Re: Different names for the same thing | Privado

por **Elene Rossato** Dom Feb 16, 2014 1:39 am

La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos.
Platón

Despertó tranquila, tomando con firmeza las sábanas de seda que estaban alrededor de su cuerpo. Abrió los ojos y se encontró rodeada de su mundo lleno de lujo, cubierto de esplendor y riqueza. Suspiró y espero su comida plácidamente. Tomó el diario de París y comenzó a hojearlo, sin encontrar algo que le llamase la atención así que lo aventó a un lado media desahuciada llena de aburrición pero notó que en la bandeja de plata que yacía bajo sus pies había un pequeño sobre crema grabado con letras doradas. Lo abrió con calma y en su rostro se dibujó una sonrisa. Era una invitación para la noche de gala en donde sería la apertura de la temporada en el Teatro. Ella era una amante de ese tipo de espectáculos y desde hace unos años desde que no asistía a ese tipo de eventos, había trabajado duro para levantar el nombre de su ausente familia que sólo le pertenecía a ella por la mala administración de la fortuna de su tío. Por poco y lo pierde todo pero desde que salió del internado que le mantenía reclusa supo cómo defenderse.

El atardecer comenzó a apremiar con una galardonada tés oscura, el cielo teñido de varios matices naranjas y rojos eran una gran vista. París podía ser un sueño o una perdición si así lo deseaba. Sus finas y ajustadas ropas vestían su razón. Un vestido largo con un escote reducido rosa pastel y encajes de color blanco hueso le adornaban, lució su delicada joyería y su cabello ajustado en un moño sujetado por una hermosa peineta color dorado que hacía adorno con sus guantes. Dándose una mirada al espejo una vez más dio los últimos retoques y salió de su mansión en el carruaje.

La noche parecía expectante así como un leve malestar en su pecho como si alguien le estuviese enterrando un puñal en lo más profundo de su piel, era un poco molesto y desdeñoso pero trató de no darle la mayor importancia seguro era la emoción de ver tan buen y prometedor espectáculo. El carruaje se detuvo, sus ojos vieron unos minutos más la basta noche y la puerta fue abierta. Tomó sutilmente la mano del cochero que le ayudaba a salir de las sombras y lucir su belleza a todo el público parisino. Con paso seguro bajó de aquel lugar y agradeció con un gesto marcado y una sonrisa apenas perceptible. Su espalda se irguió y adoptó la pose altiva tratando de contener sus respiraciones tras el apretado corsé. Quizás tras aquello podía parecer egocentrista pero había aprendido muy bien que un conejo que se viste de lobo siempre es comida para los de su falsa especie.

Entró saludando a un par de conocidos pero no tenía el menor ánimo de quedarse a charlar sólo quería seguir hasta su asiento en primera fila. Las enormes paredes le dieron la bienvenida a sus costados relucientes jarrones muy antiguos, pinturas y una leve melodía que se dejaba oír desde dentro del teatro. Una sonrisa se dibujó en su rostro pero después de un segundo duró poco, fue arrebatada por el olor y por unas cuantas ropas conocidas a lo largo, cerca de la puerta principal. Cierta desesperación le recorrió de nuevo la espalda a un hombre hasta afincarse en sus costillas. No podía ser, tenía que estar viendo mal, quizás estaba confundiendo todo.

Su paso se hizo más lento y comenzó a oír la disputa entre el guardia gorila que amenazaba con echar fuera al otro un poco más bajo y delgado. Con ceño fruncido se hizo un esquema razonable de lo que estaba sucediendo y la voz del hombre que estaba de espalda confirmó su sospecha, era él. El hombre con el que hace un tiempo había tenido una relación. Al que había entregado su amor incondicional pero tan condicionado era el cariño ajeno que bastó con confesarle sobre su posible bancarrota por las garras de su tío sobre su fortuna para que su cielo se hiciera añicos. Sus dientes quizás crujieron de molestia, hacía tanto que no veía sus ojos farsantes, su boca dulce destilando con desde mentiras embrujadas en halagos. Alzó la ceja y quizás se vio necesitada de humillarlo así como él lo había hecho con ella tiempo atrás dejando hundido su corazón.

Pudo haberle dicho al hombre que requisaba que él no era más que un charlatán pero no, tenía en mente algo peor para él, jamás sería suficiente. —Con que aquí estás- murmuró suave soltando la sonrisa más fingida que en su vida había hecho. —Te estuve esperando en la entrada ¿Algún problema?- miró al hombre petulantemente y éste se quedó medio extrañado, quizás no esperaba que ella tuviese una compañía como él esta noche. —Viene conmigo.- agregó de manera rápida y dio un paso hacia el frente esperando que Henrick le siguiera quizás por dentro destrozada se encontraba pero había algo más que su falso orgullo para esa noche y claro, se lo haría saber.

por **Elene Rossato** Dom Mayo 04, 2014 11:19 am

La música era tan sonora que ensordecía las pláticas de los ajenos dejando sólo sus murmullos en el aire. Todo estaba tan finamente estructurado, tan pacífico y atacante. París soñaba por las noches y asesinaba con su lengua. Después de haber ‘’salvado’’ al impertinente, Elene se limitó a guardar silencio tratando de obviar el hecho de estar junto al hombre que le había causado tantos dolores que no sólo eran de cabeza sino representativamente del corazón. Soltó un pequeño suspiro ignorando ése hecho viendo un punto indefinido del enorme salón para tratar de pasar por alto su alrededor y concentrarse en qué sería lo siguiente. Definitivamente su decisión se había derrumbado. Hacerlo sufrir aunque fuera un poco de lo que su partida le había dejado se esfumó cuando sus pasos tomaron cierta sintonía pareciendo sincronizados. Una sonrisa salía de su rostro saludando a los presentes, conocidas, hijas de grandes empresarios miraban al hombre a su par sorprendidas, algunas le conocían y otras simplemente se detenían a soltar chillidos por su buen porte pese a que ese atuendo, el que él llevaba encima se lo conocía a la perfección. Miró de reojo a Hendrick recordando innumerables momentos a su lado lo que suavizó su camino por la sala.

Estaba segura que no sentía ni un poco de afecto por el hombre que se pavoneaba haciendo suyo el camino pero verle con esa seguridad le hizo fruncir el ceño recordando la vara con la que medía todo; el dinero. Estiró más el cuello a la idea dudando de por qué le había hecho un favor entrando, no pretendía quedarse con él toda la noche, conocía la labia que tenía con las palabras, sus artimañas y su forma de engatusar para obtener lo que quería, estaba segura que las usaría, no había artillería que desconociera pese a que este año hubiese renovado el repertorio se sentía inmune así que no estaba en desventaja —Pudiste por lo menos parecer no tan desesperado y fingir que esperabas a alguien… ¿Has perdido el encanto? — musitó sin siquiera dirigirle la vista continuando su camino —El hombre estaba por echarte — recalcó sin cuidado para hacerlo bajar de esa nube en la que se había subido, detestaba su actitud de ser el centro de atención.

Completamente convencida que había sido un error ablandarse miró con escrutinio los asientos reservados para su familia que solo contaba con ella y el ahora recién invitado Poe. Girando completamente para ver a su ex amorío, su tropiezo, su desliz, siendo una mujer con el corazón dañado donde se le abrían las heridas con cada respiración del otro. —Sinceramente yo tampoco pensé encontrarte por aquí, veo que tus viejas costumbres siguen siendo como una biblia para ti. No has cambiado nada — una gélida sonrisa se dibujó en su rostro encarando el ajeno —¿Qué ha sido de tu vida? Pensé habías migrado de París, cuando te lo propones eres un día la piedra del zapato de alguien y después es como si jamás hubieses existido— alzó la ceja escupiendo un poco del veneno en el que se ahogaba, no es que fuese despotricar contra Poe pero de una manera u otra él debería saber que ella aún recordaba sus hazañas. Viendo a lo largo la entrada de tres mujeres de su misma edad acompañadas cada una de un caballero buscando algo o alguien su sonrisa se deshizo en el acto.

Tomó el brazo de Hendrick rápidamente fingiendo pleitesía. —No puede ser…— Sus amigas y decía ‘’amigas’’ porque eso era lo que fingía que eran ya que no creía en ese término en su totalidad. Revisó disimuladamente su cabello, sus ropas y todo estaba perfecto. Rápidamente en un movimiento hábil y fingiendo que estaba divertida sonrió para acercarse al oído de su ahora ‘’bendito acompañante’’ y susurró como si jugaran a soltarse chistes y bromas —Ellas lo saben, Hen… Tú viniste conmigo, regresamos hace más de un mes y estamos haciendo nuestra presentación oficial como una pareja hoy, sigue el juego y te compensaré — mordió esas palabras para fingir y volvió a sonreír cuando ya aquellas estaban cerca esperando que Hendrick fingiera por ella para evitar una catástrofe social. —Amélia, Lilibeth y Samira — exclamó Elene con una sonrisa besando ambas mejillas de aquellas tres —¡Qué sorpresa! — dando un paso hacia atrás suspiró mirando de reojo a su compañero —Ya lo conocían… — sonando segura dejó libre el paso al otro.

Las mujeres enloquecidas cuchicheaban entre ellas sonriendo —Oh Elene, no sabíamos de su regreso, es un alivio, después de ese año donde Monsieur Poe desapareció pensamos en que quedarías soltera de por vida — decía una de sus conocidas algo compungida mordiendo su sonrisa a lo que Elene negó con una risa de inmediato —Simplemente no estoy tan desesperada de casarme con hombres de quien no conozco — lo decía por ella ya que su ‘’amiga’’ tenía una semana de conocer al hombre que llevaba de su brazo y la invitación a su boda había llegado —En fin… Siempre el río vuelve a su cauce — concluyó ella presionando levemente el brazo de su fingida pareja sin restarle atención a las mujeres que parecían ansiosas de oír la voz del hombre que tenía el privilegio de acompañar a su rezagada amiga.