo la necesitaba para descansar y resarcirme de cuando sufría heridas, o contratiempos que me dejaban literalmente para el arrastre. Por lo que poco me importaba si era muy humilde, tampoco la usaba tanto, como para preocuparme de verdad si era o no adecuada y con lujos que no correspondían.

-La brisa hoy es fresca – Musité para mí en voz alta, ya que en aquel momento no había nadie en los callejones. Me ajusté mas la capa negra entorno a mi cuerpo, intentando así vencer la brisa que hacia estremecer mi piel, cuando levantando la mirada, un extraño movimiento captó mi total atención. Una sombra salía de una ventana de una casa, aquí mismo, delante de mis narices. — ¡Oye usted! –Grité yendo hacia allí. Estúpidos ladrones, en serio no sabían cómo pasar desapercibidos? Una ventana abierta, hasta para el más tonto, era fácilmente superable. —Devuelve inmediatamente lo que haya robado, si no quiere que le lleve a las autoridades y estos se encarguen de usted! — Mi paso acelerado me acercaba mas al ladrón, con una de mis manos acaricié una de mis armas, que llevaba en los costados de mi cuerpo. Si debía usar las armas y pararle los pies, lo haría. — Robar no es nada digno, sabe? Y menos entrar en casas ajenas.— Le dije en cuanto me acerqué mas a él y poco a poco el joven dejaba entrever la cara de un atractiva y varonil chico. Un sexto sentido me avisó de que algo iba mal, pero con la confianza ciega de que solo era un ladrón, me acerqué más a él.

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