+18} Insomnia - Libre

por **Tyler Fausten** Dom Dic 01, 2013 2:25 pm

Los días se hacían cortos y bien porque eran entretenidos mientras trabajaba y hacía cualquier cosa provechosa. Tyler siempre sacaba cosas que hacer y nunca se quedaba parado por más que su cabeza intentase distraerle con penas pasadas, él trataba así de entretenerla para no caer en el vacío. Sin embargo, las noches eran todo lo contrario; la mayoría de éstas las pasaba desvelado, no porque algo lo atormentase sino porque así había sido siempre. Las noches eran las eternas compañeras para alguien de corazón noble, melancólico en todo su esplendor, pero también estaba llena de peligros los cuales eran difíciles de eludir para alguien que ni siquiera sabía de los seres oscuros. Pero a pesar de esas bestias con piel de cordero, habían otros peligros que a pesar de no tener poder mágico alguno, tenían en su mano el poder de destruir las vidas ajenas con un chasquido de dedos. La vida era dura, pero Tyler sabía sacar lo mejor de ella, claro que él tampoco era el hombre perfecto y tenía problemas como todo el mundo que nacido bajo el mismo cielo, se lamentaba por un amor perdido o simplemente por un familiar desaparecido. Todos tenían algo en común, incluso las personas tan distintas entre sí tenían algo que los unía.
Aquella noche ya aun cuando acababa de caer el sol, se estaba haciendo eterna. Tyler era un hombre que tenía un alma familiar, acogedora, por ello era extraño verle siempre tan solo. Pero desde hacía tiempo, una luz estaba por iluminar ese rincón de su vida que sentía apagado; Leonor, ese era el nombre de la mujer que provocaba revuelos en su interior.
Como todo hombre, tenía sus necesidades y aunque se sentía violento pagando por ello, decidió acudir al Burdel, esperando poder entrar en calor mientras acariciaba el alma de alguna mujer rota; dejando así que la noche transcurriese de forma menos solitaria.

por **Violetta Devitt** Vie Dic 06, 2013 3:26 pm

Violetta, como cada noche se había empezado a preparar una hora antes de la que debía entrar al burdel, ya que su casa estaba bastante lejos, como siempre le había cambiado el paño frío de la frente a su madre y se había ocupado de que sus hermanos no salieran de noche, a pesar de que fueran mayorcitos sentía ese instinto maternal hacia ellos, ya que sin ellos dos ella podría seguir en aquel sitio en el que la tenían encerrada por las deudas de su padre.

Acompañó con un suspiro la salida de su casa y se encaminó hacia su lugar del trabajo, del cual no estaba demasiado orgullosa realmente. Cuando entró en el lugar se quitó toda la ropa que le sobraba, al menos para estar en aquel lugar y se subió a bailar a la barra, eso era lo bueno bailando no siempre tenía porque hacer algún servicio.

Cerró los ojos y dejó que su cuerpo se moviera al son de la música, como si de magia se tratara, era capaz de hacer con su cuerpo cosas increíbles sí, pero sin duda lo que más llamaba la atención de esta chica era la manera que tenía al moverse, la manera al bailar, era simplemente magia. Cuando una de sus compañeras, con cierta envidia en la mirada, se subió a la barra le dio un pequeño empujón, haciendo que ella cayese al suelo.

Suspirando y con una sonrisa en la cara se levantó, ahora sí estaba mirando a su compañera con cierto odio. A decir verdad subiéndote a a barra ganabas bastante dinero, ya que a los hombres medio borrachos les encantaba ver aquello. Por ello Violetta supuso que la chica le había echado de allí. Pidió un vaso de agua al camarero y se quedó parada en la barra, con los codos apoyados en ésta. Se había hecho un pequeño rasguño en el codo pero no era nada del otro mundo. Sus mejillas se habían tornado de color rojo, ya que había pasado un momento no muy agraciado, a pesar de que era tremendamente torpe no le gustaba caerse en público. O más bien que le empujaran de esa manera tan bruta.

por **Tyler Fausten** Miér Dic 11, 2013 9:49 am

Tyler vió la escena justo al entrar. No se quedó mirando allá porque no era de los hombres que se quedaban a mirar a las mujeres como simple mercancía, aunque cada cual podía hacer con su existencia lo que le viniese en gana. Lo siguiente que hizo fué sentarse en la barra, de espaldas a la "actuación", era parte de su forma de ser y se sentía con la obligación de no mirar fijamente a las mujeres, que ya debían estar pasando sus penas como para añadir un par de ojos más a aquel escaparate.
- Dos dedos, sin hielo. - Pidió haciendo referencia a cómo solía pedir el whisky en otros lugares.
Pese a la mala vida que llevaban aquellas mujeres, parecían tener cierta rivalidad, lo que parecía hasta desagradable en su justa medida. Tyler sentía verdadera pena por las que allí estaban obligadas, mientras que otras lo disfrutaban como si en lugar de una obligación fuese un regalo.

Giró la cabeza para ver que no muy lejos suya se sentaba la muchacha que se había caído antes.

- Te diste un buen golpe. - Apuntó, señalando el codo de la muchacha. - ¿Estás bien?

Preguntó, muy lejos de malas intenciones. Quien conociese bien a Tyler, sabría que allí no estaba realmente cómodo, pues se sentía tal y como uno de los otros hombres, dando dinero a cambio de un rato agradable. Si por él fuese, lo haría sin pagar, no por no derrochar dinero, sino por el simple hecho de no tratar a una mujer como si de un objeto se tratase.

- No te avergüences por la caída, sino por lo bien que bailaste. Quédate con lo bueno. - Comentó mirando su vaso, como si en él existiesen todas las respuestas a cualquier cosa.

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