El invierno trae una flor consigo(privado)

El invierno se hacia notar sobretoddo en las noches cuando el frio calaba los huesos que nos hacia estremecer o bueno a los humanos por asi decirlo. Se notaba sobretodo en el humo que salia de sus bocas al respirar incluso al hablar dando lugar a notar como el ambiente comenzaba a refrescar. No sabia porqeu era mi estacion favorita por el hecho de que todos iban afrigados y las lluvias se hacian presentes. El frio me resultaba bastante agradable entre todo los sentidos, aunque sabia que no muchos pensaba como yo y ser un habitante nocturno no se podia ser que fuera algo facil aunque como mis paseos nocturnos se hacian cada vez mas seguidos por las calles de la ciudad haciendo notar el ambiente humano que comenzaba a animarse y eso me causaba algo de interes porque cuando los jovenes se movian algo bueno habia de tener. Aunque mi respiracion no fuera necesaria y el bombeo de mi corazon tampoco se me hacia extraño o mas bien envidia por la vida humana que estaban viviendolas sin saber que cualquier persona a su alrededor podia ser un sobrenatural que acabaria su vida en menos de un segundo. La ignorancia era de las mejores compañeras en muchas ocasiones.

Caminaba por las calles sin ningun rumbo fijo y las manos cubiertas por los guantes en los bolgillos de mi abrigo mientras pensaba donde ir o que hacer... No tenia nada interesante y estaba lleno sin busca de alimento, hasta que un suave aroma me llamo la atencion, gire en la siguiente calle avanzando hasta buscar la propietaria de aquel hermoso aroma... Justo llegue frente a unas puertas doradas que parecian ser un invernadero seguramente era el jardin botanico del que habia escuchado hablar. Decian que en su interior habia mucha clase de especies de plantas y hermosas sobretodo. Las horas que eran suponia que no habia nadie o al menos alguna persona lo mas seguro. Mientras caminaba con total tranquilidad llegue a una parte donde habia una flor blanca como la misma nieve que su brillo o al menos ante mis ojos brillaba como si fuera la misma Luna. Apoye mis brazos en la barandilla inclinandome sobre ella para quedarme addmirandola con total tranquilidad y el tiempo que pasara en ese momento.

Por un momento a mi cabeza llegaron las imagenes de la vida que habia tenido cuando era niño junto a mis padres y como corria de un lado a otro sin preocupacion. Eso hizo que me entrara nostalgia de volver un tiempo atras donde no habia ningun problema y menos una eternidad de soledad que me habian condenado a ello. Sacudi mi cabeza para apartar aquellos pensamientos de mi. Me incorpore fijandome en aquella flor con recelo por su tranquilidad y seguridad donde tenia alli que vivia. El mundo sabia que no era perfecto pero era como lo habiamos hecho cada persona durante su vida y ahora despues de tantas criaturas que podian pasar desapercibidos junto a los humanos sin que naddie se diera cuenta haciendo que me riera de ellos.- No sabes la suerte que tienes de la vida que te ha tocaddo vivir.- le hablaba a la misma flor frente a mi que hasta la misma textura de suavidad que trasmitia los petalos seguramente habian hecho que fuera confinada en aquel lugar para que la Luna no sintiera envidia con solo verla.- Supongo que cadda uno tenemos lo que nos merecemos y la vida nos escoge a nosotros.- deslice mis dedos por el frio hierro que protegia de la cernica a las plantas.

¿Quién diría que se encontraría en un vivero en medio de la noche? Mencionarlo tan solo le parecía ridículo dado a que nunca acudía a esos lugares tan tarde. Cuando se escapaba de casa por lo general buscaba un lugar concurrido; una fiesta, un bar o algo similar en que estuviera rodeada de una multitud bulliciosa. Era consiente que en ese tipo de lugares no era bien visto que una chica entrara sola, pero no era algo que le importara mucho. La gente de allí le conocía con otro nombre así que no se preocupaba de que en el futuro se oyeran rumores de ella visitando lugares de baja reputación. Nadie podía relacionar a la chica bohemia de las noches con la dulce y callada que era en el día que siempre iba acompañada por una sirvienta. Hasta ahora ello le había funcionado. Nadie sospechaba de su doble vida. Nadie podía si quiera contradecir sus palabras si un entrometido hablaba de más, ella simplemente tendría que negarlo todo y seguir con su vida como si nada hubiera ocurrido. Ventajas de vivir en una ciudad tan diferente a la propia.

Caminó con calma, sin mirar por encima de su hombro durante todo el trayecto contrario a sus costumbres, ensimismada en sus pensamientos anduvo sin rumbo por las calles de Paris, que ha esta hora solo contaban con algunos pocos viandantes que volvían a casa luego del trabajo y alguno que otro que salía de un bar. Ninguno prestó atención a la joven debido a lo silencioso de su andar, así que durante su trayecto pudo meditar con tranquilidad. ¿A qué se debía ese estado de nostalgia? La joven no lo entendía, su estancia en tierra extranjera era solitaria pero tranquila, así que no debería echar de menos a nadie ¿Verdad?

Cuando levantó la mirada se encontraba en una zona que solo visitaba esporádicamente. Un lugar que le llamaba mucho la atención debido a los colores y aromas que inundaban el lugar. Claro, aquello solo era posible apreciarlo a la luz del día. Sin embargo, la rubia se introdujo en el lugar tras encontrar una ventana mal cerrada. Su vestido le dio ciertos problemas para ingresar pero persistió y logró colarse a ese sitio, que estaba apenas alumbrado por las farolas de la calle. Con cuidado se movió por entre los anaqueles, buscando la zona en que estaban los tulipanes -su flor favorita- cuando la encontró se animó a tomar una flor de aquellas y sentarse en un lado en que la oscuridad la cubría. No se escondía de nadie, solo quería estar sola con sus pensamientos.

Ensimismada así se encontraba cuando un ruido proveniente de la puerta la sobresaltó. Su corazón empezó una carrera en su pecho por la adrenalina que se disparó en su organismo. Sin embargo no se movió, algo en su interior le indicaba que era mejor estar quieta. Al instante un hombre se materializó en el espacio contrario al que ella ocupaba, no le veía con claridad pero su voz se le antojó hermosa. Cautivada por ella, se armó de confianza y se puso en pie. No tenía idea de si podía hablarle en confianza, por lo que caminó con determinación hacia la salida, no quería interrumpir la meditación de aquel sujeto.