Al caer la noche [Libre]

Era una noche fría, una de aquellas noches en las que ya no podía seguir aguantando más el dolor que le recorría por todo el cuerpo. Hacía dos o tres días que no había salido de caza y eso la estaba matando por dentro. No podía seguir así y no tenía más remedio que salir, quisiera o no. Así que se vistió con uno de sus vestidos, aunque se había decantado por uno menos recargado como la mayoría de los que tenía; y complementando el vestido con una capa roja y negra para ocultar su identidad a gente ajena, la verdad es que nunca le había gustado llamar la atención y menos aún después de que su condición cambiara. No solía tener problemas para salir con gente pero esa noche sus amigas habían decidido, o bien ir a cenar a uno de los restaurantes más caros de París o bien ir al burdel a buscar presas fáciles, pero a Judith no le apetecían ninguno de los dos planes, simplemente quería ir a dar una vuelta tranquila como muchas veces acostumbraba a hacer. No necesitaba que nadie la acompañara, probablemente conocería a gente por el camino o el simple hecho de poder entrar como si nada a cualquier local le haría conseguir compañía fácilmente y si no, su sola compañía también le valdría.

Caminó por las tranquilas calles del pueblo hasta llegar al bosque, a aquellas horas de la noche a nadie se le ocurriría estar en un sitio como ese; así que como cabía esperar no había un alma por los alrededores, cosa que la joven agradeció. Divisó una presa y se abalanzó sobre ella, para beber de ella hasta haberse saciado. Bastaba, por el momento había calmado la sed aunque la sangre de animal no llenaba tanto como la sangre humana, no sabía tan bien. Se limpió los restos de sangre cuando terminó y se quedó parada en el sitio que estaba, ya que aún no había pensado a qué sitio iría. Minutos después ya había decidido a donde pasaría la noche que acababa de empezar y se subió a su caballo, el cual se había traido con ella y que había dejado atado a un árbol. Cabalgó encima de el animal hasta llegar a la taberna de la ciudad; la había frecuentado varias veces cuando a Jacqueline - una de sus amigas vampiras - le había dado por buscar presas sucias - véase borrachos - como ella las llamaba; dejó atado a un poste al caballo y se quedó parada frente a la entrada. No era el típico sitio de moda donde alguien comentaría sobre otra persona, por eso le gustaba ir las veces que había estado allí. Había llegado sola, lo cual no era muy raro en la vampira porque últimamente no es que se dejara ver con mucha gente a su alrededor; la soledad había estado siendo su aliada desde hace un tiempo. Pero aun a pesar de que no todos la miraban con buenos ojos, se las apañaba para estar rodeada de sus amigos.

Entró y examinó el lugar con su mirada notando como algunos de los presentes habían girado su vista hasta dar con la joven, sonrió por el hecho de que le gustaba ver a las personas llenas de vida y el estar varios días alejada de todo eso, la entristecía. Caminó dirigiéndose hacia la barra y se sentó frente a la barra, esperando a que el tabernero la despachara. - Un whisky, el más fuerte que tengas. - Miró al tabernero de una manera amable, como si ya lo conociera y en un par de minutos ya tenía su copa delante de ella. - Merci.. - Contestó acompañándolo con una sonrisa. Quería girar la cabeza para observar detenidamente a los presentes que allí se encontraban, pero el llevar aún puesta la capucha de la capa le hacía imposible girar la cabeza sin tener que quitársela; así  que se quedó mirando al tabernero regalándole varias sonrisas.

Vestido & capa:

Volvió a sonreír al tabernero otra vez y alargó su brazo para coger la copa, dirigiéndola hacia sus labios; pero antes de que le fuera a dar un sorbo, una voz de alguien que estaba sentado cerca de ella hizo que se detuviera. Como no podía girar la cabeza sin quitarse la capucha de la capa, no ladeó la cabeza en dirección al susodicho; dejó el recipiente que contenía la bebida alcohólica y con sus manos echó para atrás la capucha, dejando ver así su marmóreo rostro; aunque su pelo que estaba suelto y ondulado, aún lo ocultaba. Ladeó la cabeza en dirección al joven y dibujó una sonrisa ladeada en sus labios. - ¿No cree que es algo que no es de su incumbencia? - Lo miró fijamente a sus cristalinos ojos para después terminar por sonreír pícaramente. - Pero vine porque necesitaba unos tragos y el visitar un sitio en el que nadie te juzgue por las apariencias, era una buena idea. - Le dijo para volver a poner su mirada en su copa y así darle varios sorbos seguidos hasta terminársela por completo. - ¿Y usted? Supongo que habrá venido a buscar la ebriedad o simplemente pasar un rato entre hombres ebrios, ¿no? -

Hizo un gesto con la cabeza al tabernero para que volviera a rellenar la copa de nuevo y tamborileó los dedos sobre la barra mientras que esperaba que él le sirviera la copa; a veces resultaba realmente incómodo que la mayoría de los hombres con los que se encontraba, la observaran embobados como si de alguna diosa se tratara. A veces prefería no ser inmortal ni poseer algunas habilidades de ese don ni la belleza que poseía. Sonrió de nuevo cuando tuvo otra vez la copa en su mano y bebió de ella, pero ésta vez fue un leve sorbo; no quería que la ebriedad empezara a notarse tan pronto, no al menos con 3 o 4 copas tan rápido. - ¿Viene mucho por aquí? - Él había empezado primero la ronda de preguntas con la que le había hecho a Judith, así que ella tenía derecho a saber aunque fuera un poco, ¿no?.