Espada Japonesa

por Invitado Jue Ago 19, 2010 10:50 pm

Caminando muy animado por las calles del parís nocturno, un vampiro se movía velos en un carruaje alquilado, guardando apariencias de su clase y sus intenciones, aunque intenciones extrañamente sanas para su personalidad, entre esto estaba la idea de comprar o robar una pieza nueva de la tienda de antigüedades, una hermosa espada perteneciente a un samirai de la era tokugawa en japón antiguo.

Deteniendo casi de golpe el andar de los corceles baja rápidamente para pagar su transporte que sin tardar da por cumplido, en segundo entra a paso alargado pero sin correr entrando a la tienda sin aparentar interés por algún objeto en particular, solo quería llevarse la espada de su amigo, una persona que tuvo en estima durante su vivía.

Algo distraído camina por el lugar entre pequeños pasillos de artesanías y mas hasta llegar a la metalurgia donde ve algunos especímenes, pero no la de su amigo, atento busca hasta que choca con alguien - disculpe señorita - pide viendo a una joven a su lado.

por **Evangeline Collingwood** Sáb Ago 21, 2010 1:27 pm

La tienda de antigüedades siempre estaba vacía o casi vacía. No me sorprendía, en estos tiempos la gente se preocupaba por lo que estaba de moda, no por las cosas viejas. Muchas veces me sorprendí probñandome un perfume nuevo como Amor y Psique, uno que estaba muy de moda en estos momentos, o mirando los vestidos de diseños ingleses o italianos. Sin embargo, como me interesaba lo nouveau también se encontraba bajo mi gusto comprar o por lo menos ver cosas viejas en las tiendas. Era como una costumbre comprar algo pequeño pero de alto costo, como un collar de rubíes que había pertenecido a una condesa del año 1459. Mas o menos me había costado unos cuatrocientos francos, y no me molestaba para nada gastarlos en ello.
Así pues estuve paseando entre reliquias mucho tiempo, admirando esculturas, joyas, libros y otros cuantos cachibaches que se veían interesantes. Tomé un libro que parecía ser una biblia. Bastante deteriorada pero el añoen que se había escrito era lo que me interesaba. Una biblia de 1184, el año en que la Santa Inquisición se fundó mas o menos al Sur de Francia. ¿Cuántas caras de sufrimiento habrían visto esas páginas? ¿Cuántas más habrían visto este ejemplar con motivos de esperanza o cosnuelo? Estaba claro que tenía que comprarlo.
Dejé la biblia en su estante para luego buscar en mi monedero el dinero que podría costar esa maravilla. Mis guantes de seda rosa se habían manchado un poco con el polvo, pero ¡qué me importaba el polvo!
Saqué unas cuantas monedas que refulgían de nuevas. Alguien chocó conmigo y provocó que mi dinero cayera al piso. Inmediatamente me puse a recojer lo que se había tirado mientras escuchaba un "disculpe señorita". Me levanté con las monedas en la mano, contando y cuando estuve segura que mi dinero estaba completo, miré al joven. Un hombre de la aristocracia, bien parecido y de porte era el que, sin querer, había provocado mi incidente. Sonreí amablemente y negué con la cabeza.
- No se preocupe, monseigneur. Fué un accidente, cualquiera podría cometerlo.- dije mientras metía de nuevo el diner en mi monedero y posteriormente me sacudí el polvo de mis guantes.

por Invitado Sáb Ago 21, 2010 5:29 pm

Cuando las monedas cayeron se ve tentado a agacharse junto a ella, pero para ser humana se movía bastante rápido, eso lo apena pero no había que hacer ya que ella se estaba levantando, pero en ese mismo momento le extiende la mano ayudando a que esa delicada figura se irguiera, la ve negar y escucha su respuesta haciendo que le sonriera.

Muchas gracias por su comprensión, creo que esto de andar buscando antigüedades es algo difícil, al menos lo que busco no lo encuentro ni porque me dijeron que estaba aquí - viendo su gesto y que no se esconde la suciedad de los guantes imagina que se siente en cierta confianza, ve sus ropas y entonces nota que no se había percatado que usaba algo que un hombre de clase media no usaría.

Le sonríe y hace le hace una reverencia para presentarse - me llamo Seth Tudor, ¿puedo saber el de tan amable doncella? - se irgue nuevamente colocando una mano sonríe un arma blanca algo curiosa que sin esperar a que ella se presentara toma para luego verla.

por **Evangeline Collingwood** Sáb Ago 21, 2010 11:28 pm

El gentilhombre parecía ser bastante amable para su entorno social al que, estaba segura, se desenvolvía. Para ser de la aristocracia, las mujeres y hombres gustaban de sentirse paridos por los dioses, así que veían a los demás hacia abajo inclusive con gente de su propia clase. "Puros parásitos presuntuosos" pensaba yo en cuento veía a una joven debutante hacer berrinche por no adquirir lo que ella quería o por que alguno de sus caprichos no fuesen cumplidos, al igual que la señora que mira a un niño pobre como si mirara ratas o un hombre que fuma un puro carísimo en frente de una persona clasemediera.
Este joven, sin embargo, me rompía el "estereotipo" de aristocracia que mi cabeza tenía acostumbrada a ver.
Él dijo su nombre y pidió que me presentara.
- Mucho gusto, Monseigneur Tudor. Yo soy Evangeline Collingwood.- pronuncié suavemente. Me gustaba mi nombre y mucho más mi apellido de casada. Sonaba fuerte y suave a la vez.
Escuché lo que el hombre decía con clara atención y fruncí el ceño en cuento mencionó algo de "no encontrar lo que busca".
- Perdone que sea algo curiosa, Milord, pero ¿qué es lo que no encuentra ni en esta tienda de antigüedades?- pregunté tomando mi biblia y sosteniéndola suavemente con mis manos.

por Invitado Dom Ago 29, 2010 9:41 pm

Mientras ella hablaba jugueteaba con la daga en mis manos, eso hasta que ella pregunta sobre la búsqueda - una espada japonesa, fue de un samurai de hace un siglo, el fue amigo de mi tatara-tatara-abuelo, así que de curioso y por esa amistad que tuvieron quiero adquirirla, así tendré algo que represente la amistad que tuvieron - miente en parte ya que había sido en verdad su amigo, uno muy apreciado del cual quería conservar un recuerdo pero que ahora no miraba, sino se la habían llevado la tendrían en algún lugar mas escondido al publico.

¿Sera posible que sea de colección, la tengan reservada o sera que debo pedir verla o directamente decir que la compare? - las preguntas se las hace mas directamente a si mismo que a la joven, quería obtener la espada y aun no sabia si realmente estaba ahí.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Ago 30, 2010 12:37 am

Regresaba un poco tarde a la tienda, había tenido una clase bastante larga y no precisamente por el tiempo. No había tenido mucha suerte esta vez con los nuevos alumnos y había sido difícil mantener el orden. Mientras corría por los techos, deseó poder estar en la tienda y sentarse tras el escritorio a leer y descanzar. EunMi la imigrante Coreana que ahora trabajaba para él atendiendo el lugar durante su ausencia, debía estar cuidando como de costumbre.

Abrió la puerta y entró caminando con un aspecto de haber salido de la mismisima tierra, con el cabello revolcado y los pantalones polvorientos, manchas de oleo y pinturas acrílicas se alcanzaban a ver en los puños de su camiza. Traía varios libros debajo del brazo y un par de pinceles saliendo de sus bolsillos. Una vez dentro notó a un distinguido caballero y una muy elegante dama cercanos a las estanterías, el hombre jugueteaba con una daga y la mujer olía infonfundiblemente a sangre humana, pero él... ¿Un momento era el director de la Universidad en persona?. Abrió los ojos de par en par, soprendido de que ese hombre estuviera en su tienda.

Habían cruzado palabras, debido a su trabajo, pero para ser sincero no conocía mucho más allá de su apellido. El hecho de que el único hombre con real poder para despedirlo de su trabajo, estuviera ahora en su tienda le hizo sentir inmediatamente nervioso. Sobre todo luego de la reunión de profesores en donde le habían pasado unas quejas de ciertos alumnos que estaban inconformes con su clase.

- Buenas noches, bienvenidos a mi tienda - Exclamó caminando por el corredor, divisando a EunMi al fondo limpiando unos escaparates - ¿Puedo ayudarles en algo? - Agregó con cortecía. - Monsieur Tudor... es toda una sorpresa verle por aquí -

por **Evangeline Collingwood** Lun Ago 30, 2010 11:24 am

Asentí con interés pensando en la valiosa espada que el caballero Tudor buscaba tan ansioso. Probablemente la reliquia valiera una fortuna, pero para el caballero lo que más importaba era el lazo de amistad que representaba. Una buena razón para recuperar una antigüedad, lástima que jamás me vería en esa situación puesto que mis familiares no habían sido jamás de la realeza o con las riquezas para dejar reliquias. A lo mucho, mi madre había pasado a mi hermana más grande su anillo de bodas que era un simple pedazo de fierro con una imitación de piedra preciosa. No valía ni un centavo, pero seguía siendo una reliquia después de todo. Sonreí al caballero con entusiasmo. ¿De dónde me venía el entusiasmo?
- Espero, monsieur, que su búsqueda no se prolongue más y encuentre esa preciada antigüedad. No siempre nos quedan recuerdos de nuestros antepasados.- comenté - Tal vez si se pudiese en contacto con algún familiar del amigo de su tatara abuelo, puede que alguno de ellos lo tengan, si es que tuvo claro está.- sonreí e inmediatamente me sonrojé al darme cuenta que estaba haciñendose preguntas a sí mismo y no a mi.
Me quedé un momento callada en esa estancia llena de antigüedades cuando un hombre algo sucio y alborotado entró en la tienda. Por su aspecto, parecía un joven con pinta de viejo, con esos pantalones sucios, el cabello hecho un nido y las múltiples manchas de pinturas en su camisa. Era un pintor, sin duda alguna. Y uno que jamás había visto. Me reí discretamente un poco por su pinta y luego volví a mi compostura cuando se presentó como el dueño del establecimiento. El joven preguntó si necesitábamos algo e iba a contestar que yo sólamente compraría la biblia que llevaba en mis manos, sin embargo, mis palbras no salieron al ver la estupefacción con la que el dueño de la tienda se dirigía al señor Tudor. No dije una sola palabra, simplemente me mentuve mirando a ambos por turnos.

por Invitado Lun Ago 30, 2010 12:31 pm

Se había distraído viendo a la nada y apenas había escuchado las palabras de la joven que me hacia sugerencias, iba a responder a su comentario cuando veo a uno de los maestro de arte llegar a nuestro frente y preguntar en lo que podía servirnos.

Buena noche Soren, disculpe, busco un arma antigua, de un siglo a unos años mas, es una espada samurai del periodo edo, aun no ha acabado y apenas hay tratados pero bueno, ya que se acabara quisiera obtener una reliquia de esa cruzada civil - ve a la joven y le sonríe.

Perdón madame, gracias por su sugerencia pero por buena fuente supe que la espada vino a esta tienda, así que... ¿podemos buscarla o al menos verla? - la pregunta la hace viendo al dueño de la tienda y le mira con cierta satisfacción.

Me alegra que sea a su tienda que haya venido la espada, me imagino que no me negaras la reliquia por un mejor postor solo porque te pagara mas de lo que me pidas a mi... ¡ah!, y la dama quiere una biblia, por favor atiéndela - dirige su mirada a la joven que al parecer tenia la prudencia de toda una dama - ¿o madame Collingwood prefiere acompañarnos?

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