Sucesos inesperados en mentes insanas || Privado

– ¡Sueltenme!  ¡el fuego aun no termina de consumir esa vieja casa! – Anja grita frenética cuando dos hombres la sujetan con fuerza intentando separarla del lugar, había incendiado unas viejas casas en ruinas, realmente el lugar no valía para nada, ni había lastimado a nadie, pero la gente tenía miedo al fuego.

El fuego es poder… es destrucción, es renacimiento, una pequeña chispa y la llama consume todo a su paso, puedes sentir su calor llenar lo más hondo de tu fría alma, el fuego consume todo a su paso hasta volverse cenizas… esa era la sensación que tanto amaba Anja, ese calor que consumía todo rastro de tristeza y confusión que reinaba su cabeza.

La mañana cuando su padre se fue con el circo le dijo que buscarían ayuda de un médico que le ayudaría a controlar esas pesadillas e impulsos que a veces le eran imposibles controlar, aun en sus recuerdos frescos veía el rostro de su padre sonreírle, recordaba el aroma que su casaca desprendía, pero todo aquello eran recuerdos.

Después de la muerte de su padre, se vio desprendida de todo lo que conocía, había sido trasladada al sanatorio, ese sería su lugar ahora hasta que sanara, al menos eso era lo que había dictado el juez quien había declarado a Anja un peligro para la sociedad, si quería seguir viviendo tendría que pasar un tiempo en el sanatorio.

El sanatorio era un lugar oscuro y lúgubre, frio incluso en las noches de verano, pero ahora era su hogar, sin embargo parecía que por primera vez la vida le sonreía, le habían dicho que la trasladarían a una clínica privada por orden del juez, a Anja le daba igual donde estuviera de todos modos en esta sociedad de mierda ¿Quién se preocupa por los gitanos? Nadie.


Eran las nueve aproximadamente de la mañana cuando la enfermera la llevó a la sala de consulta y la dejo sentada, Anja se escondía entre su cabello castaño mirando hacia el suelo, la puerta fue abierta, primero un hombre mayor explicándole cosas que no le interesaban en lo absoluto, después una mujer que intento hablar con ella como una amiga, una mujer que se interesaba por ella… patrañas.

La gitana estiro la mano hacia el frente intentando alcanzar su mano para saludarla cuando se acercó, entonces un grito salió desde lo más hondo de su ser, su brazo había recibido una fuerte quemadura y ahora olía bastante mal ya que las condiciones ne las que había estado sumida trajeron una fuerte infección, llevo su otra mano a su mejilla y se percató de su propio calor, las mejillas le quemaban la fiebre era muy alta.

La doctora le sonrió y le pidió que esperara su hermano vendría a examinarla, otro doctor más para verla como un bicho raro, Anja frunció el ceño pero enmudeció cuando una silueta masculina hizo presencia… era imponente tanto como el mismo fuego, podía notarlo, él era fuego que derretía el hielo.

La habían atado no solo las manos sino los pies por si intentaba escapar, pero escapar ¿A dónde? No tenía intenciones de moverse de ese lugar y mucho menos por la condición de su cuerpo que se lo impedía, desde aquel incidente había estado bajo pura agua y a veces algunos pedazos de moho que le habían dado en su encarcelamiento, no había mucho problema en ello después de todo era una gitana, sabía sobrevivir con lo poco que tenía y lo poco que mendigaba.

Sin embargo la infección que crecía en su brazo la había enfermado tanto que incluso cualquier cosa que comiera seguro terminaría vomitando, estaba débil y algo perdida en su cabeza por las alucinaciones que la fiebre le traía, sin embargo lo observo con claridad, cada detalle de su rostro, cada línea que lo conformaba y sonrió más ampliamente estaba viendo un sol, un claro sol enfrente de si misma.

- ¿Doctor? ¿Ha jugado alguna vez a esconderse en el bosque? ¿se ha tapado los ojos con ambas manos y girado, girado, girado hasta no poder más? – sus palabras no tenían sentido con respecto a lo que él le estaba preguntando, tampoco era que no entendiera lo que le había dicho, simplemente así era Anja, una niña perdida en su propio mundo por su propia voluntad.

– Mi padre me decía que no me metiera tanto al bosque que podría lastimarme y entonces tuvo razón – llevo las manos con dificultad para cubrir sus ojos como jugando – Anja aléjate del fuego – imitó la voz de un hombre sin descubrirse los ojos – Anja debes cuidarte del fuego, porque te puedes quemar – continuó antes de descubrirse los ojos y mirarlo – El fuego quema y duele pero también duele la soledad, ¿no lo cree doctor? – lo miró asegurando que él sabía la respuesta, sin embargo su sonrisa desvaneció cuando la fiebre le ganó la batalla haciendo que se desplomara sobre la camilla… pero no parecía intranquila, sino que ahora mismo se sentía segura con él, sabía que podía estar segura por eso su sonrisa aunque inconsciente no desapareció.

¿Puedes ver lo que hay dentro de él Anja? una voz irrumpe los pensamientos de la gitana Hay una pequeña chispa en su interior que amenaza con apagarse ¿Por qué Anja?

Anja no sabe que contestar ante aquellas palabras, cierra los ojos oyendo los latidos que no le pertenecen a ella, bum… bummm.. son fuertes, son constantes, es apenas una pequeña llama que esta por extinguirse, la soledad tal vez no solo la amenaza a ella, amenaza a todo el mundo, siempre ha amado al fuego, aquella pequeña chispa que le da el calor aquella parte tan fría que se esconde en el interior de su pecho que no sabe como acallar sino es por el dolor naranja que devora entre sus garras cualquier cosa a su paso.

– Pero también las flores más bellas nacen después de un gran incendio, las cenizas besan al suelo y lo vuelven más fértil susurra al fin aquella perdida gitana, quien con más libertad ahora que sus manos se encuentran libres cubre sus ojos, no por miedo, sino por diversión, le gusta jugar a esconderse.
– Me gustan muchas cosas, taparme los ojos y solo oír lo que pasa a mi alrededor es una de ellas, porque olvido todo – Se mantiene con los ojos cubiertos hasta que siente el pequeño beso en su frente, se descubre para poder mirarlo inclinando levemente la cabeza, sin poder disimular la curiosidad que reflejaban sus ojos.

- ¿Qué quiere saber de mi que no sepa ya? – mira las manos ahora entrelazadas, frunciendo levemente el ceño Todos los hombres con bata blanca están locos, creen que tu estas demente y quieren encerrarte nuevamente la voz irrumpe su propia habla, pero Anja no le cree ni una sola palabra de lo que le dice, porque no siente que debe tenerle miedo a ese hombre, si no fuera por la bata blanca no lo conocería

– Estas paredes blancas hacen que mi mente se pierda más rápido que en los bosques, extraño tanto el color verde… el naranja del fuego… suspira bajándose de la camilla, girando en su lugar con los ojos cerrados. – Los gitanos no nacimos para estar encerrados, los gitanos somos parte del viento – abre los ojos de nuevo para volver a observarlo – Las batas blancas los vuelven tan extraños… ¿es que ustedes no disfrutan los días tanto como nosotros, se la pasan encerrados en este lugar, sin entender el fuego, sin entender la vida –