AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Acechan las sombras [Elijah]
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Acechan las sombras [Elijah]
Cualquier punto, cualquier acto, puede conllevar a la desgracia o a la suerte, tanto si decides actuar o no, sé precavido. Todo en esta vida se devuelve. —
Esperaba caminar en la dirección correcta, o por lo menos aquel era mi deseo. La lluvia que caía de los cielos entelaba mi vista y me hacia aún mas lenta de lo que mis pies humanos ya eran de por sí. Mi capa ya mojada, solo me hacia sentirme mas pesada y lentamente el agua había llegado a mi vestido. El agua y el frío ya podía decir que se hacían con mi cuerpo lentamente y la lluvia para mi mala suerte no dejaba de caer. Parecía ser una de estas noches turbulentas, en los que la tormenta llenaba todo el espacio, como cuando el sol alumbra todo con sus dorados rayos a su paso.
Las calles estaban desiertas, bien por mí, ya que no tendría que aguantar aquellas miradas de desprecio de los de clase alta al ver a alguien que no es de su misma calaña, aún así estar sola en la calle era un riesgo considerable, ya que era de las pocas mortales que andaban por la ciudad a aquellas horas, siendo una fácil victima para cualquier vampiro. Al cruzar ese pensamiento por mi mente, me estremecí y me encogí, abrazándome a mi misma con mis brazos, intentando aportar algo de calor a mi tembloroso cuerpo. Oyendo el viento mecer las ramas, la lluvia y mis pies pisando las calles mojadas, aceleré un poco el paso, queriendo llegar ya a mi destino, la mansión de Elijah. Solo una vez había pasado cerca, y aún me acordaba de aquel esplendoroso lugar, que había logrado por unos segundos que mi corazón dejara de latir impresionado.
Elijah y yo nos habíamos conocido una noche, en la que tuve la mala suerte de toparme con inquisidores y esos miserables aprovechándose de que eran más, me ataron a un árbol, el cual querían quemar conmigo en él. Por suerte Elijah oyendo mis gritos, y aquellas siniestras risas - que al recordarlas todavía se me ponen los pelos de punta – llegó hacia mí y matando a aquellas pobres almas, me liberó de mis ataduras antes de que el fuego empezara a quemar mi cuerpo lentamente en una ardiente agonía. Desde ese momento quizás no nos consideraríamos amigos, pero sin duda, era algo parecido. Algunas noches venia a visitarme a mi humilde morada, y otras veces, cuando mis sueños me lo requerían iba yo a visitarlo. Y la pasada noche, aquellos sueños, aquellas visiones… Aún mi cabeza no las comprendía, por lo que me urgía hablar con él, contarle. Si mis visiones fueran ciertas, todo estaba por cambiar. Todo este mundo conocido cambiaria.
Levanté la vista tras unos minutos dándome cuenta de que había terminado en la zona alta de Paris y finalmente la avisté, la entrada gigantesca de aquella mansión. Sonreí ligeramente mas tranquila, pese a los temblores y frío de mi cuerpo, una vez entrara en aquella mansión nada malo me ocurriría y encontraría el calor que necesitaba. Llegando a la puerta, me sostuve en ella agotada y rendida tras aquel viaje. Intenté abrir la reja, pero estaba cerrada. Maldición, mormuré por lo bajo. — Elijah… Por favor ven. Abre la puerta o ven a buscarme. — Le llamé con voz temblorosa a causa del frío que ya calaba mis huesos. Confiaba en sus sentidos vampirícos, y rogando que no anduviera en algún otro lugar buscando su cena, esperé que diera acto de presencia. Sin duda, si se encontraba dentro de la mansión, debía de oírme por más lejos que yo anduviera.
Alyssia Donovan- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/05/2013
Edad : 32
Re: Acechan las sombras [Elijah]
El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.
William Shakespeare
William Shakespeare
-Señor Elijah, una fuerte tormenta azota la cuidad hemos cerrado todas las puertas y ventanas. Pedimos permiso para retirarnos a nuestros cuartos-
-Muchas gracias, pueden retirarse. Espero puedan dormir bien esta noche de tormenta.
Como todas las noches, Elijah permanecía despierto gracias a la falta de necesidades tales como el sueño, él sabía que sus criados tenían que descansar y que algunas veces sus labores eran un poco pesadas para sus cuerpos más les mantenía correctamente en vez de matarlos de hambre. Recorrió su mansión dando pasos lentos y suaves que resonaban en todo el lugar en consecuencia del enorme silencio que había en la morada. Solo quedaba él, un fuego en la chimenea y algunas luces encendidas como para poder leer un libro tranquilamente. No era una noche para salir, hoy se quedaría en casa.
Se acercó a una ventana desde el estudio para observar las gotas de agua caer, la forma en la que purificaban el mundo era maravillosa, todo parecía perfecto y mejor con lluvia a tal punto que hasta parecía que asesinar a alguien bajo la lluvia era más dramático y con mayor carga emocional. Suspiró, aquella noche cuyo velo encerraba los actos más oscuros estaba ahora tranquila porque muy pocos vampiros gustaban de beber sangre entremezclada con agua, aunque había alguno que otro desesperado, como en todo lugar.
Se sentó frente al fuego, para dejarse llevar por sus pensamientos. Cerró los ojos y lo único que escuchaba era el crujido de las astillas mezclado con las gotas azotando los pisos con algún que otro relámpago que iluminaba los cielos. De forma repentina algo le erizó la piel, alguien familiar estaba cerca y pronto averiguaría quién era. Ignoró todo ruido del ambiente y por varios segundos no pudo escuchar más que el mismo susurro de la noche hasta que una voz, aquella voz tan familiar y tan querida.
-Tempest- Se dibujó una sonrisa en so rostro y su profunda voz hizo eco en todo el lugar y aquellas palabras le hicieron prácticamente que materializarse en donde la chica se encontraba pero no sin antes tomar unas mantas que sabía se mojarían en el trayecto. Saltó de árbol en árbol porque sería más rápido para llegar, y así lo fue porque de cinco saltos estaba detrás de la joven bruja que alguna vez había ayudado. El verla desató varias memorias en su mente y esos milisegundos fueron más que suficientes como para recordar aquellos rostros de inquisidores se toparon con la sorpresa de un vampiro apareciendo al llamado de una bruja. Se reintegró tan solo varias micras de segundo más tarde de haber estado mirándola.
-Tempest, querida vamos adentro y luego con las formalidades ¿sí?- Se limitó a decir, él sabía que ella reconocería aquella voz y no entraría en pánico, le cubrió el cuerpo con las mantas para evitar que perdiese más calor aunque hasta no haber ingresado al hogar no podría cambiar aquellas ropas empapadas. La levantó en sus brazos y saltó aquella larga verja, corrió con la joven bruja en brazos porque sabía que sería más rápido de esa manera. Una vez adentro le indicó a la chica un lugar para poder cambiar su ropa, él la conocía y como no tenía muchos conocidos/amigos tenía enormes cantidades de ropa que había comprado por comprar. Estaba seguro que algo sería perfecto para ella. Él en cambio se dedicó a mantener el fuego encendido y colocar más leña en el mismo.
-Querida, deberías de saber que puedes enfermar, o cosas peores estando bajo esta tormenta así ¿A que debo la sorpresiva pero enormemente grata sorpresa?- Se limitó a decir aun mirando el fuego, dibujando una sonrisa en su rostro porque ciertamente la extraña un poco.
Elijah Fray- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2013
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Re: Acechan las sombras [Elijah]
Esperando que vinera, permanecí quieta al lado de la puerta, recordando cada una de las visiones que había visto esa misma noche. Gemí angustiada al recordar la última de las escenas, y me eché a temblar. Si temblaba por el frio que calaba mis huesos o por los recuerdos de las visiones, no lo sé, lo que sí que agradecí de todo corazón cuando sentí una presencia tras mi espalda y la voz de Elijah resonó en la noche, distrayéndome de mi mente. Sonreí al escuchar su voz —Elijah —Susurre reconociendo su voz. Suspiré al sentir las mantas rodeándome el cuerpo y agradecida dejé que me llevara en brazos hacia el interior de la casa, donde quizás podría secarme las ropas o por lo menos, me encontraría más cálida.
Cerrando los ojos para no marearme con la velocidad sonreí en sus brazos. Siempre me había preguntado como seria ser un vampiro y tener aquella velocidad innata. ¿No se mareaban ellos nunca? Reí ante mis pensamientos, encontrándome con que de pronto ya no me encontraba bajo la lluvia, si no todo lo contrario. Me encontraba ya a salvo en su cálido hogar. Alcé la mirada y le sonreí asintiendo a sus palabras, mientras me dejaba en el suelo y me indicaba donde poder cambiarme. Me adentré a la habitación donde había un gran armario lleno de ropa y fruncí el ceño. — Seguro que no te importa? —Pregunté pensando que aún estaría allí tras de mí, cuando me di la vuelta y vi que ya se había alejado de allí. —Supongo que no te importara… —añadí en un susurro empezando a ver la ropa que había, tomando lo que parecía de mi talla.
Intenté no demorarme mucho, y cuando terminé por escoger un vestido y un abrigo con el que poder taparme, ya que todavía me encontraba helada, me encaminé hacia el salón. No me costó mucho encontrarlo y allí estaba él de espaldas a mí, avivando el fuego, metiendo más leña.
— Una vez me dijiste que en noches de tormenta, menos ríos de sangre, no creía encontrarme con ningun vampiro. Necesitaba venir a verte, me urgía mejor dicho y hacia tanto tiempo no te veía. —dije acercándome hasta quedarme a su lado y calentar las manos, acercándolas al fuego. — No te será una sorpresa agradable, créeme. Me gustaría venir con mejores noticias, o por lo menos algún motivo más apacible, que por lo que acudo a ti. Pero es que no se me ocurría a quien más acudir y estoy tan asustada… — Me giré hacia él buscando su mirada, mirándole fijamente, buscando el valor, la seguridad que me aportaba su presencia para seguir. — Mis visiones han vuelto Elijah. Y lo que me dicen, lo que me enseñan…No sé por dónde comenzar. Que contarte… — Suspiré buscando las fuerzas en mi interior para afrontar lo vivido y revivir de nuevo aquellas visiones. Aquellas sensaciones.
— Supongo que por el principio… ¿Has escuchado estas últimas noches los susurros en la oscuridad? ¿Los bosques? Están muy silenciosos, algo se está tramando desde las sombras y temo que todo lo que mis visiones me enseñan sea completamente cierto. — Cerré un momento los ojos y volví a abrirlos, para mirarle con dolor visible y miedo. — Inquisidores… —Añadí simplemente. No podía decir como sabia aquello, simplemente era que aquellas visiones de muertes, desgracias, persecuciones, llamas… me recordaban mucho a ellos.
Cerrando los ojos para no marearme con la velocidad sonreí en sus brazos. Siempre me había preguntado como seria ser un vampiro y tener aquella velocidad innata. ¿No se mareaban ellos nunca? Reí ante mis pensamientos, encontrándome con que de pronto ya no me encontraba bajo la lluvia, si no todo lo contrario. Me encontraba ya a salvo en su cálido hogar. Alcé la mirada y le sonreí asintiendo a sus palabras, mientras me dejaba en el suelo y me indicaba donde poder cambiarme. Me adentré a la habitación donde había un gran armario lleno de ropa y fruncí el ceño. — Seguro que no te importa? —Pregunté pensando que aún estaría allí tras de mí, cuando me di la vuelta y vi que ya se había alejado de allí. —Supongo que no te importara… —añadí en un susurro empezando a ver la ropa que había, tomando lo que parecía de mi talla.
Intenté no demorarme mucho, y cuando terminé por escoger un vestido y un abrigo con el que poder taparme, ya que todavía me encontraba helada, me encaminé hacia el salón. No me costó mucho encontrarlo y allí estaba él de espaldas a mí, avivando el fuego, metiendo más leña.
— Una vez me dijiste que en noches de tormenta, menos ríos de sangre, no creía encontrarme con ningun vampiro. Necesitaba venir a verte, me urgía mejor dicho y hacia tanto tiempo no te veía. —dije acercándome hasta quedarme a su lado y calentar las manos, acercándolas al fuego. — No te será una sorpresa agradable, créeme. Me gustaría venir con mejores noticias, o por lo menos algún motivo más apacible, que por lo que acudo a ti. Pero es que no se me ocurría a quien más acudir y estoy tan asustada… — Me giré hacia él buscando su mirada, mirándole fijamente, buscando el valor, la seguridad que me aportaba su presencia para seguir. — Mis visiones han vuelto Elijah. Y lo que me dicen, lo que me enseñan…No sé por dónde comenzar. Que contarte… — Suspiré buscando las fuerzas en mi interior para afrontar lo vivido y revivir de nuevo aquellas visiones. Aquellas sensaciones.
— Supongo que por el principio… ¿Has escuchado estas últimas noches los susurros en la oscuridad? ¿Los bosques? Están muy silenciosos, algo se está tramando desde las sombras y temo que todo lo que mis visiones me enseñan sea completamente cierto. — Cerré un momento los ojos y volví a abrirlos, para mirarle con dolor visible y miedo. — Inquisidores… —Añadí simplemente. No podía decir como sabia aquello, simplemente era que aquellas visiones de muertes, desgracias, persecuciones, llamas… me recordaban mucho a ellos.
Alyssia Donovan- Cambiante Clase Media
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Fecha de inscripción : 10/05/2013
Edad : 32
Re: Acechan las sombras [Elijah]
Sonrió al escuchar aquellas palabras, ciertamente sabía que muy pocos vampiros cazaban en las noches de tormenta debido a que, entre otras cosas el sabor de la sangre aguada era un verdadero asco. Sin contar que no quedaba nadie por las calles y se necesitaba de ingresar en moradas corriendo riesgos de ser atrapados, o peor. Quizás por unos instantes ignoró que había necesitado ver aquel rostro, uno de los pocos rostros familiares que le quedaban en lista, Tempest era después de todo, una amiga y para un vampiro eso significaba familia.
Elijah dejó salir un leve suspiro, tomó aire y mantuvo el silencio durante algunos segundos. –Es bueno que hayas venido, también necesitaba verte Tempest. Y con respecto a otros vampiros…tampoco se pasean mucho cerca de mi hogar, conocen sus límites- Dibujó una leve sonrisa mientras mantenía sus ojos clavados en los ajenos. Pudo notar aquella desesperación, él siempre había podido usar aquella empatía con quienes le importaban y ella no era una excepción. Sus palabras lograron hacer que el vampiro se preocupara por un segundo.
-Ya tengo la parte agradable frente a mis ojos, pero bien sabemos que siempre hay algo malo- Hizo una breve pausa para analizar lo que le había dicho. -¿Tus visiones?- Se le erizaron los pelos, sabía que nada bueno se acercaba.
La joven bruja tenía razón, los bosques se habían silenciado varios días atrás como si la naturaleza buscase alertar de algo pero no podía explicar de qué. Los pájaros no cantaban hacía varios días y quizás todo eso no había tomado importancia hasta ese momento. Incluso la oscuridad, una de sus grandes aliadas ya no se sentía segura como antes, algo estaba por ocurrir. Aquella expresión de miedo en sus ojos hizo que Elijah cerrara sus puños de golpe y con tanta fuerza que se había lastimado a sí mismo.
-¿Inquisidores?- No dijo más nada, el silencio inundó la enorme habitación dejando un eco que repetiría aquella oscura palabra varias veces más. -Tempest, ¿Qué es lo que te preocupa tanto?- Se limitó a decir, absorbiendo todo el odio que la inquisición le generaba. Tempest no le necesitaba enojado, ella necesitaba al Vampiro que la escucharía, y él estaba ahí para eso. Se acercó y le dio un muy suave abrazo, hasta donde él recordaba, los abrazos servían para reconfortar y ¿Quién sabe? Quizás era de alguna utilidad para calmarle.
Elijah dejó salir un leve suspiro, tomó aire y mantuvo el silencio durante algunos segundos. –Es bueno que hayas venido, también necesitaba verte Tempest. Y con respecto a otros vampiros…tampoco se pasean mucho cerca de mi hogar, conocen sus límites- Dibujó una leve sonrisa mientras mantenía sus ojos clavados en los ajenos. Pudo notar aquella desesperación, él siempre había podido usar aquella empatía con quienes le importaban y ella no era una excepción. Sus palabras lograron hacer que el vampiro se preocupara por un segundo.
-Ya tengo la parte agradable frente a mis ojos, pero bien sabemos que siempre hay algo malo- Hizo una breve pausa para analizar lo que le había dicho. -¿Tus visiones?- Se le erizaron los pelos, sabía que nada bueno se acercaba.
La joven bruja tenía razón, los bosques se habían silenciado varios días atrás como si la naturaleza buscase alertar de algo pero no podía explicar de qué. Los pájaros no cantaban hacía varios días y quizás todo eso no había tomado importancia hasta ese momento. Incluso la oscuridad, una de sus grandes aliadas ya no se sentía segura como antes, algo estaba por ocurrir. Aquella expresión de miedo en sus ojos hizo que Elijah cerrara sus puños de golpe y con tanta fuerza que se había lastimado a sí mismo.
-¿Inquisidores?- No dijo más nada, el silencio inundó la enorme habitación dejando un eco que repetiría aquella oscura palabra varias veces más. -Tempest, ¿Qué es lo que te preocupa tanto?- Se limitó a decir, absorbiendo todo el odio que la inquisición le generaba. Tempest no le necesitaba enojado, ella necesitaba al Vampiro que la escucharía, y él estaba ahí para eso. Se acercó y le dio un muy suave abrazo, hasta donde él recordaba, los abrazos servían para reconfortar y ¿Quién sabe? Quizás era de alguna utilidad para calmarle.
Elijah Fray- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/10/2013
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Re: Acechan las sombras [Elijah]
Podía confiar plenamente en Elijah y saber aquello me hacia desear un abrazo suyo, en el que me reconfortara y calmara mis miedos, porque sentía que algo demasiado turbo estaba por ocurrir. Por lo que cuando llegó aquel abrazo, tras ver el repentino odio a la inquisición en sus ojos, cual así vino así desapareció sin darme tiempo de preguntar nada ni cuestionar, me encontré atrapada en sus brazos.
Cerré los ojos en aquel abrazo, agradeciendo el contacto, sintiendo como lentamente se calmaba. El miedo desaparecía, pero aún así, bajo la protección del vampiro el revivir aquellos sueños, aquellas imágenes me desmoronaban. Había tanto dolor. ¿Qué sería de aquellos a los que veía morir? El fuego quemaba, arrasaba todo a su alrededor. ¿Podrían salvarse?
— En mis sueños Elijah… veo muertes. Muchas. Cientos de sobrenaturales abatidos, niños muertos como si de conejos se trataran. Familias enteras desaparecidas y siempre aquellos gritos. ¡Me piden ayuda! Pero no sé qué hacer! —Dije contra su pecho, agarrándome a él más fuertemente, sin intención alguna de dejarle separarse de mi abrazo. En esos momentos necesitaba de alguien que fuera mi sujeción en el mundo real, para así no perderme en mis pesadillas, en mis visiones, en el rio de sangre que podía jurar ver correr a mis pies, todavía hoy.
—Estas visiones, me recuerdan a los inquisidores, pues tras cada imagen o muerte se aparece el fuego. Una gran hoguera… como de aquella que me salvaste. — Ahora sí alcé la mirada separándome un poco de él para mirarle fijamente y buscar sus ojos. — Es por eso que presiento que todo sea a causa de la inquisición. — Desvié un momento la vista de sus ojos y miré el pequeño fuego que calentaba el salón y nos envolvía en su luz. —Y si todo lo que veo es cierto, estas gentes ya no siguen con nosotros. ¿Qué haremos? Ellos son como el fuego, imparables arrasando todo a su paso. Y sabes tan bien como yo que últimamente sus filas de condenados van en aumento. Entre las opciones de morir torturados o de abrazar a dios y ser perdonados, siendo soldados en sus hileras de combatientes, sabes tan bien como yo que hay demasiados que escogerán y han escogido la más fácil. — Ahora si le miré nuevamente y esperé a oírle. Él era antiguo, por lo menos muchísimo más que yo que apenas tenía un suspiro de años para él, por lo que algo se le debía de ocurrir.
Cerré los ojos en aquel abrazo, agradeciendo el contacto, sintiendo como lentamente se calmaba. El miedo desaparecía, pero aún así, bajo la protección del vampiro el revivir aquellos sueños, aquellas imágenes me desmoronaban. Había tanto dolor. ¿Qué sería de aquellos a los que veía morir? El fuego quemaba, arrasaba todo a su alrededor. ¿Podrían salvarse?
— En mis sueños Elijah… veo muertes. Muchas. Cientos de sobrenaturales abatidos, niños muertos como si de conejos se trataran. Familias enteras desaparecidas y siempre aquellos gritos. ¡Me piden ayuda! Pero no sé qué hacer! —Dije contra su pecho, agarrándome a él más fuertemente, sin intención alguna de dejarle separarse de mi abrazo. En esos momentos necesitaba de alguien que fuera mi sujeción en el mundo real, para así no perderme en mis pesadillas, en mis visiones, en el rio de sangre que podía jurar ver correr a mis pies, todavía hoy.
—Estas visiones, me recuerdan a los inquisidores, pues tras cada imagen o muerte se aparece el fuego. Una gran hoguera… como de aquella que me salvaste. — Ahora sí alcé la mirada separándome un poco de él para mirarle fijamente y buscar sus ojos. — Es por eso que presiento que todo sea a causa de la inquisición. — Desvié un momento la vista de sus ojos y miré el pequeño fuego que calentaba el salón y nos envolvía en su luz. —Y si todo lo que veo es cierto, estas gentes ya no siguen con nosotros. ¿Qué haremos? Ellos son como el fuego, imparables arrasando todo a su paso. Y sabes tan bien como yo que últimamente sus filas de condenados van en aumento. Entre las opciones de morir torturados o de abrazar a dios y ser perdonados, siendo soldados en sus hileras de combatientes, sabes tan bien como yo que hay demasiados que escogerán y han escogido la más fácil. — Ahora si le miré nuevamente y esperé a oírle. Él era antiguo, por lo menos muchísimo más que yo que apenas tenía un suspiro de años para él, por lo que algo se le debía de ocurrir.
Alyssia Donovan- Cambiante Clase Media
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Re: Acechan las sombras [Elijah]
Aquellas palabras le habían dejado perplejo, más su cuerpo y mente se mantuvieron en calma. No podía permitir que Tempest notase esa inquietud que había despertado en lo más profundo de su mente. Recordó su pasado, sus problemas con la inquisición, las muertes y los vacíos en su compleja alma. La inquisición significaba todo lo que Elijah podía llegar a odiar, representaba algo a lo que no le temía, sino que odiaba y detestaba al punto que podía entregar su existencia con tal de hacer desaparecer aquellas filas de seres corrompidos por la creencia de un ser superior. “Un amigo imaginario” que obligaban a acotar u morir en la hoguera
Ellos te piden ayuda porque, muy en el fondo tú puedes ayudarlos Tempest, quizás no de una forma directa, no te podría permitir hacer nada, no quiero que salgas lastimada.- Se limitó a decir mientras sentía la fuerza de la bruja sobre su pecho, el vampiro podía sentir el miedo en su voz ¿Y cómo no temer a tal fuerza de destrucción? -Estoy aquí Tempest, para protegerte cada vez que sea necesario- Se limitó a decir mientras realizaba un poco más de fuerza para apretarla un poco más contra su cuerpo cuidando igualmente la fuerza ejercida, sentía su calor y eso le ayudaba a no desesperarse.
Elijah buscó sus ojos, exhaló lentamente y mantuvo la mirada de paz que le caracterizaba cuando mantenía la calma para no explotar de rabia, sin embargo podía delatarle aquél anillo rojo que se formaba en el iris de sus ojos, en cualquier otra situación, el azul de sus ojos se hubiese transformado en el rojo carmesí más profundo. –Si lo que dices es cierto, y nosotros dos conocemos la veracidad de tus visiones…La inquisición está moviendo sus filas. Quizás sea una advertencia y te están mostrando lo que sucederá si no hacemos algo.- Hizo una pausa, buscó su mirada nuevamente y exhaló. –Lo más inteligente sería mover a quienes tienen el poder para hacerles frente, no cualquiera puede mantenerse de pie contra el fuego de la inquisición…hay una cosa que se aprende con los años, algo que está en la naturaleza y que no se puede negar. El fuego se combate con más fuego.- Finalizó sumergido en sus pensamientos no se lanzaría a la guerra con un tenedor
Se separó un instante pensando en todo lo que Tempest había dicho, se sentó en el sofá de dos cuerpos mirando el fuego –Ven, siéntate conmigo…tengamos un tiempo de paz y silencio, quizás sea el último.-
Ellos te piden ayuda porque, muy en el fondo tú puedes ayudarlos Tempest, quizás no de una forma directa, no te podría permitir hacer nada, no quiero que salgas lastimada.- Se limitó a decir mientras sentía la fuerza de la bruja sobre su pecho, el vampiro podía sentir el miedo en su voz ¿Y cómo no temer a tal fuerza de destrucción? -Estoy aquí Tempest, para protegerte cada vez que sea necesario- Se limitó a decir mientras realizaba un poco más de fuerza para apretarla un poco más contra su cuerpo cuidando igualmente la fuerza ejercida, sentía su calor y eso le ayudaba a no desesperarse.
Elijah buscó sus ojos, exhaló lentamente y mantuvo la mirada de paz que le caracterizaba cuando mantenía la calma para no explotar de rabia, sin embargo podía delatarle aquél anillo rojo que se formaba en el iris de sus ojos, en cualquier otra situación, el azul de sus ojos se hubiese transformado en el rojo carmesí más profundo. –Si lo que dices es cierto, y nosotros dos conocemos la veracidad de tus visiones…La inquisición está moviendo sus filas. Quizás sea una advertencia y te están mostrando lo que sucederá si no hacemos algo.- Hizo una pausa, buscó su mirada nuevamente y exhaló. –Lo más inteligente sería mover a quienes tienen el poder para hacerles frente, no cualquiera puede mantenerse de pie contra el fuego de la inquisición…hay una cosa que se aprende con los años, algo que está en la naturaleza y que no se puede negar. El fuego se combate con más fuego.- Finalizó sumergido en sus pensamientos no se lanzaría a la guerra con un tenedor
Se separó un instante pensando en todo lo que Tempest había dicho, se sentó en el sofá de dos cuerpos mirando el fuego –Ven, siéntate conmigo…tengamos un tiempo de paz y silencio, quizás sea el último.-
Elijah Fray- Vampiro Clase Alta
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Re: Acechan las sombras [Elijah]
Había hecho bien en acudir a él en cuanto no aguante más todas estas pesadillas y situación, que me tenía al borde de la desesperación. Todos aquellos sueños, pesadillas, gente desconocida y cuerpos… hasta a veces me venía el olor a carne quemada. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo podía alguien ser tan cruel? Odiaba y maldecía a toda aquella rama de inquisidores, pero esencialmente a la Iglesia, que era la causante de todo aquello y de todo lo que iba a acontecer.
—Yo solo podría quizás, con un golpe de suerte poder soñar con ellos antes de que todo aquello pase… pero no siempre tengo premoniciones. Y en estas visiones de muerte, no sé donde se encuentran, que lugar es… —Susurré con voz rota de dolor y miedo a lo que él me respondió con palabras protectoras y ejerciendo más fuerza en el abrazo, apretándome más contra él.
A veces me preguntaba cómo era que no le molestaba tenerme tan cerca, sentir mi piel, oler mi sangre tan cerca y nunca sentir la sed que los vampiros debían de sentir. Debía ser la edad que con el paso del tiempo, se hacían invulnerables a la tentación y llamada de la sangre, menos cuando andaban de caza o en plena cacería de la cena. Suspiré entre sus brazos, pensar en eso me hacia estar incomoda, pero nunca en lo que llevaba viendo a Elijah, nunca jamás llegué a sentirme amenazada, si no todo lo contrario. Protegida como nunca antes lo había sido.
Tras unos minutos en su abrazo, alcé la mirada encontrándome con sus ojos, los que no se encontraban azules como siempre, si no que un pequeño fuego ardía en ellos. De ser otra persona le hubiera temido, pero yo no tenía de que preocuparme. — El fuego se combate con fuego… pero quienes poner en medio la lucha? Quienes serian lo suficientemente habilidosos, poderosos como para lanzarse contra la inquisición? —Le miré y entonces caí en algo. — Creo que cualquiera en estos tiempos que se avecinan, sería capaz de plantar cara a la inquisición por proteger sus vidas, ya que si no todos seriamos victimas a manos de sus ejércitos condenados. Aún así si hay que buscar, o hacer una llamada… deberíamos contactar con vampiros antiguos, seres con poder y gente que pueda plantarles cara. —
Le miré de nuevo y parecía lejos de mí y del ahora, perdido en sus pensamientos. Fruncí el ceño al verlo separarse y sentarse en el sofá, donde me llamó a acudir con él. Rápidamente fui y me senté a su lado, quedando yo más cerca del fuego, ya que en este tiempo uno de mis quehaceres mas amados era el de tumbarme al lado del fuego y leer o simplemente meditar en silencio.
Pasamos unos minutos más, cada uno en sus pensamientos, y entonces en medio de aquel caos y calma a la vez, de mis sueños y pesadillas, desvié la mirada del fuego a la ventana, observando todavía los estragos de la tormenta y la feroz lluvia que caía. No deseaba volver a mojarme y tampoco irme tan rápido de aquí, pero primero necesitaba decírselo, y así fue que finalmente rompí el silencio creado, roto solo por el crepitar de las llamas. — Elijah… Crees que podría quedarme esta noche aquí contigo? No deseo volver a caminar bajo la tormenta y preferiría tener compañía.
—Yo solo podría quizás, con un golpe de suerte poder soñar con ellos antes de que todo aquello pase… pero no siempre tengo premoniciones. Y en estas visiones de muerte, no sé donde se encuentran, que lugar es… —Susurré con voz rota de dolor y miedo a lo que él me respondió con palabras protectoras y ejerciendo más fuerza en el abrazo, apretándome más contra él.
A veces me preguntaba cómo era que no le molestaba tenerme tan cerca, sentir mi piel, oler mi sangre tan cerca y nunca sentir la sed que los vampiros debían de sentir. Debía ser la edad que con el paso del tiempo, se hacían invulnerables a la tentación y llamada de la sangre, menos cuando andaban de caza o en plena cacería de la cena. Suspiré entre sus brazos, pensar en eso me hacia estar incomoda, pero nunca en lo que llevaba viendo a Elijah, nunca jamás llegué a sentirme amenazada, si no todo lo contrario. Protegida como nunca antes lo había sido.
Tras unos minutos en su abrazo, alcé la mirada encontrándome con sus ojos, los que no se encontraban azules como siempre, si no que un pequeño fuego ardía en ellos. De ser otra persona le hubiera temido, pero yo no tenía de que preocuparme. — El fuego se combate con fuego… pero quienes poner en medio la lucha? Quienes serian lo suficientemente habilidosos, poderosos como para lanzarse contra la inquisición? —Le miré y entonces caí en algo. — Creo que cualquiera en estos tiempos que se avecinan, sería capaz de plantar cara a la inquisición por proteger sus vidas, ya que si no todos seriamos victimas a manos de sus ejércitos condenados. Aún así si hay que buscar, o hacer una llamada… deberíamos contactar con vampiros antiguos, seres con poder y gente que pueda plantarles cara. —
Le miré de nuevo y parecía lejos de mí y del ahora, perdido en sus pensamientos. Fruncí el ceño al verlo separarse y sentarse en el sofá, donde me llamó a acudir con él. Rápidamente fui y me senté a su lado, quedando yo más cerca del fuego, ya que en este tiempo uno de mis quehaceres mas amados era el de tumbarme al lado del fuego y leer o simplemente meditar en silencio.
Pasamos unos minutos más, cada uno en sus pensamientos, y entonces en medio de aquel caos y calma a la vez, de mis sueños y pesadillas, desvié la mirada del fuego a la ventana, observando todavía los estragos de la tormenta y la feroz lluvia que caía. No deseaba volver a mojarme y tampoco irme tan rápido de aquí, pero primero necesitaba decírselo, y así fue que finalmente rompí el silencio creado, roto solo por el crepitar de las llamas. — Elijah… Crees que podría quedarme esta noche aquí contigo? No deseo volver a caminar bajo la tormenta y preferiría tener compañía.
Alyssia Donovan- Cambiante Clase Media
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