Los muertos también celebran en invierno || Privado

por **Salomé Ameris** Mar Nov 05, 2013 1:32 pm

"Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver"
James Dean

¿Qué horas eran?, Por el sol que entraba en su gran ventana podría decir que las nueve de la mañana, pero no le importaba descubrirlo, nuevamente cubrió su rostro con aquella gran y acolchonada sabana, pero la magia se había ido, cuando el gran astro ataco a sus parpados y le dio muerte a la bella oscuridad que reinado, desde hace unas cuantas horas. Aun tenía sueño, pero no podía seguir durmiendo, se revolcaba en la cama, como perra en celo, buscando alguna buena posición que le siguieran dando duro. No estaba en el éxtasis de un acto salvaje y sexual, ella solamente quería seguir durmiendo, solamente eso le provocaba un placer monumental, pero a la final nada funcionaba. Dentro de las sabanas salió el minino ya reconocido en la casa y siempre respetado, aunque los sirvientes nunca supieran la verdad de aquel animal, excepto la de más confianza; aquella jovencita que Salome había rescatado un día de las garras de la sociedad y la había vuelto de su propiedad.

De su propiedad… si eso era ella, otro objeto más ¿debería ponerle una marca? Comenzaba a pensar que sería interesante, ver en su cuerpo perfecto y delicado, una marca que la identificara como suya. Tal vez, solamente tal vez lo haría, si se acordaba en algún momento del día, de la semana o del mes, pero sus ansias y entusiasmo parecían ser alimentados, al recordar, que así toda la gente sabría de quien era dueña de la egipcia, aun así, reconocía que era solamente un vano capricho, solamente sería otro antojo retorcido de Ameris. El animalillo regordete, solamente por el pelaje, salió caminando perezosamente de la alcoba, que la Madame Salome Ameris tenía exclusivamente para ella, pronto podía ver como su humilde hogar estaba concurrido, siendo limpiando y arreglando todo para que la mujer de cabellos rubio no le diera un ataque de histeria, al sentir que algo estaba fuera de lugar.

Bajo hasta la sala, mientras buscaba con la mirada a la de cabellos negros, alguno que otro servicio pasó al lado de él, mirándolo con cierto disgusto, pero tragándose sus palabras, los fieles o inteligentes sabían muy bien que aquella mansión tenía oídos y boca también, así que era mejor tragarse cualquier pensamiento que pudiera perjudicarle. Al final Salome era una tirana, cada persona que trabajara para ella, sería considerado como la escoria de la escoria, mas inservible que un animal, aun así, la vieja loca pagaba muy bien a sus empleados, para que mantuvieran todo en perfecto estado.

Al final se había quedado dormido otra vez en medio de la concurrida mansión, escondido entre el árbol de navidad, aquel gran árbol, que Ionemarië, había escogido y decorado, Salome la dejo ser feliz, no le importaba mucho celebrar la llegada del niño Jesús, pero aun así, había impuesto que pusieran una linda calavera en vez de un ángel o la estrella, era lo único que quería ver, pues necesitaba algún sello de la cambiante, alguna controversia. ¿Por qué no le podían órganos disecados como ardernos? Se pitarían de escarcha, un poco de rojo y blanco, pero la egipcia Io le advirtió que asustaría demasiado a los visitantes y a los sirvientes. ¿Quién vendría a su mansión? ¡Nadie! Aun así, sería una pérdida de tiempo y eso era lo que ella no tenía en esos momentos, además los órganos eran muy valiosos para ella, como para estar desperdiciándolo en adornos que solamente durarían algunos meses. ¡Muy ocupada con las muertes por hipotermia! ¡Muchos encargos de invierno! ¡Como amaba esta época del año! Había tantas muertes que sus dedos no podían contarlos, solo por esa razón, comenzaba a amar la época del año..

por **Ionemarië** Miér Nov 27, 2013 3:53 pm

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Bailaba la muñeca muerta con el corazón apuñalado, cantando la risa porque la herida es la danza y su sonrisa, que pide que las victimas inmoladas que duermen bajo las tumbas bailen mientras ella baila y cantaba tranquila. Era inútil llorar ¿Por qué? Contenía las ardientes lágrimas que descendían por su cuerpo en gritos de la herida que era extraída por su sonrisa, no explotaba pues era inútil, su herida se calmaba con bailar dejando que venerase la humillación de sus cadenas. Era inútil rebelarse, pues ella nada de cólera tenia contra el furioso látigo del obedecimiento. ¿Qué sentido tendría las convulsiones de las víctimas…ahora estando bajo tierra?

En silencio, sin hacer caso al chirriar de las cadenas de Io…de aquella mujer que en sueños bailaba ser libre, sin llorar por las brisas de la libertad, de estar sin cadenas, ahora baila, baila y baila en lo que el dolor y la tristeza se olvidaban, olvidando uno o dos muertos del pasado, aquellas heridas causadas en el pasado, que en unos días habían sonado sus labios anhelantes donde pudiera haber habido alguna pizca de vida. Convertía con su danza la herida en fuego que resonaba en sus labios anhelantes, donde ahora quedaban algo de vida en ella, dando sonoridad a un canto que no calla la desgracia ni la tristeza. Sigue y sigue con sus heridas marcándolas con su danza, al ritmo de los acordes de unas guitarras de madera, la caja, la percusión, resonante de repulsiones y locura, cambiándolas con las cerdas de aquellas cuerdas, graves gritos que eran inútiles escuchar.

Dejaba al muerto envidioso en su sepultura, tendido, donde cualquiera moría sin haber antes gritos de tristeza, como una cárcel, llena de presos, en revuelos se movía aún más, como ¡presos! Pero, ¿Qué sentido tienen los revueltas de los presos? Ella no se rebela, se libera, se siente libre llorando con las lágrimas que resbalan por su cuerpo de oscura tez, oliva, carbonizada por el infierno de aquella sala en donde el demonio bailaba con ella con sus ropas invisibles. Los pasos que daba con aquella pieza de bella melodía, era inútil rebelarse, más bien te sentías presa esta vez de aquello que se anhela más, una caricia, orgasmo, tentaciones, restos de sangre que circulasen por las venas, repartiéndose por todo el cuerpo, ahí estaba otro preso como ella, inocente, rebelde intentando ser inocente, esperando a ser inmolado por alguna otra caricia que le hiciera explotar de sus humillantes cadenas.

Se sentían inútiles por protestar excepto por esos vientos que eran exhalados por el aceleramiento de su respiración, de ambos esclavos que había formalizado el pacto del diablo y la diosa, de Perséfone y Hades o de Helena y Paris, Romeo y Julieta, algo prohibido que era inútil descansar en paz, ambos, sonriendo con amor al final, con lágrimas ahora más silenciosas que sus jadeos acallan aún más, pareciendo sus ojos, ambos de ojos cálidos y marrones, pareciendo que pactaban un pacto que lo firmaban con un puñal ensangrentado con amor, uno cae al suelo, el otro se queda mirando como el verdugo mira a una oveja antes de que le degüellen el cuello.

Una se preguntaba si que te apuñalen el alma y el corazón, era un don.
El otro pensaba: “Es una locura, eres víctima, no te rebeles”

Ambos estaban despiertos en aquella sala de baile después de una extenuante sesión de baile entre ambos. Nada había sido liberador para ellos que el baile que habían formalizado juntos. La víctima y la esclava, Sonríen con la felicidad del dolor de la herida, con un pecado como el de gemir si no es con el diablo el cual aguardaba como verdugo de muchas almas malditas.

por **Salomé Ameris** Vie Ene 24, 2014 2:26 pm

“Nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo.”
— Johann Wolfgang Von Goethe

Era una música muy rítmica, que hacia querer mover el cuerpo, pero por suerte Salome no sufría de aquellos espasmos que se le dominaba bailar, prefería seguir siendo un gato rechoncho; aunque solamente se tratara de puro pelo. Escondido de todos, mientras seguía escuchando los pasos de Io danzar con el instructor que había conseguido. ¿Cómo? Era mejor no dar explicaciones, sus métodos no eran importantes, era mejor que nadie supiera como hacia la magia. La ignorancia era buena, te ayudaba a ser inocente, a no preocuparte por las cuestiones de la vida. El estar acostada ya comenzaba a hacerse aburrido, se acostó boca arriba, deseando una mano cálida que tocara su panza, algo trivial, pero en ese figura de gato, siempre reconfortante.

La música se detuvo y de un salto salió el gato, quien se aproximo a Io, quien lo recibió sin prejuicios, le regalo su capricho de sobarle la panza, mientras aun el hombre estaba allí, mirando, estúpidamente la escena. Un gruñido lo altero, ya era hora de largarse, había estado mucho tiempo con su Io, con algo de su propiedad, era mejor que no le recordara el tiempo perdido, pero al parecer a la joven, le gustaba bailar, entonces a ella le gustaba que ella bailase, pero no tanto, debía gustarle más estar con ella que con un mañoso hombre.

Maulló, tenía hambre, quería algo de comer, tostadas con hígado vendrían bien, un desayuno muy a lo ingles, perfecto para el día, con un poco de café negro, bien cargado, salto de sus brazos, caminando hacia la cocina, en donde debería estar su comida, invitando con la colita a la mujer, para que desayunara junto con ella, bueno, que desayunara ella, mientras el gato estaba en su regazo, disfrutando los pedazos de hígado que le podría regalar. Sería feliz.

por **Ionemarië** Dom Feb 02, 2014 3:12 pm

-Ionemarie…-Dijo aquel maestro de danza que horas atrás había estado bailando con ella, horas antes de que aquel minino tan meloso viniera a pararles de su actuación - ¿Nos volveremos a ver? –Pregunta errónea mostro aquel impaciente hombre observando el cuerpo de la egipcia, mostrándose jadeante aun pasándose una toalla por su fornido cuello, por ese cuerpo sudoroso con el que ha compartido algún que otro roce similar al de un orgasmo. Enteramente le dibujo una sonrisa esperanzadora al hombre con un “Tal vez” Este se mostraba patidifuso al recibir esa respuesta esperanzadora, pues pensaba que la egipcia tenía un buen polvo entre sus piernas.

En ello, la egipcia, Io, no se había alejado aun de aquella sala-….-miraba al hombre, acariciándose sus fuertes nalgas de tanto bailar-….Estas nalgas han estado frotándose contra tu polla casi todo el baile…-le guiño un ojo-…Confórmate con eso…que es lo único que tendrás…-con un susurro de serpiente marco la “s” de ese verbo que era sinónimo de conseguir, solo que aquel varón, no parecía querer tirar la toalla. Se estuvo en el sitio, quiero viendo ese trasero en el que efectivamente, su polla quería meterse por varias horas.

**En la cocina…**

-Uno…para mi…-Partía los trozos de hígado que comía-…otro para ti…-Dio uno al gato que descansaba en sus piernas, al que acariciaba cuando este ronroneaba por su tacto-… ¿también quieres verme como me baño?-susurro en las orejas del animal mientras lo abrazaba contra sus senos, aquellos sudados senos bajo el vestido en palabra de honor. En realidad quería seguir bailando lentamente para seguir despejando su mente, ahora de aquellas palabras que leyó en los ojos de aquel que bailo con ella, aquel que podría violarla en cualquier momento cambiando los compases de bailes por simples forcejeos de querer ser liberada y no violada. El baile estaba para ser expresado corporalmente, no para violarlo -….No quiero bailar con el…-murmuro al odio del gato-….La próxima intuyo una violación…-murmuro para finalizar y poder ocultar ese miedo que la aterraba con tan solo pensar esa posibilidad.

¿Ionemarië? ¿Asustada?

-Vamos…-Tomo el gato y lo puso en la encimera-…comete el resto…¿sí?-acaricio el lomo de esta, tenía un pelaje que le encantaba demasiado, era casi un vicio pasarse horas y horas acariciando el pelaje del felino-….aunque….Podría ser un cuerpo de alquiler para que me dé un hijo…-Dijo decidida, había estado la noche anterior pensándolo mucho cuando por la tarde se le ocurrió al sentir la mano de su compañero de baile cerca de su entrepierna. En verdad la tenía ganas.

por **Salomé Ameris** Sáb Feb 22, 2014 12:56 pm

“Toda muerte es principio de una vida”
— José Martí

Los hombres parecían siempre atraídos por las mujeres difíciles, prácticamente inalcanzables, al parecer se habían aburrido de las más fáciles, pero a Salome no le agradaba que estuvieran detrás de algo que consideraba como suyo, de su propiedad y intima diversión, eso ponía de malhumor a la cambiante, debía encontrar un nuevo tutor de baile, aunque comenzaba a pensar en cambiarle las lecciones, tal vez por algún instrumento, como el violín o algo parecido, sería más productivo para todos y menos movido y con menos contacto corporal con alguien.

Adoraba ser un felino, podía recibir todos los mimos, sin sentir que estaba mostrando una parte débil de ella, comía gustosa el hígado, perfectamente cocinado para ella, en el regazo de Io, quien con mucha confianza le hablaba, sabiendo que le entendería. Ronroneo gustosa, mientras ella expresaba sus más íntimos temores, Salome quiso poder expresarse como humana, para darle a entender que no tenía nada que temer, ella nunca dejarían que la tocaran, le cortaría la mano al insolente que la hiciera sentir mal, sin importar de que extracto social fuera, nadie se podía meter con lo de su propiedad.

Se quedo en la mesa, mientras terminaba de desalojar el plato de cualquier pedazo de comida, pero su rostro se alzo al escuchar cual locura tenía en mente la joven egipcia, las caricias en su lomo, solamente hicieron que su pelaje se erizara. El minino salto de la mesa, dejando sola a Io, apresurando su paso hasta llegar a las escaleras. Ella no podía permitir que alguien tocara a su Iomerie y menos un sucio hombre, que solamente buscaba follar a quien mejor le convenía, era más que impensable, si alguien debía sufrir algo así, podría ser ella, quien era más fuerte y no le afectaría nada, siguió subiendo los escalones hasta llegar al segundo piso, se dirigió a su estudio, mientras sabía bien, que la joven estaría detrás de ella.

Pronto se trasformo, oculto su desnudez, con una bata que estaba colgada, sintió los pasos de Io cerca, lo que hizo que girar para encontrarse con ella, se acomodo la bata y rugió suavemente — ¿De dónde has sacado esa idea? — bufo, para girar su cuerpo y sentarse en el asiento que estaba detrás de un gran escritorio de madera oscura, cruzando sus piernas, mientras la miraba detenidamente.

por **Ionemarië** Sáb Feb 22, 2014 2:11 pm

Simplemente pensó lo que quizás deseaba, tener más debilidad por ella, por la familia que pudiera formar con ella. Todo este tiempo había cogido amor y afecto a las palabras rudas de Salomé, a sus gestos que la hacían gritar inesperadamente-….De mi corazón…-Se acercó sin esperar un pase especial por la cambiante-….Solo pensé que sería buena idea aumentar la familia…o bueno…No sé…..tuve un sueño bastante extraño ¿sabes? No había boda, pero había chiquillos por alrededor y parecían adorables….-cruzo los brazos sobre su sudado pecho.

-Vale diablos, no dije nada maldita sea…-Tomo contacto con los ojos de Salome aquellos que le volvían nerviosa y expectante-….Si…¿Qué? ¿No te parece buena idea? Porque si lo piensas, puede ayudarte cuando crezca con la funeraria si es que no te hace un ataúd en secreto para cuando te mate y se quede con tu fortuna…-se puso a pensar mientras se recostaba contra una de las paredes de aquel estudio.

-…-No dijo nada mientras se acercaba a Salomé con aquel movimiento oriental de caderas, bailando al son de alguna música árabe que había aprendido en sus lecciones, solamente hacia aquello para aquella a quien veía delante, para Salomé, para coquetear más que nada con ella, la tomo de las manos aunque tuviera esa cara de pocos amigos-…לא כועס, שמש של חיי ...... (No te enfurezcas, sol de mi vida...)-Sonrió lentamente mientras colocaba esas manos sobre sus propias caderas-….-Nada dijo, solo movía las caderas con las manos ajenas de Salome sobre estas, moviéndolas sensualmente a la vez que se acercaba a ella, tomándola de sus nalgas por debajo de aquella bata, subiendo con lentitud y así poder sostenerla de las caderas contra las propias, haciendo que notara el movimiento de caderas oriental que había aprendido antaño-….Quieres…Yo estoy para servirte, querida…-murmuro lentamente sobre sobre su oído derecho, en donde tenía la mejilla sobre la ajena, sintiéndose completa a su lado.

-….No temas de la idea, es buena pues solo quien porte el semen, solo será utilizado…jamás querido como yo te…-suspiro, se acercó a mirarla a los ojos-….Como ando en deseos de tener más que afecto…Amor…-un lento pero escueto beso poso sobre los labios de la cambiante, termino por separarse y tumbarse tentadoramente sobre aquel escritorio, para después sacar sus piernas, recogerlas apoyándolas en el escritorio, poniendo su trasero en pompa-….O si crees que debes…no sé…castigarme…¿Por qué no lo haces? –

Terminaba por moverse hacia delante sobre aquel escritorio como si fuera ella la propulsora de alguna fuerza invisible, moviendo su flexible cuerpo como si fuera las dunas de las arenas, moviendo su cuerpo sensual hacia delante varias veces, para darse la vuelta en aquel escritorio, quedándose mirando hacia arriba, hacia delante de Salome, movió su pelvis en un semicírculo sobre el escritorio a la vez que su cabeza se echaba hacia atrás dejando caer toda aquella cascada de oscura cabellera.

por **Salomé Ameris** Vie Feb 28, 2014 11:59 pm

“Magia es probar a saltar sin mirar, es caer y volver a empezar”
— Rosana Rosana

Bufo suavemente ante el aire cursi de la humana, trato de desviar la mirada, para no tener un buen contacto visual, pero podría decir que le había tocado alguna fibra dentro de ella, pero lo único que ibo fue gruñir, mientras le dirigía la mirada, algo despectiva, mientras trataba de no cruzas palabras, porque no sabía cómo hacerlo. La idea no era mala, tal vez se necesitara algún heredero que siguiera con su legado, Io tenia buenos puntos, por eso la odiaba cada vez más, haciendo que su rostro se acentuaran las arrugas, aun así sintió sus calidad manos acercarse a ella, obligándola a mirarla, detallar sus ojos, llenos de un loco amor, que ella también sentía que estaba creciendo dentro de ella, algo que la asustaba mucho, tal vez demasiado, se mordió el labio inferior, mientras aun seguía con su rostro disgustado, pero disfrutando a cada segundo que pasaba al ritmo oriental que la egipcia había optado.

Se aferro a sus caderas, al final la había sentado encima de ella, que jodidamente hermosa era aquella mujer, sentía que la envolvía, que la volvía más humana, más frágil de lo que podría llegar a ser, era su maldición, su talón de Aquiles, por desgracia, comenzaba a tener uno. Sus labios se unieron, disfruto cada milisegundo, hasta que ella misma se separo para crear un espectáculo digno de un sultán, solamente para la cambiante. Disfrutaba en silencio sin mediar una palabra, aunque ya Io le había dicho su argumento, explicado con buenas palabras lo que había estado planeando, pero Salome no soportaba la idea de que pudiera ser tocada por otro hombre, sentía que no podía ser así, cualquiera que se atreviera a tocarla morirá al acto, no deseaba que alguien más profanara un cuerpo que solamente a ella le pertenecía.

Inclino su cuerpo hacia adelante, mientras veía como la larga y negra cabellera de la egipcia caía hacia un lado, su mano se deslizo, entre aquellas hebras, hasta encontrarse aferradas a ella, jalo violentamente de sus cabellos, haciendo que la mejilla de la humana impactara con el escritorio — Has dado buenos argumentos, pero no puedo permitirlo — inquirió con tranquilidad, mientras con más firmeza sujetaba su cabello, haciendo que su cuero cabelludo comenzara a doler. Acerco su rostro y beso la mejilla libre. — Eres muy frágil, no soportarías un parto, ese no es mi plan para ti, querida, tu no debes morir de forma tan…. — con su mano libre aparto algunos cabellos de su rostro, para acercarse y poder apreciar su bella mirada — banal ¿comprendes? ¡¿Te he preguntado si me comprendes?! — de un empujón la tiro al piso, haciendo que más de un papel y objeto cayera al piso con ella.

Se arregosto en su asiento, mientras llevaba a su frente una de sus manos, para suspirar largamente — ¿Qué haces en el piso? ¡Levantarte de una buena vez! — noto que su voz comenzaba a sonar más un rugido que palabras, movió un poco su mentón, haciendo grandes gestos con la boca, para que su mandíbula, encajara en el lugar correcto, cuando se alteraba demasiado, podría llegar a comenzar el proceso de trasformación, sin que ella se diera cuenta, pronto su mandíbula se convirtió en humana y todo encajo. Más calmada indico a la humana de clase baja, que se acercara, para que se sentara en su regazo, comprendía que tuviera miedo, pero era mejor que le obedeciera, si no quería que le fuera peor. La jalo de la muñeca para acercarla, sujeto su rostro, con cierta firmeza, pero no le lastimaba o eso pensaba la cambiante — comprende, no puedes ser tocada por alguien más, eres mía, solamente mía… métetelo en ese pequeño cerebro que tienes — habían sido buenas sus intenciones, pero nada aceptables —prefiero hacerlo yo, antes de que te atrevas a ir con cualquier imbécil en busca de semen — bufo suavemente, mientras la soltaba de su agarre.

por **Ionemarië** Vie Mar 21, 2014 8:00 am

Ionemarie solamente estaba en el suelo viendo a Salome con tristeza en sus ojos. Sinceramente, la amaba, pero había veces que se ponía demasiado salvaje con ella, ella se callaba del dolor que la hacía porque estaba acostumbrada en cuanto estaba en Egipto -….Soy igual de capaz que tú de poder tener durante nueve meses a un niño en mi vientre….-Si eso era lo que ella quería, seguramente lo haría-…No me subestimes Salome....-Con esas palabras se fue levantando lentamente, incorporándose, arreglándose sus ropas sudadas de tanto bailar y fue dirigiéndose hacia el baño para quitarse todo el sudor de encima. Aunque podría haber ido a aquel que quería follarla sin descanso, pero no era alguien fácil -….O sino…será un riesgo que tomaré….y si no me dejas que solucionemos el problema es que no confías en mi ni en mis capacidades…-termino por cerrar la puerta de aquella sala en la que estaba Salome, mirándola seguramente con su acostumbrada y controlada ira.

Los pasos ligeros de la egipcia fueron subiendo los escalones que llevaban a las habitaciones de aquella mansión por el segundo piso. Le gustaba bailar, andar por aquellos pasillos llenos de bastante ostentosidad. Las paredes decoradas con cuadros y perchas para colgar plantas colgantes, dando todo un aspecto personal, exótico. Sus pasos se detuvieron delante de su baño personal, en el que ella misma lo había decorado con lo que en parte echaba de menos. Egipto, su tierra que la vio nacer.

-……Estúpida y sensual Salomé….-murmuro para sí misma conforme se iba deshaciendo de las ropas que cubrían su cuerpo, el que después inmediatamente se quedó desnudo, mostrando partes de su cuerpo, sus senos, sus nalgas, sus piernas que fueron las primeras en probar la temperatura del agua que ya había dentro de la bañera-…pero con que velocidad se llenan estas bañeras…-termino por meterse dentro de la bañera, no le importo sus cabellos pues ellos también tenían que ser lavados del sudor y del mal olor ajeno con el que había estado bailando no hace más de unas horas.

La mañana estaba cubierto con espesas nubes grises y degradados oscuros al final del horizonte. Ionemarie los vislumbraba lentamente mientras su cuerpo se cubría por espuma y agua, por sus brazos. La melancolía le llevo hasta las cálidas tierras de Egipto en donde vislumbro el pasado con aquella persona que paso sus primeras experiencias amorosas. A estas alturas, debería de tener hijos, al menos uno en su vientre o quizás ya habría dado a luz. No sabía en qué más pensar. Su familia ya no la recordaba, no recordaba su pasado en Egipto. Ahora se sentía más francesa al haber estado con Salomé, aquella mujer que era difícil, pero a pesar de ello no podía sentirse alejada de ella…y aun así seguía discriminándola por débil, enclenque y dios sabe que más. Nunca…Io era siempre quien mostraba su afecto. No lo podía evitar. Así era ella misma.

-…..-No dijo mucho más pues no estaba tan loca como Salome lo estaba. Salió de la bañera, como dios la trajo al mundo y tomo la toalla que fue cubriendo su cuerpo desnudo y de nuevo se quedó mirando por la ventana desde su sitio. No se acercó a la ventana por si la veían entallada con la toalla sobre su cuerpo y un jadeo repentino salió de su cuerpo, de los escalofríos que sintió cuando una mano le rozo la nalga izquierda - …..Uhm…Salomé…..-Termino por decirlo, pero otra mano fue a su cuerpo y entonces ambas manos fueron hacia la toalla, hasta su torso en donde la empujaron hacia una firme superficie torácica que en cuanto no noto ningún seno rebosante contra su espalda, se tensó de sobre manera. Pensó en darse la vuelta y mirar al hombre que estuviera manoseándola, pero vamos ¿Era una oportunidad para que se quedara embarazada? O ¿era aquel desgraciado que quería violarla? - ¿Sa-salomé? –Termino por preguntar con bastante temor en la voz, la risa le confirmo que no era ella, entonces cuando intento salir de aquellos brazos que la tenían atrapada, los mismos brazos la apretaron aún más, liberándose una mano para dirigirla a su entrepierna, mientras que la otra iba a su seno derecho -….¡No! …Basta! Salomé te pillará!

-Esa loca de tu niñera no sabrá que te he follado una vez que te haya secuestrado…-Termino por sentir como su lengua le lamia su delicada y tersa piel egipcia, sentía como su cuerpo reaccionaba ante tales caricias de aquel que quería violarla, pero a su mano cerca estaba un candelabro vertical en donde había una o dos velas encendidas, tomo del tallo del candelabro para echarlo hacia atrás, acertando en el rostro de aquel hombre. Salió corriendo con la toalla por el suelo, se la puso como pudo alrededor de su cuerpo y solo gritaba el nombre de Salomé.

por **Salomé Ameris** Mar Abr 29, 2014 1:34 pm

Así era ella, inestable, no se sabía cómo iba a reaccionar, tal vez ayer hubiera aceptado tal propuesta, siempre había una mínima posibilidad para todo, tal vez por eso Ionemarie se había atrevido con una jugada tan arriesgada, que lamentablemente había salido trágicamente mal. A la cambiante le parecía ridículo, sumamente ridículo. Decidió ignorarla por su propio bien, si seguía prestándole atención podría hacerle algo peor que solamente golpearla y no era su plan matarla tan rápido, aunque si la provocaba aun más seria su total perdición.

Se sumergió en el papeleo que tenía que hacer, normalmente se lo dejaba a algún asistente que llevara todo lo que tuviera que ver con papeles, pero estos eran diferentes, eran importantes para ella, mantenía apuntes de los cuerpos que entraban y salían de la Morgue, que luego se dirigían a su funeraria para ser arreglados, no todos tenían ese privilegio, era solamente si ella encontraba algo diferente a los demás, tal vez la posible causa de muerte. Amaba las epidemias, era cierta obsesión con ellas, ya que eran fáciles de trasmitir y muchos morían en pocos días, no era fanática de buscar una cura, pero muchos médicos buscaban sus apuntes para comprar los casos y poder llegar a una posible teoría, al final salome era un pilar importante para la medicina y sanidad de parís, ya que lograba comparar e identificar las variaciones de una posible epidemia, mucho antes de que se volviera extensa, esa era una de las ventajas de ser tan curiosa.

Se había perdido totalmente en lo datos, que no se había percatado de la falta de sus galletas en forma de huesos, la egipcia normalmente las traía a esa hora, detallo el reloj de pared de reojo, para asegurarse que no estuviera equivocada en la hora, fue algo estúpido, ella no se equivoca nunca, alzo su mirada, buscando señal de que alguien entrara, pero no escucho ni a un ratón querer entrar, gruño suavemente, estaba a punto de gritar eufóricamente el nombre la joven, pero sus oídos se tensaron, cuando escucharon a lo lejos gritos de una voz conocida.

— ¿Qué les pasa a la gente de hoy en día? — Se quejo levantándose de su asiento y apresurándose a ir hacia la puerta, la abrió y noto la presencia de una de las sirvientas — ¿ Ionemarie? — pregunto con el ceño fruncido, ella negó suavemente, no la había visto ya desde hace rato. Se escucho un estruendo grandísimo en el fondo del pasillo, en donde salió la egipcia seguida por el profesor de clases de baile, su sangre hirvió, camino hacia ellos, sujetando a la joven para ponerla detrás de ella, el hombre se detuvo. — ¿Qué es lo que pretendes? — Pregunto con los puños deseando acertar en su rostro — ¿Cómo te atreves profanar algo que es de mi propiedad? — en su voz se notaba lo enfurecida que estaba, la sirvienta salió de allí, temerosa de lo que pudiera llegar a pasar.

— ¿Suyo? — Cuestiono el hombre con valentía — ¿Cómo puede prohibirle a una mujer lo que tanto anhela? Usted nunca podrá darle lo que quiere, pues carece de tal habilidad — todo parecía indicar que la cambiante descuartizaría al frente de todos al hombre que osaba retarla, pero lo unico que hizo fue sonreír levemente.

— y tu tampoco lo podrás hacer, porque también carecerás de bolas para hacerlo— gruño, sintiendo como la ira la hacía perder el control, sus dientes comenzaban a agrandarse y parecía que su rostro se hinchaba, al parecer comenzaba a transformarse al frente del hombre, sus ojos se volvieron más felinos, se podía sentir el aura asesino en toda la mansión.

por **Ionemarië** Lun Mayo 19, 2014 3:36 pm

No más encontrarse en peligro, Ionemarië se puso detrás de lo que ahora era Salomé. Un animal de mirada punzante con la que podria estudiarte detenidamente y descubrir tus puntos mas débiles. Simplemente, Ionemarië solo se mantuvo detrás y escondida tras la pared de aquel estudio en el que antes estaba Salomé -...¿salome? -Preguntó pensativa en si en su interior estaba aquella que tanto amaba y odiaba, encontrandose siempre en la tesitura de disculparse cuando a veces ni tampoco tenia la culpa. Viendo se quedo la escena desde su sitio. Viendo como aquel animal seguia en posición de ataque, observó igualmente que aquel con quien bailó y quien intentó violarla estaba con un ojo herido y quemado, viendose de una manera, la parte de su rostro medianamente deformado. Asi deberia de estar por dentro. Era tan cabrón que su corazón lo tenia deformado y no estaba en forma para poder recibir rechazos. Lo intuyo de la frase que dijo a Salomé, aquella de " ¿Cómo puede prohibirle a una mujer lo que tanto anhela? Usted nunca podrá darle lo que quiere, pues carece de tal habilidad? " Seguramente aquel hombre necesitaba el cariño de alguna mujer, pero ella misma no estaba en condiciones de contentarle.

-Así que...Por fín, la gatita sacó sus garras para jugar...-Aquella voz parecía tranquila después de la amenaza o la transformacion de Salomé. Parecía que no le habia afectado en absoluto, pero lo siguiente que vio, fue las manos de aquel hombre que se cubrían con un halo blanquecino, escuchaba que decía unas palabras en hebreo y enseguida vio como levantaba el cuerpo de pelaje negro de Salomé transformada y la tiraba hacia un lado del pasillo contra la pared -¡Salomé! -Enseguida Ionemarie salió de su escondite para poder acercarse al animal y brindarle sus animos, preguntandole también como estaba, si sentía algo roto o si sentia dolor alguno, pero lo que vio frente a ella, fue la sombra de aquel hombre crecer y crecer conforme se acercaba a ella poco a poco, finalmente la cogió de sus cabellos largos y húmedos de donde fue arrastrandola por el suelo. Ionemarië intentó salir de aquel problema, pero se sujetaba la toalla con una mano mientras que la otra intentaba arañar al individuo que la arrastraba hacia Dios sabe donde.

Sus gritos salían sin cesar de su boca, removiendose mientras se sujetaba la toalla, pero en cuanto paró de arrastrarla por el suelo, se puso sobre ella quitándole la toalla de enemedio, comenzando a observar el cuerpo esplenderoso que tanto habia ansiado a poseer, estaba practicamente desnuda y él no tardaría en acompañarla de la misma manera. Ionemarië estaba viendo alla en el rincon a Salomé, pero de inmediato vio a varios criados acercandose al que tenía encima, con arpones de acero y vara larga, incrustandolas en la espalda de aquel para apartarlo de su señora Ionemarië aunque estaban mandados por Salomé pasara lo que pasara. Enseguida, tanto el cuerpo de aquel hombre gritando de dolor como el de Ionemarië estuvieron separados, las doncellas taparon el cuerpo de Ionemarie con la toalla que antes estaba por su cuerpo, otras fueron hacia Salomé pero se apartaron al verla reaccionar de buen modo.

Aquella casa, mansión u hogar era cálido y se respiraba la fidelidad de todos con todos.

por **Salomé Ameris** Jue Jun 19, 2014 10:54 pm

No podía creer lo que estaba pasando, estaba siendo insultada en su propia casa, eso no lo permitiría, la ira crecía cada vez más, el cuerpo de la mujer se trasformo completamente en una bestia felina dispuesta a abalanzarse sin medir consecuencias y así lo hizo, sus patas traseras se impulsaron, mientras las garras de las delanteras se dilataban, pero antes de poder si quiera tocarlo, sintió como su cuerpo fue detenido en el aire, no pudo reaccionar, segundos después estaba en el piso, siendo arrastrada por la fuerza del empuje hasta chocar con una biblioteca de su estudio, un rugido de dolor salió de su cuerpo, mientras parecía que se desvanecía y perdía el conocimiento.

Los criados sabían cómo actuar, dejaron a salome resguardada mientras terminaba de recuperarse de su aturdimiento, mientras otros separaban y recuperaban a la egipcia de las garras de aquel hombre, parecía que todo indicaba que los criados acabarían con el hombre y todo seguiría como si nada, posiblemente eso podrían hacer, la casa volvería a la normalidad, todos estarían nuevamente en sus actividades cotidianas y nunca más hablarían del tema, la gente de ese lugar había aprendido que era mejor ignorar, actuar y olvidar y eso hacían todos los días.

— ¡ALTO! — fue un estruendo que parecía un rugido. Salome era cubierta por una fina tela negra, mientras se reincorporaba apartando bruscamente a los criados que estaban cerca de ella, los que mantenían a raya al enemigo también se detuvieron, mirándola algo incrédulos, pero obedecieron al instante, retirándose, pero aun muy alertas — Vienes a mi casa a crear un escándalo ¿solo por esto? — señalo a Io, una de las criadas que la habia mantenido resguardada la sujeto del brazo para llevarla más cerca de la cambiante, esta se aferro a su hombro para que se quedara en ese mismo sitio que estaba diciendo — Esto se encuentra en cualquier lado — dijo mirándola de arriba hacia abajo — hasta en mejores condiciones — se alzo los hombros mientras una risa salía de sus labios.

Termino empujando a la egipcia, su compañera a las garras del hombre y desvió la mirada. ¿Podría haber ciertamente sentimientos en aquella mujer? Tal vez sí, pero sentía que era totalmente una debilidad, debía sentir que podida desaceres de aquella muchacha, pensar que era igual a las demás que habían pasado por sus garras. — Déjala que se vista, puedes llevártela y hacer con ella lo que quieras — término de decir mientras se giraba dándole la espalda a todo aquello. Los criados bajaron sus armas, miraron a Io con cierta tristeza, las mujeres la agarraron firmemente para que no fuera detrás de Salome y la llevaron a su habitación para vestirla y arreglarla, terminaron de hacer una pequeña, maleta con sus pertenencias y unos lindos vestidos que Salome había hecho que se lo compraran.

Todo ya estaba listo, el hombre esperaba en la puerta de la mansión, mientras salome parecía que había desaparecido completamente del lugar, las criadas llevaban a la mujer a tirones, mientras ya su maleta terminaba de ser puesta en la carreta, una sombra apareció en el umbral de las escaleras, era la cambiante con un gran vestido negro que miraba con ojos inexpresivos como la egipcia parecía negarse a tal decisión que ella había tomado.

por **Ionemarië** Lun Jun 30, 2014 6:43 pm

Las despedidas siempre habían sido duras para aquellos a quienes amasen. Io estaba dejando la mansión de Salome sin ni siquiera sabe a donde iría con aquel chacal que la estaba acompañando. Estaba comenzando a atarla con las manos hacia atrás mientras Io estaba mirando aun por la ventana, entonces cuando se dio cuenta de como estaba, mordió el cuello ajeno, clavando si podía sus dientes hasta que esta recibió un bofetón en su rostro que la dejo inconsciente, dejando vía libre para aquel quien iba con ella, pero no habían llevado mucho tiempo desde que salieron de la casa, es mas, aun estaban en la puerta de la casa cuando aquel tipo saco a Io al hombro, maniatada y con ella salió del carruaje a medio camino, observo que la cambia formas estaba allí observando así que la violaría en ese mismo instante.

Coloco con cierta brusquedad el cuerpo de Io boca arriba sobre la tierra, le desato las manos y de un fuerte girón, le arranco las ropas a la pobre egipcia, comenzó a acariciar sus senos conforme este se arrodillaba en el suelo, el que despojaría la virginidad de la egipcia, el que haría suya a una preciosidad de mujer -…¡FIJATE GATA! ¡ ME FOLLARE AQUELLO QUE TE ES MAS PRECIADO INCLUSO CUANDO ESTA INCONSCIENTE! –

Con una cruel risa termino, pero al estar tan distraído amenazando a la cambia formas, no se había dado cuenta que Io había estado despierta todo el rato, rápidamente rebusco en las botas de aquel hijo de la gran puta hasta que encontró una pequeña funda con una daga dentro. Cogió aquella daga y de un solo manotazo, corto, amputo el miembro mancillado por la avaricia de follarse un cuerpo bonito, corto al ras los testículos junto con su pene y las ropas que los cubrían.

Io estaba caminando hacia atrás, con el vestido roto de nuevo y aguantando todo deje de tristeza. Se intento tapar como pudo, echándose hacia atrás, hacia atrás, hacia atrás, para después sostenerse en dos criados que habían salido a socorrerla. La echaron una manta encima y con ello dejaron a aquel tipo desangrarse, siendo llevado por más criados los cuales terminarían con la vida de ese chacal.

Ionemarië no sabía si debía preguntar por qué la dejo ir, pero había vuelto a sus aposentos sin decir mucho a Salomé quien había pasado de largo al verla entrar a manos de dos de los criados. Habría pasado un cuarto de hora, mas o menos y donde por fin estaba vestida nuevamente, pero estaba en su habitación, quería ir con Salome y hacerle un montón de preguntas, pero es que se quedaba en blanco. No sabia que hacer en estos momentos.

por **Salomé Ameris** Miér Ago 20, 2014 9:30 pm

Era aquella actitud que desconcentraba a las personas que llegaban a estar en el extraño circulo de la cambiante felina, siempre actuando de la forma en que menos se lo esperaba, cuando parecía que había llegado a entenderla un poco, sus acciones parecían contradecirla. Sus sirvientes parecían atónitos, estaba entregando tan fácilmente a una mujer que celaba como fiera de cualquier mirada y ahora como si se tratara de un trapo viejo y usado la dejaba ir con un hombre obsesionado con ella.

El porte de Salome era sombrío, con su gran vestido negro y un grande sombrero que cabria parte de su rostro, estaba allí, con dos de sus más leales sirvientes, que con la cabeza baja se despedían de la Srta. Egipcia como con cariño se referían a ella, era uno de los pocos momentos que le hubiera gustado poder refutar, intervenir en un claro error, pero debían asumir su posición, eran simples empleados, que no tenían voz en ese lugar, solamente podían ver con tristeza como la joven era tratada como un objeto ganado en una contienda.

― Suelten a los perros — Ordeno claro, su en su rostro no había expresión alguna, simplemente disfrutaba del espectáculo que aquel imbécil deseaba darles, pero su amada Io era toda una guerrera, en su sangre había la formula de nunca rendirse, era parte de su encanto querer luchar siempre, aun si todo pareciera acabado, ella buscaba la victoria, aunque pocas veces llegara a encontrarla. Dos esclavos cambiantes llegaron en forma de caninos, aun consiente pero desangrándose lo arrastraron ansiosos de poder seguir maltratándolo hasta que su cuerpo no pudiera mas, aunque ya había sufrido suficiente con la mutilación genital.

Todo había terminado, el hombre ya estaba muerto, no estaba ni deseosa de ir a explorar su cuerpo y su posible secretos mágicos. ― Exijo muchas galletas ― giro su cuerpo y volvió a la mansión. Todo poco a poco comenzaba a volver a la normalidad, los empleados arreglaban y limpiaban los destrozos, limpiaban cualquier rastro de sangre que podría llegar a quedar en las paredes y los pisos, el olfato de Salome era bueno, debían hacer una limpieza profunda para poder cumplir las exigencias de la gata loca.

Era la hora de la cena, todo estaba preparado, en la gran sala del comedor había dos platos, uno preparado con los mejores ingredientes y el otro era un simple tarro de galletas de mantequilla del cual ya Salome había acabado tres; uno de los empleados había tenido que salir a tal hora buscar al menos una docena más, porque en la despensa llegaba a estar en números rojos su existencia. ― ¿Por qué no comes? ― pregunto mirando el plato intacto de la contraria ― No me digas que aun estas molesta porque casi te deje ir con aquel hombre ― refunfuño restándole la importancia que tenia. ―Había sido una forma de demostrar que puedo desprenderme de las cosas fácilmente — explico tranquilamente. Su voz pareció bajar el noto, un leve silencio se apodero del salón.

―Creo que falle…― susurro suavemente tratando que fuera una ilusión del mal oído de la otra. Pero era simplemente cierto, había descubierto; aunque no lo expresara. Que no podía deshacerse de la egipcia tan fácilmente, ella había luchado, no se había dado por vencida, aunque Salome pareció darle la espalda. La querida, mierda, parecía que la amaba.

¿Eso era posible?

por **Ionemarië** Vie Ago 29, 2014 1:39 pm

La mano de Io se desplazó hasta ponerla sobre la mesa, haciendo empuje para poder levantarse de la mesa, cogió el plato de Salome apartándolo para ser sustituido por ella misma, abriéndose de piernas y finalmente caer despacio sobre el regazo de su amada gata, se acercó, le levanto el rostro con lentitud y tras mirarla unos segundos, sus labios se unieron en un beso lento y lleno del afecto que tenía hacia Salome – Da igual cuantas veces quieras deshacerte de mí, siempre nos perseguiremos como el sol persigue a la flor dando igual lo muerta que este…-Acariciaba el rostro de Salome con una mano.

– Siento lo de antes…no quiero perderte Salomé…-Termino acurrucada en la curva del cuello de Salome, oliendo su perfume y termino por arrodillarse ante ella, colocando su cabeza en las piernas ajenas, como si fuera su sumisa y Salome para ella fuera la que dominaba todo el juego – He sido cruel…lo siento…-murmuro aún puede con pavor de ser rechazada de nuevo, se acercó de nuevo a ella y se interpuso entre sus piernas, aun de rodillas se acercaba más y más hasta abrazarla por la cintura, comenzaba a besar el canalillo que poco se dejaba ver por el encaje del vestido, subió su mirada, apoyando la barbilla en el pecho de la gata – Puedes tener tú el niño…ya me da igual quien lo tenga….-Parpadeo notando húmedos sus ojos –He pasado contigo por mucho Salomé y quiero seguir pasando tributo alguno junto a tu lado –Sabia que lo que decía a lo mejor no llegaba al corazón frio de la cambiaformas, pero siempre había que intentar darlo todo. Aunque luego perdiera, ella seguiría intentándolo.

-Mi señora….-Dijo el sirviente que regreso de nuevo con más galletas, pero se quedó expectante al ver a la egipcia en una posición tan ocurrente para la mente de un pervertido - ¿Puedo quedarme a mirar? –Pregunto con atrevimiento el cómo se desenvolvería la tarde de entretenida. Io se quedó un poco perpleja de la petición del sirviente, cosa que ahora Io parecía estar muy por encima del sirviente también. Io no dijo nada, solo se quedó mirando a Salome la cual no sabía aun su reacción, seguramente ella le tiraría el plato de galletas o iniciaría el juego solo para el goce del sirviente. Estaba pensando en salir, pero se abrazó más a Salome por simplemente que la consideraba como suya y Salome la tenía a ella.

Vale. Ella daría el primer paso. Se volvió a subir a las piernas de Salomé e inmediatamente comenzó a besarla con lentitud, abrazándola por la cintura, subiendo sus manos con lentitud hasta que sus manos llegaron al lazo del vestido oscuro, lo iba deshaciendo a vista del sirviente pero luego Ionemarie se quedó observando al mirón de turno - ¿No crees que esto ya es suficiente para ti?

-No, quiero más….-se lamio los labios – Quiero que ahora os toquéis…-rio-Estáis para….-Io no soportaba tanta burla, le lanzo una de las copas de la mesa con tal de que el sirviente huyera, y así paso, huyo del mal genio de la egipcia e Io solo suspiro para mirar a Salomé, fijándose en su pañuelo nuevamente – Yo sí que quiero mirar de cerca….

por **Salomé Ameris** Dom Oct 12, 2014 7:52 pm

“Ninguna presencia podrá turbar esta alegría que me traes otra vez, encanto regenerador que detiene el tiempo.
— Eugenio Montale

No era eterna como deseaba que muchos pensaran. Detrás de ella venían sus años, tocaban la puerta, rasguñando su mente, llevándola a la realidad de todo el asunto. No se movió del lugar cuando la egipcia pareció tener la iniciativa, estaba sumida en tantos pensamientos que comenzaban a hacerla sentir cierta presión en la cabeza. Pero la mujer de cabellos negros y piel tostada por el inclemente sol de su tierra, le ayudaba a relajarse más de lo que ella misma pudiera pensar. Sus ojos pecaban, mil veces lo hacía, con cada mirada que le brindaba, cometía un crimen. Era perfecta, tan manejable, moldeable, rompible pero flexible.

No la rechazaba, aceptaba sus besos, sus caricias. Ella era la gran felina, mientras Io era apenas un ratoncito; el ratoncito preferido de la gata. Apenas una leve sonrisa se disimulaba entre la comisura de sus labios, mientras la veía arrodillada con su cabeza en sus muslos. Acaricio su cabello con cierto deseen, pero era una clara muestra de cariño hacia ella. Io era su mundo, la envolvía en una grata burbuja que si era rompía provocaba cierta irritación dentro de ella. No quería dejarla a merced de cualquiera.

Sus galletas habían llegado, no presto mucha atención a las palabras del joven, lo escuchaba lejos mientras la traviesa de su ratoncita desplazaba sus manos por cada parte del cuerpo que ella deseara. No le importaba mucho que estuviera prácticamente desnudándola al frente de alguien. Era divertido, le gustaba ver las expresiones de las personas cuando se encuentran con algo que no eran acostumbradas. Pero cuando ya todo se volvía más personal Ionemarië supo cuando mandar al diablo al mirón.

— Pero si eres la única que puedes mirar, no es necesario tampoco utilizar los ojos para eso ¿Cierto? — volvió a enredar sus manos entre sus cabellos, dejando que este fuera acariciado por sus dedos. — Me gustaría ver que tienes debajo de aquella falda — la sujeto para subirla a la mesa haciendo que abriera las piernas. La falda le caía, cubriendo su parte intima. La mano de salome se adentro a ese lugar, tomo como guía los muslos de la egipcia, hasta que llego al monte de Venus completamente descubierto. Sonrió complacida — Que niña tan mala, te has olvidado de la ropa interior — acerco su dedos hasta aquellos labios calientitos, de donde brotaba cierto liquido, como si se tratara de miel, su dedo fue mas allá hasta tocar su clítoris, el cual atrapo con sus dedos y acaricio con el cuidado que ella solamente sabía que podría estremecerla con facilidad.

por **Ionemarië** Vie Nov 28, 2014 9:21 pm

Los gemidos que emitía la egipcia eran bastante sonoros pero ella intentaba que no sonaran demasiado ya que parecía atraer demasiado la atención. Ahora Ionemarie, estaba tumbada en aquella mesa de madera alargada donde Salomé estaba indagando en su clítoris, haciéndola temblar sin piedad y directamente Ionemarie quería deshacerse de su corsé. Hace tiempo que si, que la egipcia hubiera querido disfrutar de la compañía sexual de una mujer en especial. Ahora estaba junto con Salome, una mujer de hierro que al parecer la egipcia era su única panacea.

Ionemarie se fue incorporando sentada sobre la mesa para llevar su mano hacia el escote de Salome y desabrochárselo para ver un sostén oscuro de encaje - ¿No has llevado luto siempre? ¿No es hora de vestirte al menos de lavanda oscuro? –Pregunto con curiosidad la egipcia, Io y solamente propiedad de Salomé en aquellos momentos. Cuando estaba con la cambia formas, esta estaba siempre se preguntaba si sentía algo en su corazón, pero enseguida le aparto la mano y se llevó la mano que estuvo en su propio clítoris y lamio la yema de los dedos que se habían metido dentro de sexo, lamia cada dedo de Salomé – Salome, ¿Por qué no probar colores más alegres?

La misma morena que iba a deslizar su mano hasta tomar un seno se detuvo al notar como el suelo bajo sus pies y la mesa comenzó a temblar repentinamente poco a poco de un modo gradual, haciendo que las vasijas y adornos se cayeran al suelo. Ionemarie se bajó de la mesa con miedo a que pasara algo o comenzara una mala tempestad. Se aferró a donde pudo cercar de Salomé - ¿Qué ocurre? – Fijo su mirada en la cambia formas y pudo ver a los sirvientes y doncellas nerviosas, corriendo en búsqueda de alguna protección pero enseguida Ionemarie vio a Salomé, temiendo por su vida – Tengo…temor Salomé ¿De verdad…? ¿Por qué tiembla el suelo? ¿Aquí es normal? –Se preguntó pues aun en Egipto o de donde venía, los terremotos no ocurrían a menudo o solamente cuando algún hechicero quería someter a la gente bajo un yugo maldito.

Pero todo enseguida fue calmándose lentamente.

Lo único que no se derramo fue la leche que había dentro de la taza de porcelana sobre la mesa. Todo se calmó repentinamente y los sirvientes volvieron a sus actividades. Esto era raro para Ionemarie – Lo siento, en Egipto apenas tenemos de esto….creo –Miraba a los lados sin saber demasiado bien en donde meterse, pero igualmente salió corriendo hacia su habitación, yendo con los brazos a su alrededor, abrazándose a si misma para después sentarse al lado de la enorme chimenea de su cuarto.

por **Salomé Ameris** Vie Dic 05, 2014 6:31 pm

¿Por qué no llevaba colores más alegres? Se preguntaría la gente. Salome era una mujer hermosa, con un cuerpo de contextura que muchas mujeres envidiarían por lucir. Podría posiblemente quedarle bien muchos colores de la paleta primaveral, pero esos colores no eran para ella. Tal vez en un pasado, que hace mucho tiempo paso, habría estado encantada de utilizar un vestido lleno de color. En el presente era una persona que no necesitaba el color de la vida para ser feliz. Había encontrado en la oscuridad, lo que muchos buscan en la luz, solamente cambiaba la perspectiva en que veía el color y lo lúgubre. Ella había preferido salir de lo cotidiano para poder resaltar en la luz, con un poco de oscuridad.

¿Pero cómo explicarle a Io que no estaba de luto? Era un simple gusto que termino llevando hasta que enmarco parte de su vida y ahora era parte de su estilo de vida. Sonreía mientras seguía jugando con sus dedos el interior de la egipcia, tocando a su antojo lo que proclamaba como de su propiedad. Era un cuerpo exquisito, más que perfecto en proporciones adecuadas, no le faltaba nada ni le sobraba.

— Tienes el rostro de un ratón asustado — sentía temblar el piso. Sus sentidos se agudizaron, pero se mantuvo tranquila, mientras dejaba que los sirvientes se mantuvieran alerta. Varias cosas se podían escuchar como caían al suelo y otras cosas terminaban derramada. Muchas de los sirvientes le costaban mantenerse en pie y se apoyaban en las paredes hasta que finalizo el temblor. La italiana no se había movido de su asiento, pero había mantenido su mano firme en la egipcia, quien de los nervios salió corriendo sin previo aviso dejándola sola. No se molesto, tampoco reprocho su comportamiento, era algo normal asustarse con nuevas y extrañas experiencias.

por **Ionemarië** Dom Dic 28, 2014 6:56 pm

Los ojos de la egipcia brillaban por el miedo que sintió momentos atrás por el terremoto. Pensó que era el final del mundo por como las cosas se movieron alrededor de la mansión pero todo estaba oscuro de repente y las doncellas iban encendiendo velas a pesar que era de dia. Inmediatamente se había nublado el día con oscuras nubes de tormenta que podrían estar amenazando a un bello final de cuento de hadas que pudiera existir para Ionemarie. Bien, nada era perfecto. Las ventanas volvieron a temblar, de repente explosiones alrededor de todas partes hubo, los sirvientes corrieron de aquí para allá, todo se volvió loco de repente e Ionemarie, estaba comenzando a sentirse identificada con algo parecido que paso hace tiempo.

Los mismos augurios de sucedieron cuando ella era tan solo una pequeña joven que estaba siendo cuidada por las doncellas del faraón. Después años atrás estaba enamorada de la hija del faraón. Todo un lio. Ahora esto volvía a pasar. ¿Era a causa de ella? Ella solamente era una pobretona que estaba siendo contentada con la atención que le daba Salomé y al parecer la recibía con creces y sin intereses. Los terremotos habían cesado y el temporal seguía como se había puesto. Oscuro y tenebroso sin saber que podría pasar después. Había solamente silencio – Se habrá puesto mal el temporal…¿pero de repente? –Se preguntó hablándose a si misma, posiblemente algo hacia Salomé quizás siendo tal vez quien le dijera algo que ya sabría desde un momento.

Todos habían parado de hacer tareas en la mansión y solo estaban atentos a lo que pasaba alrededor. Sí, todos estaban mirando que pasaría después pero todos seguían quietos como si esperasen a alguien que nunca iba a llegar. Al final eso paso. Nadie vino a ver qué pasaba o nadie apareció o nadie llamo a la puerta principal para entrar a la mansión anunciando noticias malas o buenas. Ionemarie se sentó de nuevo en una de las sillas cerca del comedor para coger una galleta y comenzar a comerla solamente por los nervio que tenia en el cuerpo. Bien, ahora ¿Qué pasaría? Seguía comiendo galletas cuando su cuerpo estaba inquieto e intuía lo que muchos hacían. Peligro. Un peligro desconocido.

por **Salomé Ameris** Mar Feb 10, 2015 6:25 pm

Era molesto para la cambiante que hubiera movimientos bruscos y pocos esperados por toda la casa. Era como si estuvieran moviendo los cimientos de esta misma. ¿Sería que el infierno estuviera reclamando su derecho sobre ella? sus empleadas paseaban de un lado a otro, tratando de proteger la cristalería y los objetos preciados. Todos estaban tan tensos que eso provocaba cierta atmosfera tensa, que abrazada a cada uno de los corazones de todos los presentes. Pero poco parecía importarle, pues ella seguía inerte, rígida como siempre, pero cuando su rostro giro y encontró el semblante preocupado destrozar la belleza de Io, algo de ella pareció ablandarse.

— Deja de comer tantas galletas, te volverás obesa por tanto dulce — inquirió quejándose con suavidad. Le quito la galleta de su mano y se la llevo a la boca, esperaba que la egipcia resoplara algún signo de rebeldía, pero no lo espero, volvió a tomar su mano para levantarla de la mesa y arrastrarla como simple muñeca de trapo entre los escombros de su lúgubre y fantástica mansión — Este lugar se ha vuelto la puerta al infierno — bufo con cierto mal humor en sus timbre de voz.

— Pero eso no cambiara nada — estaban en el medio de la gran sala de recibimiento. Se detuvo, haciendo que el cuerpo de la joven girara en su eje, la atrapo ágilmente, se aferro a sus caderas y la acerco a su cuerpo, para comenzar un suave y lento baile en su pista improvisada, con una música silenciosa. — ¿En qué piensas? Se te ve decaída — ladeo la cabeza un poco preocupada — Mañana Saldremos al jardín botánico, podrás respirar aire fresco y olvidar todo lo sucedido hoy — No podía evitarlo, se volvía blanda con ella. Sonrió, como ella solamente sabía hacerlo a su lado y deposito un suave beso en sus labios en los cuales susurro unas palabras que solamente ella debía escuchar…

—Te amo… [/B]

por **Ionemarië** Mar Feb 10, 2015 7:10 pm

A pesar de que ella era la reina entre los muertos del cementerio, sabía también como bailar sobre el corazón de los vivos y tenerlos a sus pies. Y ahí estaba Ionemarie, suplantada de pie sujeta de las caderas con las manos de Salomé, atrayéndola a las ajenas, Io jadeante por la sorpresa después de lo que había pasado. Inmediatamente se quejó entre los labios ajenos que se alejaron demasiado pronto, no sin dejar la miel en sus labios queriendo probar más de Salomé.

– Salomé…Yo…-Ionemarie rodeo la cintura de Salomé con sus brazos y sus labios fueron directo hacia los ajenos para poder manejar un poco ella aquel lento baile en el que estaban ambas metidas. Sin poder evitarlo jadeo nuevamente, siguió hasta que puso a Salome contra una pared y se alejó lo suficiente como para bajarse un poco los botones del escote, pronunciando aún más sus voluminosos senos sin sostén ni sujeción por dentro.

Se acercó nuevamente y vio ella misma como se abultaban sus senos al presionarse contra Salomé – Esta vista es para ti….-Lamio sin preguntar parte del mentón ajeno con cierta lentitud, sin demorarse ni un solo instante mientras esta deslizaba su mano hacia abajo, hacia el interior de aquella gran falda de oscura tela de encaje, notó las medias y debajo las braguitas mínimas que le gustaba ponerse.

– Déjame tocarte Salomé….-Saco la mano del interior de la falda y la llevo hacia uno de los senos por encima del vestido de encaje, estrujándolo y disfrutando la textura de estos – Creo que tantos acontecimientos me ha puesto como una perra en celo – Se lamio los labios lentamente, echándose el pelo hacia un lado para mostrar mas de su tostada piel de oliva para la vista de quien la mantenía.

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